Nota de la autora: Este es un fic de exhibición para el Scratch That Niche Fic Fest. Alpha Love para TheFrenchPress, quien ayudó a que este capítulo fuera tan contundente emocionalmente como es. Beta Love para CorvusDraconis, el mejor pájaro que constantemente me inspira a escribir mejor. Este fic está completo y en fase beta y se publicará una vez por semana.
Las noches se hicieron más cortas a medida que la primavera cobraba vida. Marzo dio paso a abril fácilmente. La playa ya no estaba fría, el sol calentaba las conchas y la arena hasta el punto de que podía meter los pies en ella mientras observaba las mareas ir y venir.
Pasaron las semanas y no había noticias de Severus. Ella había tratado de contactarlo a través del espejo, pero éste emitió ondas doradas durante más de una hora sin respuesta. Una parte de ella temía lo peor, pero habría sabido que si él hubiera muerto o hubiera sido descubierto, todo habría estado en Pottervigilancia.
Hermione era una tonta, y su corazón traicionero lloraba y suspiraba por algo que no era nada en absoluto.
Pero también tenía muchas cosas que la distraían de eso. Se estaban ultimando los detalles del plan para que ella entrara a Gringotts haciéndose pasar por Bellatrix. Hermione se encontró excluida de más conversaciones al respecto de las que le hubiera gustado. Remus era a menudo quien la enviaba a alguna tarea necesaria con una expresión extraña.
Y luego estaba su brazo, con la maldición Pudresangre resistiéndose a desaparecer. El dolor había regresado, pero podía controlarlo con pociones para el dolor y aspirinas muggles. Había comenzado a tomar aspirina para ayudar a reducir su dependencia a las pociones de alivio para el dolor. No tenía sentido volverse adicta. Después de todo este tiempo, aunque no había vuelto a ser tan malo como al principio, sin él para hacerse cargo, ella misma iba a tener que quitarse el vendaje. Lo único que le pareció correcto fue ir a la cala a hacerlo. El olor antes de quitárselo solo le dijo que no había manera de contenerlo en la casa, no estando tan cerca de la luna llena, y el sentido del olfato de Bill intensificado.
Hermione dejó el espejo sobre la roca y lo llamó de nuevo. Todavía ondulaba en color dorado, y ella esperaba que él respondiera mientras ella quitaba la venda. Hermione no tenía los remedios que él había traído, ni siquiera sabía cuáles eran. Una parte de ella estaba enojada consigo misma por no haber preguntado, pero en ese momento no parecía ser algo de qué preocuparse.
Todo lo que tenía era díctamo y un trozo de madera flotante que había transfigurado en una mordedera para usar debido al dolor. Hermione cerró los ojos por un momento, preparándose para el dolor que sabía que vendría. Sus dedos comenzaron a trabajar, el vendaje luchando contra ella y haciendo que un difícil proceso lo fuera aún más. Cuando deshizo la venda encantada, las lágrimas corrían por su rostro. No le había dicho mentiras, todo era un absoluto desastre.
Las letras que formaban la palabra "Sangre Sucia" en su piel todavía estaban rojas, pero habían sanado. Tiró la venda a un lado y comenzó a aplicar el díctamo. Ella gritó contra la mordedera mientras parecía como si su piel se encendiera en llamas. Si era honesta consigo misma, lo único que le decía que no estaba en llamas era que no había llamas. Su herida siseó y burbujeó furiosamente, y ella se acurrucó sobre sí misma, incapaz de moverse por el dolor. Su cabello cayó alrededor de su rostro mientras jadeaba y lloraba por el fuerte ardor, sus hombros temblaban.
El espejo sobre la roca todavía ondulaba con un brillo dorado, sin respuesta procedente del otro lado.
Parpadeando entre lágrimas, Hermione supo que tenía que hacer algo. Obviamente, el díctamo no era el mejor tratamiento. Pero ella no tenía nada más en este momento. Las olas chocaban contra la orilla y las rocas, una cacofonía amortiguada contra sus gritos de dolor mientras intentaba limpiar los restos del líquido y aliviar el dolor. Sólo le causó un dolor tan intenso que su visión se nubló por un momento y estuvo segura de que se desmayaría.
La sensación de fuego subió por su brazo y el pánico se apoderó de ella, imaginando que la maldición la iba a consumir por completo. Por instinto, Hermione hizo lo que haría cualquier otro humano cuando se considerara en llamas. Ella se tambaleó desde la roca y cayó en la arena con el brazo acunado cerca de ella. Sobre manos y rodillas, gateó hacia el agua, ignorando los cortes que le causaban las piedras afiladas en la palma. Escupió la mordedera mientras gritaba.
Hermione se sumergió en las olas, el agua salada y la arena le picaban los ojos, pero realmente quería que el ardor se detuviera. Las olas entrantes la derribaron y terminó bajo la superficie. Por un momento, sintió como si la fuera a arrastrar mar adentro, la corriente era más fuerte de lo que había previsto. Hermione ya había perdido el equilibrio, no podía decir en qué dirección estaba arriba en su estupor inducido por el dolor.
Algo firme y gomoso la empujó con fuerza, enviándola tambaleándose hacia la orilla y sacándole todo el aire de los pulmones. Sus rodillas golpearon una roca y la rodeó con su brazo sano, levantándose por encima del agua. Hermione jadeó por aire cuando su rostro salió a la superficie, todo su cuerpo empapado. El agua ahora era tan profunda como sus rodillas, pero ella estaba de rodillas, luchando contra la fuerza del oleaje que amenazaba con arrastrarla de nuevo.
Su táctica funcionó incluso si casi la había ahogado, el fuego amainó dando lugar al escozor del agua salada en las heridas abiertas. No tenía idea de cuánto tiempo permaneció sentada allí, el agua hacía que le picara todo su cuerpo. Débilmente, salió del agua y se acurrucó en la roca tratando de recuperar el aliento. El espejo ya no brillaba en dorado y reflejaba la luz de la luna hacia el cielo como un faro. Lo tomó con la mano, lo apretó contra su pecho y apoyó la cabeza contra la piedra. Demasiado cansada para hacer algo, incluso secarse. Cerró los ojos por un momento, necesitando sólo un momento para descansar.
Un crujido de botas contra la arena y las conchas la despertó.
La esperanza estalló en su pecho inmediatamente, incluso antes de que abriera los ojos. Se sentía pesada, ni siquiera podía levantar la cabeza.
"Por las tetas de Morgana, ¿dime que no intentaste ahogarte?"
Manos cálidas estaban sobre sus hombros helados, levantándola hasta sentarla. Hermione abrió los ojos para ver unos ojos negros inspeccionando los suyos. Una repentina necesidad de explicar todo la invadió, incluso cuando sus labios temblaban. Todo salió en un revoltijo de palabras. "Severus, yo... fuego. Estaba en llamas, el díctamo".
La acusación pareció desaparecer de sus ojos y se quitó la túnica exterior, maldiciendo en voz baja. De repente estaba seca y su ropa ya no estaba cargada de agua de mar. Entonces, su túnica exterior la rodeó, reconfortándola con mayor calidez. Severus tenía su varita en su cara, lanzando hechizos sobre ella.
"No debería haberte dejado sola con esto", murmuró, sacando su brazo del aislamiento de tela negra y tirando hacia atrás la manga. "Esta maldición está diseñada para acelerarse con el uso del díctamo, lo que significa que cualquiera que busque atención médica sólo exacerbará el daño".
Hermione parpadeó, concentrándose en sus palabras mientras recuperaba la capacidad de concentrarse. "No podía esperar más. Me quemaba."
Su mandíbula se movió, sus dientes quedaron expuestos detrás de sus finos labios mientras parecía gruñirle a su brazo. Severus no dijo nada, sin mirarla a la cara mientras centraba toda su atención en las marcas de ampollas en su brazo. Comparado con el dolor que acababa de experimentar, su tratamiento no fue nada.
"No puedo sentir mis dedos", suspiró mientras él trabajaba.
"Te cortaste las manos con las rocas", su voz era suave. "Les he puesto un ungüento anestésico para mitigar el dolor".
Hermione asintió, respirando profundamente. "Gracias por venir."
"No me agradezcas", dijo Severus, sus ojos oscuros se encontraron con los de ella.
Ella sacudió su cabeza. "Demasiado tarde."
"Bruja terca", exhaló. Hermione lo observó mientras envolvía el vendaje sobre su brazo nuevamente, el alivio la atravesó. Dejó escapar un gemido de alivio y su respiración se hizo más lenta.
"Vamos a ponerte de pie, así puedo quitarte el resto de la arena", dijo Severus, moviendo sus manos debajo de sus axilas y levantándola.
Hermione puso los pies en la arena, sus zapatos todavía chapoteaban por el agua, pero sus rodillas se doblaron y se encontró envolviendo sus brazos alrededor de su cuello para no caer a las rocas. Sus manos se movieron alrededor de su espalda, acercándola a él.
Miró unos ojos oscuros que ahora estaban muy abiertos, con sus rostros a centímetros el uno del otro. Todo se calmó. Hermione sintió como si estuviera cayendo en la profundidad de esos ojos otra vez, su corazón latía con fuerza en sus oídos mientras el calor se extendía por su cuello. No era como el fuego de la maldición, era algo más que surgía del calor de tener sus brazos alrededor de ella y su pecho presionado contra el de ella.
Como si se unieran por alguna fuerza externa, Hermione sintió que él la sujetaba con más fuerza y se inclinó hacia ella. Su aliento recorrió su rostro, podía sentir el calor de su rostro en el de ella.
Y luego acortó la distancia, sus labios presionando los de ella. Su estómago explotó en una nube de mariposas, su corazón de repente como un pájaro que quisiera escapar de la jaula de sus costillas. Sus brazos se apretaron alrededor de él mientras le devolvía el beso, presionando los dedos de sus pies. Sus ojos se cerraron mientras se entregaba a las sensaciones.
Nunca nada en su vida se había sentido tan bien. Una de sus manos presionó su cintura y la otra se movió para tomar su cabeza, cambiando el ángulo para poder besarla más profundamente. Hermione enredó sus dedos en el cabello de la parte posterior de su cabeza y la otra mano presionó su hombro.
Y luego él se apartó de ella. "No. Esto no es apropiado, eres una niña".
Hermione abrió los ojos de golpe y frunció el ceño. "Cumplí 18 años el pasado septiembre".
Sus manos la soltaron, su cabeza temblaba. "No puedo, no podemos. Debemos parar".
"¿Por qué?" Ella jadeó, todavía aferrándose a él para obtener estabilidad y no queriendo dejarlo ir.
Sus ojos oscuros se abrieron y sus labios se fruncieron. "No deseo hacerte daño, que es lo que inevitablemente haré".
Hermione se rió sin aliento. Casi se había ahogado y una maldición corría por sus venas intentando matarla. "No puedes lastimarme, no más de lo que ya he sido lastimada".
La expresión de Severus se oscureció y endureció. "Hermio- señorita Granger, le aseguro que puedo".
Se dio cuenta de que él la estaba alejando y no quería que volviera a huir. No cuando todo había llegado a este punto y la guerra estaba alcanzando un momento álgido. Ella no dejaría que su último encuentro terminara con él alejándose de ella otra vez. "Por favor, Severus."
"No, no..." su voz se tensó, y cerró los ojos, su frente tocando la de ella. "-me ruegues. No me pidas que te rompa. Todo lo que toco se rompe".
Ella presionó su frente contra la de él, su voz se quebró cuando le admitió sus miedos. "Podríamos morir mañana, en dos días irrumpiremos en Gringotts para robar un Horrocrux. No quiero morir con el arrepentimiento de nunca haber sabido, de nunca haber sentido…" no pudo terminar, su voz se quebró por las emociones que no tenían palabras.
Severus abrió los ojos de golpe y Hermione vio algo detrás de ellos, una expresión que nunca había visto antes. "Que el infierno se lleve mi alma por esto".
Sus labios presionaron los de ella de nuevo, las manos que la habían estado alejando la acercaron a él. Ella hundió los dedos en su abrigo, tirando ansiosamente de él mientras le devolvía el beso. Sus labios se abrieron y él la invadió, besándola como si tuviera un antídoto debajo de la lengua.
Manos callosas se movieron debajo de su jersey, los pulgares rozaron sus costillas mientras los dedos se clavaban en su espalda.
La transición de estar de pie a arrodillarse fue apenas perceptible, sus labios se habían movido por la base de su cuello, encendiendo un fuego en sus entrañas que nunca antes había experimentado. Los dedos de Hermione no tenían experiencia con la cantidad de botones, pero no se dejaría disuadir. Una urgencia la presionaba, una necesidad como una picazón que quemaba al ser rascada bajo la piel.
Hermione solo notó que él le quitó el jersey porque sus labios se separaron de los de ella, solo para volver a aplastarse unos contra otros. Se encontró recostada sobre su túnica exterior, Severus sosteniéndose sobre ella, su levita colgando abierta sobre ella.
Nunca antes había presenciado la pasión en esos ojos negros, y eso hizo que se le cerrara la garganta y se le cortara la respiración. Su cabello lacio enmarcaba su rostro, el brillo de la luna llena atravesaba la cortina de cabello en algunos lugares.
"Dime que pare", jadeó contra sus labios. "Dime que pare y esto termina aquí".
Hermione lo agarró de los brazos y se movió para poder envolver sus piernas alrededor de sus caderas. Ella le suplicó: "Por favor, no pares".
Un hechizo susurrado, y ella se encontró con su cuerpo desnudo presionado contra el de ella. Sus dedos exploraron su piel con entusiasmo, moviéndose por sus brazos y hombros.
"¿Tú has... eres?" La voz de Severus se tensó, vibrando a través de ella mientras movía su boca hacia su oído.
Ella tembló debajo de él, sabiendo lo que estaba preguntando. "Lo soy. No lo he hecho".
Si la maldición que salió de sus labios era negativa o positiva, ella no podría decirlo y no tuvo tiempo de pensar en ello mientras su mano recorría su cuerpo, su pulgar presionando su cadera. Su estómago se apretó de una manera que nunca antes había experimentado, y jadeó en el aire de la noche ante la avalancha de calor que causaba.
Sus manos recorrieron su espalda, trazando su extensión mientras su boca capturaba su pezón. Su espalda se curvó y sus pulmones trabajaron horas extras con cada nueva sensación. Cuando su mano se movió entre sus piernas, Hermione no estaba segura de qué esperar, pero no había sido el relámpago que se arqueó a través de su columna.
"Misericordioso Merlín Hermione, estás tan mojada", su voz se hundió en la piel entre sus pechos donde apoyaba su cabeza.
Hermione tragó y sus dedos se clavaron en su espalda. "¿Eso está bien?"
"Sí, bien", susurró, moviendo los dedos de tal manera que sus muslos comenzaron a temblar. Se sentía como si estuviera haciendo que la gravedad de todo el planeta se centrara en ese punto de su cuerpo. Todo lo demás era liviano en comparación con el peso que había allí.
Cuando se detuvo, un gemido desesperado la abandonó involuntariamente, pero él la silenció con un beso que ardió como la superficie del sol. Sus manos tomaron su rostro y ella sintió que se hundía en la locura por la magia de su toque.
"Si esto te duele, dime que pare. No… no debería", respiró Severus dentro de ella.
Ella asintió suavemente y sus manos se movieron hacia su pecho mientras él se acomodaba. Los dedos de ella rodearon temblorosamente el vello alrededor de los pezones de él. Ambas manos de él abandonaron su rostro y agarraron las caderas de ella. La luna brillaba contra su silueta mientras ella lo miraba, expectante. Dobló las rodillas, esperando estar ayudando más que obstaculizando.
Contra las partes más íntimas de ella, ella lo sintió y tragó, preparada para algún tipo de dolor. Todas las chicas de su año que habían hablado de sus primeras veces siempre habían hablado de lo doloroso que había sido. Pero Hermione descubrió que no tenía miedo, que no había lugar para sentir miedo con todo lo demás abarrotando su mente.
La sensación era diferente, una sensación de presión e invasión nueva e inesperada. Esperó el dolor, con los ojos cerrados por la expectativa. Su cuerpo se estiró alrededor de él, esa necesidad en ella se sintió saciada por un momento.
"Hermione, mírame", la llamó Severus.
Abrió los ojos y descubrió que Severus estaba buscando su rostro, las sombras proyectadas por la luna hacían que su rostro pareciera de otro mundo. Hermione levantó la mano, lo agarró por los hombros y lo atrajo hacia ella. Él no se resistió y dejó que sus labios chocaran.
Ella la envolvió en sus brazos, rodeándolo mientras él comenzaba a moverse lentamente al principio, provocando sonidos de su garganta que nunca antes había pronunciado. Él gimió en su boca, su respiración se volvió rápida y corta.
"Joder", maldijo mientras una onda expansiva de placer la recorría. Él sonrió contra sus labios, ella sintió la curva de sus labios justo antes de que él soltara una maldición nuevamente.
Sus movimientos eran apresurados ahora, y Hermione se aferró a sus hombros, su boca presionando besos en su piel entre respiraciones y gemidos. No había lugar en su mente para el pensamiento, para las palabras, sólo la sensación de él y el éxtasis creciente que se apoderaba de sus sentidos. Los sonidos de piel contra piel parecieron caer bajo el sonido del agua detrás de ellos, que resonó a su alrededor.
Justo cuando pensaba que no había manera de que los latidos de su corazón se aceleraran, Severus movió una de sus manos desde sus caderas hacia donde había aplicado presión por primera vez entre sus piernas. Sus rodillas se doblaron mientras su espalda se arqueaba, sus manos volando hacia las túnicas en el suelo apretándose en ellas. Sus entrañas latían a su alrededor y Hermione sintió como si su visión casi se volviera negra.
"Sí, Hermione así", la animó Severus con voz ronca, y lo hizo de nuevo, sus dedos moviéndose con la misma velocidad que sus caderas contra ella. El aire se le escapó y sintió que no podía respirar por un momento. Sentía que todo su cuerpo se estaba comprimiendo. Su sangre tronó detrás de sus ojos, y justo cuando pensó que se iba a desmayar, algo en ella sintió como si se rompiera. Su visión se volvió blanca y su garganta ahogó un sonido cuando sintió un espasmo en la pelvis.
Severus maldijo, su paso era exasperantemente rápido, y luego se inclinó hacia ella, gimiendo un sonido que ella nunca pensó que escucharía de su garganta. Era como el gruñido de un animal, profundamente primitivo y feroz. Su cara presionó la extensión de piel entre sus pechos.
Hermione no podía moverse, todo zumbaba y le temblaban las piernas. Débilmente, logró pasar su brazo alrededor de él, con la mano extendida contra su espalda.
Hermoine no podía decir cuánto tiempo permanecieron allí. El mundo apenas había comenzado a enderezarse cuando ella sintió que él se alejaba de ella, dejando una sensación cálida y húmeda que no era exactamente cómoda. Ella apenas podía sentarse, pero él le ofreció la mano y la puso en esa posición. Su rostro era ilegible cuando tomó su ropa de la roca cercana y se la entregó. Sacó su varita y la apuntó.
Un miedo extraño se apoderó de su mente. ¿Ya se sentía tan avergonzado que iba a hacerla olvidar que esto sucedió? Estaba decidida a detenerlo y puso su mano en el extremo de su varita. "Si intentas obliviarme, no te perdonaré".
"Yo no estaba..." él pareció aturdido, y se dejó caer para sentarse junto a ella. "¿Me permitirás lanzarte un hechizo de limpieza y un encantamiento para asegurar que no surjan- consecuencias- no deseadas de esto?"
Hermione se sintió como una idiota y asintió, llevándose la mano a la frente para enmascarar su expresión de vergüenza.
Ella sintió la magia fluir sobre ella, eliminando la sensación resbaladiza entre sus piernas, y luego él se apartó de ella. Hermione no lo miró, escuchó el susurro de la tela y asumió que se estaba vistiendo. Ella también se vistió y necesitó su ayuda para ponerse de pie y ponerse los pantalones.
No se dijeron nada entre ellos mientras se recomponían. Sacó su túnica exterior de la arena y se la puso sobre el brazo. Hermione se rodeó con sus brazos y miró hacia el océano, la luna se había movido justo por encima del horizonte.
Él se paró junto a ella y miró hacia el agua. "¿Te arrepientes?"
"No lo hago", dijo con firmeza, sin mirarlo. "Simplemente no sé qué se supone que debemos hacer ahora".
Suspiró a su lado. "Nada. Tú vuelves a la cabaña y yo vuelvo al castillo".
"Y luego luchamos por nuestras vidas", se mordió el labio, sus emociones eran una vorágine.
"O morimos", dijo Severus con calma.
Su respiración se entrecortó y se giró hacia él. "No quiero que mueras".
"Ya lo dijiste antes", señaló el lugar en el suelo donde acababan de estar desnudos bajo la luna.
Hermione asintió con la cabeza. "Lo dije en serio, lo digo en serio".
Él asintió, todavía sin mirarla. "Te creo."
"¿Es esta la última vez que te veré?" Hermione ya sabía la respuesta, pero necesitaba escucharla de sus propios labios.
"Sí", asintió, volviéndose y encontrando su mirada. "Te dejaré todo lo que necesitas para que trates la maldición. No podemos arriesgarnos a otra reunión".
Cerró los ojos, intentando separar su mente de la montaña de emociones. Al abrir los ojos de nuevo, él estaba mirando hacia el mar. "¿Te arrepientes?"
Hermione observó cómo él se pasaba la lengua por los labios, humedeciéndolos antes de hablarle.
Su voz era firme y sin emociones. "No lo sé en este momento, pero veré cómo me siento por la mañana".
Se quedaron allí, observando en silencio las olas rompiendo contra las rocas. Algo, una manera de entenderse, se estableció entre ellos- sobre ellos, a Hermione le parecía tan real.
Pensó que podía extender la mano y tocarlo.
"¿Puedo preguntarte algo?" Hermione susurró por encima de las olas.
Él resopló. "Creo que acabas de hacerlo".
"Imagina que sucede lo imposible", continuó Hermione, ignorando su broma. "—y sobrevives a esto, ¿qué harías?"
Él frunció el ceño durante un largo momento antes de volverse hacia ella. "Me alejaría lo más posible de la Mancomunidad y nunca daría marcha atrás. Aquí no habrá nada para mí".
No era la respuesta que quería escuchar, pero claro, no estaba segura de saber qué respuesta quería escuchar. "Oh."
Severus se giró ahora, inclinándose hacia delante y depositando un beso en su frente. "Adiós, Hermione."
"Adiós, Severus", Hermione no podía moverse del lugar donde estaba, observando mientras él subía por el sendero que salía de la cala.
Su corazón se hundió, sabía que era la última vez que lo volvería a ver con vida. Todo en ella gritaba que corriera tras él, pero sabía que era inútil. Esto era la guerra y ambos tenían papeles que desempeñar. Si el destino decidía que vivieran para volver a hablar de ese día, eso ya no estaba en sus manos.
Nota de la autora: Ya solo queda un capítulo más de este fic. Espero que hayan disfrutado de esta inquietante y oscura historia de dos seres humanos que luchan contra fuerzas fuera de su control y encuentran consuelo el uno en el otro en lo que podría ser el precipicio de sus muertes.
Nota de la traductora: fue un capítulo hermoso y aún así... no los deja con un sentimiento de impotencia? Creo que eso habla de la habilidad de la autora porque yo creo que ese debe ser precisamente uno de los sentimientos más constantes en una guerra, la impotencia, el saber que lo que puedes hacer es limitado y que cosas tan importantes como tu vida, tu futuro y tu felicidad no están realmente en tus manos.
Debo decir que usualmente en los Sevmiones que ocurren durante la guerra yo prefiero el slow burn, pero este fic es una de esas maravillosas excepciones ya que la forma en la que la autora lo manejó fue magistral, porque en este punto, aunque hay atracción y entendimiento, no hay amor como tal, hay sentimientos, claro, ya que no creo que pudiera ser de otra forma con estos dos (aunque hasta ahora no sabemos mucho de lo que pasa por la mente de Severus) pero creo que la cuestión emocional es más bien acerca de las posibilidades, es el pensar, "si tuviéramos la oportunidad, ¿que podría pasar?¿Esa oportunidad de descubrirlo será una mas de las cosas que la guerra nos arrebate?".
Pero sobre todo, creo que su pasión tuvo más que ver con validarse, sentirse vivos, consolarse y tratar de alejar, aunque se un momento, la desesperanza. Y eso es lo que yo creo que hace la diferencia en este fic. Severus en canon no tenia esperanza, y aunque yo no creo que quisiera morir, si creo que lo prefería a seguir como estaba. Habrá que ver que tanto impacto tiene este momento en su vida, pero aún si muriera este recuerdo, creo yo, haría que al menos su partida fuera menos triste, porque se iría sabiendo que había alguien que pensaba que merecía más, a quien le importaba y que deseaba que viviera, y eso para alguien que a vivido una vida como la de él, es extremadamente valioso.
