Hola a todos. Con motivo del estreno de su anime, he decidido escribir este fic de Mato Seihei no Slave (Chained Soldier). Esta historia será como una novelización de lo que ocurre en el manga, pero habrá cambios en algunas cosas. Habrá menos situaciones ecchi, así como ningún contenido lemon.

Mato Seihei no Slave es una creación de Takahiro. Este fic es solo con el propósito de entretener.

Y eso es todo. Aquí empezamos. Espero que os guste.

Y antes de comenzar… ¡Música!

Sotto me wo samaseba

Kurai yami ni ooware

Hitori mata hitori chiru namida ni

Kanashimi wo koraete

Te ni tsukamu to chikatta kibou wo

Zutto yume wo miteita

Tooku takaku todokanai

Kitto kanaunda tte sou negatteta

Sonna toki ni kimi ga watashi to tsunagatta

Itsudatte maemuki de

Itsudatte junsui de

Kitto kimi to nara yukeru yo

Kanarazu kono sekai wo hikari no sono e

Zettai kaete miseru asu e to tsunagu yo

El Héroe de Mato

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Episodio 1. Desastre de Mato

Año 2020. En la sede de Naciones Unidas, un grupo de dirigentes mundiales tenían una importante reunión. Sin embargo, se daba la circunstancia de que todas las personas reunidas en aquel lugar eran mujeres. No se veía presencia masculina por ninguna parte.

–Sin más demora, comencemos la conferencia –anunció una de las diplomáticas presentes.

El concepto de "igualdad de género" en el mundo dejó de existir con la aparición de otra dimensión llamada "Mato".

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Al mismo tiempo, en el instituto Kaminoge, en Japón, un grupo de estudiantes masculinos hallaban reunidos en un aula, ejerciendo los trabajos de limpieza.

–¡Aseguraros de terminar antes que suene la campana! –ordenó un profesor.

Cuando el profesor se marchó dejando solos a los chicos, uno de ellos puso cara de pocos amigos.

–No hacen más que darnos órdenes un día sí y otro también –se quejó mientras fregaba el suelo.

El que habló se llamaba Yuuki Wakura, de dieciocho años. Tenía los ojos azules, y su pelo era azul oscuro y corto, del que se destacaban dos mechones hacia arriba que recordaban a las antenas de un insecto.

–Vamos, no seas así –dijo uno de sus compañeros, un chico de cabello marrón oscuro y labios prominentes–. Gracias a ti, podemos tomarnos el trabajo con más calma.

Este chico jugueteaba con una pelota, mientras que otro, de pelo rubio oscuro, movía una escoba como si de un bate de beisbol se tratara.

Un murmullo se escuchó de fuera. Los tres se acercaron a las ventanas del aula, desde donde vieron un gran grupo de chicas uniformadas entrando en el recinto del instituto.

–Aquí llegan nuestras reinas, tarde como siempre –comentó el rubio.

–Es inevitable –suspiró Yuuki–. Los hombres no podemos recibir dones de los melocotones.

La gran mayoría de aquellas chicas caminaban normalmente como harían las alumnas de cualquier instituto. Sin embargo, algunas de ellas tenían peculiaridades. Una de ellas sostenía un bolso usando un mechón de su cabello, usando otro para sacar del mismo una botella de agua para acercársela a la mano. Otra chica en cambio se movía flotando en el aire.

–Nuestras vidas son complicadas desde que nacemos –concluyó.

Mirando a las alumnas, reparó en una de ellas que caminaba felizmente llevando tomado de la mano a un alumno, quien cargaba a cuestas las mochilas de los dos, y sonreía como si fuera el hombre más feliz del mundo.

–¿¡Pero qué!? –exclamó Yuuki con perplejidad–. ¿Desde cuándo están esos dos juntos?

–Oh, ¿eso? –respondió el castaño sin darle demasiada importancia.

–Por lo visto, él le pidió salir después de decirle que fue gracias a ella que ganó la competición de atletismo –dijo el rubio mientras hacia un exagerado gesto de arrodillarse y extender la mano hacia delante.

Yuuki se sentía envidioso. Parecía que en aquel mundo los chicos atléticos eran realmente populares. Estaba seguro que ese compañero debía ser bueno para haber logrado que la chica quisiera salir con él. Él no destacaba precisamente por sus cualidades atléticas, por lo que ver esa estampa le hizo sentir peor.

–Escuché que las habilidades de limpieza como las tuyas estarán muy en demanda en los próximos años, Yuuki –trató de animarle el castaño.

–¡Pero yo no quiero esperar años! ¡Yo quiero ser popular AHORA! –se quejó el aludido.

Suspiró. Definitivamente la vida en este mundo siendo hombre era un verdadero tormento.

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Después de las clases, Yuuki y su amigo castaño regresaron a casa tomando el tren. En pocos años, el mundo había cambiado completamente. Y en cuestión de transporte público, mientras que las mujeres disponían de vagones exclusivos donde podían viajar cómodamente y sin problemas de espacio, los hombres tenían que viajar apretados en los suyos. Era una sensación realmente agobiante.

Cuando por fin llegaron a su parada, ambos amigos bajaron del vagón. El chico castaño estaba aliviado de salir al exterior y respirar aire puro. Pero seguía suspirando.

–Me siento decaído sabiendo que pronto seré un adulto trabajando. Viajar en tren apesta…

Yuuki compartía la opinión de su amigo. Pero en ese momento se fijó en un detalle.

–El botón de tu camisa está a punto de caerse.

El otro quedó perplejo, ya que probablemente se habría enganchado en alguna parte durante el viaje en tren. Pero Yuuki no estaba preocupado.

–Déjame esto a mí –dijo mientras sacaba un pequeño maletín de costura.

Con una habilidad digna de un sastre experto, Yuuki tomó el botón y enhebrando la aguja a la primera lo volvió a coser en cuestión de segundos. Su amigo estaba impresionado.

–¡Gracias! De verdad se te dan bien este clase de cosas.

–Eso es gracias a mi hermana –Yuuki sonrió–. Ella fue quien me enseñó. Dijo que debería perfeccionar mis habilidades ya que los hombres no podemos obtener poderes –Yuuki de pronto se estremeció–. Yo tenía que hacer las tareas domésticas, o de lo contrario me llevaría un buen castigo.

–Lo siento por ti –dijo su amigo con una sonrisa incómoda–. Ah, pero ahora que lo pienso. ¿No fue durante un desastre de Mato que tu hermana…?

Esto último lo dijo con gesto de preocupación. En respuesta, Yuuki solo puso una sonrisa triste.

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Poco después ambos se separaron. Ya a solas, Yuuki reflexionó las palabras de su amigo.

–Tiene razón… yo también seré pronto un adulto trabajando… –dijo poniendo las manos tras su cabeza–. Sé que tendré que buscar trabajo después de graduarme… ¿Pero entonces solo tendré que trabajar como un esclavo y después palmarla como cualquier otro?

Aquel mundo no era bueno para los hombres. Los que no se dedicaban exclusivamente a las tareas del hogar terminaban trabajando en los escalafones más bajos de las empresas. Realmente era un panorama poco alentador para el chico.

–No puede ser… –gruñó con frustración–. ¿No hay nada mejor ahí fuera? Un lugar donde yo pueda ser importante…

Sin que se diera cuenta, una niebla comenzó a formarse a su alrededor.

–Hay mucha niebla esta tarde –observó extrañado.

Entonces miró a su alrededor.

–¿Qué? ¿No se ve nada? –Yuuki quedó perplejo–. Normalmente no se formaba una niebla tan espesa así de repente.

El viento sopló con fuerza, despejando la niebla. Cuando lo hizo, Yuuki quedó en shock.

Estaba en un paisaje que no tenía nada que ver con la ciudad. Era como un lugar desolado, en el que solo veía enormes estructuras rocosas con forma de cuernos.

–N-No puede ser –gritó Yuuki asustado–. Este sitio es… ¿¡Mato!?

Varias décadas atrás, unos misteriosos portales aparecieron por todo Japón. Al otro lado de esos portales, se encontraba otra dimensión con una extensión equivalente al área metropolitana de Tokio. Desde aquel momento se la conoció como la metrópolis demoníaca, "Mato".

En ese lugar, existía la amenaza de los "Yomotsu Shuuki", unas monstruosas criaturas que podrían acabar con un ser humano en cuestión de segundos.

Sin embargo, en aquella dimensión también existía un recurso, llamado "Melocotón", que otorgaba habilidades especiales si era consumido. Pero esas habilidades no les eran otorgadas a los hombres. De esa manera, las antiguas diferencias de poder entre hombres y mujeres quedaron derrumbadas.

Para poder guardar los portales hacia Mato con la vigilancia del gobierno, se creó una nueva organización, la Fuerza de Defensa Antidemonios, una unidad especializada en combate, constituida entera y exclusivamente por mujeres, que recibieron poderes de los melocotones.

En aquella dimensión hostil, Yuuki trató de calmarse. Sacó su teléfono para buscar un manual de emergencia que el gobierno publicó para estas situaciones. Una voz procedió a narrar.

"Los portales que conectan con Mato, distribuidos por Japón, son conocidos popularmente como las Puertas. Aunque normalmente están anclados a un lugar, algunos de ellos pueden aparecer en sitios inesperados. Los casos donde los ciudadanos se pierden en Mato o los shuuki llegan al mundo real, son conocidos como Desastres de Mato."

Esto puso nervioso a Yuuki. Cinco años atrás, su hermana desapareció sin dejar rastro. El incidente también fue clasificado como un Desastre de Mato.

Yuuki estaba tan enfocado en sus pensamientos que no se percató de un montículo de tierra que se movía en su dirección.

El chico siguió escuchando las instrucciones de su teléfono.

"Si te pierdes en Mato, evita moverte innecesariamente y espera a que el Cuerpo Antidemonios llegue a rescatarte."

Imaginó que debían disponer de medios que les permitieran detectar cuando una persona había cruzado a Mato desde el mundo real. Eso le tranquilizó. Lo mejor sería que hiciera caso de las instrucciones y no se moviera de donde estaba.

Pero entonces un estruendo sonó a sus espaldas.

Yuuki se dio la vuelta. Desde la tierra, había emergido una criatura aterradora. Medía como dos metros y medio de altura, y su cuerpo humanoide era negruzco y robusto. Sus enormes brazos acababan en unas afiladas garras, y su cara era blanca, como si de una máscara se tratara.

Yuuki miró a aquella criatura. Le estaba dirigiendo una mirada depredadora. Los ojos del chico temblaron por el miedo.

Al instante, más criaturas iguales surgieron tras aquella. Sí, decidido, no era buena idea quedarse quieto.

Se dio la vuelta y echó a correr mientras gritaba. Logró poner un poco de distancia con sus perseguidores, pero estos no hacían más que acelerar el paso, dispuestos a darle caza.

Yuuki sabía que seguramente no podría escapar antes que llegaran a socorrerle. No podría correr tanto como esas criaturas, así que probablemente esto sería lo último que hiciera. Le pareció irónico, ya que antes de aparecer en Mato se había estado quejando de lo aburridos que eran sus días.

Miró al frente. Hacia él venía otra de esas criaturas, pero esta era un poco distinta, ya que de atrás de su cabeza había lo que parecía una melena de pelo blanco.

Yuuki frenó. Estaba rodeado. El miedo se apoderó de él. No quería que todo terminara así. No sin haber podido volver a ver a su hermana.

Entonces se fijó en que el nuevo shuuki no le atacó. Solo se quedó quieto. Y mirando bien, observó que llevaba un collar con pinchos, como si de un perro peligroso se tratara. Y sobre él había una figura humana.

Esto sorprendió a Yuuki. Acto seguido, aquel shuuki melenudo saltó por encima de él y se colocó ante el resto de criaturas.

Entonces pudo ver bien a la jinete de ese shuuki. Era una chica un poco mayor que él, que iba vestida con uniforme militar negro y rojo, adornado con hombreras doradas y guantes blancos. Tenía los ojos rojos y el pelo blanco, el cual llevaba suelto y le pasaba la cintura, y en el que llevaba unos adornos sobre las orejas que parecían alas. Un gorro negro cubría su cabeza. Era una belleza a los ojos del chico.

–Encontrarte ya con una emboscada… –dijo sin volverse a mirarlo–. Parece que la suerte no está de tu parte.

La chica dirigió su mano a la katana que llevaba colgando de la cintura.

–¡Quédate detrás de mí! –le ordenó sin perder de vista a los shuuki.

Desenvainó la katana, mientras tiraba con fuerza de la cadena que sujetaba el collar del shuuki melenudo.

–¡Es la hora de someter! –gritó como si se tratara de algo divertido.

Lo que siguió dejó a Yuuki perplejo. Esa chica con su katana, y el shuuki melenudo con sus garras, procedieron a masacrar a todas las demás criaturas. No cabía duda de que estaba ante alguien que era digna de sus estatus como miembro del Cuerpo Antidemonios.

Sin embargo, en medio de aquella refriega, uno de los shuuki usó sus garras para destrozar la cabeza del melenudo, lo cual sorprendió a la chica, quien pegó un ágil salto hacia atrás hasta situarse junto a Yuuki.

–Tch. Es demasiado débil –gruñó.

Con furia, usó su katana para destrozar al shukki atacante, cortándolo como si de mantequilla se tratara. Yuuki solo estaba asustado al ver la sangre salir de los cuerpos de esas criaturas.

Una vez acabó, volvió a hablar, aun sin mirarle.

–Eres la víctima del desastre de Mato, ¿correcto? Soy la jefa de la séptima unidad del Cuerpo Antidemonios, Kyouka Uzen –se fue volviendo entonces para mirarle a los ojos–. Puedes quedarte tranquilo. Estás en buenas manos.

Pese a aquella furia con la que manejaba a los shuuki, al chico le pareció guapa, tanto que se sonrojó ligeramente cuando ella le miró a los ojos.

Pero no tuvo tiempo de deleitarse en su contemplación. Un enorme estruendo sonó. Ambos vieron como el ruido de la batalla había atraído a otros shuukis, y ahora se veían como un centenar de ellos que iban corriendo en su dirección.

Yuuki se asustó con aquellas miradas depredadoras.

–¡E… Estamos en grandes problemas! –gritó con miedo.

Pero Kyouka no le prestó atención. Miró a una de aquellas criaturas que había cortado con anterioridad, e hizo algo que provocó que aparecieran cadenas luminosas que se dirigieron al shuuki.

El chico miró asustado como el shuuki se incorporaba. Estaba algo ensangrentado y faltaba un brazo y tenía un corte en la cara, pero tenía el mismo collar con cadena que aquel en que esa chica llegó. ¿Cuál era exactamente el poder de esta capitana?

–Sube –ordenó ella.

–¿¡Huh!? ¡Oh, de acuerdo!

Sin discutir, Yuuki se subió junto con ella a la criatura, y se agarró de la cintura de Kyouka. La criatura se puso en marcha, tratando de abrirse paso entre aquel enjambre monstruoso, mientras Kyouka se sujetaba con una mano a la cadena y con la otra despedazaba con su katana a todos aquellos monstruos que se le ponían por delante.

Yuuki estaba algo asustado. Aunque se hallara en compañía de una miembro del Cuerpo Antidemonios, creyó que tal vez no fuera suficiente ella sola para someter a todas aquellas criaturas.

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Durante la huída, Kyouka vio que uno de aquellos shuukis iba a atacarles, y con su espada no podría pararlo.

–¡Muévete a la derecha! –ordenó a su montura.

Pero no pareció moverse con la rapidez que ella deseaba. Tenía una reacción lenta. Tal fue así que el shuuki atacante no tardó en acabar con la montura. Por suerte, Kyouka saltó a tiempo tomando consigo a Yuuki, y aterrizando ambos a un par de metros del monstruo.

Pero más criaturas fueron a atacar. El chico gritó asustado. Kyouka sabía lo que tenía que hacer.

De un bolsillo de su uniforme, sacó una nota con símbolos extraños, como un talismán. La tocó con el extremo de su katana y la clavó en el suelo. Una cúpula se formó ante ellos, protegiéndolos de los monstruos.

El chico seguía nervioso. Pero ella sabía guardar la calma aun ante esa situación.

–Es una simple barrera, tranquilo –le dijo.

–Pero no parece muy resistente –objetó el chico que veía con temor como los shuukis estaban golpeando la barrera–. ¿Se romperá?

Era comprensible que temiera. Y la verdad, si estuviera ella sola combatiendo, podría salir de esta de alguna manera. Sin embargo, ahora estaba protegiendo a una víctima, y eso cambiaba las cosas.

El poder que recibió al comer aquel melocotón, era en realidad un fracaso, incluso para alguien tan fuerte como ella.

Recordaba las palabras de otras capitanas. Elogiaban su fuerza física, pero sabían que sus poderes no le permitirían alcanzar su sueño.

Pero a ella le daban igual esas palabras. Llevaba mucho tiempo luchando, y definitivamente iba a liderar a las otras capitanas. Se convertiría en la líder.

De vuelta al presente, la situación iba a peor. Los shuukis seguían golpeando la barrera. No iba a durar mucho más.

Miró al chico. No tenía elección. Aun no estaba segura de si esto funcionaría con un hombre. Pero era un buen momento para averiguarlo.

–¿Cómo te llamas? –le preguntó.

–¡Wakura, Yuuki Wakura!

–Yuuki, solo hay una forma de salir de esta –le dijo mirándole seriamente–. Pero tú también vas a tener que poner de tu parte.

Esas palabras parecieron animarle.

–¡Haré lo que haga falta si puede salvarnos! –exclamó.

–Así se habla –dijo Kyouka sonriendo–. Entonces, te convertiré en mi esclavo.

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Yuuki quedó perplejo ante lo que acababa de escuchar. ¿Convertirse en un esclavo? ¿A qué se refería? Antes que él hablara, la capitana respondió.

–Mi poder extrae y hace uso de la fuerza de los seres vivientes a los que esclavice.

A la mente de Yuuki llegó la imagen de Kyouka a lomos de aquel shuuki melenudo. Este llevaba un collar sujeto por una cadena. ¿Era eso a lo que se refería por esclavizar?

–Si te fortaleces con mi habilidad, podremos escapar ambos con vida –explicó Kyouka.

–¿¡Me… me estás diciendo que tengo que pelear con estos tipos!?

La idea le parecía aterradora. Un solo zarpazo de estas criaturas le podría partir por la mitad. Por mucho que se fortaleciera, le parecía algo imposible.

Pero antes que pudiera argumentar nada, la chica le agarró y le tiró al suelo. Acto seguido se sentó sobre su abdomen, impidiéndole incorporarse.

–Acabas de decir que harías cualquier cosa por salvarnos a ambos, ¿no? –preguntó mientras se quitaba un guante.

–¡Pero me estás diciendo que me convierta en esclavo así de repente! ¡De ninguna manera! –gritó perplejo.

Sin embargo, ella no parecía aceptar un "no" por respuesta. Se veía muy segura de lo que le estaba proponiendo.

–Es la hora de someter –le dijo mientras le acercaba su mano.

Una sola decisión lo cambiaría todo. ¿Volverse un esclavo y salvarse? ¿O negarse y no sobrevivir?

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Hola a todos. Esta sería la trama correspondiente a la mitad del primer número del manga. Si la cosa tiene éxito, consideraré continuar la serie.

Me centraré más en la historia del manga que en la del anime. Y habrá algunos cambios.

Esto es todo. Nos vemos.