Severus
Qué miedo me ha dado luchar contra esos niños. Me estremezco al recordarlo. A mí no me gusta luchar. Pero me alegro de que les hayamos vencido.
Y en cuanto a lo de las ramas del árbol que le han dado un azote a Timmy, no se lo quiero decir a los demás pero eso ha sido a causa de mi poder descontrolado como mago. Es algo que me ha explicado mi mamá varias veces. Cuando eres un niño y haces magia sin querer, te dejan en paz. Pero cuando cumples once años y comienzan a entrenarte en Hogwarts, entonces hay que tener más cuidado porque entonces sí que puedes tener problemas.
Pero aun así, no me gusta airear que soy un mago, ni siquiera a estos niños que se han convertido en mis amigos, porque ellos son muggles y probablemente se asustarían de mí y no querrían seguir siendo mis amigos. Ya he visto más de una vez la reacción de mi papá ante el hecho de que mi mamá sea una bruja y yo un mago. Su reacción es de miedo, asco y desprecio, y no quiero que estos niños empiecen también a mirarme mal, como los niños de mi barrio en Cokeworth.
-¿Pero os habéis dado cuenta, amigos? ¡Hemos ganado! –exclama Tommy, desviando la atención del árbol y yo bien que me alegro.
-¡Sííí! –dicen Phil y Lil al unísono, chocando los cinco entre ellos.
-Ahora puedes continuar siendo la reina vikinga de este parque, Angelica –le dice Kimi muy contenta, y ella sonríe con aires de superioridad, asintiendo con la cabeza.
Angelica es la que menos me gusta de este grupo de niños. Se cree superior a nosotros los bebés, nos desprecia, nos mangonea y no nos trata muy bien que digamos, aunque reconozco que los hay peores. Los niños de mi barrio y Timmy McNulty y sus hermanos son cien mil veces peores que ella.
Y cuando ella forma parte de este grupo de niños, será que en el fondo es buena. Pero muy, muy en el fondo me parece a mí.
Regreso a mi casa porque ya está empezando a anochecer, así que entro en la máquina del tiempo y vuelvo a aparecer en el parque de Cokeworth donde me suele llevar mi mamá.
Hablando de mi mamá, ahí está sentada en un banco leyendo un libro, como suele ser habitual en ella. Aquí en Cokeworth todavía es temprano por la tarde, y yo me acerco a mi mamá con ganas de que me coja en brazos.
Mamá aparta la vista de su libro y me mira. Yo extiendo los brazos hacia ella, y ella me coge en brazos, me sienta sobre su regazo y me dice:
-¿Sabes, Severus? En Hogwarts, la mejor casa de todas es Slytherin. Allí es donde harás tus verdaderos amigos –Supongo que lo dice porque se ha dado cuenta de que en este parque no he logrado hacer ningún amigo en todo el tiempo en el que llevo viniendo aquí, que es mucho.
Pero mamá no sabe que ya tengo amigos, sólo que en otra línea del tiempo y en un lugar muy diferente a Cokeworth. Por cierto, la próxima vez que los vea, tengo que preguntarles de dónde son ellos, para así orientarme más y saber dónde estoy cada vez que los visito.
Me gustaría enseñarle la máquina del tiempo a mi mamá, pero me da miedo que me aparte de ella, al no ser un artefacto mágico sino muggle, así que no digo nada y decido que permanezca en secreto por ahora.
Mamá me sujeta en brazos, se pone en pie y con la mano que tiene libre, coge el libro que estaba leyendo. ¿Qué dirá ese libro? Tengo mucha curiosidad pero aún no sé leer así que tendré que quedarme con las ganas hasta que sepa hacerlo.
Me lleva a casa, donde mi papá todavía no está porque está trabajando en la fábrica de coches que hay al otro lado del río. Mejor que no esté en casa porque cuando está, siempre está haciendo comentarios desagradables sobre magia. Papá es muggle, mientras que mamá es bruja, y me enseña cosas sobre el mundo mágico cuando papá no está delante. Papá trabaja muchas horas en la fábrica, así que está poco tiempo en casa y por lo tanto, mi mamá tiene muchas horas para enseñarme magia.
Esta tarde, mamá me enseña a hacer algunos hechizos sencillos. Yo no hago nada, simplemente observo, pero ella me va contando cómo se llama cada hechizo y para qué sirve, y a mí todo eso me parece fascinante. Eso sí, no me deja tocar su varita sin su permiso porque teme que me haga daño sin querer, ya que aún soy sólo un bebé.
También me enseña cómo se hacen unas cuantas pociones, también sencillas, y yo pienso en lo guay que estaría poder enseñarles todas estas cosas a mis amigos. Pero no puedo hacerlo porque ellos son muggles.
Me gustaría tener algún amigo mago para poder compartir estas cosas. Suspiro y vuelvo a fijarme en cómo mamá prepara la poción que según ella me ha dicho se llama Antídoto para venenos comunes. ¡Fascinante!
Después, vuelve a hablarme de Hogwarts, lugar al que me apetece mucho ir. Seguro que allí lograré hacer amigos magos y yo podré convertirme en un gran mago para poder largarme cuanto antes de esta casa. Pero aún me quedan unos cuantos años para ir a Hogwarts. Actualmente tengo un año y a Hogwarts se comienza a ir con once, así que tendré que armarme de paciencia y conformarme con la máquina del tiempo, donde puedo evadirme un rato de la realidad tan triste y tan amarga que es mi casa, mi parque y mi barrio.
Yo alargo un brazo para tocar el Antídoto para venenos comunes pero mamá me da un manotazo, y furiosa me dice:
-¡No la toques, Severus! ¡Es peligroso tocarla así!
Yo retiro la mano, que me duele por el manotazo que me ha dado mamá, y me encojo, asustado por la reacción de mamá, así que decido quedarme quieto.
Mamá continúa con su lección de hoy sobre magia, y yo la miro sorprendido, y contento de haber nacido mago y no muggle, porque los muggles están muy limitados. Por ejemplo, la máquina del tiempo, aunque es fascinante también, parece tener muchas limitaciones. Pero con la magia, no hay limitaciones, siempre y cuando no hagamos daño con ella a nadie, claro.
Aunque hay una cosa que no entiendo. Si papá es muggle y mamá es bruja, ¿por qué no usa mamá la magia para defenderse de papá? Sí, sé que está prohibido hacerle magia a un muggle, pero yo me refiero a que realice algún hechizo en defensa propia y mía, no para dañar a papá.
Mucho mejor nos hemos defendido mis amigos y yo de los idiotas de los McNulty, y eso que sólo estábamos usando ramas como si fueran espadas vikingas, aunque a mí me gustaba imaginar que mi rama era una varita mágica. Aunque el azote que le ha dado el árbol a Timmy ya ha sido cosa de magia. Magia accidental, pero magia al fin y al cabo. Y eso es lo que no podemos hacer con los muggles, aunque como en mi caso yo soy un bebé de un año, la magia que ocurra viniendo de mí sin querer, la pasan por alto en el Ministerio de Magia y no te hacen nada.
Aunque también me gustaría saber cómo funciona la máquina del tiempo exactamente, porque al parecer no funcionó igual para algunos de mis amigos. Helena y Leonor sí parece que la utilizan igual que yo, pero los demás no. Y no sé por qué. Porque Helena y Leonor no son brujas. El misterio que rodea a la máquina del tiempo me tiene tan intrigado como las lecciones de magia que me enseña mamá.
Entonces, llega la hora de mi cena y mamá me prepara una papilla con la ayuda de su varita mágica. Como papá no ha vuelto todavía, mamá puede darse el lujo de utilizarla para preparar la comida. También está preparando la cena para papá y para ella al mismo tiempo, también con la ayuda de su varita.
Papá está a punto de regresar a casa y eso me da miedo. Mamá también me da miedo cuando se enfada, que es algo que le ocurre a menudo. Aunque la mayor parte del día se lo pasa leyendo o llorando.
