"El novio de Katsuki era un idiota"
Capítulo 3 (Lado Izuku)
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Nunca había pensado en confesar su amor cuando el mundo fuera un caos.
Nunca.
Nunca se puso a indagar de si sus sentimientos fueran indebidos o no; viéndolo bien, podía reprimirse y no hablar con él. Ansiaba escondérselo todo y dejar que las cosas se dieran por una ruta distinta.
Por un lado, no podía permitir que la razón lo sobrecogiera de aquel modo. Sería desgarrador.
Lo quería.
No podía ser de otro lado.
Por eso, el día en el que atisbó que sus sentimientos se tranquilizaban debido a su familia. El cerrar ciclos lo movió a lanzarse y solucionar la situación.
En las vacaciones de invierno, a escasas semanas de acabar el segundo año, se colocó frente del carro, cuando el sujeto que—esperaba— le daría el permiso de ampliar sus avances y se sentiría cómodo de aventarse, cerraba la puerta del vehículo.
Los pies juntos, las manos colgando, el uniforme limpio y bien puesto.
—¡Señor Endeavor! —Exclamó, con los ojos apretados y la espalda a punto de asirse al abismo. —Por favor, déjeme salir con su hijo.
El corazón le latía tan fuerte que no escuchaba el sonido del exterior.
—Estoy enamorado de su hijo —Continuó, con la voz vacilando. —Quiero hacerlo feliz y quiero su permiso para conquistarlo.
Se engañaría si no diría que sentía que moriría si no escuchaba nada. El silencio era horrendo; el calor de su cuerpo crecía como una explosión inminente.
—¿Por qué vienes a mi a decirme eso? —Interrogó, tras notarlo caminar un paso hacia atrás, y carraspear.
Se irguió de resorte; su gesto inyectado de susto. Se sacudió unos segundos, que externaban su parálisis.
—Por… —¿Por qué se lo decía? Su rostro se tiñó del color blanco.—Porque quiero que conozca que mis sentimientos son sinceros, que quiero a su hijo y que quiero hacer las cosas bien. Sé que no soy un niño, o bueno, soy un hombre —Se ruborizó en demasía.—Su hijo es especial. Lo es. Ha sido una influencia positiva para mi. Y quiero hacerlo feliz.
El señor Enji lo miró con reserva, tenía las manos dentro de los bolsillos, las cejas fruncidas, como pensándolo.
—Deku —Tosió, adoptando un tono serio.—Midoriya —Se corrigió.—Te conozco, sé que eres buena persona, y que conoces de la situación familiar. Apoyaste a Shouto siempre.
Sonrió.
—¿Tengo su permiso?
Enji carraspeó, para luego aproximarse a la entrada de su casa.
—Puedes hacer lo que quieras —Replicó a modo tranquilo.
Sonrió más.
—Sí
A partir de ahí, empezó todo.
Hacer las pasantías en la agencia de Best Jeanist era de lo más complicado, no porque solamente tenía que ser guiado por el héroe más importante y estelar de la industria, sino porque el héroe adoptaba conductas extrañas: lo besó y además, le había dicho algo de las reglas.
¿Reglas?
¿Reglas de qué exactamente?
¿Reglas de superior-pasante?
No lograba ponerlo en términos concretos. El héroe Dynamight gritaba, después se acercaba a él, le pedía que hasta que lo invitara a salir.
Le resultaba extraño.
Y más, si ya tenía novio. Por supuesto, un excelente novio. Se lo hizo saber, de algún modo, a Dynamight, cuando leyó una noticia acerca de una misión en el distrito Harajuku en la que decía que su novio había emergido como el triunfador, pegada a la de Dynamight, que salía de haber sido nombrado el héroe número uno en Japón; la cual se la enseñó, como una manera de hacerle ver que el tema del beso no era algo que él debía de hacer.
«Mi novio es asombroso» Había dicho, después de haberle mostrado su celular, empecinado en que leyera la noticia.
Lo había visto soltar un «hm» enronquecido, signo que desencadenó que entendiera que éste notó que él tenía novio.
Sin embargo, cuando devolvió su celular a la vista, llevaba la noticia de su nombramiento del héroe número uno.
Se sonrojó.
Rayos.
Se había equivocado; para cuando quiso aclarar el malentendido, Dynamight ya se había ido, más rápido que él por la acera, ejerciendo sus habituales patrulleos por la zona.
No entendía por qué no hacía que Dynamight razonara acerca de su vida. Ya había sido incómodo tener que explicarle a Todoroki eso sin sentir que fue infiel, cuando en realidad no sentía nada por éste.
Lo que le había dicho había sido «está bien, sólo que no se repita». Claro, Izuku aceptó tal obvio tono de advertencia dirigida al héroe profesional; y, con ello, inició su manera de tratar de convencerlo de que los besos con él no eran algo que éste podría hacer.
Estaba de novio y no pensaba concluir su relación por algo así.
O sea, ¿Dónde estaba su honor? ¿Su promesa con él? ¿El momento en que se resolvió todo?
No quería desecharlo.
Todoroki tendría que romper con él para que él quedara soltero. Fuera de eso, no dejaría su relación.
He ahí el motivo del por qué estaba tan empecinado de hacerle ver al héroe que el contacto más allá de lo ético no estaba permitido de su parte.
Si le preguntaran desde cuándo le gustó Todoroki o por qué.
Honestamente, no sabría contestar.
Era cierto que las primeras semanas de ingresar a U.A. no le había prestado atención, sino que lo conocía por su padre y de nombre.
Era un compañero más.
Sin embargo, desde el incidente en U.S.J. empezó a verlo de otra forma: más apacible. Por algún motivo, sus ojos le llamaban la atención. Eran misteriosos, como si se reprimiera cosas todo el tiempo y guardara una tristeza que no se podía tocar con palabras.
Lo miraba cada que hallaba un momento de verlo, y en el instante en que atisbaba sus orbes no evitaba sentirse arrastrado por estos.
Después llegó el festival deportivo, donde se acercó a él por voluntad y lo amenazó con vencerlo. Fue raro, ya que desconocía qué fue lo que lo llevó a dirigirse a él de dicha manera.
No lo entendía.
No fue sino hasta que tuvieron esa platica en el pasillo donde éste le reveló su pasado y aunque le pareciera triste, quiso arriesgarse a hacerle ver lo valioso de lo que se estaba perdiendo.
Desconocía qué era lo que lo movía o qué lo motivaba a no dejar de verlo cuando lo tuvo en la pelea. El movimiento de su cuerpo, el tono de su voz, su particularidad cegada por sus sentimientos.
Tras terminar el intercambio, poco después de soltarle el «es tu poder», del cual pudo vislumbrar lo especial de su particularidad, perdió.
Mas no el brillo de su rostro, su sonrisa y el cabello agitándose, del mismo que reconoció que algo estaba ocurriendo en él.
Algo que no podía descifrar.
Pero que ya se había desarrollado y cosechado; y comenzaba a aparecerle con gran profundidad al borde de hacerle desear ser alguien especial para él.
Era imposible detenerlo.
Después llegó la pelea contra Stain, el campamento de verano—donde se llevaron a Todoroki y, él con los brazos fracturados no pudo hacer nada, hasta después de recuperarse un poco, fue con Iida y Yaoyorozu a salvarlo—, las pasantías, y se confesó a sí mismo que dejarlo pasar lo acarrearía a desconocer qué hacer con lo que tenían como amigos.
Intentó pedirle que se vieran a solas, con el afán de repasar inglés. Pero de otra forma, no pudo. El tema de su familia lo sobrepasó y era lo que no abandonaba sus cavilaciones.
Quería demostrarle que no estaba solo en ese proceso, así como sus compañeros. Sabía que la única manera de verlo mejor era apoyándolo, aunque no siempre conversaran.
Hacerle compañía era su medicina, su soporte, su motivación.
De igual manera, él buscaba tenerlo a su lado, a como se pudiera, o cómo su poca información sobre el amor guiaban su perspicacia ante los escenarios de ansiar su cercanía, casi como si fuera alimento.
Siendo todo lo que le faltaba
Con ello, el ataque de Tomura Shigaraki, la advertencia de All For One por el OFA, la revelación del hijo de los Todoroki; pudo más con ellos que la misma grandeza del mundo.
Tuvo que armarse de coraje para afrontar la situación. Afrontar su peor miedo, o mejor dicho, aquello que no lo dejaba en paz.
Afrontar liberar al universo del peligro que más advertía con destruirlos.
Hacerlo le hizo darse cuenta de que no siempre podía ser el héroe en la vida de otros, que no todos quieren ser salvados. Shigaraki sí quería ser salvado, pero tras varias veces que quiso darle su mano, y no la recibió hasta la conclusión de la pelea.
Es entonces, que pudo sentirse contento por haberlo hecho.
Salvó a la población.
Salvó a todos.
Mas no salvó a Todoroki; no lo hizo, aun así quedó satisfecho con saber que había sanado y concluido la historia de su familia, la abertura que había dejado Touya entre ellos.
Quiso hacerle compañía, pese a que era inevitable encontrarse. Sus habitaciones estaban aisladas y su estado mental estaba inestable. No podría mantenerse apacible si platicaban.
Aparte, perdió el OFA.
De ahí, su confianza en aproximarse a éste mermaba pausado y de repente, de un golpe, como una bofetada.
Cómo podría enamorarlo, pensaba. Cómo podría ser más cercano a él.
No podía.
Había perdido su oportunidad.
No se arrepentía. Nunca podría hacerlo. Volvería a intentarlo de ser necesario.
Sin embargo, las brasas del OFA se esfumaron a una rapidez arrolladora; y, con ello, las esperanzas de poder caminar a su lado, al mismo tiempo, se esfumaron.
Él no era digno de tenerlo.
Por supuesto eso pensó hasta que con meses de no poder usar su poder, la sensación de inutilidad se apoderaban de él como una enfermedad ramificándose por el cuerpo, se enterraron en cada fibra de su ser y la oscuridad comenzó a comerle la luz que formaba parte de su vida.
Se sumió de lleno al sentimiento hasta experimentar que estaba perdido consigo mismo. No sabía quién era, o por qué seguía en el curso de héroes si no tenía nada que aportar ahí.
Sus amigos mejoraban diariamente y Todoroki… bueno, él era el centro de atención de las de primer año. Las volvía unas fanáticas empecinadas con obtenerlo como un objeto.
Detestó admitir que le irritaba presenciarlo, tanto que deseó que su particularidad regresara para así detenerlas. Por supuesto, el sentimiento no lo abandonaba por un buen rato, incluso se prolongaba por días. Días y días. Era un frecuente acumulamiento de negatividad, oscuridad y mimetismo. Siempre perdido y siempre hundido.
Se preguntaba cómo era que no lo cambiaban, cómo era que lo consideraban un héroe, si aunque salvó a la población, las personas seguían tratándolo como un sin particularidad.
Uraraka le decía que era porque no veían a la persona por sus acciones—refiriéndose a él como individuo— sino por su físico, y que el suyo no era atractivo o lo demasiado seductor para causar algo en las personas. Sí, todo bien, hasta que dijo que Todoroki era guapo y por eso las chicas querían arrimársele.
¡Su amiga y su indiscreción!
Se ruborizó por imaginárselo; por fantasear con tener a Todoroki en su regazo, frotando sus muslos contra los suyos y observándole con esos ojos tiernos y amables que lo distinguían.
Se avergonzó por quererlo tener así; por querer verlo sonrojarse y desdoblarse entre sus dedos. Por añorar probarlo entero, saborear hasta el más mínimo detalle de su ser; por quererlo dejar sin energía abajo de sus brazos, donde podía descansar.
Iida le decía que Todoroki era popular por ser una buena persona. Claro, Izuku lo sabía. Todoroki se abría a la oportunidad de platicar con sus fans del primer año, hasta incluso pasar el rato con ellas.
¿Acaso le atraían las mujeres?
Él, ni de chiste, era una mujer, pero tenía sentimientos. Eso aportaba algo, ¿No? Era suficiente para considerarse alguien cercano.
No quería parecer desesperado, pero comenzaba a estarlo. Lo estaba.
Rayos.
Lo estaba con tanto mimetismo que dolía
Y se moría por ser el indicado.
Sin embargo, su poder no llegaba y el entusiasmo por intentarlo desaparecía.
No fue hasta que un día de aquellos, en que acompañó a Todoroki a dar un paseo por el distrito próximo a U.A.—el mismo día en que optó por pedirle a Aizawa que lo moviera de curso, ya que no se veía capaz de brindarle nada a sus compañeros en su actual estado, a lo que su maestro se mostró reacio a hacer, puesto que no sería ecuánime ejecutarlo, después de dos años en U.A. No obstante, pudo convencerlo de que lo hiciera. Y es por eso que usó el pedido de Momo a Todoroki de ir a recoger unos tés a la tienda que habían arribado, pero que ésta no podía ir tras ellos, le comentaría acerca de su cambio de departamento— los atacó un villano con un poder sumamente aplastante, ya que materializaba sus brazos en cuchillos y podía volar.
El sujeto apareció con la intención de lastimar a Todoroki, puesto que le decía que quería derrotar al hijo de Endeavor en persona y más, si su padre lo viera todo por televisión.
Combatieron, pero para él, era imposible hacer algo. Sólo mover a los civiles.
Por una vez en años, el sentimiento de inutilidad corrió por su cuerpo como un veneno, angustiante y doloroso, como si le drenara la única luz que aún lo mantenía cuerdo.
Quería estar allí. Usar su poder, proteger a los civiles, armar una estrategia, estar a lado de Todoroki en esta pelea, pero no podía hacer nada.
Nada.
No hizo más hasta que vio que el villano mandó a Todoroki por los cielos al tumbar el camino de hielo, con la intención de cerrarle las aperturas de realizar sus movimientos con soltura en el suelo.
Izuku lo miraba horrorizado, imposibilitado de ayudarlo.
Se decía quererlo y no podía cuidarlo.
«Eres un inútil» Pensaba angustiado. «Inútil. Un enorme inútil»
Observaba con los puños cerrados para no golpear a lo que se acercara a él. Observaba cómo Todoroki, alejaba con su particularidad los aproximaciones del villano, mientras tenía la intención de llegar al suelo.
Sin embargo, una cuchilla larga y angosta, rozó el pómulo derecho, moviéndose hacia su cuello; Izuku no advirtió en qué instante sus pies se movieron por su cuenta, ni por qué apareció sosteniendo a Todoroki entre sus brazos, su mano apegando su nuca contra su pecho y la otra aferrándose a su cadera, o cómo fue empezaron a flotar.
Fueron cuestión de segundos.
Segundos que cumplieron con cuidarlo y resguardarlo de que no saliera lastimado.
Sin embargo, se volteó y miró el gesto de rabia que adoptaba el villano, que en un momento, se lanzó contra ellos, y, él con una patada derecha lo mandó a volar.
Todoroki estaba rígido.
—Midoriya —Musitó.
Era tanta su sorpresa que se dejó sostener. Izuku no se quejó por eso, sino que lo apegó más contra él, mientras el asombro se vertía sobre él como una cucharada de miel.
¿El OFA había vuelto?
No.
Imposible.
El OFA no regresaría nunca.
Se decía en lo que estaban en el aire, con el villano caído en el suelo, y él aferraba sus brazos en el cuerpo de Todoroki.
—¿Ha regresado? —Le preguntó Todoroki, adoptando un tono asombrado.
Se engañaría a sí mismo si diría que lo que menos le importaba era el OFA, sino le intrigaba el que Todoroki no se comportaba irritado ante su cercanía.
—No —Respondió, con el corazón al borde de explotar, la boca trémula, su mente paralizada.—No lo sé.
Todoroki subió sus brazos a su espalda, por el trapecio, y se estremeció. Advirtió su aliento tocar su piel y empezaron a descender con suma lentitud.
—Me ayudaste —Dijo Todoroki.—Gracias.
«Haría lo que fuera por ti»
Ruborizado, bajaron más rápido y después se pausaron a unos metros del suelo.
—Sí.
—Todavía podrás ser un héroe.
—No lo sé —Repitió dudoso.
«Sólo permíteme sostenerte»
—Me alegra que lo puedas tener. En caso de que vuelva.
«Un poco más»
Arribaron al suelo, colocando delicadamente a Todoroki en el pavimento, cerciorándose de que sus pies descendieran correctamente, lo enderezó con sus manos de las caderas y lo ojeó unos segundos más previo a soltarlo—muy a su pesar— y sonreírle.
—Encárgate del resto. Anda, Todoroki-kun.
Todoroki lo había visto con sorpresa.
—No —Contestó, llevó un paso hacia atrás y arrugó las cejas.—También estuviste ahí —Izuku trató de ampliar su sonrisa, asegurando que todo estaba en orden, pese a que necesitaba saber con locura si el poder había regresado, si podía usarlo para estar a lado de Todoroki y si lo tenía, nunca se separaría de éste. —Lo hicimos los dos.
Estaría en un aprieto si debatiera con que no se sintió satisfecho con lo mencionado.
Ansiaba que siguiera diciéndolo, que tenían logros, que los compartían y que se desarmaran sentimentalmente.
Y sí, Izuku era un sujeto que le fascinaban las emociones, y contagiarse de ellas en el proceso.
De la misma forma, en que deseaba que Todoroki se desarmara con él.
—Sí —Había respondido con presteza.—Pero tú hiciste todo. Lo que hice fue interponerme para que no te lastimara.
«Lo mismo que haría para toda la vida si me lo pidieras»
Todoroki lo miró sin creerle, con esos ojos bañados de confusión y sus labios formando un mohín.
—Midoriya —Articuló, empleando más firmeza.—Habría salido lastimado de no ser por ti.
Izuku no pudo más y se acercó a éste. Subió una mano cerca a su pómulo, donde la cuchilla rozó, y ansió tocarla. Sentir su calor, envolverse en él, aspirarlo.
Se quedó ahí, con el brazo a mitad del camino, ya que al segundo en que toparía con su pómulo, se pausó.
Debía respetar su relación.
Sus emociones enlentecerían el proceso de expresar su amor.
—Pero lo inmovilizaste —Señaló Todoroki. —No lo pude hacer.
«Tú lo puedes hacer todo» Izuku se quedó paralizado, observándolo. «Todo. Todo»
—Tienes la habilidad de hacerlo siempre —Aseveró Izuku, ahora esbozando una sonrisa impregnada de honestidad.—La particularidad del villano era fuerte, pero eso no haría que tu no puedas superarlo.
—Midoriya —Todoroki lo ojeó con asombro, para luego suspirar aliviado.—No merezco tus elogios.
«Los mereces todos»
—Eres asombroso, Todoroki-kun —Aseguró Izuku, apasionadamente. —Eres genial, inteligente, noble, tienes un poder digno de un héroe como tu. Eres guapo.
Todoroki abrió mucho los ojos, y la boca ligeramente separada.
—Mi.
—¡Lo siento!
Izuku unió sus manos en ruego.
Se percató de que se había pasado y confesó una fracción mínima de sus sentimientos.
El calor y la vergüenza se apoderaron de él.
—Me pasé, ¡Lo siento! Es-es.
No hallaba manera de justificarse.
—Gracias, Midoriya.
Izuku se asombró al ser obsequiado por una sonrisa sincera, bañada de amabilidad.
Y se atisbó enfurecer consigo mismo por querer más, por fantasearlo estando bajo él, tras abrir sus piernas y fundir sus cuerpos.
Cómo podía pensar en una cosa así luego de verlo casi próximo de finalizar herido.
Izuku se animó a sonreír con el pesar comiéndole el cerebro.
Mientras lo vio, dar el informe a los policías sobre el villano y de la forma de cómo lo retuvieron, no dejaba de pensar con fervor que, necesitaba solucionar pronto su problema, porque terminaría aplastando a Todoroki con su peso y su cabeza acalorada.
¡Parecía un calentón!
Tras finalizar, regresaron a los dormitorios, Izuku evitando comentar nada respecto a lo que corría pro su cabeza con deseos de saciarse.
A la mañana siguiente, pidió permiso para salir a un asunto importante. Aizawa no le pidió el motivo, sólo le advirtió que llegara temprano; Izuku aseguró que así lo concluiría.
Esa misma tarde, fue a la casa de los Todoroki y confesó su amor por éste frente a su padre.
El primer paso para conquistar a Todoroki comenzó quedándose en el curso de héroes, en el que pidió hacer su pasantía con Endeavor.
Por supuesto, a Aizawa le extrañó el repentino cambio de su conducta, ya que recién acababa de mandar los documentos acerca de su transferencia y estaba en espera de su respuesta.
Izuku le aseguró que su poder—posiblemente— había vuelto y tenía la capacidad de seguir su sueño.
Así que su cambio fue dado por asunto cerrado y cancelaron la solicitud, como si no hubiera ocurrido nada.
Por lo tanto, Izuku se dedicó a tratar de hacer que su poder saliera, como esa vez, pero en vano. Recurría al gimnasio con frecuencia, tras pedirle a Iida que lo apoyara como un villano—justo como aquella vez de primer año con All Might como su maestro— en lo que buscaba en su interior la forma de hacerlo salir.
Lo hizo durante varias ocasiones, distrayéndose por momentos cuando Iida hacía muy mal su interpretación, aunque siempre lo hacía de manera de exagerada y no portaba intenciones de lastimarlo, por justa razón se le hacía difícil concentrarse
Se le ocurrió entonces, probar en el campo abierto. Es decir, fuera de la escuela. Quizás se encontraba con otro villano como esa ocasión que detonaría que su poder regresara.
Sus suposiciones fueron certeras, puesto a que ocurrió todo lo que pensado y su particularidad emergía en momentos de peligro; bueno, en momentos donde él se sentía en peligro y en urgencia de salvar a una persona, o en su caso a Todoroki.
Entendido aquello, fue lo que le comentó a Endeavor cuando se vieron en la pasantía y éste se asombró de verlo, expresando que no se esperaba topárselo allí.
El segundo paso, fue aceptar las invitaciones de Endeavor de comer con ellos, tras salir por la noche de la agencia.
El tercer paso, mejorar su cocina, para así poderlo convencer de que podían comer juntos en el comedor de los dormitorios sin que tuvieran que esperar a que les hicieran el desayuno.
Esos pasos pudieron ser lo mejor que se pudo haber ocurrido, de no ser porque a veces dudaba o se enfocaba demasiado en controlar su particularidad, que recién que había regresado, era un huracán difícil de manejar.
Iba y llegaba cuando quería.
No siempre podía controlarla.
Luego comprendió, que el control mental era vital para que el poder saliera cuando y cada que quisiera, debido a Endeavor que le dijo que su interior debía dominarse ante la adrenalina de la pelea.
Vio en físico cuán valioso eran esos instantes en que se perdía sentimentalmente cada ocasión en que se lanzaba para atacar a un villano que advertía con destruir o herir. El poder salía, era una bomba de vitalidad y luego se disipaba. No podía hacerla regresar.
Después, buscó probar con pensarlo, como cuando reguló el OFA por su cuerpo con Gran Torino, y encontró el fuego que lo movía todo. Su poder palpitaba fuerte y amplio.
Sentía en cada célula de su ser.
Era el OFA sin portadores.
Era el OFA solo.
Era el OFa y él.
Era suyo.
Debía tatuarse su uso por vez siguiente.
Las pasantías transcurrieron en un pestañeo y pronto entraron a la última de segundo año. Lo demás iba de viento en popa, de no tratarse de que un fatídico día, por la tarde, Izuku y Todoroki iban caminando de ida a casa de éste mismo con la finalidad de cenar.
Izuku tenía pensado tomar la ruta larga, tal vez alargar la conversación, decirle que opinaba que sus ojos eran más maravillosos cuando les llegaba la luz, haciéndolos brillar, o que el largo del cabello le fascinaba sobremanera y que si se lo permitiera lo tocaría con sus dedos, desmenuzar uno a uno, unirlos y alejarlos.
Ése era lo que quería.
No buscaba parecer desesperado por la forma en la que llevaban las cosas, pero un comentario hecho por Uraraka acerca de que Todoroki recibió una confesión por parte de una de primero le causó hervir. Peor, porque Todoroki, pese a rechazarla, aceptó dicha declaración de amor.
Negaría si dijera que no lo volvía loco tal noticia.
Era demasiado cavilar y poca acción. Daba más la impresión de que quería conquistar a su familia que a él, porque básicamente era lo que hacía: aprender a cocinar con Fuyumi, encerar el carro de Endeavor, guardar papeleo molesto de Hawks.
¿Y Todoroki?
Rayos.
Sólo platicaba con él. No le decía nada importante, más que de su poder y de cómo quería mejorarlo.
Patético.
Mientras cavilaba aquello, un sujeto se acercó a ellos. Usaba una sudadera, tenía el rostro cubierto por la gorra y sonreía mostrando su pésima dentadura.
Ni siquiera lo miraron detenidamente hasta que tocó a Todoroki con su mano, un roce fueron suficientes para verlo desplomarse por el suelo.
Asustado, Izuku buscó agarrar al sujeto y detenerlo. Llamaría a la policía y todo acabaría allí. Mas en el instante en que el sujeto lo tocó con su dedo en la mano, Izuku sintió una punzada en el pecho y una ráfaga de fiebre apresarlo.
¿Qué tipo de poder causaría una reacción así?
Izuku se llevó ambas manos al cuerpo, tocando su pecho, su vientre, su rostro. Ardía. Las venas se movían afiebradas con un torrente aplastante, empezando a respirar con ansias y el efecto de la angustia palpándolo como un brote.
Atisbaba a Todoroki yacer en el pavimento, con las rodillas hincadas, las manos apretando la tela del uniforme en el pecho, su respiración acelerada y entrecortada, como si necesitara que lo confortaran.
Izuku inspiró aire con la fuerza que le restaba, utilizó la particularidad de poder y aplastó al sujeto, buscando golpear su frente contra el pavimento, inmovilizándolo.
Interrogó acerca de su particularidad, sin obtener nada de su parte, más que carcajadas.
Estaría mintiéndose con estupideces si se admitiera que no le molestaba su conducta, puesto que deseaba con cada fibra de su ser, callarlo con un golpe en la cara y expulsarle la verdad de un rotundo puñetazo.
Estampó su frente con el frío pavimento y fue que le dijo que su particularidad provocaba una reacción humana.
¿Qué rayos significaba eso? Divagaba Izuku, bastante confundido.
Colocó su mano en su cabeza y repitió el mismo movimiento de estamparlo, obteniendo mayor información: la particularidad resultaba ser una clase de afrodisíaco, que con tocar una parte del cuerpo de la persona, provocaba una reacción instantánea, de la cual dependía el nivel de intensidad.
En pocas palabras, entre mayor se reprimía la persona por alguien, mayor sería el efecto.
Las autoridades llegaron al cabo de haberles llamado con una mano sosteniendo el celular y la otra, paralizando al sujeto.
Izuku intentaba llamarle a Todoroki, quien parecía estar con la mirada retraída, y el cuerpo en forma de ovillo. No podía hablar. Notó que le costaba moverse, así como verbalizar lo que pasaba con éste.
Percibía sus mejillas rojas y se sentía absorbido por el deseo de tocarlas. Si fuera otro escenario, mordería esa piel que pedía a gritos que la acariciaran.
Izuku lo observaba en plena banqueta, a la luz de la tarde, a Todoroki echo un desastre. Incapaz de mirarlo a los ojos, y de frenarse de removerse el saco del uniforme y buscar despojarse de la camisa.
Insistía que si fuera otro escenario, él se animaría a ser el que lo auxiliara en esa situación.
El corazón le bombeaba sangre a la cabeza, encendiéndola tanto que lo que invadía su mente eran las constantes imágenes de Todoroki ruborizado, agitado y nítidamente «caliente».
Nunca lo había visto así.
Lo malo, era que lo encendía, como si hubiera movido un interruptor en su cuerpo, que palpitaba por acariciarlo.
Un poco.
Quizás la pierna entera y luego la otra.
Era un poco.
Quizá le mordería los muslos, separaría sus piernas y se metería por completo en éste.
Sí, era un poco.
Lamería un poco de su cuerpo y con sus dientes trazaría el camino que su deseo enfebrecido de proveía. Y tal vez, con eso poco, se sentiría satisfecho de colmar sus pálpitos internos.
¡Oh, cuántas veces no ha querido hacerlo suyo!
Los policías tardaron segundos—eternos— en obtener la información, teniendo a Todoroki tirado, de momento sudando y con la boca entreabierta, saliva escurriendo de sus labios, resultando una imagen inevitablemente tentadora, y él con el rostro rojo, las manos sacudiéndose temerosas de cometer una locura, y la mirada medio angustiada y medio aturdida.
Dijo lo mejor que pudo lo que sabía, para luego pedirle ayuda a Endeavor.
Se sentía como un idiota pidiéndole ayuda a quien posiblemente ya no sería su suegro, ya que presenciaría lo "bien" que cuidaba de Todoroki.
De seguro lo incineraría y no dejaría nada de él.
Se encaminó a Todoroki, bajó su brazo a rodear su cintura y enderezarlo a su costado derecho.
—Estarás mejor —Aseveró Izuku, en un tono para nada tranquilo. Sintió un gran escalofrío partirle la cordura—la poca que le quedaba— al apegar sus cuerpos y palpar la calidez de éste.—Tú papá vendrá por ti.
Todoroki suspiró con la voz apretada, Izuku tuvo que morderse los labios para no abalanzarse sobre éste.
—Siento que me voy a quemar —Musitó Todoroki, llevando su cabeza hacia en frente y hacia atrás, exponiendo su cuello delante de él, con ese movimiento.
Izuku anheló tener una daño visual.
O simplemente, no haber visto eso.
—Mi abdomen —Verbalizó Todoroki, en un intento de comunicarse con él. Lo vio señalar la zona mencionada con su mano.—Me siento raro.
Izuku cerró los ojos, asintió para no verse atontado, y pensó en que sería mejor que Endeavor lo terminara ahí mismo.
A ciencia cierta, no sabía cómo era que él estaba mejor que Todoroki, si éste no exponía gustar de alguien en particular.
Tal vez la chica que se le confesó recientemente (la que le dijo Uraraka)
Izuku se mordió los labios y agitó la cabeza.
Le disgustaba la idea.
La detestaba.
Pero no la descartaba.
Podría ser que a Todoroki le gustaban las mujeres, podría ser que nunca tuvo una oportunidad con él y esto era la prueba.
Podría ser que debía rendirse.
O debería de… enterrar sus sentimientos en las raíces y perdurar como una rama que colgaba de un árbol postrado en un bosque recóndito.
—¿Cómo estás tú? —Se vio vuelto a la realidad, debido a la voz de Todoroki. Simulaba buscar una reafirmación de su parte, lo sabía por su tono inquieto.—¿Te sientes igual?
Izuku sabía que si asentía, quizá Todoroki no lo vería, ya que percibía que no lograría enfocar la vista, por la mirada ida.
—Sí —Dijo, ocultando su pesar.
Qué podría decir.
¿De sus ganas de tocarlo?
Avanzaron unos pasos hacia la dirección de su casa, deseando que Endeavor estuviera más cerca del destino. Si el nombrado no hacía acto de presencia, tendría que pedirle a Todoroki que le incinerara los ojos para no verlo.
Todoroki exhaló con el tono agitado.
Izuku se paralizó en su sitio, bajando la velocidad de su paso.
—Tu… —Todoroki prolongó la palabra.—Tú… ¿Te sientes de esa manera por alguien?
—¿Qué?
Se giró a observarlo, desesperado de encontrar respuesta a su interrogante. Érase una rareza que Todoroki preguntara tales cosas.
Izuku advirtió su cara ruborizarse, y el calor lo hizo tambalearse. Agarró a Todoroki de la cintura y lo apegó a sí mismo, ansiando asirse de éste para no perderse.
—¿Por qué me preguntas eso?
No era bien visto que respondiera con otra pregunta, pero no quería atentar contra la diminuta línea que lo salvaba de ceder al poder de la particularidad.
Unos pasos más, unos pasos y llegarían.
Todoroki le dirigió una mirada insatisfecha.
—Dime
Izuku apartó la vista de éste, optando por contemplar las cintas de sus zapatos.
—No quieres contestar. Tú… ¿Te gusta alguien? Midoriya, respóndeme. Por favor.
—Yo…
Cerró los ojos; no quería verlo.
La sangre le estaba aplastando el cerebro, el calor le causaba una sed de fuego que resultaba incontrolable.
—Quiero saberlo.
Izuku cerró los labios en una diminuta línea.
—¿Por qué?
Percibió a Todoroki tensarse. Izuku arrugó las cejas.
—Por favor, Midoriya. Quiero saberlo.
Su tono, su tono sonaba desesperado, como inquieto y angustiado de oír su respuesta.
Izuku se vio contrariado, puesto que la situación se volvió brumosa.
—Todoroki, ¿Qu-
—Eres tú —Lo oyó soltar con la voz agitada, apegando su rostro al suyo a un palmo de distancia, donde Izuku pudo notar las gotas de sudor escurrir por sus mejillas como lluvia. —Tú, tú. Mido.
—¿Qué?
—Te necesito.
Es ahí donde Izuku supo que su cerebro se quemó y el universo estalló en su cara, destruyendo la sola neurona que lo enderezaba.
Tenía el corazón pulsando cada célula de su cuerpo con un ritmo agresivo.
—¿Qué…? —Escupió, con la lengua adormilada.—Vuélvelo a decir.
Todoroki se quedó estático, ahí con sus rostros cerca, muy cerca, lo suficientemente cerca para palpar su respiración.
Lo borroso y enrarecido que era.
—Te necesito.
Izuku no dejó transcurrir tres segundos, cuando ya había utilizado su poder para llegar a la casa de éste, abrir la puerta, tras haberle sacado la llave del bolsillo del pantalón, cerrar y electrificarse con la mente echa un huracán, observando cómo Todoroki creaba una muralla de hielo en la entrada de la casa para que nadie ingresara.
«No hay nadie en casa» Alcanzó a oírlo murmurar, mientras construía la muralla, y la alzaba a varios metros de altura.
Entretanto, sintió su celular vibrar, quizás era Endeavor, no revisaría. Poco importaba, o nada, quien sea que lo buscaba.
Todoroki tomó su mano, una vez terminada la muralla, y lo llevó rumbo a su habitación. En algún punto del recorrido, el hambre se vertió sobre él y lo motivó a seguirlo más veloz.
Su vientre le pulsaba como si tuviera un relámpago estrellarse sobre él.
Le embriagaba sentirse así y compartirlo con Todoroki lo hacía más hermoso y fascinante.
Todoroki lo metió a su habitación. Suspiró inquieto, sacudiéndose de los hombros.
—Mido —Lo llamó, para ser detenido por sus brazos, alrededor de su cintura. —Midoriya —Finalizó.
—Vuélvelo a decir.
«Quiero escuchar que me necesitas»
—Te necesito —Dijo en un tono trémulo, que a Izuku lo encendió.
Fue como si la tormenta de sus divagaciones de si debía rendirse o no lo frenaban de ver lo que pasaba, o tan siquiera, enfrentarse a la situación.
—¿Y tú?
—Siento lo mismo —Respondió Izuku, aferrándose con la voz disuelta en un líquido acuoso, como si la miel disipara la acidez.
Se alejó un poco de éste y centró su mirada con la intención de hacer contacto visual. Tardó unos minutos, pero pudo.
Izuku entendió que las oportunidades que el universo le aventaba eran para que él las aceptara y correspondiera con honestidad a su destino.
Sería una palabra, o más, las que acabarían con su espera.
—Me gustas.
Vio a Todoroki crisparse.
—Me gustas —Repitió Izuku, transparentando cada palabra que salía de su boca. Alzó una mano a su mejilla y la palpó. Era tan liso, cálido, translúcido.—Siempre me has gustado tú
Pudo ver que Todoroki abría rápidamente los ojos, expresando su sorpresa. Se mantuvo estático, con el sonido de su aliento constipando su garganta.
Izuku advertía su corazón latir desbocado.
—Quiero —Dijo con la voz baja. —Quiero —Repitió con más firmeza.—Quiero que sepas que me gustas.
—Mido-
—Bastante.
Ya lo había dicho, sólo restaba oír su rechazo y podría seguir con sus cosas. Quizá lloraría, pero eso lo haría después.
Lo importante era confesarse.
—Tú… ¿Sientes eso? —Lo escuchó interrogar indeciso.—¿Por mi?
Izuku, con el cuerpo y el torrente sanguíneo alocado, asintió.
—¿En serio lo haces por mi?
Izuku, sin comprender dicha repetición, volvió a asentir. Añadió una delicada caricia en su mejilla, en el transcurso de su respuesta.
—¿Desde-
—No lo sé —Irrumpió con total sinceridad. —Me gustas desde el inicio. Eso pasó. No lo pienses demasiado, Todoroki-kun. Por favor.
«Si me vas a decir que te gusta alguien más, hazlo ya»
Todoroki se inclinó en el roce de su mano, asombrándolo. Lo observó con gesto interrogante.
—Está bien —Aseveró Todoroki, con voz honesta.
—¿Qué?
—Tú también —Respondió, una capa de sudor acumulándose en su piel. —También me gustas.
Izuku tuvo que morderse el labio inferior tan fuerte que lo pudo desbaratar para que así entendiera que la voz de quien le atraía le había correspondido.
Su mano se quedó enterrada en su mejilla, procesando.
—¿Qué dijiste? —Interrogó, luego de unos segundos.
Todoroki se sacudió, como si tuviera escalofríos. Desvió la mirada, cerró los ojos y los abrió, viéndolo directamente.
—Me gustas —Soltó, cual agresiva exhalación. —Demasiado, Midoriya.
Si se tratara de otro escenario le preguntaría con gran ansias «¿Qué tanto?» Para añadir con suma urgencia, «¿Qué tanto te gusto?», pero era otro momento, otro contexto y un lugar diferente al que su imaginación lo llevaba.
—Me encantas… —Dijo Izuku, con un suspiro. —Me gustas —Su mano en su mejilla, temblaba.—Pensé que te atraían las chicas. Digo, no es que sea algo malo, pero no me imaginaba que yo… que yo podría, ¿Sabes? Que yo podría ser y que quiero ser el que elijas. Lo deseo tanto que arde, me quema todo y quiero besarte, ¿Puedo? ¿Puedo, Todoroki-kun? Permíteme, por favor ¿Puedo?
Todoroki entrecerró los párpados en un movimiento pausado, su respiración volviéndose ronca; se ladeó a su mano, elevando sus labios formando una sonrisa.
Izuku se estremeció, cuando lo vio asentir.
—¿S-sí? —Buscó comprobarlo.
—Sí —Lo escuchó decirle con una voz tan distinta a la que conocía. Era fuerte, firme, tierna. Todo en una combinación.
Izuku inhaló inquieto, con el cuerpo agitándose a la expectación. Las ansias le floreaban el resto de las piernas, le hormigueaban el vientre.
Se removió para darse coraje, frente a la espera de acabar con la inacabable angustia que lo detenía de continuar.
Tenía el corazón a punto de bullir, la cara sudada, sin dejar de temblar con la fiebre inyectando su cuerpo como si lo amordazara.
Empezó a acercarse, proyectando que Todoroki estaba más alto que él, elevó la cabeza, enderezando su mano en su mejilla, expandiendo los dedos en su templada piel, el otro brazo envolviendo su cintura, fundiendo sus cuerpos.
Izuku se congratuló por mantenerse bastante cuerdo para no lanzarse, mas tenía que aprender a acarrear las cosas más despacio.
Ir al paso de éste y del suyo.
Asirse al límite de cada uno.
Izuku iba cerrando los ojos, cuando el cabello le dolió tanto que los abrió asustado, y horrorizado ante la vista aturdida de Todoroki.
Sólo escuchó un «¡Shouto!»
Se alejó de éste por varios metros hasta darse cuenta de que alguien lo estaba jalando, o más bien, arrastrando.
Lo lanzaron al pasillo, lo sostuvieron con fuerza y vio que era su ya no suegro, o su tal vez suegro, lo observaba con desaprobación. Haciendo utilidad de su particularidad, mientras el fuego consumía su cara, las venas palpitando, sus músculos tensos.
—No tienes sentido de honor —Dijo furioso. —Estabas por tocar a mi hijo en mi casa —Encomió sus palabras con dureza.—¡A Shouto!
—¡Lo siento! —Balbuceó Izuku, siendo sacudido por los agresivas movimientos del mayor. —¡L-lo siento! ¡No debí…!
—Debiste haberlo pensado antes de intentar hacer tu movimiento. Dijiste que estabas enamorado de él y mira lo que estabas por hacer. Hawks, revisa qué tiene Shouto.
—Sí, Endeavor-san —Apareció el mencionado, por detrás de Endeavor.
Utilizaba su traje del trabajo de presidente de la comisión de seguridad pública, y se paseaba con confianza por su casa.
Sabía de su relación y nadie en la casa lo veía con extrañeza.
Endeavor no paraba de mirarlo, con cada segundo con mayor desaprobación. Izuku sentía la vergüenza se vertía sobre él con incontrolable acidez.
—Parece ser que es una particularidad un tanto trabajosa —Mencionó Hawks. —Tiene señales de fiebre, está demasiado agitado y no puede conversar. Si mis sospechas son ciertas puede que sea.
—¿Qué tiene? —Irrumpió Endeavor, volviendo a mover a Izuku con violencia. Lo arrastró hacia el final del pasillo y lo aventó de modo que quedaron viéndose desde esa distancia. —¿Qué carajos dijiste que les pasó?
Izuku se mordió los labios, tembloroso.
Colocó ambas manos en la madera del suelo, doblando las rodillas, estirando la espalda de manera que su cuello se alzó a encararlo.
—Es una particularidad de… —Inició, por un segundo se paró de continuar, después se convenció de que sería mejor no huir y soltó sin mesura.
—Ah, qué interesante —Se burló Hawks, luego de que el silencio se instalara entre ellos. —Un afrodisíaco. Lo que faltaba entre ustedes.
—¡Cállate! —Bramó Endeavor, cerrando los puños.—Te dejé a mi hijo y ¿Así es cómo lo cuidas?
—Vele el lado bueno —Siguió Hawks, oyéndose del otro lado del pasillo.
—¿Cuál lado bueno?
—Se gustan. Era obvio que tarde o temprano harían algo.
—¿En mi casa? —A su silencio, añadió:—¿Ves? No puedes responder. No tiene honor al intentar aprovecharse de Shouto. ¡Es injusto para Shouto! —Jaló a Izuku de los cabellos, lo elevó de forma que sus ojos se vieran.—La culpa es tuya por ser tan descuidado.
Hawks se carcajeó.
—No seas tan modesto. No es que sea tan malo que se besen en la casa. Hemos echo cosas peores.
—¿Podrías parar? No es momento para que digas eso.
—Lo es siempre. ¡Te quiero!
Endeavor exhaló, arrugando la nariz. Aligeró la fuerza y bajó a Izuku, depositándolo en el suelo.
De repente, volviéndose firme, ojeó a Izuku con autoridad.
—Estarás en el cuarto de visitas —Habló con voz impávida.—Si se te ocurre —Elevó su tono.—Si se te ocurre tocar a Shouto en lo que estés aquí, querrá decir que no te gustaba, sino que sentías algo físico por él.
Izuku lo miró con los ojos muy abiertos.
—¿Entendiste?
—Sí
Las horas que pasaron en ese cuarto de nula decoración, el futón con sábanas básicas de color café descansando a su lado, un ropero de caoba adherido a la pared delante del mismo, lo aplastaron.
Izuku se vio en la obligación de estar tomando agua con una sed insaciable, echándose el agua hasta en la nuca con tal de aminorar el calor.
Era peor, porque no se quitaba de la cabeza la conversación con Todoroki. La llevaba memorizada pieza por pieza.
La repetía conforme el sudor cubría su cuerpo, la fiebre le aumentaba con el transcurrir de los minutos, en lo que el hambre y la angustia traicionaban su felicidad. Deseaba tocar a Todoroki, pero a su vez, deseaba tener una buena relación con su familia.
Se había dedicado demasiado a ella, que sería imposible para él ir en contra de todo lo que ha construido.
Su trabajo quedaría aventado por el mar.
No se iba a permitir que cocinar con Fuyumi o ayudar Hawks con el papeleo haya sido una tarea secundaria, como un pretexto de intención superficial para con el hijo de los Todoroki.
Enji tenía la razón en decirle que dónde estaba su honor.
Cavilaba aquello con el cuerpo descompuesto en una esquina de la habitación, habiéndose lanzado la jarra de agua en la cara con tal de menguar la sensación punzante que inyectaba su cabeza de fantasías nada aptas para conversar con la familia.
Endeavor lo vigilaba con el ojo tras la puerta. Hawks cuidaba a Todoroki en su habitación—logró escucharlo a través del pasillo—.
—No toques a mi hijo —Advertía Enji, cada vez que Izuku jadeaba lo bastante fuerte para romperse. —Lo haces y no podrás estar con él.
Izuku apretaba los ojos, rechinaba los dientes y se guardaba el ardor que lo consumía con urgencia.
No le diría con cuánta desesperación añoraba abalanzarse encima de Todoroki, o lo seductor que su hijo se veía con esas mejillas ruborizadas, el aliento cortado y la mirada ida. O menos le comentaría lo que pasó por su mente luego de haber palpado su mejilla.
Era cierto.
¡Era un calentón!
Envolvió sus rodillas en su pecho, apretando con sus brazos trémulos sus pantorrillas, inhalando por la boca como si necesitara cada gramo de cordura para no ceder a la particularidad.
Le estaba drenando la adrenalina que recorría su sangre con efervescencia.
Perdió el hilo de sus pensamientos tres veces en las que estuvo luchando sin siquiera emitir palabras u opinar sobre las reglas que le había metido Enji.
Sin embargo, buscó para sí que tenía que aguantar el instinto, que debía de demostrar que él quería a Todoroki.
Realmente lo estimaba.
No dejaría que su determinación cayera por la borda.
Sin más, guardó la cordura en su cerebro, ahí donde no podía decir nada, y se envolvió más en ovillo, y colocó su cabeza entre sus rodillas.
El sudor era bastante que tenía semblante de haber recién salido de la regadera, la cara le quemaba tanto que podía asar verduras ahí, después estaba ropa, la había dejado drenada y escurriendo. Sólo se permitió portar la camisa con la corbata del uniforme y los pantalones se los dobló hasta la rodilla.
Era una especie de tortura, el no saciar su necesidad.
Transcurrieron las horas y entre los pasos que se escuchaban del pasillo, las conversaciones con Enji y Hawks sobre si debían conseguir a un doctor que los ayudara a que se aliviaran.
Y del cual, Enji decía que no, porque no buscaba que los demás supieran que a Todoroki lo habían atacado.
Eso no lo debía saber nadie.
Izuku no deseaba que supieran que a Todoroki pudieran hallarlo de esa forma. Que lo fantasearan así.
Sin embargo, luego de veinticuatro horas que duró la particularidad, Enji le concedió salir de esa habitación. Fue un alivio no haber perdido su resolución; fue un alivio desarmarse en miles de pedacitos, fue un alivio quedarse inmóvil y dejar de pensar hasta agotarse.
Pese a haber emergido de la habitación, se encontraba cansado y atónito de desplazarse. Estaba obligado a dar una explicación, o en su lugar, a expresarla, puesto que buscaba transparentar sus intenciones; asegurar que él no estimaba a Todoroki por su cuerpo, sino por todo lo que lo conformaba.
Mas en ese momento en que su mirada halló la de Endeavor, se vio frenado a no darla. A quedarse parado, con la estupefacción rodeándolo.
—S-señor —Verbalizó Izuku, tembloroso. Intentó inclinarse, pero no pudo.
Una disculpa no érase suficientes para mermar lo que no hizo.
Estaba demasiado avergonzado que no tenía valor para verlo a la cara.
Enji resopló, provocando que Izuku se encorvara.
—Lo hiciste bien —Dijo. —Con eso, supongo que puedes estar con Shouto. Sólo —Alzó un dedo.—Si juras que serás un buen compañero.
—¿En serio?
Izuku debía de cerciorarse de que lo que escuchó no era producido por la ebriedad de la particularidad. Que era palpable, que pasaba.
Vio a Enji respingar, con la mano en la frente.
—¿S-señor?
—No lo volveré a repetir —Bramó con seca solemnidad.
—¿Tengo permiso para salir con su hijo? —Persistió Izuku. —¿Puedo ser su compañero? Si se puede, de toda la eternidad.
—No te pases —Masculló, después respiró con un gruñido.—Sólo ve a verlo y ni se te meta en la cabeza que puedes tocarlo en mi casa. O tampoco fuera. Siguen siendo alumnos de U.A. Deben poner el ejemplo.
Izuku parpadeó repetidas veces, para volver a sonreír.
—Sí, ¡Por supuesto! Haré feliz a su hijo. No lo cuestione —Izuku empuñó las manos, alzándolas, con una luminosa sonrisa.—¡Iré a verlo! ¿Dónde está? ¿Cómo está?
—Hawks lo ha cuidado bien —Informó. —No estuvo por morir como tú, pero está agotado.
Izuku se sonrojó, bajó la cabeza y se obligó a sonreír con franqueza.
—Iré a verlo… —Musitó Izuku, buscando la forma de sonar menos exhibido de lo que creía.
Enji asintió.
—Sí, ve.
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NOTAS: Les traigo el lado de Izuku.
Como dije, no le gusta Kacchan.
Agregué lo que faltaba.
Espero que les guste el capítulo.
