La Segunda Hora
Capítulo Cero: El Lobo Sombrío.
Año 262 d.C.
La gélida ventisca nocturna del Norte golpeaba con fuerza las ventanas de la fortaleza de Invernalia, su aullido resonando como un lamento antiguo. En una de las torres, donde la cálida luz del fuego danzaba en la chimenea, dos mujeres encontraron un raro momento de privacidad para conversar.
Branda, con el cabello castaño oscuro y los característicos ojos grises de los Stark, habló primero. Su piel pálida resaltaba aún más en la tenue luz del fuego. A pesar de su evidente embarazo, su figura seguía siendo esbelta y elegante, una verdadera hija del Norte. ― Hermana, Rickard está siendo… un poco distante… conmigo. Es atento con mi salud, pero lo veo preocupado más de lo normal. Hace 3 meses que llegué aquí, y recuerdo que fue más cálido en ese momento.
― Branda, no te preocupes. ― respondió la mujer más joven con tono tranquilizador. Lyarra, con el mismo cabello castaño oscuro y los ojos grises de su hermana, tenía una expresión serena. Sus facciones eran suaves, y la luz del fuego acentuaba sus mejillas sonrosadas. Su figura también estaba marcada por el embarazo: Rickard siempre ha sido protector, pero a veces le cuesta mostrarlo. Lo he visto más nervioso y absorto últimamente, hablando mucho con los maestres… sobre ti y sobre mí. Estás en tu séptimo mes de embarazo, y yo en el quinto de mi segundo hijo. Es solo eso; mi esposo quiere que estemos preparados para cualquier eventualidad. Los nacimientos son momentos difíciles... Cuando tuve a Brandon, el dolor fue atroz, casi insoportable, pero me aferré a la vida al sostenerlo en mis brazos. Rickard solo quiere estar listo cuando nazcan nuestros hijos. ― finalizó acariciando su abultado vientre.
― Lyarra, ¿puedes decirle a Rickard que le agradezco de corazón por haberme acogido en su casa y por todos los cuidados que me están dando? Yo no sabría cómo expresarlo personalmente… ¿podrías hacerlo por mí? ― pidió Branda, acariciando su vientre y bebiendo un sorbo del té de hierbas que le había recetado el maestre.
Branda, con las manos temblorosas mientras sostenía su taza de té, dejó escapar un suspiro antes de continuar. Sus ojos, velados por una mezcla de tristeza y esperanza, se encontraron con los de su hermana. ― Harold quería ponerle de nombre Cregan o Alissane... Él quería que tuvieran nombres importantes para la familia Stark, ¿crees que a Rickard le moleste? Desde que Harold ya no está... No estoy segura de muchas cosas, me frustra admitir esto de mi misma, pero sin él volví a mis miedos de cuando era una niña... Es miedo y ansiedad por el futuro, no sé si haré un buen trabajo como madre... mírame, decir esto frente a mi hermana menor, ni siquiera puedo decidir el nombre de mi bebé.
―Dice el maestre que las mujeres pueden volverse un poco más emocionales durante el embarazo. ― Lyarra farfulló una leve risita. ― Volví loco a Rickard en los últimos meses, a veces yo me despertaba con un hambre repentina, o ganas de comer dulces, también lloré por trivialidades… Relájate hermana, son cosas que suceden durante el embarazo, además de los dolores y vómitos. Ahora con mi segundo bebé tengo más experiencia para poder controlarme mejor y no abrumar a mi esposo, esta vez él esta cuidando a dos mujeres… Dos preciosos cachorros Stark más para la manada… No creo que le molesten los nombres, y si es así, lo persuadiré; en realidad a mi me gustan esos nombres… Pero ya elegimos Eddard para el mío.
―Eddard es un buen nombre, y Brandon también, como Brandon El Constructor. Nuestros hijos se criarán casi como hermanos… Estoy feliz de poder estar aquí contigo y poder sentir un futuro más positivo para mi hijo, junto con tu familia; No sé qué habría sido de mí y mi bebé si Rickard me hubiera rechazado. Gracias por todo Lyarra.
― Eres mi hermana Branda, nunca te daría la espalda, ni a tu bebé, puedes contar conmigo para lo que sea. Ven aquí, eres la mayor de las dos, pero también eres la primeriza aquí. ― dice Lyarra y envuelve a su hermana en un cálido abrazo para reconfortarla y calmar cualquier temor en ella. ― La manada siempre estará unida.
Última noche del 262 AC
Una poderosa tormenta de nieve azotaba Invernalia desde hacía días. Los vientos aullaban, haciendo crujir las paredes de la fortaleza y amenazando con apagar todas las velas, antorchas y chimeneas. De repente, el aire se volvió quieto, estático, como si la misma tormenta contuviera la respiración. La nieve caía en un silencio sepulcral, cubriendo todo con un fino manto blanco que se adhería a las ventanas de la torre de Branda Stark, donde ella yacía en la cama, pujando con desesperación.
Ella esta tendida en la cama, pujando y pujando; una partera está entre sus piernas ayudando lentamente a recibir al bebé. Gritos de dolor se escapan de la joven madre, aprieta su agarre en las mantas de la cama mientras se concentra en respirar y seguir pujando. Lyarra está a su lado limpiando el sudor que brota desde su rostro y dándole palabras de ánimo.
―Un poco más hermana, un poco más y ya todo habrá terminado, sigue por favor, sigue. Estoy aquí contigo, tú puedes. ¡Puja, puja! ― Le decía Lyarra mientras le limpiaba las lágrimas de dolor.
- ¡AHHH AAGHH! ¡Va-vamos Cregan, SI! ¡AAHH! AAAARGGHH ¡Sal por- Por favor! ¡AAHH! ―
―Respira, respira, tú puedes hermana, un poco más, salió medio cuerpo ya, un poco más. Respira y puja. ―
―¡AAHHH! Ly- Lyar- ¡RRAAHH! AAAGHHH! Ya no puedo más, es demasiado.
―Sigue, casi sale, un poco más. Mírame, estoy aquí contigo. Vamos, respira, respira, por favor. ― Le tomo una de las manos y la apretaba entre las suyas en señal de apoyo. ― No te vayas, quédate conmigo ¡Sigue! ¡Por Cregan, por mí! ―
La partera levanta la cabeza y mira a las hermanas. ―Mi señora, un último esfuerzo, siga así, casi está afuera. Siga pujando, el niño se ve bien, pero falta muy poco. Respire y puje una vez más. -
Branda se volvió a concentrar, respiró profundamente y pujó otra vez, de la fuerza en su cuerpo terminó de salir el bebé, que empezó a llorar apenas empezó a sentir el frío del aire de la habitación. ―¡Salió! ¡Esta afuera! ―Exclamó la partera mientras levantaba al niño em brazos para mostrárselo a las mujeres, con una rápida maniobra cortó el cordón umbilical y lo envolvió en una toalla suave para secarlo y mostrárselo a Branda.
Branda se recostó, dejando que la tensión abandonara su cuerpo mientras su respiración entrecortada le dificultaba hablar. ―Lyarra… está… está a salvo. Mi hijo, mi hijo está bien… ― El agarre de Branda sobre las manos de su hermana se fue aflojando lentamente. Lyarra la miró, preocupada y asustada, mientras Branda empezaba a relajarse y casi a desmayarse.
― ¡Hermana! ¡No te vayas, mírame! ¡No lo dejes solo! ― Lyarra miró en dirección a la partera y vio como ésta hábilmente terminaba de limpiar al niño de los fluidos de la placenta. ―Escucha, ahí viene tu hijo, sostenlo y aférrate a la vida por él. ¡No lo sueltes, quédate con nosotros, así podemos criarlo juntas! ―
―Estoy bien, estoy feliz Lyarra, déjame respirar, no me iré. Déjame verlo. ― dijo la mujer yaciente, agotada pero sonriendo con las pocas energías que aún le quedaban.
―Es hermoso, mi señora. Tiene un cuerpo sano y un poco grande con respecto a otros recién nacidos. Cabello negro, ojos azules… Es bellísimo. ― dice la partera y se lo entrega a Branda gentilmente. Lyarra a su lado llora de la emoción y respira feliz de ver a su hermana abrazando a su hijo, aliviada de verla contenta y enérgica. "Lo peor ya pasó", pensó.
La tormenta reanuda su intensidad, el viento helado aumenta su velocidad e invita contra las ventanas, el fuego de la chimenea crepita salvajemente como una señal de peligro. Las mujeres se asustan y Branda abraza al niño más cerca de su pecho; Lyarra asustada por el cambio en el tiempo, pero decidida a proteger a su hermana, busca mantas gruesas y capas de piel para cubrirlos a los 3. La partera abre la puerta y llama a los guardias.
―Ustedes a las ventanas, póngales algo, el viento empeoró y podrían romperse; tú consígueme más agua caliente y té de hierbas para mi Lady; y el bebé ha nacido sano, dígale al maestre. ― Con eso cada uno de ellos se movió a cumplir su trabajo.
Antes de que el primer guardia llegara a la ventana para cubrirla con una gruesa piel de oso, el vidrio se rompió bajo la furia del viento, y el fuego de la chimenea se extinguió, sumiendo todo en una oscuridad inquietante. Después de irrumpir y cegarlos momentáneamente, el aire se calmó y el viento comenzó a susurrar… palabras ininteligibles, inconexas, que sonaban a algo antiguo. Voces espirituales fluyeron con el viento, dejando a los presentes paralizados. Tan pronto como comprendieron que eran palabras antiguas, éstas desaparecieron. La tormenta amainó y la chimenea volvió a arder.
Aunque el viento llegó únicamente a la torre, cada vela, antorcha y chimenea de Winterfell se apagaron simultáneamente, quedando a merced de un tenebroso desconcierto, hasta que cada residente volvió a prenderlas.
Lyarra se acercó a ver a Branda y al bebé y se sorprendió de encontrar acostados juntos y calientes, aunque ella misma los había tapado para protegerlos del gelido vendaval que acababa de ocurrir. Esperaba encontrar más asustados, llorando, o al menos a Branda preocupada; pero no. Ella estaba sonriendo satisfecha de poder tener a su bebé con ella, mirándolo y dándole suaves caricias. La sonrisa de satisfacción en la cara de Branda la llenaba de alegría e, inexplicablemente, de pesar, como temiendo algo en su subconsciente. "Y pensar que en poco tiempo será ella misma quien me esté ayudando con el nacimiento de Eddard" pensó Lyarra al ver a su hermana y sobrino juntos.
―Te dejo descansar hermana, yo me aseguré de todo, las ventanas, las mantas, el fuego, le diré a Rickard y mañana lo celebraremos, o cuando puedas levantarte ¡Ánimos! -
Lyarra dejó la habitación y organizó para que nada le faltase a Branda, un par de guardias apostados afuera de la habitación; más enfermeras y un joven guardia Karstark de confianza para que monte guardia adentro de la habitación y mantenga el fuego de la chimenea.
Primer día del 263 AC
Lyarra despertó con el primer rayo de sol que se coló por la ventana, sostenia a su bebé Brandon al lado suyo, se había quedado dormida mientras le amamantaba. Vió a su lado y notó la ausencia de Rickard. "Aún no ha vuelto de Dreadfort", pensó. Le tomó un minuto para vestirse y dejar a Brandon en su cuna, mientras sentía una inquietud en el pecho que no la dejaba tranquila. Salió silenciosamente y se dirigió a la habitación de su hermana. Cada paso se sentía pesado, como si una premonición oscura la estuviera guiando.
Al amanecer, la luz tenue del sol se filtraba a través de las ventanas de Invernalia, iluminando suavemente la habitación donde Branda descansaba. Al entrar en la habitación, el frío de la madrugada aún persistía en el aire. La chimenea, ahora apagada, dejaba que el frío se filtrara lentamente. Lyarra se acercó a la cama de ella, su corazón latía con fuerza. Al ver a su hermana, su aliento se detuvo. Branda yacía con una expresión serena, una sonrisa ligera curvaba sus labios. El bebé dormía acurrucado contra su pecho, su pequeña mano aferrada a la ropa de su madre. Miró a su alrededor y vio al Karstark y una enfermera dormida sentada sobre un par de sillas.
Lyarra se arrodillo junto a la cama, con el corazón latiendo con fuerza mientras tocaba suavemente la mano fría de su hermana. Comprendió en ese momento que Branda había fallecido durante la noche, probablemente debido al agotamiento y al estrés del parto; con lágrimas en los ojos, habló en voz baja, como si temiera despertar a Branda de su sueño eterno.
― Branda, mi querida hermana… haz encontrado la paz. Tu lucha ha terminado. Prometo cuidar de tu hijo, le daré todo el amor que tú le hubieras dado, así como sé que tú habrías hecho lo mismo por mí. Descansa con nuestros ancestros. -
Con delicadeza, Lyarra tomó al bebé en sus brazos. El niño se movió ligeramente, pero siguió durmiendo. Ella lo sostuvo cerca, sintiendo el peso de la responsabilidad y el amor que ahora debía darle.
― Tu madre te amaba más que a nada en este mundo. Crecerás rodeado de amor, pequeño. Yo seré tu madre ahora, y te protegeré con mi vida. Tu madre estará siempre contigo, en cada sonrisa, en cada abrazo. Siempre serás un Stark, y llevarás el legado de tu madre.
Lyarra besó la frente de Branda una última vez antes de acercarse a los dormidos, llevando al bebé con ella. Los despertó con algunas sacudidas y con voz solemne les digo. ―Preparan una sepultura para mi hermana. ― Su voz comenzó a quebrarse lentamente. ― Mi hermana ha… Ha fallecido durante el sueño… No se culpen, no había forma de evitarlo. Disculpenme.
Salió de la habitación antes de escuchar las condolencias de sus sirvientes, Lyarra sabia que estaba al borde del llanto y no romper queríase frente a ellos. Lloró en silencio mientras regresaba a su propia habitación y dejaba al bebé Cregan al lado de Brandon; el dolor la consumía, pero debía esforzarse por los niños, por sus dos bebés y por el que pronto nacería también.
La fortaleza de Invernalia estuvo más silenciosa de lo habitual durante un tiempo como si respetara el luto por la pérdida de Branda.
En los siguientes años...
Cregan Stark creció junto a Brandon, Ned, Lyanna y Benjen como si fueran hermanos de sangre, en el frío pero acogedor hogar de Invernalia. Unidos por el amor y la lealtad, los cinco jóvenes desarrollaron un vínculo inquebrantable, aprendiendo juntos las lecciones de honor y valentía que definían a su casa. Las risas y los juegos compartidos, así como las duras lecciones de vida en el Norte, forjaron en ellos un espíritu de camaradería y unidad que nada podría romper.
Desde temprana edad, Cregan mostró una conexión especial con las antiguas leyendas y la magia del Norte. Su mirada, a veces perdida en el horizonte nevado, reflejaba una sabiduría inefable que parecía superar sus años. Los viejos del lugar, en susurros, comenzaron a llamarlo "El Sombrío", un apodo cargado de misterio y respeto, aludiendo a las historias de la magia antigua que aún latía en su sangre ya la misteriosa oscuridad que cubrió Invernalia la noche que él nació. . .
Con cada invierno que pasaba, Cregan sentía el llamado de las antiguas fuerzas que habitaban en los bosques y montañas del Norte. Sabía que su camino no solo estaba entrelazado con el de sus hermanos, sino también con la tierra misma, con su historia y su magia. Este vínculo especial prometía cambiar no solo su destino, sino el de todo Poniente.
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Ok, esto nació de puro impulso, y nada más que un par de horas de investigación para armar una idea básica de qué personajes quiero meter dentro de esta historia. El título dice La Segunda Hora del Lobo, obviamente aludiendo a Cregan Stark, el Viejo Lobo del Norte, aquel que durante unos días controló a todo Poniente al final de la Danza de Dragones. Bien, la idea básica de esta trama es que los eventos hasta el torneo de Harrenhal sean más o menos los mismos, luego de ahí, todo empieza a cambiar. Su magia es… algo al estilo de los Verdevidentes y tendrá un enfoque menos inspirado en el Honor para proteger a su familia. Cregan no se quedará quieto cuando se sienta amenazado alrededor de su manada. Si les gustó algún comentario, se aceptan ideas y sugerencias. Hasta la próxima.
