Kiara y Kovu son propiedad de Walt Disney Pictures Inc. Todos los personajes y lugares narnianos son propiedad de los herederos de CS Lewis.
Capítulo 16: Viaje a Cair Paravel
PdV Aslan
—Queridos narnianos, se acabó la tiranía de la Bruja Blanca. Desde hoy sois libres. —Hago una pausa para ver la alegría en los corazones de los narnianos— Vayamos a Cair Paravel a coronar a nuestros legítimos reyes y que empiece una era de paz y prosperidad para todos.
Y comenzamos la marcha. Cruzamos los Vados de Beruna y avanzamos siempre hacia delante, con las miradas limpias y los corazones llenos de alegría y esperanza. Mis hijos caminan en pequeños grupos y charlan animadamente a pesar de que la guerra ha hecho mella en ellos, pues cada paso que dan es más lento y pesado.
La pequeña Lucy es quien más lo nota: va de la mano de Peter casi arrastrando los pies y bostezando continuamente. Finalmente, cuando está a punto de vencerle el suelo, me acerco a los cuatro hermanos. Peter pretende llevar a su hermana a caballito lo que quedaba de tarde, pero él ya ha cargado suficiente con el papel de padre-hermano mayor y decido que Lucy venga conmigo:
—Aslan —protesta Peter— puedo llevar a Lucy. No pesa nada.
—Sé que vuestra madre te encomendó que cuidaras de tus hermanos —le replico con suavidad pero con firmeza— y has cumplido con tu obligación con creces, pero tu cuerpo ha pasado por una dura batalla y necesitas descansar.
—Pero… —vuelve a quejarse el niño, aunque sabe que tengo razón.
El mayor de los Pevensie me entrega a su hermana. Yo la acuno un poco entre mis patas y le doy un besito en la frente, que hace que se duerma instantáneamente. Inmediatamente después, seguimos la marcha con la niña descansando sobre mi espalda.
Kovu nos está siguiendo con Kiara montada sobre su lomo. Se le ve muy feliz por poder estar junto a su amada, pero le empiezan a fallar las patas, de modo que decido acampar.
PdV Kiara
Hoy me he despertado tan descansada como si hubiese dormido durante diez años. Mi cachorro está bien y mi futuro marido también. No puedo pedir más para ser feliz.
—Buenos días princesa— me saluda Kovu a la vez que me acaricia una mejilla con su nariz— ¿has dormido bien?
—Sí— le respondo, mientras disfrutaba de su muestra de afecto.
—Aslan nos ha preparado el desayuno. Dice que nos pondremos en marcha enseguida.
Con la ayuda de mi amado, me levanto y empiezo a comer un delicioso antílope que Aslan ha hecho aparecer para nosotros. Todos los demás narnianos también están devorando un montón de cosas ricas —aunque a mí, personalmente, no me gustan los vegetales—. Poco después empezamos la caminata. Kovu se empeña en cargar conmigo:
—Kovu, en serio, puedo andar —le digo un tanto molesta— simplemente voy más despacio y ya está.
—Necesitas descansar —insiste con terquedad mi pareja— el parto podría ser en cualquier momento y has pasado por demasiadas cosas.
—Tú también, mi amor. Casi te pierdo a manos de esa pérfida Bruja.
—Quiero lo mejor para ti, Kiara, tú y nuestro cachorro lo sois todo para mí.
—Yo también te quiero, Kovu —le respondo, conmovida por su última frase— pero permíteme ir por mi propio pie.
Pero por más que insistiera, él tiene más fuerza que yo, así que no tengo otro remedio que dejarme llevar por él. Me cuesta admitirlo, pero me encanta ir montada sobre su lomo: el dulce olor de su esencia, el bello timbre de su voz, la suavidad de su pelaje y, sobre todo, la ternura con la que me cuida hace que me sienta muy a gusto.
—Oh, Kovu —suspiro
El lame con suavidad una de mis zarpas
—Dime, mi vida
—Gracias…
El balanceo de las patas de mi compañero hace que pronto me quede rendida.
PdV Kovu
Siento la respiración acompasada y los latidos del corazón de mi pareja. Beso con devoción una de sus patas y sonrío para mí mismo. Solo Aslan y su Gran Padre saben lo profundamente que amo al tesoro de mi corazón, y también las ganas que tengo de sostener entre mis zarpas a mi futura cría.
Seguimos caminando durante toda la mañana hasta encontrarnos con un gran río que debe cruzarse a nado. Las bestias grandes —como el gigante, los centauros, los minotauros, los grandes felinos, los unicornios, los grifos, los ciervos y hasta el mismo Aslan— ayudan a las criaturas más pequeñas y a los cuatro niños.
Yo me siento muy cansado para continuar, el hechizo que me había lanzado la Bruja el día anterior aún me debilita, pero aprieto los dientes y me dispongo a seguir por mi pequeña familia:
—Kovu —me llama una profunda voz— permíteme que os ayude a cruzar el río.
—Pero Aslan —parece que el noble León me ha leído el pensamiento— es mi obligación cuidar de Kiara y de nuestro pequeño. Además, al igual que las otras criaturas grandes, también debo ayudar a los pequeños —concluyo con firmeza, mirándole a los ojos.
Por toda respuesta, Aslan nos deposita a Kiara y a mí sobre su lomo:
—Estás agotado y este tramo es difícil —me dice el rey narniano, tajante pero con amabilidad— el hechizo te ha dejado secuelas que tardarán un tiempo en sanar. Déjate cuidar un poco, hijo mío.
A regañadientes confío en la ayuda de Aslan, odiándome por mi debilidad:
"Quiero ser un mejor compañero para Kiara" — pienso con cierto pesar
—Eres un gran compañero, Kovu. Tu mayor fuerza no reside en tus músculos sino en tu corazón. Recuérdalo, cariño, el amor es lo más poderoso que existe.
PdV Aslan
El joven león pardo también se ha quedado dormido en mi lomo. Decido seguir cargando con ellos, ya que merecen un descanso después de todo lo que han hecho por Narnia.
Mi pueblo y yo seguimos caminando durante toda la tarde hasta que finalmente llegamos a Cair Paravel. El rey Frank lo construyó muchos siglos antes de que Narnia quedara sepultada bajo las centenarias nieves, pero me sigue fascinando su construcción, y cada vez que lo veo me emociono como la primera vez: los ladrillos blancos brillan como una estrella a la luz del atardecer y las ventanas desprenden brillos irisados.
Entramos todos al interior, que es tan magnífico como el exterior, en especial el salón del trono: una de las paredes es un ventanal gigantesco que da al mar, otra de ellas está cubierta de plumas de pavo real y justo al fondo de la sala se hallan los cuatro tronos. Estos son de madera, pintados de blanco y con incrustaciones de oro.
Sonrío para mí mismo por haber culminado este viaje. Sé que mis queridos narnianos están impacientes por coronar a sus reyes y reinas, pero también sé que están destrozados después de dos días de intensa caminata.
Decido que todos duerman en la gran sala. Hago aparecer colchones y alfombras para que no descansen en el frío suelo. Yo me sitúo en una alfombra grande y deposito a la pareja de leones durmientes en ella, cada uno tumbado a un costado de mi cuerpo.
Satisfecho conmigo mismo, contemplo la acompasada respiración de cada uno de mis hijos. Nada me hace más feliz que hayamos conseguido la paz y la alegría. A partir de mañana los cuatro hermanos gobernarán Narnia. Solamente falta una cosa para que mi dicha sea completa:
—Oh, pequeño Mwanga —susurro, acariciando suavemente el vientre de Kiara con una de mis zarpas— mañana vendrás a este mundo y serás la luz en la vida de tus padres.
El cachorro me respondió dando una patadita. Yo sonreí y posé mis patas delanteras sobre Kiara y Kovu. Permanecí abrazado a ellos por el resto de la noche, asegurándoles mi presencia aunque estuvieran dormidos.
Mwanga significa luz en suajili. Debo aclarar que el nombre del cachorro no lo ha decidido Aslan, ya lo sabréis por qué en el siguiente capítulo. Reviews please.
