Disclaimer: Crepúsculo es de Stephenie Meyer, la historia de Silque, la traducción es mía con el debido permiso de la autora.
Disclaimer: Twilight belongs to Stephenie Meyer, this story is from Silque, I'm just translating with the permission of the author.
Grupo en Facebook: Tradúceme un Fic
Bella POV
―Ahora, primero lo primero: ¡el vestido! ¡Que todos tomen una revista! ―ordenó Alice.
Todos cogimos obedientemente una revista de la pila de Alice, la hojeamos y señalamos dobladillos, escotes, mangas, corpiños y anchos de falda. Después de una hora de no encontrar nada que realmente me quedara bien en un solo vestido, Alice dijo.
»Tengo algunos bocetos, si quieres verlos.
—Sí, por favor. No encuentro nada que me guste en estos vestidos. —Tiré al suelo la revista que tenía en la mano. Ninguno de ellos parecía... adecuado. La mayoría eran sin tirantes, y eso realmente no coincidía con los gustos de mi novio anticuado.
La primera página de su cuaderno de bocetos mostraba un vestido precioso, pero un poco al estilo isabelino.
―Lo único que le falta es un volante, Alice ―dije riendo.
Ella resopló.
―Bien, pero tengo un presentimiento sobre el próximo, Bella. ―Me hizo un gesto de apresurarse.
Pasé la página... y allí estaba. Mi vestido. Me quedé mirando el boceto detallado, casi sin respirar.
―¡Alice! ¡Dios mío, Alice! ¡Esto es perfecto! ¡Mira! ―Le mostré el boceto a Esme y Rosalie, quienes sonrieron ampliamente.
—Oh, Bella —suspiró Esme—. ¡Cariño, tienes razón, es perfecto! ¡Estarás tan hermosa el día de tu boda! Edward no sabrá qué le pasó —rio entre dientes.
―Vas a dejarlo impresionado, hermana ―sonrió Rosalie.
―¡Tengo muestras! ―gritó Alice, sacando una bolsa de debajo de su cama.
Por supuesto que las tenía.
Después de mucho debate, nos decidimos por una tela de seda suave y ceñida con una gasa muy flexible y vaporosa como capa superior. En blanco puro, por supuesto, para mi prometido, que es muy tradicional.
El siguiente paso fueron los velos. Rosalie intentaba desesperadamente convencerme de que me pusiera una tiara y un velo completo de cinco capas, pero en deferencia al estilo del vestido, opté por una corona de flores tradicional con una sola capa en la parte posterior, a lo largo de la cola y una capa hasta la punta de un dedo en la parte delantera. Quería que mi dulce novio tuviera el momento de levantar el velo. Elegimos un tul muy suave y fluido, para combinar con las telas del vestido.
―Pero ¿se podrá hacer todo esto antes de la boda? ―pregunté.
Alice me dio una pequeña sonrisa de superioridad.
―Voy a tomar tus medidas exactas y enviaré mi boceto y muestras a mi costurera en Nueva York. Ella trabaja para una casa de moda, pero siempre tiene tiempo para mí. Me devolverá el vestido terminado en dos semanas y yo puedo encargarme de cualquier ajuste aquí. Haría todo el vestido, pero el bordado sería un fastidio para terminarlo yo sola. ¡Tengo tantas otras cosas que hacer!
—¿Podemos casarnos aquí? —le pregunté a Esme, vacilante—. No quiero ser una molestia, pero como de todas formas vamos a estar solos...
—¡Claro, querida! Creo que sería lo mejor. Aunque no estoy segura de que vayamos a ser solo nosotras. Alice, ¿ibas a invitar a los Denali?
―¡Por supuesto! Bella tiene que conocer a sus nuevos primos.
Entonces, iba a conocer a la famosa (¿o infame?) Tanya. No estaba segura de cómo sentirme al respecto, así que dejé la idea para más tarde.
Mucho más tarde.
―¿No tienes a nadie a quien te gustaría invitar, Bella? ―preguntó Alice.
—En realidad no. Me gustaría invitar a Eli y a Abby, pero dudo que puedan irse ahora mismo. Él es jugador de los New York Giants y todavía están en el campo de entrenamiento. No tengo ningún... amigo cercano aparte de Abby. Con una total falta de familia, estaba un poco reclusa en casa. —Me mordí el labio, un poco avergonzada de admitirlo.
Esme me dio una palmadita en la mano.
―No te preocupes, entonces. Ahora tienes mucha familia, más de la que jamás hubieras querido, estoy segura.
Negué con la cabeza y sonreí.
―Estás equivocada. Tengo justo la cantidad necesaria.
Incluso Rosalie sonrió ante eso.
―Podemos instalar cámaras de vídeo en lugares clave y dejarlas filmando. Emmett puede editarlas y convertirlas en una hermosa película terminada que puedes enviarles a tus amigos, Bella ―sugirió.
―Gracias, Rose. Sería fantástico.
Esme puso un DVD de una comedia romántica a la que ninguna de nosotras le prestó atención. Alice se puso a trabajar en mi manicura y Rosalie se encargó de mi pedicura. Hablamos de colores (el color favorito de Edward es el azul, así que elegimos un tono medianoche), flores y un pastel. Yo argumenté que nadie comería pastel, pero Rosalie me recordó la tradición de la recepción de darnos un bocado mutuamente y dijo.
―Que sea un bocado grande, Bella. ¡Y más vale que le hagas comerlo! No dejes escapar al idiota.
Le dije a Alice que odiaba los claveles (me recordaban demasiado a los funerales y había asistido a demasiados en mi vida) y me mostró una foto de un ramo de lirios que me encantó. Dijo que ataría los tallos con cintas blancas y azul marino.
―También pondré pequeños lazos azul medianoche en tu liga. ¡Puede ser tu algo azul! ―indicó Alice feliz. Mi hermana estaba en su elemento y yo estaba feliz de darle esto. Sus ojos se quedaron en blanco por un momento y luego jadeó―. ¡Mamá! ¡Eso es perfecto! ¡Su algo nuevo! ―Esme sonrió y asintió.
Obviamente, Esme tenía un regalo planeado para mí.
No podría empezar a describir los sentimientos que sentía en mi pecho por estas hermosas personas, esta familia de vampiros que me aceptaron como si fuera una de ellos. Me recibieron sin dudarlo, haciéndome sentir como si hubiera pertenecido a ellos desde el principio y como si solo hubieran estado esperando mi llegada. Realmente esperaba ser una de ellos.
—Mamá —empecé tímidamente—, ¿crees que papá... me entregaría? ¿Me llevaría al altar?
Creo que si Esme hubiera podido llorar en ese momento, lo habría hecho.
―Oh, cariño, creo que estaría encantado. Tendrás que preguntárselo tú misma. Y, por favor, hazlo cuando yo esté presente; quiero verlo.
—¡Oh! ¿Quién va a casarnos? —Entré en pánico.
Rosalie agitó el pincel de esmalte de uñas que sostenía.
―Emmett tiene licencia para eso.
—¿Emmett? —cuestioné sin aliento, intentando no reír.
―Te lo prometo, él sabe hacer un servicio encantador. Nos casó a mí y a Jasper justo después de que nos unimos a la familia en 1950. Le hizo tan feliz que obtiene la licencia cada vez que cambiamos de nombre, por si acaso. Se toma el trabajo muy en serio ―sonrió Alice―. Háblalo con Edward, él estuvo allí. Y deja que Edward le pida que los case. Será muy conmovedor.
―No hemos hablado de lencería ni de su ropa interior nupcial ―agregó Rosalie.
—Edward me pidió ese camisón blanco que compramos en Seattle —me sonrojé.
Alice se quedó horrorizada.
―¡Pero ya lo ha visto , Bella!
—Allie, creo que ese podría ser el punto —se rio Rosalie.
Obviamente, Alice tuvo una breve visión y su boca formó una pequeña "o" mientras sus ojos se abrían.
Me sonrojé un poco más mientras Rose y Esme se reían.
—Bueno, en cualquier caso —se apresuró a añadir Alice—, ya he pedido tu ropa interior nupcial en La Perla. Créeme, ¡te va a encantar lo que te he comprado!
De eso no tenía ninguna duda.
Cuando mis bostezos empezaron a aparecer en grupos de tres, Esme anunció que la fiesta había terminado y me mandó a mi habitación. Bueno, a la mía y a la de Edward.
Me puse mi ropa de dormir cómoda y me metí en la cama, extrañando a Edward. Me había acostumbrado a quedarme dormida con sus brazos fríos envolviéndome y su aroma embriagándome. Enterré mi nariz en su almohada, mientras pensamientos soñadores sobre nuestra boda llenaban mi mente mientras me dormía. Lo siguiente que supe fue que estaba acurrucada contra su pecho. Vampiro furtivo.
El día empezó como cualquier otro, con la excepción del hecho de que Edward y yo estábamos comprometidos. Parecía que todo le daba color, que alegraba las acciones más mundanas. Pasamos el desayuno lanzándonos sonrisas suaves. Siempre que estábamos a menos de un pie el uno del otro, nos tomábamos de la mano. Éramos como faros de orientación el uno para el otro, acercándonos en cada oportunidad. Como imanes: yo me movía, él se movía. Pasamos cada momento juntos, disfrutando de nuestro amor, con la excepción de la sesión de medición de Alice. Me informó que ya había hablado con su amiga en Nueva York y que el paquete estaba listo para enviarse tan pronto como añadiera mis medidas. Las iba a enviar al día siguiente. Eso ayudó a aliviar mis preocupaciones sobre la falta de tiempo. Un poco.
Estaba muy emocionada por mi vestido y por la reacción que esperaba de Edward. Alice me prometió que le encantaría.
A la hora de dormir, nos turnamos para ir al baño y ponernos la ropa de dormir, pero Edward dijo que tenía que ir a ver algo y se fue. Volvió rápidamente y no parecía querer mirarme a los ojos. No iba a permitirlo.
Crucé la habitación y tomé sus manos.
―Edward, ¿qué pasa?
—Nada, amor. ¿Por qué debería pasar algo? —Me besó suavemente y me atrajo hacia sus brazos, sin mirarme a los ojos.
Sentí que algo se clavaba en mi cadera y, sin duda, no era porque estuviera contento de verme. Antes de que se diera cuenta de lo que estaba haciendo, metí la mano en el bolsillo de su pijama y cerré los dedos alrededor del objeto que me había pinchado.
¿Un frasco?
Lo saqué para examinarlo y Edward se quedó completamente inmóvil. Era un frasco de muestras. Lo reconocí por todas las pruebas que tuve que soportar cuando me diagnosticaron Usher. ¿Qué demonios? ¿Qué uso le daría un vampiro a un frasco de muestras?
—¿Edward? —musité, levantando el frasco.
Se alejó de mí, gimiendo y dejando caer su cara entre sus manos.
»Cariño, ¿hay algo que necesites decirme?
Su voz quedó amortiguada por sus manos.
―No.
—Edward, ¿papá necesita algún tipo de muestra mía? Y si es así, ¿para qué demonios? —Mi voz se alzaba.
Sus manos se movieron hacia arriba para agarrar su cabello y gimió.
―No.
—Edward, me estás asustando —dije, y mi voz se volvió un poco más aguda y no podía controlarla. Si esto continuaba, estaría gritando como Alice.
―No es para ti ―gimió tan bajo que no lo escuché, pero leí sus labios.
—¿Para... ti? No lo entiendo. No tienes sangre, no tienes... funciones de baño... ¿Qué tipo de muestra...? —Y entonces se me encendió la luz. Oh... Dios... mío—. ¿Quiere una muestra de... eso?
Edward se dejó caer en la cama, inclinándose hacia delante y sosteniendo nuevamente su rostro entre sus manos.
Me quedé estupefacto.
―¿Pero por qué?
No respondió durante un minuto y, cuando lo hizo, no levantó la cabeza del soporte de sus manos. Habló al suelo, murmurando.
―Cariño, cuando no me miras, no puedo oírte.
Levantó la cabeza y miró la pared detrás de mí.
―Él necesita averiguar... qué hay dentro... y si... te hará daño... cuando nosotros...
—Bueno, eso tiene sentido —asentí. Soy pragmática, como todo el mundo sabe. Sin embargo, eso no impidió que me sonrojara intensamente.
—Lo siento, amor. Iba a esperar hasta que estuvieras dormida, para que nunca supieras... lo que tengo que hacer. Toda la familia está fuera de la casa, así podría tener algo de privacidad... —Finalmente me miró con ojos angustiados—. Sé lo ofensivo que todo esto es para ti.
Tuve que contener la risa.
―¿Ofensivo? No, cariño. En lo más mínimo. ¿Caliente? ¿Excitante? Sí.
Frunció el ceño y dijo.
―¿Excitante? No puedes hablar en serio.
—Lo digo en serio —afirmé, y me coloqué entre sus rodillas abiertas. Coloqué el frasco en la mesita de noche y ahuequé su hermosa mandíbula entre mis manos, inclinándole la cara hacia arriba—. De hecho, creo que me gustaría ayudar.
