Disclaimer: Todo lo que puedan reconocer, lamentablemente no es mío (sería rica o pasarían cosas muy diferentes).
Capítulo 7
Kotoko anduvo en puntillas en torno a Irie-kun lo que restó de la semana. No esperaba que hiciera alusión al vergonzoso episodio protagonizado, pero temía morir de combustión espontánea por sus penosas palabras.
Había perdido la confianza y no actuado como la madura joven que era. Y ni siquiera le había permitido hablar, aunque tampoco había tapado su boca ni tenía que ser ella la que dominara la conversación; él siempre había sido bueno para callarla si no la quería oír o hacerse escuchar.
Sin embargo, pese a esa estrategia de afrontamiento, no tuvo que preocuparse. Irie-kun mantuvo su compostura esos tres días, sin hacer amago de tocar el tema en las veces que se quedaban a solas. Fue amable y profesional como acostumbraba —por alguna razón desconocida inquietándole ligeramente—, comportándose cual jefe fácil de admirar.
En ese mismo momento ella asentía, agradeciendo la corrección y sugerencia de mejora en una propuesta de contenido suya, con un ángulo que no habían podido ver ninguno de los miembros del equipo. No la había hecho sentir tonta, ni ignorante, sino había valorado la originalidad de su visión —aduciendo que ni a él mismo se la habría ocurrido— y añadido algo que su ingenio superior había detectado.
Reunirse con él para esos fines no resultaba tan mal.
Con ello, se asentó un buen ánimo que predominó las siguientes semanas.
ooOOoo
Eso era más lo que habría esperado sentir con su cita, pensaba un lunes de julio Kotoko, atrapada en la parte trasera del repleto elevador, junto a Irie-kun.
Con el efecto de sus cubiertos brazos pegados y la remanente sensación en su piel al rozarse sus manos, tenía una chispa que no había existido en su salida del viernes. El conocido comensal de su padre —con el que su amiga rubia le había concertado una cita— no había provocado nada en ella, ni por lo simpático que era.
La intuición de Christine había fallado; cumplía con los requisitos en los gustos de Kotoko, opuestos a los de su amiga, pero no iba a avanzar en una relación, ni cayéndole bien. Si había durado dos meses con Taketo-kun, habiendo agrado y una pizca de química, con el protagonista de su cita a ciegas no pasaría de dos semanas, menos llegaría a los besos (y estos con su ex novio no le habían provocado mariposas como con Irie-kun).
Igual que una cita con Kin-chan (sin la familiaridad, claro), le había escrito a la inglesa, para que con pocas palabras se entendiera su resumen de la cena.
Kotoko suspiró internamente, mirando los números en la pantalla. Había salido mal su primer intento al regresar al mundo de las citas —que si no hubiera sido propuesto repentinamente y a ciegas, no habría retomado todavía—. Era frustrante que el hombre prohibido y opuesto a su compañía tuviese más éxito con ella que alguien abierto a esta; asimismo, era desconcertante cómo un breve contacto de sus dorsos suscitara una reacción eléctrica en todo su cuerpo y el "fantasma" de su toque en su brazo la mantuviera con el pecho contraído.
¿Qué había sido de su aparente superación del asunto? ¿Había alguna consecuencia no documentada sobre lo que hacía en ti tu primer amor o el primer hombre con quien te habías acostado?
¿Era porque no se habían tocado piel con piel desde esa noche?
¿O por eso muchas mujeres permanecían con el primer hombre que conocían sexualmente, atrapadas en las secuelas del acto en cuestión?
Quiso bufar. Aunque gozaba de muchos beneficios del movimiento, no podía llamarse feminista (a falta de convicción en educarse en temas), pero esa ocurrencia era ridícula y sabía que un gran número de mujeres continuaban con un hombre más por obligación, costumbre o falta de medios que por un hecho carnal.
Deseó que los números pasaran más rápido.
Finalmente ocurrió y aprovechó la caballerosidad de Irie-kun y otros para salir disparada de la cabina. No obstante, le esperaba otro mal rato en la oficina; apenas unos minutos de llegar a su cubículo, Daisuke se levantó de su asiento en un brinco, acorralándola.
—Te vi el viernes cenando con un hombre muy guapo, ¿es tu novio?
—Eh, ¿por qué no te acercaste a saludar? —replicó en un inútil intento de desviar el tema.
—¿Escuché novio? —Esa fue Mariko, otra fácil en atrapar los chismes y causar revuelo. —Cuenta, cuenta, Kotoko-san, eres reservada de ese tema.
—Anda, presume de ese bombón con un rutinario novio como yo y a una desafortunada soltera como ella —invitó Daisuke, antes de erguirse de golpe. —Buenos días, Irie-san.
Cómo conseguía reconocer la presencia de su amor platónico, aun a espaldas, era un misterio para Kotoko, que se dio la vuelta con sus compañeros.
—Buen día. —Que no mencionara su negligencia de iniciar a trabajar era un alivio—. Aihara, tengo un asunto que hablar contigo.
Asintió y cogió un cuaderno para apuntar. Utilizar el método tradicional, descartando la tableta, ayudaba a recordar más detalles de las reuniones.
Mariko alzó sus pulgares deseándole suerte, mientras Daisuke miraba el trasero de su jefe (haciéndola rodar los ojos, evitando recordar la textura y apariencia de este), así Kotoko se perdió el momento en que se agregaban dos personas a su comitiva. Notó que eran otros creadores literarios como ella y se entusiasmó por el misterioso motivo de su junta, en la que su supervisor no estaría por un viaje de investigación valioso.
Fiel a su hábito de ir al grano, Irie-kun no tardó en explicarles del nuevo proyecto que debían comenzar. La idea básica le resultó familiar y conforme escuchaba las predicciones futuras de esta reconoció una antigua discusión con Yuuki-kun, la cual le hizo alegrarse por ser útil para la empresa, como otras de sus aportaciones.
Incluso con eso, le cayó de sorpresa que la señalara como encargada de representar al grupo en ello, y asombrada se perdió las siguientes palabras de Irie-kun, pero reaccionó ante las frases entusiastas de sus compañeros.
No podía creerlo; ellos tenían más tiempo en la empresa, y aun cuando eran buenas personas, no parecía justo que le dieran esa responsabilidad importante. Tuvo la duda si la parte perdida explicaba la sinceridad que demostraban los demás, mas decidió aceptar y tomar con seriedad esa prueba de confianza, acordando una serie de pasos con sus compañeros, utilizando lo aprendido en su club de campamento para liderar.
Irie-kun se fue aparentemente satisfecho, no bien ella lo buscó unas horas más tarde, con la excusa del nuevo proyecto, para satisfacer su inquietud a solas.
Él pareció tenso de verla y faltó naturalidad a su simpatía al indicarle el asiento frente a su escritorio. Probablemente no tuviese un día magnífico y perder el tiempo con ella, cuando acababa de asignarle una tarea que la mantendría ocupada un rato, lo empeoraba.
—No quiero tardar —advirtió sentándose, dubitativa.
Lo escuchó inspirar, claramente irritado, pero vio su intento en permanecer impávido. No lo juzgó, todos tenían días malos y era la primera vez que le veía en esa reacción notoria; realmente no estaba atacándola ni intentando ser obvio en su renuencia.
Aunque no lo habría creído, aprobó tener ese lado más humano. Le agradaba su actitud habitual y su modo de ejercer su puesto, pero de vez en cuando reconfortaba no tener un robot en la oficina.
(Casi era familiar.)
—¿Qué sucede?
—Esta responsabilidad que tengo… ¿es por ser conocidos?
Irie-kun bufó, negando.
—Eso demeritaría tu capacidad, como la mía. No tomo esa clase de decisiones a la ligera. Te vi ascender al puesto cincuenta con poco tiempo de preparación.
—Oh.
—Además, si no hubieras fantaseado durante mi explicación, sabrías que mi padre tuvo más peso en el asunto, porque tú eres la autora intelectual y se retrasó unos años para que pudieras reclamar tu lugar, lo que no se me informó hasta ahora.
Se sonrojó por la llamada de atención y comprendió por qué no estaría tan a gusto con darle esa tarea, pues Shigeki-san había remarcado su autoridad y guardado información de él. Aparte, acababa de cuestionar la forma de trabajar de él, que se había encargado de apaciguar malos ánimos al grupo, poniéndolos en contexto.
Debía haberse quedado callada… y olvidarse un momento que sus familias eran amigas, porque con otro jefe no se habría atrevido a averiguar la verdad.
Asintió y otra vez prometió dar su mejor desempeño. Luego se escabulló, tenía mucho trabajo.
Y la tensión en esa oficina era mucha, después de ese comienzo en el ascensor.
Si el fin de semana Naoki se había alegrado de la noticia dada por su padre acerca de lo que se venía para Kotoko, el lunes siguiente eso se había evaporado temprano, tras oír el acontecimiento en la vida de ella el viernes anterior.
Como idiota, no se esperaba que Kotoko permaneciera célibe mientras él esperaba su tiempo para atacar, tras dejarla descansar la incomodidad y sorpresa de su noche juntos.
Por un lado, deseaba no haber escuchado a su trabajador, amargándose la semana, pero por otro agradecía la advertencia que le daba.
Tenía que moverse.
Se sentía furioso y debía planear bien cómo proceder ahora, porque no podía perderla en definitiva. Si más adelante, después de intentarlo bien, lo hacía, trataría de resignarse. No antes de probar lo que podía ser una relación estable entre los dos.
Maldijo, golpeando la bolsa de arena en el gimnasio de su edificio. Era un estúpido y pusilánime.
Ya no podía continuar así, reaccionando y no tomando la iniciativa. No debía seguir repitiéndose que sería activo y nuevamente dejar que la incertidumbre lo dominara.
Si no tomaba las riendas y le hacía saber que le gustaba, que quería estar con ella, volvería a vivir la separación de la universidad, pero podría ser peor, viéndola encontrar a un hombre con el que se casara y formara una familia, definitivamente robándole cualquier oportunidad.
Necesitaba decirle que deseaba enamorarla y ser el único hombre de su vida. Confesarle que él sí sabía mucho de ella, lo bastante que podía obtener sin permitir que su secreta atención saliera a la luz, dado que era un cobarde.
E iba a serlo un poco más, debido a que distraerla en ese importante proyecto era de imbéciles.
NA: Irie es pura palabrería, él no es de iniciativa en el amor ja,ja.
Qué bueno que sufra porque ella no lo espera XD, aunque Kotoko anda con calores sospechosos.
Besos, Karo.
