Disclaimer: Los personajes de Inuyasha pertenecen a Rumiko Takahashi.


4.

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Rin entró en su edificio tras despedirse de Kohaku con una sonrisa. El chico era muy agradable y amable, tanto así que después de cinco minutos de viaje con él su humor había mejorado. Kohaku era el hijo menor de Ryohei y Hoko Yajima, sus padres trabajaban con Taisho en alguna de sus empresas y por ese motivo Taisho le había ofrecido un empleo como guardía nocturno y ocasional chofer para que el chico pudiera seguir su sueño de músico.

Ella no había podido ocultar su sorpresa al saber ese dato, Taisho no tenía pinta de ser de esas personas que hicieran cosas de forma desinteresada, sin embargo Kohaku le había asegurado que a pesar de que sus padres eran completamente capaces de pagar sus estudios, él había decidido trabajar para aportar en casa ya que su hermana mayor, Sango, estaba a punto de contraer nupcias y Kohaku le había pedido a sus padres que gastarán el dinero en su hermana.

Cuando entró a su vacío departamento Hana corrió hacia ella moviendo su colita, ya había cumplido seis meses y su energía era infinita. Su pelito era tan esponjoso que la hacía ver más grande de lo que en realidad era. Rin la tomó en sus brazos y le llenó de besos la carita, Hana la lamió alegremente y cuando la pusieron de vuelta en el piso corrió hacia la habitación de Rin, donde dormía. La siguió en silencio, cansada. Cuando estuvo en su habitación se quitó el vestido, la tanga y los tacones, para después ponerse la bata de baño y dirigirse a darse una ducha.

Sentía una necesidad impetuosa de borrar de su piel las marcas invisibles del toque de Taisho. Regularmente después de cada encuentro sexual con algún desconocido solía darse un duchazo rápido en los hoteles a donde iba, pero hoy, había salido tan furiosa de la oficina del peliplateado que ni siquiera había ido al baño. Dudaba mucho que la tibia agua pudiera borrar los recuerdos del toque del hombre pero en esos momentos se conformaba con sentir que su piel ya no olía a él.

Se había prometido que jamás volvería a estar con Taisho sin importar qué y había fracasado rotundamente. No estaba segura de porque a pesar de estar tan segura en el momento que la besó mando al carajo todo. No estarás enamorando, estúpida, ¿o sí?, dijo una voz en su mente, Rin sacudió su cabeza tratando de alejar sus pensamientos más intrusivos.

-¿Yo, enamorada de Taisho? ¡Por supuesto que no! -se dijo al mismo tiempo que entraba bajo el agua bruscamente sintiendo como el agua casi hirviendo quemaba su piel porque no se había molestado en regular la temperatura. Se lo tenía merecido por imbécil.

Al pensar en la hermosa Kikyo no pudo evitar sentirse culpable. Ella sabía que el hombre estaba comprometido y aún así decidió acostarse con él, no pensó en lo que Kikyo sentiría al descubrir que su prometido, al que probablemente amaba, le engañaba con una don nadie como ella. Recordó cómo sintió que el mundo se le venía abajo cuando después de un tiempo de sospecha, siguió a Bankotsu hasta un centro comercial y confirmó sus peores miedos cuando llegó con Yuka y le dio un apasionado beso.

«Lo siento Rin, pero ya no siento lo mismo por ti. No supe cómo decírtelo antes», habían sido las palabras de Bankotsu cuando lo confrontó.

«Ella me hace sentir de formas que tú jamás hiciste», fue la primera puñalada.

«Ella es mi alma gemela, espero lo entiendas», Rin solo se había quedado inmóvil, como una estatua, frente a Bankotsu mientras el hombre se sinceraba.

«Deje de acostarme contigo porque dejaste de atraerme hace mucho, perdoname por no decírtelo antes pero tenía miedo de estar sólo».

«La amo como nunca te amé a ti», había estocado al final.

No pudo evitar dejar escapar las lágrimas que se habían acumulado en sus ojos al recordar la última conversación que había tenido con Bankotsu cuando lo confrontó acerca de su amante. Rin se había negado a creer lo que sus ojos vieron por si mismos por un par de meses antes de tomar valor y decírselo. Por un instante había esperado que el hombre se disculpara y ella había estado dispuesta a perdonarle pero su corazón había quedado destrozado cuando Bankotsu se dijo sentirse aliviado por no tener que esconderse más.

¿Kikyo amaría tanto a Taisho como para estar dispuesta a perdonarlo por su engaño? Muy dentro de su corazón esperaba que no fuera así. Aunque ella no podría ser feliz al saber que su felicidad había dependido del sufrimiento de alguien más. ¿Yuka había estado al tanto de su existencia o Bankotsu jamás le dijo que estaba en una relación? Se preguntó por primera vez.

Cuando tomó su largo cabello para lavarlo sintió la cadena en su cuello y sintió un nudo en el estómago. El pendiente que Taisho le había regalado seguía donde el hombre lo había colocado. De repente lo sintió pesado sobre su piel, ¿cuántas joyas de la madre de Taisho serían ahora pertenencias de Kikyo? ¿Acaso ese mismo pendiente alguna vez perteneció a ella? La culpabilidad brotó de su ser como un tifón.

En ese momento se preguntó, ¿había alguna diferencia entre Taisho y Bankotsu? Probablemente no, ambos eran iguales, y la diferencia entre ella y Yuka era que Taisho jamás la escogería por sobre Kikyo. ¿Acaso a esa conclusión había llegado su madre cuando decidió mudarse de Kagoshima a Tokio para alejarse de su padre? Rin suspiro para después salir del baño con el alma en un hilo. Se dejó caer en su cama envuelta solamente con la toalla y suspiró aliviada sentirse incapaz de detener su mente.

Sabía muy poco de su padre. La única información que tenía era que su apellido era Yamada, que era un reconocido doctor en el distrito de Kagoshima y que su madre había sido su amante. Su nombre no figuraba en su partida de nacimiento, su madre la registró como madre soltera y lo único que sabía era que se habían mudado a Tokio poco antes de que ella cumpliera los dos años. Tampoco conocía a su familia materna, era como si Sumi Noto hubiera aparecido de la nada. A veces Rin se preguntaba si ese era en realidad el nombre de su madre.

Rin tenía cerca de dos meses que había salido del orfanato cuando Totosai le entregó una caja con pertenecías de su madre. El anciano se había disculpado por ser lo único que logró rescatar del lúgubre departamento donde vivía con su madre poco después de su asesinato. Entre los documentos además de su partida de nacimiento, encontró una foto donde una joven y sonriente Sumi, enfundada en un brillante y blanco uniforme de enfermera, abrazaba a un hombre unos quince años mayor que ella, vestido pulcramente con un pantalón de vestir café, camisa blanca, corbata a juego y una reluciente bata de doctor. Yamada-sama y Sumi, verano de 1994, Kagoshima, era lo que tenía escrito detrás la imagen. Sus padres. Rin reconoció sus propios ojos en los del hombre, así como algunas de sus facciones.

Sin ánimos, se levantó hacia su armario, donde en el fondo tenía una caja de plástico con el mismo contenido que Totosai le había dado años atrás. Rebuscó entre los papeles hasta encontrar lo que buscaba. Eran tres cartas, dos en las cuales la caligrafía pulcra de su madre resaltaba y una tercera, respuesta de las dos anteriores, escrita a máquina y firmada solamente con una letra "Y". Se las sabía de memoria, puesto que eran cortas y las había leído tantas veces que podría recitarlas.

«Mi amado doctor Yamada-sama:

Sé que nuestra última conversación no terminó de la mejor forma, pero quiero que sepa que mis sentimientos y postura siguen siendo iguales. No me desharé del bebé que crece en mi vientre. Entiendo que mi decisión puede causarle problemas con su esposa si llega a enterarse de nuestra relación, sin embargo le juro por mi vida que de mi boca jamás saldrán dichas palabras. Mi intención no es causarle problemas por lo que dejaré mi trabajo en el hospital tan pronto pueda. Espero algún día me comprenda, con amor, Sumi.»

«Mi amado doctor Yamada-sama:

Hemos sido padres de una hermosa niña. Tiene sus hermosos ojos, es toda una Yamada. Le adjunto una foto para que lo compruebe con sus propios ojos. Estoy tan feliz de tenerla en mis brazos, nació sana y fuerte el pasado 25 de noviembre, ¿puede creerlo? Somos padres. Espero acepte conocerla, estoy segura de que no se arrepentirá. Con amor, Sumi.»

«Sumi:

Por favor deja de escribirme. No quiero tener nada que ver contigo ni con tu hija. Cómo te lo dije antes, no importan tus esfuerzos, jamás dejaré a mi esposa así que deja de insistir. Y.»

Rin leyó la última carta con odio. Jamás había podido entender a su madre hasta esos momentos. ¿Su padre alguna vez amó a su madre o solamente fue una amante más como ella lo era? No pudo evitar preguntarse si su madre siempre supo que su padre era casado o se enteró cuando ya estaba enamorada. Suspiró cansada, después de haber leído esas cartas por primera vez se prometió jamás enamorarse de un hombre con compromiso, no quería sufrir como su madre lo había hecho por su padre. Bufó, pero qué diablos decía, ella no estaba enamorada de Taisho.

-Eres una estúpida, Rin -se dijo a si misma guardando de nuevo las cartas en la caja y arrojando la misma al fondo del armario. Cuando cerró la puerta del armario no pudo evitar verse en el enorme espejo que colgaba de la misma. Dejó caer la toalla al piso y se observó con detenimiento.

Sus tobillos eran delgados, sin embargo sus pantorrillas y sus muslos eran un poco más gruesos que los del promedio, sus caderas estaban un poco más anchas y su vientre estaba lejos de ser plano, su cintura era pequeña y su torso un poco largo pero sus pechos, eran generosos y bien formados, sus aureolas eran un poco grandes y sus pezones eran pequeños pero en conjunto hacían una buena mezcla, sus brazos eran delgados como su cuello, donde su atención se centró en el pendiente que colgaba y que sentía pesaba como si fuera de acero. Sin embargo, no pudo quitárselo. Había algo dentro de ella que le impedía hacerlo, ¿por qué?

Frustrada, se giró hacia su cama y se echó sobre la misma. Miro el reloj, marcaban las cuatro de la mañana. Gimió contra su almohada. Definitivamente no se veía como Yuka o Kikyo, ¿qué hombre en su sano juicio dejaría a una bellísima mujer como ellas por ella? Nadie.

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Los ruidos en la cocina la despertaron. Se levantó perezosamente y miró el reloj. Eran las dos de la tarde. Había dormido díez horas y ahora su cuerpo le cobraba factura. Se puso la primera playera oversize que encontró y unos pantalones de chándal negros antes de salir de su habitación al mismo tiempo de ataba su cabello en un moño descuidado mientras Hana la recibía con alegría. Ayame estaba en la cocina preparando no se qué tan atenta que no se percató de su presencia hasta que abrió la nevera.

-¡Rin! -gritó haciendo que el punzante dolor de cabeza que había sentido tan pronto despertó aumentara-. Me asustaste, no te vi.

-Buenos días, Ayame. ¿A qué hora llegaste?

-Pff, Koga me trajo cerca de las siete -dijo con molestia. Rin la miró sorprendida mientras se servía un vaso con agua fría.

-¿Por qué tan temprano?

-Es culpa de Taisho -respondió su amiga con un mohín-. De hecho arruinó mi noche.

-¿Taisho? ¿Por qué?

-Anoche tuvo una discusión con el padre de su prometida, al parecer tenían una reunión a la cual Taisho no fue porque tenía un compromiso más importante pero no le avisó y el hombre estaba hecho una furia.

-¿Taisho se lo contó a Koga? -pregunto tratando de no sonar tan curiosa, Ayame negó con la cabeza.

-Kikyo le llamó a Koga para saber si él sabía dónde estaba ya que Taisho no respondía a sus llamadas -respondió Ayame mientras calentaba un poco de arroz-. La verdad me sentí un poco mal por ella, creo que Taisho tiene una amante -le confesó como quien no quiere la cosa. Rin casi se atraganta pero lo disimuló.

-¿Ah, sí?

-Koga dice que no, pero tengo mis sospechas. ¿Por qué otra razón se desaparecería en la madrugada y se rehusaría a responder las llamadas de su prometida?

-Puede ser por muchas razones, Ayame.

-Es eso o que está en negocios sucios, pero conociendo a su familia lo dudo mucho -la mención de la familia del peliplateado despertó la curiosidad de Rin.

-¿Por qué dices eso?

-Porque son los Taisho, Rin. Mi padre trabajó en su juventud con ellos a petición de mi abuelo y me contó que no había una familia más honorable y legal que los Taisho. Toda su fortuna la han amasado por la vía legal y son reconocidos por tener mucho cuidado con quién hacen negocios. Al primer indicio de algo ilícito, cortan lazos. Mi padre admiraba al señor Tōga y cuando murió estuvo muy afligido.

-¿El padre de Taisho murió? -preguntó sorprendida. Ayame asistió.

-Sí, hace tres años en un accidente automovilístico. Probablemente Taisho se sienta tan culpable que no creo se atreva a manchar la reputación que su padre forjó.

-¿Por qué dices eso?

-Verás, el día del accidente, Taisho y su padre discutieron tan fuertemente en la presidencia de Sounga que todo el piso escuchó, Sesshōmaru le recriminaba algo y cuando el señor Tōga se marchó furioso, volcó su auto a las afueras de Tokio cerca de la Mansión Taisho. La policía dijo que aparentemente el señor Tōga perdió el control del vehículo como consecuencia a su errático estado anímico por la discusión con su hijo mayor. Koga dice que si antes la relación con su hermano menor era tensa, después de la muerte de su padre no se pueden ver ni en pintura.

-Vaya, que triste -fue todo lo que alcanzo a decir sorprendida. Ayame le acercó un plato de arroz con curry y una taza de café.

-Koga me contó que la muerte del señor Tōga fue muy difícil para Taisho a pesar de la relación tan tensa que tenían.

-¿No se llevaban bien?

-¿Bien? ¡Qué va! Taisho jamás le perdonó a su padre que se haya divorciado de su madre para casarse con la madre de Inuyasha -dijo Ayame con un suspiro. Rin abrió los ojos como platos, maldito hipócrita, pensó.

-¿Sus padres están divorciados?

-Sí, Taisho vivió con su madre en Londres hasta los quince años, luego se mudó a Japón con el señor Tōga, su esposa e Inuyasha para completar sus estudios ya que al ser el hijo mayor del señor Tōga, su deber era estar a la cabeza se su imperio para cuando esté se jubilara. Tristemente las cosas terminaron de otra forma.

-¿Y su madrastra? -preguntó curiosa Rin ya sin importarle verse cotilla.

-Pues para sorpresa de todos, Taisho se hace cargo de ella. Koga dice que lo hace porque es su deber. Yo digo que es porque tiene remordimiento. La verdad nadie lo sabe -dijo la pelirroja soltando un suspiro-. Pero ya hay que dejar de hablar de Taisho, ¿a qué hora llegaste anoche? No vi con quién estabas ni cuando desapareciste -preguntó la pelirroja curiosa. Rin bebió de su taza antes de responder.

-No lo sé, eran como las tres tal vez, la verdad no me fije.

-¿Cómo llegaste? ¿En taxi?

-No, Kohaku me trajo -dijo sin pensarlo. Ayame la miró con curiosidad.

-¿Kohaku? ¿Es el con quien te ves todos los jueves? -preguntó Ayame curiosa haciendo que Rin se atragantara con su café.

-¿Q-qué? -preguntó tosiendo. Ayame se acercó a darle unas cuantas palmaditas en la espalda.

-Oh, vamos, ¿de verdad crees que no me daría cuenta que desde hace meses todos los jueves, rigurosamente y sin falta, desapareces y llegas entrada la madrugada? -Rin la miró con los ojos llorosos por la tos-. No soy tan tonta, Rin.

-Yo… bueno… -se comenzó a poner nerviosa. ¿Qué sonaba peor? ¿Decirle que sí y zanjar el tema o confesarle la verdad, que primero fue la amante, sin saberlo, de Taisho y que cuando se enteró comenzó a salir y acostarse con cuanto extraño se encontraba?- …sí. He estado saliendo con Kohaku -decidió mentir ya que eso la hacía sentirse menos avergonzada.

-¿Y porqué no lo invitaste con nosotros?

-No lo sé, no hemos formalizado nada -trató de evitar el tema.

-¿No han formalizado después de tanto tiempo? -preguntó Ayame asombrada. Rin tomó lo que restaba de su café tratando de pensar en una respuesta.

-Es complicado -respondió robándose la respuesta de Taisho.

Ayame la miró con el ceño fruncido. Rin se levantó y tomó ambos platos y tazas para ponerse a lavarlos en el fregadero para evitar a la pelirroja. Ayame se sentó donde había estado Rin unos momentos atrás y apoyó su barbilla en sus manos.

-¿Qué es complicado?

-¿Te puedo hacer una pregunta? -respondió Rin evitando el tema. Ayame entendió que su amiga no quería hablar del tema y lo aceptó.

-Sí.

-¿Qué harías si te enteraras que Koga tiene novia, está comprometido o está casado? -Ayame la miró con los ojos abiertos.

-Le corto las bolas -respondió tranquilamente. Rin no pudo evitar soltar una risita.

-Enserio, Ayame.

-Estoy hablando en serio, Rin. Le corto las bolas por maldito infiel. ¿Por qué lo preguntas? ¿Acaso Kohaku tiene novia?

-No, claro que no. Solo me dio curiosidad por lo que contaste del papá de Taisho -mintió. Ayame la miró con el ceño fruncido pero no dijo nada más al respecto.

-Tienes suerte de que ya me tengo que ir, pero quiero conocer a Kohaku, ehh. El próximo jueves, y no aceptaré un no por respuesta. Haré de cenar y todo.

-Ayame…

-Vamos Rin, quiero conocerlo.

-Está bien -aceptó derrotada viendo a su amiga retirarse a su habitación.

-¡Y feliz cumpleaños! -la escuchó gritar desde el pasillo.

Rin se secó las manos y se dirigió ella también a su habitación. Tenía una semana para ver qué hacía con el tema de Kohaku y la invitación de Ayame. No podía decirle la verdad, solo esperaba que si Koga estaba presente le siguiera el juego.

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Era martes y Rin estaba desesperada. Ayame no había dejado de mencionar el tema de la invitación a cenar y ya no sabía qué hacer. Le había preguntado a Maki que haría en su lugar y la chica le aconsejó contarle la verdad. Pero Rin conocía a Ayame, le echaría bronca por ocultarle lo de Taisho, y no solo a ella, si se enteraba que Koga también estaba enterado no sabía cómo reaccionaría. Ayame odiaba que le mintieran y más en la cara.

Rin suspiró mientras colgaba su uniforme en su taquilla, había decidido ir al Tokijin a hablar con Kohaku, le pediría de favor que la ayudara con la charada. Con suerte y el chico aceptaría. Esperaba sinceramente que así lo hiciera, de lo contrario tendría que decirle la verdad a Ayame. Se calzó sus converse y se miró en el espejo. Usaba un pantalón de mezclilla que le quedaba algo grande con una camisa negra que la hacían ver más formal. Esperaba que Kohaku se encontrara cerca de la puerta ya que dudaba mucho que la dejaran pasar con su vestimenta.

Salió del Moonlight y camino hacía el Tokijin en silencio. Eran unas pocas calles pero a esa hora de la madrugada podía ser peligroso. Apretó el paso y cuando vio el edificio donde estaba ubicado el Tokijin suspiró. Dudaba mucho que Taisho se encontraba allí. Comenzó a ver la fila para ingresar al Tokijin y se tranquilizó. Llegó hasta la entrada donde se encontraba al guardía y se acercó nerviosa.

-Hola, disculpa, ¿puedes llamarle a Kohaku? -le dijo. El enorme hombre la miró, de arriba a abajo y soltó una risa burlona.

-¿Y quién lo busca?

-Rin Noto.

-Rin Noto -repitió burlón. Rin solamente asintió evitando decir algo. El hombre le dijo algo a otro y el segundo entró en el lugar. Unos segundos más tarde un confundido Kohaku salió para verla extrañado.

-Señorita Noto -le saludó haciendo una reverencia. Rin lo imitó. Kohaku la encaminó hacia la entrada del estacionamiento privado del Tokijin-. ¿En qué puedo ayudarle?

-Por favor, deja las formalidades. Necesito pedirte un favor.

-¿A mi?

-Sí, ¿a qué hora sales? -preguntó, Kohaku miró su reloj.

-A las tres. En cuarenta minutos.

-Te espero, tengo que explicarte mucho.

-Vamos -le dijo indicandole el camino de regreso al Tokijin. El hombre de la entrada la miró y miró con desaprobación a Kohaku-. Puedes sentarte donde gustes, o si gustas te puedo anunciar con el señor Taisho, está en su oficina -le informó. Rin se quedó helada pero trató de mantener la calma. Inconscientemente trató de esconder su cara con su cabello.

-No, me gustaría que no supiera que estoy aquí -respondió nerviosa. Kohaku la miró extrañado pero asintió.

-Muy bien. Vuelvo en un rato por ti.

Rin asintió y se dirigió a la barra y se sentó dándole la espalda al enorme ventanal de la oficina. Esperaba que Taisho se encontrara tan enfrascado en sus actividades que no se percatara de su existencia. El bartender se acercó a ella y le preguntó qué iba a beber, pidió un agua mineral con limón.

Estaba tan enfrascada en su celular que no se dio cuenta que el tiempo pasó y cuando Kohaku puso una mano en su espalda Rin pegó un brinco.

-Lo siento, te asuste.

-No te preocupes, estaba distraída.

-Ya nos podemos ir -le indicó. Rin se levantó y lo siguió.

Entraron en el estacionamiento subterráneo y el chico le indicó donde estaba su vehículo, le abrió la puerta y le ayudó a subir antes de él tomar su lugar en el asiento del conductor. Salieron del Tokijin en silencio, Rin estrujando sus manos nerviosa y Kohaku completamente extrañado.

-Es tarde, te llevaré a tu casa y en el camino me cuentas qué sucede, ¿está bien? -indicó Kohaku con tranquilidad. Rin asintió en silencio. Unas calles en completo silencio después, el chico sonrió, estaba igualmente nervioso-. Bueno, y en qué puedo ser de ayuda.

-Si, claro… vaya como decirlo sin quedar mal.

-¿Quedar mal? Sea lo que sea no te voy a juzgar -Rin casi suelta una risa burlona al escuchar las palabras de Kohaku, pero se contuvo.

-Bueno, iré al grano. He estado mintiéndole a mi mejor amiga y compañera de piso desde el año pasado. El año pasado me involucré con un tipo que no debía y no salió bien -dijo esperando que Kohaku no quisiera indagar más, el chico seguía conduciendo.

-¿Puedo preguntar… -Rin se puso tensa- …por qué no salió bien?

-Oh… -dijo aliviada- …sí, bueno, él está comprometido y yo me enteré de esto hasta tiempo después. Cuando lo hice terminé la relación pero…

-¿Pero…?

Rin se debatía entre que tan honesta o no debía de ser con Kohaku. A fin de cuentas el chico era trabajador de Taisho y aunque no dijera su nombre, era fácil unir los puntos. Se perdió en el camino por unos minutos, observando los edificios y calles, algunos con gente en ellos, otros vacíos y lúgubres. Pasaron por varios hoteles del amor que Rin conocía demasiado bien y eso la hizo sentirse peor.

-...pero entre en un bucle de autodestrucción que me da mucha vergüenza admitir -confesó finalmente. Sin que se lo esperara, Kohaku tomó su mano y la apretó.

-No tienes que contarme nada que no quieras.

-Es que tengo que hacerlo, lo mínimo que puedo hacer es contarte cómo y por qué fue que terminaste involucrado -respondió firme. Kohaku regresó su mano al volante-. Comencé a salir cada jueves, que son mis días libres en el trabajo, a emborracharme para darme valor y callar la culpabilidad por enredarme con cuánto desconocido se me atravesará buscando sentir lo mismo que me hacía sentir…

-¿Tu ex?

-Si, podría decirse así aunque jamás formalizamos nada.

-Esta bien, continua por favor.

-Gracias -Rin tomó aire antes de continuar-. Pensé que Ayame estaba tan distraída con su nuevo novio y su trabajo que no prestaría atención a mi comportamiento hasta la semana pasada, que fue cuando…

-El señor Taisho me pidió que te trajera a tu casa.

-Sí. Ayame no te vio, pero cuando comíamos al día siguiente se me escapó decirle que me habías traído y ella asumió que eras tú con quién salía cada jueves. No pude contradecirla porque no es conveniente que ella sepa con quién realmente me enredé y me da mucha pena confesarle todo lo demás.

-Entiendo, y entonces ¿cuál es el favor que necesitas?

-Si, bueno verás. La relación con mi… con él… bueno es la primera desde que terminé con mi ex novio Bankotsu hace tres años y Ayame se puso tan feliz que quiere organizar una cena este jueves y me pidió que te trajera porque…

-Porque cree que soy yo el hombre con quién te ves -finalizó por ella. Rin asintió.

-Lo siento mucho, Kohaku, por involucrarte sin pensarlo.

-Entiendo tu posición. Solo me queda una duda, ¿tu amiga conoce a este hombre o porque eres tan reacia a qué sepa su identidad?

-Sí, lo conoce, es amigo de su novio. Por él lo conocí.

-Entiendo -respondió estacionandose frente al edificio de Rin. La chica nerviosa volvió a ver el balcón de la habitación de Ayame y se le hizo un nudo al ver la puerta abierta, estaba en casa.

-Entenderé si no te quieres ver involucrado, ya encontraré una solución.

-Aceptare ayudarte solo si me respondes una última pregunta -le dijo seriamente. Rin lo miró sorprendida-. ¿De verdad dejaste de verte con el señor Taisho?

Rin lo miró con los ojos como platos totalmente sorprendida. El chico estaba muy serio y no parecía querer hacer mofa de ella. Simplemente miraba al frente, completamente serio mientras apretaba el volante fuertemente con ambas manos. Rin se encogió en su asiento con la cara roja como un tomate, completamente avergonzada. No podía mirarle la cara a Kohaku. Se quedaron en silencio unos momentos hasta que Rin sacó el aire que había estado conteniendo.

-Sí -fue todo lo que respondió. Kohaku apretó más el volante antes de soltarlo y extender una mano hacia ella.

-Por favor, permíteme tu móvil para anotarte mi número -Rin obedeció sin decir nada. Kohaku parecía cabreado pero no dejaba de ser amable con ella, le devolvió su móvil para después mirarla-. Ya es tarde y me tengo que ir, pero escríbeme después de las cinco para que me digas que tengo que decir y a qué hora vendré. ¿Está bien? -Rin asintió-. Ve a dormir, ya es tarde -la chica volvió a asentir con la cabeza y abrió la puerta. Antes de salir del vehículo se giró hacia el chico.

-Gracias Kohaku, estaré eternamente en deuda contigo -Kohaku simplemente le hizo una leve reverencia como respuesta.

Rin entró en su edificio en silencio sintiéndose una basura. ¿Tenía tanto miedo del juicio de Ayame que prefería mentirle y acudir con un extraño por ayuda antes que confesarle que se había enredado con Taisho? Estaba demente.

Si bien el año pasado si le confesó que en su cumpleaños se había acostado con el peliplateado, dudaba mucho que Ayame lo recordara o lo fuera a relacionar. Al poco tiempo de su cumpleaños fue que Taisho se comprometió y para su amiga su encuentro había sido solo de una noche. Para su fortuna, Koga jamás insinuó nada al grado de que a veces dudaba que estuviera al tanto. Taisho podía ser muy hermético con la información que compartía, lo sabía ella por experiencia.

Hana corrió a su encuentro cuando entró en el departamento, la saludó alegremente y caminó junto con ella hacia su habitación sin notar al hombre que se encontraba observándola desde la oscuridad de la sala. Cuando Rin cerró la puerta de su habitación, Koga sacó su móvil y tecleó un simple mensaje.

«Ya está en casa.»

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Estaba cansado, había tenido un día complicado en Sounga y odiaba tener que ir al Tokijin después de la oficina pero Jaken, su mano derecha, había encontrado algunas irregularidades en la contabilidad del lugar que tenía que atender personalmente. Estaba a punto de irse cuando decidió tomar un trago para relajarse, miraba distraídamente por el enorme ventanal cuando notó la inconfundible silueta de Rin en la barra del Tokijin de espaldas hacia él. ¿Qué diablos estaba haciendo allí desentonando de los demás asistentes?

Tomó su móvil y llamó a Riku, su jefe de seguridad.

-A la orden, señor Taisho.

-La chica que está sola en la barra, ¿qué hace aquí?

-¿La de pantalón de mezclilla y camisa negra? Está esperando a Yajima. Puedo pedirle que espere afuera si así lo ordena, señor.

-No, no hay ningún problema. Avísenme cuando se retiren.

-A la orden.

Guardó su móvil después de colgar la llamada. ¿Qué hacía Rin esperando a Kohaku en el Tokijin? Se quedó mirando a la espalda de la chica. Rin trabajaba de seis a dos en un restaurante que se encontraba a unas cuantas calles del Tokijin, en el centro de Tokio. Solía descansar los jueves y según Koga, no era usual que saliera después del trabajo. Ese día era Martes, ¿por qué una mujer de rutina como lo era Rin de la nada había modificado su conducta?

A las tres de la madrugada, hora en que el personal del lugar se retiraba, Kohaku se acercó a ella y juntos se retiraron del lugar. Sesshōmaru sabía que no estaba en posición de exigir una respuesta por parte de la chica, le habían quedado muy claras las últimas palabras que le había dado el día de su cumpleaños antes de dejarlo furioso en esa misma oficina cinco días atrás, sin embargo quería saber qué hacía allí y, sobretodo, porque estaba con Kohaku. Sacó de nuevo su móvil y escribió un escueto mensaje. Su móvil sonó unos segundos más tarde.

-Espero que el motivo de tu mensaje a esta hora sea para informarme que tu flamante suegro acaba de morir ahogado por su propia saliva -escuchó decir a Koga. Sesshōmaru bufó.

-Rin estaba aquí -respondió yendo al grano. Escuchó a Koga cerrar una puerta.

-¿Contigo? ¿No me habías dicho que lo suyo ya había terminado?

-Yo jamás dije eso. Estaba esperando a Kohaku.

-¿A Kohaku? ¿Por qué?

-No lo sé.

-Está bien, te avisaré cuando llegue a casa.

-Gracias.

-Sesshōmaru, si de verdad Rin te interesa como dices deberías decirle la verdad.

-Creo haberte dicho como resultó la última vez que lo intenté.

-Eres un asno -dijo finalmente Koga antes de cortar la llamada.

Veinte minutos después Sesshōmaru recibió un mensaje de parte de Koga, «Ya está en casa», era todo lo que decía. Guardó su móvil en el bolsillo de su pantalón y tomó las llaves de su auto antes de salir de su oficina para dirigirse a casa. La imagen de Rin saliendo del lugar acompañada de Kohaku seguía grabada en su mente y no lograba comprender bien porque le molestaba.

La noche del cumpleaños de Rin había tenido un objetivo claro que era explicarle su relación con Kikyo. No había contado con encontrar a un imbécil cualquiera aferrado obscenamente a la espalda de la chica con la intención de llevársela de seguro a un estupido hotel. Tampoco había contado con que Rin llevara ese estupido vestido infernal que lo había vuelto loco con solo verlo. Se había dejado llevar por sus instintos y el hambre reprimida por la chica. Jamás había deseado a una mujer como deseaba a Rin y en ocasiones le costaba mantener la cabeza fría cuando de ella se trataba.

Llegó al estacionamiento del edificio donde vivía y se estacionó a un lado del auto de Kikyo. Subió al penthouse con una fuerte migraña. Necesitaba una ducha y dormir.

Despertó cerca de las seis de la mañana. Había dormido solamente dos horas pero no se podía dar el lujo de no asistir a la empresa. No era propio de él simplemente no ir a trabajar por falta de sueño. Salió de su habitación después de vestirse y se dirigió a la cocina donde el inconfundible olor del café llenaba por completo el primer piso del penthouse.

Kikyo se encontraba sentada frente a la barra desayunadora mientras miraba su celular. Levantó una ceja al verlo entrar y tomar una taza para servirse café. Lo observó en silencio, las ojeras estaban comenzando a marcarse debajo de sus hermosos ojos dándole un aspecto cansado y avejentado, muy impropio de los Taisho. Lo miró sentarse frente a ella y beber de su taza mientras observaba la tablet donde, conociéndolo, leía las noticias.

-No dormiste anoche -dijo finalmente mirando fijamente al peliplateado. Sesshomaru la miró con una ceja levantada sin decir nada. Kikyo soltó una risita-. Jamás te había visto con ojeras y vaya que tengo tiempo conociéndote.

-¿Y esto viene al caso por qué…?

-Nada. Olvídalo, iré a cambiarme -dijo levantándose de su silla, Sesshomaru observó que la chica vestía solamente su pijama de seda mientras dejaba su taza en el lavavajillas-. No olvides que hoy tenemos una cita con Koga y Ayame -dijo antes de salir. Sesshomaru bufó. Lo había olvidado.

Sesshomaru se levantó y dejó su taza en el lavavajillas de la misma forma en que lo hizo Kikyo y salió de la cocina molesto. Estaba cansado. De todo, de todos. ¿Cuánto tiempo más podría seguir aparentando que amaba a Kikyo?

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Sesshomaru se levantó de su silla y se tronó el cuello. Estaba exhausto. El trabajo lo había absorbido por completo y apenas había comido algo, estaba hambriento, enojado y cansado. Lo único que quería era ir a casa, tomar un baño y dormir. Sin embargo tenía compromisos que cumplir, ¿por qué?, no estaba muy seguro. Caminó hasta el enorme ventanal que había en su oficina en Sounga desde donde se podía apreciar todo Tokio y se perdió en la hermosa vista.

La noche en que conoció a Rin se le vino a la mente. Recordó lo hermosa que se veía y cómo captó su atención desde el momento en que entró en el lugar, jamás había visto una mujer tan hermosa como ella en sus treinta y cuatro años de vida. Su sonrisa, sus ojos, la forma como fruncía el ceño cuando algo le molestaba, todo lo había cautivado. Sin mencionar la enorme química sexual que tenían.

Desde la primera noche que pasaron juntos Sesshomaru supo que jamás se hartaría de ella. Había algo en ella que lo atraía como la luz atrae a las luciérnagas. No iba a negar que lo ofendió un poco que Rin quisiera mantener en secreto su relación, aunque el hecho de que nadie supiera que se veía con ella ayudó a que nadie sospechara cuando se comprometió con Kikyo.

Había planeado cómo decirle a Rin que se comprometería con Kikyo y los motivos por los cuales lo haría, pero su cena de "compromiso" se le adelantó. De lo poco que Rin había compartido con él en el tiempo que habían estado viéndose sabía que trabajaba de hostess en un restaurante, vaya sorpresa se había llevado cuando la vio en la puerta de uno de los restaurantes de su propiedad que frecuentaba muy poco. Después de eso todo se había complicado.

El teléfono de su escritorio sonó sacándolo de sus recuerdos. Se giró y respondió sin sentarse.

-Diga.

-Señor Taisho, la señorita Sakamoto está aquí -le informó su secretaria. Sesshomaru se apretó el puente de la nariz.

-Gracias Misha, puede pasar -indicó antes de colgar el teléfono.

Kikyo entró en su oficina viéndose tan hermosa y elegante como siempre. Vestía un bonito y entallado vestido verde que le llegaba por debajo de la rodilla, de tirantes finos y escote de corazón. Sesshomaru no podía negar que Kikyo era una mujer muy hermosa e inteligente, podría tener al hombre que quisiera pero allí estaba, atrapada con él.

-¿Estás listo? -preguntó la chica acercándose a él y arreglando su corbata.

-Recuérdame de nuevo porque hacemos esto -le pidió a la chica mirándola con detenimiento. Kikyo le sonrió.

-Porque la gente tiene que creerse el cuento de que nos amamos.

-Koga sabe la verdad, no entiendo por qué fingir con él.

-Sería muy raro que jamás nos vieran con tu mejor amigo, quien convenientemente sale con la hija de un importante empresario. Me siento mal por usar la posición de Ayame pero esto nos ayuda.

-Bien, vamos.

Llegaron al Sunshine poco después. Los recibió la misma chica que estaba en el restaurante la noche que se había encontrado a Rin allí. Amablemente la chica los condujo a su mesa privada donde Koga y Ayame los esperaban ya. La pelirroja hablaba alegremente con su amigo cuando ellos entraron.

Sesshomaru estaba tan cansado que se movía como un robot, Ayame y Kikyo platicaban alegremente sobre algún tema de la boda mientras que Koga solamente las escuchaba mientras lo veía en silencio. Su amigo lo conocía mejor que nadie y podía darse cuenta que tan exhausto estaba. No notó cuánto tiempo había pasado y estaba a punto de disculparse con Ayame y Koga para retirarse cuando escuchó el nombre de Rin en la conversación.

-Finalmente convencí a Rin para que me presente a su novio secreto -le dijo Ayame alegremente a Kikyo.

-¿Novio nuevo?

-Sí, al parecer se conocieron en el Tokijin el año pasado porque el chico trabaja allí. De seguro lo conocen, se llama Kohaku -cuando Sesshomaru escuchó el nombre abrió los ojos sorprendido pero no dijo nada.

-¿Kohaku? Me suena -dijo Kikyo tratando de hacer memoria.

-Kohaku es el hijo de los Yajima -le informó Koga a Kikyo. La pelinegra no pudo evitar mirarlo sorprendida.

-¿El hermanito pequeño de Sango?

-Ya no es tan pequeño, Kikyo, está en la universidad -informó Sesshomaru llamando la atención de todos. Kikyo lo miró con el ceño fruncido.

-Ya veo. ¿Un año dices que llevan saliendo?

-Sí, más o menos. Aunque apenas lo conoceré mañana, tendremos una cena en casa para conocerlo. Estoy tan emocionada, Rin se merece que la quieran y traten bien, no como el estúpido de Bankotsu.

-¿Quién es Bankotsu? -preguntó Kikyo sabiendo que Sesshomaru no preguntaría aunque quisiera saber la información.

-Su exnovio. Salieron por tres años pero el infeliz la engañó el último año con una aspirante a actríz. Le hizo mucho daño a Rin, antes era una chica muy alegre y extrovertida, después de Bankotsu cambió mucho.

-Las rupturas de ese tipo suelen ser muy dolorosas.

-Ni que lo digas, no la pude sacar de la cama en un mes. Después de que pasamos su cumpleaños en el Tokijin algo cambió en ella, poco a poco la Rin de antes regresó, no del todo pero sí un poco. Por eso me emociona conocer al chico que provocó ese cambio -dijo emocionada la pelirroja. Sesshomaru tomó un trago de su bebida sin decir nada bajó la dura mirada de Koga.

-Espero que todo salga bien, Ayame. Los Yajima son una buena familia, han trabajado mucho para llegar a donde están y darle todo a sus hijos -le dijo Kikyo con una sonrisa.

-Gracias, me encantaría tanto que estuvieran allí pero estoy segura de que Rin me mataría. Pero ya sé, en navidad planeo hacer una cena, ¿por qué no nos acompañan?

-No creo que sea buena idea -respondió Kikyo. Ayame sonrió.

-¿Por qué no? Rin ya conoce a Taisho y me gustaría mucho que te conociera a ti, Kikyo, eres tan linda. Estoy segura que Rin te amará. Vamos.

-Ayame… -comenzó Koga tratando de detener a su novia pero la pelirroja lo fulminó con la mirada.

-Por favor Kikyo -le dijo la pelirroja con ojos de perrito. Kikyo no pudo evitar sonreír.

-Está bien -accedió la pelinegra sorprendiendo al par de hombres-. Allí estaremos.

Sesshomaru tragó en seco. Una cena navideña con Rin y Kikyo, por supuesto, ¿qué podría salir mal? Absolutamente todo.


¡Hola! Acá les dejo un nuevo capítulo donde conocemos un poco de la relación entre los padres de Rin y el por que odia tanto ser la "amante".

Muchas gracias por sus reviews y por leer esta historia. ¡Un beso!