Capitulo 12

- ¿Me prestas tu auto? – pidió Iris con alegría.

- Yo te llevo – respondió Kenta, para después ambos ponerse de pie y dirigirse a la cochera.

- No me quedare aquí – dijo Naomi al verlos partir, tomo del perchero un ligero sweater de seda – ¿No vienes? – pregunto a su hija menor mientras se ponía la prenda, la niña simplemente negó con la cabeza con gesto serio. Naomi noto el cambio de humor de la pequeña Illya, así que se acercó a ella – cuando vuelva hablaremos si quieres –

- Si – fue la simple respuesta de Illya. Naomi sonrió ligeramente mirándola con ternura.

- ¿Sabes que quisiera? – Pregunto con voz calmada – que no que no crecieras tan rápido – acaricio la mejilla de su hija, antes de salir de ahí a paso apresurado.

*La pequeña platinada se apoyó en la pared que tenía cerca con los brazos cruzados, se sentía confundida, ella quería a Arturia, en ese poco tiempo que tenia de conocerla se habían hecho buenas amigas y el hecho de que su hermana estuviera enamorada de ella no le molestaba mucho, sin embargo también quería a Kiritsugu y no le parecía justo lo que su hermana le estaba haciendo, pues desde que tenía uso de razón los había visto juntos, Kiritsugu se veía feliz y su hermana se veía conforme con eso, algo le decía que Iris se enamoró más de la idea de ellos juntos, que del chico en sí, lo cual no era bueno para nadie, Iris debió haberse dado cuenta, antes de que todo esto pasara, pero podría culparla, no es como si un día te despertaras y supieras que la persona con la cual has estado por años no es en realidad el amor de tu vida, además de que las personas a su alrededor se encargaban de decirle que estar con Kiritsugu era la mejor decisión de su vida, eso hace que cualquiera se lo crea y trate de darlo por hecho. Por el momento eso no era lo importante, sea como sea, las cosas ya habían pasado, y solo quedaba aceptarlo, ahora solo podía pensar en Kiritsugu, él debía estar devastado y con justa razón, salió de sus pensamientos dándose cuenta que definitivamente estaba sola en la gran casa. Suspiro, sabía lo que tenía que hacer, tal vez no sería de mucha ayuda, pero esperaba que al menos sirviera de algo.*

En la florería, Arturia y Saeko estaban en medio de un abrazo emotivo de despedida, mientras fuera del lugar estaba un taxista subiendo el equipaje de la rubia menor en el auto.

- Cuídate – deseo Arturia luego de separarse de su madre.

- Tú cuídate, yo voy a divertirme mucho – dijo Saeko con una pícara sonrisa, Nat le devolvió el gesto y después camino hacia el taxi – Oye – la voz de su madre hizo que volviera su vista a ella – no hiciste nada malo – aclaro Saeko con seriedad. Arturia lo pensó un momento.

- Si lo hice… y volvería a hacerlo – respondió, muy a pesar de todo, no se arrepentía de lo que ocurrió, luego de eso se subió al taxi que la llevaría a su nueva vida o más bien su intento de superar a la platinada.

Kiritsugu había llegado al apartamento que antes compartía con su esposa, se sentía tan vacío estando ahí solo, observo todo el lugar con nostalgia, tantas cosas que planeo, tantas metas por cumplir, todo eso se evaporaba en pocos segundos, no podía vivir en él, no si quería superarlo y salir adelante. Y hablando de superar, había algo más que debía hacer para dar todo por terminado.

Fue hacia a azotea, llego hasta el muro de seguridad y subió a una pequeña banca para ver sobre él, la vista era increíble, se lamentaba habérsela perdido por mucho tiempo, solo por un estúpido miedo subconsciente (léase capítulo 4) estuvo un buen rato admirando el paisaje, cuando algo o más bien alguien lo interrumpió.

- ¿Por qué no comes pudin después del desayuno? – Esa voz y esa pregunta, provocaron que sonriera sinceramente – lo comes después de comer o de cenar, ¿Por qué no en la mañana? – Illya había decidido ir hasta el apartamento del pelinegro para darle apoyo moral– creo que eso es extraño – la pequeña se detuvo, dándose cuenta de que Kiritsugu seguía dándole la espalda – sigues triste ¿no? –

- Sí, estoy triste – respondió el pelinegro volteando ligeramente para verla por sobre el hombro. Illya se dirigió hacia donde estaba él.

- Sabia que estarías triste, te traje dulces – le ofreció una bolsita de color rosa, Kiritsugu acepto el obsequio dando un ligero "gracias" luego se sentó en el muro siendo seguido por Illya – no sabía cuáles eran tus favoritos, así que compre varios – el pelinegro trato de sonreírle, pero no pudo, las lágrimas que había contenido, salieron sin que él pudiera detenerlas, mientras ligeros sollozos se escapaban de sus labios

- Lo siento Illya, lo siento – se disculpó desviando la mirada de la niña para no sentirse avergonzado ante su muestra de debilidad – yo solo – tomo aire para guardar la compostura – quería hacer lo correcto y… ahora creo que no debí… porque, si se hubiera quedado conmigo por la culpa eso habría estado bien ¿no crees? – pregunto aun sabiendo la respuesta, pero él era humano y todos tenemos nuestros momentos de egoísmo sobre todo cuando nos damos cuenta de que, de las decisiones que tomamos, somos nosotros los más afectados, la niña se quedó callada para no hacerlo sentir mal, luego dijo algo que esperaba le animara un poco.

- Mi maestra de mate siempre le dice algo a las personas que están tristes, dice que todo problema tiene solución si tienes una bolsa grande de basura – se sintió recompensaba al escuchar cómo, en medio de su llanto, Kiritsugu reía ligeramente.

- ¿Eso qué significa? – pregunto ya más calmado.

- No lo sé, ella es rara – respondió riendo también. El pelinegro la abrazo por el hombro.

- Debí haberme casado contigo – dijo a modo de broma.

- Tal vez en 10 años, si sigues solo podremos casarnos – le siguió Illya con calma. Kiritsugu solo le sonrió.

- Es extraño sabes, desde que nos conocimos, temí que fuera a dejarme – confeso.

- No debes tener miedo, puedes hacer lo que quieras – aconsejo la niña. Kiritsugu le dio un beso en la frente a modo de agradecimiento.


- Acelera por favor, aquí a la izquierda – indico Iris a su padre, que conducía el auto con ella en el asiento del copiloto.

- Creo que si no es Kiritsugu, debe haber otros peces en el agua… me refiero a hombres – aconsejaba Naomi desde el asiento trasero.

- ¿Derecho? – pregunto Kenta ignorando a su esposa.

- Si – respondió Iris sin dejar de ver las calles, también ignorando a su madre.

- Es algo emociónate ¿no crees? – hablo Kenta con una sonrisa.

- ¿Qué pasara con mis nietos? ¿Quién me dará nietos? – pregunto Naomi queriendo ser notada. Ante esa pregunta, las dos personas en el auto prestaron atención.

- Creo que hay un maravilloso invento llamado inseminación y algunos pavos – respondió su esposo.

- En la esquina, por favor – Iris dio la última indicación sintiendo los nervios a flor de piel. El auto se detuvo frente a la florería y Iris se alisto para salir.

- ¿Dónde se conocieron? – le pregunto Kenta antes de que se fuera.

- En mi boda –

- Pero es poco tiempo, ¿Cómo puedes estar segura? – alego la señora Einzbern queriendo detener esta locura.

- Lo supe en tres segundos – aclaro Iris con una sonrisa al recordar ese momento, después salió del auto y camino hacia la tienda.

- He sabido de amor a primera vista – comento Kenta cuando su hija se hubiera ido – en Francia le dicen "clic" –

- Claro, son degenerados – dijo Naomi asomándose lo más que pudo por la ventana del auto para ver la situación que se iba a suscitar en la tienda.

Iris entro con prisa y busco a la rubia con la mirada, pero solo se encontró con la madre de Arturia, que atendía a una mujer de avanzada edad.

- ¿Arturia está aquí? – pregunto directamente, olvidándose de los modales. La rubia mayor se sorprendió ante la presencia y pregunta de la chica.

- Podrías intentarlo de nuevo – pidió Saeko con seriedad. Ante eso la platinada trato de serenarse un poco.

- Hum… hola, por favor ¿esta Arturia? – su mirada denotaba preocupación, Saeko suspiro antes de responder.

- Eres ella cierto, la chica –

- Sí, soy yo – dijo con dificultad esperando que la mujer no se negara a ayudarle.

- Y tienes esposo – siguió Saeko. La señora que sobraba en esa conversación, paso de estar sonriente a sorprendida.

- Lo deje… bueno él me dejo, no importa termino – aclaro con calma.

- Así que entonces… eres libre – hablo Saeko mientras una sonrisa se formaba en su rostro – y tu amas a mi hija – la señora que sobraba se sorprendió mas y exclamo "Dios" en voz baja. Saeko sin dejar de sonreír se quitó la cangurera – ¿alguna vez ha vendido flores? – le pregunto a la mujer luego literalmente le arrojo la cangurera para después salir de la tienda con la platinada.

Fuera del lugar, estaban los señores Einzbern viendo por la ventana, y cuando se dieron cuenta de que las mujeres salían, corrieron hacia el auto y aparentaron no haber visto nada.

En un taxi, a varios metros de ahí, se encontraba Arturia mirando por la ventana como el tráfico aumentaba, mientras el conductor tenía una íntima conversación con la que al parecer era su pareja.

- Disculpe – trato de llamarlo, pero este no le prestaba atención - ¡Disculpe! – repitió con más fuerza. Y esta vez el conductor la escucho.

- Le molesta, estoy en medio de una conversación – dijo con irritación.

- ¿Este es el mejor camino? ¿Por qué el trafico…? – intento quejarse pero el conductor volvió a su conversación ignorándola. La rubia se resignó, no tenía prisa pues había salido con tiempo de antelación.

En el auto Einzbern, ahora manejaba Iris con la señora Saeko en el asiento de copiloto, sus padres estaban en los asientos traseros. Naomi miraba al frente, hasta que se decidió a hablar de lo que había estado rondando en su mente desde que salieron de casa.

- Te equivocas Kenta, siempre fuiste suficiente para mí – quiso dejar eso claro, pues estaba segura que nunca conocería a otro hombre que aguantara sus caprichos y comentarios ofensivos, y aun así siguiera estando a su lado, definitivamente nunca podría reemplazar a Kenta.

- No ahora – dijo Kenta, generando una tensión en el ambiente, Naomi suspiro y dirigió su vista al frente – hay pastillas que puedo tomar – ante eso Naomi volvió a verlo – puedo comprar algunas – termino de decir, haciendo que su esposa sonriera – si tu… pudieras ser más amable – pidió con un poco de miedo a la posible reacción de su mujer. Naomi lo miro con calma.

- Claro que si – se prometió ser un poco más comprensiva con su, a veces, alocado esposo. Iris vio esa interacción por el retrovisor y sonrió sabiendo que las cosas para ellos también iban a ir por buen camino.

- Cariño – llamo Kenta a su hija – aquí a la izquierda, es más rápido – aconsejo. Su esposa sonrió.

- Bien hecho – felicito Naomi. Iris hizo lo recomendado, para encontrarse con un embotellamiento debido a una construcción (creo), trato de ir en reversa pero más autos se habían quedado atascados detrás de ella – tres hurras para mi esposo, aunque no sirva para nada – comento sarcásticamente.

- Fue la luna de miel más corta de la historia – dijo Kenta con lamento (eso rima).

Iris al ver la situación, empezó a sentir desesperación, saco su celular del bolsillo y marco al número de la rubia, deseando que no fuera tarde.

Arturia, que también estaba atorada en el tráfico, sintió su celular vibrar y sin siquiera ver el identificador, contesto.

- ¿Hola? –

- Arturia escucha, tenemos que hablar, todo cambio – hablo rápidamente Iris.

- No hay nada que decir, no puedes con esto – le interrumpió la rubia, mientras por su ventana pasaba un ciclista en dirección contraria cantando "Happy Together" (recuerden esto, más adelante sabrán porque) – adiós – colgó instantáneamente luego de eso.

La platinada se sintió desanimada ante esa respuesta.

- Y ¿Qué te dijo? – pregunto Kenta.

- ¿Volverá? ¿Hablaran o…? – aporto Saeko, pero la platinada hablo.

- No, ya termino –

- Genial – dijo Naomi, todos en el auto se volvieron a verla con reproche – Entiéndanme – se defendió un poco apenada (si, entiéndala, a la mujer le acababan de decir que su hija, la cual toda su vida tuvo novios, ahora es lesbiana).

Todos se acomodaron en sus asientos pensando en que hacer, Iris se estaba planteando la posibilidad de tomar un vuelo Inglaterra (lugar donde ira la rubia), cuando un ciclista paso por su ventana cantando una canción que estaba segura de haber escuchado antes.

- Esa canción – exclamo mientras se asomaba por la ventana del auto, luego una gota de esperanza surgió – ya había escuchado esa canción – razono sonriendo.

- ¿De que estas hablando? – pregunto una curiosa Naomi.

Iris simplemente utilizo la puerta para subir al techo del vehículo.

- Oye cuidado con el auto – pidió Kenta, para recibir un codazo cortesía de su esposa – bueno está bien, cuida el auto –

Ya en el techo, Iris miro todos los vehículos atrapados, intentando descubrir en cuál de esos estaba su rubia.

- ¡Arturia! – Grito, llamando la atención de los conductores y pasajeros de los autos más cercanos - ¡Arturia! –

- Ay por dios – exclamo Naomi en voz baja, viendo el papelón que armaba su hija.

- ¡Arturia! – Seguía gritando, todo lo que podía - ¡Arturia, por favor! –

- No podría ser más vergonzoso – volvió a decir Naomi aun en el interior del auto.

- ¡Arturia! – Iris sabía que no podría ser escuchada habiendo tanto espacio en el lugar, así que recordó lo que Arturia le había enseñado en su primera cita, puso ambas manos en su vientre tensándolo todo lo que pudo, tomo aire y entonces – ¡ERES MALO NÚMERO NUEVE! – grito fuertemente, como nunca en su vida había gritado, haciendo que definitivamente todas las personas en el lugar, incluyendo la rubia, dirigieran su atención a ella.

Arturia aun en el taxi, no podía creer lo que había escuchado, por lo que salió del vehículo para comprobarlo, una vez fuera subió a una de las máquinas de carga que obstruía el tráfico y ahí pudo ver a la platinada parada sobre un auto.

Iris sonrió al verla.

- ¡ARTURIA, PUEDO HACERLO, POR FAVOR PERMÍTEME DEMOSTRÁRTELO! – grito la platinada aun sonriendo. Arturia desde su posición solo pudo observarla incrédula y después sonrió con emoción.

Para Iris esa era la mejor respuesta que en su vida le habían dado. Ambas chicas se bajaron de los lugares donde estaban, y salieron corriendo con dirección a la otra a través de los autos. Los señores Einzbern salieron del auto para poder verlas reunirse, Saeko solo saco su cabeza por la ventana del auto.

Ellas solo seguían corriendo a su encuentro sin inmutarse por la mirada curiosa de los demás conductores. Cuando estuvieron frente a la otra, se abrazaron no queriendo separarse nunca, pero Iris tenía que hacer algo más para fuera perfecto separándose un poco de la rubia, la besó, no importándole nada. A su alrededor muchas personas vieron esa escena, algunas con una sonrisa, otras con morbo y unas cuantas con horror, entre ellas estaban los señores Einzbern, que ante es muestra de afecto, se besaron también, Saeko solo toco el claxon del auto a modo de celebración.

Se separaron del beso por falta de aire, pero mantuvieron sus frentes juntas, mientras reían de felicidad.

Semanas después.

En un avión, se encontraba Kiritsugu caminando por el pasillo buscando su asiento. El divorcio ya había sido dado, y él decidió que lo mejor era irse, pues estaba seguro que mientras más cerca estuviera de la platinada más difícil le seria olvidarla. Aprovecho el hecho de que estaba libre para poder viajar a los mejores lugares turísticos del mundo, y así poder terminar su libro. Cuando encontró su asiento se dio cuenta que no estaría solo, pues una mujer rubia ocupaba el asiento al lado de la ventana, dejando el del medio libre, ya que el suyo era el que estaba al lado del pasillo.

- Hola – saludo con una sonrisa cortes.

- Hola – le devolvió la rubia viéndolo con interés.

En un amplio departamento, Shiro estaba en bata de baño bailando ligeramente mientras tarareaba la canción "Happy Together". Luego se dirigio a una mujer pelirroja (Shiho) que estaba sentada en el sofá, con la intención de tomar a una pequeña y hermosa bebe rubia de sus brazos.

Al momento de cargarla, se acostó en otro sofá mientras veía a la niña con adoración.

- Hola – dijo con ternura a la que, a partir de ahora, sería el único amor de su vida.

En un parque para niños, la pequeña Illya jugaba con su novio en el gira-gira (así le dicen en mi país) mientras ambos tarareaban la canción "Happy Together".

Volviendo al avión, Kiritsugu revisaba la libreta donde escribiría toda la información de los lugares que visitaría, cuando noto la mirada de curiosidad que le dirigía su acompañante.

- Es que estoy haciendo anotaciones para el libro que escribo – le informo sonriente.

- ¿Escribes un libro? – pregunto impresionada.

- Si, así es – respondió con calma. La chica asintió mientras buscaba un comentario inteligente que decir.

- Porque se leer – sí, fue lo más inteligente que pudo decir. Cuando entro en razón de la tremenda tontería que dijo se dio un golpe mental, volteando su vista a la ventana ocultando su vergüenza.

En otro parque de Kioto, sentada en una banca, estaba Arturia moviendo con sus pies las hojas que habían caído de los árboles, segundos después apareció Iris con dos tazas de café calientes, al llegar a la banca se sentó a la par de Arturia, acurrucándose con ella le dio su bebida.

- Hace frió – comento Arturia.

- No, esta rico – contradijo Iris, pero una corriente helada le hizo cambiar de opinión – hace frió – dijo acurrucándose más con la rubia.

Arturia solo sonrió en respuesta, ambas se quedaron en silencio disfrutando de su mutua compañía.

- ¿Cuánto durara el vuelo? – pregunto Kiritsugu.

- Como 24 horas – respondió la rubia.

- Genial –

- Suficiente tiempo – continuo la rubia de forma sugestiva, Kiritsugu solo pudo mirar al frente y sonreír con emoción.

Lectores anónimos: Muchas gracias

Pd: Tengo pagina de facebook por si quieren leer doujin traducidos de love live, symphogear, Mai Hime, los espero con ansias, me pueden encontrar como: Mapache Curioso, espero su visita ansiosamente.

Pd: Si quieren otra historia adaptada o traducida no duden en pedirla.