Advertencia: Este capítulo contiene violencia física y situaciones de abuso físico y emocional.
Se recuerda que esta es historia no trata de naturalizar nada, por el contrario, en el primer capítulo se dejaron los detalles, la información y las advertencias correspondientes. Estamos frente a un fanfic cien por ciento de FICCION.
Recuerdos
Kagome
El resto de la mañana sólo nos enfocamos en el proyecto del hospital y, ambos coincidimos en que tanto el presupuesto como el espacio eran acotados para la expansión.
Inicio del flashback.
El reloj marcó las 15:00hs y ambos seguíamos revisando, ultimando detalles. Ninguno de los dos había vuelto a mencionar lo vivido durante la mañana, de hecho, ni siquiera habíamos hablado de algo más que no fuese esto.
-Ya es tarde. - pronuncié, cerrando la carpeta mientras observaba la hora. - No tienes que quedarte más tiempo.
- ¿Acaso no te agrada mi compañía?
Sonreí y elevé mi mirada, encontrándome con sus ojos dorados y su sonrisa.
- ¿Sabes? - apoyé los codos sobre la mesa. - Lo que no se si me agrada es sentir que estoy hablando con una persona completamente diferente a la que estaba aquí esta mañana.
- ¿Crees que soy sólo sexo, niña? - Imitó mi acción.
- No me demostrabas lo contrario...
-Ke. - se inclinó. - ¿Y por qué debías demostrarte algo?
- No te pedí que me demostraras nada. - me encogí de hombros y me puse de pie. - Sólo dile a tu hermano que se encargue de...
Sus labios envolvieron los míos, arrebatándome el aliento. No fue un beso apasionado, más bien se sintió... dulce. Sus manos tomaron mis mejillas, mientras su boca se movía suavemente sobre la mía. Lo abracé por la cintura, dejándome llevar. Al separarnos no abrir mis ojos durante los primeros segundos, los suficientes para que llevara mi rostro a su pecho.
- ¿Por qué lo haces? - murmuré, sin soltarlo.
- No me importa que te niegues, yo iré a protegerte.
Fin del flashback.
- Yo iré a protegerte. - murmuré las últimas palabras, sintiéndome extraña.
¿Por qué te preocupas de esa forma? Realmente se sintió como interactuar con dos personas completamente distintas en un lapso de un par de horas... primero un completo idiota y luego... alguien que se asemejaba más a un ser humano.
- Inuyasha, ¿Qué dedo?
El atardecer nuevamente estaba cayendo frente a mis ojos y es que, a pesar de que los Taisho se habían marchado relativamente temprano, las chicas y yo nos quedamos más tiempo, adelantando los demás proyectos. Sonreí mientras grababa ese momento.
Inicio del flashback.
Todos nos reunimos nuevamente en el mismo lugar en el que nos habíamos encontrado temprano por la mañana y era evidente que ninguno se encontró con la misma expresión de energía. Pasé mis ojos por todos, notando pequeños detalles.
Sango parecía bastante molesta e inquieta, no posaba la mirada en nadie y evitaba a toda costa mirar a Inuyasha.
¿Acaso entre ellos había algo que no sabía?
Alejé rápido aquel pensamiento y observó a Rin. Sus mejillas estaban un poco rosadas y, al igual que Sango, parecía nervioso, ¿acaso había ocurrido algo con Sesshomaru?.
Y hablando de él, incluso manteniendo su expresión imperturbable, se notaba un pequeño destello en sus ojos, uno que me confirmaba que algo más había ocurrido en aquella pequeña oficina.
- Bien, señoritas. - tomó la palabra. - Ha sido una excelente jornada laboral, ¿les parece que nos reunimos personalmente unas dos veces por semana? Mientras nos encargamos de los detalles, obviamente. - miró a Rin.
- Si... si, yo creo... creo que es lo mejor. - ella me miró. - ¿Qué dice Kag?
- Yo... - Hice una pausa. -Creo que esta bien.
- Yo creo que es poco tiempo. - y tenía que ser él quién nos llevaría la contra en todo. - Hay demasiados problemas con este proyecto y dudo que podamos resolverlo si sólo nos vemos las caras dos veces a la semana.
- ¿Y qué sugieres? - Me preguntó que su hermano no lo mandara a callar.
- Que al menos nos juntemos 4 veces, al menos hasta que hayamos encontrado algunas soluciones.
- ¿Y no puedes pensarlas en tu oficina? - todos nos sorprendimos con la ácida respuesta de Sango.
- Lo haría, pero mi mejor amigo está preparando una demanda que requiere de mi ayuda más cercana.
Entre los dos se desató una guerra silenciosa de miradas mientras Sesshomaru arqueaba una ceja ante aquella escena.
- Entonces, lo hablaremos mañana, ¿de acuerdo? - al parecer, para él sólo Rin era digna de su atención. - Fue un placer señoritas Hitachi, Higurashi y Saoto, estaremos en contacto.
- Igualmente, señor. - Rin respondió por las tres.
Sesshomaru se dirigió hacia el ascensor mientras Rin y yo lo seguíamos, sin embargo, Inuyasha y Sango se mantuvieron unos pasos atrás, hablando por lo bajo, algo que despertó nuevamente aquella molestia, aunque esta vez pude disimularlo mucho mejor.
Llegamos al ascensor y nos despedimos. Inuyasha y yo no dejamos de mirarnos hasta que las puertas se cerraron y regresó sobre mis pasos con más dudas y sensaciones de las que podía soportar.
-Rin. - pronuncié cuando llegamos al escritorio de Sango. - ¿Está todo bien? Te noto... algo inquieta.
- ¿Él? - se sorprendió.
- No me digas que tú también tuviste sexo con el otro Taisho. - mi mirada se clavó en Sango. - ¿Qué? Vamos, Kager... era demasiado evidente, sólo bastaba ver tu rostro para saber que había interrumpido algo.
- ¿Acaso estás celosa? - me crucé de brazos, recordando la escena que había visto de los dos juntos.
- ¿Qué? - su expresión era de completa confusión. - ¿De qué estás hablando, Kagome?
- Los vi, Sango... ustedes venían murmurándose cosas mientras acompañábamos a Sesshomaru. - omití a propósito lo demás.
- Al parecer la celosa eres tú. - se cruzó de brazos. - ¿Realmente cree que me metería con él?
- Yo no dije eso...
- ¡Pues es lo que estás insinuando!
- Oigan, chicas. - Rin intervino. - No es necesario que hagan esto y menos ahora. - me miró. - Kag, ya sabes que nosotras sabemos quién es Inuyasha y lo que sucedió con él, pero no podemos hablar de eso.
- ¿No pueden hablar?
- Kag... - Sango llevó sus manos a sus cienes. - De verdad, no se porque piensas eso y, para ser honesta, no me interesa, pero ese imbécil de Inuyasha jamás podría gustarme ni en esta ni en mil vidas.
- Lo siento. - suspiré. - Fue un día... agotador.
- Te entiendo. - Rin cayó sobre la silla de Sango. - Hay... demasiadas cosas extrañas en este proyecto.
- ¿Cosas como qué? - Sango aún se veía ofuscada.
- Sango, ya... ¿Qué les parece si nos relajamos haciendo algo mejor? Podemos avanzar con la biblioteca de la universidad.
Ambas sonrieron y asintieron, después de todo, era nuestro proyecto favorito.
Fin del flashback.
¿Realmente fui capaz de pensar que Sango sería capaz de involucrarse con Inuyasha? La realidad es que sí, pero no tenía tanto que ver con ella como si con él, ya que estaba segura de que él no tendría problemas con eso. Sólo debía bastar la manera en la que exponía a su novia.
Un momento... dijo que esa chica llamada Kikyo no era su novia.
Pero, ¿por qué debería creerle? Técnicamente no debería haber nada que me dijera que Inuyasha Taisho era de confianza, por el contrario, todo alrededor de él grita que es... ¿peligroso? ¿dudoso tal vez? pero, aún así... hay algo en él...
-Kag.
Me detuve en seco, al igual que mi respiración. Era él, no necesitaba repreguntarme si verdaderamente era él, estaba más que segura. Me quedé inmóvil durante unos segundos, pensando en cuál sería el siguiente paso que debería dar, pero ya era demasiado tarde.
- Amor, ¿no me escuchas?
- Bankotsu. - voltea. - Si... te escuché.
-Hermosa. - Me disgustó, al mismo tiempo en que sus brazos envolvían mi cuerpo. Me quedé quieta, algo no estaba bien. - Has estado bien, ¿verdad?
- Si... - me alejé sutilmente. - Eso creo.
- Oh, no lo crees, yo se que has estado bastante bien. - su sonrisa me espantaba, ya que no había ni una pizca de felicidad en ella. - Ven, quiero que camines conmigo.
- No es necesario... ya tengo que ir a casa.
- Kag, amor, no te lo estoy preguntando. -murmuró, tomando mi mano. - Camina conmigo.
No me resistí, ya que eso aceleraría lo que ya me imaginaba que iba a suceder, aunque, esta vez no se la haría fácil. Comenzamos a caminar en la dirección contraria a la que yo me dirigía.
- Bankotsu, mi casa es para allá.
- Ya lo se, Kag, ¿crees que no tengo idea de dónde vives?
- No, sé que lo sabes.
- Entonces sólo camina.
No sabía a dónde íbamos, pero si estaba segura de que no iba a terminar bien para mí. El agarre sobre mi mano se sintió tenso y, las primeras calles las atravesamos en un completo e incómodo silencio. Minutos después, mis ojos se encontraron con aquel parque desierto, el cuál sería testigo de mi destino.
¿Estaba pensando en matarme tal vez? A estas alturas, todo era posible.
Tenía mucho miedo, pero estaba decidida a que no iba a demostrarlo, ni siquiera aunque fuese a dar mi último aliento en ese lugar.
Corroboré que, efectivamente, no había nadie ni siquiera rondando las zonas que, en otras épocas del año, suelen estar repletas y por supuesto que comprendía el porque, ¿Quién saldría con el frío que hacía?
- Dime, Kag, ¿has estado disfrutando estos días?
- Supongo.
- ¿Supongo? - una carcajada escabrosa abandonó sus labios. - ¿Por qué me mientes?
- No te estoy...
- ¡Me cansaste! - se detuvo frente a unos arbustos y me tomó de la cintura, atrayéndonos hasta que nuestros narices se chocaron. - ¿Él te lo hace mejor que yo?
- ¿De qué estás hablando?
- ¡Del idiota de Taisho! - gritó, clavando sus dedos en mi cintura. - ¿Hace cuanto que sales con él?
- Bankotsu. - mis manos se colocaron sobre su pecho. - Me parece que te estás confundiendo...
- ¡¿Confundiendo?! - el primer golpe en mi rostro provocó que girara, sin embargo, tomándome por el cabello volvió a poner mi mirada frente a la suya. - ¡¿No eras tú la que estaba en sus brazos el otro día?!
- Bankotsu...
- ¡¿Me vas a decir que todo tu maldito cuerpo no tiene su olor?! ¡Tuviste sexo con él hoy mismo!
Aquello me dejó sin palabras. ¿Se refería a su perfume? No estaba del todo convencida, pero, de cualquier forma, ¿realmente era posible que supiera eso sólo con acercar su olfato a mi?
- No, no tuvimos sexo...
- ¡Te dije que no me mientas! - me lanzó a los arbustos, al mismo tiempo en que su cuerpo caía sobre el mío y arrancaba mi abrigo. - Vaya... así te vistes para él. -irritante. - Como una puta... una simple y sucia puta de la calle.
Le di una bofetada en ese mismo instante. Si tenía que morir, al menos pensaba dejar mis manos marcadas en alguna parte de su cuerpo.
- ¡Puta de mierda! - tomó mi cuello, inmovilizándome, al mismo tiempo en que habría mis piernas y colaba sus dedos en mi interior. - Sólo conmigo puedes mojarte, maldita zorra.
Mi rostro no mostraba expresión alguna, lo sabía porque me estaba esforzando demasiado en no realizar ningún gesto.
Sacó sus dedos, lamiéndolos con gusto, sintiéndose orgulloso de lo que estaba haciendo. Lo escupí, mojando parte de su rostro mientras trataba de zafarme de su agarre sin decir ni una sola palabra.
- Ahora la maldita perra lucha. - rio, tratando de contenerme. - ¿Qué pasó con la dulce niña que conocí? ¿Aquella que no le hacía daño ni a una mosca?
- La hiciste mierda, hijo de puta.
- No, nena. - un nuevo puñetazo se estrelló en mi rostro. - Tú solita te destruiste, pero, ¿sabes qué? Seré el último que te tenga.
El agarre sobre mi cuello se intensificó, dificultando el ingreso del aire, lo cual limitó mis fuerzas con creces. Abró mis piernas lo más que la falda se lo permitió y volvió a introducir sus dedos en mi ya doliente intimidad. Sus ojos se tornaron rojos en aquel instante y una energía completamente ahogadora me invadió.
- Eres mía, Kagome Higurashi, sólo mía.
Mi cuerpo estaba cediendo ante la presión que ejercía sobre el y, justo cuando los recuerdos de mi familia atravesaron mi mente, despidiéndose de todo lo que había conocido y vivido, una fuerza descomunal quitó a Bankotsu, lanzándolo lejos.
¿Qué?
Traté de sentarme, mientras mi vista se nublaba poco a poco, dificultándome la visión, sin embargo, logré distinguirlo bien. Aquel hombre, parado entre él y yo, era Inuyasha.
Inuyasha
¿Dos veces a la semana? Tenía que ser una broma. Era muy poco tiempo y no, no lo decía por el proyecto, el cuál me importaba nada, pero si era muy poco tiempo para poder ver a Kagome, más ahora que sabía que estaba relacionada con Bankotsu.
Por suerte, el hecho de que hubiera tantos percances con esta expansión terminó siendo un punto a favor, uno que supe usar para hacer trastabillar la decisión de Sesshomaru, aunque esa bruja de Sango estuvo a punto de arruinarlo todo.
El silencio de mi hermano me tranquilizó, ya que si se hubiera mantenido firme en su postura, me lo hubiera hecho saber de manera inmediata. ¿Tendrá algo que ver con la manera en la que observaba a Rin? si eso era afirmativo entonces se le agradecía con creces.
Comenzaron a caminar al ascensor y aproveché para recordarle a Sango que estaba jugando con fuego.
-Saoto. - murmuré, tomándola del brazo y retrasándola. - Estas advertida.
- Eres un idiota... nunca conseguirás nada bueno de mi con esos tratos.
- Y tú con ese orgullo sólo conseguirás quedarte sin nada.
Ingresamos al ascensor y mi mirada se cruzó con la de ella una última vez.
- ¿Puedo saber por qué el repentino interés en el proyecto? - preguntó mi hermano una vez que las puertas se cerraron.
- Si sabes que esto será imposible de realizar, ¿verdad?
- Si, lo se y también sé que, tanto a ti como a mi, nos importa una mierda. - me miró. - Pero, al parecer, lo que si te importa es pasar tiempo con la señorita Higurashi.
- Bah, sólo quiero fallármela y ya.
- Si realmente hubieras deseado eso, lo hubieras hecho y ya, ni siquiera querrías volver a verla.
- ¿Qué sabes tú de mí?
- Lo suficiente como para adivinar cualquier movimiento que quieras dar, inútil.
Tenía razón, por lo que decidió guardar silencio mientras desviaba la mirada. Los siguientes pasos los dimos en silencio y sólo cuando ingresamos al auto, él se pronunció nuevamente.
- ¿Recuerdas que cualquier persona que se nos acerque estará en un peligro inminente?
- ¿Qué acaso nuestro padre no se fue para evitar meternos en este enredo?
- ¿Y tu crees que Kirinmaru se quedará tranquilo? - me miró con su expresión imperturbable. - Ese idiota ni siquiera debe saber que nuestro padre también ha ido a buscar a Zero.
- ¿Acaso tu madre no les dijo lo que harían?
- Ninguna palabra que provenga del clan Taisho tiene valor para él, Magatsuhi o cualquiera que esté de su lado.
Sesshomaru se caracterizaba por tener razón la mayor parte del tiempo, amén de decir lo que pensaba sin ningún tipo de problema.
- Kagome es la ex novia de Bankotsu. - Pude notar una ligera sorpresa en su expresión. - ¿Entiendes?
- ¿Tu venganza será follarte a su ex? -irritante.
- A veces puedes ser un verdadero idiota. - Realmente su comentario me molesta. - Me vengaré algún día, pero sé de lo que es capaz y... no me gustaría que ella muriera en sus manos, además, no puedes comparar lo que él hizo con una tontería como la que acabas de nombrar.
- Pasaron más de cien años, hermano, ya superiorlo.
- Para ti es fácil decirlo. - posé mis ojos en la ciudad. - Y no quiero hablar de eso.
Muchos menos quiero recordar el momento en que perdí a la persona más importante de mi vida por su culpa.
Llegamos a las oficinas y pasamos el resto de la tarde revisando proyectos que mi padre había dejado a medio terminar, sin embargo, los recuerdos amenazaban con desestabilizar mi mente.
- Eres el ser más hermoso que he visto en mi vida.
-Kahori. - murmuré, al mismo tiempo en que su rostro, su perfecto rostro pasaba por mi mente.
Ni siquiera recordaba cuando había sido la última vez que había pronunciado su nombre, tal vez hace cientos de años, cuando la vi por última vez antes de que muriera en mis brazos.
Meneé la cabeza, tratando de borrar su imagen, sin embargo, ésta no quería desaparecer. Su cabello era largo y lacio, tan negro como la noche, sus ojos grises poseían un encanto especial, uno que podía hipnotizar a cualquiera. Su parecido con Kikyo era innegable, y tal vez ese había sido el motivo por el cuál no me había costado demasiado ceder ante su presión la noche en que la visité, aunque, ahora que lo pensaba bien, también guardaba algunas características similares con Kagome.
Kagome.
El rostro de mi amada fue reemplazado por el de esta joven que me traía perdido.
- Bankotsu es su maldito ex novio.
La ira me invadió en ese mismo instante y no sólo por el hecho de que ese bastardo y yo tenía una deuda pendiente, si no porque estaba segura de que Kagome estaba viva de milagro o, de plano, había algún motivo por el que había decidido. . no matarla, después de todo, era lo que siempre terminaba haciendo con sus conquistas .
Me puse de pie y comencé a caminar por la oficina, tratando de calmar mis nervios mientras los recuerdos inundaban mi mente.
Inicio del flashback.
- ¡Eres un maldito traidor! - grité, empuñando mi Tessaiga. - ¡Tú nos delataste!
-Tranquilo, Inuyasha. - sonriendo, apuntándome con su Banryu. - Lamento decepcionarte, pero yo no fui el que reveló sus aviones.
- ¡Keh! ¡¿Me cree tan idiota?! ¡Sólo tú y Miroku conocieron nuestro secreto!
- Tal vez ese monje falso decidió dejar de ser tu amigo. - cada palabra que salía de su boca me corroboraba aún más que tenía razón.
- ¡Bastardo! - grité, lanzando el viento cortante.
- Cálmate. - se cubrió con su arma. - Sólo estas acusándome en base a una tontería, además... eso no le devolverá la vida a tu amada...
- ¡Ni se te ocurrirá nombrarla! - me lancé sobre él.
Fin del flashback.
Desde ese día juré vengarme de Bankotsu por lo que nos hizo, sin embargo, en los siguientes años terminé dedicándome a adaptarme a los cambios en las civilizaciones, tratando de sobrevivir ocultando mi apariencia yokai, más aún cuando estos desaparecieron por completo .
Pero ahora el maldito había regresado a mi vida y de la mano de una joven que no merecía sufrir sus idioteces.
- Él dijo que iba a ir a su casa esta noche. - pronuncié, sentándome nuevamente. - Maldición, no tengo el número de Kagome.
Y Miroku jamás va a acceder a dármelo o si quiera considerar aceptar que lo consiguiera por otro medio.
Miré el reloj y salí inmediatamente de la oficina. El atardecer había comenzado a caer y, si ella no estaba en su casa, al menos la esperaría en la puerta. Tomé mi auto y me dirigió a su dirección, sin embargo, me tope con algo completamente inesperado.
- Bankotsu. - gruñí.
¿Qué demonios están haciendo?
Sabía que no estaba planeando nada bueno, lo supe desde el mismo instante en que vi la manera en como caminaba. Estacioné mi auto y esperé a que desapareciera de mi rango de visión para seguirlo con mi olfato, aunque también eso implicaba un riesgo, ya que él podía percatarse de mi presencia de la misma manera.
Luego de unos metros, me di cuenta de que se dirigía hacia el departamento de Kagome, pero lo que me sorprendió con creces es que su aroma se mezclo con el de ella de un segundo a otro y comenzó a hacer aumentar mi dirección.
- Maldición. - corrí nuevamente a mi auto y me alejé lo suficiente como para que él no captara mi olor.
Mi olfato era mucho más agudo que el de él, debido a nuestros orígenes, sin embargo, jamás podía confiarme en nada, ya había aprendido una fuerza mayor a ser cauteloso.
Detuve el auto a varias calles de distancia y descendí. Cerré mis ojos tratando de identificar la zona de la que provenían sus aromas y me alarmé de inmediato al percibir el olor de la sangre.
- ¡El muy bastardo! - salí corriendo, guiándome por mi olfato hasta llegar a una especie de parque. - Bankotsu, hijo de perra.
Me adentré en él y sólo fue cuestión de segundos para encontrarme con aquella escena.
Él estaba sobre ella, con sus dedos en el interior de su intimidad. Su rostro mostraba la asquerosa satisfacción de alguien que estaba orgulloso del acto que estaba realizando. Por el contrario, el rostro de Kagome estaba cubierto de sangre, pero no expresaba ninguna emoción, casi como si estuviese resignada a que ese era el fin.
No... no permitiré que este imbécil te siga haciendo daño.
Mis ojos se tornaron rojos, al mismo tiempo en que las garras emergieron de mis dedos. Sin dudarlo, me lancé sobre él, tirándolo lo más lejos que podía de Kagome. No voltee a verla, tampoco quería que me viera transformado, sólo deseaba protegerla y que ese bastardo no volviera a acercársele.
Extra
Ayame
Trabajar en este lugar era más duro de lo que cualquiera se pudiera imaginar, sin embargo, a eso hay que sumarle toda esta situación, de la que no pedí ser parte, pero me obligaron a serlo.
- Ayame. - la voz de Eri me sacó de mis pensamientos. - Te están buscando.
Sólo una persona podía venir a esta hora de la noche para hablarme. Suspiré y salí de la sala de descanso, encontrándome con su figura al final del pasillo.
- Hola, preciosa. - su sonrisa me espantaba, pero debía corresponderle. - ¿Cómo has estado?
- Muy bien, señor. - coloqué mis manos detrás de mi espalda, apretándolas fuertemente. - ¿Qué necesitaba?
- Sólo vine a felicitarte. - colocó su mano sobre mi mejilla. - Esas jovencitas no dudaron en aceptar el trabajo.
- Disculpe. - Me aparte sutilmente. - Usted dijo que no les haría daño.
- Ah, tranquila. - nuevamente aquella asquerosa sonrisa. - Soy un hombre que cumple sus promesas, ¿acaso no lo paresco?
- Yo no lo conozco, señor.
- ¿Quisieras hacerlo?
- Magatsuhi.
Ambos volteamos ante la voz de mi padre, el cuál estaba detenido al final del pasillo.
¿Qué estaba haciendo aquí? ¿Acaso ya sabías que él vendría?
- Puedes estar tranquila, pequeña. - Me susurró mientras él se acercaba. - Siempre y cuando hagas las cosas bien, tu madre y tus amigas estarán a salvo.
- Ya déjala en paz. - la voz de Hoshiyomi retumbó en la soledad del lugar. - ¿No te alcanza con haberla metido en esto?
- Es el precio que hay que pagar por los que amamos, doctor. - aquella sonrisa le repugnaría hasta al mismísimo demonio.
- Ayame. - pronunció sin mirarme. - Puedes irte.
- Si papá, digo... sí, señor. - voltee y regresé sobre mis pasos, sin voltear.
Aún así, pude escuchar el sonido de sus pisadas, las cuales se dirigieron en la misma dirección en la que ella se encontraba.
Extra.
Miroku
La noche era perfecta para dormir, sin embargo, la repentina llamada de Naraku me obligó a permanecer un poco más en mi oficina. Le pedí a uno de mis asistentes que me trajera un café, al mismo tiempo en que comenzaba a revisar los nombres de las jovencitas a las cuáles mis empleados debían visitar este fin de semana.
-Yura Sakasagami. - sonreí al notar la belleza de esa mujer. - Querida, eres perfecta para Inuyasha, después de todo, no eres de ni de cerca el tipo de mujer que le gusta.
Lo lamento, mi querido amigo, pero las veces que te asigné mujeres de tu estilo, me terminas trayendo más dolores de cabeza de los que necesitaba.
Estaba a punto de ver a la siguiente jovencita cuando Naraku ingresó de la mano de una hermosa mujer, una que parecía haber salido del mismo infierno.
- Buenas noches. - sonreí, poniéndome de pie y fijando la vista en aquella preciosa morena.
-Miroku. - Naraku y su manera de saludar. - Traje a alguien que está interesado en hablar contigo.
- Buenas noches. - me sonriendo coquetamente, provocando que mi propia sonrisa se ampliara. - Joven Miroku, déjeme presentarme, mi nombre es Kagura... Kagura Yamamoto.
- Un placer, señorita Yamamoto. - tomé su mano, besando el dorso de la misma. - Dígame, ¿Qué trae su hermosa presencia a esta humilde oficina?
- Bueno, verá... - se relamió los labios y, para esas alturas, ya había captado mi completa atención. - Vine a hacerle una propuesta.
