N-A: Hola a todos. Les traigo una nueva historia, esta de TLB con mis vampiros favoritos. Ya tengo 4 capítulos escritos por adelantado (estuve muy inspirada). Espero que disfruten de la historia. Por cierto, no tengo idea de con quien emparejar a Isolde, mi protagonista, si con solo uno de los Lost Boys o con todos. ¿Ustedes que opinan?
Fin de N-A.
Título: La Receta Perfecta para el Caos.
Género: Fantasía / Horror / Humor / Romance / Sobrenatural.
Historia UA.
Resumen.
UA: Tenemos una aparentemente pintoresca ciudad costera que es conocida como "la capital mundial del asesinato". Sumémosle a esto: cuatro jóvenes vampiros rebeldes, al padre de dichos vampiros que sueña con la familia perfecta y añadámosle: una enigmática y traviesa hechicera, dos dhampiros de doce años, un sarcástico gato parlante y un montón de situaciones locas y ciertamente difíciles de creer al introducir más ampliamente al mundo de lo sobrenatural a la mezcla y, definitivamente tenemos la receta perfecta para el desastre... Ah, ¿ya contamos a la encantadora madre soltera de dos adolescentes que el padre de los cuatro vampiros quiere como futura esposa?
Disclaimer: The Lost Boys (1987) no me pertenece, solo juego con sus personajes para mi entretenimiento y el de mis lectores. Unicamente los personajes oc son míos.
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Capítulo 1: Bienvenidos a Santa Carla.
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Era principios de primavera, y el sol de la mañana aduras penas iba asomándose lentamente en el cielo, disipando lentamente la bruma matutina que cubría la pequeña ciudad costera de Santa Carla. Un elegante auto Rolls-Royce avanzaba a buena velocidad sobre una carretera sinuosa que serpenteaba entre altos acantilados y bosques tupidos.
La bruma que quedaba aún dificultaba la visibilidad, pero eso no parecía ser un problema para la persona que conducía el auto, pasando cada curva con suma facilidad.
Dentro del vehículo, en el asiento del piloto iba una atractiva joven de largo cabello negro azabache atado en una coleta alta, inusuales ojos violeta, de rasgos europeos, lo cual era de esperarse, ya que ella y buena parte de su familia era proveniente de Reino Unido y otros pocos de Francia y Alemania. A pesar de su joven apariencia, Isolde Elowen Ravenwood en realidad era una poderosa hechicera de trecientos noventa años de edad.
La bella hechicera no iba sola, en el asiento del copiloto, Blackmoon, un gato negro con una mancha gris en forma de media luna en su carita, dormía tranquilamente, y en los asientos traceros, Caleb y Charlotte Darkwell, un par de gemelos franceses de doce años de edad, cabellos rubio fresa y ojos del tono de la plata líquida charlaban animadamente sobre un nuevo videojuego que a ambos les había llamado la atención, en tanto comían unos sándwiches de tocino.
-¿Estamos casi allí, tía Isolde? -preguntó tras un par de minutos Caleb, a la vez que jugueteaba con un amuleto dorado con una piedra de amatista que colgaba de su cuello. El joven dhampiro vestía una camisa blanca con el logo del videojuego Pac-man estampado en el centro, por encima una chaqueta azul, jeans negros y zapatos deportivos blancos con negro.
-Sí, ya casi llegamos a nuestro destino, querido -respondió Isolde con una sonrisa tranquilizadora, mirando brevemente por el espejo retrovisor a los gemelos. La poderosa hechicera llevaba puesto un vestido corto de color azul oscuro, con mangas largas y abullonadas. El vestido tenía un cinturón de cuero negro con hebilla de plata. También contaba con un escote en forma de corazón que dejaba ver parte del bien dotado pecho de la atractiva mujer. El vestido era de falda amplia. Estaba adornado con pequeños diamantes y llevaba un anillo con la figura de una rosa en el dedo anular.
Charlotte se inclinó para mirar por la ventana, observando los árboles altos que bordeaban el camino. -El paisaje se ve un poco espeluznante, ¿no crees, Caleb? La linda rubia fresa vestía una chaqueta rosa de felpa con parches decorativos con forma de estrellas y lunas y un pantalón azul turquesa. Calsaba unas zapatillas deportivas, en su muñeca izquierda llevaba una pulsera de colores y de su cuello colgaba un amuleto de oro similar al de su hermano, pero con un zafiro. Su largo cabello estaba sujeto en dos coletas.
El ojigrís asintió de acuerdo. -Tal y como una película de terror -sonrió-. La bruma le da más ese toque tétrico y la advertencia que vimos escrita detrás del letrero que daba la bienvenida a la ciudad también se suma a ello.
-Cierto -estuvo de acuerdo su gemela, mirando nuevamente por la ventana fascinada.
Tras unos minutos más en la carretera, la mansión Ravenwood apareció de repente ante ellos, emergiendo entre la neblina. Era una estructura imponente, con altas torres y ventanas, rodeada de un precioso jardín de rosas rojas, violetas, azules y blancas y otros tipos de plantas. La imponente estructura gótica que había pertenecido a la familia de Isolde durante generaciones, se alzaba majestuosamente en lo alto de una colina a las afueras de la ciudad. Las luces de la ciudad parpadeaban a lo lejos mientras el vehículo se adentraba en el camino de grava que conducía a la entrada principal, cruzando las pesadas verjas de hierro que daban acceso a la propiedad, las cuales la ojivioleta abrió con ayuda de su magia.
-¡Wow, es enorme! -exclamó Charlotte, con los ojos muy abiertos mientras miraba la mansión con asombro desde la ventana del auto.
-Vaya que lo és -dijo igual de asombrado su gemelo.
La hermosa hechicera estacionó el auto frente a la entrada principal, donde una escalinata de piedra conducía hacia una puerta doble de roble oscuro.
-Chicos, Blackmoon, bienvenidos a la mansión Ravenwood -dijo, abriendo la puerta del auto.
La inglesa se bajó del auto con gracia, siguiendo a los gemelos que ya estaban saliendo del vehículo entusiasmados. Blackmoon también se estiró y, después de bostezar, bajó del auto saltando grácilmente al suelo.
-Que maravillosa es la magia. Si no fuera por ella, tendríamos que ir cargados de un montón de equipaje -dijo Isolde, ya que había creado una especie de dimensión de bolsillo donde había guardado todas sus cosas y la de los gemelos.
-¿De verdad, querida? -le dijo el minino con mirada inexpresiva chasqueando su lengua de forma desaprobatoria al pensar como su ama utilizaba su poder para cosas tan mundanas.
La de ojos violeta únicamente se encogió de hombros sonriendo inocentemente y les hizo señas a todos para que la siguieran.
Ya frente a la entrada principal, la puerta se abrió con un chirrido ominoso y entraron en un vestíbulo. Dicho vestíbulo era amplio, con suelos de mármol negro brillante que reflejaban la luz de las elegantes lámparas de araña de cristal que colgaban del techo alto que se encendieron en cuanto cruzaron la puerta de entrada. Las paredes estaban adornadas con paneles de madera oscura y tapices de seda en tonos púrpuras y dorados, que le daban al espacio un aire de opulencia.
-Hogar, dulce hogar -dijo la bella azabache con una sonrisa. Aunque había vivido en muchos lugares a lo largo de los siglos, la mansión Ravenwood tenía un lugar especial en su corazón. Era un refugio seguro para ella y ahora para sus protegidos.
Charlotte y Caleb miraban con fascinación a su alrededor, mientras Blackmoon recorría el lugar, inspeccionando su nuevo dominio con satisfacción.
-Es maravillosa -dijo encantada Charlotte-. Toda una antigua mansión para jugar, ¿verdad, hermano?
Caleb asintió distraídamente con una sonrisa, su atención dividida entre el interior de la casa y el amplio jardín de rosas que se extendía más allá de las ventanas. -Realmente es enorme, ¿cuántas habitaciones tiene? -preguntó, su curiosidad despertada.
-Quince habitaciones de gran tamaño, cinco en el primer piso y las otras diez en el segundo -le respondió la inglesa, soltando una divertida risita al ver que los ojos de Caleb se abrían como platos ante la respuesta.
-¿Podemos explorar, tía? -preguntó el adorable rubio fresa, con mirada suplicante.
-Claro que sí, pero antes desempaquemos. Luego podrán explorar todo lo que quieran. Aunque... pensándolo bien, haremos las dos cosas -dijo,, esbozando una sonrisa traviesa.
La bella hechicera asintió pensativa. -Como pueden ver, el vestíbulo es solo el principio. Vamos a hacer un pequeño recorrido por algunas zonas de la mansión para que se familiaricen un poco con nuestro nuevo hogar.
Dirigidos por Isolde, el grupo se movió hacia la derecha, adentrándose a la Sala Principal tras abrir una pesada puerta de roble. El espacio estaba decorado con un mobiliario de época: sofás de terciopelo verde esmeralda, una mesa de café con intrincados detalles en bronce, cortinas pesadas de brocado y alfombras persas cubrían el piso de mármol.
Un gran piano de cola negro se encontraba en una esquina, junto a una chimenea de mármol con una gran pintura de un paisaje enmarcado en oro, que dominaba la pared principal. La luz que entraba a través de los ventanales arqueados iluminaba casi toda la sala.
Por una puerta adyacente ingresaron a una sala de estar, un espacio más informal con una atmósfera acogedora. Aquí, los sofás eran de cuero y estaban dispuestos alrededor de una mesa de centro con un tablero de cristal esmerilado. Las estanterías llenas de libros antiguos y objetos raros estaban dispuestas a lo largo de las paredes, y una serie de cuadros enmarcados mostraban paisajes de fantasía con diferentes criaturas y seres mágicos. Una alfombra oriental con colores cálidos cubría el suelo de madera de roble, añadiendo un toque de confort al lugar.
Blackmoon saltó a uno de los sofás y ronroneó feliz. -Todos los sofás se ven tan cómodos que no decido cual será mi favorito para tomar la siesta -comentó, mirando alrededor con un aire de aprobación.
Isolde rió suavemente. -Te aseguro que encontrarás tu rincón favorito en poco tiempo.
-De eso no hay duda -corearon los gemelos, esbozando amplias sonrisas-. De todos modos tienes la capacidad de dormir en cualquier sitio, gatito perezoso.
-Es un don -dijo éste orgulloso, haciendo reír a todos.
-Vaya don -bromeó Caleb.
Blackmoon se enderezó en toda su altura y pasó por delante de los niños con su naricita en alto en fingida indignación que los hizo reír de nuevo.
Detrás de una bonita puerta ornamentada se hallaba una biblioteca, la cual prometía privacidad y tranquilidad para el lector, entre sus estanterías que llegaban hasta el techo, llenas de volúmenes encuadernados en cuero y pergamino. Una escalera de caracol se deslizaba por una pared, permitiendo el acceso a los libros más altos. El aire aún olía a papel de pergamino y cera de vela, y el suelo estaba cubierto por una alfombra persa color crema. Un escritorio antiguo, adornado con una lámpara de bronce y una gran silla de cuero, dominaba el centro de la habitación.
Siguieron su recorrido hacia el comedor, donde una larga mesa de madera maciza dominaba el espacio. La mesa estaba rodeada por sillas tapizadas en cuero y adornadas con detalles dorados. Sobre la mesa, una elegante bandeja de plata esperaba, reflejando la luz de los candelabros que colgaban del techo alto. Las paredes estaban decoradas con tapices que representaban escenas de la naturaleza, y un gran espejo dorado colgaba sobre una chimenea decorativa.
-Probablemente tengamos muchas visitas en un futuro cercano, por lo que necesitaré que el comedor se mantenga ordenado -les dijo la bella hechicera a los niños y al gatito residente.
-¡Entendido, capitana! -dijeron éstos al unísono, en pose militar.
Tras negar con la cabeza divertida, Isolde llevó a los gemelos y al gato parlante a través de un pasillo amplio que conducía a una bella sala de música.
-Oh mi... -suspiró enamorada Charlotte cuando entraron a dicho lugar repleto de diferentes instrumentos musicales y asientos cómodos. En el centro del lugar había otro precioso piano de cola y grandes ventanales que daban al exterior.
"Por Hécate, definitivamente en cuanto tenga la oportunidad mi dulce hermana prácticamente vivirá aquí. Ya puedo ver las luchas para alejarla por unas horas de tantos instrumentos", pensó el joven francés, suspirando resignado.
Subieron por una segunda escalera de madera con barandillas talladas, que llevaba a un pasillo en el segundo piso. Este nivel de la mansión tenía un aire de sofisticación tranquila, con alfombras de lana gris oscuro cubriendo el suelo y puertas de madera decoradas con intrincadas tallas. seis habitaciones, un baño para invitados y un estudio estaban dispuestos a lo largo de ambos lados de ese primer pasillo.
Isolde abrió la cuarta puerta a la derecha, revelando una espaciosa habitación. Las paredes estaban pintadas de un suave tono lila y el suelo era de madera clara, pero con una alfombra de área en un lila más oscuro con intrincados bordados dorados.
Contaba con una gran cama con dosel con la cabecera tapizada en terciopelo lila, el borde dorado y adornada con botones de cristal en formas de pequeñas mariposas. La cama tenía una elegante colcha blanca con detalles en lila y una serie de cojines decorativos en tonos coordinados. De los postes dorados del dosel colgaban unas largas cortinas de seda en color rosa. A un lado de la cama, había una mesa de noche de madera clara con una lámpara de mesa de cristal y base dorada.
En una esquina del dormitorio, se hallaba un escritorio en acabado blanco lacado, con detalles dorados en las patas y tiradores. El escritorio tenía su propia silla de oficina con tapizado en lila claro, rosa y detalles dorados en los brazos.
Dos sofás de terciopelo color crema y cojines lilas y rosas de seda con bordados en oro, así como una mesa de café de madera con centro de cristal ubicada entre ambos sofás, se hallaban frente a la cama.
En la pared paralela a la cama detrás de una puerta doble de madera clara se ubicaba un bonito vestidor. Sus paredes estaban revestidas de paneles de madera blanca con estantes ajustables y cajones en tonos dorados. Había un espejo de cuerpo entero con un marco decorado en forma de rama dorada. Un pequeño banco tapizado en terciopelo lila y rosa se encontraba en el centro y los armarios poseían puertas corredizas con cristales gravados tintados.
Pequeños cristales con forma de mariposas colgaban del candelabro de cristal del techo. Cortinas largas en un tejido ligero de color lila con bordes dorados cubrían la puerta de cristal corrediza del balcón y una puerta de madera con pequeñas mariposas talladas daba a un baño adjunto.
-Esta es tu habitación, Charlotte -dijo la bella hechicera, señalando la decoración-. Espero que la encuentres cómoda.
-Es preciosa -dijo la linda dhampira-. Gracias, no puedo esperar a instalarme en ella.
-Por supuesto, cariño -sonrió ésta, colocando suavemente las maletas de Charlotte en el suelo, a fin de no romper nada, luego de sacarlas de la dimensión de bolsillo.
La siguiente habitación tenía un estilo diferente pero igualmente acogedor. Las paredes estaban pintadas de un profundo azul marino y la pintura tenía un acabado mate, a fin de evitar reflejos molestos, y se complementaba con molduras en un color gris oscuro que enmarcaban el perímetro de la habitación. El suelo de madera pulida estaba cubierto por una alfombra de terciopelo en un tono gris carbón.
La cama era un modelo de plataforma baja con un marco de madera negra brillante. El cabecero era alto y tapizado en un lujoso terciopelo azul oscuro. La ropa de cama estaba compuesta por sábanas en un gris oscuro, una manta de lana negra y un edredón con estampado de rayas en tonos grises y azules. Unas mullidas almohadas con detalles en plata y un cojín en forma de estrella complementaban el conjunto.
Entre la cama y la puerta que conducía al baño, había una mesa de noche de madera negra con una lámpara de mesa con pantalla de seda en un tono gris oscuro. En la mesa de noche descansaba un bonito reloj despertador.
Contra la pared donde se encontraba la puerta de entrada había un escritorio de madera oscura, con un acabado brillante y detalles en metal plateado en las patas y tiradores. Estaba equipado con una lámpara de escritorio con base en forma de globos en cristal azul. La silla del escritorio era una elegante butaca en cuero negro con detalles en cromo. A un lado, había estanterías flotantes en color negro.
Al igual que en la habitación de Charlotte, la puerta de cristal corrediza que daba al balcón estaba cubierta de largas cortinas, estas de terciopelo gris con bordados azul oscuro en los bordes inferiores.
En una esquina cercana al balcón, había un par de sillones de cuero negro, rodeados por una mesa de café de vidrio y metal.
En el centro del techo, había una lámpara de araña con detalles en cristal y metal plateado. Así mismo, igual contaba con luces empotradas en el techo para una iluminación general suave y, por último estaba el vestidor, el cual se encontraba separado de la habitación principal por una puerta corrediza de vidrio esmerilado. El interior del vestidor estaba revestido en madera oscura, con estantes ajustables, un área de colgado para ropa, y una sección para zapatos. Los accesorios, como los tiradores de los cajones y las perchas, eran de metal plateado.
-Y esta es tu habitación, Caleb -anunció Isolde-. Espero que disfrutes tu nuevo espacio -dijo, sacando las maletas del ojigrís de la dimensión de bolsillo y colocándolas en el suelo.
-Oh, lo haré -dijo el rubio, a la vez que examinaba los detalles-. Gracias, tía Isolde.
La de ojos violeta solo le revolvió el cabello cariñosamente asintiendo con la cabeza.
-Mi habitación es la que está frente a la de ustedes. La de la puerta doble en madera oscura -les informó Isolde, mientras salían de la habitación de Caleb-. Es esta. -La poderosa hechicera abrió la enorme puerta doble de la habitación.
Fueron recibidos por una elegante área de estar con paredes pintadas en crema claro. Éstas se encontraban adornadas con paneles de madera oscura y tapices en tonos burdeos y dorados.
Un gran sofá de terciopelo púrpura oscuro, con detalles en dorado, se encontraba en el centro, complementado por cojines de seda negra y plata. Frente al sofá, había una mesa de café antigua, hecha de madera oscura con intrincados detalles tallados y a un lado, una silla de estilo victoriano, con un diseño en cuero negro y detalles metálicos.
En una esquina había una lámpara de pie con pantalla de cristal negro y dorado. Una alfombra persa en tonos púrpuras cubría parcialmente el suelo de mármol marrón.
Grandes ventanales con cortinas pesadas de terciopelo púrpura dejaban pasar la luz del día.
Tras una gran puerta ornamentada con pétalos de rosas pintadas en dorado situada a la derecha estaba el dormitorio, cuya pieza central era una cama king-size con dosel, cubierta con sábanas de seda negra y una colcha de terciopelo púrpura. Cojines y almohadas en tonos púrpura con bordados dorados se amontonaban a lo largo de la cabecera. Largas cortinas de gasa negra colgaban de los postes del dosel.
A ambos lados de la cama se podían ver dos mesas de noche de madera lacada en negro, ambas contaban con lámparas de mesita con pantallas de seda dorada y bases en forma de cristal tallado. Un elegante tapete de lana en tono púrpura y el borde dorado abarcaba el área de la cama.
Un vestidor de tamaño generoso se encontraba frente a la cama, con puertas de madera con detalles dorados. El interior estaba dividido en secciones para ropa, zapatos y accesorios, con estantes y cajones organizados meticulosamente. Un gran espejo de cuerpo entero con marco dorado se hallaba colgado en una de las paredes del vestidor, y había una pequeña área de tocador con una lámpara y una silla acolchada. Por último, una alfombra en tonos burdeos cubría todo el suelo.
Una lámpara de araña colgaba del techo y una puerta corrediza de cristal con marco dorado escondida bajo unas largas cortinas en tono negro y púrpura llevaban al balcón. Dicha puerta estaba ubicada a la izquierda de la cama, justo al lado de una de las mesas de noche. Y, finalmente, en la pared de lado derecho paralela a la cama, se hallaba la puerta del baño.
-Bueno Chicos, ya saben donde encontrarme si me necesitan y no me encuentran en ningún otro sitio de la mansión -les dijo Isolde, mientras salían de la habitación de la atractiva mujer.
-Okey -respondieron éstos, al unísono-. Nos sorprende que todo se vea tan bien -comentaron.
-Mmm, eso se debe a que antes de que llegáramos aquí envié a varios de nuestros sirvientes para que arreglaran todo, además hay muchas runas y encantamientos colocados en la propiedad que la mantienen siempre en óptimas condiciones -les explicó la azabache.
-Ya veo -dijo Caleb sorprendido. Charlotte asintió a su lado.
-Bueno -dijo Isolde, aplaudiendo, llamando la atención de los chicos y Blackmoon-. Es hora de desempacar.
-¡Muy bien! -estuvieron de acuerdo los dos rubios, yendo a sus respectivas habitaciones entre bromas y risas. La bella hechicera sonrió observando a los entusiastas niños hasta que se perdieron de su vista y, seguidamente ella y Blackmoon entraron a su propia habitación.
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En un abrir y cerrar de ojos, la mañana se fue, dándo paso a la tarde. A las dos, después de que terminaron de instalarse en sus habitaciones, Isolde llevó a los gemelos y a Blackmoon al supermercado, debido a que le hacían falta algunos ingredientes para la cena.
En cuanto bajaron del auto, el gato parlante suspiró viendo la gran cantidad de autos aparcados en el estacionamiento. -No me digas que vamos a pasar la tarde en el supermercado. Mis nervios no están hechos para soportar los pasillos abarrotados de gente.
-No te preocupes, solo necesitamos unas cuantas cosas -le dijo la azabache, tomando un carrito de compras e ingresando al establecimiento-. Charlotte, Caleb, ¿podrían pasarme los champiñones? -Isolde le pidió a los gemelos cuando llegaron a la sección de productos frescos.
-¡Claro! -Los preadolescentes hicieron rápidamente lo que se les pidió y siguieron ayudando a su tutora con el resto de las compras reduciendo la lista en poco tiempo.
-Querida, no te olvides del atún enlatado para mí -dijo Blackmoon-. No quiero tener que recurrir a las croquetas para gatos.
-Por supuesto, por supuesto -dijo con una risita Isolde.
Tras llenar el carrito con todos los suministros necesarios y algunas golosinas extra, el grupo volvió a la mansión para relajarse. El resto de la tarde Charlotte y Caleb jugaron algunos videojuegos en la sala de estar tras instalar una televisión e Isolde se la pasó leyendo unos viejos tomos acompañada por Blackmoon en la biblioteca.
Al caer la noche, Isolde se dirigió a la cocina y comenzó a preparar la cena tarareando una alegre canción.
-Chicos, Blackmoon, a cenar -llamó ésta a los gemelos y al felino, en cuanto estuvo lista la comida.
Los dos rubio fresa dejaron lo que estaban haciendo y luego de lavarse las manos fueron al comedor.
-Oh, se ve delicioso, tía Isolde -dijo Charlotte mirando su plato-. ¿Pero qué es?
-Coq au Vin -respondió Isolde con una sonrisa-. Es un platillo francés. Espero que les guste.
Después de la cena, los platos fueron lavados y el grupo se trasladó a la sala de estar, con tazones de palomitas, patatas fritas y unos refrescos, donde se acomodaron para ver algunas películas. A la mitad de Cazafantasmas los jóvenes dhampiros se quedaron profundamente dormidos. Con un elegante movimiento de su mano, la bella hechicera lanzó un hechizo que ordenó toda la sala y, seguidamente procedió a levantar a los chicos y los ayudó a llegar a sus respectivas habitaciones donde cayeron rendidos sobre sus suaves camas.
De igual forma, la azabache y Blackmoon se retiraron a su habitación y tras darse la ojivioleta una refrescante ducha, ponerse un camisón de seda negro y realizar sus otros rituales nocturnos, ésta se metió en su cama uniéndose al resto de su familia al reino de los sueños, concluyendo así su primer día en Santa Carla.
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Fin del Capítulo.
