Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del libro "Ruined Secrets" de la Saga "Perfectly Imperfect" de Neva Altaj, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.
Capítulo 22
Garrett
—Gira a la derecha aquí —dice Kate cuando llegamos al cruce —. Está ahí, justo al lado de la gran floristería.
Sigo sus indicaciones y aparco delante del edificio con fachada de cristal. Incluso desde fuera, se ve que el restaurante es de alta categoría. Cada uno de los vehículos estacionados en el estacionamiento tiene un precio de más de cien mil dólares. El interior del restaurante no se puede ver, ya que los cristales son reflectantes, pero sé que tiene acabados de madera negra y techos altos con lujosas lámparas de araña. En el centro, hay un enorme espacio redondo con el techo abierto donde se encuentran las mejores mesas. Sé todo eso sin recordar haber visitado nunca el lugar. He estado aquí. Antes.
Me ha llevado algún tiempo aceptar el concepto de antes. Los primeros días después del accidente, estaba seguro que mi memoria volvería. Cada vez que me despertaba, esperaba que los recuerdos me golpearan, seguro que mi pérdida era temporal. Cuando Kate y Harry empezaron a contarme los detalles de mi vida, supuse que algo de eso activaría mi cerebro y comenzaría una avalancha de recuerdos. No fue así. Tampoco lo hizo el hecho de volver a casa. Enfrentarme a mi hija era mi última oportunidad para que algo despertara mis recuerdos. Sin embargo, no hubo ninguna chispa. No hubo ningún tipo de desencadenante. Vi a la niña de largos cabellos negros correr hacia mis brazos y no sentí ni siquiera un atisbo de reconocimiento. En el momento en que abracé a Rosa, decidí que aceptaría la situación tal y como era. Dejé de darle vueltas a la posibilidad que mi memoria y mi antigua vida volvieran algún día. En cierto modo, decidí cortar por lo sano y centrarme en el ahora. El antes se convirtió solo en un marcador de tiempo.
—¿Te he traído aquí en algún momento? —pregunto mientras ayudo a Kate a salir del coche. Lleva un vestido de seda azul marino adornado con encaje, fluyendo sobre la parte superior de su cuerpo y se extiende desde la cintura. Lo he elegido para ella. Sigo eligiendo vestidos con faldas vaporosas porque la idea que otro hombre le mire el culo me pone a cien. Su bonito trasero es solo mío para mirarlo.
—No. —Se encoge de hombros—. Vine aquí una vez con Jake.
—¿Jacob Swan?
—Sí. Estábamos algo así como comprometidos.
La agarro de la mano y la giro para que me mire.
—¿Qué?
—Solo fue un acuerdo que mi padre estableció cuando yo tenía dieciocho años. No salió nada, como ya sabes —dice y sonríe—. Pero tengo que decir que te ves sexy cuando estás celoso.
—¿Entonces por qué te llevó a cenar?
—Porque quería salir con alguien, con la esperanza que me curara de mi enamoramiento de ti, Garrett. —Ella levanta su mano libre y toma mi barbilla entre sus dedos—. Una pista para ti. No fue así. Nada ni nadie consiguió que me interesara mínimamente por alguien que no fueras tú.
—Tiene diez años menos que yo —digo entre dientes.
—Pero no era tú. Siempre te he amado. —Aprieta mi barbilla—. A ti. Nadie más.
La miro fijamente, luego la agarro por la cintura y la acerco a mi pecho. Después, cierro mi boca contra la suya.
Kate
Sé que estamos jodidos en el momento en que entramos en el restaurante y mis ojos encuentran la mesa situada en el centro donde está sentado Fernando. No está solo. A su lado hay un hombre de unos treinta años, con cabello rubio y gafas. Se levanta cuando nos ve acercarnos, con una amplia sonrisa en su rostro. Davide Barbini. El sobrino de Fernando. Y uno de los amigos de Garrett del colegio.
Mi corazón estalla a un ritmo demencial mientras mi cerebro trabaja a toda máquina mientras intento, y no consigo, idear una forma de sacarnos de esta tormenta de mierda. Harry y yo nunca informamos a Garrett sobre sus amigos de la infancia porque ninguno de ellos tenía nada que ver con la Cosa Nostra. Ninguno, excepto Davide Barbini, que se mudó a Italia hace dos años y debería haberse quedado allí, ¡maldita sea!
No hay tiempo para advertir a Garrett porque casi hemos llegado a su mesa. Se darían cuenta si intentara decirle algo. Y no podemos darnos la vuelta e irnos. ¡Mierda! ¡Piensa!
Una distancia de quince pasos nos separa de nuestra muerte, y no tengo nada. No hay manera que Garrett pueda hacer una comida completa sin patinar. Diez pasos. Habrá bromas de instituto y menciones a otros amigos de aquella época. Estamos condenados.
Seis pasos. El sonido de una risa aguda me llega desde nuestra derecha. Mi cabeza se mueve hacia un lado, mis ojos encuentran a una mujer castaña sentada en la mesa de la esquina, riéndose de algo que ha dicho una de sus amigas. Simona. Nunca habría pensado que ver a la ex de Garrett me haría tan feliz. Podría besar a esa zorra ahora mismo. Dos pasos. Fernando se levanta de su silla. Es ahora o nunca.
Retiro mi mano de la de Garrett, me giro bruscamente hacia él y empiezo a gritarle a la cara—. ¡Cómo has podido!
Garrett
Miro fijamente a Kate, aturdido. ¿Qué demonios?
—Lo hiciste a propósito, ¿no? —continúa—. ¡Pedirme que te acompañe, cuando sabías que ella estaría aquí!
Todo el mundo en el restaurante, incluyendo a Fernando y al hombre rubio que lo acompaña, se han quedado muy callados. No tengo idea de quién es el tipo.
—Kate, cálmate —digo, cogiendo su mano. No sé qué la ha irritado tanto como para montar una escena con al menos sesenta personas mirando.
—¿Cálmate? —grita, señalando con el dedo a su izquierda—. Sé que me has estado engañando con tu ex, pero ¿insistir en que vengamos al mismo restaurante donde sabías que ella estaría?
—¿Qué? —Miro hacia la mesa que señala y veo a Simona sentada allí, con la misma cara de asombro que todos los demás.
—Dejé pasar el incidente con la criada —Kate sigue gritando, agitando las manos en el aire—. ¡Pero esto... esto es demasiado! No voy a quedarme aquí ni un segundo más.
¿Un incidente con una criada? ¿De qué coño está hablando? Los dos sabemos que es una completa tontería. Algo está pasando aquí. Por lo que sé de Kate, y creo que la conozco muy bien a estas alturas, nunca haría el ridículo delante de un público. No sin una razón.
—Kate —digo e intento rodearla con el brazo, pero ella se aleja un paso.
—Que te den, Garrett —me dice con desprecio y se dirige a la salida.
La veo salir y me vuelvo hacia Fernando y el rubio. Ellos también están mirando la puerta que Isabella acaba de atravesar.
—Parece que tienes un problema, Garrett. —El rubio se ríe y me mira directamente, justo cuando una sacudida de dolor atraviesa mi cerebro. No me preocupa el hecho que sepa quién soy. En cambio, les doy la espalda y me dirijo a la salida.
—Hablaremos mañana, Fernando —digo por encima del hombro y salgo del restaurante, persiguiendo a mi exhibicionista esposa.
Encuentro a Kate de pie junto a nuestro coche, apoyada en la puerta con los ojos cerrados. Otra punzada me golpea mientras me acerco a ella. Cuando llego a ella, coloco mis manos a ambos lados, aprisionándola contra el coche.
—Has hecho el ridículo, tesoro. —Me inclino hasta que nuestras caras están a la misma altura.
—Lo sé —dice, manteniendo los ojos cerrados—. Y con Simona allí como testigo, estoy segura que toda la Cosa Nostra sabrá lo que ha pasado en una hora.
—Fue por ese tipo que estaba con Fernando, ¿no?
—Davide Barbini. —Ella asiente—. Fueron a la escuela juntos. Si nos hubiéramos quedado, habría sido un desastre. Necesitábamos una salida.
—Así que te has puesto en ridículo por mi culpa. —Levanto la mano y la coloco en su nuca.
Los ojos de Kate se abren y me mira, sosteniendo mi mirada.
—No hay muchas cosas que no haría por ti, Garrett. Ya deberías saberlo.
La observo durante unos instantes, grabando sus ojos desafiantes y su barbilla obstinada en mi propio ser al parecer, y luego estrello mi boca contra sus labios en un beso que me destroza el alma.
