Disclaimer: Nada de esto me pertenece, la saga crepúsculo es propiedad de Stephenie Meyer y la trama es del webtoon y la novela "La emperatriz divorciada" de Alphatart y con arte de Sumpul, yo solo busco entretener y que más personas conozcan esta historia.


Capítulo 490. El Molde (1)

Unas horas más tarde, el Gran Duque Warner llevó a Dolshi al palacio, tal como le había pedido. En cuanto vi a Dolshi, le ofrecí comida que había ordenado preparar con antelación. Luego le pedí el favor.

—Hay alguien a quien necesito encontrar. ¿Podrías ayudarme?

Dolshi puso una cara de perplejidad mientras masticaba un bocadillo dulce y azucarado. Eso ya me daba a entender la respuesta.

—Dama de nombre gracioso, usted me cae bastante bien, pero no puedo hacer eso por usted.

—Te daré todas las joyas que desees.

Rechazó mi oferta, pero recordé que el salón estaba lleno de joyas únicas.

—Te daré incluso las joyas únicas que ves aquí.

Pero Dolshi también rechazó esto.

—No me involucro en asuntos humanos.

—Entonces, ¿por qué rompes la represa sin ningún problema?

Dolshi me miró con una expresión que decía, ¿Cómo lo descubriste?

Sin embargo, no tardó en relamerse los labios y agarrar otro bocadillo dulce.

—Eso es otro asunto. Ese es mi hogar. No la destruyo porque trate de interferir con los humanos, sino porque hacen que mi hogar se vea horrible.

El Gran Duque Warner ya me había dicho que no funcionaría, pero... me desilusionó. Dolshi comía placenteramente y los bocadillos olían dulces, pero la realidad tenía un sabor amargo.

—Bueno, en fin. ¿No tuviste unos bebés, dama de nombre gracioso? ¿Podemos ir a verlos?


A Dolshi parecía agradarle Laurie y Kai. Miraba de izquierda a derecha las dos cunas, abriendo la boca con asombro. Me preocupaba que pudiera hacerles alguna broma extraña a los bebés- además de que aún me atormentaba cómo encontrar a Edward- así que no perdí de vista a Dolshi en ningún momento.

Pasó bastante tiempo.

—Su Majestad.

El Vizconde Dimitri llamó desde el exterior.

—La Duquesa Swan está aquí.

¿Mamá? Me levanté sorprendida. Dolshi preguntó si debía marcharse y se esfumó ágilmente. En cuanto abrí la puerta y entré en el salón, mi madre abrió los brazos y me envolvió con fuerza.

—Dios mío. ¿Cómo pudo pasar esto? Tuviste a los bebés nada más irme.

Le di un apretón a mi madre en respuesta. A ella le sorprendió por un momento mi inusual comportamiento, pero enseguida dijo mientras me abrazaba.

—Hija mía, ha sido duro para ti. ¿Cómo te encuentras? ¿Estás bien?

—Estoy bien. ¿Cuándo llegaste?

Levanté la cabeza. En la puerta, también vi a Jane de pie. En cuanto nuestras miradas se cruzaron, juntó las manos y se inclinó.

—¿Señorita Jane?

—Ella me dijo que venía a verte. La encontré en el camino y la traje conmigo.

Ah... con razón. Era extraño verla a ella y a mi madre juntas.

—Qué bueno.

—Vine tan pronto como recibí la noticia. No hubo tiempo de enviar un mensajero. Habría llegado antes que él de todos modos.

—¿Y mi papá? ¿También vino?

Eché un vistazo para ver si estaba detrás de Jane, pero sólo vi al Vizconde Dimitri.

—Partimos juntos, pero lo detuvieron por el camino y regresó a la capital.

—¿Lo detuvieron? ¿Ocurrió algo?

—Su Alteza el Príncipe Sheir ha declarado que renunciará a su derecho al trono.

—Dios mío. ¿Estará todo bien? La figura del Príncipe Sheir es crucial, sobre todo en las circunstancias actuales...

Además, ¿es el Gran Duque Hale de los que se quedan de brazos cruzados?

Mi madre suspiró.

—Si el Gran Duque Hale estuviera sano, habría impedido que su hijo tomara esa decisión. Pero por ahora está postrado en cama. La Gran Duquesa se sorprendió cuando se enteró. Ella no estaba con el príncipe cuando abdicó.

—Ya veo...

—La Gran Duquesa ha protestado diciendo que el Príncipe Sheir renunció a su derecho a convertirse en el sucesor porque alguien le amenazó en el palacio. Ella dice que es demasiado joven para tomar tal decisión sin un tutor, por lo que su declaración no es válida. Pero el Príncipe Sheir dice que lo decidió él mismo, delante de testigos.

—¿El indeciso Príncipe Sheir realmente hizo eso?

—Me parece que es la primera vez que no cambia de opinión al tomar una decisión.

Mi madre suspiró pesadamente, luego me llevó hacia el sofá.

—Deberías descansar. Estás pálida.

Cuando me senté, me miró con dolor y me apartó el cabello. Cerré los ojos ante el roce de sus dedos y apreté su otra mano. Quería hablarle de Edward y contarle mis preocupaciones. Como no podía, mi agonía empeoraba. Como tenía que ver con la disminución del maná, no podía decírselo a mi madre ni a mi padre.

—Estoy bien.

Forcé una sonrisa brillante y me levanté.

—Te enseñaré los bebés. Jane, ven con nosotras.

Ella y mi madre me siguieron al dormitorio. Les enseñé a los bebés dormidos, acurrucados en cada una de sus cunas. Exclamaron en voz baja,

—¡Guau, la princesa se parece a usted, Su Majestad!

—Y el pequeño príncipe tiene la cara de mi querido yerno.

Mi madre arrulló a los gemelos. Ambas estaban encantadas. Pero, a pesar de eso, el nudo en mi corazón no desaparecía.

Edward...

—Su Majestad, ¿cómo se llama la princesa?

—Laurel. Y el varón se llama Kaiser. Normalmente, sólo les llamo Laurie y Kai.

—Dios mío, Bella. La expresión de Kai es como la tuya cuando eras pequeña. Eras la bebé más distraída.

Mi madre se echó a reír.


Mientras mi madre y mis damas de compañía se llevaron a los bebés a jugar, llamé aparte a Jane y la llevé a otra habitación. Esta habitación había sido preparada en un principio para el bebé, pero ahora sólo estaba abarrotada de juguetes. Aunque Jane no dejaba de mirar detrás de mí, como si quisiera ir a jugar más con los bebés, me siguió obedientemente.

—Los bebés son realmente preciosos, Su Majestad.

—Gracias. Te he traído aquí para preguntarte cómo te fue en el viaje al Imperio Oriental.

Me senté en el largo sofá e indiqué a Jane que se sentara frente a mí. Una vez que lo hizo, respondió.

—Dejé a Ian en la mansión que usted preparó para mí. Gracias por hacerlo, Su Majestad. Me sorprendió mucho cuando la vi. El jardín es amplio y el interior es impecable... me conmovió mucho. Pero no nos quedaremos demasiado tiempo, así que no se preocupe.

Mientras explicaba lo sucedido en el Imperio Oriental, de repente recordó algo y frunció el ceño.

—Su Majestad, um... hay algo que necesito decirle sobre el Marqués Karl.

Después de que Jane se fuera donde los bebés, me quedé sola en la habitación de los niños, reflexionando. Jane vio a Jasper reaccionar de forma extraña ante Ian, como si le hiciera daño. Entonces el Marqués Karl, su leal súbdito, ignoró la reacción de Jasper y permitió que Ian se quedara más tiempo. Como Jasper salvó a Jane una vez, ella alertó a Jasper de sus observaciones, lo que sobresaltó a Jasper...

El Marqués Karl debe haber estado tratando de que Jasper recuperara sus recuerdos de alguna manera.

Justo entonces, un reloj de cuerda manual llamó mi atención. El mecanismo del reloj parecía estropeado, como la cabeza de Jasper. Jane dijo que Jasper lloró y se desmayó cuando vio a Ian, pero... honestamente, no podía imaginármelo reaccionando así. Sólo demostraba lo mucho que debió amar a la hija de Irina.

Mis pensamientos volvieron enseguida a Edward y se me encogió el corazón. Apreté los pulgares contra mis ojos mientras las lágrimas amenazaban con escaparse. Edward se pasaba horas cuidando a los pajaritos, dándoles de comer, alisándoles las plumas y hablando maravillas de lo adorables que eran. ¿Qué tan asustado debe estar ahora, incapaz de regresar en un momento como éste?