— ¿¡E... E... En... En mi casa!? —

La voz del capitán Yamato se alzó cuando escuchó lo que Ghost tenía en mente. Si bien en camino hacia sus respectivas moradas coincidían hacia cierto punto, cuando Ghost tomó el camino hacia la casa del capitán este tuvo muy mala espina. Y valla que tenía motivos.

— Pensé que estaban pensando en la mismo que yo estaba pensando. —

— Ghost-sama, eso no lo entenderá ni la propia Madre Tierra. ¿Cómo es que pensaste que yo estaba pensando que... que... ? ¿Sabes qué? Olvídalo... No puedo repetir eso. —

— Capitán Yamato, pensé que sería mejor si la Khan se quedaba con usted. Bretta-san podrá ayudar a curarla y a ayudar en su recuperación. —

— Eso lo entiendo pero... Mmmm... ¿En que lío me has metido, muchacho? —

— Me pueden dejar en el calabozo, si tantas molestias les genero. — Comentó la tejedora, ya cansada de escuchar la negativa del capitán y la vergüenza de estar siendo cargada por Ghost.

— No. La Emperatriz Shuang me ordenó velar por su salud. Y no dejaré una responsabilidad a medias. El calabozo es húmedo, y su herida se infestará tarde o temprano. Además, que no cumple las condiciones de sanidad mínimos. —

— Eres demasiado considerado con alguien que llamas enemigo... ¿Sabías? —

— ¿Pero como puede ser tan...? —

— No es consideración. Es deber. Y no dude por un segundo que yo mismo acabaré con su vida si lastima a alguno de los residentes del Sendero Verde. —

El capitán Yamato iba a llamarle la atención a la tejedora por su mala educación, pero las palabras de Ghost fueron más que contundentes, y para nada carentes de razón. La tejedora quedó en silencio, temerosa, cuando alzó la mirada y vió como Ghost la miraba. Su cabeza al frente, pero sus pupilas apuntando hacia abajo. Ojos que para nada mostraba ápice de duda. Ella supo entonces que él estaba hablando con la verdad, y sabía que sí sería capaz de hacer tal cosa. De momento tragó en seco, y se quedó en silencio por el resto del camino.

Finalmente, después de la larga caminata, llegaron a la vivienda del capitán Yamato. Si bien no era tan ostentosa como las villas de altos funcionarios y grandes oficiales, no estaba para nada mal. La entrada conducía a un pequeño salón para invitados, y tras de este, un pequeño patio intermedio que conectaba con el resto de estructuras. A la derecha, el área de la cocina, a la izquierda los baños. Y de fondo, las habitaciones de los señores y sus hijos. Y en la equina extrema derecha, se encontraba la habitación donde Bretta había estado residiendo desde que llegó a Sendero Verde.

Sin embargo, justo en el extremo opuesto, se encontraba una habitación para invitados, y el lugar donde la tejedora pasaría el resto de días de recuperación. Bretta era una de las tres sirvientas de la casa, aunque en estos momento se encontraba ocupada. Aún así, las otras dos, se apresuraron a preparar la habitación tan pronto escucharon la noticia.

Cuando Ghost llevó a Hachi hacia su habitación, ya sobre el piso estaba listo un colchón limpio, y estaban terminando de ordenas algunas cosas. Y a los pocos segundos, Bretta llegó a la habitación.

— Ghost-kun. Me el maestro me acaba de informar. Tengo vendajes y medicina. —

— Esta bien. Mei, Bo. ¿Pueden ayudarla? — Se dirigió a la otras dos sirvientas, las cuales si eran musgosas.

— De inmediato, Ghost-sama. —

Las tres sirvientas no perdieron el tiempo, y tan pronto se acercaron a la tejedora y vieron su mueca de dolor, sabía que algo no estaba bien. Removieron la capa que Ghost había puesto sobre ella, y se preocuparon al ver el vendaje que tenía sobre el hombro, manchado de sangre, seguro porque con tanto esfuerzo parde de su herida se había abierto de nuevo. Bretta estaba a punto de remover el vendaje, cuando Bo llamó su atención y apuntó a su espalda, y vió que Ghost seguía presente de brazos cruzados viendo todo.

— Eh... Ghost... ¿Te importaría salir? —

— Debo vigilar a la forastera. —

— Si, si. Eso lo entiendo. Pero creo que ahora necesita un poco de intimidad. —

— No es necesario. Yo mismo cambié sus vendajes las primeras veces. — Ver la cara de las dos musgosas de asombro y la de desaprobación de Bretta era comedia pura.

— Ghost, vete. —

— Pero... —

— Ahora. —

Sabiendo que era mejor no desatar la furia de Bretta, Ghost salió de la habitación y cerró la puerta, pero se sentó justo delante de la puerta. Se podía aún divisar su silueta, pero al menos no sería tan incómodo para la tejedora. Sin embargo, su rostro agotado y sus apenas fuerzas, le dió a entender a Bretta que estaba a punto de desfallecer.

— Lo siento... Pero esto va a doler un poco. —

Ghost realmente se mostraba nervioso, y cada vez que una queja de dolor provenía del interior de la habitación, sentía una necesidad de entrar y seccionarse que todo estaba bien. Las veces anteriores que le cambió las vendas, Hachi estaba en un profundo sueño, así que esta era la primera vez que sentía ese dolor estando consciente. Aún así, a los poco minutos, Yamato regresó junto a una musgosa. La esposa del capitán.

— Me alegro volver a verlo, Ghost-sama. —

— El placer es todo mío, señora Shui-dono. Lamento crearle tantos inconvenientes. —

— En lo absoluto. Es lo menos que podemos hacer. Aún le agradecemos que le halla salvado la vida a este viejo. —

— Ya basta mujer... Bueno... ¿Cómo está la paciente? —

— No lo se. Estoy esperando noticias también. Solo podemos esperar a que terminen. —

— Ya veo. Por que mejor no vamos a un lugar más tranquilo. —

Ghost realmente dudó un poco, pero no había mucho que pudiese hacer al respecto. De momento, lo mejor sería acompañar a los patrones de la casa hacia un sala tranquila, donde un poco de té y algo de fresco calmaría un poco los ánimos. Los tres individuos estaban platicando de cosas más banales, aunque Ghost, como siempre, solo escuchaba, cuando llegaron los otros dos señores de la casa.

Se trataba de dos musgosos, hijos del capitán y su esposa. La mayor, Ling Su, la primogénita de la casa. Una joven contemporánea con el fantasma, y prometida del general Sun Ce. El segundo, un musgoso más joven, apenas saliendo de la adolescencia, de nombre Guangli, pero mucho menos responsable que su hermana.

— Padre, Bo nos contó la noticia. ¿Es cierto que hay una tejedora en nuestra casa? —

— Así es, Ling Su. Idea de cierto señorito aquí presente. — Dijo burlescamente, mirando de reojo al fantasma-

— Realmente me disculpo si les causo molestias, Ling Su-dono. Pero no conozco un mejor lugar para que dejarla. —

— Bueno. Bo dijo que estaba herida. Así que no supondrá una amenaza. —

— ¿Es en serio, hermano Guangli? Sigue siendo un peligro. —

— Bueno bueno. Ya dejen de preocuparse por eso. Su padre y yo hemos hablado al respecto, y la dejaremos quedarse por un tiempo. —

— Igual creo que es mejor que pida un guardia, querida. Es mejor tenerla vigilada todo el tiempo. —

— Está bien. No me opongo a la sugerencia. —

— Bueno, ya está todo arreglado. — Mencionó el padre. — ¿Y que hay de ti, Ling Su? ¿Pudiste ver a Sun Ce hoy? —

— Si. Estuve con él desde que terminó la reunión en la corte. Pero sigue cabizbajo. Es... complicado. —

— Lo entiendo, tesoro. Pero has de entender que la pérdida de su padre debe estar afectándolo mucho. Seguro ahora necesita todo el apoyo posible. —

— Lo se, madre. Haré todo lo posible para ayudarlo. —

Un momento de silencio... Y...:

— Igual puedes hacer que se apoye en ti. —

— ¡Guangli! — Gritó su hermana con vergüenza.

— Por la Madre Natura, Guangli. ¿En serio ere necesario hacer ese comentario? —

— Ah ustedes son muy aburrido. —

— Guangli, hazle caso a tu madre. —

Menuda reunión familiar, pero con el menor de la mesa era difícil tomarse las cosas en serio. El único que no mostraba expresión alguna era el propio Ghost, y este no era muy expresivo que digamos. Pero afortunadamente para Guangli, Bretta llegó a la habitación para impedir que la señora Shui le diese algunas clases de moralidad a su hijo.

— Lamento interrumpir. —

— No se preocupa Bretta-san. ¿Cómo está la paciente? — Preguntó la señora de la casa.

— Cambiarle en vendaje y aplicar la medicina no fue nada fácil. Se mostró algo reacia, pero no tenía fuerzas para seguir resintiendo, y aguantando el dolor. Es fuerte. Se que se recuperará, pero necesita reposo. De momento le suministramos leche de amapola para que pudiese dormir. Con suerte, no se despertará hasta mañana. —

— Bueno escucharlo. —

— Bueno. Supongo que mi labor aquí ha terminado. Muchas gracias por todo Shui-sama, Yamato-sama. —

— Es un placer, Ghost-dono. —

— Yo me voy entonces. Regresaré mañana. —

Todos se despidieron del guerrero, quien salió del recinto sin esperar demasiado. Sin embargo, para nadie fue ajeno ver con tristeza como Bretta se quedaba mirando hacia la puerta con ojos perdidos, incluso cuando Ghost ya se había ido. Pobre muchacha. Un pena que el corazón de Ghost estuviese muerto, a pesar de aún seguir latiendo.

Ghost no perdió el tiempo, y se marchó hacia la propiedad que le habían regalado en ciudad Concordia. Era lo menos que podían hacer por él. y si bien no contaba con los lujos de familias más poderosas, disponía de lo necesario para tener una vida decente dentro de la bulliciosa ciudad.

Ghost atravesó el umbral de su morada, y se dirigió hacia la cocina. Estaba hambriento, y realmente podría comer cualquier cosa. Una fruta o un poco de carne seca. Por suerte, la comida era algo de lo que no tenía que preocuparse.

— Estoy en casa, Kaeda-san —

— Bienvenido. ¿Día largo, no es así? —

— Bastante. Han pesado demasiadas cosas. —

— Bueno, al guiso le quedan un par de minutos. Ponte cómodo y me cuentas durante la cena. —

El fantasma dejó algunos insumos que había comprado en el mercado, y se dispuso a su habitación. La casa no era un palacio, pero contaba con cocina, baño y dos cuartos. una vez dejó sus cosas y vestimenta, se fue al baño a refrescarse, aunque ya Kaede lo había regañado en varias ocasiones por no cubrirse mientras caminaba por el interior de la casa.

El baño era rústico, con una enorme tina de madera con agua, la cual se calentaba colocando piedras calientes en el interior. Ghost solía sudar bastante, y su olor corporal era muy fuerte, así que lavarse bien era algo que hacía con paciencia. Al menos esos jabones de sándalo eran muy buenos en su trabajo. Un trapo para lavar su cuerpo, y una par de cubos para remover todo. De no estar apurado para comer se quedaría un tiempo en la tina con agua, pero hoy no sería la ocasión.

Cuando regresó a la cocina, ya la mesa estaba lista, y el agradable olor realmente abrió su ya entusiasta apetito. Decir que Ghost era de buen comer era una epifanía, pues de ser posible, él se tragaría la cazuela del guiso de una vez, pero al menos tenía el sentido común para hacerlo en porciones. Aunque de ser capaz de comerse el plato de seguro lo haría.

Una vez comenzaron a degustar de la deliciosa comida de Kaede, Ghost comenzó a contar todo lo sucedido en el día. La hija del cazador a veces era incapaz de contener la risa sobre las cosas vergonzosas que ocurrieron con la tejedora. Cosas que Ghost no lograba entender del todo. Como si fuese un niño dentro del cuerpo de un titan. Pero aún así, había algo muy importante de lo que hablar.

— ¿Alguna noticia del maestro? —

— Si. Esta carta llegó esta mañana. Al parecer tiene una pista importante. —

Ghost tomó el pergamino, y a pesar de no haber concluido de cenar, el mensaje de su maestro era mucho más importante y no podía esperar.

"Han pasado cuatro días desde que logré infiltrarme en ciudad Komonosu. La situación es peor de lo que esperábamos. Al parecer, Nido Profundo se encuentra al borde de una posible guerra civil. La escases de alimentos es cada vez peor, y tras la derrota de las tejedoras por parte de los musgosos, ha hecho que muchos comiences a cuestionar el poder de la matrona.

Nadie sabe con exactitud cómo van a solucionar esta crisis, pero una guerra civil seguro no será una opción. Tal vez pasen días o semana. No estoy seguro, pero es inevitable. Por otro lado, se rumorea que las mantis están esperando esta oportunidad para atacar Nido Profundo, pero lo veo poco probable. Páramos Fúngicos no tiene efectivos suficientes para capturar Nido Profundo y defender su tierra natal al mismo tiempo, y la Armada Pálida podría atacar los Páramos ante la oportunidad.

Lo que si puedo asegurar, es que los rumores se esparcen mucho más rápido de lo esperado. Como si alguien estuviese influyendo al respecto. Pero no logro dar con el posible culpable.

Por otro lado, encontré una información de vital importancia con respecto al mensajero asesinado de Nido Profundo. Desde el primer momento supe que el asesinato de un simple mensajero no era justificación suficiente para declara una guerra, y mis supersticiones estaban ciertas.

Un simple mensajero no tiene por qué tener una tumba en el panteón de la familia gobernante, y tras una larga investigación, descubrí que se trataba de un tejedor llamado Takashi. AL parecer, el tercer Khan de Nido Profundo, hijo de Herrah y hermano mayor de las princesas Hornet y Hachi.

Volveré en seis días. Y dile a Ghost que se coma los vegetales"

Ghost dejó de leer la carta, y apoyó su codo sobre la mesa y su mentón sobre su mano. Que se sumergiera en sus pensamiento no era nada del otro mundo, pero que lo hiciera intencionalmente indicaba que estaba maquinando algo. Mientras, Kaede se mantuvo en silencio, esperando una respuesta de su parte.

— Eso explica muchas cosas. No me extraña esta repentina guerra. El asesinato de un príncipe es más que suficiente para algo así. —

— Pero... ¿Quién habrá sido el responsable? —

— No tenemos forma de deducir tal cosa. Por otro lado, las mantis parecen ser los principales culpables de tal cosa. —

— Pero, tu mismo eres defensor de la idea que las mantis no son posible. —

— Y lo mantengo. Pero pensándolo con cuidado, Páramos Fúngicos tiene frontera con Nido Profundo y el Sendero Verde. Si tuviese que ganar una guerra. la mejor opción sería hacer que mis enemigos se enfrentase entre ellos, y así luchar en victorias con mayor superioridad. Aunque me cuesta siquiera pensar que las mantis fuesen capaces de hacer algo así. —

— Sin embargo, hay algo que me parece carecer de sentido. —

— ¿Qué piensas? —

— ¿Por qué un príncipe actuaría como mensajero? No tiene sentido, y es muy peligroso... Bueno... Ahí está el resultado. —

— Eso es algo que me desconcierta. Pero no logro entender por qué la Khan ocultó algo tan importante en su interrogatorio con la Emperatriz. Esta información podría aclarar muchas cosas. —

— ¿Orgullo? ¿Tal vez no es capaz que un hermano suyo halla muerto de forma tan deshonrosa. —

— Tal vez. Solo podemos esperar que despierte y preguntarle directamente. —

— Espero que no sea muy testaruda. Cambiando de tema. Papá mencionó una guerra civil. Eso parece ser un problema grave. —

— Y una crisis de alimentos. Ahora está más que claro. El motivo del ataque, y su justificación. Todo está demasiado... perfecto. —

— ¿Crees que hay alguien moviendo hilos que no somos capaces de ver? —

— No hay dudas. La otra opción eran una serie de casualidades, pero me niego a creer tal cosa. —

— ¿Y que piensas hacer? —

— Por desgracia, ahora mismo debe cumplir la petición de la Emperatriz y asegurar la vida de la Khan. No podemos hacer nada. Esperar a que el maestro regresa, y saber si logró descubrir algo más. Pero parecer que tendremos que ir a Páramos Fúngico para obtener respuesta. —

— Supuse que dirías eso. Bueno... terminemos de comer... Mañana será otro día. —

Y así, ambos concluyeron la cena y se retiraron a sus respectivas habitaciones después de recoger todo. Dormir sería algo difícil, sobre todo con todas esas ideas que rondaban por sus mentes. Pero eventualmente, el mundo de los sueños reclamó sus conciencias.

Sin embargo, muy dentro de Hallonest, en una oscura caverna de Nido Profundo, una tejedora vestida con una túnica roja hacía lo imposible por obtener algunas melodías de su aguja. Hornet trataba de encontrar un segundo de paz entre tanto caos, pero su dolor le impedía respirar con tranquilada, y su propio instrumento musical era una muestra de ello.

Los acordes no sonaban como ella quería, y la cuerda resbalaba de sus extremidad. Las notas sonaba asinfónicas, y con cada acorde fallido, su propia frustración se hacía más visible. Finalmente, su propio furia de apoderó de ella, cuando una grave nota sonó erróneamente. Su ira fue tal, que lanzó su aguja contra el piso, mientras apretaba su rostro con sus manos ante la impotencia. Había pasado una semana desde su derrota, pero su corazón no era capaz de encontrar regocijo alguno.

— Jamás encontrarás paz, hasta que esa ira no se libere de tu cuerpo. —

Hornet reaccionó de inmediato, pues esa voz sería capaz de sacarla hasta de un estado berserker en que se encontrase. La tejedora se levantó de inmediato, y sin perder un segundo, se arrodilló hacia la entrada del recinto.

— Lamento mi actitud, madre. —

— Tus emociones te dominas. Eres volátil. Y en tu estado actual no estás en condiciones de actuar como la líder que todos esperan de tí. —

Hornet no necesitaba un respuesta, y sus ojos reaccionaron cuando sintió su propia aguja rebotar sobre el suelo repetidas veces antes de detenerse justo al frente. Sin embargo, no tenía tiempo para pensar en qué estaba pesando, pues una sombra le avisó el peligro inminente.

Hornet tomó su arma y se lanzó hacia el frente, milésima de segundos antes que una poderosa hacha de guerra impactara sobre el suelo donde estaba hace apenas unos segundos. Hornet miraba con miedo la imponente figura de su madre, Herrah, la bestia. La guerrera más poderosa que estas tierras hallan pisado. Y en sus manos, su poderosa hacha de guerra, con la cual había decapitado a incontables enemigos.

Hornet no tenía tiempo para pensar que debía hacer. Su única opción era pelear con todo lo que tenía, y hacer lo posible por mantenerse alejada del filo del hacha de su madre. Pero eso sería algo nada fácil de logra.

Herrah dió un rápido dash al frente, y Hornet solo pudo interponer su aguja en el medio de la trayectoria de la colosal hacha. La tejedora no fue capaz de resistir el impacto, y salió volando contra la parde del resinto. Fue un duro golpe, pero no era el momento de dudar.

Una vez más, Herrah se lanzó sobre ella, pero esta ver la princesa fue capaz de evadir su ataque. Su aguja trató de conectar una estocada, pero la defensa se Herrah no cedería ante un intento tan mediocre a sus ojos.

Hornet tenía la ventaja en cuanto a velocidad, pero su madre la superaba en todos los demás aspectos. Fuerza, resistencia, habilidad, técnica, experiencia. Años de batalla sobre sus hombros, que hacía un interminable abismo entre su poder y el de la tejedora roja.

Hornet lograba escapar de una muerte segura, solo para verse en la misma situación una y otra vez. Herrah era implacable, y su hacha partía la dura roca como si fuese una delgada vara de madera, y solo la aguja de mineral pálido de Hornet era lo suficientemente fuerte para no ceder antes su descomunal fuerza, aunque la usuaria no era capaz de sostenerla firma ante los poderosos golpes. Hornet, jamás tuvo la más mínima oportunidad.

No pasaron ni tres minutos, y ahora Hornet yacía sobre el suelo, derrotada e hiperventilando. El filo del hacha de Herrah se encontraba a apenas unos milímetros de su rostro, y a pesar de su ridículo peso, el pulso de Herrah no temblaba en su agarre. Su aguja había caído demasiado lejos, y estría muerta antes siquiera de poder alcanzarla. Lo único que pudo hacer en esa situación... fue llorar.

El corazón de Hornet no pudo resistirlo más. Todo el peso que sentía saturó su mente y la fachada de aparente fortaleza que mantenía se rasgó como una fina hebra de hilo. Hornet no había aún llorado la pérdida de sus hermanos, y ese dolor la estaba consumiendo por dentro. Pero antes este momento de debilidad que su aplastante derrota le propinó, no pudo resistirse.

Hornet dejaba escurrir sus lágrimas, pero aún se notaba como hacía lo posible para intentar sofocarla. Herrah la vió, y pronto retiró su arma de su rastró y acercó a su hija. Pero esta vez, en vez de darle una demostración de fuerza, la envolvió en un cálido abrazo maternal. Entonces... Hornet se quebró por completo.

El hombro de Herrah fue el lugar donde la princesa encontró el desahogo, y las manos de su madre abrazándola hacían lo posible para consolarla. Herrah era una madre dura, pero una que amaba a sus hijos más que nada en este mundo. La propia matriarca se dió el lujo de derramar una lágrima en ese momento, pero su carácter impenetrable no la dejaría mostrar más rastros de debilidad.

— Los... Los extraño mucho... Es todo... todo mi culpa. —

— Ya ya... No fue tu culpa. —

— Si hubiese sido más competente... Si hubiese sido menos inútil... —

— La guerra es impredecible, Hornet. Que esto te sirva de experiencia, siempre. Por eso las tejedoras somos implacables... Por eso no mostramos piedad. —

— Me vengaré... Me vengaré así sea lo último que haga... Por Takashi... Por Hachi... —

— Si... Se que lo harás. Y por eso irás a ciudad Concordia, sola... Y vengarás la muerte de tu hermana... Acabarás con la vida de quien puso fin a su vida. —

Hornet alzó la mirada, aún con los ojos llorosos. Herrah la miraba condescendence, sabiendo que no sería capaz de dar el paso al frente, hasta que no purgase los fantasma que la atormentaba. Y aún imperceptible, le sonreía para aliviar un poco su dolor.

— Ve... Ve y da caza a aquel que responde al nombre de Ghost... reclama la cabeza de aquel que nos arrebato a Hachi de nosotras. —

— Así lo haré... Madre. —