Capítulo 4
Edward POV
Sin importar qué tan adulto fuera me sentía igual que un adolescente cuando llegué a casa de mis padres después de más de un día entero de haberme "escapado". La noche anterior les mandé un mensaje de texto diciéndoles que estaba bien pero no volví, no podía enfrentar a nadie. Me sentí culpable por dejarles a los demás la responsabilidad de mis hijos y por abandonarlos a ellos justo ahora que con la ausencia de su mamá me necesitaban más pero no fui capaz de volver antes.
En cuanto puse un pie dentro de la casa esperé que Nessie y Anthony llegaran a saludarme pero todo estaba en silencio y la única persona esperando por mí era Rosalie, una muy enojada Rosalie. Tragué en seco y oré porque papá o mamá estuvieran cerca.
- No están, Edward. –me dijo sonriendo casi con malicia como si me hubiera leído el pensamiento.
- ¿Quienes? –intenté hacerme el desentendido mientras me dejaba caer en un sillón.
- Nadie. Tu padre está trabajando igual que Jasper, Emmett y Alice, tu mamá llevó a los niños de paseo y Renée se fue para relevar a Charlie en el hospital, así que tengo tiempo. –se acercó hasta sentarse frente a mí en una mesa de roble.
- ¿Para esconder mi cadáver? –me burlé sin mucho humor.
- Para decirte que eres un imbécil y que tienes que crecer, te guste o no. –su reclamo fue como prenderme fuego y me puse de pie. Ella era así, directa y cínica, por mucho la mujer más dura que hubiera conocido en mi vida. Tal vez por eso la dejaron encargada de darme un sermón.
- ¡No tienes una maldita idea de por qué demonios estoy pasando! –le grité y ella no se movió de su lugar, ni siquiera se inmutó.
- ¡Pero tengo un hijo! Y sé lo que es tener que protegerlo a toda costa, tú no tienes idea de cómo pasaron Nessie y Antony la noche. Tu madre tuvo que quedarse despierta con ellos porque no paraban de llorar. ¿No lo entiendes? Ellos no pueden procesar lo que sucede, sólo saben que mamá no está y que anoche papá también desapareció ¿cómo puedes hacerles eso?
Durante todo el discurso pude sentir sus ojos penetrantes en los míos y cada palabra me cayó como agua fría. Rosalie tenía razón, se suponía que era un padre y que mis hijos son lo más importante del mundo, sin embargo, cuando necesité crecer y ponerlos primero… no lo hice. Ayer en lugar de volver y llevarlos a la cama como siempre, preferí quedarme con Tanya a evadir la realidad de las cosas.
- Lo siento. –murmuré derrotado agachando la mirada para que no viera las lágrimas que estaba luchando por no derramar.
- No es conmigo con quien tienes que disculparte, Edward. –esta vez su voz era profunda y estaba llena de preocupación, yo asentí y respiré profundo antes de alzar la vista. – Y hay algo más. Pero promete que no vas a salir corriendo. –me amenazó levantando una ceja.
- Nunca más. –le juré.
- Van a dar de alta a Bella en la mañana. No puedes seguir evitándola, tienes que tomar una decisión.
- ¿Qué decisión? –le pregunté sentándome de nuevo porque sentía como si no pudiera sostenerme más. Bella estaba por salir del hospital y aunque no estuviera preparado, iba a tener que enfrentarme a ella.
- ¿Qué vas a hacer con ella, Edward? ¿Vas a enviarle los papeles de divorcio sin darle explicaciones? ¿Vas a contarle todo? ¿Vas a quedarte con ella como si nada hubiera pasado?
- ¿¡Qué?! –su última opción me paralizó… porque ya lo había considerado antes.
- No creo que haya alguien que sepa qué haría estando en tu situación… pero estoy segura de que decidas lo que decidas nadie te va a juzgar. –me sonrió un poco y vi la tristeza reflejada en su rostro como pocas veces.
- ¿Y si fuera Emmett? ¿Tú podrías sólo olvidarlo todo? -antes de que pudiera responderme escuchamos un auto estacionándose afuera de la casa y lamenté la interrupción.
- Me gustaría decir que no, pero después de castrarlo… quizás sí. –se encogió de hombros y sonrió sin alegría, yo hice lo mismo.
Charlie entró y nos saludó antes de contarnos un poco sobre cómo pasó Bella el día y preguntarme qué iba a hacer pues ella sólo deseaba ir a casa e intentar seguir su vida normal. Yo aún no tenía idea de nada.
- No lo sé. –suspiré y me puse de pie. –Creo que lo primero que tengo que hacer es regresar y arreglar un par de cosas que rompí esa noche. Puedo ir por la mañana mientras ustedes la traen aquí y ve a los niños.
- ¿Y no crees que le extrañe tu ausencia? –inquirió Rose algo sarcástica.
- Sólo díganle que estoy arreglando algunas cosas en la casa… después… puedo volver y hablar con ella.
- Lo estás posponiendo, hijo. –me aseguró Charlie antes de darme una palmada en el hombro y caminar hacia la cocina.
- Tiene razón. -me aseguró Rose.
- Lo sé. –suspiré de nuevo y le vi todas las fallas a mi plan, pero no encontré uno mejor.
Fin Edward POV
…..
Bella POV
Estaba nerviosa como nunca antes. Mientras las calles desaparecían una a una sabía que pronto tendría que enfrentarme a Edward… y a lo que fuera que estaba mal entre nosotros. La promesa de abrazar a mis hijos era lo mejor que tenía para compensar ese miedo, sólo por eso le rogué hoy a Liam que me diera de alta después de que le informaran que vomité por la mañana y amenazara con dejarme mínimo otro día internada.
- Te están esperando, Bella. –dijo mamá a mi lado y vi que ya habíamos llegado y mis dos niños estaban de pie mirando por la ventana, sus sonrisas al notar el auto me llenaron los ojos de lágrimas.
- Tómatelo con calma. –me advirtió Carlisle que iba conduciendo y la mirada severa de Charlie desde el asiento del copiloto me confirmó que de verdad debería darles gusto o eran capaces de regresarme al hospital.
En cuanto el auto se detuvo por completo Emmett salió con su gran sonrisa y fue directo a abrirme la puerta, sin darme tiempo para saludarlo me tomó en brazos y me cargó. Lo único que me sorprendió fue lo cuidadoso de sus movimientos, quizás también a él le ordenaron tomarse todo de manera tranquila.
- Es bueno tenerte en casa. –me dijo besándome la frente. – Hay dos diablillos ahí que se mueren por abrazarte.
- También te extrañé. -le dije dejando un beso en su mejilla, él desde que nos conocimos fue como un hermano mayor.
Pasamos el umbral y vi a Esme con una pequeña sonrisa de preocupación, tenía a Nessie de la mano y a su lado Alice hacía lo mismo con Anthony. Rose y Jasper estaban también cerca con miradas expectantes, al igual que mi pequeño sobrino. Y fue ahí cuando dos cosas me golpearon, entendí la realidad. Primero, Edward no estaba. Y segundo, los niños que recordaba eran mucho más pequeños que estos… claro, la pérdida de memoria. La última vez que vi a mis hijos y al de Rose fue casi cuatro semanas atrás pero para mí habían crecido de repente.
- ¿Mami? –habló Nessie y vi que estaba llorando. Emmett me dejó en el sillón con mucho cuidado sentada de lado con la espalda recargada en varias almohadas y la pierna enyesada en contacto con el respaldo, completamente estirada. Ahí me di cuenta de lo mucho que planearon ese momento. – Nana Esme… ¿ya? –le rogó a su abuela y en cuanto ella asintió mi pequeña le soltó la mano y corrió hacia mí. Anthony hizo lo mismo un segundo después.
En cuestión de nada los tuve abrazados a mí, ella lloraba y él reía. Yo hice las dos cosas. No podía ni imaginarme cómo debió ser para ellos verme desaparecer una noche nada más y que su mundo cambiara por completo quedándose al cuidado de toda la familia en casa de sus abuelos. Estuvimos largo rato así y decidí que cuando me recuperara por completo tenía que hacer una fiesta para toda la familia que ayudó a mis niños a estar bien en mi ausencia.
- ¿Vamos a estar juntos, mami? –me preguntó Nessie de repente. - ¿Papi también va a estar y vamos a casa?
Yo alcé la mirada en busca de ayuda, para ese momento dudaba ya que Edward fuera a dignarse hablar conmigo de nuevo. Tal vez estábamos divorciados y yo simplemente lo olvidé.
- Está arreglando algunas cosas en su casa, va a venir más tarde. –me ofreció Carlisle la respuesta y asentí sin estar muy convencida.
Ese fue el inicio de un largo y agotador día. Mis hijos no se despegaron de mi lado, afortunadamente, y se sentía un ambiente festivo en la casa. Todos iban y venían conversando y con bebidas hasta que de manera improvisada decidieron poner el asador y trasladar nuestra reunión al jardín trasero. Para ese momento Jacob ya había llegado y me sentía un poco mejor a su lado, aunque me cuestionó la ausencia de Edward e hizo una mueca de incredulidad cuando ofrecí la explicación de Carlisle. Sí, yo pensaba lo mismo.
Cuando terminamos de comer varias horas después yo sentía que no era capaz de mantener los ojos abiertos, era como si hubiera pasado todo ese tiempo corriendo y no sentada cómodamente observando a los demás y conversando. En la distancia noté que Esme me veía fijamente y me sentí extraña, algo en su forma de no acercárseme estaba mal y me pregunté si estaba relacionado con lo que sea que pasara con Edward.
- Deberías ir a dormir. –me sacó Rosalie de mis pensamientos y preocupaciones.
- ¡No! –respondió Anthony muy firme a mi lado abrazándome con fuerza.
- Hijo ¿recuerdas lo que hablamos? –llegó Charlie y lo cargó en brazos dirigiéndose a él en modo de policía, mi bebé asintió. – Mamá aún está enferma y necesita descansar. Ahora dale un beso y deja que tome una siesta.
Lo puso en el suelo y el niño obedeció aunque no parecía feliz, Nessie había escuchado todo e imitó a su hermano. Los abracé a ambos y besé sus frentes murmurándoles promesas de verlos en un rato más.
- Servicio de taxi. –dijo Jacob sonriendo mientras me levantaba de la silla.
- Eres un bruto. –me quejé abrazándome a su cuello.
- Aún así me quieres. –murmuró besándome el cabello y sosteniéndome más firme contra su cuerpo mientras caminaba hacia el interior de la casa. – Me asustaste mucho.
- Lo sé, lo siento. –me disculpé sabiendo a qué se refería, si algo así le pasara a él… no, no podía ni pensarlo.
- No vuelvas a conducir sin el cinturón de seguridad. No sé qué demonios tenías en la cabeza esa noche… -de repente en cuanto entramos su regaño se cortó a la mitad y sus pasos se detuvieron.
Voltee a verlo y luego seguí el rumbo de su mirada. Ahí, en el otro extremo de la casa estaba Edward. Iba vestido con jeans y una camiseta negra que se adhería a su cuerpo, llevaba el cabello despeinado y se veía hermoso como siempre. Aunque algo estaba mal. Por primera vez no pude descifrar su expresión… estaba asustado y enojado, feliz y sorprendido… todas las emociones se mezclaban sin dejar que alguna predominara. Además noté que estaba más delgado y pálido.
- Supongo que quieres hablar con él. –me murmuró Jacob en el oído cuando el tiempo volvió a avanzar. Sólo atiné a asentir aunque no estaba muy segura de desear enfrentarlo. – Te voy a llevar a la sala y a mantener a los demás lejos… pero sé que algo sucede así que me voy a quedar cerca de la puerta. Si me necesitas, gritas ¿prometido?
Asentí otra vez aunque sus palabras me desconcertaron ¿cómo podía pensar que necesitaría huir de Edward? Por más extraña que fuera la situación él jamás me haría daño. Con mucho cuidado Jacob me llevó hasta el sillón más grande y me dejó ahí, luego, me besó el cabello y miró a Edward como advirtiéndole algo.
- Jake. –lo llamé y me miró, las siguientes palabras que salieron de mi boca no las pensé, fue como si provinieran de uno de los lugares olvidados de mi mente. - ¿Cómo está Leah?
- ¿De ella si te acuerdas? –se burló un poco y vi el brillo en sus ojos. – Está bien, prácticamente vivimos juntos… como amigos. Pero es suficiente. –se encogió de hombros y me alegré por él.
- Salúdala de mi parte.
- Claro, claro. –se despidió antes de volver al jardín trasero y volví a concentrarme en Edward, fue hasta ese momento que se acercó un poco a mí, pero de todas formas se sentó lejos.
- ¿Quién es Leah? –preguntó y yo me reí.
De todas las cosas que hubiera podido decirme… me preguntó por Leah. Él nunca había cruzado palabra con la chica pero de repente quería saber quién era. Negué un poco con la cabeza ante lo bizarro de la situación. Tenía mil cosas que hablar con él… de ese tipo que cambian vidas, que las destruyen… pero lo primero que haría sería informarle del eterno amor de Jacob. Pues que así fuera.
- Leah Clearwater. De La Push, es hija de uno de los amigos de Charlie y Jacob ha estado enamorado de ella desde antes de que yo te conociera. No sé si alguna vez hayas hablado con ella, no creo. –cuando no me respondió suspiré exasperada sintiendo como si la ansiedad empezara a adueñarse de mí y decidí que iría directo al grano. – Edward…
- ¿Cómo te sientes? –me interrumpió y si hubiera tenido algo a la mano, se lo hubiera arrojado.
- Estoy exhausta, la verdad, así que necesito que me expliques qué demonios está pasando aquí.
Sentí que los ojos se me llenaban de lágrimas cuando me di cuenta de que probablemente no estaba en lo absoluto preparada para su respuesta pero no había vuelta de hoja. Estar esperando era peor que saberlo de una vez.
- Cuando tuviste el accidente… es decir… antes… de que salieras de casa… -se detuvo de repente y vi sus ojos verdes plagados de dolor, desee tenerlo cerca para tocarlo y reconfortarlo.
- Sólo dilo. –le rogué pero él guardó silencio y negó un poco con la cabeza antes de por fin aproximarse más. Se arrodilló a mi lado y nuestros rostros quedaron muy cerca. Al instante mi cuerpo reaccionó al suyo y no desee nada más que besarlo, pero me contuve. – Te amo. –le dije como la mayor certeza que tenía en ese momento. - ¿Me amas?
Sabía que la pregunta era osada y desconocía sinceramente la respuesta pero esa era la forma que tuvimos en el pasado de dar el primer paso para arreglar nuestras diferencias y no se me ocurrió nada más para convencerlo de que me dijera todo eso que yo había olvidado.
- Te amo. –me contestó al fin y las lágrimas se derramaron de sus ojos y de los míos.
- Entonces todo va a estar bien. Sólo dime qué pasó antes del accidente. –le rogué de nuevo y él cerró los ojos un segundo antes de contestarme.
- Peleamos. Fue la peor pelea… -quiso explicarme pero un nudo en la garganta se lo impidió.
Estando así de cerca pude sentir el dolor físico que él experimentaba. Quizás no recordara lo que él me estaba diciendo pero pude entender que no exageraba y que de seguro nos dijimos cosas horribles, que tal vez nos gritamos sinsentidos y nos herimos demasiado.
- Lo siento. Discúlpame, Edward, por todo lo que haya hecho. –comencé a hablar y sus ojos verdes se clavaron en los míos. -Te amo, siempre te he amado y siempre será así. Daría mi vida por ti, sin importar qué, jamás haría algo para dañarte.
- Bella. –suspiró y se sentó en el suelo poniendo más distancia entre nosotros. – Es un poco pronto para… escucha… simplemente… Bella, no estoy listo. No lo estoy. No puedo hablar ahora sobre eso pero tenemos que hacer lo mejor para Nessie y Anthony.
- ¿A qué te refieres? –el pánico en mi voz fue evidente, sentí como si me estuviera proponiendo un acuerdo de custodia…
- Me equivoqué mientras estabas en el hospital y ellos están pagando las consecuencias, han tenido pesadillas y lloran por las noches. Lo que necesitan ahora es que su vida vuelva a la normalidad. Nos necesitan a ambos.
- ¿Quieres que vayamos todos a casa? –no supe si esta vez la esperanza en mi tono superó al desconcierto.
- Sí. Eso necesitan. Contraté a una enfermera para que ayude durante el día mientras estás sola y yo me puedo encargar de los aspectos prácticos de la casa… -sus palabras precisas y tentativas de repente me pusieron más nerviosa, tanto, que ni consideré la posibilidad de protestar por lo de la enfermera que no necesitaba. – Pero tú y yo… no puedo, Bella. Lo siento. –se encogió de hombros y vi en su expresión muerta que no creía que hubiera mucha esperanza para nosotros.
- Prométeme algo. –le rogué con la visión borrosa a causa del llanto. -Sólo prométeme que… que si vas a terminar conmigo… me vas a explicar por qué. No puedo cambiar el pasado, ni siquiera puedo recordarlo, pero me mataría que me dejaras sin siquiera saber qué hice para destruirnos.
- No pienses en eso ahora. –dijo luego de un corto silencio en el que no me prometió nada y se puso de pie. – Aún tengo que empacar algunas cosas aquí. Mientras, deberías descansar. Voy a pedirle a Emmett que te lleve a una habitación.
No me dio oportunidad de replicar cuando ya se había marchado. Me limpié las lágrimas del rostro y cerré los ojos para intentar disimular un poco el estado patético en el que me encontraba. Esto era demasiado. Algo horrible había sucedido y ni siquiera tenía idea de qué era, no tenía oportunidad de remediarlo… de hacer algo por demostrarle a Edward que lo amaba como siempre.
- ¿Ya te dormiste? –la voz profunda de Emmett me sobresaltó.
- No. –contesté y me di cuenta de que no tenía caso intentar aparentar nada, así que abrí los ojos. - ¿Puedes llevarme a alguna habitación?
- Para eso estoy aquí. –sonrió un poco y me levantó en sus brazos.
- Todos ustedes saben ¿verdad? –lo cuestioné porque de repente todas las actitudes extrañas encajaron como piezas de un rompecabezas.
- Algo así. La noche de tu accidente llamaron a papá y mamá del hospital, los niños se estaban quedando aquí entonces Jasper vino y se quedó con ellos mientras mamá y Alice fueron a buscarte y papá, a tu casa con Edward. Lo encontró con una botella de vodka encima. –me estaba explicando con calma pero en sus ojos pude ver que en realidad debió ser una de las peores noches para todos. – Fue entonces que me llamó para que fuera a cuidar que Edward no se muriera ahogado en su propio vómito. –suspiró y me estremecí. – Yo no sé qué pasó exactamente, Jasper, Rose y tus padres están en la misma situación. Supongo que Jacob, también. –hizo una pausa para abrir la puerta de un cuarto de huéspedes y entrar. – Creo que mis padres y Alice saben un poco más. Y los niños no se enteraron de nada.
- Gracias. –murmuré ferviente, nadie hasta ese momento había sido tan claro como Emmett ¿por qué no hablé antes con él?
- Me gustaría poder hacer más. –sonrió un poco y puso su teléfono en la mesita al lado de la cama. – Ahí están registrados todos nuestros números, si necesitas algo sólo llama.
Se agachó para besarme en la frente y luego salió cerrando la puerta tras de sí y dándome privacidad para desmoronarme una vez más ¿qué demonios había hecho?
Fin Bella POV
…
Edward POV
Cuando entré a casa de mis padres no estaba listo para ver a Bella, mucho menos para encontrarla en brazos de Jacob abrazada a su cuello. Al instante toda la calma y determinación que había construido para enfrentarla, desaparecieron. Me hirvió la sangre de pensar que había llegado para interrumpir la escena íntima de dos amantes y la expresión hostil de Black no hizo las cosas más fáciles.
Ella me miró y vi la sorpresa en su rostro, como si no esperara verme ahí… tal vez sí recordaba a su amante y tenía esperanzas de que yo no asistiera. Al final, después de una pausa infinita él la llevó hasta el sillón y tuvo el descaro de besarle el cabello y darme una última mirada amenazadora. Lo único que me detuvo de romperle la cara fue que Bella le preguntó por Leah y eso me recordó lo que dijo Charlie antes sobre Jacob cosido a sus faldas… simplemente no podía quedarme con esa duda.
- ¿Quién es Leah? –le pregunté sentándome en un sillón no muy cerca de ella, no me sentía capaz de tolerar su aroma si me golpeaba de repente.
Para mi sorpresa ella se rio, aunque no fue un gesto alegre. Yo me quedé en silencio para presionar por su respuesta, ella lo meditó unos segundos y pude adivinar que de seguro estaba pensando un montón de posibles respuestas sarcásticas. Tenía razón, hablar sobre Leah no era algo que debiera importarme en ese momento.
- Leah Clearwater. De La Push, es hija de uno de los amigos de Charlie y Jacob ha estado enamorado de ella desde antes de que yo te conociera. No sé si alguna vez hayas hablado con ella, no creo.
Cuando me dio la explicación intenté hacer memoria pero en verdad no podía formarme una idea clara de quién era esa mujer, recordaba varios rostros de las chicas Quileutes de la reserva, pero no a Leah en específico. De todas formas el que su historia encajara con la de Charlie me tranquilizó. Probablemente Jacob Black no era el amante de Bella.
- Edward… -murmuró después de un suspiro exasperado y yo intenté prolongar la agonía un momento más.
- ¿Cómo te sientes? – la interrumpí.
- Estoy exhausta, la verdad, así que necesito que me expliques qué demonios está pasando aquí.
Vi cómo se le llenaron los ojos de lágrimas y me admiré del valor que tenía. Claro que después de mis días de ausencia ya sabía que algo terrible ocurría entre nosotros pero era más fuerte que yo, estaba preparada para afrontarlo. Justo como cuando tomó la iniciativa y solicitó el divorcio.
- Cuando tuviste el accidente… es decir… antes… de que salieras de casa… -me detuve porque no encontré las palabras, era como caminar sobre brazas ardiendo, saber que Bella estaba ahí frente a mí y yo iba a destruirlo todo ¿por qué no era capaz de sólo besarla y olvidarme de esa maldita noche?
- Sólo dilo. –imploró pero las palabras se negaron a salir, apenas atiné a negar un poco con la cabeza y arrodillarme a su lado buscando la fuerza no para decirle la verdad sino una mentira que nos hiciera felices a ambos. – Te amo. –murmuró con toda la convicción del mundo- ¿Me amas? –preguntó siguiendo nuestro camino conocido para arreglar lo que nos estuviera molestando, pero quizás esta vez era demasiado.
Una parte de mí deseaba decirle que la amaba tanto como siempre pero esa pequeña voz perdía terreno poco a poco con el monstruo que no deseaba otra cosa más que gritarle por habernos destruido. Por esa lucha interna me quedé en silencio unos segundos hasta que al fin hubo un ganador.
- Te amo. –respondí porque era sólo la verdad, a pesar de todo. Sentí como mis ojos se humedecieron y vi que ella también estaba llorando.
- Entonces todo va a estar bien. Sólo dime qué pasó antes del accidente.
Tenía que ser fuerte y decirle todo, explicarle como nuestro matrimonio había acabado de repente pero no podía. Cerré los ojos intentando recuperarme lo suficiente para hablar.
- Peleamos. Fue la peor pelea… -un nudo en la garganta me quitó la voz y el dolor físico que sentí fue inescrutable, hubiera preferido cualquier otro tipo de tortura.
- Lo siento. Discúlpame, Edward, por todo lo que haya hecho. –comenzó a dejar ir un torrente de palabras mientras nuestros ojos se encadenaron juntos. - Te amo, siempre te he amado y siempre será así. Daría mi vida por ti, sin importar qué, jamás haría algo para dañarte.
- Bella. – suspiré y me senté en el suelo ya no tan cerca de ella, estaba rendido. No podía contarle la verdad. – Es un poco pronto para… escucha… simplemente… Bella, no estoy listo. No lo estoy. No puedo hablar ahora sobre eso pero tenemos que hacer lo mejor para Nessie y Anthony.
- ¿A qué te refieres? –el pánico en su voz fue tangible.
- Me equivoqué mientras estabas en el hospital y ellos están pagando las consecuencias, han tenido pesadillas y lloran por las noches. Lo que necesitan ahora es que su vida vuelva a la normalidad. Nos necesitan a ambos.
- ¿Quieres que vayamos todos a casa? –esta vez no supe si sólo estaba esperanzada o también la tomé por sorpresa.
- Sí. Eso necesitan. Contraté a una enfermera para que ayude durante el día mientras estás sola y yo me puedo encargar de los aspectos prácticos de la casa… pero tú y yo… no puedo, Bella. Lo siento. –me encogí de hombros con la certeza de que por más que deseara estar a su lado no podía sólo olvidar que ella me había dejado por otro hombre.
- Prométeme algo. – me suplicó llorando - Sólo prométeme que… que si vas a terminar conmigo… me vas a explicar por qué. No puedo cambiar el pasado, ni siquiera puedo recordarlo, pero me mataría que me dejaras sin siquiera saber qué hice para destruirnos.
- No pienses en eso ahora. –le dije después de que no encontré la fuerza para prometerle nada y me puse de pie, necesitaba terminar esa conversación antes de que todo se fuera al demonio – Aún tengo que empacar algunas cosas aquí. Mientras, deberías descansar. Voy a pedirle a Emmett que te lleve a una habitación.
Atravesé la casa y cuando llegué a la puerta trasera vi a Jacob ahí de pie con los brazos cruzados como un centinela, lo ignoré y busqué a mi hermano. Pude sentir los ojos de todos clavados en mí con mil preguntas, pero no era de su incumbencia.
- Emmett ¿puedes llevar a Bella a una habitación? –le pedí con la postura aún rígida y vi que Black iba a protestar pero la mirada de advertencia que le di lo apaciguó.
Al pasar a mi lado Emmett me palmeó el hombro. Justo en el otro extremo del jardín Nessie tenía muy ocupados a su hermano y primo, aún no habían notado mi presencia y lo agradecí porque deseaba relajarme un poco antes de enfrentarlos. Sin dudar fui y tomé una cerveza.
- No se lo dijiste. –escuché la voz Alice muy cerca y sólo negué con la cabeza. – Pero tampoco vas a perdonarlo y olvidar todo. –afirmó y volví a negar.
- Sigues posponiéndolo. –me acusó Rosalie estando también cerca y sin tener cuidado de bajar la voz como hizo mi hermana.
Yo no tenía cabeza para nada, por eso dejé la cerveza en la mesa y fui directo hacia mis hijos para abrazarlos y sentir, una vez más, cómo eran lo que me mantenía anclado al mundo ahora que el amor de Bella ya no existía.
Fin Edward POV
…
Bella POV
No supe cuánto tiempo lloré y cuánto dormí antes de que Jake entrara en la habitación ya oscura para decirme que mis niños se habían quedado dormidos y que era momento de ir a casa. Aprovechó para ofrecerme una alternativa y me dijo que podía quedarme con él esa noche en la habitación de hotel que había reservado, sonaba tentador pero tenía que estar en casa para Nessie y Anthony. Me insistió un poco pero cuando se dio cuenta de que era en vano me pasó su número de teléfono, sólo por si lo necesitaba y en atención a que no podía recordarlo.
Cuando me bajó hasta la sala papá y mamá me abrazaron y prometieron verme al día siguiente, Alice, Jasper, Rose, Emmett y su bebé ya se habían marchado. Carlisle se despidió y excusó la ausencia de Esme, eso me llenó los ojos de lágrimas.
Edward me esperó afuera y se subió al auto dejando que Jake me ayudara a entrar en el lugar del copiloto, atrás estaban mis hijos dormidos en sus sillas especiales. Me puse el cinturón antes de arrancar. Todo el camino fue incómodo y silencioso, la tensión que irradiaba de Edward era espesa y me asustaba ¿es que sería así todo el tiempo?
- Espera aquí. –me ordenó cuando se detuvo en la entrada de nuestra casa.
Primero llevó a Anthony al interior y se tardó un poco en volver, supuse que lo había metido en la cama. Regresó y repitió lo mismo con Nessie, para cuando volvió para ayudarme ya había pasado un rato y los nervios me tenían al borde de una crisis, él ni siquiera me había tocado aún ¿cómo pretendía llevarme hasta el interior?
- Puedes sólo pasarme las muletas. –le ofrecí como una salida menos complicada para ambos, pero me ignoró.
Respiró profundo y se tensó más antes de cargarme y llevarme dentro de la casa y escaleras arriba hasta nuestra habitación. Me dejó en la cama y desapareció otra vez. Yo sólo me quedé ahí observándolo todo intentando notar las diferencias aunque no estaba muy segura de qué podía estar buscando. Todo se veía igual que siempre, aunque no me sentía segura como antes.
- ¿Necesitas algo? ¿Medicinas o comida? –me sobresalté cuando escuché su voz entrando de nuevo, llevaba las muletas y el resto de las cosas, sólo me extrañó ver que entre sus manos también estaba un bolso violeta de mujer.
- No, estoy bien. –respondí mientras lo veía dejar todo sin fijarse mucho en dónde.
- ¿No tienes que tomar medicinas? –cuestionó sin haberme creído.
- Sólo si tengo dolor. Ahora estoy bien. –él asintió y desapareció dentro del closet, volvió dos minutos después con una de las camisetas enormes que yo solía usar para dormir.
- ¿Puedes cambiarte sola?
- Sí. –me dolió ver el alivio en su mirada cuando le respondí. Se acercó y dejó la ropa a mi lado, luego tomó el bolso violeta y lo puso encima. - ¿Y esto?
- El auto fue pérdida total pero me entregaron tus cosas. Ya me encargué de los detalles del seguro. El informe de la policía dice que fue un accidente causado por el pavimento mojado y que ni tú ni el otro conductor serán culpados. –su explicación en tono profesional fue tan práctica como inútil.
- O sea… ¿me estás queriendo decir qué ese bolso es mío? –pregunté con algo de horror y él casi sonrió. No es que la cosa fuera tan fea, pero no iba conmigo.
- Alice. –me ofreció a manera de explicación e hice una nota mental de preguntarle a mi cuñada cuándo y por qué me dio aquello. – Voy a ducharme.
Luego de su aviso se encerró en el baño y suspiré aliviada, no sé por qué. Con mucho cuidado me quité los pantalones deportivos holgados que llevaba encima del yeso y la camiseta igual, luego me puse la que usaría de pijama y me tomé un momento para revisar el contenido del bolso violeta.
Vi las llaves y la cartera, ninguno me fue familiar pero mis identificaciones y tarjetas estaban ahí y suspiré aliviada, aunque tendría que pedir de nuevo todos los números confidenciales que había olvidado. También me topé con un teléfono celular que supuse era mío, pues tampoco lo recordaba, igual estaba el cargador y de inmediato lo conecté deseando y temiendo poder revisarlo a fondo y así enterarme de otros detalles de mi vida.
Cuando terminé de ver los contenidos del bolso noté que el agua de la regadera ya no se escuchaba y como la gallina que era me apresuré para acostarme y cubrirme con las mantas. No estaba preparada para otra ronda de silencios incómodos. Por fortuna estaba tan cansada que perdí la consciencia antes de escucharlo salir.
Esa noche tuve sueños extraños y sin sentido, ninguna pesadilla pero nada reconfortante. Lo más raro fue cuando una caminata en la playa fue interrumpida por la inminente certeza de que iba a vomitar… y abrí los ojos. Era de día y estaba sola en la cama, el sueño desapareció pero no las náuseas.
Sabía que en mi condición no sería capaz de llegar hasta el baño así que como pude me bajé al suelo sentada y me estiré un poco hasta poder tomar la papelera y acercarla justo a tiempo para evitar un desastre en el suelo. Las arcadas fueron violentas y continuas ¿qué estaba mal conmigo?
- ¿Bella? –la voz de Edward sonaba alterada cuando abrió la puerta, un segundo después estaba de rodillas a mi lado sosteniéndome el cabello. Odiaba que hiciera eso pero su preocupación y cariño me reconfortaron.
- Estoy bien. –murmuré cuando me sentí capaz de hablar. Respiré profundo y alejé la papelera, necesitaba lavarme la cara y los dientes antes de limpiar eso.
- No lo estás. Papá me dijo que has vomitado por las mañanas y que te observara. –me acusó muy serio de repente y tomó su teléfono para hacer una llamada, supuse que querría hablar con Carlisle pero me equivoqué. - ¿Dr. Halton? Soy Edward Cullen, el esposo de Bella.
Cuando me di cuenta de que había llamado a Liam me cubrí el rostro con las manos, esto no podía acabar bien. Escuché que le contó lo que acababa de suceder y le dio un informe general de mis actividades del día anterior, la situación entera me desesperó y tuve el impulso de arrancarle el teléfono.
- Quiere hablar contigo. –me dijo Edward ofreciéndomelo. – Dile toda la verdad. –tomé el celular y suspiré exasperada.
- Liam. –lo saludé sin ánimos.
- Bella esto no está bien ¿qué te provocó las náuseas? –preguntó tenso.
- Nada, estaba dormida. Pero ya estoy bien, en verdad…
- No. No estás bien. Voy a despejar mi agenda mañana para traerte y hacerte una ronda extensa de pruebas, por hoy te va a estar vigilando de cerca la enfermera que contrató tu esposo y al menor signo de que algo está mal vas a venir sin quejarte.
- No quiero ir al hospital, son sólo náuseas. –protesté y Edward bufó antes de ponerse de pie y llevarse la papelera sucia con él.
- Disculpa si no confío en tu criterio médico. Te veo mañana y voy a llamarte por la noche. Y tómate las medicinas.
Terminó la comunicación y casi arrojo el teléfono contra la pared. Tenía ya suficientes cosas que manejar como para preocuparme por otra mañana de agujas y cables. Sólo quería ajustarme a mi nueva vida, tratar de recuperar pedazos de la memoria perdida e investigar qué fue lo que dañó mi relación con Edward, ir al hospital no encajaba en los planes.
Decidí que lo primero que tenía que hacer era levantarme del suelo y limpiarme un poco para ver a mis niños antes de que se fueran a la escuela así que me embarqué en la imposible tarea de hacerlo, aunque no tenía idea de cómo.
- ¿Qué crees que haces? –la voz exasperada de Edward me sobresaltó y de inmediato se acercó.
- Intento levantarme para llegar al baño.
- Y supongo que es muy difícil pedir ayuda. –antes de que pudiera responder a su frío comentario me rodeó por la cintura y me puso de pie.
Por un momento lo miré a los ojos y vi la profunda tristeza arraigada en ellos, me dieron ganas de llorar y suplicarle que me dijera qué fue lo que nos pasó pero demasiado pronto se separó un poco y me pasó las muletas.
- Los niños quieren verte antes de irnos. Los voy a traer. –dijo y se marchó.
Mis niños. Nuestros niños. Ellos eran la prioridad. Por eso me obligué a llegar al baño y lavarme el rostro y los dientes. Tuve que hacerlo con cuidado porque aún tenía la piel sensible en el lado derecho, se suponía que debía usar mucha crema hidratante pero no pude recordar dónde la tenía, así que abrí el gabinete y miré lo que había dentro.
Definitivamente lo que yo buscaba no estaba ahí pero encontré algo más que me heló la sangre. Mis píldoras. Las pastillas anticonceptivas que usaba. Eso por sí mismo no era la gran cosa pero de inmediato pensé en embarazos y las náuseas que estaba teniendo.
- ¡Mami! –gritó Anthony acercándose para abrazarme, Nessie iba justo detrás de él e hizo lo mismo.
- Buenos días. –les dije intentando sonreír pero fallé.
- ¿Estás bien? –preguntó Edward desde la puerta y lo miré sin poder hablar delante de los niños, él frunció el seño entendiendo mi silencio. – Denle un beso a mamá y esperen abajo, podrán verla cuando regresen de la escuela.
- No quiero ir a la escuela. –se quejó Nessie.
- Amor, voy a estar aquí cuando vuelvas. Lo prometo. –le di un beso en la mejilla a ambos y ellos hicieron lo mismo conmigo, ella tomó a su hermano de la mano y lo condujo fuera de la habitación sin nada de ganas.
- ¿Qué pasa? –Edward se acercó en cuanto los niños se marcharon.
- Creo… creo que… -pero las palabras no salieron de mi boca ¿y si estaba embarazada? ¿Cómo iba a tener un bebé en estas circunstancias? ¿No lo habrían dañado todos los medicamentos que me dieron?
- ¡Bella! –me gritó Edward pasándose una mano por el cabello.
- ¿Sabes si tengo algún registro de mis periodos?
- En tu teléfono. –respondió de manera automática y medio segundo después se puso pálido. - ¿Crees que estás embarazada? No puede ser.
Salió del baño como un torbellino y regresó con el celular en la mano, me lo extendió y lo tomé de inmediato pero al encenderlo me pidió una clave que no pude recordar. Fruncí el seño y él me lo arrebató de las manos tecleando algo rápidamente antes de devolvérmelo. Pero en cuanto vi la pantalla me di cuenta de que era inútil.
- No tengo idea de cómo usarlo. –confesé abrumada.
- Pues yo no quiero revisar tu maldito teléfono. –sus palabras cargadas de odio me hirieron, detestaba que me tratara así sin tener idea de cómo llegamos a eso. Pero antes de que algo más fuera dicho el timbre sonó. – Es la enfermera. Bella, pide que te traigan una prueba de la farmacia porque no puedes estar embarazada ahora. Lo que sea menos eso.
El hombre que acababa de hablar no era Edward sino un extraño que tomó su lugar mientras yo estaba inconsciente así que no lo detuve cuando se marchó, sólo me quedé ahí con la vista clavada en el celular y en cuanto pude recuperarme caminé con cuidado hacia la cama. Me sentía rodeada por una bruma espesa.
- Buenos días. –me saludó una mujer de mediana edad y sonrisa radiante. – Soy Sarah, me da mucho gusto conocerla, señora Cullen.
- Bella. –la corregí en automático tomando la mano que me extendía.
- Estoy segura de que nos vamos a llevar muy bien. ¿Qué le gustaría para desayunar? –me sonrió más y quise poder corresponderle, si mi vida no se estuviera cayendo a pedazos, estaría extasiada de tener a alguien tan agradable conmigo. – Necesita comer antes de tomar los medicamentos.
- No puedo tomar nada ahora. Sarah… ¿sabes cómo usar esto? –le extendí el celular y ella lo tomó.
- Sí, claro. –contestó de manera amable.
- Se supone que ahí tengo un registro de mis periodos… ¿podrías buscarlo? Yo no recuerdo nada y no soy muy buena con la tecnología.
- Por supuesto. Hay una aplicación específica para eso en estos aparatos. –mientras hablaba sus dedos viajaron por la pantalla. - ¿Tiene algún síndrome premenstrual?
- Creo que puedo estar embarazada.
- Oh… -me vio un segundo y luego volvió a su tarea de buscar. – Pero en el hospital hicieron una prueba cuando ingresó y resultó negativa… aquí está. –sonrió triunfante y luego frunció el seño.
La vi como si el tiempo se hubiera detenido, contó días una y otra vez hasta que se convenció de que tenía la idea correcta, luego suspiró y me vio directo a los ojos, pero su mirada había cambiado.
- El último periodo registrado fue hace cinco semanas y media. Según su expediente tomaba píldoras…
- Sí, pero no tengo idea de si lo hacía correctamente. –confesé con el corazón acelerado en el pecho.
- Bueno… si hacemos cuentas de la fecha del accidente y cuando realizaron la prueba… sí, es posible que en ese momento hubiera tenido apenas unos días de iniciada la gestación y diera un falso negativo…
No sé si siguió hablando después de eso o no porque no pude escucharla. Embarazada, tenía la certeza de que eso eran las náuseas… estaba esperando un bebé que Edward no deseaba… porque tampoco me quería a mí.
¿Cómo iba a decírselo? ¿Sería eso lo que terminaría de alejarlo?
Por un momento hasta la impensable idea de que me pidiera abortarlo me cruzó la mente y comencé a derramar lágrimas que me quemaban la piel, porque debería estar feliz… pero me encontraba más bien sumida en un abismo profundo sin final y sin salida.
Respiré profundo un par de veces con la mirada preocupada de la amable enfermera observándome, lista para actuar si algo salía mal. Con un movimiento cuidadoso me guió hasta la cama, donde me incitó a sentarme, yo desee sólo acostarme y sumirme en un sueño profundo que no terminara jamás.
Fin Bella POV
Continuará...
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Nos leemos la próxima semana.
