Tal parece que tengo un problema con reducir capítulos. Este en particular salió muy largo, asi que les recomiendo dosificarlo, intente reducirlo, pero me fue practicamente imposible u.u

De todas formas, espero lo disfruten, y nos veremos en el siguiente capítulo.
Enjoy :D


Capítulo 3: El que busca, encuentra

—Las singularidades han sido poco exploradas por la ciencia. Como sabrán, si prestaron atención a sus clases de biología, lo poco que se sabe de las singularidades es su relación con aquello que hace existir a los pokémon, pero, el hecho de tener una singularidad nos hace pensar en el rol social de las mismas —Blaine, el profesor de ética y sociales, se paró frente a su clase—. Históricamente ha habido una persecución de los singulares desde la aparición del primer hombre con dicha habilidad, y desde entonces aquellos que denominamos como "normies" han sentido un miedo primitivo al vernos. E s por ello el deber social que tenemos con la comunidad, de usar nuestros dones con el fin de ayudar a la comunidad y, demostrar, que estos dones tienen una razón de ser dentro del pacto social.

Scarlet no pareció prestar atención a la explicación del profesor, su mente aún divagaba en lo que ocurriría mañana en la noche. Comenzó a juguetear con unos hilos que había tomado del club de Ruby, creando un juego de redes con ellos. Schilly estaba del otro lado del asiento, prestando atención a la explicación del profesor mientras de reojo intentaba regañar a su amiga, sin éxito alguno.

—Muchos de ustedes podrían pensar en que no se tiene un deber inherente por ser un singular, que nuestros dones son dados de manera caprichosa y que no deberían de hacernos esclavos de una sociedad que nos ve con recelo, y puedo entenderlos, sin embargo, olvidamos que antes que singulares, todos nosotros somos seres humanos, y si los humanos hemos llegado hasta donde estamos, es por la colaboración entre nosotros mismos, sobreviviendo como grupo —Blaine sacó un marcador y comenzó a dibujar en el pizarrón—. Recordemos los fundamentos de las ciudades.

Schilly intentaba llamar la atención de Scarlet de manera discreta, lanzándole pequeños pedazos de papel que no lograban acertar ni llamar en lo más mínimo su atención. En esos momentos deseaba que Taran-bot estuviera ahí para que le dijera a Scarlet que volteara y pusiera atención al profesor. Scarlet continuó tejiendo lo suficiente hasta crear una enorme red de hilos perfectamente acomodados, simétricos. Fue entonces que notó todos los papeles que había en su escritorio y devolvió la mirada a Schilly, quien parecía molesta advirtiendo que pusiera atención. Scarlet solo hizo un gesto aburrido con los ojos, irritando ligeramente a Schilly.

—¡Señorita Scarlet! —el profesor apuntó con dedo flamígero a la chica—. ¿El juego de telaraña es más interesante que mi clase?

Scarlet solo puso un rostro calmado, serio, arqueando una ceja.

—Disculpe, pero la verdad no creo en todo esto del deber moral de los singulares —defendió Scarlet—. En lo que a mí respecta, todo esto es una forma de contener a dioses que podían destruir a la humanidad.

Todos los alumnos hicieron un ruido de provocación, sorprendiendo a todos en la sala, exceptuando a Blaine. El hombre solo cerró los ojos y lanzó un pequeño suspiro.

—¿Me haría el favor de pasar al frente? —dijo Blaine.

Scarlet solo asintió, levantándose con pesadez y un rostro indiferente. Blaine solo se hizo a un lado, sentándose en una mesa y sosteniéndose de su bastón.

—¿Podrías explicar el por qué consideras a tus compañeros dioses?

—Solo debe verlos, algunos controlan metales, emociones, leen mentes, tienen superfuerza, honestamente me sorprende que ningún singular no haya destronado un gobierno antes —replicó Scarlet, cruzándose de brazos.

—Oh, sí lo hubo —aclaró Blaine—. En 1989, en la región de Kalos, un político con la habilidad de controlar energía eléctrica asesinó al presidente de la región y se autoproclamó dictador, ¿sabes cómo terminó?

—Ilústrame —dijo de manera retadora.

Blaine hizo un rápido movimiento con sus manos. El espacio entre él y Scarlet se llenó de una gran llama roja cuyo interior ilustró a un hombre siendo colgado en medio de la plaza de Kalos. Aquel hombre era el singular que había matado al presidente. Scarlet no pudo evitar abrir sus ojos al completo al ver la escena, sorprendida, mientras los demás alumnos guardaron silencio.

—No has considerado que, tanto singulares como normies comparten el miedo a lo desconocido, y ese miedo nos hace a ambos, impredecibles —dijo Blaine, terminando con su fuego—. Señorita Scarlet, seguramente si todos los singulares se unieran lograrían dominar una parte del mundo, al menos hasta que los "normies" encuentren la forma de liquidarnos a todos, y vayan que lo harán.

—Destrucción mutua —dijo Scarlet—. ¿Entonces lo que nos queda es ser esclavos o ser destruidos?

—Una forma muy infantil de verlo —dijo Blaine, levantándose—. Puedes verlo como esclavitud, que hacemos "dioses" sumisos, o puedes verlo como cumplir nuestro rol social. En los grupos humanos más pequeños, cada miembro de la tribu cumplía un rol específico para mantener a todos a flote, entonces nosotros debemos mantener nuestro rol social, por qué si no, entonces no tendría sentido la organización y… anarquía.

Scarlet no dijo nada, se quedó en silencio por unos segundos. Las imágenes del dictador colgado comenzaron a rodear su mente, intentando averiguar qué pudo haber salido mal con él. Sin embargo, entró en un pensamiento circular al darse cuenta que, por cada cosa que se ponía para que el singular se quedará con Kalos, había una forma de sobrepasarlo, a tal punto que incluso la misma región terminaría destruida. En efecto, en cualquier escenario, los singulares terminaron muertos.

—Y no importa cuando lo intenten, todos terminarán muriendo —dijo Scarlet en silencio—. Sin embargo, no creo que el ser sirvientes de los normies sea la solución.

—Te cambiaré la pregunta —dijo Blaine—. Si uno de tus familiares tuviera un problema, ¿lo ayudarías?

Scarlet arqueó la ceja, entendiendo de inmediato a qué se refería.

—Está sobre simplificando el asunto al comparar una familia con toda una comunidad —replicó Scarlet—. Es algo absurdo.

—Absurdo es creer que no nos organizamos en comunidad por lo mismo, por qué necesitamos del uno del otro, y por qué, en efecto, solo nos tenemos a nosotros mismos, al menos hasta donde sabemos —dijo Blaine, riendo.

—No sabía que esto era filosofía.

—Hay un poco de ello, te dejaré una tarea antes de que termine la clase —dijo Blaine, levantándose—. Respóndete esto; Sí el destino de los singulares es gobernar en la tierra, ¿cuál es el destino, entonces, de los normies?

Scarlet frunció el ceño, molesta, intentó responder la pregunta, sin embargo, antes de hacerlo, la campana sonó, indicando la hora de salida.

—Reflexiónalo, y también todos los demás —dijo Blaine con una sonrisa—. Recuerden que el siguiente viernes tendremos el evento del Parque de los Compatrones, si no se sienten listo para salir pueden decírmelo sin problema, pero los alumnos que vayan se verán recompensados en sus calificaciones al final del semestre.

Scarlet hizo caso omiso a las indicaciones de Blaine, solo tomó sus cosas y salió del salón. Sin embargo, una voz por detrás de ella le detuvo.

—Wow, no sé cómo pudiste soportar ser cuestionada directamente por Blaine —dijo Schilly, sorprendida.

—No es la primera vez que un profesor se cree mejor que yo —admitió Scarlet, caminando de vuelta.

—Esto no hubiera pasado si no estuvieras jugando con tus hilos —la chica se cruzó de brazos—. Deberías poner atención.

—No me digas que hacer, Tate —dijo Scarlet, molesta—. Es una clase absurda, muy absurda.

No quería bajarse de su papel. En cuanto a ella, los singulares seguían siendo eso; dioses jugando a ser humanos. Sin embargo, las palabras de Blaine se sentían como un maldito gusano en el cerebro, difíciles de sacar.

—Por cierto, tu nuevo chaleco es hermoso —dijo Schilly con un tono alegre.

—No lo digas en voz alta —respondió Scarlet, irritada—. Es el trato por usar su club como coartada, aunque debo admitir que es bastante cómodo —dijo, mirándolo de reojo.

—¿Crees que quiera hacerme uno igual?

—A Violet le hará algo para su cita de Carmine, no dudo que a ti también te quiera hacer uno —dijo, sintiendo un vacío en el estómago—. Tengo hambre, iré a comer algo.

—Hoy es día de frutas, te dan una bolsa de varias frutas y bayas —dijo Schilly, algo emocionada—. Dices que su club está al sur, ¿verdad? —Scarlet asintió con la mirada—. Iré a verlo, que tengo hora libre —con una gran sonrisa, Schilly corrió lejos de Scarlet, solo para después voltear—. ¡Dile a Platy que me envié un mensaje!

Aunque una vena se saltó en el rostro de Scarlet al escuchar el grito de Schilly, la chica solo asintió con la mirada para finalmente se fuera, momento en el que ella fue al lado contrario para ir por algo de comer al este, donde estaba el comedor más cercano.

Schilly no se equivocó, para desgracia de Scarlet. La mayoría de comida que pudo ver eran diferentes tipos de frutas de temporada: uvas, mandarinas, granadas, castañas, peras y muchas otras frutas, sin embargo, la que más llamó su atención fueron las manzanas. Recordó de inmediato lo que Crystal le había dicho, sobre traer manzanas cuando la viera, por lo que decidió probar que su visión se equivocaba al pedir algunas mandarinas y uvas en una bolsa. No dudaba que Crystal mantuviera su poder, pero tenía curiosidad de ganarle en su juego al elegir una diferente variedad. Luego de que le dieron sus frutas y un emparedado, la chica se dispuso a ir con Crystal, pero una mano levantada le hizo desviarse.

Se trataba de Ruby, sentado en una banca y llamando su atención. Scarlet solo suspiró y se acercó sin mayor demora al chico.

—¿No puedes ser menos evidente? —preguntó Scarlet, molesta.

—¿Con este estilo? Imposible —dijo con tono pedante—. Y menos tú, ese chaleco te hace resaltar esos apasionados ojos morados.

Aunque ese comentario le irritó, un ligero sonrojo se asomó en su rostro.

—Gracias, pero no quiero tus halagos —dijo, molesta—. ¿Qué quieres?

Ruby lanzó una sonrisa cómplice, cosa que la desconcertó.

—Siéntate, tengo algo para ti.

La chica accedió, dejando su bolsa cerca de las de Ruby. Su compañero de inmediato sacó una caja y se la entregó.

—Sé qué tienes una cita especial con ese chico, Sou, así que te prepare algo para mañana —dijo con una sonrisa—. Considéralo tu regalo de bienvenida al club.

—No me gustan los obsequios —dijo, mirando la caja.

—Al menos míralo, no puedes simplemente rechazar un regalo del líder del taller.

Aunque esbozó un gesto de molestia, Scarlet terminó tomando la caja y abriéndola por completo. Dentro encontró un kimono de colores verdes, con una textura bastante suave al tacto, pero con excelente calidad. La chica lo sacó por completo, dándose cuenta que estaba inspirado en su pokémon inicial.

—Use de referencia a tu Meowscarada, supongo que es tu pokémon inicial, además de que el Taran-bot no sería un buen modelo —reconoció Ruby—. Con eso dejará alucinado a Sou, tenlo por seguro.

—No quiero ligarme a Sou, Ruby, el solo… es parte de un trato.

—Sí, sí, recuerdo, trato para ver al otro chico, con lo que me gustan los triángulos amorosos —dijo con una risa—. Volverás locos a ambos chicos, te lo aseguro.

Scarlet solo golpeó la mesa, asustando ligeramente a Ruby, sin embargo, el chico luego del susto inicial volvió a lanzar una risa nerviosa.

—Oh, me hiciste recordar a alguien, igual de agresiva que tú —admitió, riendo.

—Agradezco el regalo, pero deja de inventar escenarios imaginarios, Ruby —dijo, poniendo el kimono en la caja, momento en el que se dio cuenta que abajo de la misma estaba una máscara de Meowscarada—. Claro, también la máscara, gracias.

—Ni que lo digas, amo diseñar.

—Bueno, para tu suerte Schilly fue a verte para que le hagas uno, deberías ir ahora.

Ruby no pudo evitar sorprenderse al escuchar aquello, levantándose con emoción.

—¿Schidemilla Tate? Maldición, siempre he querido diseñar para ella, esto será más emocionante que lo que le hice a Platinum —Ruby de inmediato tomó sus cosas—. Quiero ir a verla, cualquier cosa sabes dónde encontrarme, chao.

Sin decir una palabra más, Ruby salió corriendo del lugar, emocionado por la oportunidad de diseñar algo para la de Galar. Scarlet no le prestó demasiada importancia, solo se quedó viendo más el kimono y la máscara. Lo tocó una vez más con la yema de los dedos, sintiendo cada detalle impreso en él, lo levantó y lo puso sobre ella y una idea pasó en su mente.

—"¿Se me verá lindo?"

Aunque fue breve, rápidamente negó con la cabeza, extrañada y guardando el kimono en la caja, solo para posteriormente tomar el resto de sus cosas e irse de ahí, rumbo a la habitación de Crystal.

Mientras avanzaba y comía, se cuestionó por qué había pensado eso. Nunca le había interesado como lucía, para ella la ropa no era más que una forma de cubrirse y ya, usando lo más cómodo que encontrara a su disposición, o en su caso lo que estaba obligada a usar, como el uniforme y chaleco, sin embargo, había algo en ese vestido que le parecía lindo, cosa que no entendía por qué. Tal vez finalmente estaba encontrando aquello que Violet siempre le decía, su "feminidad", pero hizo un gesto de asco al contemplar la idea.

Luego de un rato más de diálogo interno llegó a la puerta de Crystal, sin embargo, antes de tocar, la puerta se abrió sola, encontrándose directamente con ella.

—Te estaba esperando —dijo Crystal con una sonrisa calmada—. Adelante, pasa.

—Odio a los presumidos —reclamó Scarlet, entrando al lugar.

—Oh, pensé que odiabas más perder el tiempo —dijo Crystal, avanzando hasta su sillón—. Veo que trajiste las manzanas, déjalas en la mesa.

Scarlet expresó una sonrisa maliciosa, la había atrapado en su juego. Sin embargo, al momento de sacar una mandarina, la fruta que tomó era en realidad una manzana roja. Sus ojos se abrieron al completo al ver que toda la fruta en su bolsa eran manzanas, sin rastro de las mandarinas y uvas que trajo. Intentó pensar cómo era eso posible hasta que recordó las bolsas de Ruby.

—"Maldito imbécil" —pensó con enojo.

Crystal solo volteó a verla con una sonrisa calmada, cosa que la desquició aún más, se sabía ganadora. Sus manos se hicieron puños y se paró con enojo frente a Crystal.

—Si puedes ver el futuro, predice esto —dando una fuerte pisada, Scarlet se dio la vuelta, caminando hacia la salida.

—Sé que no te iras, por qué aunque odias que haga esto, odias más no controlar tus visiones, ¿o no?

Aquellas palabras hicieron que Scarlet se detuviera. Ahí estaba otra vez, tenía razón, y odiaba que tuviera razón, odiaba que todos tuvieran razón, menos ella. Se molestó, rechinó los dientes hasta darse la vuelta y volver con Crystal.

Fue en ese momento que pudo percatarse de la pequeña sala de Crystal, bastante ordenada, limpia, minimalista, con apenas algunos libros y adornos, pero sin ninguna foto. La chica se sentó, esperando alguna orden de Crystal, pero la chica se quedó en silencio unos segundos hasta que tomó una manzana.

—Lo primero que tienes que saber es que este entrenamiento no será sencillo, involucra mucha disciplina, concentración, y paciencia —dijo Crystal con un tono serio—. Si logras hacer lo que digo al pie de la letra, conseguirás dominar al completo tu singularidad.

—Me gusta la idea de la disciplina, he soportado muchas cosas —dijo con un tono más serio.

—Lo sé, pero esto no será un reto físico, sino mental —Crystal se levantó—. Primero dime, ¿cómo empiezan tus visiones?

Scarlet arqueó la ceja.

—Pensé que lo sabías, no tienen un patrón.

—No lo sé todo de ti, Scarlet, lo que lo hace más interesante —dijo, volteándose a verla—. ¿Cómo fue tu primera vez?

Scarlet solo suspiró, cerrando los ojos.

—En Paldea, estaba liberando a Chi-yu y… —hizo una pausa, mirando sus manos—. Tuve una visión de Violet cayendo por un acantilado. Pensé que estaba en peligro, pero en realidad fue un evento del pasado.

—Y por querer evitar algo que nunca pasó, Paldea cayó en tragedia —el ver la mirada inquisitiva de Scarlet le hizo alejarse un poco—. Lo siento, si se esa parte por los encabezados.

—Como sea, la segunda vez fue en la ciudad, viendo una forma de encerrarlos de nuevo, y la última vez… —aunque Scarlet quiso revelarlo, esta se contuvo.

—Tranquila, sé lo del monstruo metálico, la profesora Blue me lo contó, bueno, no propiamente, lo sé por una visión donde me lo dirá, pronto, eso creo.

Scarlet miró confundida a Crystal, debería acostumbrarse a esa forma de ser de ella. Además, saber que Blue le terminaría contando a ella le hizo crear una duda. ¿Por qué específicamente ella? Sería algo que averiguaría después.

—Vi esa cosa matando a Thorton, segundos antes de morir asfixiada, mi tercera forma favorita en la que me gustaría irme de aquí —la chica se recargó más en el sofá, poniéndose cómoda—. Te lo dije, no hay una conexión directa.

—Si la hay, solo necesitas encontrar el punto clave —Crystal tomó un libro y se sentó de nuevo—. Las singularidades como las nuestras, que son puntuales, siempre tienen método de activación. Por ejemplo, tu amiga Schilly puede brindar vida con solo tocar una máquina, Ioseph puede dar vida con solo dibujar algo en un papel específico, y yo, bueno, mis visiones regularmente se activan cuando tomó té.

—¿Es enserio? —preguntó Scarlet, incrédula.

—Enserio, aunque creas que es una tontería. Y créeme, activarlo es la parte fácil. —Crystal le dio el libro a Scarlet—. Necesito que leas esto, es importante.

Scarlet tomó el libro. Se trataba de un libro escrito por Crystal misma con el título "Hábitos para una buena singularidad".

—¿Escribiste tu propio libro sobre singularidades?

—No todo el crédito es mío, la profesora Yellow me ayudó —dijo con una risita—. Esta será tu guía a partir de ahora, si necesitas algo teórico, lo encontrarás ahí —Crystal se recargó—. Pero antes de que te vayas, necesito que me digas que hiciste exactamente antes de tener tus visiones.

—¿Tan rápido? Pensé que me enseñarías más.

—¿Recuerdas cuando te dije de la paciencia? Bueno, eso es parte del entrenamiento —Crystal se levantó y avanzó hacia su cocina—. Además, tengo que preparar comida para un comité, así que te agradecería que me dijeras que hiciste exactamente antes de que tus visiones se activaran, con lujo de detalles, por favor.

Pensó que la esperaría para empezar a cocinar, pero no lo hizo, Crystal solo se puso un delantal y comenzó a picar algunas verduras. Scarlet se molestó al sentir como Crystal no parecía tomarla enserio, justo a ella, como si se burlara del hecho de que ella era la que no la tomaba enserio primero. Estaba molesta, por lo que tomó sus cosas y se levantó, dirigiéndose a la puerta.

—Veo que estás ocupada con tus cosas, te diré mejor en otra ocasión —respondió, molesta.

—Lo estás entendiendo, ¡bien hecho, Scarlet!

Aunque eso la confundió aún más, Scarlet solo se dio la vuelta con enojo y salió de la habitación. Crystal se había vuelto, con diferencia, la chica más insoportable de la academia.

[...]

Ruby fue bastante amable con Violet. Aunque al principio se vio renuente a ayudar a alguien que no quería integrarse al taller, al final terminó aceptando a cambio de que Violet portara unos tenis con el logo del taller. Violet aceptó sin protestar, los tenis le parecían lo suficientemente cómodos para poder correr, además de combinar con el uniforme que debía usar.

Sin embargo, Ruby necesitaba las medidas de Carmine para poder tejerle un kimono. Ella no era de la clase de chicas que se dejara tomar medidas, menos por alguien como Ruby, o Sou, pero le dijo que si tuviera un vestido de ella podría lograr un buen producto. Para sorpresa del de Hoenn, Violet le dijo que conseguiría un vestido de Carmine y se lo daría.

La verdad era que, aunque estuviera confiado, no pensó bien la idea cuando volvió a su habitación y pensó en cómo conseguirlo. Cuando preguntó a sus amigos, estos no supieron cómo ayudarle. Sou sugirió que usara uno de los trajes que usaban en el taller de entrenamiento, pero según Violet aquello no serviría, necesitaba uno vestido. Fue ahí que tuvo una idea y se las platicó.

—No creo que sea una buena idea —dijo Diamond, preocupado al escucharla.

—Bueno, en realidad no tienes muchas opciones —le dijo Sou.

El que Sou le diera la razón lo convenció de su plan para entrar a escondidas a la habitación de Carmine y robar uno. Diamond le aconsejó encarecidamente que lo considerara, pero Violet estaba completamente decidido a entrar a escondidas, sin importarle las consecuencias de ser descubierto. Después de todo era demasiado rápido para que alguien lo viera. La ayuda de Sou fue clave, pues él sabía que Carmine tenía clase de Ética con él a las dos de la tarde, momento perfecto para entrar.

Esperó pacientemente hasta que la vio salir de su habitación, mostrando ese porte tan lindo que le hizo sonrojarse levemente. Cuando se dio cuenta que estaba lo suficientemente lejos, avanzó a gran velocidad hacia la enorme puerta que lo separaba de su premio.

—De acuerdo, solo debó entrar, tomar un vestido y salir, pan comido —se dijo antes de entrar—. Vamos, uno, dos… —no terminó la cuenta cuando finalmente entró a la habitación en un instante, atravesando la puerta.

La habitación de Carmine era bastante grande, bien organizada y con muchos adornos femeninos, pinturas, maquillaje, y dibujos, muchos dibujos. Había tres camas, una donde estaba un enorme peluche de Morpeko, otra con otro peluche de Altaria, y finalmente otra donde estaba sentada una chica de trenzas. Al verla, Violet dio un paso hacia atrás, asustado.

—H-hola, disculpa yo…

La chica al verlo se levantó de golpe y emitió una enorme luz blanca que obligó a Violet a taparse los ojos y ponerse en cuclillas, era una luz muy intensa, sentía como si sus ojos le ardían aun teniéndolos cerrados.

—Es una violación al reglamento entrar a un cuarto privado sin invitación —dijo Amarys, acercándose e intensificando su luz.

—¡Lo siento, no era mi intención! —dijo Violet, cubriéndose con las manos— ¡Por favor, detente!

—Iré con la directora Blue a informar de esta infracción —dijo la chica, acercándose más.

—¡No, no, por favor! —dijo Violet, asustado y adolorido—. ¡No vine a robar, vine por Carmine, necesito...!

—Mi compañera acaba de salir, no es justificación para esta violación.

—¡Escúchame, quiero hacerle un regalo a Carmine, lo juro, lo juro! —dijo Violet, desesperado—. ¡Por Arceus, apaga tú luz!

Amarys se quedó de pie por unos segundos. De pronto Violet sintió como el calor de aquella luz se desvaneció. Sus ojos comenzaron poco a poco a recuperarse de la ceguera, con pequeñas sombras que poco a poco se fueron desvaneciendo hasta que la figura de Amarys apareció. Cuando sintió que el dolor desapareció pudo levantarse.

—Gracias.

—Estoy segura que las convenciones sociales sobre regalos no involucran violar la privacidad de las personas —dijo Amarys.

Violet arqueó una ceja al ver ese tono tan raro que tenía la chica, sentía como si fuera un poco robótica.

—Yo… creo que tampoco se dé como es regalar, pero sé que necesitaba estar aquí —dijo Violet—. ¿Eres su amiga?

—El término correcto es bestie —dijo, acomodando sus gafas—. ¿Quién eres y qué quieres con Carmine?

—Soy Violet, un gusto, chica illuminati —Violet le alzó la mano, pero Amarys no le saludó de vuelta.

—Amarys, el contacto físico innecesario me repele.

—"Otra Scarlet" —pensó Violet—. Quiero regalarle un kimono para invitarla a salir, el líder del club de costura me ayudara a hacerlo, pero necesito uno de sus vestidos para tomar sus medidas.

—¿Pretendías sustraer de manera ilegal uno de los vestidos de Carmine? —preguntó mientras un halo de luz la rodeaba.

—¡No! —dijo Violet— Es solo que… quiero que sea sorpresa, y sospecharía si le pidiera sus medidas, quiero el vestido para tomarlo de referencia y después lo devolvere, lo juro.

La singularidad de Amarys se apagó por unos segundos. Violet suspiró aliviado y luego arqueó la ceja al ver que Amarys se quedó de piedra por unos segundos, como si estuviera procesando información o algo así, algo extraño, hasta que finalmente volvió a hablar.

—Entiendo lo que querías lograr, Violet —dijo Amarys, dando un paso hacia adelante—. Necesito preguntarte algo, ¿conoces al hermano de Carmine?

—¿Huh? ¿Ese chico obsesionado con Ogerpon? Yo… tal vez —aunque quiso decirle la verdad, recordó que sus salidas con Scarlet debían mantenerse secretas.

—Tengo entendido que eres amigo de Scarlet Koito, quién tuvo algunas conversaciones con él, así me lo dijo Carmine. ¿Tienes forma de comunicarte con él?

—Hmmm, bueno, si hipotéticamente lo hubiese conocido, si tendría forma, creo… —era difícil hablar así.

—En ese caso podemos llegar a un acuerdo —Amarys se acercó al guardarropa de Carmine—. Estaré dispuesta a ignorar esta infracción y ayudarte, a cambio de que tú le comuniques un mensaje…

—¡Por supuesto! —dijo Violet alegre.

Una gota de sudor se resbaló por la frente de Amarys, no esperaba una respuesta tan rápida. Sin embargo, aquello serviría a sus intereses. La chica de inmediato abrió el guardarropa de Carmine, conocía bien a su amiga, que era lo que le gustaba, y justo aquel vestido de toques dorados sería el indicado.

—Carmine gusta mucho de la moda, este vestido cumple con éxito con sus expectativas de belleza —dijo Amarys, entregándoselo.

—Wow, muchas gracias —dijo Violet, tomándolo entre sus manos.

Era un vestido bastante lindo, al tocarlo se dio cuenta que la tela era bastante agradable al tacto, debía ser algo fino. Además, el imaginarse a Carmine vestida con él le hizo sonrojarse un poco.

—Debe verse hermosa con él —dijo, fantaseando un poco.

Amarys pareció incomodarse un poco, haciendo un ruido con su garganta para que Violet volviera a la realidad.

—L-lo siento —dijo, riendo ligeramente— Por cierto, ¿Carmine no leerá tu mente y sabrá que lo tome?

—Ella no lee mi mente, además de que soy buena ocultando memorias excepcionales fuera de su alcance. Solo trata de devolverlo lo más rápido posible.

—Claro, se lo daré a Ruby para que pueda trabajar —aunque quiso darse la vuelta, la luz de Amarys volvió a encenderse, recordándole su parte del trato—. ¡Lo siento! Olvidaba tu mensaje. ¿Qué quieres que le diga al chico Ogerpon?

Amarys apartó la mirada, ligeramente avergonzada y cubriendo su boca con su puño. Luego de pensarlo unos segundos, la chica le devolvió la mirada.

—Mi mensaje es que quiero ir con él al festival de las máscaras —dijo, ligeramente sonrojada—. Hágame el favor de comunicarlo a la brevedad.

El chico arqueó la ceja al escucharlo. Una pequeña risita salió de su boca, encontraba graciosa la situación de Amarys, Kieran y Scarlet. La chica notó aquello y encendió su singularidad, molesta, pero Violet rápidamente se disculpó.

—Solo recordé un mal chiste, lo juro —admitió—. De acuerdo, le diré lo que me dijiste de inmediato.

—Tendemos un trato entonces —dijo—. Esperaré ansiosa su respuesta.

Violet solo asintió y finalmente salió de la habitación. Tenía lo que buscaba, solo necesitaría hablar con Violet después para pedirle a su Taran-bot para pasarle el mensaje a Kieran. Mientras avanzaba, solo podía pensar en lo gracioso de como Scarlet se había metido en un conflicto amoroso digno de una telenovela. Jamás pensó que le pasaría a la chica que le repelía el contacto tanto masculino como femenino.

[...]

Hay algo que Scarlet comenzaba a odiar: todo el mundo pretendía ser más inteligente que ella. Platinum y su actitud de mamá gallina, Ruby al retarla y usarla para promocionar su club, Blaine con sus enseñanzas sobre moral y Crystal con su expertis en su singularidad. Las actitudes de aquellos cuatro le sacaban de quicio, tan solemnes, como si supieran todo, como si pudieran controlarla.

Estaba acostumbrada que en Paldea era mucho más lista que la mayoría de su grupo. Arven y Penny se intimidaban con su actitud, Violet era su amigo y no era especialmente listo a su parecer, y Nemona resultaba más como una chiquilla insoportable, ella era el cerebro, pero ahora todos parecían estar sobre ella, y no le gustaba.

Se quedó sentada en su habitación, para su suerte Platinum y Schilly no estaban, así que tendría tiempo a solas para poder pensar sobre lo que había ocurrido, reflexionar sobre ese sentimiento de inferioridad frente a aquellas personas. Lo hacía mientras jugaba con un hilo entre sus manos, como si se tratara de la tela de una araña. Aquel juego le relajaba y le permitía pensar en sus divagaciones.

No quería admitirlo, pero se sentía inferior, el hecho de no poder intimidar a ninguno de los tres le hacía sentir una extraña inseguridad que quería arreglar de alguna manera. Había intentado asustar a Platinum, pero todo intento era fútil cuando la chica solo reaccionaba como si le jugaran una broma inofensiva. Deseaba reponerse a ellos.

Quizás la llave estaría en dominar su singularidad, lo cual era irónico por qué volvía a demostrar la superioridad de Crystal, cosa que le costaba aún más aceptar. Esa maldita actitud, pero en ese caso era su culpa, ella la buscó, ahora debía sacarle provecho, pensar en cómo ganarle en su juego. Fue ahí que intentó pensar en el factor común de sus tres visiones, algo que estuviera pasando en esos momentos. La primera ocurrió justo antes de tocar la última estaca de Chi-yu, la segunda cuando Arven y Penny lograron detener a Tang-lu, y la tercera era cuando Thorton estaba por matarla. No existía correlación aparente, solo eventos aleatorios.

¿Sería el ambiente? No, una cueva, una ciudad y la cima de un monte tienen poco en común. ¿Algo que haya tocado? Cuando estaba luchando por respirar solo tocó su cuello. ¿Las intenciones? Tampoco, nada de lo que pensaba parecía tener sentido, y solo le frustraba más, volviendo más tosco la hilada de su juego.

Mientras siguió pensando, la puerta se abrió, pensó que era Taran-Bot, que había enviado con Violet, sin embargo, se encontró con Schilly. Se supone que volvería dentro de quince minutos, pero algo en ella le distrajo. La chica entró rápido, solo se detuvo un microsegundo al verla, se tapó la boca y corrió hasta su baño personal, cerrándolo de golpe. Scarlet arqueó la ceja, pensó que su compañera vomitaría, pero el único ruido que escuchó fue el de gavetas abriéndose y el agua corriendo. Fueron segundos extraños hasta que Schilly salió, aparentemente aliviada, limpiándose la boca. Como regla general, Scarlet no se metía en la vida de sus compañeras, menos en la molesta Schilly, sin embargo, esa actitud preocupada le dio genuina curiosidad.

—A riesgo de escuchar algo estúpido, ¿ocurre algo? —preguntó Scarlet.

Los ojos de Schilly se abrieron por completo, limpiándose el agua que aún quedaba en su boca.

—¿Al-algo? ¿Cómo qué? —dijo Schilly nerviosa—. So-solo tenía sed.

—¿Y por eso abriste tu gaveta con desesperación?

—Pensé que no nos ponías atención —dijo Schilly, caminando hacia su cama.

—No lo hago, pero es imposible ignorar tu estrambótica forma de llegar —admitió Scarlet—. ¿Usas drogas? Por qué tomarlas con agua…

—¡No! —gritó Schilly, molesta, para luego taparse la boca y poner una expresión de miedo— Solo no digas más, por favor.

Scarlet se sorprendió, esa chica parecía ocultar algo que no estaba dispuesta a expresar. Solo asintió y continuó con su juego.

—Solo guarda silencio, quiero seguir mi juego —dijo, continuando con sus manos.

Schilly solo asintió, caminó hasta su cama y se arrojó con fuerza, cayendo boca abajo, luego tomó sus auriculares y comenzó a reproducir música para no molestar. Scarlet, aunque atenta a su juego, poco a poco comenzó a analizar el comportamiento de Schilly por primera vez. La ausencia de esa aura tan "molesta" le hizo sentir que algo no encajaba. No era su problema, pero sentía que en un futuro podría serlo.

Luego de un rato pensando qué hacer se levantó para ir al baño, una excusa para ver la puerta del baño de su compañera que contaba con una cerradura tecnológica que leía sus huellas dactilares, era obvio que deseaba ocultar algo, y solo podía pensar en una cosa. Soportar a Schilly es una cosa, pero soportarla drogada era algo que no estaba dispuesta a tolerar. Caminó hacia ella, se paró justo enfrente hasta que Schilly la miró y se quitó los audífonos.

—¿Qué sucede?

—No me importa qué clase de estupefacientes metes a tu cuerpo, sólo te exijo que no lo hagas cuando estoy en la habitación, no quiero soportarte drogada.

—Por Arceus, ¿crees que me drogo? —dijo Schilly, incrédula.

—Lo que hagas o no con tu química cerebral no es de mi incumbencia, solo no quiero que perturbes mi paz.

Schilly suspiró, incrédula.

—Tranquila, no lo hago, puedes hacer… lo que sea que haces, se ve divertido.

Otra puerta se abrió, esta vez se trataba de Platinum cargando dos grandes cajas.

—Que tal, chicas, ¿me perdí de algo? —preguntó la heredera, cerrando la puerta.

—Tate se droga, y no quiero…

—¡Qué no me drogo!

El grito fue seguido por un almohadazo directo a la cara de Scarlet. El golpe logró hacerla retroceder un poco, no esperaba tanta fuerza de parte de Schilly. Le devolvió una mirada de enojo, quería devolverle el favor, sin embargo, su compañera no parecía asustada, estaba molesta, enojada.

—Oigan, tranquilas —dijo Platinum, acercándose—. Es malo acusar a las personas sin fundamentos.

—No me importa lo que haga en su baño privado, solo no quiero qué me moleste —reclamó Scarlet.

—No me estoy drogando, solo… —Schilly pareció ponerse nerviosa hasta que finalmente lanzó un suspiro—. Pasó algo con ese chico que me gustaba… no quiero hablar de eso, tome un medicamento para controlar mi ansiedad, ¿contenta?

—¿Eso era todo? ¿Un estúpido jueguito amoroso? Que desperdicio —dijo Scarlet, dándose la vuelta.

Quiso volver a su cama, pero un aura la rodeó. Era Platinum otra vez. Con todo lo que había pensado sentía como le ardía la sangre más que nunca.

—¡Ya déjame, Berlitz, maldita sea! —gritó Scarlet, furiosa.

—Fue muy grosero eso, Scarlet, Schilly está pasando por un mal rato y no es forma de tratarla así —replicó Platinum.

—Para empezar, no somos amigas, y segundo, solo quiero asegurar mi paz, no pienso disculparme por nada —reclamó—. ¡Ahora bájame de una maldita vez!

Estaba furiosa, deseaba golpear a Platinum, pero la chica se mantuvo firme, mostrándole una mirada seria que hizo que la furia de Scarlet disminuyera, sintiéndose… amenazada.

—Veme a los ojos y dime que no te importa cómo se siente.

—Ya te lo dije, yo…

Aunque su mirada se clavó en Platinum por unos instantes, sus ojos se deslizaron para ver a Schilly. La chica estaba sentada sobre su cama, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro. Estaba triste, y le gustaría decir que no le importaba verla así, pero dentro de ella tenía un sentimiento de vacío, algo que parecía pegarle en el corazón, algo muy extraño que le hacía sentirse… mal. ¿Por qué? ¿Por qué se sentía así al ver a esa chica así? Ni siquiera era su amiga, y aun así, verla tan triste le hizo recordarle a… Nemona. ¿Qué rayos le estaba pasando? ¿Por qué se sentía así?

Scarlet meditó un poco hasta que solo suspiró y asintió, momento en el que Platinum le soltó para que se acercara a Schilly. Schilly volteó a ver la mano extendida de la de Paldea.

—Me disculpo si mi comportamiento te hizo sentirte mal —dijo, se le hacía difícil disculparse.

Schilly se quedó pensando por unos segundos hasta que tomó su mano, se levantó y le dio un fuerte abrazo. Scarlet se quedó de piedra, al principió pareció molestarse, pero hubo algo que le hizo quedarse ahí por un rato, no respondió al brazo, pero lo sentía… ¿agradable?

—Schilly —dijo Platinum, arqueando la ceja.

—Oh, lo siento —dijo, separándose de ella—. Gracias, Scarlet.

—No vuelvas a abrazarme —dijo Scarlet, no sabía bien cómo sentirse.

Schilly aceptó, acercándose a Platinum para ver lo que ella había traído, Scarlet por su parte caminó hacía su cama y se acostó un rato, puso su música y miró al techo, intentando comprender qué demonios había pasado en ese preciso instante, por qué había sentido aquellas cosas. ¿Estaba enferma? ¿Se había ablandado? No lo sabía, pero fuera lo que fuera, debía resolverlo rápido antes de que fuera permanente.

[...]

Ruby era un verdadero genio, o al menos eso pensó Violet cuando le entregó el kimono de Carmine, uno inspirado de un Mightyena y que le prohibió ver hasta que la chica lo portara, cosa que aceptó sin dudar, quería guardarse la sorpresa para cuando la llevará al festival. Con la ropa en su poder, el chico les contó a sus amigos, los cuales quedaron impresionados.

—Ahora que lo pienso, ¿su singularidad no será que teje muy rápido? —preguntó Sou a Diamond.

—No, es pura habilidad, él es muy rápido a la hora de tejer, me quedó claro cuando le pedí el kimono de Platinum —dijo Diamond, comiendo un emparedado—. Bueno, Violet, ya tienes el kimono, ¿cuándo se lo piensas dar?

—Justo en unos minutos, ¿verdad, Sou? —dijo, mirando al de Galar.

Sou asintió. Para poder estar cerca de Carmine, Violet decidió inscribirse al club de entrenamiento. Además de estar con ella, Sou le confesó que eran frecuentes las pruebas de velocidad, carreras que Violet amaba, así que mataba dos pájaros de un tiro. Diamond solo sonrió al ver que Violet se integraba, deseándole suerte con su cita luego de que salieran de la habitación, directo al dojo.

Mientras avanzaban, Violet comenzó a pensar de qué forma se lo pediría. Había olvidado por completo pedirle algún consejo a Diamond, y Sou ya le había dicho que él era el peor aconsejando para ese tipo de cosas. Recordó al asistente de su SmartRotom, quién seguramente le hubiese aconsejado algo, si no fuera por qué la corte no le dejó llevarlo consigo a la escuela. Solo podía confiar en lo poco que había aprendido, y tal vez en algunas películas románticas que había visto en Paldea. Kieran le dijo que a Carmine le gustaba que le adularan, tal vez decirle algún poema con cosas lindas serviría, arrodillarse y tomar su mano en una escena muy linda. Solo debía inspirarse, expresarle, como decía Diamond, lo que saliera de su corazón.

Pronto llegaron al dojo, las clases todavía no comenzaban y Carmine parecía descansar tranquilamente, acomodando su cabello en una banca. Al verla no pudo evitar sentirse nervioso, su corazón se agitó y comenzó a sentir una extraña sensación en el pecho.

—¿Estas bien? ¿Estás temblando? —preguntó Sou, arqueando la ceja.

—Creo que estoy nervioso por hablarle —confesó Violet—. Solo debo acercarme y decirle, ¿cierto?

Sou asintió, caminando hacia el vestidor. Esa fue la excusa perfecta para distraerse mientras pensaba en cómo acercarse a ella. Sin embargo, aunque se tomó su buen tiempo arreglándose, la opresión en su pecho no desaparecía, lo obligó a terminar de ponerse su doji y salir rápido con la caja en sus manos.

Ahí estaba ella, practicando con sus espadas con movimientos gráciles y sofisticados, con su cabello moviéndose suavemente al son de cada tajada. Violet dio un fuerte suspiro e intentó ir caminando hacia ella, sin embargo, sin quererlo, apareció a su lado en un instante, haciendo que Carmine soltara un grito, cayendo al suelo.

—¡Fíjate, tarado! —gritó Carmine, molesta.

—¡L-lo siento! —dijo Violet, apenado— No era mi intención.

La suave y delicada mirada de Carmine se desvaneció ante la furia que sintió al verse en el suelo. Violet de inmediato le ayudó a levantarse, pero ella no aceptó su ayuda, levantándose sola.

—Tú y tu amiga me sacan de quicio —dijo, sujetando su pelo—. ¿Qué es lo que quieres?

—Lo siento, es solo que yo… —guardó unos momentos de silencio.

Lo que le hizo tomar valor fue recordar que Carmine podía leer mentes, si supiera su sorpresa todo estaría perdido, debía actuar de manera improvisada, dar un salto de fe. Sin decir más se hincó frente a ella y tomó su mano. Carmine se sorprendió bastante, mirando directamente al chico.

—Oh, chica linda —dijo Violet con un tono poético—. Eres la chica más linda que he conocido en este lugar, tus cabellos son como… los de un Dugtrio de Alola, sedosos y relucientes, y tus ojos como… los de un lindo Meowth, y con todo mi corazón me gustaría que vinieras conmigo al festival de las máscaras.

El dojo se quedó en silencio por unos instantes. Cuando Violet abrió los ojos pudo darse cuenta que los ojos de todos se quedaron fijos en ellos, en silencio, esperando la reacción de Carmine. Volteó a verla, seguía sujetando sus manos, su rostro parecía ensombrecido, pero en sus mejillas asomaba un ligero sonrojo. Lentamente apartó su mano y dio una fuerte patada en el piso.

—¡Me comparaste con un Dugtrio! —gritó Carmine, molesta pero sonrojada.

Violet se asustó, retrocediendo un poco ante la mirada morbosa de los demás.

—L-lo siento, no soy bueno improvisando —dijo Violet, levantándose—. Diamond me dijo que fuera sincero, pero creo que no se me da muy bien —rascándose la nuca y riendo nerviosamente.

—Y lo de ser discreto tampoco —dijo Carmine, alzando su espada—. ¡¿Qué demonios están mirando?!

Aunque los amenazó, todos se quedaron observando la curiosa escena. Sin perder más el tiempo, Violet finalmente extendió la caja que traía.

—Por favor, chica linda, acepta esto para que vayas conmigo.

Carmine arqueó la ceja al ver la caja de regalo. No podía negar que le gustaba que le regalaran cosas, así que la tomó y la abrió. Un kimono, con motivo de Mightyena variocolor, y hecho por Ruby, lo identificó por la firma dentro de la caja. No dudó en sacarlo de la caja, todos los presentes miraron maravillados el diseño del kimono, la elegancia que desprendía. Esos ojos de envidia que los demás ponían hicieron que Carmine lanzará una sonrisa de satisfacción, le encantaba el regalo. El solo imaginarlo puesto y siendo la envidia de todos le hizo aceptarlo sin dudar, sin embargo, había un costo.

—Debo admitir que Ruby tiene buen gusto —dijo Carmine, metiendo el kimono—. Y tú, tienes agallas, seguro sabes que muchos de aquí matarían por salir con alguien como yo.

Aquella afirmación fue seguida de varios susurros y algunas risas por parte de los chicos que hicieron que se le saltara una vena a Carmine. Violet se mantuvo de piedra, esperando una respuesta. Carmine tragó saliva, buscando alguna forma de sacarse a Violet de encima.

—Saldré contigo, pero solo si logras derrotarme en combate —dijo, confiada.

—Pe-pero, no quiero pelear contigo —dijo Violet, alzando las manos.

—¿Acaso no piensas pelear por mí? Solo será entrenamiento, vénceme y tendremos una cita.

Violet tragó saliva, indeciso. No quería hacerle daño a Carmine, pero no parecía tener otra alternativa. Luego de meditarlo aceptó la idea. Todo el mundo comenzó a murmurar ante la decisión, el propio Sou entró en escena para recordarle a Violet que Carmine era la mejor del grupo, aquello solo era una excusa para rechazarlo y humillarlo, pero a Violet no le importaba, él solo la quería a ella.

Cuando el profesor del club llegó y se enteró de la situación, él mismo se puso como réferi entre ambos. Un combate simple, un solo round, aquel que derrotara al oponente, o lo sacara de la arena, vencería.

—Derrotó a Scarlet, y tú dijiste que ella era la mejor, ¿tienes algún plan? —preguntó Sou.

—No.

Esa fue su respuesta, también su respuesta al momento de que le hicieron elegir un arma, pelearía solo con sus puños, mientras Carmine, sabiéndose ganadora, usaría su clásica espada de obsidiana. Ambos se pusieron en posición, la mirada confiada de la chica contrastaba con el rostro confuso de Violet.

—¡Inicien! —gritó el referí.

Carmine fue la primera en atacar, lanzándose de golpe, directo a la cara de Violet. Scarlet le había contado sobre ese rostro que parecía burlón al pelear, pero se miraba tan linda, demasiado linda aun cuando intentaba cortarle el rostro. Sin embargo, la espada no logró cortarlo, el chico solo se desvaneció.

—¿Qué? —dijo Carmine, asustada.

Volteó y se encontró al chico detrás de ella, sonriéndole, pensó que se burlaba y volvió a atacar, pero Violet volvió a moverse a otro lado. Fue una pequeña danza hasta que Carmine se desesperó.

—¡Deja de burlarte! —gritó Carmine, molesta.

—N-no me estoy burlando —dijo Violet, esquivando un ataque.

—Entonces ¿por qué tienes esa molesta sonrisa? —empuñando su espada.

—Es solo que… te ves linda cuando peleas.

Carmine se sorprendió un poco, sonrojándose y provocando una burla en los demás. La chica agitó la cabeza y volvió a atacar, pero fue inútil, Violet se teletransportó y la empujo un poco, desequilibrándola.

—¡Oye! —gritó, molesta.

—L-lo siento, ¿fui muy brusco? —preguntó, preocupado.

Pensaba que se burlaba, pero Violet genuinamente no quería lastimarla. Carmine se enfureció, siguió atacando pero Violet siempre esquivaba los golpes. Intentó leer su mente, predecir a dónde se movería, pero él chico pensaba más en lo linda que se miraba que a donde se movía, cosa que la desconcentraba más y más, desesperándola hasta el punto que, en un mal ataque, la chica finalmente salió de la plataforma, completamente exhausta.

—¡Carmine pierde, Violet es el ganador! —dijo el juez.

Nadie se pudo creer el resultado. Violet se quedó mirándola por un rato hasta que entendió su victoria y dio un salto, feliz por haber ganado, y recibiendo los aplausos de los demás, el chico finalmente había derrotado a Carmine.

Aunque todos celebraban, Violet fue con Carmine y le ofreció la mano. Carmine solo se quedó de piedra un rato, observando hasta que golpeó su mano, molesta.

—¡Me hartas!

Sin decir una sola palabra más, Carmine se levantó y salió del club. Violet intentó seguirla, pero la chica no quiso hablar con él. La siguió todo el camino hasta su cuarto, donde se encerró y dejó a Violet afuera. El chico llamó a la puerta, pero no hubo respuesta, ninguna. Se quedó sentado, esperando una respuesta de Carmine, pidiéndole perdón al aire hasta que, antes de que cayera el sol, sintió un cosquilleo en la cabeza, era la voz de Carmine que le decía algo.

—Veme mañana a las ocho, ¡y lárgate de mí pasillo! —dijo dentro de la mente de Violet, con coraje.

[...]

Luego del pequeño altercado con Schilly, Scarlet salió al balcón de la habitación para tomar un poco de aire, intentando averiguar por qué Schilly le recordaba a Nemona. Aunque el parecido era obvio al ser dos chicas súper molestas y raras, Schilly no era su amiga, apenas una conocida que debía soportar, pero verla en ese estado realmente le dolió. Había algo raro, como si se estuviera ablandando, y debía descubrir por qué, siempre que se sentía así por alguien no era capaz de pensar con claridad, al menos eso pensó.

Taran-bot volvió poco después, había estado ayudando con algunas cosas a Violet y estaba listo para la noche de hoy, el sol se acercaba peligrosamente al alba y Scarlet no se había arreglado. La habitación contaba con dos baños regaderas únicamente, aunque Schilly ya se había bañado, Platinum apenas había entrado al baño que Scarlet solía usar, por lo que esta tuvo que entrar al baño de Schilly para poder asearse, pidiéndole ayuda a su compañera para que abriera la cerradura tecnológica que lo protegía.

Le extrañó que luego del pequeño altercado no se mirara recelosa a dejarla entrar a su baño, sin embargo, un rápido vistazo al espejo tecnológico que estaba sobre el lavamanos le hizo entender por qué. Su curiosidad se vio detenida por ese sistema de seguridad, pero lejos de desalentarse, creció más su duda por saber qué demonios había ahí dentro. Pero ese no sería el momento para descubrirlo, no ahora.

Se bañó y se cambió en el mismo baño, no deseaba ser vista por sus compañeras en ropa interior, y por Arceus que no quería verlas a ellas, así que se puso parte del kimono ahí mismo, sin poder verse debido a que el enorme espejo estaba empapado por el vapor del agua caliente. Fue hasta que salió de ahí que pudo darse cuenta de cómo se miraba.

—Te ves muy bien, Scarlet. Ese kimono realmente destaca tus mejores cualidades —dijo Platinum, uniendo sus manos.

—¡Wow, Scarlet! Ese kimono te queda genial. ¡Pareces una estrella de cine! —dijo Schilly, emocionada.

Scarlet se quedó quieta, sin saber exactamente cómo reaccionar ante esos halagos. Luego de unos segundos caminó hacia uno de los espejos de su lado de la habitación, percatándose de como aquel kimono con motivo de Meowscarada se adaptaba perfectamente a su cuerpo, haciéndole resaltar atributos que ella misma desconocía, haciéndola sentir… linda.

Fue un sentimiento extraño, tocó su cuerpo con extrañeza y dio una pequeña vuelta, analizando cada pequeño detalle y se sintió… linda, atractiva, realmente le gustaba como se veía, un pequeño sentimiento de felicidad que le hizo sonreír, sorprendiendo a Schilly.

—¡¿Acabas de sonreír?! —gritó Schilly.

—Tate… —Scarlet volteó a verla, con un rostro sereno—. Ruby tiene buena mano, supongo.

—Es lo que todos dicen —dijo Platinum, alzando un cepillo—. ¿Quieres que te ayude a peinarte?

Scarlet miró el peine por unos segundos, comenzó a pensar en cómo podría verse con un nuevo peinado y aceptó, sentándose junto a Schilly para que Platinum pudiera cepillar el cabello de ambas. En cualquier momento la de Paldea se hubiera negado, sin embargo, había algo en el ambiente, algo en ese vestido que le hizo sentirse cómoda, tranquila, en una extraña confianza como para dejar que el peine comenzará a cepillarla poco a poco. No sabía explicar qué le pasaba en ese momento, pero se sentía… muy bien.

—¿Así que saldrás con Sou? —dijo Schilly, acomodando su kimono de Cinderace.

—Sí, era parte del trato, pero si harás una estúpida escena de celos adolecente de esto lo cancelare.

—Pa-para nada, lo de Sou y yo quedó en el pasado —admitió Schilly, nerviosa—. ¿Quieres algunos consejos?

—Schilly, no creo que Scarlet los necesite en realidad, ella…

—En realidad, sería una buena idea para saber qué esperar —dijo Scarlet, volteando a ver a Schilly.

Ambas chicas no pudieron evitar sorprenderse ante aquella revelación. Realmente había algo raro en Scarlet.

—Bu-bueno, él no es realmente bueno expresando emociones, así que estate tranquila con eso —dijo Schilly, simulando su sorpresa.

—No creo que sea necesario que lo exprese, desde lejos se ve que tu ex tiene una infantil obsesión conmigo.

—Sí, esa es otra de las cosas que deberías tener cuidado, sus obsesiones, suele enfocarse demasiado en ellas. Al menos te puedo asegurar que no te besara en su primera cita, pero si intentara tomarte de la mano.

Scarlet arqueó la ceja, mirando directamente a una Schilly que pareció nerviosa por el cambio de actitud de la chica. Luego de verla se miró directamente la mano, imaginando la escena de ser tomada de la mano por Sou, sería la primera vez que algo así le pasara, y eso le provocó un sentimiento extraño. Una combinación de asco, dolor de estómago, nerviosismo, falta de aire, muchas sensaciones juntas que no podía especificar.

—Me estoy empezando a arrepentir de esto —dijo Scarlet—. Sou es un chico que ha visto muchas películas románticas, ¿no? Repugnante.

—Para nada, solo su lenguaje del amor… es complicado.

—Creo que lo que Schilly intenta decir es que Sou es un chico con el que seguro pasarás una noche interesante —interrumpió Platinum—. Solo intenta divertirte y pasarla bien, y si se sobrepasa, ahí estaremos.

—Es tierno que piensen que estoy indefensa —dijo Scarlet con un tono sarcástico—. Yo no estoy en peligro con él, él está en peligro conmigo —dijo, apretando su puño—. Supongo que será un experimento divertido.

Platinum continuó peinando a ambas chicas hasta estar listas. Al verse en el espejo Scarlet pudo confirmar que la mano, o singularidad de Platinum, en este caso, era muy buena y le hacía sentirse muy bien, bonita. Le gustaba verse al espejo.

Platinum y Schilly comenzaron a maquillarse, pero Scarlet solo se limitó ponerse algunas cosas básicas en el rostro para exaltar sus mejillas y su labial, nada demasiado complicado. Cuando las tres estuvieron listas, solo se sentaron a esperar a sus citas.

Schilly fue la primera en irse, ella se vería con su cita por otro lado, además de que prefería no estar cuando Sou llegará, por lo que Platinum y Scarlet se quedaron solas por un rato en lo que Diamond y Sou llegaban.

—He notado que has estado actuando de forma… poco común —dijo Platinum terminando de ponerse sus aretes.

—¿Te refieres a dejar que me hagan esto? Bueno, supongo que es mejor ceder a sus tributos tribales que pelear contra ellos, al menos en esta ocasión.

—¿No será porque, tal vez, te sientes bonita en ese kimono?

Scarlet no pudo evitar sonrojarse un poco, arqueando la ceja con algo de nerviosismo.

—Piensa lo que quieras, Berlitz, piensa lo que quieras —dijo, cruzándose de hombros—. Solo quiero que esto empiece de una vez.

—Lo hará, Diamond y Sou deberían venir en camino —antes de terminar se pudo escuchar a alguien tocando la puerta—. Hablando de.

Platinum se acomodó su kimono de Empoleon antes de presentarse frente la puerta y abrirla. Del otro lado estaba Diamond, vistiendo un kimono de Munchlax, al ver a su novia el chico no pudo evitar sonrojarse mientras sus ojos parecían iluminarse.

—Buenas noches, señorita, se ve súper hermosa —dijo Diamond con un tono muy tierno, perdido en la sonrisa de Platinum.

—Gracias, amor —dijo Platinum, con una sonrisa—. ¿Nos vamos?

Platinum le ofreció la mano a su pareja, la chica la tomó y de inmediato ambos se fueron, dando tiempo a Sou para que pudiese entrar y ver a Scarlet.

Sou se quedó quieto al ver a Scarlet, inmóvil, dejando caer la pequeña bola de metal que giraba a su alrededor. Un sonrojo evidente apareció en su rostro luego de rascarse la cien y cerrar los ojos.

—Te ves muy bien, Scarlet.

—Te agradezco el cumplido —dijo Scarlet, fingiendo seriedad—. Comencemos con esto, ¿quieres?

Sou solo sonrió, ofreciéndole su brazo para que se sujetara de ahí. Scarlet se quedó mirándolo por unos instantes, dudando si aceptar la invitación del chico o no, sin embargo, luego de meditarlo solo negó con la cabeza.

—Es muy pronto para eso —dijo Scarlet—. Solo vayámonos.

Sou solo soltó un suspiro y caminó junto a Scarlet hacia el área donde los transportes los llevarían al festival. Mientras Scarlet caminaba junto a Sou por toda la escuela, Violet se presentó con gran puntualidad ante la puerta de Carmine.

Antes de tocar su puerta se dio una última revisada a su outfit. Un kimono morado que su familia le había enviado que estaba en perfecto estado, combinando con el collar que llevaba puesto, herencia de su padre, y una muñequera que fueron un regalo de Scarlet de hace años. Olió un poco la comisura de su camisa, el olor a perfume se mantenía aún después de haber llegado a tal velocidad a la puerta de la chica. Estaba nervioso, sintió un fuerte nerviosismo al tocar la puerta y esperar, sin embargo, quién le abrió no fue Carmine, sino un kimono azul flotante.

—¡Ahhh! —gritó Violet, asustado.

—L-lo siento —dijo una voz femenina, revelando que se trataba de una chica invisible—. Pensé que eras otra persona.

—Pe-pensé que eras un fantasma —dijo Violet, recuperándose del susto—. ¿Eres compañera de Carmine?

—S-si, ella sale enseguida —dijo la chica de pelo esponjoso—. Dame un segundo.

Ese pequeño susto le eliminó sus nervios por completo, había olvidado por completo que, aparte de Amarys, Carmine debía tener otra compañera, en este caso alguien que pudiera hacerse invisible. Pensó que debía ser algo muy útil, el simplemente desaparecer a la vista de todo el mundo, seguramente Scarlet amaría tener esa singularidad, aunque parecía que para poder usarla bien se debía estar desnudo, cosa que ella no haría…¿o si lo haría? En medio de sus divagaciones no pudo percatarse de que Carmine estaba en la puerta.

—¡Oye, ¿me escuchas?! —gritó Carmine, molesta.

Violet agitó su cabeza, volviendo al mundo real. Sin embargo, su mente explotó al ver a su cita. El delicado kimono de Mightyena caía suavemente sobre la piel de Carmine, haciendo resaltar sus muslos y caderas, su pelo, típicamente largo, estaba recogido en una elegante cola de caballo que caía suavemente sobre sus hombros, mientras un delicado maquillaje rosado resaltaba un extraño brillo en sus mejillas y sus ojos afilados resplandecía con aquel rubor que exaltaba sus ojos dorados. Se miraba perfecta, elegante, hermosa, así lo miraba Violet que tardó en expresar palabras.

—Se te van a meter las moscas —dijo Carmine, cruzándose de brazos.

—L-lo siento, es que te vez…

—¿Qué?

—Eres la mujer más hermosa que he visto en toda mi corta vida —dijo Violet, sonrojado.

Aunque una sonrisa orgullosa salió del rostro de Carmine, la chica no pudo evitar sonrojarse, ocultando brevemente su rostro con su mano para evitar que Violet le mirara. Luego de calmarse, la chica caminó de manera elegante hacía él.

—No te quedes ahí, ¿vas a llevarme a la entrada o no? —dijo, ofreciéndole su mano.

—¡Claro! —dijo Violet, tomando su mano—. Estaremos ahí en unos segundos.

—¿Cómo que segun…?

No alcanzó a terminar su oración, Violet tomó su mano, y su cabeza, y usó su singularidad para llegar a la parada de autobús lo más rápido posible. En menos de tres segundos ya se encontraban ahí. Aunque Violet estaba bien, Carmine se mareó ligeramente, tardando un poco en reponerse y acertar un golpe en la cabeza de Violet.

—¿Qué rayos te sucede? Avisa cuando quieras hacer eso —dijo Carmine, molesta.

—L-lo siento, pensé que quería que fuera rápido, chica hermosa —dijo Violet, apenado.

—Sí, pero avisa antes de hacerlo —dijo, cruzándose de hombros—. Bueno, tomemos el transporte.

Violet solo asintió, llevándola directamente a donde estaban los autobuses. El lugar estaba repleto de estudiantes que estaban listos para pasar un buen rato mientras la luna comenzaba a aparecer en el horizonte. El evento duraba de las ocho de la noche hasta las dos de la mañana, momento donde todos los estudiantes debían reportarse en la escuela. Casi seis horas para disfrutar de todo lo que el festival de máscaras les podía ofrecer.

Violet se sentó junto a Carmine, sin embargo, no supo cómo empezar una conversación. Diamond le había dicho que debía buscar temas en común, algo con lo cual pudiesen conectar, pero estar tan cerca de ella y sentir el rose de sus piernas con las suyas lo ponía extremadamente nervioso, intentaba buscar algún tema de conversación, pero solo podía pensar en lo lindo que ella se miraba mientras observaba el bosque desde la ventana del autobús.

—"¿Piensas quedarte callado toda la cita?" —escuchó la voz de Carmine dentro de su cabeza.

Aún no se acostumbraba a tenerla dentro de su mente, se sentía como un pequeño cosquilleo dentro del cerebro.

—Y-yo, lo siento, es que estoy algo nervioso —dijo Violet, rascándose la sien.

—Te entiendo, pocos pueden presumir de salir con alguien como yo, tienes mucha suerte —dijo, acariciando su cabello de forma petulante.

—Lo sé, eres muy hermosa, y nunca antes había tenido una cita, no sé cómo se supone que haga para tener un tema en común.

—¿Tú primera cita es conmigo? Vaya que tienes valor. Pero honestamente, no creo que tengamos algo en común.

—¿Te gustan las carreras?

Carmine lo pensó por un momento.

—En lo absoluto.

—¿Los comics?

—¿Esas cosas que tanto lee mi hermano? Jamás —dijo de tema petulante.

—Y… bueno, no sé qué podría gustarte…

Carmine pareció molestarse al ver que Violet no parecía encontrar un tema de conversación. Honestamente lo esperaba, se notaba a leguas que un chico como él no tendría ninguna oportunidad si no fuera por el doble plan que tenía Carmine, plan que requería fingir un poco de interés en él.

—Mejor cuéntame como es Paldea, suena un lugar interesante para ir.

—Oh, sí que lo es, es famoso por sus enormes planicies donde puedes correr por horas —los ojos de Violet se iluminaron—. Las montañas también son hermosas, y al norte existe un pequeño oasis de flores que seguro te encantaría, son miles de flores hasta donde alcanza la vista.

—Algo así había escuchado, aunque seguro Noroteo tiene mejores paisajes —dijo Carmine con soberbia—. Me gustaría ir.

—Debería, el lugar es hermoso en esta época del año.

—Si tan solo no estuviera hecho un desastre por lo que pasó con los legendarios, ¿quién pudo haber sido tan irresponsable para liberar a cuatro peligrosos pokémon de golpe? Debe ser alguien muy tonto, ¿verdad?

Lo tuvo donde lo quería. Violet se quedó en silencio, intentando buscar alguna palabra para responder. Carmine sonrió de manera maliciosa, había tocado una fibra con la cual podría ejecutar su venganza, solo debía entrar a su mente para saber más, y así lo hizo.

La mente de Violet se volvió una tormenta. Los recuerdos se revivieron en forma de loop una y otra vez. Carmine se vio rodeada de imágenes frenéticas, del fuego, el hielo, la podredumbre y las rocas por todos los lugares que alcanzaban a verse. Gritos de desesperación, pedidos de auxilio, sangre, dolor, mucho dolor, demasiado dolor. Una imagen en particular parecía repetirse, Violet, cubierto de sangre, sosteniendo a una chica que parecía su amiga, un momento demasiado caótico que hizo que Carmine se desconectara de golpe.

Lo había visto, era demasiado dolor para soportar. Iba a decirle algo, pero Violet se sujetaba el pecho y respiraba con fuerza, sus movimientos eran demasiado agitados, como si buscara salir del autobús. Carmine quería venganza, pero en ese momento solo pudo sentir miedo, preocupación por la reacción que había desencadenado en Violet. Lo pensó por un momento hasta que tomó a Violet por los hombros.

—Violet, reacciona, reacciona —dijo Carmine, agitándole—. No es real, estás aquí.

—No, no otra vez…

La mirada de Violet estaba completamente ida, su mente se había quedado clavada en sus recuerdos, Carmine intentó entrar en su mente para calmarlo directamente, pero no podía lograrlo. Tuvo que esperar un rato hasta que Violet la abrazó con fuerza. Se molestó, sin embargo, el sentir como la mente de Violet se aclaraba le hizo repensarse el reclamarle, se quedó quieta hasta que el chico se dio cuenta de lo que hacía y se separó.

—Y-y así es cómo saludan los Bewear en Alola —dijo Violet, fingiendo que nada pasaba—. Una explicación bastante detallada si me lo preguntas.

Carmine arqueó la ceja, confundida de la actitud de Violet, una lectura a su mente le hizo darse cuenta que no quería que ella se diera cuenta de lo obvio, su trauma con lo acontecido en Paldea. Ella lo sabía, sabía lo que ocurrió y deseaba usarlo para humillarlo, sin embargo, el ver esa reacción de niño asustado le hizo sentirse… mal, culpable, algo que jamás había sentido. No estaba segura del por qué, solo negó con la cabeza y decidió seguir el juego.

—Muy explicativo, supongo, Violet —dijo, fingiendo una sonrisa—. ¿Tienes más de estos datos curiosos?

Violet suspiró, aliviado de que su falsa coartada funcionara. Pasó el resto del camino hablando de algunos datos aleatorios que conocía, esperando a que el camión llegará al festival en diez minutos más. Así lo hizo, ambos bajaron del autobús y pudieron conocer de primera mano el enorme Festival de las Máscaras.

El lugar estaba repleto de gente, había muchos más puestos de comida y juegos que la vez que fueron de excursión al museo. También destacaba por la enorme iluminación del lugar, la multitud de diferentes mesas de juego y la increíble cantidad de personas usando diferentes tipos de máscaras, siendo en su mayoría las máscaras de los compatrones, y del ogro. Todo el mundo parecía divertirse, jugando y comiendo en los puestos de los locales.

Scarlet y Sou no tardaron mucho en integrarse. Scarlet se mantuvo callada la mayor parte del camino, Sou también lo hizo, algo que agradecía y le permitía pensar qué esperar en aquella cita. Sabía que debía hacerlo para honrar su trato, sin embargo, debía encontrar la forma de buscarle provecho al asunto, sobre todo con el hecho del pokémon metálico que merodeaba por los alrededores de Noroteo.

Recordar aquella bestia le hizo darse cuenta que no había calculado ningún movimiento desde la última vez que había visto a Kieran. Por extraño que pareciera su mayor preocupación era la cita en la que se encontraba. Podría aprovechar para investigar un poco ahora que estaba cerca, pero la verdad es que no tenía ninguna idea en ese momento por dónde empezar. Aunque sonara raro, en ese momento deseaba pasar un buen rato, cosa extraña en ella. Tal vez era el ambiente que le recordaba tiempos mejores, tal vez la suave charla de Sou o quizás el simple des estrés de la zona, pero había algo que le hizo querer… relajarse un poco.

—¿Quieres jugar algo para atrapar el Diglett? ¿Una bebida? —dijo Sou, apuntando a uno de los puestos.

—Me parece que el juego del Diglett es algo absurdo —dijo Scarlet, volteando a ver otro puesto—. ¿Qué tal los dardos? Pero sin usar tú singularidad.

—De acuerdo, aunque de todas formas tenemos prohibido usarlas fuera de la escuela —dijo Sou, avanzando hacia el puesto.

Scarlet lo sabía, pero quería saber la precisión del chico sin su habilidad de controlar el metal. Sou aceptó, comprando unos tiros para ella y él. Ella sería la primera en tirar, nueve dardos para nueve globos, una jugada que Scarlet pudo dominar sin problemas.

—Debí haberlo esperarlo de alguien que sabe lanzar tan bien la lanza —dijo Sou, cruzándose de brazos.

—No es muy diferente a usar una lanza, sólo son más pequeñas, perfectas para matar a alguien sin que lo sepa.

—Sí, pero es mejor si lleva un poco de veneno paralizante, así la víctima no hace ruido, ¿verdad? —dijo Sou, arqueando la ceja.

Scarlet no pudo evitar sorprenderse al escuchar la forma tan sería con la que respondió a su comentario, como si pudiese entender un poco de su forma de ver la vida, cosa que le hizo lanzar una pequeña sonrisa. Sou tomó uno de los dardos y lo lanzó, logrando acertar, el chico resultaba ser más interesante de lo que pensaba.

—¿Cómo fue que descubriste tu habilidad de controlar el metal? —preguntó Scarlet, curiosa.

—Hmm, fue con mi padre, es un famoso herrero en Galar y me enseñaba el negocio de la creación de armas, y un día logre mover una espada de bronce para cortar una barra de pan —dijo, dando otro tiro en el blanco—. Se asustó al inicio, pero el ver que podría mejorar la producción le hizo muy feliz, al menos hasta que me enviaron a la escuela de singulares.

—Ya veo, resultó ser útil para el negocio —dijo Scarlet, observando como Sou seguía acertando—. ¿Qué límites tiene?

—Lo más grande que he logrado mover es una prisión entera de metal, pero es agotador —acertando el penúltimo—. ¿Y qué tal tú? ¿Cómo funcionan las visiones?

—Me gustaría saberlo también, pero son estúpidamente esporádicas —al ver que Sou estaba a punto de ganar, Scarlet se acercó a él, poniendo su mano en su hombro—. Supongo que aún estoy descubriendo cómo usarla.

Un leve sonrojo se presentó en Sou, desconcentrándolo lo suficiente para que fallara su tiro, perdiendo el juego. Scarlet sonrió de manera burlona, dando un paso hacia adelante, le gustaba ganar. Sou suspiró, aceptando la derrota del juego, e invitándole como trofeo una bebida que la holder aceptó.

Aunque a Scarlet le pareció graciosa la situación, admitía que estaba pasándola bien hablando con Sou, fuera de esa aura psicópata que parecía tener, cosa que le agradaba, le hacía sentir un extraño confort que no había tenido en muchos años. Disfrutaba estar ahí con él.

Mientras avanzaba pudo encontrarse a sus compañeros pasando por ahí. Platinum comía hamburguesas con su novio en un puesto, ambos hablaban de manera muy tranquila, amena. Violet parecía estar distrayendo a Carmine con sus malos chistes, algo que honestamente parecía funcionar, no pudo evitar que se le escapara una sonrisa al recordar alguna de sus malas bromas. Schilly parecía estar con un chico de cabello castaño, se tomaban de las manos y miraban a las estrellas, parecían pasarla bien. Todo parecía estar bien, en calma.

Llegaron a las bebidas, y mientras Scarlet observaba con detenimiento como el barrista preparaba su trago, al fondo pudo ver a una persona que le parecía familiar. Se trataba de Kieran, el chico estaba parado frente a un puesto de manzanas acarameladas, llevaba puesto un Kimono blanco y llevaba colgando en su cabeza una máscara de lo que parecía ser Ogerpon. A su lado estaba esa chica que había visto en la secta ocultista. Ambos parecían estar charlando de manera amena, con Kieran mostrándose con esa actitud tímida y temblorosa, sonrojado, ofreciéndole un caramelo a su cita. Scarlet pudo sentir una extraña sensación en el estómago al verlo, no sabía cómo expresarlo, solo no se sentía cómoda viéndolos, como si quisiera ir ahí, hablar con Kieran, pero no entendía el por qué, solo negó con la cabeza y volvió con Sou, quien le ofrecía la bebida.

—Toma —dijo el chico.

—Gracias —dijo Scarlet, tomando el vaso y bebiendo un poco.

—Así que, no sabes cómo controlar tus visiones, ¿al menos sabes que las puede detonar? —preguntó Sou, arqueando la ceja.

—No he encontrado alguna correlación evidente —dijo, mirando su bebida—. Tengo a esa chica Crystal que me ha dicho que encuentre algún vínculo, pero no puedo ver algún conexión real.

—Hmmm, tal vez sea algunas de esas cosas emocionales que dice Diamond —dijo Sou, recargándose en la barra.

—Créeme, si fuera tan obvio ya lo habría descifrado —reconoció Scarlet—. Solo debo esperar que no ocurran en el momento menos esperado y estaré bien.

Sou solo asintió con tranquilidad. De pronto su teléfono comenzó a sonar, el chico abrió su teléfono y leyó el mensaje que ahí se expresaba. Su rostro mostró un poco de preocupación luego de cerrarlo de golpe.

—¿Podrías esperarme unos dos minutos? Debo arreglar unos asuntos rápidos.

Scarlet solo asintió, al final de cuentas era su cita. Sin embargo, cuando Sou se fue, Scarlet volvió a sentir esa extraña incomodidad en el cuerpo al ver a Kieran con Amarys. No entendía qué le pasaba, solo se sentía mal. Bebió de un golpe su bebida, le hubiese encantado que tuviera algo de alcohol para poder ignorar las molestias que tenía. Sin embargo, al pedir otra, sintió como una fuerte corriente eléctrica recorría su cuerpo.

Se retorció mientras su mente era llevada a otra visión. Las imágenes volvieron a su mente, imágenes de aquella bestia apareciendo en el museo, destruyéndolo, atacando los objetos con sus enormes garras de acero y aliento de hielo, enfocándose en una placa que no pudo ver al completo.

Su mente volvió luego de unos segundos, la visión se había ido. Volteó de inmediato a ver el museo, el cual parecía en completa calma, como si nada lo perturbara. Era la cuarta visión, y necesitaba saber si aquella bestia atacaría o ya había atacado, y sabía quién podría ayudarla.

De un brinco caminó a toda prisa con Kieran. El chico se mantenía alegre, riendo un poco con Amarys hasta que Scarlet llegó de manera abrupta.

—Ho-hola Scarlet —dijo Kieran, sorprendido.

Amarys, aunque hace unos momentos reía con alegría, al ver a Scarlet puso un rostro serio.

—Señorita Scarlet, es de mala educación interrumpir una charla privada.

—Lo lamento, Amarys, pero necesito hablar con Kieran.

—¿Y lo que quieren hablar es más importante que nuestra cita? —dijo Amarys, molesta.

—Es mucho más importante que tu patético intento de ligue adolecente —exclamó tomando a Kieran del brazo—. Ven conmigo.

Scarlet trató de jalarlo, pero Kieran le detuvo. La chica miró molesta al chico, pero este se quedó parado y miró a Amarys.

—¿Nos dis-disculparías un momento? Volveré rápido —dijo Kieran a Amarys, algo nervioso.

—Me parece una falta al protocolo, pero está bien, iré por bebidas —dijo Amarys, acomodándose las gafas.

—Si ya terminaron, tenemos asuntos que resolver —dijo Scarlet, molesta, jalando al chico.

Amarys suspiró y se apartó de ellos, permitiendo que Kieran fuera con Scarlet a un sitio con mucha menos gente.

—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Kieran, confundido.

—El monstruo que me atacó, ¿ha atacado el museo antes?

Kieran de inmediato se llevó las manos a la cabeza.

—N-no, ¿acaso sabes si piensa atacar?

—Creo que sí —dijo, cerrando los ojos—. ¿Nada ha atacado el museo en estos años?

—N-no, el sitio siempre ha sido un lugar sagrado sin un accidente —Kieran pareció asustarse— ¿Crees que ocurra algo?

—Va a ocurrir, y necesito evitarlo —dijo, buscando en la pequeña bolsa que llevaba la daga que Sou le había regalado—. Necesito tu ayuda, tenderle una emboscada.

—Pero el museo está cerrado, no hay forma de entrar.

—Vamos, trabajaste ahí, debes saber si hay una forma.

—Bueno, pero si entro sin permiso podrían despedirme y…

Scarlet tomó a Kieran por los hombros, agitando levemente y mirándole directamente a los ojos.

—Escúchame, Kieran, esa cosa volverá a aparecer y destruirá todo, si queremos detenerlo debemos entrar ahí y ahora, ¿de acuerdo?

Kieran tragó saliva, estaba asustado, sin embargo, tener a Scarlet tan cerca le hizo sonrojarse levemente. Luego de cerrar los ojos, el chico asintió.

—De acuerdo, sígueme.

Ambos chicos emprendieron camino hacia el museo, buscarían la entrada trasera que Kieran conocía y por la cual podrían infiltrarse. Mientras se marchaban, Violet pudo verlos a lo lejos. Le hubiese gustado ir, pero en ese momento prefería continuar comiendo junto a Carmine, jugando al juego de "Atrapar al ogro".

Era un juego sencillo, apenas conseguir una determinada cantidad de bayas en un cierto tiempo. Carmine era la mejor en aquel juego, pero aunque quiso hacer un enfrentamiento directo para ganarle a Violet, al final decidió hacer equipo para probar una versión mucho más difícil. Para Violet, correr sin usar su singularidad era demasiado complicado, más cuando Carmine le pidió que no lo hiciera.

—¡Espanta a esos pokémon! —gritó Carmine, corriendo con unas bayas en sus brazos.

—¡En eso estoy! —gritó de vuelta Violet.

El chico lanzó a su Skeledirge para que se encargará de los Munchlax que buscaban quitarle las bayas obtenidas. El pokémon de fuego, junto al Morpeko de Carmine, hicieron un buen combo para ahuyentar a los pokémon enemigos y permitirles a sus entrenadores ganar el concurso. La campana sonó, los puntos se contabilizaron y ambos lograron sacar el mayor puntaje en la segunda categoría. Al hacerlo, ambos dieron un salto de alegría.

—¡Lo sabía, sigo siendo la mejor! —gritó Carmine, orgullosa.

—¡Estuviste excelente, chica hermosa! —replicó Violet, feliz.

—Lo sé —reconoció de manera arrogante—. Bueno, también tú estuviste bien, bien hecho —guiñándole el ojo.

Violet se quedó impactado al escuchar el cumplido de Carmine, sonrojándose y lanzando una enorme sonrisa de satisfacción, era la primera vez que ella le decía algo así. Luego de recibir su premio, ambos caminaron de vuelta al festival.

—¿Cuánto tiempo tienes jugando a esto? —preguntó Violet.

—Desde que era niña, jugaba con mi hermano, pero el renacuajo apenas y podía conseguir bayas —dijo, cruzándose de brazos—. Era bueno jugar junto a él, pero últimamente se ha vuelto más errático y no está tan interesado, no debió superar la pubertad todavía.

Violet recordó de inmediato que había visto a Scarlet con él, además, recordó que ella le había amenazado con que se alejaran de su hermano. De inmediato su cuerpo se tensó, intentando poner en blanco su mente para que Carmine no la leyera y se enterara del asunto, sin embargo, cuando la volteó a ver y ella solo esbozó una enorme sonrisa se dio cuenta de que no estaba usando su habilidad, cosa que lo hizo sentirse aliviado.

—Oye, tengo algo de hambre, ¿no piensas comprar algo de comer? —dijo Carmine, poniendo sus manos en sus caderas.

—Cla-claro, vamos a tomar algo.

Carmine le dio la excusa perfecta para poder despejar sus pensamientos. Fueron a un puesto donde vendían algunas cosas fritas y Violet pidió algo para su cita, y unas bebidas. Mientras esperaba, el chico pudo ver de reojo a Sou, el chico parecía molesto, irritado, moviendo entre sus manos una esfera de metal y mirando a todos lados, seguramente buscando a Scarlet. De inmediato recordó las palabras de Diamond sobre cómo era Sou cuando estaba molesto, pensó en buscarlo para avisarle de su amigo, pero Sou se le adelantó y se fue, caminando hacia el bosque.

—¿Ahora qué te ocurre? —preguntó Carmine.

—¿Ah? No, nada, solo que vi a Sou y me preocupe.

—¿Sou? Debe estar pasándosela bomba con tu amiga —dijo Carmine con una risa cínica.

—Sí, eso creo.

Violet rió de vuelta, nervioso. Intentó tomar su refresco, pero su nerviosismo le hizo soltarlo. La botella cayó al suelo y rodó un poco por el piso hasta rebotar en unas piernas oscuras. El chico se acercó a lo que parecía ser un niño que tomó de manera curiosa el refresco, mirándolo fijamente.

—Disculpa, creo que eso es mío —dijo Violet.

El niño de inmediato se quedó quieto, comenzó a temblar y corrió en la dirección contraria.

—¡Oye, devuelve eso, ladrón! —gritó Carmine, molesta.

Ambos corrieron detrás del supuesto niño, alejándose del festival hasta llegar a unas escaleras que llegaban al Monte Ogro. Al subir las escaleras, el niño soltó el refresco y subió hasta lo más alto, esperando que Violet y Carmine le dejaran en paz.

—Oh no, ya se agitó todo —dijo Violet, frustrado.

—Eso no fue muy educado de tu parte, mocoso —gritó Carmine, molesta.

Al retroceder el niño se tropezó, dejando caer por las escaleras su máscara verde, resquebrajándose por la mitad al momento de llegar a los pies de Violet. El chico tomó la máscara, el material era muy diferente al del empleado por Ruby, era un trabajo artesanal, hecho en metal y gemas relucientes, no podía tratarse de una simple máscara. Sin embargo, al volver a ver al niño, la sorpresa de ambos fue mayor.

—¿T-tú eres Ogerpon! —gritó Violet, sorprendido.

—¡¿El ogro es real?! —gritó Carmine, igual de sorprendida.

Al escuchar esos últimos gritos, Ogerpon se dio la vuelta y huyó dejando a ambos en soledad y con la máscara rota. Violet estaba impresionado, nunca imaginó que Ogerpon realmente se atreviera a aparecer frente a los humanos, mucho menos que se camuflara de esa forma para celebrar una festividad que, en esencia, enaltece su caída.

—Wow, enserio vimos a Ogerpon —dijo Violet, sorprendido—. Cuando Scarlet lo sepa ella…

No terminó su oración, Carmine se acercó a él, lo tomó del cuello de la camisa y lo alzó con fuerza. Violet se asustó al volver a ser cargado por ella.

—Escúchame con claridad, no le dirás a nadie que vimos a Ogerpon, ¿de acuerdo?

—Pe-pero, ¿por qué? —dijo Violet, asustado por los ojos de fuego de su cita.

—Si Scarlet lo sabe será cuestión de tiempo que mi hermano lo sepa, y con lo obsesionado que está con Ogerpon es seguro que terminará adentrándose en el Monte Ogro y se hará un lío —Carmine miró directamente a los ojos de Violet—. Júrame que no le dirás a nadie.

—L-lo juro —dijo Violet, siendo soltado—. Aun así, debemos entregarle su máscara.

—Lo sé, lo sé —Carmine tomó la máscara del pokémon—. Mi abuelo puede arreglarla, luego lo buscaré.

—No podrás hacerlo sin mi ayuda —dijo Violet, poniendo su mano en su pecho—. Déjame ayudarte en esto de Ogerpon, por favor.

Carmine se le quedó mirando por un rato, analizando si aquello sería una buena idea. Luego de pensarlo la chica asintió con la mirada.

—De acuerdo, será nuestro secreto, pero ni una sola palabra a nadie, si me enteró que se lo dijiste a Scarlet haré que tu cerebro se convierta en papilla.

—No necesitas amenazarme, soy bueno manteniendo secretos —dijo, sonriendo.

—En ese caso, volvamos a la fiesta, antes de que Blue nos encuentre —dijo Carmine.

Ambos volvieron al festival, guardando celosamente el secreto del avistamiento de Ogerpon de Kieran y Scarlet. Aquellos chicos, ajenos a los eventos, habían logrado infiltrarse en el museo por la puerta trasera que el chico conocía.

El museo solo estaba resguardado por un viejo guardia que poco o nada se interesaba en vigilar, solo miraba por las cámaras y comía donas a la espera de su fin de turno, así que solo debían evadir las cámaras y podrían estar seguros de que nadie los molestaría.

—¿Estás segura que el monstruo estará aquí? —preguntó Kieran, agachándose y moviéndose entre los pasillos.

—Casi puedo jurarlo, Kieran, solo necesito encontrar el lugar exacto donde aparecerá —Scarlet se detuvo detrás de un estante de una estatua—. ¿Tienen un sótano?

—Solo la bodega.

Scarlet pensó por un momento, en la visión que había vista pudo visualizar a la serpiente destruyendo varias exhibiciones de madera pulida, en especial una extraña roca la cual el monstruo intentó destruir con todo su poder. El hecho de que fuera una bodega le hizo dudar un poco de su visión, sin embargo, ya estaban ahí, valía la pena investigar ese lugar de todas formas.

—Llévame ahí.

La bodega pasaba por la sala de empleados y un enorme pasillo que, para su fortuna, no tenía cámaras, por lo que podían caminar sin problemas una vez que llegaron ahí. Scarlet seguía con sigilo a Kieran, quien era el que iluminaba el camino con una pequeña linterna de juguete en forma de Furret que había ganado en el festival.

—¿Cómo es que sabes que aparecerá la serpiente ahí? —preguntó Kieran, revisando por las ventanas que nadie los viera.

—Supongo que puedo decírtelo —dijo Scarlet, acercándose—. Tengo una singularidad que me permite ver visiones del futuro y el pasado.

—¡Wow! —dijo Kieran, impresionado, pero Scarlet le reclamó que bajara la voz— Lo siento, pero es que suena una habilidad muy cool.

—Tú optimismo está fuera de lugar, Kieran, aún no he podido controlarla, pero si me dices que nunca han atacado este lugar, entonces esa visión es del futuro, un futuro cercano seguramente.

—Había escuchado rumores de que los singulares tenían habilidades que rozaban la ciencia ficción al controlar el espacio y el tiempo, debe ser genial.

—Te equivocas de nuevo, no "controlo el tiempo", simplemente tengo malditas visiones aleatorias que son más una molestia que una ayuda real —dijo, deteniéndose cuando Kieran se paró—. ¿Es aquí?

Kieran asintió. La bodega si estaba bajo vigilancia, por lo que tendría que entrar de forma aún más sigilosa, evadiendo las cámaras que Kieran recordaba que había. Abrieron la puerta con lentitud y cuidado, entrando en cuclillas a la enorme habitación.

Scarlet pronto se dio cuenta que las cosas no cuadraban. Aunque la iluminación era similar al de la visión, no había ninguna exhibición, solo montones de cajas de madera y plástico con comida y algunos materiales, además de algunas reliquias rotas en cajas de vidrio desgastado, nada que sugiriera que ahí hubiera otra exhibición.

—¿Estás seguro que no hay otra maldita habitación en planta baja? —preguntó Scarlet, molesta.

—S-sí, es todo lo que hay, es esto y el lugar de desembarque —dijo Kieran, apenado—. ¿No habrá sido algo del pasado lo que viste?

—Si no hubo ataque, entonces no, pero el maldito lugar no concuerda —Scarlet se sentó en el suelo, metiendo su mano en una de las cajas abiertas—. Solo hay objetos perdidos, este no puede ser el lugar.

Scarlet se limpió el rostro, estresada e intentando pensar qué debía hacer ahora. Kieran solo la siguió, sentándose a su lado y pensando en que hacer, que decirle, se le miraba demasiado frustrada.

—Lo lamento, pero no creo que haya otro lugar parecido a un sótano —dijo Kieran, apenado.

—¿No tienen alguna sala secreta o algo? —preguntó Scarlet.

Kieran negó con la cabeza, en la capacitación les daban una copia de la arquitectura del lugar y nada sugería tener un lugar ocultó. Scarlet suspiró, derrotada, pensando que debía hacer. Era obvio que el ataque debía ser algo del futuro, pero ese no podía ser el lugar. En ese momento se sentía como una idiota por no haber pedido la ayuda de Crystal antes.

Dio un fuerte respiro, necesitaba pensar en su siguiente movimiento. Sus ojos giraron directamente a Kieran quien ocultó la mirada al ser descubierto observándola. Estaba callado, retraído, muy diferente a como era cuando empezó a tomar confianza con Amarys. Scarlet movió su cabeza, curiosa.

—¿Qué tal estuvo tu cita con esa chica? —preguntó Scarlet, confundiendo a Kieran.

—¿A-Amarys? Bien, es una buena amiga —dijo Kieran, nervioso.

—¿Amiga? He visto a Lechonks en celo menos enamorados que esa chica —dijo Scarlet, manteniendo un rostro serio.

Kieran se sonrojó de inmediato, moviendo sus manos con nerviosismo.

—N-no es cierto, ella ha sido una buena amiga desde que nos conocimos, pero es la primera vez que me invita al festival —dijo, cruzándose de brazos—. N-no creo que le guste, no soy ese tipo de chico.

—Si tú lo dices —dijo Scarlet, haciendo una mueca.

—En-enserio, no soy bueno conociendo chicas, o chicos, en general a personas —admitió Kieran—. Menos a una singular, ustedes son tan geniales con sus habilidades y yo solo soy un normie, débil, n-no creo ser un buen partido.

Scarlet no pudo evitar sentir algo extraño dentro de ella.

—Oye, Kieran, estoy segura de que una chica sería afortunada en tenerte —dijo, pero algo en esa frase le hizo sentirse aún más rara.

—¡¿T-tú lo crees?! —preguntó, ligeramente emocionado.

Scarlet no pudo evitar sonrojarse al ver que Kieran se acercó tanto a ella. Miraba al chico y sintió cómo su corazón comenzaba a latir con fuerza y su respiración se volvía agitada, como queriendo acercarse a él. Era un sentimiento parecido al que había tenido con Sou, pero mucho más fuerte, sintiendo una extraña necesidad que esta vez notó como más obvia.

Algo le estaba pasando, la última vez que vio a Kieran solo podía verlo como eso, un sujeto molesto que resultaba ser útil, pero ahora lo miraba con otros ojos, un cambio demasiado radical para ella, había algo que le estaba afectando su forma de interactuar con los demás. Intentó buscar que debía ser, encontrar donde las cosas habían cambiado, donde sus emociones habían mutado de forma tan drástica. Se había sentido rara desde la clase de Blaine, y más aún cuando se probó el kimono, y lo único que relacionaba esos dos eventos era Ruby. Intentó recordar si alguien le había dicho la singularidad de Ruby y, en efecto, nadie se lo había dicho, fue entonces que lo tuvo claro.

—Maldito Ruby hijo de perra —dijo Scarlet, molesta, levantándose de golpe.

—¡Espera, Scarlet! —gritó Kieran, pidiéndole que no se levantara.

Pero lo ignoró, de inmediato Scarlet se levantó y arrancó parte de su kimono con violencia, eran esas malditas ropas las que la habían cambiado, le habían vuelto una cursi adolecente con problemas de soledad, y no estaba dispuesta a soportarlo un minuto más. Kieran se sonrojo al ver como Scarlet se quitaba la ropa, pero pronto se tapó la cara para no verla desnuda, cosa que no pasó pues Scarlet se detuvo en las prendas que protegían sus partes privadas, arrojando las partes de su kimono por todos lados.

Fue una de estas partes de ropa que golpearon una sábana que cubría una enorme roca que al contacto quedó al descubierto. Aunque aún estaba molesta, la enorme piedra llamó su atención.

—Es la misma piedra que mi visión —dijo Scarlet.

Kieran se descubrió la cara y se acercó con curiosidad a la antigüedad. Se trataba de una enorme piedra que contaba la historia de los compatrones en el Monte Ogro, la leyenda que todos conocían, sin embargo, había un elemento nuevo. Además de los compatrones, y de Pecharunt, estaba la figura de una enorme serpiente rodeándolos, aquella serpiente era exactamente la misma que Scarlet había visto, junto a una inscripción con su nombre en lenguaje antiguo.

—Metalux —dijo Kieran—. Conozco el viejo lenguaje.

Scarlet estaba demasiado confundida al ver esa cosa junto a los compatrones. Además, no solo era eso, en la roca podía notar varias fisuras irregulares, grietas que parecían emerger de por dentro de la piedra y que la decoloraban. Scarlet pasó sus dedos por aquellas grietas, sintiendo la porosidad de las mismas.

—Erosión por byte-frost —dijo Scarlet—. El ataque sí fue en el pasado, pero uno demasiado remoto.

—¿Entonces esa cosa, Metalux, atacó este lugar en el pasado? —preguntó Kieran.

Scarlet asintió, al final de cuentas aquello sí fue una visión del pasado, pero al menos le arrojaba luz al saber que aquel "pokémon" estaba relacionado con los compatrones. Para su desgracia, aquella piedra tenía aún más información. En la parte inferior, aún cubierta por una manta yacía el dibujo de un escuela, en ella se podría ver el fuego alzarse, los cuerpos tirados y Metalux poniéndose al servicio de una chica portando una espada, esa chica tenía una figura muy parecida a la de Scarlet, y en su descripción decía.

—"La destructora de los singulares" —dijo Kieran, con un tono preocupado.