—Muy bien, aquí lo tengo —Quirrel apareció llevando consigo una pañoleta azul del mismo tipo que él usaba.
Se agachó hasta ponerse a la altura de su sobrino y se la ató al cuello, el muchacho estaba muy contento de vestir una prenda que no fuera blanca, aunque se tratara solo de una pañoleta.
—Me encanta ¡Gracias tío! Pero ¿Esta bien que me quedé con una de tus pañoletas?
—No te preocupes por eso, tengo demasiadas en casa, además así Hornet tendrá una excusa para tejerme una nueva.
—Es verdad, seguro se alegra. —Se giró hacia sus primos y su hermana que estaban detrás de él— ¿Cómo me vo?
—Te queda muy bien —dijo Jazmín.
—Todo un galán —agregó Chester.
—El blanco y el azul se ven muy bien juntos —afirmó Silky.
—Que bien, ya quiero que la señorita Orquídea me vea, y hablando de ella ¿Dónde está?
—Ah pues... Ella y tu padre tenían algunas cosas que hablar así que están en eso —Quirrel no quiso dar demasiados detalles.
—Papá y la señorita Orquídea se conocían de antes ¿Verdad?
—Oh si, se conocen muy bien pero... El tipo de relación que tenían creo que es mejor que se los cuenten ellos, veo probable que hablen con ustedes hoy mismo pero mas tarde.
—Ya...
Se sintió frustrado al pensar que tendria que esperar para conocer la verdad, tenía muchas preguntas y fuertes sospechas, pero debía recordar que ni Jazmín ni Aster sabían nada, seguramente les darían la noticia a todos juntos. De todos modos a pesar de lo ansioso que estaba no tuvo mucho tiempo para pensar en eso, un estruendo enorme lo sacó de su ensimismamiento.
—¡Qué fue eso! —Chilló Jazmín asustada.
—Viene de la sala donde estan la señorita Orquídea y el tío Hollow —afirmó Ren.
Se escucharon más golpes e incluso un vidrio quebrado.
—¡Papá! —Exclamó Jazmín aún más aterrada.
—Ah parece que la señorita Orquídea y papá se llevan realmente bien —Edwyn no parecía preocupado en lo absoluto.
—¿Se llevan bien? ¡Se están matando allá!
—Para las mantis eso es llevarse bien. Pero no te preocupes, seguro tienen una pelea amistosa para medir fuerzas y todo eso, es muy común entre las mantis —explicó el gusano—. pelean porque no están de acuerdo, pelean porque si lo están, pelean para celebrar, pelean porque sí, pero son combates amistosos, te aseguro que Orquídea no le hará nada a papá.
—¡HOLLOW TE VOY A MATAR! —Se escuchó desde la otra habitación.
—¿Decías? —Jazmín se cruzó de brazos molesta y ambos miraron a su tío.
—Uh... Tranquilos niños, todo estará bien, en el fondo se tienen aprecio, Orquídea dice eso pero seguro dentro de unos momentos se arreglarán las cosas...
Y mientras Quirrel decía eso se escuchó a alguien más gritando.
—¡HOLLOW! ¡PERO QUÉ MIERDA SIGNIFICA ESTO!
—¡Oh no...! —Exclamó Quirrel.
—Mamá dijo Mierda —comentó Chester.
—No creo que ese sea el mayor problema —Quirrel ya estaba preocupado—. Niños espérenme un momento debo ir a ver algo.
Aunque Quirrel le dijo a los niños que esperaran, ninguno lo hizo, todos corrieron detrás de él curiosos por enterarse de que estaba pasando. Y cuando llegaron al lugar donde estaban los mayores presenciaron una escenario caótico.
Era una batalla a tres bandos donde todos luchaban con todos, sin orden ni causa aparente, afortunadamente la habitación no tenía muchos muebles ni elementos delicados que pudiera quebrarse, pero aún así el bullicio y el desorden que estaban causando eran tremendos. Mientras tanto Quirrel solo los observaba sin saber muy bien como intervenir.
—Si supieras manejar un aguijón podrías detenerlos —se quejó Chester.
—Lo dudo, solo se convertiría en una batalla de cuatro bandos.
—¡Yo puedo detenerlos! —Exclamó Edwyn con absoluta confianza.
Antes de que su tío pudiera detenerlo, corrió hasta acercarse a la batalla, abrió sus alas y saltó encima de la cabeza de Hollow. De pronto el caballero se vio con su visión cegada por un blanco resplandeciente que no le dejaba apreciar nada más. Como era de esperarse entró en pánico y retrocedió hasta caer de espaldas. Edwyn había logrado sacarle ventaja a algo tan triste como el miedo de su padre.
Cuando Orquídea vio a Hollow caer junto a su hijo se olvidó de su rabia y sus preocupaciones se centraron en saber si estaban bien, en cuanto a Hornet, cuando vio a aquel gusano resplandeciente corrió a abrazarlo.
—¡Edwyn! ¡Estás vivo! —Apretó fuerte.
—No... Respiro...
—¡Ay lo siento!
Soltó al niño y se quedó observándolo sufriendo las mismas impresiones que todos los que lo veían ¿Bajó de peso? ¡Está más atlético! ¿Ahora tiene alas? Claro que Hornet siendo como era ella se fijó en otro detalle que nadie notó antes.
—Ay no, ahora la túnica que te tejí para tu cumpleaños no te quedará con esas alas atrás... ¿Y por qué tienes alas?
—Se las saqué yo —Aclaro Orquídea—. Nació con una malformación que las tenía atrapadas adentro, claro que fue bastante doloroso, se hubiera evitado ese problema si se las hubieran sacado cuando nació.
—¿En serio? Nadie sabía de esto —la sorpresa de Hornet era más que notoria.
La mantis suspiró abrumada, no podía culparlos por algo que no sabían, pero no podía evitar sentirse molesta por eso, además de que estaba furiosa con Hollow por tener a dos de sus hijos extraviados y aunque le costaba admitirlo, también estaba enojada con ella misma por no estar ahí para ellos, por eso estaba decidida a quedarse más tiempo del presupuestado para arreglar todos los problemas que pudiera.
Luego de un rato en el que le aclararon a Hornet lo que estaba pasando, además del explicarle que habían destituido a Hollow de su puesto, todos se encaminaron hacia el palacio Blanco para hablar con Big. Todos estaban preocupados por él, se había vuelto demasiado hermético, no quería hablar con nadie y su corazón habitualmente tierno y abierto a recibir a todos estaba duro como una roca, como las noticias volaban por el reino Hornet ya estaba enterada de este problema, no había que esforzarse demasiado para enterarse de las cosas, de hecho la historia de que la madre de los príncipes había regresado ya comenzaba a esparcirse.
Luego de un viaje corto llegaron al palacio, los guardias de inmediato se interpusieron ante Hollow ya que tenía orden de no dejarlo pasar, pero cuando vieron la mirada furibunda de Hornet y Orquídea retrocedieron, no había mejor carta de presentación que ellas, si algo salía mal confiaban en que se harían cargo.
Una vez entraron Edwyn tuvo que repetir la misma rutina que ya le estaba resultando tan fastidiosa, se encontraba con alguien querido, este lo abrazaba, luego se sorprendía de sus cambios físicos y finalmente lo bombardeba de preguntas. En este punto ya solo quería ir a su cuarto a descansar un poco, nunca había sido muy sociable y tratar con tanta gente lo estaba agotando mucho.
Pero eventualmente llegaron a la última parada, la sala del trono. Según les habían dicho Big se encontraba allí, pero la puerta estaba cerrada dando a entender que no quería recibir a nadie. Pero eso no iba a detener a los recién llegados.
—¡Big! ¡Abre la puerta! ¡Tenemos que hablar! —Gritó Hornet.
—¡Largo de aquí! ¡No quiero ver a nadie!
—¡Si quieres! ¡Tenemos a Jazmín y a...
Antes de que pudiera terminar la puerta se abrió y el enorme bicho asomó la cabeza para encontrar a su sobrina que había dado un paso al frente buscando quedar lo más visible posible.
—¡Jazmín! ¡Estás viva! —Grito loco de alegría.
No se contuvo, la tomó entre sus brazos y la abrazó afectuosamente, por supuesto teniendo cuidado de no aplastarla, la diferencia de tamaño era muy grande.
—Eh... Big... —Llamó Hollow.
En cuanto escuchó la voz del caballero toda su alegría se tornó en rabia, soltó a su sobrina y se irguió en toda su extensión a modo de amenaza.
—¡Que haces aquí! ¡Te dije que no quería volver a verte en el palacio! ¡¿Quien te dejo entrar!?
—Tio Big ¡No te enojes con papá!
Aquella voz infantil hizo eco en sus oídos paralizandolo al instante ¿Acaso estaba escuchando cosas? ¿O había muerto sin darse cuenta? Porque esa persona no podía estar entre ellos, era imposible. Lentamente bajó su cabeza y se encontró con esa criatura inconfundible, aquel pequeño gusano pálido y resplandeciente que lo miraba con expectación.
—No... No puede ser... Tú... ¿Edwyn? ¿De verdad eres Edwyn? Mi pequeño...
Las emociónes fueron demasiadas para él, cayó de rodillas y se puso a llorar, el pequeño al verlo así también estalló en llanto, era increíble que con todo lo que había llorado ese día aún le quedarán lágrimas, pero la emoción era demasiada, el tío Big era una de las personas que más anhelaba ver y ahora por fin se reunían. Sin esperar ninguna señal de parte de él brincó a sus brazos sorprendiendolo ante la visión del pequeño gusano volando hasta él.
Solo tenía dos pares de alas, pero lo demás era suficiente como para confundirlo, durante un momento casi creyó ver a su difunto padre en ese niño, la única cosa que opacaba aquella agradable visión era la pañoleta azul que llevaba atada al cuello.
Pero que importaba, Edwyn había regresado, era un milagro maravilloso que no podía explicar pero tampoco quería cuestionar, ahora todo estaba bien. Su príncipe estaba en casa.
—Como... Como es posible que estés aquí...
—Fue díficil... Pero lo logré, sobreviví en tierras salvajes, aprendí a excavar, a cazar, a ocultarme... Y ahora estoy aquí.
—Edwyn... Oh Edwyn... Seguro fue díficil... Estás tan delgado... Has cambiado mucho ¿Y que es eso en tu cuello?
—Una pañoleta que me regaló el tío Quirrel —dijo con alegría.
Big sintió la tentación de quitar el trozo de tela que manchaba la blancura de si sobrino, pero una garra se posó en su mano antes de que pudiera hacerlo y cuando levantó la mirada para enfrentar a la criatura impertinente que osaba tocar al rey se quedó mudo de la impresión, en todo el mundo la persona con al que menos esperaba encontrarse estaba allí, la mantis Orquídea.
—No no no, esa pañoleta es de Edwyn y si él quiere usarla la va a usar.
—O-o ¿¡Orquídea!?
—Hola Big.
Y entonces, durante un instante Big perdió toda compostura, dejó a Edwyn suavemente en el suelo y abrazó a la mantis, pero aún con lo abierta que era ella con las relaciones, le avergonzaba mucho ser abrazada frente a tantas personas.
—¡Big! ¡Sueltame animal! ¡Maldito, deja de agarrarme así! ¡Aaaahhh! —Orquidea gritaba mientras pataleaba en el aire.
Los sobrinos miraban la escena incrédulos, jamás creyeron ver una escena en la que alguien insultara al tío Big de esa manera y saliera impune.
—¡Bueno, ya fue suficiente escándalo! —intervino Hollow enojado agarrando la capa del rey
—¡De ti no quiero saber nada! —Rugió Big.
—¿Por qué le hablas así a Hollow? —Orquidea estaba muy sorprendida, los recordaba como unos hermanos muy unidos.
—¡Este incompetente perdió a dos de sus hijos irresponsablemente en Paramos Fúngicos!
—Segun me dijo Edwyn fueron atacados por dos garpies Fúngicos.
—¡Sí, pero él debía protegerlos! ¡Por algo es el guerrero más fuerte del reino!
—Big querido ¿Alguna vez has visto a un garpies en persona?
—No pero...
—¿Tienes alguna idea de lo fuertes que son?
—No...
—Pues son fuertes ¡Muy fuertes! Necesitas al menos cinco mantis para hacer caer a uno, y si bien Hollow es muy fuerte, tampoco abuses, Hollow no estaba ahí para matar al garpies, tenía que proteger a cuatro niños al mismo tiempo ¿Tienes alguna idea siquiera de lo imposible que es algo así?
—Pero Hollow...
—shhhh, no digas más, no puedo permitir que desprecies los esfuerzos de Hollow por salvar a sus hijos, quiero decir... ¡Él es el padre! Si hay alguien a quien debería dolerle todo esto más que a nadie es a él.
—Tio Big, papá no podría habernos salvado a todos, era imposible —dijo Edwyn— nadie podría... A veces... Hay cosas que simplemente no podemos controlar, solo vivir sus consecuencias...
Curiosamente aunque Hollow había tratado de explicarle eso mismo tantas veces Big nunca le hizo caso, pero como ahora lo decía Edwyn, su sobrino predilecto, el pequeño genio y sobre todo la misma víctima de aquella tragedia, le dio más importancia a esos argumentos, pero no estaba dispuesto a perdonar a su hermano tan fácil.
—Pero secuestraron a su hija en frente de sus propios ojos y no movió ni un dedo.
—En realidad no me secuestraron —aclaró Jazmín— Yo misma me metí en el portal mágico que ellos abrieron, estaba tratando de esconderme porque tenía miedo, entonces cerré los ojos y ¡Puf! Cuando los abrí estaba en un lugar desconocido.
Hubo un pequeño silencio en el cual los adultos se detuvieron a procesar lo que había ocurrido.
—¡Pero Hollow debió detenerla y atacar a los intrusos! ¡Por algo es un caballero! ¡Su deber es proteger!
—Pero ellos no eran personas peligrosas o con malas intenciones —se defendió Hollow.
—¡Es verdad! Me cuidaron bien, de hecho querían devolverme... Eran buenas personas, si hasta me dieron un vaso de leche.
Y frente a este último argumento Big no tenía qué responder. Solo se limitó a suspirar llevándose una mano a la frente.
—Es que... No se imaginan el dolor que sentí cuando los perdí, cuando creí que Edwyn estaba muerto... Y que Jazmín terminaría igual... Era insoportable y... Necesitaba culpar a alguien... A quien fuera...
—Pero no culpes a papá —Suplico Jazmín.
Se sintió intimidada ante la mirada de su tío, pero recordó lo que le había dicho el viejo Graham, así que respiró profundo para darse valor y sacar su voz interior pro primera vez.
—Cuando papá y tú pelean... Duele... Duele mucho... A Aster y a mi nos afecta, no queremos que se odien —En ese punto Jazmín ya temblaba de los nervios— Queremos que se lleven bien, nosotros los queremos mucho...
Y como respuesta recibió otro abrazo, esta vez uno menos intenso, pues buscaba calmar en lugar de demostrar afectó.
—Y nosotros también te queremos mucho Jazmín. Perdón si te hice sentir mal, no era mi intención —Se disculpó el rey.
Y con eso todo estuvo en paz, salvo por un detalle.
—¿Quien es Aster? —Preguntó Orquídea.
—Este es Aster —contestó Hornet.
Mientras Hollow discutía con su hermano, Hornet se retiró para buscar al niño y llevarlo con los demás. Se le partió el corazón cuando lo vio tendido en cama, tan débil y mal alimentado, era la sombra del muchacho vivaz que alguna vez fue, ahora que no estaba Jazmín, la última fortaleza con la que contaba había desaparecido y ya había perdido todos sus ánimos para continuar.
Como estaba tan mal, prefirió tomarlo en brazos y cargarlo hasta la sala del trono, al niño le pareció extraño que apareciera su tía para llevarlo así.
—¿A donde vamos tía?
—Vamos a ver a unas personas, estoy segura que te alegraras de verlas. Además también conocerás a alguien muy especial.
A pesar de que en los últimos días Aster había estado tan deprimido que nada lo emocionaba, algo de curiosidad se despertó en él y no hizo más preguntas, solo esperó pacientemente a que lo llevarán a donde fuera que iban.
Y entonces llegó el gran encuentro, el niño mantis divisó a sus dos hermanos, parpadeó varias veces, incluso se refregó los ojos creyendo que tenía visiones, pero no, las figuras no desaparecían, ahí estaban, a pocos metros de él. Entonces rompió en llanto y saltó desde los brazos de su tía, pero estaba tan débil que sus patas no lo sostenían, pero aún así hizo el esfuerzo de arrastrarse hasta donde estaban sus hermanos.
Edwyn y Jazmín no dudaron un instante y corrieron hasta él para envolverlo en un abrazo fraterno que era más que necesario.
Jazmín estaba triste por el estado de su hermano, pero Edwyn simplemente no creía lo que veía. Aster siempre había sido el más grande, el más corpulento y fuerte de todos, el ejemplo de la fortaleza y salud. Y ahora era un despojo de lo que fue, un insecto flacucho y débil, se le partía el corazón verlo así, sobre todo cuando las primeras palabras que le dijo fueron.
—Perdoname Edwyn, lo siento, perdón por tratarte tan mal.
Solo lo abrazó y le dijo que todo estaba bien ¿Como podría no perdonarlo? Tenía a este pequeño bicho destrozado llorando entre sus brazos, aún con todas las cosas que le había hecho, no se sentía capaz de negarle su perdón.
Los hermanos se quedaron juntos un largo rato hasta que Aster logró calmarse, no fue fácil, el pobre estaba demasiado conmocionado, pero eventualmente luego de muchos abrazos, palmadas en la espalda y algunos vasos de agua, se quedó tranquilo.
Y una vez que tuvo paz, recién prestó atención a sus alrededores, al hecho de que estaba toda su familia reunida, su padre, el tío Big, sus hermanos, sus primos, sus tíos, pero en medio de todo ese gentío había alguien que no conocía. Una mantis enorme, en la escuela tenía muchos amigos mantis y por supuesto conocía a sus padres, pero de todos ellos ninguno era tan grande como esta señora que lo miraba con tanta intensidad, de hecho se estaba poniendo muy nervioso.
Y la verdad es que Orquídea no podía dejar de observarlo admirada de su belleza, aunque estaba en muy mal estado se podía adivinar que era un chico alto y muy fuerte, seguro era una cría poderosísima, no le costaba mucho imaginarlo como un adulto, seguro sería el tipo de macho poderoso que toda hembra busca, quizás incluso sería tan fuerte como para reclamar el trono de Paramos Fúngicos, el solo pensar en eso la llenaba de orgullo. Y así es como continuaba admirando al niño sin darse cuenta de lo intimidante que resultaba su actitud.
Por supuesto llegó el momento en el que la pregunta finalmente tenía que salir.
—¿Quien es ella? —Preguntó Aster señalando a la hembra.
—Es la señorita Orquídea, una amiga de papá y el tío Big —contestó Jazmín.
—O quizás es algo más —Sugirió Edwyn sospechando lo que se venía.
—¿Que quieres decir con eso?
—Bueno, creo que ya Edwyn lo sospecha y ya no se puede retrasar más la noticia —empezó Hollow algo nervioso.
Los tres niños lo miraron con expectación, su actitud daba a entender que se venía una gran noticia.
—La verdad es que la señorita Orquídea es... Su madre.
