El destino de Hoenn está en juego
Esta ciudad es una luz de esperanza para la humanidad
Por lo tanto, Ciudad LaRousse no puede caer
Debemos resistir

Poké Wars: La Resistencia

Despertar

22 de Noviembre

En una sala de interrogatorios de la Base Aérea Miyazaki. El mayor Eric Hagen se encontraba sentado en una mesa frente a un hombre vestido de traje y corbata. El oficial del Reino Espejismo tenía el brazo izquierdo inmovilizado en un cabestrillo, recuperándose de sus heridas sufridas en el Instituto Meteorológico. A un lado de la sala había un cristal unidireccional del cual el mayor estaba seguro de que habían más personas observando la conversación, o por la cámara de vigilancia visible en una esquina.

—¿Qué me puede decir usted acerca de Arthur Collins? Tengo entendido que colaboró estrechamente con ustedes los últimos dos meses—preguntó el hombre.

—Esto es por lo que ocurrió en el instituto ¿Verdad?

—Todavía estamos investigando el incidente. Pero con lo que hemos averiguado hasta el momento, hay figuras tanto el aparataje civil como militar que están preocupadas por las implicaciones de una persona capaz de causar semejante destrucción. Especialmente si existe el riesgo de que ocurra de nuevo.

Hagen suspiró.

—No es muy mal chico, les puedo asegurar eso. Por lo que tengo entendido tuvo algunos problemas de matonaje cuando era un niño y que le motivaron a querer aprender artes marciales bajo la tutela de ese hombre, Batuo. El cual también le enseñó a utilizar esos misteriosos poderes de aura tal como en las antiguas leyendas.

»Arthur tenía algunos asuntos pendientes con una antigua amistad de la infancia con la cual se reencontró la primera vez que sirvió bajo mi mando. Lo que hacía que a veces perdiera los estribos hasta el punto de que una vez tuve que llamarle fuertemente la atención por su comportamiento. Pero salvo ese asunto que ya está resuelto por lo que tengo entendido, en el fondo no es más que un adolescente común y corriente.

—¿Considera que es una persona de fiar?

—¿Qué si es de fiar? Por supuesto. Fue gracias a él que pude ser rescatado junto a dos de mis hombres cuando fui capturado por el regimiento sublevado de Pueblo Rubello y pudimos sacar de ahí a varias familias de ahí. Por mí, Arthur se merece una medalla por todo lo que hizo allá. Además, en incontables ocasiones su ayuda, la de su maestro y sus pokémon fue invaluable para repeler los ataques de esos pokémon salvajes que buscaban capturar a Jirachi.

—Aunque usted asegure aquello, lo más probable es que el señor Collins continue en observación incluso después de que se despierte y se le dé el alta. Al menos hasta que podamos confiar en que no sea una bomba de tiempo volátil.

—¿Hay alguna información nueva con respecto a nuestras peticiones al Gobierno Regional? —preguntó el comandante.

—Las comunicaciones con las autoridades del Reino Espejismo por radio siguen en curso y es probable que tengamos una respuesta definitiva dentro de unas cuantas horas. Una vez que finalicen, usted será comunicado por otra persona y se le indicará lo que sucederé con usted y el personal bajo su mando a partir de ese momento—respondió el interrogador.

Más tarde en la misma sala, el mismo hombre de traje estaba hablando esta vez con la teniente primero Reika Yoshida.

—El día de ayer usted habló acerca de esa "Crisis de los Swalot" que ocurrió en Pueblo Verdegal en la cual usted estuvo involucrada como oficial al mando, y terminó con Verdegal siendo devastada debido a la intervención de este hombre llamado Batuo. Quien por lo que tenemos entendido, era el maestro de artes marciales de Arthur Collins y que colaboró con usted en el transcurso de aquellos eventos. Por favor dígame todo lo que sepa usted de ese hombre—solicitó el interrogador.

—Ese hombre fue un completo misterio incluso para nosotros—respondió Reika—. Lo único que pudimos averiguar fue a partir de lo que teníamos disponibles a partir de su identificación de residencia que llevaba consigo y lo poco que se dispuso a hablar de sí mismo. Con suerte pudimos hacer que mencionara que hace treinta años atrás decidió emigrar de Shanxi a Hoenn para dedicarse a enseñar artes marciales. Cuando quisimos que explicara el motivo de su decisión de emigrar, fue ahí que siempre trató de evadir la pregunta o responder de manera ambigua.

La teniente hizo una pausa.

—Aun así, eventualmente conseguimos que soltara que provenía de una región rural y que antes de emigrar pertenecía una comunidad religiosa recluida en un monasterio perdido en las montañas. Comunidad de la cual fue expulsado debido a disputas internas con sus superiores. Debido a que no teníamos ningún otro antecedente que respaldase sus dichos, tan sólo podíamos confiar en su palabra al no haber otra forma de corroborar su historia. Pero fue evidente para nosotros de que aquella no era la historia completa y que había mucho que no nos quería decir.

—¿Usted o las demás autoridades del Reino Espejismo eran conscientes de que el nombre "Batuo" no es uno utilizado por los habitantes de Shanxi? Según la información que hemos podido recopilar hasta el momento, aquel nombre pertenece a una figura religiosa ancestral que vino desde afuera de Shanxi para enseñar ciertas prácticas espirituales utilizadas comúnmente en los monasterios que suelen ver allá.

—Éramos conscientes de que aquel nombre debía ser una clase de pseudónimo ya que claramente no sonaba como uno local. Fue otro de los motivos que nos hicieron sospechar de que ocultaba más de lo que decía.

—Según la información que nos dio ayer, fue Batuo quien devastó Pueblo Verdegal utilizando sus poderes de aura para contener a la horda de Swalot. Y que supuestamente él junto con su pokémon fueron capaces de mantener a raya por su cuenta a uno gigante. Sobre la técnica que utilizó para realizar aquello… ¿Era semejante a la vista por usted durante la batalla en el Instituto Meteorológico? —continuó el interrogador.

Reika negó con la cabeza.

—No… fue completamente distinta… Lo único similar fue el poder destructivo. La técnica que utilizó Batuo parecía una esfera brillante. Él la llamó "Resplandor Solar" o algo por el estilo. Mientras que la que utilizó Arthur… Era una especia de dragón oscuro de apariencia aterradora… ¿Me imagino que Arthur está en problemas con ustedes por esto? ¿No?

—La decisión final que tomemos con Arthur Collins se verá una vez que terminemos nuestra investigación, lo que puede tomar unos cuantos meses más. Pero mientras tanto, dejaremos que termine de recuperarse y estará en observación para asegurarnos de que no es un peligro para Ciudad LaRousse.

—Ma apena oír eso después de lo mucho que hizo por nosotros en Pueblo Rubello…

—Lamentablemente existe muy poca información disponible sobre los usuarios de aura y sus poderes. Por lo que debemos ser cautos. Hasta el momento conocemos tan sólo a otros dos que están en la ciudad. Pero ninguno de ellos fue capaz de identificar al "dragón oscuro" visto en los registros.


Arthur lentamente comenzó a recuperar la conciencia. Sentía que estaba en alguna clase de cama y los alrededores se encontraban silenciosos salvo por el ruido de máquinas alrededor suyo. De a poco comenzó a abrir los ojos y notó que la sala se encontraba parcialmente oscurecida.

Lo intentó, pero era incapaz de recordar el motivo por el cual estaba ahí.

Entonces como un rayo los recuerdos comenzaron a regresar a su mente. El Instituto Meteorológico… Aquella agonizante batalla contra el Metagross plateado… Lucy…

—¿Dónde?... ¿Dónde estoy? —musitó Arthur en voz baja.

A su derecha sintió a una figura ponerse de pie y acercarse a su lado. Pudiendo ver entonces el rostro de Claudia que lo miraba emocionada.

—¿Claudia?...

—Arthur… Qué bueno que al fin estás despierto…—le respondió ella con una sonrisa cálida.

Mientras sentía que sus sentidos terminaban de recuperarse, el monje intentó erguirse sobre la cama.

—Espera… déjame ayudarte…

Claudia entonces procedió a ayudarlo a acomodarse las almohadas y cojines para que pudiese apoyarse con la espalda recta. En el proceso, Arthur notó que tenía varios vendajes por todo el cuerpo y una sonda intravenosa conectada en su mano izquierda.

—¿Dónde estamos Claudia? Recuerdo estar luchando en el Instituto. Pero en algún momento debí de haber perdido el conocimiento ya que de ahí no recuerdo nada…

Ante su pregunta, la chicha procedió a acercarse a la ventana de la habitación que se encontraba cerrada con persianas gruesas. Ella a procedió a abrirlas y la luz del día comenzó a llenar la habitación.

Una vez que sus ojos lograron adaptarse a la luz, Arthur observó maravillado el paisaje que se desplegó delante de él. Uno que le era familiar. Los altos rascacielos de grandes ventanales… las amplias zonas verdes…

—¿Llegamos Claudia?... ¿Llegamos a Ciudad LaRousse?

Ella asintió sonriendo otra vez.

—Sí, lo conseguimos.

Arthur apartó la mirada del paisaje de la ciudad y se fijó en ella. El Monje Guardián pestañeó una vez y por un instante le pareció ver a la Claudia jóven de hace siete años atrás. Tras volver a pestañear de nuevo, ella regresó a como se veía actualmente.

Aquella imagen hizo que Arthur se emocionara y comenzara a sollozar.

—¡¿Pasa algo, Arthur?! —preguntó ella preocupada acercándose de nuevo— ¿Te sientes mal? ¿Quieres que llame a la enfermera?

Él negó con la cabeza.

—No… No es eso Claudia… Es que me acabo de dar cuenta de algo…

Él hizo una pausa para buscar tranquilizarse y cuando se calmó la miró de regreso con ojos llenos de emoción.

—Viniste a verme… al hospital…

Por unos momentos Claudia lo miró extrañado sin entender a qué se refería. Hasta que finalmente encajó las piezas recordando la conversación que habían tenido poco después de que llegara al Reino Espejismo. Lo que hizo que ella soltara un leve jadeo de asombro.

—Sí, Arthur…—respondió ella ahora también emocionada—Ahora sí que estoy aquí…

Tras decir esto, ella se extendió hacia adelante y procedió a abrazarlo. Tomando de sorpresa a Arthur y haciendo que el corazón se le acelerara.

—Y no pienso volver a irme nunca más…

Aquel abrazo duró por un buen rato. El cual Arthur aprovechó para volver a disfrutar de aquella calidez nostálgica. Entonces, una parte suya comenzó a preguntarse si a lo mejor no deseaba decir algo más en ese momento.

—¿Claudia?...

—¿Sí?...

Ella se soltó parcialmente de él y Arthur volvió a mirar aquellos ojos violetas que siempre le habían llamado tanto la atención sintiéndose abochornado. Claudia comenzó a sonrojarse también.

—Yo…

Pero antes de poder terminar de decir lo que tenía en mente, el joven comenzó a percatarse a través del aura que ellos dos no se encontraban solos en la habitación.

Sobresaltado, Arthur miró hacia el otro lado de la cama.

—Perdonen, no era mi intención interrumpirlos con mi presencia—dijo Medicham sentado en cuclillas sobre una silla.

—¡Ack!

Él se desprendió rápidamente de Claudia para proceder a encarar al pokémon.

—¡Sifu! Este… Lo siento mucho…—le contestó muerto de vergüenza.

—Perdón, Medicham…—siguió ella irguiéndose y cubriéndose la boca con una mano— Creo que me dejé llevar y por un momento me olvidé de que estabas aquí…

Pero a pesar del bochorno de aquella escena, Claudia no pudo evitar soltar una risilla.

—¡Arthur! —exclamó Medicham con seriedad, lo que hizo que él se sobresaltara de nuevo.

—¡¿Sí, Sifu?!

El pokémon lo examinó por algunos instantes con aquella expresión seria hasta que esta que esta procedió a transformarse en una sonrisa cálida.

—Me alegra ver que estás bien…

Arthur se lo quedó mirando de regreso hasta que finalmente recuperó la compostura y asintió de regreso.

—Lo mismo digo…

Medicham cambió su expresión de nuevo a una de seriedad y miró a Claudia.

—Claudia, te solicitaría que por favor nos dejes a solas. Tenemos muchas cosas importantes de que hablar…

La expresión de ella se tornó tensa de súbito. Como si fuese consciente y estuviese preocupada por lo que iban a hablar.

—Entendido…

La chica procedió a acercarse a la puerta de salida de la habitación y la abrió mirando atrás hacia él.

—Nos vemos pronto…

Tras salir ella cerró la puerta y los dejó a solas. Arthur se quedó preocupado por el cambió súbito de ánimo que acababa de ocurrir y fue entonces que el Monje Guardián se dio cuenta de otro asunto importante.

—¿Sifu? ¿Sabe dónde está Batuo? —preguntó Arthur tornándose hacia Medicham.

—Justamente de eso quería que habláramos. Pero antes, necesito hacerte una pregunta de suma importancia… ¿Alguna vez has leído o escuchado de un concepto conocido como el Hiperestado?

Arthur pestañeó confundido.

—¿Hiperestado?

El negó con la cabeza.

—Nunca he oído de algo con ese nombre antes.

—Ya veo…—respondió Medicham pensativo— Era de esperar, pero aquello lo hace todo aún más misterioso…

—Sifu ¿Por qué me pregunta acerca de eso? ¿Qué tiene que ver esto con Batuo?

—Antes de responderte, Arthur. Necesito preguntarte una cosa más. Por lo que me informaron ciertas personas, hubo un momento durante la batalla que Lucy falleció delante de ti. Después de eso… ¿Recuerdas algo más?

Aquella pregunta hizo que la mente de Arthur se trasladara de regreso a la batalla en el Instituto Meteorológico y que recordase los últimos momentos de Lucy.

"¿Arthur?"

"¿Sí?"

"Te amo…"

Arthur hizo una mueca y se estremeció negando con la cabeza.

—No, sifu… No recuerdo nada de lo que sucedió después de que Lucy muriese…

Medicham soltó un suspiro mientras se preparaba mentalmente para las múltiples cosas difíciles que iba a tener que decir.

—Arthur… Después de que Lucy falleciera, a ti te ocurrió algo. Algo de lo cual no soy capaz de explicar el motivo con certeza. Pero Batuo y yo reconocimos de inmediato aquella condición. En aquel momento, entraste en algo conocido por los Monjes Guardianes como el Hiperestado.

—¿Qué es eso del Hiperestado?

—El Hiperestado es un conocimiento prohibido entre los Monjes Guardianes. Una técnica que fue utilizada en el pasado por nuestros antiguos enemigos. El cual permite incrementar exponencialmente el chi del usuario de manera similar a nuestro uso de las Puertas de los Chakras. Pero sin la necesidad de tener que hacer el entrenamiento espiritual que se requiere para realizar el Ritual de los Siete Sellos y liberar nuestros chakras de manera progresiva. Pero para aquello, el usuario necesita sumergirse completamente y dejarse llevar por sus pasiones y emociones más fuertes y oscuras. Lo que significa un alto riesgo de perder el control de uno mismo con el uso prolongado.

Aquella descripción hizo que Arthur comenzará a recordar algo que había olvidado hasta el momento. Recordó lo mucho que se había enfurecido y deseado la muerte del Metagross plateado y de los que habían provocado toda la muerte y destrucción de la Remoción de los Limitadores antes de perder el conocimiento…

—Entonces… ¿Ustedes dos consideraron que entré en ese estado?

—No hay otra explicación a lo que vimos, Arthur. Pero el gran misterio de todo esto es que incluso si aquella técnica es más fácil de aprender a utilizar que tener que realizar el Ritual de los Siete Sellos, no es algo que uno simplemente pueda hacer de la nada. O eso al menos creo. Como toda técnica de chi, es algo que se debe aprender y practicar hasta dominarla. Por lo que en teoría debería de haber sido imposible para ti utilizarla si es que ni siquiera sabías de su existencia.

Algo de lo que había dicho Medicham le llamó la atención a Arthur.

—Dijiste que aquella técnica es conocimiento prohibido para los Monjes Guardianes. Pero entonces… ¿Cómo es que tú y Batuo saben de ella?

Medicham guardó silencio por unos instantes mientras su mirada se tornaba triste.

—Porque no fue la primera vez que vimos esa técnica siendo utilizada… Pero antes de siquiera poder comenzar a hablar de aquella historia, necesitas saber lo que ocurrió entre el momento que ya no recuerdas nada más y ahora que estás despierto.

Arthur asintió tragando saliva preocupado por lo que se venía.

—Una vez que entraste en el Hiperestado, obtuviste un poder increíble que fue suficiente para aniquilar al Metagross plateado al que te estabas enfrentando casi de inmediato. Tanto Bruce como Rose fueron testigos de aquello. Y antes de que me preguntes, ellos dos están bien al igual que el resto de tus pokémon. Por lo que no te preocupes por ellos.

El joven suspiró aliviado ante aquella noticia.

—Una vez derrotado aquél Metagross, inmerso en el Hiperestado, te desplazaste hacia el techo del Groudon. En donde una vez que llegaste a aquel sitio… utilizaste una Técnica Definitiva…

Aquella revelación impactó a Arthur.

—¿Una Técnica Definitiva, sifu? —preguntó él extrañado— ¿No se supone que son las más poderosas que puede utilizar un Monje Guardián? ¿Y que solamente los Monjes que hayan abierto el cuarto chakra y que hayan obtenido el rango de maestro pueden aprender a utilizarlas?

—Eso sería lo normal. Pero independiente de la causa, el hecho es que de manera espontánea utilizaste la que está entre nuestras Técnicas Definitivas más poderosas. La Técnicas Definitiva de los Monjes Guardianes del tipo Dragón conocida como el Golpe del Dragón. Pero en tu caso, al estar inmerso en el Hiperstado esta se convirtió en el Golpe del Dragón Inverso.

Un escalofrío comenzó a recorrer su espalda mientras escuchaba aquella historia progresar.

—Realizar una Técnica Definitiva Inversa es extremadamente peligroso, Arthur. Pero por alguna clase de milagro, a pesar de que todavía eres un iniciado en el chi relativamente hablando, lograste sobrevivir aunque sea a duras penas. Una vez que llegamos a ti junto con Batuo, conseguí estabilizarte a tiempo con mi aura para asegurarnos de que sobrevivieras. Pero lo hicimos demasiado tarde como para impedir que utilizaras el Golpe del Dragón Inverso. Fue a partir de ese momento que estuviste definitivamente inconsciente y en total estuviste tres días dormido.

—¿Tres días? —se preguntó sorprendido— ¿Qué pasó entonces?

—Al utilizarla invocaste a un temible dragón oscuro que comenzó a dar vueltas en círculos sobre el Instituto Meteorológico. El cual si nada lo hubiese detenido, habría acabado con las vidas de todos nosotros. Tanto amigos como de enemigos habrían sido borrados de la faz de la tierra junto con el Instituto Meteorológico.

Oír aquello hizo que Arthur se alterara.

—¿Pero estamos vivos? ¿No? ¿Significa entonces que pudieron detenerlo? ¿Verdad?

Medicham asintió afirmativamente, pero ahora se veía claramente entristecido.

—El dragón oscuro pudo ser detenido a tiempo pero a cambio de un gran coste. Para poder hacerlo Batuo…—Medicham agachó la cabeza mientras cerraba los ojos— Batuo tuvo que sacrificar su vida…

Arthur quedó enmudecido.

—No puede ser…—respondió negando lo que había oído.

—Arthur… entiendo que esto va a ser difícil de asimilar, pero es cierto… Lo fue para mí también… Pero para poder contener el poder del dragón oscuro, Batuo tuvo que utilizar una Técnica Definitiva que lamentablemente le terminó costado la vida…

Arthur se cubrió el rostro con ambas manos.

—¡No! ¡Me niego aceptarlo!... ¡Batuo era como un segundo padre después de papá y mamá! ¡No puede ser que esté muerto!

Entonces finalmente procedió a romper a llorar delante de Medicham.

—¡Papá y mamá están desaparecidos! ¡Shadow y Lucy están muertos! ¡También lo están Caroline, Katrina y el bebé que esperaba! ¡Y ahora Batuo está muerto por mi culpa! ¡Maldita sea! ¡A este paso no me va a quedar nadie vivo!

—¡No, Arthur! ¡En eso te equivocas! —dijo Medicham decidiendo interrumpirle— ¡Aún estoy yo aquí! Puede que sea sólo un pokémon… ¡Pero te conozco tanto tiempo como Batuo! Y no solo estoy yo. También están el resto de tus pokémon sanos y a salvo junto con Andrés, Claudia y todos tus demás amigos que están aquí en Ciudad LaRousse. En donde fue gracias al sacrificio de Batuo que todos ellos están bien. Y ahora que estamos aquí, finalmente podemos estar a salvo ya que la ciudad está fuertemente protegida por las Fuerzas de Defensa…

—¡Pero aun así es mi culpa! ¡Si no hubiese perdido el control y usado ese tal Hiperestado, Batuo todavía estaría vivo!

—Arthur, la muerte de Batuo es una tragedia. No puedo negar aquello y entiendo que te sientas culpable... Aun así, quiero que sepas que la decisión que tomó Batuo fue completamente voluntaria y que nadie le obligó a tener que hacerlo. Incluso el mismo consideró que lo que ocurrió en ese instante estaba predestinado desde hace muchísimo tiempo. Es más, en ese momento pensó que el único motivo por el cual estuvo vivo los últimos treinta años en en donde pudo conocerte y entrenarte fue para que pudiese estar presente ese día y hacer lo que tuvo que hacer,

A pesar de que Arthur estaba completamente devastado por aquellas noticias, algo de lo que dijo Medicham le volvió a extrañar.

—¿A qué te refieres con que Batuo pensaba que debía de haber muerto antes?... ¿Qué fue lo que pasó hace treinta años atrás? ¿No fue eso antes de que llegaran a Hoenn?...

Medicham hizo una pausa antes de seguir halando.

—Arthur… Si necesitas seguir llorando, hazlo. Pero una vez que te tranquilices, necesito mostrarte algo importante y que estés calmado.

El joven asintió y continuó llorando un rato más hasta que recuperó algo la calma. Durante el proceso, Medicham tomó una caja de pañuelos que había cerca y se la entregó a Arthur para que pudiese limpiarse las lágrimas y la nariz.

Una vez que Medicham consideró que Arthur se había tranquilizado lo suficiente, el pokémon se levantó de la silla y comenzó a buscar entre las cosas en el interior de un bolso. El mismo bolso que Batuo había utilizado para guardar algunas de sus pertenencias. Cuando encontró lo que buscaba, Medicham retiró de este un objeto envuelto en un paño. El cual al retirarlo reveló una hermosa flor hecha de cristal azulado. Esta tenía la forma de un bulbo que recordaba a pétalos enroscados sobre si mismos que reposaban sobre una base de gemas con apariencia de hojas.

—Recuerdo esto, es su flor del tiempo… La mostró aquella vez en Villa Brumosa…—musitó Arthur reconociéndola.

—Batuo te quería decir personalmente muchas cosas una vez que llegáramos a Ciudad LaRousse. Pero tomando en cuenta la posibilidad de que le pasara algo en medio del viaje, decidió grabar un mensaje para ti. El cual me encomendó hacerte entrega en caso de que fuese necesario…

Medicham procedió a acercarse a la cama y le hizo entrega de la flor a Arthur. Tras tomarla en sus manos, la flor reaccionó a su tacto y el bulbo cambió de forma abriéndose por la parte superior a la vez que las hojas de la base se abrían hacia afuera. Del interior de la flor emergió una pequeña esfera de luz que se elevó sobre esta, se expandió alrededor de la flor y la figura de Batuo se materializó sentada sobre una superficie invisible encima de la flor.

Poder verlo así de cerca de nuevo y tan real hizo que Arthur volviese a emocionarse.

Arthur, si estás viendo esto significa que probablemente esté muerto y que algo me ha ocurrido en el camino a Ciudad LaRousse. Por lo que Medicham se ha visto obligado a hacerte entrega de esta flor con mi último mensaje—comenzó a decir—. He decidido hacer esto porque considero que es hora de que conozcas muchas cosas que no te he dicho acerca de mí y mi pasado junto con Medicham ahora que eres un Monje Guardián. En donde espero que, si has tenido que verlo, ojalá te encuentre sano y a salvo en Ciudad LaRousse…


Más tarde ese día, Arthur se encontraba en silencio junto con Medicham en la habitación del hospital digiriendo todos los contenidos del mensaje final de Batuo, sus implicancias y revelaciones. Revelaciones que habían sacudido hasta sus cimientos el entendimiento que tenía acerca de su antiguo maestro y el rol que Arthur había tenido en su vida.

Hace una hora atrás el médico a su cargo había venido a verlo alegre de encontrarlo despierto y tras revisarlo, le comunicó que estaría unos días más en observación hasta que estuviesen seguros de que todo marchase bien antes de darle el alta de forma definitiva.

Tras irse, procedieron a traerle a ambos el almuerzo el cual Arthur devoró gustosamente al no haber comido nada en tres días.

Tras almorzar pasó un rato hasta que escuchó a alguien tocar la puerta. El joven no podía ver quiénes eran con sus ojos. Pero a través de sus sentidos en el aura pudo reconocer a las dos personas que habían llegado y su aparición hizo que se emocionara.

Excusez-moi…—dijo una voz masculina familiar.

La puerta se abrió y procedieron a entrar un hombre joven y una chica un par de años menor. La chica era de estatura media, cabello de color verde claro largo y de ojos azules. Ella llevaba un vestido blanco y largo que le cubría la mayor parte del cuerpo incluyendo los brazos. La falda del vestido le llegaba más allá de las rodillas y llevaba zapatos con tacones del mismo color que el vestido. Junto a todo esto, la mujer llevaba un gran sombrero blanco de ala ancha y elegante que tenía una banda de color violeta y portaba con ella una cartera pequeña en sus manos.

En general, la apariencia de la chica irradiaba tanto belleza como elegancia en partes iguales. Dándole una especie de aire aristocrático. Ella se paró a contraluz delante de la ventana de la habitación. Por lo que Arthur podía notar que sutilmente debajo del vestido, la chica de edad similar a la suya era de contextura desarrollada y músculos bien definidos. Los cuales por lo visto buscaba esconder debajo de sus prendas largas y holgadas.

Mientras tanto el hombre, salvo por su traje formal que incluía chaqueta, pantalón de vestir y sombrero fedora de color beige, zapatos de vestir marrones y camisa azul. Era el mismo Marcus de Eisenberg alto, apuesto, musculoso, cabello rubio largo hasta el cuello y ojos azules que recordaba de su participación en la Conferencia Colosalia.

—¡Marcus! ¡Erika! —exclamó Arthur emocionado.

—¡Arthur, mon ami! ¡Qué bueno que finalmente estás despierto! —dijo el hombre Kalosiano acercándose a la cama.

—Nos enteramos de que habías despertado y tratamos de venir lo antes posible—dijo Erika acercándose también y encaró a Medicham aún sentado en su silla.

Bonjour, tengo entendido que acompañas a Arthur.

—¡Oh, désolée! Me emocioné al entrar y me olvidé de saludar—se disculpó Marcus con el pokémon.

Medicham sacudió la cabeza.

—No se preocupen—respondió.

—¡La última vez que nos vimos fue cuando nos despedimos en Ciudad Colosalia antes de tomar el barco rumbo a casa tras la Conferencia! ¿Cómo fue que terminaron en Ciudad LaRousse? —preguntó Arthur.

—Después de que ganara mi hermano, él tuvo que quedarse más tiempo para retar al Alto Mando y ver si podía llegar hasta el Campeón de la Liga. Aunque lamentablemente no pudo avanzar tanto como a él le hubiese gustado…—comenzó a explicar ella.

Marcus suspiró claramente desanimado mientras bajaba la vista.

—Digamos que el Alto Mando fue más fuerte de lo que pensaba. Incluso con la Megaevolución terminé quedando a la mitad…

—Después de que Marcus terminara con su desafío al Alto Mando, nos encontrábamos en Ciudad Colosalia esperando al barco que nos llevaría de regreso a Kalos cuando ocurrió… Todo lo que pasó el primer día…—continuó ella siendo ahora su turno de sentirse desanimada.

Arthur agachó la cabeza.

—La Remoción de los Limitadores…—musitó el monje.

—Los primeros días fueron un caos—dijo Marcus—. Ni te imaginas todas las cosas que ocurrieron… Incluso tuvimos que luchar en nuestras armaduras junto a nuestros pokémon en contra de los pokémon salvajes que atacaron la ciudad. Pero eventualmente pudimos ser evacuados por vía aérea junto a la población local a Ciudad LaRousse incluyendo al mismísimo Alto Mando. Exceptuando al Campeón el cual se había ido de viaje poco después de mi derrota. Fue a partir de ese entonces que hemos estado viviendo aquí.

A pesar de que Arthur y Marcus habían sido rivales durante la Conferencia y perdido ante él durante la final, los dos se habían amistado en buena parte porque Marcus y Erika eran también Guardianes de Aura. Específicamente de un grupo Kalosiano casi extinto llamado los Caballeros de Aura.

—Ya veo…—dijo Arthur asintiendo— ¿Cómo han estado las cosas aquí hasta ahora?

—Han estado tranquilas en general… en comparación con el mundo exterior, me imagino—continuó Erika—. La vida cotidiana intenta seguir como antes de la catástrofe. Aunque de a poco han llegado múltiples grupos de refugiados de otras partes de Hoenn, ya sea por cuenta propia o rescatados por las Fuerzas de Defensa como ustedes. Lo que ha causado algunos roces esporádicos entre los residentes locales y los refugiados. Pero en general las relaciones son buenas y la gente local intenta ser lo más amables y acogedora posible. Aunque las cosas han estado un tanto más movidas últimamente debido al incidente de hace tres días…

—¿Tres días? No me digas que te refieres a…

Una pausa un tanto lúgubre se formó entre los tres.

—Arthur… ¿Estás enterado de lo que ocurrió exactamente en el Instituto Meteorológico tres días atrás? —preguntó Marcus seriamente— ¿Acerca del dragón oscuro que apareció? El dragón que supuestamente tú invocaste. Por lo que supongo que habrás terminado ese entrenamiento que alguna vez nos contaste para aprender a ser un Guardián de Aura desde cero…

El monje asintió.

—¿Eres consciente de que afuera de la habitación hay dos guardias armados vigilando la entrada? Me imagino que te habrás dado cuenta con tu aura…—añadió Erika.

Arthur agachó la cabeza y volvió a asentir.

—Me tienen miedo… ¿Verdad? Tienen miedo de que vuelva a hacer eso en medio de la ciudad…

—¿Usaste esa técnica por decisión propia? —preguntó Marcus.

—¡No! —exclamó Arthur— ¡Hubo un momento durante la batalla a partir del cual ya no recuerdo nada hasta que me desperté aquí en el hospital! Tengo entendido que es una clase de técnica prohibida de los Monjes Guardianes que supuestamente no es fácil de aprender… Pero durante la batalla, algo me pasó después de que Lucy muriese en mis brazos. A partir de ese momento ya no recuerdo nada y de alguna forma terminé invocando a ese dragón…

Erika se cubrió la boca conmocionada ya que conocía a la Lanturn de la época de la Conferencia.

—Pobrecilla…—musitó la Kalosiana.

—¡Pero lo juro! ¡Nunca fue mi intención utilizar algo así! ¡Ni siquiera conocía de esa técnica hasta hoy mismo! ¡Simplemente ocurrió de la nada!

Arthur apretó los puños sintiéndose lleno de impotencia.

—¡Debido a eso mi antiguo maestro murió protegiendo al resto y ahora todos me temen! ¡Y lo peor es que tampoco puedo culparlos! Si pude hacer eso antes sin darme cuenta... ¡¿Quién dice que no volveré a hacerlo de nuevo?! ¡Ya ni siquiera sé si puedo confiar en mí mismo!

Erika se acercó a su lado junto a la cama, procedió a tomar la palma de la mano derecha de Arthur y puso su otra mano sobre el dorso de esta. Lo que tomó de sorpresa a Arthur e hizo que guardara silencio.

—Arthur… ¿Volverías a utilizar esa técnica? —le preguntó mirándole a los ojos.

El monje frunció el ceño y sacudió la cabeza con determinación.

—Nunca.

En respuesta ella le sonrió con calidez y asintió antes de soltar su mano.

—Entonces confío en ti, Arthur… Confío en que nunca más volverás a usarla.

—Erika…

—¡Y si mi hermanita confía en ti, es mayor motivo para que yo confíe también! —añadió Marcus con una sonrisa y levantando un pulgar hacia arriba.

—Marcus… Yo… Muchas gracias a los dos…—contestó el joven mirándolos a ambos emocionado.

—Es hora de que seamos honestos contigo—continuó el hermano mayor—. Fuimos aquí con la intención de verte por que te consideramos un amigo, por supuesto. Pero también fue por una petición de las autoridades civiles y militares de Ciudad LaRousse. Digamos que debido a nuestra participación en la batalla para defender Ciudad Colosalia obtuvimos cierta fama…

—Me imagino que nadie se imaginaba ver a dos jóvenes Caballeros de Aura luchando codo a codo con sus pokémon—añadió Erika soltando una risilla en voz baja— Parece que ahora algunos nos llaman La Espada y La Lanza de Colosalia o algo así…

—El punto es que desde aquel día hemos sido considerados los únicos "expertos" a mano sobre asuntos relacionados con usuarios de aura y su manipulación al ser Guardianes de Aura y todo eso—continuó Marcus—. Por lo que la idea era venir a verte y más tarde reportarnos con ellos de regreso para informarles si es que te podemos considerar como alguien confiable para que puedas moverte libremente una vez que te den el alta.

—¿Entonces? —preguntó Arthur.

—¡Por supuesto que les diremos que podemos confiar en ti! Además, no quedan muchos Guardianes de Aura en el mundo. Por lo que debemos tratar de ayudarnos entre nosotros en la medida posible—le respondió el caballero.

—Una vez que les demos nuestra opinión, espero que puedan darte el alta pronto y salir de aquí—añadió la hermana.

—Muchas gracias los dos…

—Bueno, creo que hemos tomado suficiente de tu tiempo y me imagino que vendrán varias personas más a visitarte durante el transcurso del día. Por lo que espero que nos veamos pronto de nuevo para que así nuestros pokémon puedan reencontrarse. Bon après-midi, Arthur y Medicham—se despidió Marcus.

Bon après-midi—se le unió Erika.

—Nos vemos…

Los dos procedieron a retirarse, abrieron la puerta de la habitación y se fueron.

—¿Así que esos dos son los hermanos de Eisenberg que nos mencionaste a mí y a Batuo? —preguntó Medicham inmediatamente —No todos los días uno se encuentra con otros Guardianes de Aura. Pude sentirlo mientras se acercaban.

Arthur asintió.

—Como dije en su momento, ambos provienen de Kalos y por lo que tengo entendido son de una familia noble local. Marcus vino originalmente a participar en la Liga Pokémon de Hoenn mientras que Erika vino para verlo competir en la Conferencia Colosalia y así fue como terminé conociéndolos.


Durante las próximas horas Arthur recibió visitas de más personas. Los primeros en aparecer fueron Max y Norman. Los cuales sorprendieron a Arthur con la noticia de que varios antiguos Líderes de Gimnasio estaban presentes en Ciudad LaRousse. Incluyendo a Wattson al cual habían dado por muerto, Winona que los había encontrado primero en el Instituto Meteorológico y los gemelos Tate y Liza a los cuales Max había podido ver al día siguiente después de llegar.

Junto a esto, Max mencionó como ciertos amigos en común tales como Sid, Rafe y Rebecca estaban también presentes en la ciudad y con deseos de verlo pronto.

A su vez Arthur pudo notar que Max estaba preocupado por algo más. A pesar de que no había tocado el tema, era evidente que el chico estaba preocupado sobre lo que pasaría con su posible entrenamiento en el aura que Batuo le había prometido considerar tras hablar con él en el Reino Espejismo ahora que había muerto... Lo cual era una buena pregunta, pero era una que tanto Arthur como Medicham no estaban con ánimos de discutir ahora mismo.

Después habían venido Andrés y Ángela, los cuales procedieron a darle más buenas noticias. Una fue el hecho de que Andrés había al fin podido encontrar a su padre sano y a salvo. En donde a pesar de que el señor Bradley se encontraba ocupado ahora mismo como para ir a verlo al hospital, el militar había comunicado a través de Andrés que él y Claudia fuesen a visitarlo una vez que la señora Bradley y los otros que estaban en el Reino Espejismo llegasen a Ciudad LaRousse.

Posteriormente, Ángela anunció la milagrosa coincidencia que había permitido que sus padres estuviesen presentes en la ciudad previo a la Remoción de los Limitadores. Los cuales ella deseaba que Arthur pudiese conocer también en algún momento.

Si tan solo sus padres estuviesen en Ciudad LaRousse de igual manera, pensaba Arthur…

Los otros en aparecer fueron Brendan, Jennifer y Nick. Ellos aprovecharon de confirmarle a Arthur lo que Max le había dicho antes sobre la presencia de los antiguos amigos que habían conocido la vez anterior que habían visitado LaRousse al competir en la Torre de Batalla. Pero junto a esto, Brendan y Jennifer le comunicaron también la noticia de la muerte de Timmy Grimm durante la última batalla en el Instituto Meteorológico. La cual había afectado especialmente a Jennifer y la mantenían aún afligida.

A pesar de que nunca tuvo la oportunidad de conocer a Timmy como ellos dos, Arthur entendía su dolor teniendo en cuenta las pérdidas que había sufrido recientemente. Otra cosa que había notado era que, durante la visita, Nick había estado considerablemente callado y distante.

El monje lamentaba que la aparente mejoría que habían tenido tras esa ocasión en la que el Shuppet de Max había intervenido en el Groudon había durado poco tiempo. Por su aura, Arthur tenía una sospecha del motivo… pero el momento no era apropiado ni tampoco estaba de ánimos de tratar el tema de momento también.

Pero lo persona que Arthur extrañó ver ese día fue Alyssa. Quizás había estado ocupada ese día y no había podido venir. A lo mejor ella venía mañana. Pero tampoco podía descartar que tras lo ocurrido entre los dos antes del comienzo de la última batalla, a lo mejor ya no tenía ganas de verlo…

Las horas de visita estaban a punto de acabar cuando sintió a otras dos personas acercarse. Personas a las cuales no reconocía sus auras, pero que tenía algo en ellas que se le hacía familiar.

—Arthur, estos dos son familiares tuyos. Puedo sentirlo—indicó Medicham abriendo los ojos y levantando la cabeza desde su silla en dirección a la puerta—. Lo único que sé es que no son tus padres.

—¿Quiénes serán entonces?

Las dos personas tocaron la puerta de la habitación y procedieron a entrar. Ver quiénes eran hizo que Arthur sintiese a su corazón dar un brinco.

—¡No puede ser!

Ambas personas tenían alrededor de cuarenta años o algo menos, cabello y ojos castaños al igual que Arthur. Uno era alto y de contextura grande. Vestía de camisa con suéter, pantalón de vestir y mocasines. Llevaba lentes en el rostro y tenía la barba ligeramente crecida.

La otra persona que parecía ser la más joven de los dos vestía de manera más informal pero a la vez aún más distintiva. Llevaba jeans azules, botines marrones y camiseta blanca. Pero encima de la camiseta llevaba una reconocible chaqueta de cuero como la que suelen llevar los pilotos de combate. A diferencia del primero, tenía la barba perfectamente afeitada y era de pelo corto.

Otra diferencia era que la expresión del primer hombre era más jovial y cálida. Mientras que la del segundo era más seria, firme y hasta algo distante.

Pero independientemente de las diferencias entre los dos, ambos de una manera u otra le recordaban a su padre.

—¿Tío Leonard? —preguntó Arthur primero de ellos— ¿Tío Alex? —le preguntó al segundo con apariencia de piloto.

—Perdón que no hayamos podido ir a visitarte antes. Los dos tenemos agendas apretadas últimamente y recién ahora pudimos venir juntos a verte—dijo Leonard.

—Has crecido mucho desde la última vez que te vi, Arthur—añadió Alex.

Arthur sonrió y sus ojos se emocionaron.

—Cuanto me alegra volverlos a ver…

Los dos hombres se acercaron a un lado de la cama y en el camino saludaron a Medicham con un gesto con la cabeza que el pokémon devolvió. Entonces procedieron uno seguido del otro a abrazar a Arthur.

—Quien iba a pensar que tu estabas en medio de esa gente que ayudé en el Instituto…—mencionó Alex en medio de su abrazo.

—¿No me digas que tú estabas en uno de los aviones que aparecieron? —preguntó Arthur sorprendido.

Su tío asintió.

—Así es. Por lo que agradezco haber llegado a tiempo.

El tío Alex quizás no era igual de expresivo que su hermano. Pero el monje sabía que en el fondo lo quería tanto como Leonard.

Una vez que Arthur se separó de ambos procedió a contemplarlos.

—Me imaginaba la posibilidad de que el tío Alex fuese trasladado a Ciudad LaRousse con el resto de las Fuerzas de Defensa. Pero pensaba que tú estabas trabajando en el extranjero, tío Leonard—afirmó Arthur.

Leonard asintió.

—Efectivamente. Pero justo antes de que empezara todo este embrollo me quise dar unos días de vacaciones al departamento en Ciudad LaRousse. En donde estaba considerando ir a verte a Ciudad Petalia después de oír de tu segundo lugar en la Conferencia Colosalia.

—Ya veo.

Leonard Collins era un ingeniero de renombre con dos doctorados mientras que Alex era un piloto de combate de la Aviación Naval de la Fuerza Marítima de Defensa.

—Yo estaba de servicio en la Base Aeronaval Algaria cuando nos llegó la hora de evacuar a la Base Aérea Miyazaki aquí en LaRousse poco después que ocurrió ese fenómeno misterioso con los pokémon salvajes y parecía que las cosas estaban pintando mal a gran escala—explicó Alex contando su historia—. Por lo visto ustedes terminaron averiguando acerca del plan de evacuación de las Fuerzas de Defensa, Arthur.

—Durante nuestro viaje desde Petalia a Ciudad LaRousse terminamos averiguando de ese plan por mera casualidad. El cual pudimos confirmar una vez que nos encontramos con Steven Stone en el camino.

Entre los tres se formó un silencio incómodo hasta que finalmente Leonard tomó la palabra.

—Arthur… Me imagino que habrás pasado por muchas situaciones difíciles recientemente. Pero aun así necesitamos preguntarte de algunas cosas… ¿Sabes algo de tu padre? ¿De Rod?

El joven agachó la mirada y negó con la cabeza.

—No he sabido nada de papá y mamá desde que hablé con ellos la última vez por videollamada durante la Conferencia Colosalia mientras estaban de vacaciones en Kalos…

Sus dos tíos agacharon sus cabezas desanimados. Roderick era el hermano mayor de los tres, al fin y al cabo.

—Ya veo… He calculado que cuando ocurrió el incidente con los pokémon, ellos debían de estar viajando en su crucero de regreso a Hoenn. A no demasiados días de distancia de la región. Espero que por el amor de Arceus de alguna forma u otra estén bien…

Tras otra pausa Alex tomó la palabra.

—Arthur… Queremos que sepas que, como tus tíos, los dos siempre te querremos tanto como tu padre y estaremos siempre velando por ti. Si necesitas algo, no necesitas más que ponerte en contacto con nosotros y haremos lo que podamos.

Leonard asintió de acuerdo.

—Es más, ya he comenzado el trámite para que una vez que te den el alta puedas irte a vivir al departamento conmigo. Como uno de tus familiares directos no debería ser un problema. Así de esa forma no tendrás que quedarte en los alojamientos para refugiados que la ciudad ha ido preparando—dijo entonces.

—¡¿De verdad?! —preguntó Arthur con una sonrisa.

—Por supuesto. Siéntete en casa una vez que estés ahí. Tan solo asegúrate de dejar ordenado si es que decides visitar el despacho—respondió su tío guiñándole un ojo.

El monje soltó una risa contenida. Hace muchos años atrás cuando era un niño había visitado el departamento del tío Leonard con sus padres y la había pasado muy bien con las cosas que habían en el despacho de su tío.

Pero para que eso ocurriese primero tenía que salir de aquí…

—¿Saben algo sobre si me dejarán abandonar el hospital una vez que me den el alta?

Ambos hombres se miraron un momento antes de responder.

—¿Te has enterado de lo que ha pasado desde que llegaste aquí? —preguntó Alex.

Arthur asintió.

—Todo incluyendo lo del dragón…

—Arthur… Mi grado en las Fuerzas de Defensa no me da la suficiente autoridad como para saber todo lo que está ocurriendo. Pero tengo entendido que ahora mismo están ocurriendo conversaciones de alto nivel en donde las autoridades más altas tanto civiles como militares se han reunido para tomar decisiones importantes sobre el futuro de la ciudad. En donde me imagino que uno de los temas a tratar es precisamente tu situación. Pero no te preocupes, Arthur. Que nosotros como tus tíos siempre estaremos contigo y te apoyaremos en todo. Pase lo que pase—afirmó el piloto de combate.


La imagen de Batuo en la flor del tiempo hizo una pausa como si estuviese ordenando sus pensamientos.

Primero quiero partir diciendo que mi verdadero nombre no es Batuo, algo que a lo mejor pudiste haber sospechado desde hace mucho tiempo. No es más que un nombre que decidí adoptar al abandonar Shanxi queriendo dejar todo rastro de mi pasado atrás. El cuál es el nombre del antiguo maestro de Shi Yongxin, fundador de los Monjes Guardianes, y el que traje desde tierras extranjeras las prácticas monásticas tradicionales de mi tierra natal. Mi verdadero nombre… es Liu Cheng…

Más decidido, el maestro monje prosiguió.

Nací en una aldea remota perdida en las montañas cercana al Monasterio de los Monjes Guardianes en Shanxi. Cuando tenía ocho años, perdí a mis dos padres en un incendio que azotó a mi aldea natal e hizo que quedara huérfano. Tras aquel día, quedé a cargo de mis tíos que también vivían en ella.

Recordar aquello hizo que Batuo soltara un suspiro.

Pero lamentablemente, mis tíos eran demasiado pobres como para que pudiesen cuidarme. Más aun teniendo ya a varios hijos propios de antemano. Por lo que decidieron hacer algo que era tradicional en aquella zona. En vez de abandonarme a mi suerte, decidieron llevarme al Monasterio de los Monjes Guardianas para solicitar que me pudiesen aceptar como aprendiz. Ya que adoptar huérfanos era una de las prácticas que tenían los Monjes para incrementar y renovar sus números. Una vez que fui llevado al Monasterio, decidieron aceptarme y ese día fue la última vez que vi a mi familia biológica.

»Una vez que realicé los ritos de iniciación, me fue entregado un pokémon para que fuese mi compañero como Monje Guardián. Una práctica muy recurrente entre los distintos grupos de Guardianes de Aura. Aquél pokémon era un Meditite que un día se convertiría en el Medicham que conoces.

La mención de esto hizo que a Medicham a su lado le inundara la nostalgia.

Pasaron casi diez años hasta que finalmente pude cumplir con mi entrenamiento básico, liberar mi aura con mi primer Ritual de los Siete Sellos y conseguir el rango de monje al igual que tú. Fue poco después que conocí a una monja de edad similar a la mía. Su nombre era Mei Fang…

Mencionar aquel nombre hizo que Batuo se emocionara.

Debes entender Arthur que allá en el Monasterio a los aprendices nos separaban del sexo opuesto hasta que termináramos nuestro entrenamiento como monjes. En donde salvo algunas mujeres mayores que realizaban algunas tareas esenciales, casi no teníamos contacto con ellas. Por lo que conocer a Mei Fang y a su Mienshao… Fue para mí toda una experiencia. Su piel clara y fina como la seda… Ese cabello negro como el azabache… Sus ojos oscuros llenos de determinación y pasión… Para mí fue el ser más hermoso que hubiese conocido hasta ese entonces…

El maestro monje cerró los ojos y sacudió su cabeza buscandoaclarar su mente.

De alguna forma u otra, terminamos volviéndonos amigos mientras continuábamos progresando en nuestro camino como Monjes Guardianes. Habrán pasado otros diez años más cuando finalmente ambos adquirimos el rango de maestro junto con nuestros pokémon. Mientras pasaban los años hasta ese momento, muchos otros más se sentían admirados no sólo su belleza, sino que también por su talento en el chi y en sus dotes de liderazgo.

»Al igual que tú, Arthur. Mei Fang era una monja con un chi del tipo dragón. El cual es muy poco común al igual que los propios pokémon que son dragón también. Ella era inteligente, carismática y tenía una capacidad para hacer que los otros callaran cuando ella hablaba. Muchas de estas características relacionadas con el poder y el liderazgo suelen estar asociadas a las personas del tipo dragón según la tradición en Shanxi. No por nada el dragón es el símbolo de la Familia Imperial.

»Muchos consideraban que ella tenía un futuro prometedor y que era una candidata segura para el Consejo de Ancianos que gobernaba a los Monjes, o incluso para convertirse en la siguiente Abad. El rango más alto de nuestra jerarquía y líder supremo de los Monjes Guardianes.

Entonces Batuo soltó otro suspiro.

Pero el destino al parecer tenía otros designios para ella…


El Hiperestado está basado en el concepto del mismo nombre visto en el juego Pokémon Colosseum. Además, me complace finalmente presentar directamente a Marcus y Erika que son personajes que he estado preparando por muchos años desde la llegada de la Sexta Generación.

La historia continuará el próximo mes en el capítulo 2: Cruce de Caminos.