Lil
Mamá nos coge en brazos a Phil y a mí y nos lleva a casa. Y yo no puedo dejar de pensar en la máquina del tiempo. Hacía mucho tiempo que no la veía en acción. Sí que la he visto cuando he ido a El Palacio de los Juguetes con papá y mamá, pero de pasada, y no como cuando mis amigos y yo nos caímos por ella y fuimos a parar cada uno a una época histórica diferente.
Y ahora resulta que ha vuelto a activarse, aunque yo pensaba que había vuelto a activarse hoy, pero Helena y Leonor dicen que ellas van y vienen de esa máquina, y las conocemos desde hace unas dos semanas, y hemos estado jugando con ellas y ninguno de nosotros les había notado nada especial.
Pero resulta que sí, que no son de aquí, de Ocean Shore. Me pregunto de dónde serán y por qué la máquina del tiempo se ha vuelto a activar con ellas.
Y lo que más me llama la atención es que Helena y Leonor sean capaces de ir y venir siempre al mismo parque. ¿Por qué se abrirá un portal en este parque cuando ellas quieren venir aquí? Se lo tengo que preguntar.
Todavía me acuerdo de cuando me caí por la máquina del tiempo y fui a parar a un castillo medieval en el que estuve atrapada hasta que mi hermano Phil me encontró y me ayudó a salir de allí. Todavía siento escalofríos recordando de los seres tan aterradores de los que tuvimos que escapar: hechiceras malvadas, juglares y, lo peor de todo, fantasmas.
Y luego me tocó viajar a un cuento de hadas que se parecía mucho al cuento de las habichuelas mágicas y al de Caperucita Roja. Pero no fue tan divertido para mí como cuando papá o mamá nos leen un cuento antes de dormir, no. Fue realmente aterrador, especialmente los lobos que aparecían de repente entre las sombras del bosque. Me estremezco al pensar en ello.
Y después me tocó viajar a una isla pirata, donde había monos que te tiraban plátanos, cañones que funcionaban y me tocó colgarme de unas ramas para cruzar de un lado al otro de la isla y abajo había un precipicio enorme que daba vértigo sólo de pensar lo enorme que era.
Finalmente, pude recoger a Angelica y pudimos regresar a casa todos juntos cuando ella rescató a Dil en un viaje por el espacio exterior, y luego Dil fue a la Luna. Después de eso, volvimos todos a casa sanos y salvos.
Aunque también reconozco que fue una experiencia muy divertida, poder viajar en el tiempo.
Llegamos a casa y mamá nos deja a Phil y a mí en el suelo del recibidor. Papá ya está haciendo la cena, que huele deliciosa. Creo que nos está preparado puré de guisantes.
Mamá vuelve de nuevo y nos coge en brazos otra vez y nos lleva a darnos un baño. ¡Qué bien! ¡Con lo que me gusta el agua y bañarme! Y a Phil le pasa lo mismo.
Mamá nos mete en la bañera tras asegurarse de que el agua esté lo suficientemente caliente pero tampoco tanto que nos achicharremos vivos. Mientras nos lava con la esponja, con la mano que tiene libre nos acerca un patito de goma muy mono que a mí me encanta. Phil y yo extendemos las manos hacia el patito de goma y lo acariciamos.
Una vez que mamá nos ha bañado, nos deja estar un rato más en la bañera jugando con el agua. Ella sonríe al vernos tan felices y nos observa con mucho amor.
Estamos en la bañera hasta que el agua se enfría, y entonces mamá nos saca de ella y nos seca con unas toallas muy suaves.
Después, nos lleva a la cocina para darnos de cenar. Sí, papá ha hecho puré de guisantes. ¡Qué bien!
Cuando terminamos de cenar, papá y mamá nos llevan a nuestra habitación para que juguemos un ratito antes de irnos a dormir, mientras cenan ellos.
Cuando me he quedado a solas con Phil, le pregunto:
-¿A qué te apetece jugar?
-Al sube y baja.
Phil se sienta en uno de los extremos del balancín, en el que está abajo, y yo aprieto el otro extremo del balancín, el que está arriba, para que baje y pueda subirme.
-Oye, Phil, ¿no te parece raro lo de la máquina del tiempo?
-Sí, la verdad es que sí. ¿Por qué ha vuelto a aparecer justo ahora?
-Exacto. Y ¿por qué ha aparecido casi al mismo tiempo que esos tres bebés nuevos? ¿Tendrán algo que ver con la máquina del tiempo aunque no lo sepan?
-Ni idea –contesta Phil encogiéndose de hombros-. Pero se lo podemos preguntar, a ver qué nos dicen.
-Sí, la próxima vez que los veamos les preguntaremos. Por cierto –digo yo cambiando de tema-, todavía no te he dado suficientemente las gracias por haberme rescatado de aquel castillo medieval.
Phil sonríe y me dice:
-Gracias a ti por confiar en mí para encontrar la máquina del tiempo dentro de ese castillo medieval.
-Estaba atrapada en una especie de burbuja, así que ¿cómo iba yo a poder encontrar el camino hacia la máquina del tiempo?
-¿Qué quieres decir con eso, Lillian? –me pregunta Phil poniéndose muy serio de repente, casi enfadado-. ¿Que no soy un buen líder?
-No estoy diciendo eso, Phillip –respondo yo, en un tono más enojado si cabe-. A lo que me refiero es a que yo no hubiera podido encontrar el camino de vuelta si no hubiera sido por ti, que estabas fuera de esa burbuja.
-Vale, ahora lo entiendo –dice Phil suavizándose-. Volviendo a la máquina del tiempo, ¿a ti no te apetecería volver a vivir aventuras viajando en el tiempo?
-Por un lado sí y por otro lado no. Porque fue divertido y apasionante viajar al pasado, pero también pasé mucho miedo y pensaba que no íbamos a poder volver a casa nunca.
-Te entiendo, a mí me pasa lo mismo.
