Disclaimer: Los personajes de Twilight son propiedad de Stephenie Meyer. La autora de esta historia es CullensTwiMistress, yo solo traduzco con su permiso.


Disclaimer: The following story is not mine, it belongs to CullensTwiMistress. I'm only translating with her permission.


Capítulo 9

Con energías renovadas, me despierto y paso el día con una sonrisa en mi rostro y un saltito en mis pasos. El Sr. Newton está un poco asustado de verme de buen humor. No le culpo, usualmente no soy Srta. Alegre. También tendría miedo si fuera él.

Cuando llego a casa, mis dedos están nerviosos sobre el teclado de mi teléfono. No me he molestado en llamar o escribirle a Edward ya que sé que se encuentra en la escuela. No sirve de nada hacerlo cuando sé que no hay forma que él me vaya a contestar.

Hago a un lado mi deseo de hablar con él el tiempo suficiente para concentrarme en la cena y tener un rato de madre e hija antes que Ellie se desaparezca para ducharse e ir a la cama.

No me tomo mucho tiempo para reflexionar sobre nada. Estoy nerviosa y emocionada, y siento que voy a explotar a medida que todas estas nuevas emociones me invaden. Jamás me he sentido así antes. Tampoco alguna vez he deseado tanto algo como esto.

Si hubiera sabido que existían hombres como Edward, podría haber esperado. Pero entonces, debería haberlo sabido ya que los hombres en mi vida son bastante increíbles. Papá y Emmett son tipos bastante buenos y tengo que admitir que incluso Alec tenía varios rasgos buenos. Me gustaría pensar que no fui una completa idiota por casarme con él.

Me recuerdo todos los días que si no fuera por él, no tendría a Ellie. Esos pensamientos son los que me mantienen firme en los días malos.

Bajo la mirada al pequeño teléfono rosa en mi mano y me muerdo el labio. No hay cincuenta maneras de hacer esto. Solo marca los malditos números, por Dios.

Me siento nerviosa cuando mis dedos se deslizan por la pantalla y encuentro el nombre familiar asociado a mi lugar favorito reciente. Estoy tan perdida que casi olvido respirar mientras espero a que la línea comience a sonar y su voz calme mi congoja. Siento que no he hablado con él en mucho tiempo. En realidad, han pasado menos de cuarenta y ocho horas. Me he vuelto un poco dependiente.

—Hola, hermosa —dice. Puedo escuchar la sonrisa en su voz y hace que mi interior se derrita.

—Hola. ¿Cómo estás? —pregunto. Estoy tan nerviosa. No tengo idea de qué decir y honestamente, deseo que él estuviera justo aquí así puedo abrazarlo y quizás olerlo un poco. Él huele tan jodidamente bien.

—Estoy bien. Solo pensaba en ti. —No hace falta mucho para embelesarme y eso es un poco aterrador si estoy siendo honesta.

Mi sonrisa es tan grande que creo que mi rostro se partirá en dos.

—¿Oh, sí? —pregunto, sonando un poco sugestiva. El coqueteo no es mi fuerte, pero demonios, estoy dando todo de mí.

—Sí. Hablé con mis padres, quieren venir de visita el próximo fin de semana. Jamás han estado en Forks, ¿imaginas eso? —Se ríe, su voz baja y suave.

Suelto unas risitas. Forks es el tipo de lugar que si conduces y parpadeas, te lo pierdes.

—¿Por qué no me sorprende?

—Voy a necesitar un pequeño recorrido. Soy nuevo en el pueblo, ¿sabes? —Me pregunto adónde está yendo con esto. Hace una pausa por un segundo y respira hondo—. Oye, eres de aquí, ¿conoces a alguien que quiera pasar una tarde con mis padres y conmigo caminando por la playa La Push y visitando el abrevadero local?

Tarareo y finjo pensar su pregunta.

—No estoy segura. ¿Esta salida sería apta para niños? No quiero dejar a Ellie sola en casa todo el día y ella me ha estado insistiendo que vayamos a la playa en esta época del año.

—Eso suena genial. Me gustaría pasar tiempo con las dos y mis padres han pedido conocerte, ¿si eso quieres? —Suena un poco nervioso de repente y no me gusta.

No ha pasado mucho tiempo pero me encantaría conocer a sus padres. Me haría sentir mejor con nuestra relación saber un poco más sobre él.

—Me encantaría. Entonces, ¿le has estado contando a tus padres sobre mí, eh? —Me río y dejo que la pregunta quede colgando allí.

Él carraspea, probablemente se esté dando cuenta de lo que dijo.

—Sí. Yo, eh, les conté que estaba viendo a alguien. Me gustas mucho, Bella.

—Tú también me gustas mucho —digo, sintiéndome cada vez más cálida y suave por dentro—. Quiero verte en algún momento esta semana. Quizás puedas venir a cenar mañana. Sé que es día de escuela, pero prometo que estarás en casa antes de la hora límite.

Él se ríe.

—Eso me encantaría, de hecho. Quería verte anoche pero tenía muchas cosas por hacer y cuando terminé, era demasiado tarde para llamar. En realidad, me está costando mucho no subirme al coche y conducir hasta allí ahora mismo.

Me carcajeo.

—Es una caminata de diez minutos, Edward. —Me detengo y me pregunto por un momento si esto es una buena idea o no. Rápidamente decido dejar de lado la precaución—. Dicho eso, si sales ahora mismo, ¿podría verte en unos minutos?

Lo dejo colgando allí como una pregunta y me pregunto brevemente si eso fue ir un poco demasiado lejos. Me encantaría verlo. Tocarlo. Olerlo…

—Estará allí enseguida —dice, y antes que siquiera pueda responder y decirle que estoy bromeando, ha colgado el teléfono y todo lo que escucho es la pérdida de señal. Me río suavemente y sacudo la cabeza ante sus disparates, es realmente… ¿increíble? Sí, creo que esa es la palabra correcta para lo que siento ahora mismo.

Y entonces me percato que él verdaderamente está en camino.

No estoy vistiendo nada remotamente sexy. Mis jeans con corte de bota y camisa a cuadros ajustada tendrán que ser suficientes. Mi cabello se encuentra en una coleta desordenada y sin lavar, no hay manera de que pueda domarlo.

Paso por el espejo y le doy un vistazo a mi rostro, asegurándome de no verme como la mierda. Afortunadamente, la máscara que me puse esta mañana parece seguir en mis pestañas y mis mejillas están sonrojadas por todo el entusiasmo.

Echo un vistazo a Ellie para asegurarme de que esté bien con esto si acaso sigue despierta. Para mi sorpresa, se ha quedado completamente dormida bajo las mantas, abrazando el oso de Winnie the Pooh que ha tenido desde los dos años.

Agradecida de que no necesito tener esta discusión con ella ahora mismo, cierro la puerta de su habitación y bajo las escaleras justo a tiempo para escuchar el suave llamado a la puerta.

Estoy agradecida de que él sea tan considerado. Sabe que tengo una hija que probablemente esté durmiendo. Una razón más por la que siento lo que siento por él. Lo cual es algo que no estoy lista para admitir ante nadie. Ni siquiera a mí misma.

Solo han pasado unos días, todo esto es nuevo y pasará en algún momento, me digo a mí misma.

—Hola —dice ni bien abro la puerta.

Diablos, verlo me deja sin palabras una vez más. Él siempre me hace esto y es inexplicable. Ningún hombre ha tenido jamás este efecto en mí.

Esto debe ser lo que viste para la escuela. Tiene puesto unos pantalones de vestir negros, camisa celeste aflojada y arremangada, exponiendo sus antebrazos bien definidos.

Que Dios me ayude, puede que no sobreviva.

Aparto el pensamiento de lo que me gustaría hacerle y solo sonrío, invitándolo a entrar.

—Hola. —Sonrío y me lamo los labios. Con suerte, podré besarlo.

Cierro la puerta y nos quedamos incómodamente uno frente al otro en mi entrada. Nos estamos mirando en un minuto, y al siguiente, me encuentro atrapada contra la pared junto a la puerta con la boca de Edward sobre la mía.

No me toma mucho darme cuenta lo que está haciendo y me derrito en sus brazos, me permito disfrutar de esto.

Puedo sentirlo duro contra mi cadera, y me gusta el efecto que tengo en él. Es empoderador e intenso.

Las manos de Edward se encuentran en la parte baja de mi espalda y sus dedos están hundiéndose en mi piel mientras su lengua explora mi boca. Su sabor me marea, olvido dónde estamos y dejo que mis instintos tomen poder.

Entrelazo mis manos detrás de su cuello y lo mantengo cerca de mí mientras nos besamos. No le permitiré que se aparte hasta que me encuentre completamente sin aire. El oxígeno está sobrevalorado.

Mi cuerpo está caliente y ruborizado de cabeza a pies y puedo sentir lo mojada que estoy solo por besarlo. Me retuerzo y muevo mis caderas, tratando de conseguir alivio pero solo termino exasperándome aún más.

Las manos de Edward se deslizan hacia abajo, más abajo, hasta que está sujetando mi trasero. No me quejo, sino que lo incentivo al levantar mi pierna y prácticamente montar su muslo.

Él gime y yo suelto un quejido. Cuando deja un camino de besos por mi mandíbula y cuello, hago palanca y separo más mis piernas. Es todo el estímulo que necesita para levantarme y sujetarme con mi espalda contra la pared y mis tobillos cruzados detrás de su espalda.

Y entonces, se encuentra justo allí.

Mi calor sobre su dureza. Anclada a él, lo miro a los ojos. Es como si el mundo se detuviera por un segundo cuando nos damos cuenta de lo que estamos haciendo. Pero sin una sola palabra, giro mis caderas y lo siento contra mí. Mi respiración se entrecorta y suelto un suave gemido. Edward examina mi rostro, sus ojos en busca de algo, y justo cuando pienso que él pondrá fin a esto y me bajará, no lo hace. En cambio, captura mi boca con la suya y me besa mientras presiona sus caderas más fuerte entre mis muslos.

Me gusta esta nueva sensación de ser deseada. Jamás he sentido tanta pasión en mi vida.

Él realmente me desea.

No necesito convencerme más. No más dudas sobre mí misma.

Con una cierta confianza que jamás supe que tendría, y con conocimiento adquirido de leer mucho erótica, me entrego al placer de tenerlo aquí conmigo.

Nos besamos y besamos. Él me susurra palabras suaves de deseo y necesidad al oído y mordisquea mi piel. Pronto, mi cuerpo explota de placer y él me sujeta y me besa mientras bajo de mi euforia.

Apoyo mi frente contra su hombro y me quedo allí por unos minutos para orientarme.

Me siento un poco avergonzada, pero no por mucho tiempo. Quiero hacerle sentir igual de bien.

Sonrío y finalmente hablo.

—Gracias.

No estoy segura de si debería decirlo, pero lo digo en serio.

Él está un poco sin aliento y sigue duro contra mí.

—¿De nada? —Sus ojos brillan y me está dando esa sonrisa torcida, como si estuviera orgulloso de algo.

Y debería estarlo, eso fue increíble.

—Lo siento, no tengo nada mejor que decir a eso. —Me encojo de hombros. Edward se mueve y yo también lo hago un poco—. ¿Soy muy pesada? —Suelto una risita, pero entonces él gruñe, y me doy cuenta de que sí, él sigue duro y necesita una ducha fría o quizás pueda invocar mi gatita sexual interior y darle la liberación que él obviamente necesita.

Pero antes que siquiera pueda dar el paso, para ponerme de rodillas frente a él o hacer que mis manos hicieran… algo, suena el teléfono.

Frunzo el ceño.

—¿Quién podría ser a esta hora? —Echo un vistazo al reloj y son casi las diez p.m., nadie nunca llama pasadas las nueve, todos saben que me voy a la cama temprano. O al menos, solía hacerlo.

Edward besa mi frente y me ayuda a bajar de mi posición.

Los músculos de mis muslos están un poco tensos, pero por lo demás estoy bien. Me espabilo y busco el teléfono antes de que despierte a Ellie.

Estoy sorprendida cuando veo el número, es el teléfono de mi mamá. Esto no puede ser bueno.