ALIANZAS Y DESPEDIDAS
ANTES DE LEER: Este capítulo no tiene romance, ni final feliz. Es una interpretación de cómo se pudo haber dado su historia a lo largo de los años, con el final que ya conocemos.
En el mundo de la villanía la lealtad, los secuaces y los contactos lo eran todo. Crear vínculos de cualquier otra forma que no fuera para sacar un beneficio propio era simplemente una pérdida de tiempo.
Maléfica y Hades siempre lo entendieron a la perfección, sin embargo tenían un trato: Pasarla bien sin sentimientos de por medio.
Durante los años de instituto siguieron al pie de la letra el acuerdo, pues al igual que cualquier otro ser, ambos tenían necesidades y nadie que amara su vida se atrevería a decirles o cuestionarles nada.
Durante el día, lo usual era encontrarlos juntos. Algo tan simple como una mirada, un coqueteo o una mano sobre el hombro o sobre la cintura era suficiente para que ambos marcaran territorio, porque aunque oficialmente no hubiera nada de por medio, ellos se pertenecían y por lo tanto nadie más podía intentar tomar lo que era únicamente suyo.
Pero durante las noches, las caricias y las provocaciones no eran suficientes para complacerse. Ellos siempre buscaban más. Incluso si tenían que escaparse de las reuniones con el grupo con el que solían pasar el tiempo, si uno de los dos lo necesitaba, el otro lo complacía con gusto. No importaba que tan ruidosos fueran o qué tan salvaje se volviera, ellos no se detenían hasta que sus labios hinchados y cuerpos adoloridos estuvieran completamente satisfechos.
Después del instituto descubrieron que más que un territorio al qué marcar, el estar juntos parecía infringir temor entre quienes los consideraban peligrosos por separado. Ya no era sólo pasarla bien, era una alianza no escrita que se limitaba a qué tan conveniente era para ambos estar con alguien tan poderoso.
Pero cuando cada quien quiso seguir sus propios planes, ambos compartieron un inusual beso que no vino acompañado de sexo, iniciado por Hades y culminado con una mordida de Maléfica. Y aunque con ese acto algo se había sacudido en sus fríos interiores, ninguno volteó atrás ni dijo una palabra de despedida.
Maléfica en su búsqueda de poder acudió a Lucifer mismo, quien la dotó del poder más terrible al que el mundo alguna vez se enfrentara y dedicó su vida a hacer infeliz la de aquellos que sí eran capaces de comprender el amor.
Los planes de Hades fueron más allá de simples hechizos y venganzas contra reinos. Sus intenciones de quedarse con la totalidad del mundo y derrocar a su egoísta hermano menor fue lo que ocupó su cabeza durante años.
Los dos esperaron pacientemente para ver culminados sus planes y los dos fallaron monumentalmente por la fuerza de aquello que los humanos llamaban "amor".
Un amor que Hades en ese momento no sabía que sería capaz de sentir y que Maléfica sabía que era incapaz de entender.
...
Un día sin aviso ni permiso alguno, todos los que alguien había juzgado como malvados fueron a parar en una isla sin salida ni comodidades, donde el reencuentro entre el Dios derrotado por su sobrino y el Hada derrotada por un vil príncipe fue inevitable.
Los ojos de ambos habían brillado en una esperanza de, por lo menos, mantener un poco de reputación en ese infame lugar donde tendrían que sobrevivir y levantarse como los más despiadados para no ser comidos por hienas.
La idea fue fugaz pues la alianza que en alguna vez forjaron ante los ojos de todos nunca llegó a concretarse. Ahí no serviría que dos de las peores escorias del mundo estuvieran juntos porque eso sería señal de debilidad. Ahí quien resaltaría sería aquel que lograra ser temido por sus propios méritos individuales.
Sin embargo, aunque ahora ya no servían como aliados, no se alejaron.
Sin darse cuenta, el tiempo que comenzaron a tener juntos y a solas fue aumentando. Sus interacciones ya no sólo se limitaban a ratos de placer o formas de buscar una salida de su prisión. Sin buscarlo, ambos habían encontrado un hombro en el qué apoyarse cuando la desesperación y la humillación de haber perdido todo se volvían asfixiantes.
Y aunque el amor seguía siendo un tabú, ninguno se dio cuenta que ya estaba ahí.
Un día la propuesta llegó tan desinteresada como se pudo. "Cásate conmigo", le había ordenado Hades mientras recuperaba el aliento entre las sábanas, y aunque en un inicio Maléfica lo tomó a juego, terminó por acceder.
La unión más que una boda fue un juramento entre ambos. Un simple acto de compartir anillos en su misma casa y establecer reglas, límites y obligaciones como pareja.
Con el pasar de los años Hades ya no podía negarse a sí mismo las cosas que estaba sintiendo por Maléfica, pero aún fiel a sus primeros acuerdos nunca le dijo una palabra al respecto, pues además de todo, ella siempre había dejado en claro que su corazón no podía amar.
"¿Has pensado que hay algo mal con nosotros?" le preguntó Hades una noche mirando los fuegos artificiales de Auradon desde el balcón
Maléfica había escuchado la pregunta decenas de veces antes y sabía la razón: ambos habían sido derrotados por imbéciles que estaban dispuestos a morir por salvar al amor de su vida.
Parecía ser que los dos estaban destinados a preguntarse por qué el amor era tan fuerte como para vencer a la magia oscura y a los poderes del infierno mismo, pero algunas veces ella había llegado a sospechar que Hades más que intentar comprender ese sentimiento, estaba experimentándolo.
"De hecho, hay algo muy mal en este momento" le respondió entonces y cuando Hades se giró con cierto deje de miedo en el rostro, Maléfica le confesó que estaba embarazada.
El poema en el rostro de Hades fue épico. Incapaz de adivinar los pensamientos de su esposo, Maléfica se sintió ligeramente preocupada por su integridad física, sobre todo cuando él se acercó estoico.
Ella no lo esperó, pero en cuestión de segundos se vio rodeada de un fuerte abrazo que le hizo olvidar un instante la miseria en la que estaban existiendo. La emperatriz del mal no imaginó en ese momento que sería el último y único abrazo de amor real y agradecimiento que recibiría por parte de su esposo.
...
Con el pasar de los meses y con la nueva integrante en casa, se hizo presente lo inevitable. El matrimonio se estaba desmoronando como si fuera un castillo de arena llevado por las olas, pues cuando Maléfica dejó de tener reinos cercanos a quién herir y las ganas de salir por la isla disminuyeron por culpa del embarazo, comenzó a herir a la única persona que tenía cerca y que la soportaba.
Las peleas aumentaron más y más cuando ante los ojos de Maléfica, Hades se había ablandado por culpa de su hija. Así que los insultos evolucionaron a humillaciones y culminaron con objetos lanzados con el objetivo de lastimar.
El día en que Hades sintió que estaba a punto de regresarle las agresiones fue el único en que dudó de si sus decisiones eran las correctas.
Las ganas de vengarse estaban presentes pues nadie fuera del linaje divino se había atrevido siquiera a faltarle el respeto a un Dios, pero con una simple mirada hacia la pequeña Mal comprendió que por más loca que estuviera, Maléfica tenía razón en una cosa: su atención haría débil a su hija, tal como el amor lo había vuelto a él. Y en ese infierno, el nuevo amor de su vida debía aprender a sobrevivir por sí sola.
Así que tomó la decisión. Si él no era el Dios del que ella había gustado, ella tampoco era la mujer cuerda que alguna vez conoció. Lo cierto era que las historias de amor no necesariamente tienen un final feliz y en muchas ocasiones uno de los involucrados ni siquiera sabe que la está viviendo.
Nunca hubo un "te amo" de por medio, pero ambos llegaron a sentirlo. La diferencia fue que, Hades hacía mucho tiempo había aceptado su amor irracional por su loca esposa, pero ella no lo aceptó hasta que un día no lo volvió a ver en casa y se enfrentó a la más pesada soledad.
