Cada día de su vida hasta ese momento los había vivido hasta el límite, yendo de fiesta en fiesta todas las noches, tomando hasta quedar perdido, enredándose con cualquier mujer que se le cruzara en cada una de la fiestas. Su frase favorita, "nunca me acuesto con una mujer dos veces".

Hasta esa tarde. Estaba a punto de salir de su casa cuando su padre lo llamó a su oficina, eran una familia millonaria, por lo que los lujos nunca habían faltado en su vida.

-¿Qué necesitas?

No tenía una buena relacion con su progenitor, así que sospechaba que le daria una noticia que no le iba a gustar.

-En un mes vas a casarte.

Sasuke no pudo reaccionar, ¿Casarse? ¿Por qué? estaba demasiado confundido.

-¿Por qué?

-Porque yo lo digo, he dejado que hagas lo que quieras con tu vida, pero ahora deberás asumir la responsabilidad de una familia, también trabajarás en las empresas, ahora serás un hombre responsable. Dejarás esa vida de excesos.

No dijo nada, suspiró y solo asintió, sabía que no iba a cambiar nada si se negaba, cuando su padre tomaba una decisión, no había poder que lo cambiara.

-¿Con quién?

Se detuvo en la puerta antes de salir para preguntar. Pensaba que probablemente sería una mujer de su mismo estatus, para unir empresas.

-Hyuga Hinata

-Porsupuesto

Salió de ahí y siguió con sus planes, al menos debía disfrutar lo que le quedaba de libertad.

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Tomaba vino de una pequeña copa, desde que llegó a aquel local de música y alcohol había estado recostado en un sillón, sin hacer otra cosa más que tomar y recordar las palabras de su padre esa mañana.

-Hyuga Hinata...

Susurró su nombre.

-¿Quien?

Naruto le preguntó, aún no le decía la noticia. Sasuke solo le negó y Naruto volvió a la pista con una mujer morena.

Cuando pensaba en el nombre de Hyuga Hinata solo se le venía a la mente una niña de baja estatura, siempre vestida con yukatas, cabello negro con destellos azules, ojos blancos, mejillas redondas y levemente sonrojadas, siempre sería y delicada. Demasiado educada para su gusto.

Hacía tiempo que no la veía. La última vez fue hace díez años. Cuando cumplió los ocho, le habían festejado una gran fiesta, Pero desde que su madre había fallecido no habían vuelto a celebrar en esas magnitudes.

Suspiró y miró a su alrededor por primera vez desde que había llegado ahí.

¿Ella estaría de acuerdo? no sé conocían mucho así que suponía que sería una mala idea casarse sin saber uno del otro.

Sin más saco su teléfono móvil, tecleó en el buscador su nombre y lo único que apareció fue la descripción de las empresas, mencionaban a los integrantes de la familia dejando su informacion hasta el final.

"HYUGA HINATA

LA PRIMOGÉNITA DE HIASHI HYUGA.

Aún siendo la primogénita Hyuga no se le heredará ninguna acción. La decision se tomó por mayoría de votos del consejo, en su lugar Hyuga Neji, se encargará de las empresas al lado de su tío Hyuga Hiashi".

Tenía la duda del porqué de esa decisión, aunque podía intuir del porqué de su unión.

Dejo a un lado su copa vacía y salió del lugar, quería descansar. Sentía que si seguía con eso su padre lo seguiría molestando.

Su celular vibró, lo vió y había un mensaje de Itachi, su preciado hermano.

" Padre me pidió que te avisara que mañana tendrás una reunión con tu prometida, te mandaré la ubicación. Por favor, llega temprano y recuerda ser amable con ella, es una gran chica".

Genial, ahora debía conocerla. Al instante le llegó la ubicación. Regresó a casa y se quedó dormido en instantes.

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El sol en la cara le molestaba demasiado, abrió los ojos y el dolor de cabeza lo hizo querer vomitar.

Se tumbó en la cama esperando que el dolor bajara.

Escuchó que su celular sonó, un mensaje le había llegado. Lo miró y vio el mensaje.

"¡Sasuke! ¿Qué diablos te pasa? tú prometida te estuvo esperando por horas! ¡Horas Sasuke!, no puedo creer lo inmaduro que eres".

Salió corriendo al lugar donde se supone debería estar con su futura esposa. Cuando llegó no había nadie.

Aún si no quería casarse con una desconocida no significaba que no lo haría. Con frustración regresó a su casa. Con suerte su padre no se enteraría de lo que había pasado.

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En cuanto pasó el camino hacia la entrada de su casa vió un auto aparcado. Blanco demasiado lujoso. Nunca había visto uno así aparcado en su casa.

Salió de su propio auto y entro a la casa, al hacerlo olió un delicioso aroma. Eran galletas. Hacía tiempo que no las probaba.

Entró a la cocina y lo primero que vió fue la cabellera de su madre al lado otra muy parecida.

-¡Oh Sasuke! Bienvenido.

Su madre lo saludo, sin besarle la mejilla como solía hacerlo.

-Estás cocinando.

Fue lo único que pudo decir. Hacía tiempo que no cocinaba para ellos. Aunque no lo dijera, lo extrañaba.

-Buenas tardes Sasuke-kun.

Su vista se desvío a la otra mujer en la cocina. Se sorprendió por la belleza que desprendía. Se notaba a leguas que era toda una heredera.

-Hyuga.

Fue lo único que dijo al reconocer el color de sus ojos. Vió su hermosa sonrisa recibirlo y como si no hubieran pasado los años, también le sonrió, como si no se hubieran separado por mucho tiempo.

-¿Que les parece si hablan en la sala?. Estoy a punto de terminar de hornear las galletas, en un momento se las llevo con un delicioso té.

Hinata y Sasuke no tuvieron oportunidad de refutar asi que hicieron lo pedido.

-Lamento haber faltado a la cita.

Sasuke se sentía avergonzado, antes le hubiera importado menos, pero sentía su pecho agitarse al pensar que la vería nuevamente.

-Está bien, Mikoto-san me pidió que viniera, así que al menos lo pude ver un poco.

Sasuke no vió ningúna pizca de mentira. Sentía que era demasiado transparente y no podía evitar pensar que esa relación no era arreglada.

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Esa tarde habían hablado sobre sus vidas desde la última vez que se habían visto.

Y sin darse cuenta, el mes había pasado, aún si no tuvieron citas después de la fallida, ambos estuvieron el tiempo suficiente para conocerse aún más.

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Ese día había sido uno de los más felices para Hinata, se lo confirmó a su ahora esposo.

-Sasuke-kun.

Susurró su nombre como si lo estuviera calmando. Pero lo único que quería hacer era confesarle lo que la estaba matando por dentro.

Se acercó a su rostro calmado y unió sus labios con los de él. Tan suavemente.

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Sasuke había despertado, no encontró a su esposa a su lado, pensó que tal vez estaría en el baño. Sonrió al recordar la noche de bodas tan maravillosa que tuvo con su mujer.

Salió de la cama buscando a Hinata, quería hacerla suya nuevamente.

Sonrió divertido, nunca en su vida hubiera pensado que quería estar con una mujer más de una vez. Que quería tenerla para él solo.

-Sasuke-kun. ¿Qué haces?.

Hinata entró a la habitación con una bandeja de comida, lo vió entrando al baño lentamente. Sasuke la miró sorprendido, no había escuchado la puerta abrirse.

-Estaba buscándote.

Le sonrió y se acercó a ella para tomar sus labios. Hinata correspondió y se separó justo cuando Sasuke comenzaba a aumentar el ritmo.

-Necesitas comer saludable para recuperar fuerzas.

Le dijo Sasuke tomando la bandeja y colocándola en la mesa de noche.

Acercó a Hinata a su cuerpo mientras el se sentaba en la orilla de la cama y la abrazaba por la cintura.

-No se que me hiciste Hinata, que ahora siento que si no estás conmigo mi mundo se derrumba.

Hinata tomó el rostro de Sasuke y lo levantó hasta que sus ojos se encontraron.

-Siento lo mismo que tú.

Tomó sus labios y comenzaron una danza.

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Habían pasado siete meses desde su boda. Sasuke ahora se encargaba de la empresa Uchiha y algunas veces ayudaba en las empresas Hyuga. Lo que provocaba que no pudiera pasar tiempo con Hinata. La extrañaba todos los días. Lo único que quería hacer era llegar y hacerla suya hasta que su cuerpo ya no pueda más. Pero no era fácil, aunque llegara temprano la encontraba dormida. Y le era difícil despertarla pues se veía demasiado tranquila y a la vez cansada.

-Uchiha.

Escuchó la voz de su cuñado, Neji Hyuga. Volteó a verlo indicando que lo escuchaba.

-Ve a casa, seguro Hinata-sama está esperando. Yo me encargo de los pendientes.

Sasuke sin pensarlo salió de aquella oficina y se dirigió lo más rápido que pudo a su casa.

Cuando llegó no la pudo ver a simple vista. Pero a su nariz llegó un fuerte olor de comida quemada. Rápido corrió a la cocina y pudo ver el humo que salía de las cacerolas. Apagó la estufa y comenzó a buscar a Hinata con desesperación. Sentía su pecho agitarse y la sensación de que algo no iba bien aumentaba.

Llegó a la habitación que compartían y vió la puerta del baño abierta. Entró y se encontró a Hinata en el suelo. Con una gran cantidad de sangre entre sus piernas y sus manos.

La intentó despertar pero no respondía. Sin esperar más tiempo la tomó entre sus brazos y corrió al hospital.

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-Su mujer y su hijo han fallecido.

Fueron las palabras que el doctor le había dicho.

Sintió como todos los sentidos abandonaron su cuerpo. Su mente quedó en blanco y no pudo escuchar nada de lo que le decían.

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Habían pasado cinco días de que había enterrado a su mujer y con ella a su pequeño hijo. Nisiquiera sabía que ella estaba embarazada y estaba seguro de que ella tampoco, de lo contrario la habría dicho pasara lo que pasara. Apenas tenía un mes de embarazo. Según lo que el doctor le había dicho fue que tuvo un aborto espontáneo y por la leucemia que ella tenía no había Sido posible aguantar. Aparte de que había pasado mucho tiempo desde que había tenido el aborto hasta que el llegó a casa.

Tampoco sabía que tenía Leucemia. Pero su suegro y cuñado se lo habían confirmado. No sentía nada, no sentía odio por haberle ocultado algo tan importante. Si al menos lo hubiera sabido se hubiera encargado de cuidarla y pasar más tiempo con ella. Tal vez ahora estuvieran cuidando de su bebé en perfecta salud.

Sin esperar más se dirigió a su casa, dónde compartió tantos momentos con ella. En dónde había olvidado su vida antes de que ella apareciera y se robara todo de él.

Pensó que si regresaba ella lo estaría esperando sentada en la sala leyendo un libro. Con una gran barriga. Donde se acercaría y le robaría todo el aliento en un beso. Después tocaría y le hablaría a su bebé para recibir unas pataditas.

Si, estaba en lo correcto al pensar que estar soltero no era nada comparado a estar casado con la mujer de su vida.

Sus pasos lo llevaron en automático a la cocina, tomó un cuchillo que reposaba en un cajón y sin pensarlo atravesó su cuello. Por fin estaría con esas personas a las que amaba demasiado. Lo único que quería era estar con Hinata, que lo abrazara y que le dijera que todo estaba bien.