Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Ruined Secrets" de la Saga "Perfectly Imperfect" de Neva Altaj, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 10
Garrett
Me agarro a la encimera que tengo delante y miro mi reflejo en el espejo que hay sobre el lavabo. Hay algo que está mal en mí. Es la única explicación.
Esta noche, después de dejar a Katherine desnuda en su habitación, me subí a mi coche y conduje hasta el centro de la ciudad mientras mi polla estaba a punto de explotar por lo dura que estaba. Pensaba llamar a una acompañante y acabar de una vez. Conduje durante dos horas, solo para volver a casa y encontrar la liberación por cortesía de mi propia mano en la ducha. De nuevo. Pensando en la chica de veinte años en la habitación de al lado.
Harry dice que actúo de forma irracional, pero no entiende mi miedo. No soy un hombre tierno, y mis gustos en materia de sexo no son algo con lo que una chica de veinte años estaría bien. Si me dejo llevar, Katherine probablemente se asustará.
Siempre tuve que contenerme con Simona. Una vez tuve un desliz, me evitó durante dos semanas. Cuando nos cruzábamos por la casa, me miraba con una expresión de gacela aterrorizada y salía corriendo.
Hay algo que me atrae como un imán hacia esta chica, pero no puedo precisar qué. No es solo su cuerpo, el sueño húmedo de cualquier hombre, con su diminuta cintura y el puto culito más hermoso que jamás haya visto. Tampoco es simplemente su rostro de duendecillo, lleno de líneas afiladas y ojos enormes. No puedo entenderlo. No tengo idea de lo que es, pero por alguna razón, no puedo dejar de pensar en ella. Sigo intentando convencerme que esta locura pasará, pero solo empeora.
No creo que pudiera soportar ver el mismo miedo en los ojos de Katherine.
Además, están mis celos enfermizos. Asigné a Marco como su guardaespaldas por dos razones. Primero, porque es el más confiable que tengo y no dudará en ponerse delante de una bala por ella. Y segundo, porque tiene cincuenta y dos años. Aun así, cada día me resulta más difícil dejarla ir sola a cualquier sitio con él. Hace unos días, cuando me dirigía a encontrarme con Donato, vi salir a Katherine y a Marco. Tuve que obligarme a subir a mi maldito coche y salir inmediatamente o habría llamado a Donato y cancelado para poder llevarla yo mismo a ver a Irina.
No tengo la menor idea de lo que me pasa. ¿Cuándo diablos empecé a perder la cabeza?
Después de lavarme la cara, me voy a la cama, pero el sueño se me escapa. Me encuentro mirando a la oscuridad, preguntándome qué voy a hacer con la pequeña espía de la otra habitación.
Es bien entrada la noche cuando escucho el débil sonido de una puerta abriéndose. Manteniendo mi cuerpo inmóvil y fingiendo que estar dormido, abro un poco los ojos. Katherine está de pie en el umbral de nuestras habitaciones comunicadas, con una manta cubriéndola desde el cuello hasta los pies. Se queda allí unos instantes y luego se acerca de puntillas a mi cama. Con cuidado, sube y se tumba lentamente, acurrucándose en el lado vacío de espaldas a mí.
Kate
Me pregunto si Garrett se enfadará cuando se despierte y me encuentre en su cama. Probablemente lo haga, pero en este momento me importa bien poco. Estuve dando vueltas en la cama durante horas, intentando dormirme, pero mis ojos no dejaban de vagar hacia el sofá donde Garrett había dormido las últimas noches. No dijo nada cuando llegó la primera vez, solo tiró una almohada en el extremo del sofá y se acostó. Ni siquiera se desnudó. El sofá era demasiado pequeño para él, y no podía ser cómodo, pero se quedó toda la noche. Por la mañana, cuando me desperté, ya no estaba. Podría hacer lo mismo, dormir un poco aquí y volver a mi habitación antes que se diera cuenta.
El colchón se hunde detrás de mí y mis ojos se abren de golpe, pero no me atrevo a moverme. Si se cree que me he quedado dormida, tal vez no me eche. Un brazo me rodea la cintura y me tira hacia atrás hasta que me presiona contra el duro pecho de Garrett. Me pasa una pierna por encima de la mía y me aprieta, acurrucándome con su enorme cuerpo. Apenas puedo respirar, demasiado sorprendida por su inesperado gesto. La manta es lo único que separa nuestros cuerpos, pero aún puedo sentir su calor filtrándose en mí, así como su dura polla presionando mi trasero.
No dice nada, solo se queda inmóvil detrás de mí. Lentamente, me acerco a él y cojo su mano, moviéndola desde mi cadera hacia el interior de la manta, hasta que descansa entre mis piernas. Sus dedos rozan mi cuerpo a través del material de encaje de mis bragas, y aspiro.
—Esta noche no, tesoro —susurra junto a mi oído—. Mi autocontrol pende apenas de un hilo.
Empieza a apartar la mano, pero yo la aferro y la aprieto más contra mi coño, apretando las piernas y enjaulándolo en su sitio.
—¿Quieres saber lo que pienso de tu autocontrol, Garrett?
—Kathe . . .
—Puede irse al infierno. —Presiono mi trasero sobre su dura polla, y lo oigo gruñir.
—Estás —su mano tira de mis bragas, deslizándolas hacia abajo—, jugando con fuego, tesoro.
Garrett presiona su polla contra mi trasero mientras su dedo me penetra. Jadeo y me arqueo contra él.
Se inclina hacia mí y retira el dedo.
—Última oportunidad, Kate.
—Disfrutaré ardiendo contigo, Garrett—digo, pateando mis bragas hasta mis tobillos.
Se deshace de la manta. Aterriza en algún lugar de la habitación mientras él tira de la que me envuelve, y hace lo mismo. Sus labios presionan mi hombro y luego rozan el lado de mi cuello. Empiezo a girarme hacia él, pero sus brazos me rodean y sus manos se deslizan hacia abajo, entre mis piernas.
—¿Cuántos hombres, Kate? —pregunta, acariciando mi clítoris con el pulgar.
—¿Qué?
—¿Con cuántos te has acostado antes?
Su dedo vuelve a entrar en mí, y lo monto mientras mis uñas se clavan en su antebrazo.
—¿Importa?
—No. —Un mordisco en mi hombro, luego un lametón—. Pero todavía quiero que me lo digas. —Otro mordisco—. Los nombres, también.
—No te lo voy a decir.
—Los nombres, Kate.
La presión que ejerce sobre mi clítoris me hace gemir, entonces enrosca un dedo dentro de mí. Jadeo mientras los temblores sacuden mi cuerpo y mis muslos tiemblan.
—Voy a estrangularlos a todos —dice y mueve su boca hacia mi cuello, mordiendo la sensible piel de allí.
Me corro con un fuerte gemido, pero él sigue masajeando mi coño. Mi cuerpo sigue temblando como si tuviera fiebre. Garrett añade un segundo dedo dentro de mí, y yo jadeo. Sigue presionando con firmeza en mi centro y bombeando sus dedos dentro y fuera. Cuando creo que no puedo aguantar más, me pellizca el clítoris y me corro de nuevo. Sigo temblando cuando se quita los bóxers y deposita un beso en mi hombro. Me coloca de espaldas, cubre mi cuerpo con el suyo y coloca su polla en mi entrada. Por un segundo me quedo completamente inmóvil. No puedo evitarlo. Luego, fuerzo mi cuerpo a que se relaje mientras una combinación de anticipación y miedo me consume.
La cabeza de Garrett cae y sus labios se posan en los míos. Dios mío, he soñado con besarlo durante tanto tiempo, imaginando cómo se sentiría. Tanto que se ha convertido en una obsesión. Por alguna razón, en mi mente, siempre acababa siendo un beso lento y tierno, en el que él inclinaba ligeramente mi cabeza y saboreaba cuidadosamente mis labios. Casi un beso casto, similar a los que tuve con un par de chicos con los que salí. Estaba muy equivocada porque este beso no tiene nada de casto. Es duro y crudo, como el mismísimo hombre. El beso de Garrett es él reclamando su derecho. Enroscando mis manos en su cabello, el cual, cae a ambos lados de mi cara, rozo con mis dedos las sedosas hebras y dejo que me posea con sus labios.
Una de las manos de Garrett se mueve entre mis piernas, abriéndolas más, y la punta de su polla entra lentamente en mí. Respiro y cierro los ojos, con el cuerpo rígido. Relájate, me digo. No funciona. Garrett se detiene, empieza a masajear mi clítoris y vuelve a intentarlo. Esta vez, su cuerpo se pone rígido.
—¿Katherine? —dice en mi boca—. ¿Hay algo que necesite decirme?
Me muerdo el labio y sacudo la cabeza.
—No.
—Mírame.
Lo hago, y me encuentro con que me mira con la mandíbula marcada en una línea dura. —¿Has tenido sexo antes?
He estado temiendo este momento. Me ha costado llegar hasta aquí por su obsesión con la diferencia de nuestras edades, así que temía que no sucumbiera si sabía que yo era virgen. Esperaba que no se diera cuenta.
—No —pronuncio y aprieto mis manos en su cabello para evitar que se aleje—. Por favor, no te detengas.
Me observa y sacude la cabeza. Cerrando los ojos, aprieta su frente contra la mía.
—Jesús, tesoro.
—Por favor, Garrett—susurro—. Por favor, no te detengas.
—Podría haberte hecho daño, Kate. ¿Tienes idea de cómo me haría sentir? ¿Has pensado siquiera en eso?
Enrollo mis piernas alrededor de su cintura, abriéndome aún más para él, y deslizo mis manos por su espalda.
—Hazlo. —Clavo mis uñas en su piel—. O encontraré a otra persona que lo haga por ti.
Las fosas nasales de Garrett se agitan mientras me mira fijamente a los ojos. Inhalo para prepararme para el dolor y espero que me penetre hasta el fondo. En lugar de eso, su mano se desliza entre nuestros cuerpos y empieza a rodear mi clítoris con su dedo mientras su polla permanece en mi entrada.
La presión empieza a aumentar dentro de mí, mi respiración se acelera mientras su dedo sigue provocándome. Pronto, estoy tan loca por la necesidad de sentirlo dentro de mí que olvido mi ansiedad y mi miedo. Su polla se desliza dentro de mí, con una lentitud imposible, y siento un ligero pinchazo de dolor, pero solo dura unos segundos. Luego, me envuelve la sensación de su ritmo mientras me mece, me estira y me llena. Al principio es un poco incómodo, pero rápidamente se transforma en un placer que consume todo mi ser.
No es solo tenerlo dentro de mí, haciéndome temblar. Es su cuerpo apretado contra el mío y sus manos acariciando mis mejillas. Son los ojos de Garrett, penetrantes y peligrosos, manteniéndome la mirada en todo momento, y las puntas de su cabello haciéndome cosquillas en los hombros y en la cara. La forma en que aprieta los dientes porque se está conteniendo por miedo a hacerme daño. Nunca esperé eso de él. Aunque esté enfadado por no haberle dicho que es mi primera vez, sigue intentando no hacerme daño. Y eso hace que mi corazón se hinche de felicidad.
Con su aliento abanicando mi rostro, Garrett sigue meciendo su cuerpo. Dentro. Fuera. De nuevo hacia adentro. Mis paredes se estiran, acogiendo más de él dentro con cada embestida. Su mano sube por mi cuerpo, me sujeta la nuca y presiona.
—¿Es esto lo que querías, Katherine? —pregunta, y luego me muerde el hombro.
—Sí —me ahogo—, pero ahora quiero más.
Garrett desliza su polla hacia fuera y luego se introduce en mí, con fuerza, y jadeo cuando comienzan los espasmos en mi interior. Me invade una extraña satisfacción y, al momento siguiente, mi cerebro estalla en una hermosa nada, justo cuando él se corre dentro de mí.
Me sumerjo en la sensación de tener el cuerpo de Garrett sobre el mío cuando se retira y se levanta. Desaparece un momento en el baño del otro lado de la habitación y vuelve con una toalla en la mano. Se sienta en el borde de la cama y me limpia. Una vez que ha terminado, apoya los codos en las rodillas y permanece casi inmóvil, con la mirada fija en la toalla manchada con mi sangre. Al cabo de un rato, y sin decir nada, coge la manta del suelo y cubre mi cuerpo desnudo. Su toque es suave, pero noto que se aparta cuando empieza a ponerse el chándal y la camiseta.
—No te atrevas a intentar manipularme de nuevo, Katherine—dice con voz fría. Sin dedicarme otra mirada, se dirige a la puerta y sale de la habitación.
Durante unos instantes, me quedo mirando esa maldita puerta, otra barrera que ha cerrado a su paso y luego entierro la cara en la almohada y lloro.
