Hola, como bien lo prometí volví con la actualización, algo tarde (3 años) pero aquí andamos XD jajaja, espero sea de su agrado. Muchas gracias por leer mi historia. Saludos a todos.
Declaimer: Inuyasha y sus personajes no son de mi autoría, pertenecen a Rumiko Takahashi.
Advertencia: Historia de universo alterno. Escenas de violencia y contenido lime.
Cartas de Amor al Desierto (Sesshomaruxkagome)
Carta 7
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DESIERTOS (Fragmentos) ADONIS (ALI AHMAD SAID)
La muerte ha cambiado la forma de la ciudad.
Esta piedra es la cabeza de un niño
y este humo es un suspiro humano.
Departieron con ella,
prolongaron la velada.
Ella sienta a la noche en su regazo
y palpa sus días
una hoja vieja.
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La ceremonia de compromiso había sido retrasada, puesto que se había estado investigado el recién ataque sufrido en Al Ahsa, en toda la cuidad se corría el rumor de que los asesinos fueron contratados por el príncipe Naraku para deshacerse de su rival, el príncipe de Al Qarah.
Durante los días de la investigación, se hizo una exhaustiva búsqueda por todas las casas, para cerciorarse de que solo esos 4 hombres habían sido enviados, con el pasar de los días y gracias a testimonios de los sirvientes del príncipe, se descubrió que eran los últimos sobrevivientes que habían atacado la caravana los días previos a su llegada.
Fueron encarcelados, puesto que les servirían más vivos que muertos. El sultán anuncio a su pueblo que los malhechores habían sido apresados y que la cuidad no corría más peligro, pero optaron por mantener cerrada la cuidad y vigilar los puntos claves.
Por lo que, después de varios días, la ceremonia de compromiso seria realizada esa misma noche, la cual coincidía con un eclipse. Todos en la cuidad estaban contentos, ya que el hacer dicho festejo mediante tal suceso, significaba que el futuro matrimonio traería buena fortuna no solo para la pareja sino para ambas naciones.
Todo estaba listo, la gente comenzaba a formarse fuera del palacio, ya que se había predispuesto que todos en la cuidad disfrutaran de tal velada, pero únicamente los miembros del consejo y su familia podrían estar reunidos en el jardín principal, ya que debido al eclipse sería mucho mejor hacer la ceremonia bajo el cielo nocturno.
— ¿Estas lista hija?
Cuestiono el monarca, quien tocaba a la puerta de la habitación de la princesa. La puerta se abrió lentamente y la chica salió con paso firme, al verla se sorprendió enormemente.
— ¿Crees que fue el color adecuado, padre? —Cuestiono la chica.
—Sí, lo es, después de todo es tu color favorito.
Extendió su brazo hacia su hija, quien con una sonrisa lo tomo y ambos se encaminaron hacia el lugar de la ceremonia.
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Todos se encontraban en el jardín, la mayoría de los miembros vestidos de rojo y dorado, lo cual significaba que le deseaban mucha prosperidad a la futura pareja.
Sesshomaru por su parte, si bien por fuera demostraba estar sereno y tranquilo, por dentro estaba muy nervioso, tenía días sin ver a la princesa y estaba tan ansioso del encuentro. Según le había dicho Miroku, en aquellas ceremonias se le permitía llevar a la futura novia cualquier vestido que ella quisiera, ya sea revelador o no, puesto que en los próximos 15 días, la pareja tendría que guardar distancia. Por lo que le hizo recordar que las 2 veces que ya se habían visto, ella llevaba ropa muy poco reveladora. Tenía curiosidad por saber cómo era su cuerpo, pues no podría negar que sus facciones eran delicadas y perfectas, digna de ser llamada princesa.
El llevaba una toga azul marino con detalles dorados y azul celeste, la llevaba abierta por parte del pecho, dejando ver su atlético abdomen, un collar grueso en dorado y azul celeste adornaba el atuendo, llevaba delineador negro, resaltando el ámbar de sus ojos, en sus muñecas y tobillos llevaba de igual manera brazaletes dorados, y su cabellera platinada estaba en coleta alta. Sin duda las miradas de las mujeres de la corte, estaban puestas sobre aquel hombre.
El bullicio hizo que la miraba ambarina viajara hacia la entrada principal del jardín, estaba seguro que era ella, pero la multitud no permitía que la viera. Se encontró a si mismo haciendo puntillas para intentar verla, pero de nuevo la gente presente no lo permitía. Fue entonces cuando noto como la luz de su alrededor se tornaba rojiza; lo que significaba que el eclipse estaba iniciando, pero nada de eso importo cuando al fin sus ojos dorados pudieron verla.
Era la perfección misma, sus ojos azules lo miraban directamente, aquello lo sorprendió, puesto que pensó que entraría con la miraba hacia el suelo. Una sonrisa se dibujó en los labios del ambarino, de sus ojos paso a lo segundo que llamo su atención, si bien llevaba un atuendo entallado, su cuello y el comienzo de sus pechos estaban a su total visión, el traje azul celeste estaba adornado con joyas de oro, el cual parecía resplandecer por los luces que brindaba el eclipse, fue bajando, pasando por su diminuta cintura y su delineadas caderas, descubriendo que el vestido tenia aberturas en ambos costados, dejando ver sus largas piernas, al igual que él, llevaba en muñecas y tobillos brazaletes de oro.
Mientras más se acercaba a él, distinguió que el delineado negro de sus ojos resaltaba aún más sus hermosos ojos azules, sus labios carnosos estaban pintados de rojo carmesí, su cabellera azabache y ondulada caía sobre su espalda suelta y decorada con aplicaciones de oro, acompañada con una hermosa corona con más aplicaciones.
Olvidó por completo de que a su alrededor habían miles de invitados y miles de ojos observándolos, pero estaba seguro que así como él, todos miraban a la futura novia, por lo que simplemente se olvidó del protocolo y no desvió ni por un momento su vista de la princesa.
Cuando ella estuvo a una corta distancia, su padre la soltó y dándole un beso en su frente llevo su mano hacia Sesshomaru, el cual salió de su trance y respondió con una reverencia, para proseguir y tomar con delicadeza la mano de la chica. Teniéndola ya a su lado un aroma a jazmín y rosas recorrieron sus fosas nasales, aspirando hondo y evitando girarse para mirar a la chica que caminaba a su lado, avanzaron hacia donde se encontraba el sacerdote, quien los miro con una gran sonrisa y acto seguido se dio inicio a la ceremonia de compromiso.
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Todos se encontraban ya en el banquete ceremonial, bebiendo, riendo y danzando, los futuros esposos yacían en el centro de todos en una gran mesa decorada manteles blancos, rojos y dorados, lleno de enormes cantidades de alimentos y ornamentas de oro.
Ninguno de los dos había intercambiado palabra alguna, solo sonreían cuando alguno de los invitados se acercaba a ellos para felicitarlos y desearles lo mejor en su futuro casamiento. Kagome comenzó a sentirse incomoda por lo que decidió a ser la primera en hablar.
—Sé que dije que hagamos como que no nos conocemos, pero no tenemos que pasar toda la velada en silencio—susurro Kagome para después sorber un poco de vino.
—Creo que lo más prudente ahora, es solo sonreír y saludos a los invitados—respondió Sesshomaru para luego apartar la copa de la chica—deberías también dejar de beber vino.
Kagome sonrió y se aproximó al platinado, extendió su mano para recuperar su copa, apoyándose conscientemente sobre él. Observo como el rostro del príncipe se tensó, recordó entonces que la plática que había tenido con las cortesanas días antes, había funcionado.
—Te recuerdo que en la ceremonia de compromiso, no existe una regla que diga que la futura novia no pueda beber— dijo Kagome apartándose de él con delicadeza y con movimientos claramente provocativos.
Sesshomaru no sabía si su cuerpo estaba tornándose caliente por el efecto del vino o por la clara insinuación de su futura esposa, observo como ella le indicaba a una de las doncellas que le sirviera más. Cuando la doncella los dejo solos de nuevo, se enderezo y se dirigió hacia ella.
—Ya que seremos esposos, quiero decirte lo que realmente pensaba de ti princesa.
—Escuchare solo si después puedo decir lo mismo.
Ambos quedaron frente a frente, los ojos dorados y azules se encontraron nuevamente, notando la clara conexión que había entre ambos.
—No dudaba de tu belleza, pero definitivamente eres aún más bella en persona—hizo una pausa y trago saliva— los diversos comentarios hacían que me imaginara a una princesa mimada, egocéntrica y nada preocupada por su nación. Pero eres todo lo contrario.
Kagome no pudo evitar sonreír ante tal honestidad. Pero sin duda en su tiempo si se consideró mimada y egocéntrica, pero al pasar por toda esa travesía en el desierto, las batallas, las heridas y casi presenciar la muerte de su prometido, la habían hecho valorar su posición, dejar de renegar por no poder hacer la diferencia. Comprendió que ella misma podía ser la diferencia aun siendo la esposa de alguien, aun siendo la consorte y no la reina.
—Bien, ahora es mi turno. No quería casarme con un hombre únicamente preocupado por ganar más tierras y poder—hizo una pausa y suspiro—y si bien claramente estamos a días de formalizar nuestra relación ante las naciones y estoy consciente que es lo que conlleva. Resultaste ser un hombre consiente y aún más humano de lo que pude llegar a pensar.
El platinado estaba acostumbrado a que todos a su alrededor lo adularan, pero sabía que la mayoría de la gente lo hacía por quedar bien, por lo que se propuso ser un ser frívolo y básicamente vivir su vida, saciar sus deseos, pero al ver a su padre enfermo y la responsabilidad que caí sobre él. No podía permitirse ser más aquel chico libertino y despreocupado. Estaba renuente a un matrimonio y solo pensaba en el poder que eso le daría, a él y su nación, pero aquella princesa parecía quitarle todo ese filtro. Por primera vez quería saber más de una mujer, en especial de la chica frente a él, sus ojos resplandecían hermosamente y un vago recuerdo de aquella bailarina de nombre Ágata vino a su mente, pero se esfumo cuando la mano de la chica toco la de él. Lo supo entonces, quería ganarle a Naraku, no solo por la libertad de las 4 naciones sino por la seguridad de Kagome, su Kagome.
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Naraku se encontraba en la biblioteca estudiando unos mapas, cuando el sonido de la puerta hizo que su atención se desviara en el recién llegado.
— ¿Todo fue hecho según lo planeado? —Cuestiono el pelinegro.
—Si mi señor, ella ya está en camino.
—Extraordinario, si todo sale según lo planeado, llegara unos días antes de la boda.
—Nos aseguraremos que eso pase.
—Sesshomaru Taisho, no podrá resistirse a los encantos de mi concubina.
—La concubina Kagura nunca ha fallado.
—Así es, por lo que ella moverá aún más la balanza a mi favor.
— ¿Proseguimos con la siguiente parte del plan? —cuestiono el vasallo.
—Sí, todos estarán muy entretenidos con la boda, dándonos ventaja—sonrió maliciosamente.
—Sin duda nuestro señor es muy inteligente.
Naraku ágilmente saco una daga del interior de su túnica negra, para apuntar hacia el vasallo quien se quedó quieto y algo tenso.
—Quiero lealtad, si no puedo hacerte lo mismo que todos mis enemigos.
—Mi señor soy leal, al igual que mi gente.
El joven príncipe alejo la daga de su sirviere y tiro el arma directamente a un cuadro que se encontraba en la pared de la biblioteca, dejando ver el rostro de su difunto padre.
—Mi padre fue un estúpido hombre sin visión—Indico molesto—Nunca debimos aliarnos con las 3 naciones, Ad Dilam, es superior a todas ellas, por eso se los demostrare. Ya que en la guerra y en el amor todo se vale.
Los pobladores de Ad Dilam, por mucho tiempo estuvieron en paz y en prosperidad, pero al subir al poder Naraku, días oscuros habían cubierto la buena vida de la cuidad. Cada día llegaban nuevos ejércitos, unos más tenebrosos que otros, a los pobladores que quisieron escapar o simplemente a los que cuestionaban el mandato del nuevo sultán, los asesinaban y colgaban sus cuerpos en la plaza principal, provocando el temor y la desesperación.
El liderazgo estaba basado, ahora, en el terror y el miedo; así como en precario, pues apenas y tenían lo básico para sobrevivir. La gente entonces apago todo plan de rebelión y decidieron que por el momento era mejor obedecer el mandato de su nuevo monarca. Pero en el fondo de ellos, aun mantenían la esperanza de que las otras 3 naciones los salvarían y pondrían fin al reinado del tirano pelinegro.
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Era más de media noche, el eclipse había terminado y el pueblo ya se encontraba celebrar a las calles, se podía escuchar las risas, música y el baile de celebración de todo Al Ahsa. La ojiazul se encontraba admirando el ambiente desde el ala más alta del jardín, no pudo evitar sonreír ante la alegría de su gente.
—Al Ahsa es sin duda un lugar muy festivo—indico Sesshomaru pasando su vista primero por la chica para luego observar a la gente.
—Por eso hay que ganar esta guerra—dijo ella mientras se frotaba los hombros con las manos en señal de tener frio.
El príncipe rio ante tal acto, la chica estaba por protestar pero una de las doncellas le entrego una hermosa manta plateada al hombre, para luego colocárselo gentilmente sobre ella.
—Un pequeño regalo de la sultana Izayoi, ella misma lo hizo con sus propias manos para su futura hija.
—Es hermoso y muy suave, sin duda cuando la vea se lo agradeceré—dijo Kagome aun algo molesta por la risa de hacía unos minutos.
—Aun sabiendo que las noches son frías en el desierto, optaste por ese atuendo, sin duda tienes agallas.
Kagome sonrió al recordar cómo se había puesto nervioso cuando le arrebato la copa de vino hacia unas horas. Pero tenía que darle un punto a su favor al príncipe, aquel atuendo fue elegido por su madre y por Sango. Recordó haberse puesto de mil colores al verlo, nunca antes se había puesto algo tan revelador y ostentoso. Ambas insistieron en que sería un arma poderosa para el orgullo de su futuro prometido, en general para todos los hombres, puesto que aquel atuendo revelaba el bello cuerpo de la chica y como la tradición lo indicaba, todos podían ver, admirar pero jamás podían ponerle un dedo encima. Claro salvo el prometido, pero aun así había protocolos que seguir.
—Es el arma de una mujer—menciono la chica mirando la luna.
—No comprendo lo que dices.
—Ya hay poca gente y es hora que el sacerdote se vaya, por lo que sabes que ha llegado el final de esta ceremonia—hizo una pausa y aproximo su mano izquierda al pecho del hombre—Nos veremos de nuevo en una semana, así que príncipe es hora de que nos despidamos.
Ambos se miraron en silencio por unos segundos, fue Sesshomaru quien coloco bien la cobija, puesto que al tener su mano aun en su pecho esta se había movido de su lugar, dejando de nuevo al descubierto el escote de la chica. No es que no quisiera seguir admirando el cuerpo de la joven, es solo que estaba preocupado de que algún invitado o guardia la pudiera ver con aquel atuendo mientras regresaba a sus aposentos.
—Hasta entonces—Indico la chica mientras le daba un beso en su mejilla y apartaba su mano del pecho del hombre.
El príncipe solo pudo observar cómo se alejaba para encontrarse con su cuñada y su madre; quienes al verla la abrazaron y entraron al interior del palacio. Suspiro ante el hecho de que sería acompañada por aquellas dos mujeres, sus pensamientos fueron interrumpidos por Miroku, quien nuevamente estaba algo alcoholizado y se encontraba de lo más divertido con Kohaku.
—Sesshomaru…vamos a seguir divirtiéndonos, al llegar vi un harem con unas bellas mujeres—Indico casi gritando.
—Estas demasiado ebrio como para bailar con alguna de ellas— respondió el peliplata molesto por la clara interrupción de su amigo.
—Claro que no—respondió Miroku mientras se sostenía apenas de un muro.
—Su alteza tiene razón, lo mejor será que vayas a descansar—indico Kohaku mientras se dirigía a Miroku para llevárselo.
— ¡No quiero ir a dormir!
—Miroku, tenemos que seguir planeando la guerra, concéntrate.
Sesshomaru observo como su futuro cuñado batallaba para contener a Miroku, quien sorpresivamente se volvía más rápido con el alcohol. Dejo de un lado el bello recuerdo de los ojos azules de su bella prometida y se dispuso a terminar con todo aquel espectáculo.
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En la habitación de Kagome, se encontraban sus 2 doncellas acomodando todo, puesto que hacia un par de horas que se había bañado, cuando la chica salió envuelta en una bata blanca prosiguieron a secarle y peinarle el cabello.
—Todo ha salido de maravilla señorita—menciono con entusiasmo la chica que se encontraba cepillando el cabello.
—Sí, todo está saliendo bien—dijo Kagome mientras se observaba en el espejo—pero ahora estoy muy cansada.
Las chicas comprendieron y luego de hacer una reverencia salieron de la habitación, la pelinegra suspiro una y otra vez. Se dirigió a su cama y se recostó, los hechos sucedidos hacía apenas ayer la mantendrían despierta, estaba cansada físicamente y un poco mareada también por el vino, pero también sentía una enorme energía que venía de su interior. El recuerdo del príncipe hizo que suspirara aún más.
—Es simplemente tan guapo—dijo ruborizada—y su mirada, esa mirada solo la había visto cuando era Ágata y ahora la hizo frente a mí.
Se llevó una almohada al rostro y no pudo evitar gritar de la emoción, sin duda como dijeron todos, la ceremonia había salido perfecta, desde el momento en que salió al jardín, cuando se vieron, en el ritual, en la cena y aún más sus momentos de hablar con la verdad. Estaba segura de que no podría soportar una semana entera, quería verlo de nuevo, ver esos bellos ojos dorados, escuchar su voz tan profunda pero a la vez tan cautivadora y por qué no, también deleitar sus ojos con el tonificado y fuerte cuerpo del príncipe.
Al pensar en esto último un ardor en su vientre se hizo presente, tal cual como el día en que se conocieron en aquel cuarto de baño; un sonido hizo que sus pensamientos se esfumaran y prestara más atención hacia el balcón de su habitación.
— ¿Sango? —cuestiono la chica levantándose de su cama para caminar hacia el balcón.
Sango sonrió al verla y se lanzó sobre ella con un fuerte abrazo.
—Todos hablan de la perfecta pareja que hacen ustedes dos, que el príncipe no podía apartar su atención de ti—menciono emocionada Sango mientras se apartaba de la chica.
— ¿Tu qué crees? —cuestiono la chica seria.
—Ya con esto no hay duda amiga, te quiere de verdad, esta enamoradísimo de ti.
—Me pone de los nervios toda esta situación, siento que no soy yo.
—Si te refieres al atuendo y a las tácticas que te dieron las concubinas, son situaciones que se tenían que hacer Kagome.
—Lo sé, es solo que no sé qué hare cuando ya esté a solas con él y ya casados—Indico mientras se ruborizaba aún más.
—En eso si no te puedo ayudar amiga, no tengo esa experiencia, creo que tendrías que preguntarle a tu cuñada.
— ¡Qué vergüenza, no, tendría que saber de la vida sexual de mi hermano!
Ambas chicas rieron anta la situación y siguieron hablando de todo lo ocurrido en la ceremonia de compromiso, detalle por detalle, hasta que ambas chicas quedaron dormidas.
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En Al Qarah, la sultana Izayoi se encontraba preparándose para partir hacia Al Ahsa.
—Por lo que me informan todo salió a la perfección en la ceremonia de compromiso de Sesshomaru—Informo Toga sentado en la cama de la pareja.
—Qué alegría, estoy impaciente por conocer a mi futura hija y por supuesto por darle muchos consejos maritales—Indico la mujer con una risita.
—Sin duda estoy impactado de la reacción de mi hijo.
—La princesa Kagome sin duda ha captado la atención de Sesshomaru.
—Sin duda ustedes son muy astutas—Indico el sultán mientras se aproximaba a su esposa.
—Querido, sabes que siempre seré tu punto débil —indico mientras besaba a su esposo para luego separarse— y estoy segura que la futura esposa de Sesshomaru lo dejara tan indefenso.
—Años atrás, antes de ti, sin duda hubiera dicho que eso era lo peor del mundo, el amor, un sentimiento tan grande, satisfactorio pero doloroso en algunas ocasiones.
—Pero el amor hace que quieras seguir y proteger a tu ser amado.
—Así es querida, estoy seguro que mi hijo ha encontrado a quien proteger.
—Me hubiera gustado que fueras conmigo a la celebración.
—Debemos quedarnos, Inuyasha estará dirigiendo todo desde aquí.
La pareja se dio un par de besos más para después separarse. Una de las doncellas de la sultana entro y antes de dirigirse a su ama, realizo una reverencia hacia el hombre.
—Tenemos un pequeño cambio en el ballet mi señora.
— ¿A qué te refieres con eso?
—Una de las chicas, esta indispuesta, por lo que han conseguida a un remplazo.
—Alguien ha visto el desempeño de esta nueva chica, no puedo arriesgarme a llevarla y que deje mal a la nación.
—Me han confiado de que es muy buena y que el mismo maestro la considera muy buena.
—Pues esperemos y se desempeñe bien en la fiesta.
—Todo está listo para su partida mi señora.
— ¿Y el príncipe Inuyasha?
—Se encuentra ya esperándola en la puerta para despedirla.
Dicho eso la doncella se retiró, dejando de nuevo sola a la pareja.
— ¿Estas bien?
—Sí, solo espero que este pequeño cambio no sea algo de lo que tenga que arrepentirme.
—Todo saldrá bien, ahora es tiempo de desearte que tengas un buen viaje.
—Sin duda ya quiero que esto acabe, no quiero dejarlos solos y aun mas con…
—Todo va estar bien, anda y divierte.
No podría divertirse sabiendo que más ataques podrían llegar por parte de Naraku, el hecho de que Sesshomaru, el príncipe heredero no este, mostraba un fragilidad para la nación, pero en una semana estaría formando una unión, no solo matrimonial sino política para beneficio de las 3 naciones y así acorralar al pelinegro.
El viaje hacia Al Ahsa sería un martirio para ella, y solo podía rezar por que tanto su esposo como su hijo estén bien, que no hubiera ningún ataque. Pero su papel como sultana tenía que sobrepasar al de madre y esposa. Su papel político era representar a la familia Taisho y brindar el regalo de boda.
Fin de la carta 7.
Continuara…
Gracias por sus mensajes y por leer, nos vemos la próxima semana. (L)
