La melodía resonó a lo largo de la helada montaña, haciendo que cientos de animales cayeran de los árboles y refugios, al igual que los héroes cuyos cuerpos yacían conscientes pero inmóviles en el manto nevado.

Los ojos de Zoro se clavaron amenazadoramente en el villano de cabello crespo violeta, mientras observaba sus concentrados ojos verde esmeralda que no se despegaban de una tableta de luz proyectada en sus manos, en la cual, con curiosidad, el villano escudriñaba el archivo de Roronoa, leyendo las notas y estadísticas que contenía.

—Oh, uno de los peligrosos. —Pronunció con interés, mientras continuaba leyendo los datos.

—No podemos permitir que recuperes tu movilidad... —Dijo, golpeando la mejilla de Roronoa.

Aunque el pirata lo miraba con hostilidad, el villano permaneció imperturbable y tomó una enorme bocanada de aire que infló desmesuradamente sus pulmones. Las venas de tanto el pirata, como los heroes, se marcaron drasticamente y el aire se volvió denso, mientras las plantas a su alrededor parecían marchitarse al simultáneamente, el trio perder el conocimiento al quedar privados de oxígeno.

—Te robaré el oxígeno unos momentos en lo que llega mi compañero. —Pensó acariciando a mejilla del pirata inconsciente.

—Solo se paciente cariño. —Susurró mientras pasos se esuchaban avanzando en la nieve.

Sus mentes se nublaron, cayendo en un profundo sueño donde la oscuridad los rodeaba por completo, privándolos de la capacidad de escuchar, ver, oler o sentir... por lo que quedaron sumidos en un vacío total, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.


La brisa marina soplaba con fuerza, llevando consigo el murmullo de varias voces que sonaban como susurros en el ambiente. El cuerpo de Tokoyami, antes entumecido, ahora se sentía cálido bajo los rayos del sol que acariciaban sus musculosos brazos descubiertos.

A medida que su consciencia volvía, comenzó a percibir con detalle su entorno. Su vista se aclaraba gradualmente, revelando la escena ante él. El frío bosque que lo rodeaba había desaparecido por completo, y ahora se encontraba de pie en los restos de un enorme barco de madera, rodeado por el mar y los escombros flotantes con decenas de hombres aferrandose a los restos del naufragio para evitar ahogarse en las aguas turbulentas.

Con el corazón palpitando repleto de ansiedad, Tokoyami buscó rostros familiares entre los presentes, mientras el sudor perlaba su frente.

—Es Roronoa zoro, el cazador de piratas. —Se escuchaba la muchedumbre entre los escombros.

—¡Que espada tan elegante! —Otra voz resonó impresionada entre la multitud.

Al escuchar el nombre, Tokoyami giró en busca de su mentor, pero solo pudo divisar a Luffy y Usopp, ambos aparentemente golpeados. A su lado, un grupo de cocineros se había reunido, aunque su aspecto hacía que dudara de si realmente eran cocineros, más uno de ellos le parecía extrañamente familiar.

Al bajar la mirada hacia sus manos, notó que rosaban con tres katanas, reconociendo solamente el mango de una de ellas.

—Wado Ichimonji... —Dijo en voz baja, acariciando el mango y presionándolo por primera vez sosteniendo la espada, ya que el espadachín no le dejaba tocar ninguna de sus katanas.

Al ver su mano sosteniendo la empuñadura, se percató de que su palma era más grande, marcada y morena de lo que acostumbraba. Pasó la mano por su cabello en un momento de confusión, y al sentirlo corto, arrancó un mechón, notando que era de un color verde claro y prontamente sintió un dolor repentino por su acción, percatandose que era victima de un Quirk, posisionando su conciencia en su mentor, sintiendo de igual manera su dolor.

—Estoy en el cuerpo de Zoro-kun... Pero puedo sentir lo que él. —Pensó descansando su mano sobre el pecho, presionando su playera.

—Pareces un cachorro perdido. —Se escuchó una voz con acento pronunciado frente a él.

Dirigió su completa atención hacia la hacia la fuente de la voz y vio a un hombre con un estilo español. Vestía un abrigo negro con bellos detalles florales en color vino, llevaba un colgante en forma de crucifijo y un sombrero negro adornado con una enorme pluma... Pero sobre todo, cargaba en su espalda una magnifica espada más grande que él mismo, adornada con hermosas joyas.

—Esa aura... Es intimidante... ...Es esa... —El fanático de las armas temblaba por dentro ante la enorme espada que cargaba el espadachín de aspecto español.

—Saijo O Wazamono... Una de las doce espadas de grado supremo... —Pronunció al sentir que el aura asesina provenía más de la espada, que del propio espadachín.

—Meito Saijo O Wazamono... —Agregó el espadachín.

—Yoru... Lamentablemente no tendrás el honor de experimentar el cruce de hojas con ella... No pienso cazar una rana de un estanque.

Tokoyami entendió que estaba frente a un oponente formidable, y por su comentario, parecía que quién había buscado problemas fue Roronoa.

Aunque desconocía la razón por la cual estaba en esa situación de cambio de cuerpo, y sabía que debía alejarse por su bienestar... Simplemente no podía permitir que el pirata se dirigiera de esa manera a Roronoa: el ejemplo a seguir de Tokoyami. Los comentarios denigrantes no hacían más que hervirle la sangre, ya que no podía hacer nada.

—Si te crees un espadachín, no necesitamos cruzar las hojas, yo percibo la diferencia de nuestras fuerzas con un vistazo. —Dijo con desdén. —La valentía de estar ante mí con la espada en la mano... ¿Sale de tu corazón o es por simple ignorancia?

Tokoyami apretó con fuerza la empuñadura de Wado Ichimonji, sintiendo cómo la ira bullía en su interior. Trató de calmarse, pero la indignación lo invadía. Sudó frío mientras luchaba por mantener el control de sus emociones. Cada fibra de su ser anhelaba desatar su rencor contra aquel pirata, pero sabía que debía mantener la compostura.

—Es por simple ambición. —Afirmó Tokoyami mientras desenfundaba la posesión más preciada que una vez le fue entregado por el padre de Kuina a Zoro. El sonido del acero al deslizarse en la funda resonaba en el aire, creando una melodía de acero tan hermosa como peligrosa.

Fumikage no sabía qué estaba haciendo. Le hubiera gustado excusarse diciendo que su cuerpo se movió por cuenta propia, pero era consciente de que no era así. Tal vez era la necesidad de probar las espadas que tanto anhelaba usar, o simplemente no podía permitir que su mentor huyera de un combate que él mismo había iniciado, Ya que lo haría ver como un cobarde ante su oponente y su capitá... Pero ante todas las cosas, no podía olvidar como Zoro anteriormente le había enseñado durante su entrenamiento... No huir de un combate... Y en esta ocasión era un combate, que EL mismo había iniciado.

—El mejor espadachín del mundo... y Zoro el cazador de piratas... —Se escuchaban los comentarios de los impresionados piratas de Krieg.

—¡¿El mejor espadachín del mundo?! —Exclamó internamente mientras sudaba frio, posando su mano sobre la frente por la repentina migraña por la noticia, sintiendo una oleada de preocupación al darse cuenta de que estaba completamente fuera de su liga.

Al presionar su sien, pasó la mano sobre su ojo izquierdo y no sintió ninguna cicatriz. De hecho, veía con ambos. Observó a su alrededor y notó que el hombre parecido a Sanji, era el realmente; solo que más joven y con la ceja rizada del lado opuesto; además que el capitán se veía más delgado, al igual que Usopp quién se veía en extremo escualido.

—Mierda Zoro kun... ¿Cómo conseguiste un duelo con el mejor espadachín del mundo?

—Nadie puede ganar a nuestro Aniki —Celebraron Johnny y Yosaku, lo que le hizo recordar a Tokoyami, la unica derrota mencionada por el espadachín de la cual no dió detalle.

Mihawk tiró de su crucifico, rebelando una pequeña navaja que llevaba como collar.

—¿No lucharás con tu espada? —Preguntó desenfundando una segunda katana, con un tono frio, tratando de ocultar su nerviosismo.

—No soy tan estúpido como para usar todo mi poder para cazar conejos... Puede que te hayas hecho un nombre aquí... Pero de los cuatro mares cardinales, el East blue es el más débil de todos... Desafortunadamente no llevo un cuchillo más pequeño que esto.

Tokoyami permaneció inmóvil, observando la postura del Shichibukai con detenimiento. No veía nada especial en él, solo un aura de aburrimiento, similar a la energia de un niño aplastando hormigas. La postura del pirata era serena, con muchas aperturas que parecían invitar al ataque.

Con ambas espadas en sus manos, Tokoyami decidió iniciar el combate para estudiar la defensa del Shichibukai.

Aunque no tenía tanta experiencia como su mentor, era un fanático de las espadas y sabía cómo usarlas con destreza. Sin embargo, a diferencia de su sensei, el era más táctico y menos brutal... Mientras que Zoro siempre buscaba una oportunidad para atacar letalmente y terminar el combate de un ataque, Tokoyami prefería analizar la situación y encontrar la mejor estrategia.

A pesar de los que parecían numerosos puntos débiles en la defensa de Dracule, Tokoyami no lograba conectar ningún corte. La pequeña daga del Shichibukai detenía con facilidad cada uno de sus tajos, mientras este se movía con gracia hacia atrás y a los lados, esquivando y bloqueando como si se tratara de un aburrido juego.

Los ataques calculados del héroe se volvieron cada vez más salvajes, impulsados por la desesperación de querer alcanzar a su oponente; Olvidando así por un momento su necesidad de ser cuidadoso y simplemente buscaba demostrarse a sí mismo que era capaz de conectar al menos un corte.

Entre sus movimientos frenéticos, de repente se detuvo al sentir el frío acero penetrar su pecho. Sus brazos se relajaron, cayendo a los costados sin soltar las katanas, mientras el sabor a hierro dominaba sus papilas gustativas al expulsar sangre de su garganta.

Los gritos de su nombre por parte del capitán resonaban por la cubierta, haciendo que su atención dejara de ver la mano sosteniendo el arma que lo penetraba, y cambió de objetivo a ver fijamente a Mihawk.

A pesar de la sorpresa y el respeto que sentía por el Shichibukai, Tokoyami permaneció en su pose, sin dar ni un paso atrás, enfrentándolo de frente... No deseando olvidar aquella persona digna de respeto.

—¿Por qué no retrocedes?

—Alguien que admiro mucho me dijo una vez... No hay mayor vergüenza que huir de un combate... Estoy seguro que el preferiría la muerte antes que retroceder. —Expresó recordando como Roronoa decidió cortarse los pies para liberarse y seguir luchando, sin temer a las consecuencias.

—Su voluntad es fuerte... Prefiere morir a retroceder.

—Esa persona, suena admirable... ¿Cuál es tu nombre chico?

Fumikage quedó pensativo unos momentos, sintiendo como el frío metal de la daga perforando su pecho envió una oleada de sensaciones desagradables por su cuerpo. La punzada inicial fue seguida de una sensación de entumecimiento, como si su cuerpo estuviera luchando por procesar lo que estaba sucediendo.

Sabía que podía tomar la mano atacante e intentar retirar la daga; pero tendría que soltar sus katanas y el hacer eso, no sería algo digno de un espadachín... Y no podía faltarle el respeto a su oponente, y menos en el cuerpo de quién deseaba su posición.

—Roronoa Zoro. —Pronuncio ahogado, saboreando su propia sangre que brotaba de su boca.

—Lo recordaré... Hace tiempo que no encontraba una voluntad como la tuya... Y para honrar eso, te daré el último Golpe con mi espada negra, la más fuerte del mundo. —Admiró desenfundando su espada, mientras Tokoyami empuñaba ambas katanas.

Aunque no poseía la misma habilidad que Roronoa, había estado observándolo y enfrentándolo en combate durante los últimos días. Y, a pesar de que Zoro utilizaba sus katanas enfundadas en esos encuentros, Fumikage había logrado captar algunos de sus movimientos. Con esa experiencia en mente, intentó imitar uno de los ataques que había presenciado, tratando de canalizar la destreza del espadachín para defenderse de su oponente.

—Sería un honor. —Respondió Fumikage

—Jeje, eres extraño chico... Una pequeña sorpresa en un mar insignificante.

—¡VA A USAR LA ESPADA CON LA QUE CORTÓ NUESTROS BARCOS!

Inclinó su cuerpo en cuclillas, con los brazos cruzados empuñando a Wado Ichimonji y la espada desconocida. Concentró toda su fuerza y tensó sus músculos, sintiendo cómo su cuerpo ardía por dentro, como si su espíritu corriera en su interior. Sin embargo, no podía comprender completamente la naturaleza de esa sensación. Era como si algo misterioso e incomprendido estuviera ocurriendo en su interior, algo que iba más allá de su entendimiento.

Sus ojos se estrecharon en concentración mientras dejaba que esa extraña energía recorriera cada fibra de su ser. No sabía si era la adrenalina, el Haki o algo completamente diferente. Pero, en ese momento, estaba decidido a aprovecharlo al máximo, como si fuera un poder que había estado esperando desatar durante mucho tiempo, pero que nunca había conocido.

—Estilo dos espadas...

Viendo que el pirata estaba preparado para atacar y dándole la oportunidad de terminar su duelo con un ataque final que lo dejara en alto, Mihawk permitió que Fumikage experimentara la sensación de adrenalina que el peliverde estaba comprendiendo. Cuando notó su instinto de ataque, se lanzó con un rápido paso hacia adelante.

El sonido del viento silbando alrededor de ellos se mezclaba con el latido acelerado de sus corazones. Fumikage sintió cómo la energía fluía a través de sus venas, impulsándolo hacia adelante con una fuerza que apenas podía contener. Sus músculos se tensaron, listos para el impacto, mientras se sumergía en el momento, concentrándose en el movimiento de su oponente y en la forma en que su espada cortaría el aire.

—¡Rashomon!

—¡Muere!

—¡Déjalo ya aniki!

Ambos ataques se cruzaron en un estallido de chispas; con el corte de Roronoa dejando su marca en la madera a distancia... Que, aunque el corte era bastante insignificante en términos de tamaño y fuerza, había logrado un tajazo que continuó su corte lejos de las cuchillas, enviándolo fuera de su alcance y terminando en lo que se conoce como cortes voladores.

Las espadas de Zoro se hicieron pedazos, pero Yoru quedó intacta y tan magnifica como siempre. Con la caída de las cuchillas de acero, un brote de sangre salpicó el pecho del peliverde, indicando que el ataque de Mihawk había conectado.

Mihawk se sintió decepcionado por el pobre ataque de Zoro, rompiendo con la ilusión que el joven le había brindado al principio. Dudó por un momento si debía atacar al pirata, pero al verlo sangrando gravemente volteando para hacerle frente y aun así manteniendo una postura firme y con la frente en alto, decidió mantenerse a la espera.

—¿Qué haces?

—Una herida por la espalda... Es una vergüenza. —Repitió las palabras de su mentor, que fueron aplaudidas por Drakule Mihawk.

—Talvez me equivoqué contigo...

—Admirable.

Observó cómo la hoja de Mihawk cortaba su torso, permitiendo que sus órganos se asomaran curiosamente al exterior. Con la pérdida de sangre y el dolor abrumador, Tokoyami sucumbió a su debilidad y cayó al océano. Vio cómo el agua se teñía de rojo mientras descendía, resignado a su destino.

—¿Es este el final? Zoro-sensei... No retrocedí, tal como usted enseñó. —Pensó para sí mismo. —Aunque... eso quizás, me cueste la vida.

Una sonrisa se dibujó en el rostro del herido mientras su vida pasaba frente a sus ojos, recordando como durante su entrenamiento en el Sunny, donde el pirata solía ejercitarse con el torso desnudo, mostraba una gran y grotesca cicatriz en su pecho.

—Heh... Tú tampoco huiste, aunque sabías que no estabas listo. —Pensó, mientras su mirada se llenaba de luz, recobrando esa determinación de seguir vivo. Aunque no entendía del todo cómo funcionaba esa experiencia, hizo todo lo posible por mantenerse lúcido, sintiendo cómo era llevado a la superficie donde tomó una fuerte bocanada de aire, con un fuerte sabor a hierro.

—¡Rapido súbele al bote!

—¡MI NOMBRE ES DRACULE MIHAWK... AUN ES MUY PRONTO PARA QUE MUERAS! ¡CONOCETE A TI MISMO, CONOCE AL MUNDO! ¡HAZTE FUERTE RORONOA!

—¡COMO EL MAS FUERTE, ESPERARÉ AÑOS POR TI SI ES NECESARIO! TOMA TU INQUEBRANTABLE VOLUNTAD, JOVEN VALIENTE, ¡UTILIZALA Y SUPERA MI ESPADA! ¡SUPERAME RORONOA!

Las palabras lograron llegar a Fumikage antes de perder el conocimiento, quedando en un limbo entre la vida y la muerte. En ese estado, se debatía entre seguir adelante o dejarse llevar por la oscuridad. Decidió mantener su mente libre de pensamientos, concentrándose en su voluntad de vivir, mientras su cuerpo luchaba por él, aferrándose a cualquier hilo de vida que pudiera encontrar.


El silencio era abrumador, no había aves cantando ni voces que rompieran la quietud, solo el ocasional crujir de las rocas, y cuando cesaba, el sonido distante del oleaje del mar se hacía presente.

El cuerpo de Kirishima parecía no responder del todo... El dolor que le recorría, era como un fuego abrasador que ardía en cada musculo con gran intensidad. A medida que se levantaba, el dolor se intensificaba, como cuchillas cortando a través de su carne, y con cada inhalación y exhalación sentía como si una presión aplastante se posara sobre su pecho, dificultando su capacidad para respirar.

Lo mas cercano a lo que podía comparar la sensación que recorría cada fibra de su ser; era el combate con los gánsteres de Shizaki. Y aunque la diferencia era marcada a su experiencia anterior, eso no le impedía forzar sus limites para ponerse de pie, sintiendo el tonificado cuerpo resistiendo el daño que había sufrido.

Con su vista recobrándose, vió algo insólito... Un entorno completamente distinto a donde se encontraba... Se encontraba en medio de una escena desoladora, rodeado de escombros, como si una fuerza descomunal hubiera arrasado con todo a su paso.

Entre los escombros, divisó a decenas de hombres atrapados, algunos de ellos gravemente heridos, incapaces de dar respuesta a sus llamados desesperados.

Las imágenes de los hombres atrapados, algunos de ellos heridos y sin reaccionar, se grabaron en su mente, impulsándolo a actuar aún más rápido en su papel de héroe.

A medida que avanzaba, el dolor en su cuerpo se intensificaba, pero su voluntad de ayudar a los demás era más fuerte. Levantó bloques de piedra y madera con todas sus fuerzas, tratando de liberar a los hombres y llevarlos a un lugar seguro, pero todos se encontraban inconscientes... Lo que le impedía conocer la gravedad de la situación. Ya que un mal movimiento o calculo, podría empeorar su estado.

Con el corazón latiendo con fuerza, se levantó y optó por iniciar una búsqueda de ayuda a sus amigos que le pudieran instruir y dar apoyo.

Fue entonces cuando avistó una figura imponente, un ser de casi siete metros de altura que se movía entre los restos de lo que alguna vez fue la entrada de un opulento castillo Rumano.

Sin tiempo para pensar en quién era o de dónde venía, Kirishima se centró en su misión de ayudar. Sin embargo, antes de que pudiera pedir asistencia, vio cómo la enorme mano del ser, posó con delicadeza un gigantesco trozo de piedra, que desapareció a su toque. Encontrando ahí entre los escombros, a Luffy malherido e inconsciente.

—¡Ah, Luffy-san! —Kirishima pensó aliviado de encontrar a alguien que conocía, recibiendo ayuda.

Kirishima se acercaba con pasos cortos debido al gran dolor que lo dominaba, tratando de averiguar qué había sucedido. Sin embargo, al ver cómo el enorme hombre levantaba a Luffy sin ninguna precaución, sosteniéndolo de las prendas de tal manera que su cuerpo colgaba sin importarles sus heridas o estado, comprendió que ese sujeto no buscaba ayudar.

Tensó su cuerpo, tratando de endurecerlo como lo hacía habitualmente, pero la sensación de solidificación de sus músculos y ligamentos no estaba presente. Y... Aunque no había respondido, sabía que era el único que podía impedir que el capitán fuera capturado.

Corrió con todas sus fuerzas hacia donde el enorme hombre sostenía a Luffy, con intención de detenerlo. Una vez más, intentó endurecer su cuerpo, y nuevamente no lo logró. Con un grito de batalla que pretendía infundirle coraje, saltó y golpeó con su hombro al predicador de cabello rizado.

Sin embargo, se encontró con una sorpresa desagradable: el cuerpo del enemigo era frío, duro y metálico. A pesar de la gran musculatura que poseía, el golpe dislocó su hombro y lo hizo retroceder.

—¡¿Robot?! —Exclamó sosteniendo su brazo colgando.

El hombre volteó sus ojos cubiertos por cristales que no permitían ver su mirada, cuales observaba sin expresión alguna cómo el peliverde presionaba su hombro, intentando reacomodar con su clavícula.

—Es demasiado duro... ¿Por qué no puedo endurecerme? —Pensó, sintiendo la frustración de no poder usar su Quirk.

—¿Acaso será Kairoseki?... No puede ser... Solo provoca debilidad, no dolor... —Articuló mientras intentaba reajustar sus huesos.

—¡No lo sé, pero no puedo detenerme!

Kirishima intentó endurecer sus brazos una vez más, concentrando toda su fuerza en el golpe. Saltó hacia adelante golpeando contra las duras costillas de su oponente, solo para sentir un intenso dolor que le hizo soltar un gruñido.

Sus manos quedaron lastimadas por el choque, y el rojo de su sangre naciente de su mano, se mezcló con el polvo de los escombros.

Al caer, un sonido metálico llamó su atención. Sorprendido, observó tres katanas enfundadas en un Haramaki que llevaba en la cintura, resonaron con un eco metálico. La vista de las hojas relucientes en su funda despertó en él una extraña sensación de familiaridad, pero al mismo tiempo, una profunda confusión.

Perplejo, sintiendo una oleada de incertidumbre y asombro mientras se examinaba. Las sensaciones eran extrañas y desconcertantes: Sus manos ahora eran más grandes, morenas y toscas, con venas marcadas que apenas reconocía como propias. Acarició la funda de las katanas, sintiendo el cuero bajo sus dedos, y luego pasó las manos por su cabello, que ahora era corto y suave en lugar de largo y áspero como estaba acostumbrado.

Miró hacia abajo, notando sus zapatos y pantalones, que no eran los suyos. Su mente luchaba por comprender lo que estaba sucediendo, mientras sus dedos exploraban la rugosidad de una gran cicatriz atravesando en su pecho. Finalmente, la verdad golpeó con fuerza.

—¡ESTOY EN EL CUERPO DE ZORO SENSEI! —Pensó confundido. —¿Cómo fue? ¿Por qué?

La boca del enemigo se abrió de par en par, y de ella emanaron sonidos de mecanismos electrónicos en funcionamiento. Una luz brillante comenzó a salir de su interior, iluminando su rostro con destellos intermitentes.

—¡Pero, ¿Qué?!

Con un esfuerzo sobrehumano, Kirishima logró esquivar por poco un rayo que era capaz de derretir la roca, mientras su cuerpo se quejaba del dolor en cada movimiento.

—¿Por qué? Mi cuerpo... —Quejó agotado, sin aliento y expulsando sangre entre sus quejas.

—¿En qué momento sucedió esto? ¿Quién es el? —Miró al enemigo y tomó el mango de una de las katanas; sin embargo, esta no pesaba... Por lo que vio estaba oxidada, dejando solo cargando el mango con el resto de ella en la funda.

—¡¿No sirve?! —Reclamó sorprendido, cambiando su mano a otra katana.

Al pasar su mano sobre la empuñadura de Sandai Kitetsu, sintió cómo su energía anhelaba la vida del portador, como si no reconociera su voluntad, por lo que decidió soltarla y tomar la empuñadura blanca de Wado Ichimonji, una espada más gentil en comparación con aquella que anhelaba sangre.

—La espada de su amiga. —Pronunció con gentileza y profundo respeto.

—Lo siento Zoro kun... Se que no te gusta tomemos tus espadas... Lamento hacer uso de ellas... pero... —Empuñó con fuerza decepcionado de si mismo. —¡Sin mi Quirk, no puedo hacer mucho!

—¡DEJALO EN PAZ! —Advirtió mientras desenfundaba a Ichimonji, tomando con ambas manos la empuñadura y enfocando toda su fuerza en un tajo que conectó con la pierna del robot, sin preocuparse por hacerle daño al saber que no era un ser humano.

El choque de acero con el extraño material del hombre con apariencia de predicador generó chispas que sintió como fuego en su piel, pero no causó daño alguno en su cuerpo, solo rasgando su ropa.

—¡¿No le hice nada?! ¿Es la espada? —Se preguntó admirando la bella forja de su hoja. —¿La usé por el lado equivocado?

Dio un tajo a un costado, cortando con facilidad el escombro.

—No... —Se respondió.

—Tu cuerpo es demasiado resistente y no tengo la suficiente experiencia. —Pronunció poniéndose de pie con la hoja apuntando al piso. —No es la espada quien hace al guerrero...

Sus ojos se afilaron; no sabía quién era su enemigo ni que quería... Pero por lo que podía ver, fue el causante de toda la destrucción parado frente a él.

—No se quien eres... —Apuntó con Wado Ichimonji. —¡SOLO SE QUE DAÑASTE A ESTAS PERSONAS Y AHORA VAS TRAS EL CAPITÁN! ¡Y NO PERMITIRÉ QUE TE LO LLEVES!

El predicador bajó al capitán y abrió de nuevo su boca, dejando salir láseres más delgados y a diferentes ritmos. Eran casi imposibles de esquivar para el peliverde debido a su estado, obligándolo a esconderse tras una de las torres rotas para protegerse.

Su respiración era agitada y su corazón latía con fuerza, como si estuviera a punto de salirse de su pecho. Cada inhalación era un esfuerzo, y el aire parecía pesado en sus pulmones, como si estuviera respirando a través de un filtro... El como se sentía le confundía de manera abismal; ya que comenzó a desconocer si la pobre respuesta de su cuerpo y presión en el pecho pertenecía a las heridas, o el terror que le generaba el desconocido.

Su alrededor parecía distorsionarse, los sonidos se desvanecían en un zumbido constante, y las imágenes se volvían borrosas. Cerró sus ojos y se aferró a la espada con fuerza... Más algo raro le llamó la atención. De todos los presentes; solo era capaz de percibir la 'voz' de su enemigo.

—¿Es un ser vivo? —Pensó preocupado al haberlo atacado con intenciones de cortar con la espada, pensando que no era más que una máquina.

—Si me enfoco en esta espada no podré hacerle daño... Mi cuerpo no podrá soportar otro ataque, y no tengo la fuerza para hacerle frente. —Susurró agitado, empuñando el mango.

—Debo revestirla en Haki para poderlo detener —declaró con firmeza, observando su reflejo en la hoja, notando que aún no tenía la cicatriz que le marcaba el rostro, mostrando una apariencia era más joven.

Kirishima inspiró profundamente, llenando sus pulmones de aire y guardando la respiración... Cuando solidificaba su piel y músculos, intentaba tensarlos cual hacer fuerza, pero en el caso del Haki era todo lo contrario, por lo que las clases se le dificultaban. No se trataba de manipular el cuerpo, sino el alma misma. Y el alma estaba compuesta por su voluntad, serenidad y espíritu.

A pesar de ser siempre un joven de profunda determinación y voluntad, separar el cuerpo del espíritu siempre se le dificultaba. Intentó dejar su mente en blanco, pero el profundo dolor que producían sus músculos le impedía que eso sucediera. En su estado, parecía imposible lograrlo.

El sonido chirriante volvió a resonar, acompañado por la intensa luz del láser que se acercaba velozmente hacia él. Kirishima apenas logró esquivarlo, acompañado con un movimiento desesperado, tomando el mango de Wado Ichimonji y conectando un segundo corte, cayendo en cuclillas, dejando al enemigo con un corte muy superficial en el hombro.

Nuevamente, justo antes de que el láser atacara, Kirishima tomó un profundo respiro. Sintió cómo la energía corría por sus venas, haciendo que su cuerpo ardiera aún más intensamente y aumentando el dolor a niveles casi insoportables. Sin embargo, era ese mismo dolor el que le indicaba dónde fluía su energía.

El ardor se extendió por sus brazos y corrió hacia sus manos, las cuales tensó para aprovechar que su energía fluía en una zona que estaba acostumbrado a usar.

Observó cómo sus brazos se tornaban levemente oscuros, pero al no lograr transmitir ese poder a la espada, en un movimiento desesperado y sin pensarlo, atacó como solía hacerlo con su Quirk. Estiró sus palmas como la punta de una flecha e intentó perforar el estómago del predicador, logrando finalmente atravesarlo. Sin embargo, solo se encontró con más mecanismos que no afectaron su funcionamiento; percatandose que destruyó una capa superficial de acero, sin dañar en lo mas minimo su funcionamiento mecanico.

El ataque agotó toda la energía que le quedaba, haciendo que cayera de rodillas, respirando agitado y sintiendo cómo el suelo vibraba con cada paso que daba el enorme ser hasta posicionarse frente a él.

*Ha-ha* Respiró agitado

—¿Quién... Quién eres? —Preguntó, esperando que la respuesta le ayudara a recordar alguna de las historias y descubrir como vencerlo o que hacer.

—Soy lo que conocen como "Pacifista"... Ese es el nombre que el gobierno ha dado a sus armas humanas incompletas.

—¿Pacifistas? —Se cuestionó, no recordando fueran mencionados. —Por eso va tras el capitán... ¿Fue algo que vivieron o es una realidad alterna?... ¿Estaré en alguna otra realidad? ¿Cómo fue que llegué aquí?... La melodía del bosque... —Pensó mientras Kuma continuaba con su explicación sobre las armas de Vegapunk.

—Mi cuerpo ya no responde... No creo que sea de ayuda. —Se lamentó poniéndose con dificultad de pie.

—¿Qué es lo que quieres?

—El gobierno desea que lleve su cabeza a los cuarteles.

—...

—¡NO PUEDO PERMITIRLO! —Exclamó molesto temblando de pie. —LUFFY ES EL HOMBRE QUE SE CONVERTIRÁ EN EL REY DE LOS PIRATAS Y CAMBIARÁ AL MUNDO! NO PUEDO PERMITIR QUE LO MATEN... —Nuevamente intentó con sus nulas fuerzas tomar la espada, pero a este punto, le era imposible siquiera empuñarla. —Lo mas que puedo hacer como héroe es salvar a quien cambiará al mundo.

—Mi deber es proteger a las personas... Y el salvar a Luffy significará, salvar a millones de personas y razas en un futuro... ¡No puedo permitir que lo ejecuten!...

Kuma permaneció en silencio, estupefacto ante sus palabras, dejando el sonido del viento dominara al recorrer la devastación que había causado su ataque.

Kirishima no sabía que hacer, y no sabía si sus acciones alterarían el tiempo... Trató de ponerse en los pies de su mentor, pensar como el lo haría... recordando sus palabras: "JAMÁS RETROCEDER" Aunque eso implicara la muerte.

Su cuerpo ardió al tener una idea en mente, pero esa acción podría salvar mas personas que lo que haría en su vida de super héroe.

—Lo siento... —Pensó con un nudo en la garganta a la par que lagrimas por su decisión, recorrían sus mejillas. —Senseis... Padres... Bakugo, Kaminari... Mina san... —Pronunció con la voz quebrada y cierto cariño, levantando la cabeza con decisión hacia el pacifista con su voluntad en alto.

—Tienes que llevar una cabeza... ¡LLEVA LA MIA!

—¡Se que no es lo que te solicitaron, pero no puedo permitir que sea entregado! ¡TIENES FRENTE A TI AL QUE SERÁ EL MEJOR ESPADACHÍN DEL MUNDO!... Si toman su vida en vez de la mía... Me aseguraré de acabar con todos aquellos que impidieron continuara su camino. —Dijo con una mirada sombría.

—A pesar de tener una ambición tan grande... ¿Quieres ponerte en el lugar de este hombre y morir?

—Mientras el y sus camaradas sigan con vida... Puedo confiar. —Dijo con una sonrisa. —Que la tiranía acabará sin duda alguna.

Kuma de nuevo permaneció en silencio admirando la determinación del peliverde, más una nueva voz se escuchó cerca de ellos.

—Espera un segundo bastardo... ¿Por qué demonios quieres morir? ¡AUN NO CUMPLES TU SUEÑO, IDIOTA!

—Sanji... —Pronunció sin aliento, viendo al pirata mal herido y con su traje destrozado.

—¡OYE GRANDULÓN! INGORA A ESTE IDIOTA CABEZA DE ALGA, Y MATAME EN SU LUGAR.

—¡SANJI! —Gritó Kirishima, no esperando esa reacción de quién siempre le peleaba al espadachín.

—Aunque todavía no ha reconocido la marina, quien soy... ¡Seré quién se vuelva el mayor problema de esta banda! ¡SANJI PIERNA NEGRA!

—Ambos estamos dispuestos a dar nuestras vidas si tuviéramos que hacerlo... ¡HAGAMOS QUE ESTO SEA UNA MUERTE GLORIOSA!

Kirishima vio frente a él... Al joven rubio, de la edad de Mirio de pie e inquebrantable, dispuesto al igual que el, a dar su vida por su capitán y sus nakamas. Lo que causó brotaran unas lágrimas, al ver que la rivalidad que mantenían, era una manera oculta de respeto entre ambos.

No sabía que hacer... Desconocía quién sería mayor perdida para la banda, al parecer estar ambos a la par... Siendo Zoro la fuerza y Sanji la fuerza e inteligencia.

—Oi... Marimo... Si puedes... Despídete de los chicos por mí, por favor. Supongo que tendrán que buscar a otro cocinero.

Un fuerte fue propiciado en las costillas del cocinero, que con lo débil se encontraba, cayó inconsciente, no sin antes quejarse con el espadachín.

—Lo siento Sanji san... No se cuanto tiempo estaré en este cuerpo... Si viviré el esto de los dias en el... Solo sería un estorbo a estas alturas del viaje... Necesitan que los protejas. A mi aun me falta mucho por aprender.

—¿Puedo confiar que los dejarás en paz? —Pronunció el héroe.

—Confía en mi... Mantendré mi palabra

Si esas palabras fueran pronunciadas por un pirata, Kirishima sospecharía... Pero se trataba de un robot quién lo asegurara, por lo que pudo estar más tranquilo... Además de ver a Sanji capaz de moverse, para protegerlos en caso de que rompiera con su promesa.

—Pero en compensación... Te enseñaré lo que es el infierno. —Pronunció Kuma, tomando a Luffy de sus dañadas prendas, recargando su palma en el pecho del pirata, y despidiendo de él, una huella gigante que permaneció flotando.

—Esto es todo el daño que ha acumulado durante su batalla contra Moria y el resto.

—¡MORIA! EL SHICHIBUKAI QUE TIENE EL PODER ORIGINAL DE TOKOYAMI

Si quieres ponerte en su lugar, entonces deberías tomar todo este daño. De igual manera, sería imposible para ti, que ya estas cerca de la muerte, tomar esto y sobrevivir...

—Hagamos una pequeña prueba. —Dijo, lanzando una ligera burbuja de la misma al pecho de Kirishima.

Cada fibra de su ser ardía con una intensidad desgarradora, como si miles de cuchillas afiladas lo cortaran desde adentro. El dolor se extendía, envolviendo cada hueso, cada músculo, cada órgano en una agonía insoportable. Cada latido del corazón resonaba como un tambor de guerra, martilleando en su pecho con una fuerza que amenazaba con hacerlo estallar. Sus pulmones se sentían como si estuvieran llenos de fuego, incapaces de proporcionarle el oxígeno que su cuerpo clamaba desesperadamente. Cada respiración era un esfuerzo, como si estuviera luchando por aire en un mar de llamas.

Cerró los ojos con fuerza, tratando de bloquear el tormento, pero era inútil; el dolor penetraba en su mente como una daga, mientas su cuerpo temblaba y se retorcía, pues no podía escapar de la tortura que lo consumía... Dejando el dolor que sentía anteriormente: Como una cálida caricia del sol de verano.

—¡AGH!¡GUAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHH! —Su grito resonó por todo Thriller Bark, haciendo que lo que parecía una isla sin vida, ahora revoloteara repleta de aves asustadas.

*TOSE TOSE*

—¿Qué tal? —Preguntó el Pacifista, al hombre que no podía siquiera ponerse de pie.

Las lágrimas llenaban los ojos de Kirishima, no solo por el dolor que atravesaba todo su ser, sino también por la comprensión de que esto era solo una pequeña muestra del sufrimiento que el capitán había soportado al enfrentarse al Shichibukai para liberar a Brook. Eso era lo que estaba dispuesto a sufrir por las personas, una y otra vez las historias de derrotas y victorias de sombrero de paja no dejaban de resonar en su cabeza. ¿Cuánto más habría sufrido por los demás? ¿Hasta dónde estaría dispuesto a llegar por ellos?

A pesar del dolor y el miedo a enfrentar la muerte, estas preguntas resonaban en su mente, logrando que tomara una decisión, finalmente estando seguro de su respuesta y sin duda alguna... Una vez más, llegaba a la conclusión de que Monkey D. Luffy era una persona cuya existencia era vital, una luz que debía permanecer encendida, y no dejaría que fuera extinguida.

Con su última voluntad, pidió ser llevado al bosque para que su cuerpo no fuera encontrado por sus camaradas cuando despertaran. Se tomó su tiempo para reflexionar sobre los hermosos momentos que había compartido con su familia y amigos, deseando tener más de esos momentos, pero al mismo tiempo sintiendo satisfacción al recordar aquellas experiencias únicas que experimentó con sus amigos en un viaje improvisado... Algo que, sin la llegada de los piratas, no hubiera logrado experimentar, ni en mil vidas.

Aunque lamentaba las interacciones que nunca tendría, su sueño de convertirse en un gran héroe seguía ardiendo en su corazón, y pronto estaría por cumplirse. A él no le importaba que su nombre no sería recordado por nadie al no enterarse de su gran hazaña, estaba satisfecho con la idea de todo el impacto positivo que conllevaría su decisión.


El hombre con una máscara en forma de ave no daba tregua, sus golpes implacables generaban fuertes ráfagas de viento que golpeaban sin piedad al adulto de complexión inflada que se mantenía firme, bloqueando los ataques con sus brazos cruzados a pesar de recibir una lluvia interminable de golpes, para proteger a su joven pasante.

Zoro comenzó a sentir un fuerte dolor. Durante un momento, se sintió completamente paralizado, la sensación de huesos rotos se hacía cada vez más evidente, aunque la apariencia de sus extremidades era completamente diferente. Su piel se había solidificado como roca, sus manos tenían garras afiladas de la misma apariencia; y podía ver como parte de sus antebrazos comenzaban a desprenderse en pedazos.

—Yo creo que en una pelea no caben armas. —Se escuchó la voz del hombre enmascarado, que lucía placas de metal en sus puños. —Con ellas puede ganar cualquiera y esa no sería una pelea... Lo bueno es intentar matarse con tu propia fuerza.

El comentario hizo que Zoro mirara con atención al villano que hablaba, sintiéndose ofendido por sus palabras. Para él, las armas eran una extensión de su ser y representaban años de disciplina y técnica...

—¿Me entienden?

—¡¿Qué crees que dices, desgraciado?! —Gritó enfurecido el hombre rechoncho, lanzando un puñetazo que fue detenido por una barrera amarilla que se interpuso entre ambos contendientes.

—¿Hmm? ¿Es el poder de cabeza de cresta?

El golpe rebotó sin causar daño alguno, dejando a ambos villanos intactos dentro de la esfera impenetrable.

—¿Una barrera? Maldición —Quejó el héroe.

—Fat Gum y el chico que puede endurecer su cuerpo... —Se acercó entre las sombras un hombre delgado de aspecto relajado y mascara con pico de metal. —Ambos son dones defensivos... Lo siento por ti, Rappa. —Mencionó sin efusión en su voz, mostrando lo calculador que eran, mientras el hombre tonificado sin importarle lo que decía, propició otro par de golpes a Fat Gum.

—¿Defensivos? Pues no se defienden muy bien... Aunque el que no se volvieran picadillo ya es un logro

Zoro quedó atento al darse cuenta de que solo se referían al héroe golpeado y Kirishima, como lo dedujo por la descripción brindada. Eso tenía sentido con la apariencia de sus brazos, por lo que dirigió la mirada hacia abajo y distinguió que sus pantalones eran los mismos del traje de héroe que solía usar el pelirrojo en los entrenamientos escolares.

—Ya veo...—Pensó restandole importancia. Lo que no entiendo es como llegué aquí. —Pensó relajando su postura, pero tensando sus músculos, similar a su forma gorila, para no perder el cuerpo endurecido de Kirishima. —Como sea... Esos sujetos solo estorban.

—Somos una lanza y un escudo... Ellos dos son escudos. —El villano táctico, continuó con su explicación a su compañero.

—Un momento, asi no podemos pelear... Que mal. —Quejó el musculoso enmascarado.

—Aunque a ese chico ni siquiera sé si puede llamársele escudo. —Expresó el delgado, volteando hacia el pelirrojo, que se veía menos tenso y más relajado que hace unos momentos.

Zoro observó al villano con su mirada fría e intimidante, analizando cada uno de sus movimientos y esperando el momento perfecto para actuar. Aprovechaba la idea del villano de subestimarlo como una oportunidad para sorprenderlo.

—¡NO TE DETENGAS! —Gritó Fatgum, temiendo que las palabras desalentaran a su pasante. —Si hunde tu espíritu se acabó. ¡Hay que hacer que los villanos se rindan! ¡No puedes hacerlo tu primero!

El chico no expresó ni una palabra y conociendo bien el poder del villano creador de barreras... Tan solo aguardó el momento oportuno, descansando sobre sus rodillas con las puntas de los pies en el suelo.

—¡ACABEMOS CON ESTOS FRACASADOS Y VOLVAMOS CON LOS DEMÁS! —Declamó Fatgum, dándose animos, más que al joven pelirrojo que decidió por cuenta propia hacer lo que se le plazca.

—Creen que pueden ganar... Alégrate, Rappa.

—¡¿Me entiendes?!, Eres un buen gordo. Esto se pone interesante. Tengai... Yo no necesito barreras.

—No seas caprichoso. No olvides lo que ordenó el señor Overhaul. Somos compatibles... Tenemos que acabar con ellos trabajando en equipo.

Los villanos continuaron debatiendo sobre sus ideales y las órdenes del líder, mientras Fatgum persistía en golpear su barrera sin descanso, motivando al fornido a luchar, debido a su insistencia.

Cansado de las quejas, y con la ventaja en mano, el villano táctico bajó sus escudos para permitir que su compañero acabara de una vez con su enemigo.

Es ahora. —Pensó Zoro

Fuera del interés del par, imbuyó sus brazos en Haki, volviéndolos negros y afilando las puntas de sus dedos como flechas, todo mientras mantenía su modo Unbreakable, que cuidó desde un principio de conservar.

—Estilo dos espadas... —Susurró desde su posición, esperando a que tanto el atacante como el defensor estuvieran libres de barreras. Cerró los ojos y los abrió cuando encontró su oportunidad de entrada.

—¡Rashomon! —El grito llenó la habitación, a la par que el pelirrojo de un solo movimiento llegó al otro extremo; pasando a ambos villanos, permaneciendo en posición de descanso con sus brazos extendidos, y piernas firmes.

El cuerpo del musculoso perdió parte del hombro junto con su brazo, quedando partido casi por la mitad y cayendo ambos lados del torso en direcciones opuestas. Lo mismo sucedió con su compañero, cuyo corte afectó directamente al corazón, dejándolo sin vida de inmediato.

Fatgum se quedó atónito, incapaz de comprender cómo el joven que conocía como gentil y cuidadoso ahora mostraba una faceta tan sanguinaria y atroz.

La imagen del musculoso cortado por la mitad, con su brazo y parte del hombro volando en direcciones opuestas, y su compañero caído con un corte fatal en el corazón, lo dejó sin palabras. La brutalidad del ataque contrastaba profundamente con la personalidad que Fatgum conocía de su estudiante, lo que lo dejó preguntándose qué había desatado esa ferocidad en él.

—¿Como? —Pronunció con dificultad Rappa. —Alguien tan débil...

—¿Débil?... —Respondió el pelirrojo con su cuerpo y manos normalizados, de las cuales no dejaban de gotear sangre.

—Ki-¿Kirishima?...

—Ser fuerte no se trata solo de tener poder, se trata del espíritu de uno.

De repente, el entorno alrededor de Zoro comenzó a distorsionarse de manera extraña, pero Fatgum no parecía sorprendido. La anomalía parecía afectar solo al espadachín.

—¿QUE? ¿QUE SUCEDE?

La oscuridad se disipó repentinamente, y los muros que rodeaban el área comenzaron a crecer hasta alcanzar varios metros de altura, transformándose en imponentes edificios. En su interior, decenas de robots eran destruidos por jóvenes de entre 15 y 16 años que utilizaban una variedad de poderes y habilidades.

—¡¿Ahora qué?! —Gritó molesto, mientras su espalda se movía, saliendo de su gabardina un cuervo conformado por sombra.

—¿Lo olvidaste? Debemos destruir robots para ganar puntos. —Explicó Dark Shadow

—No puede ser... Ahora soy el fetichista de las espadas. —Quejó Zoro, empujando a la sombra de regreso a la prenda. —Si les gustan tanto, debería cargar alguna. —Refunfuñó buscando en su cintura, alguna espada, cuchillo o cualquier arma que se le pareciera, más no encontrando nada.

—¡Cuervo! —Llamó a su compañero que vivía en la oscuridad. —Encárgate de esas cosas.

Volteó a su alrededor en busca de algo que pudiera usar como cuchilla, y sus ojos se posaron en uno de los estudiantes con los que se enfrentó durante el entrenamiento del 1B.

—¡Mantis! —Llamó al joven aspirante, que parecía confundido por el repentino llamado del chico cabeza de cuervo.

—¡Regálame un brazo!

—¡¿ESTAS DEMENTE?!¡ NO VOY A ARRANCARME UN BRAZO!

—¡ENTONCES CUELGATE DE UNO!... Serás mi Katana.

—¡¿DEMENTE E IDIOTA?!

El examen de admisión continuó y tanto Dark Shadow como Zoro, se encargaron de destruir numerosos robots utilizando cristales rotos imbuidos en Haki, logrando así pasar con un gran puntaje en la parte práctica del examen. Sin embargo, reprobaron de la peor manera posible la parte escrita, lo que, sumado a su comportamiento sádico contra los robots, les impidió ser admitidos en la escuela.

Confundido, salió del examen y se encaminó hacia los inexistentes dormitorios, pero se volvió a perder en el bosque, reconociendo una y otra vez los árboles. Lo que guio que Dark Shadow se convirtiera en su paciente guía, llevándolo de regreso a su casa en la ciudad.

El comportamiento extraño del joven llamó la atención de su sombra quién preguntó preocupado por el... Zoro, sin otra opción, decidió relatarle quien era, y como su conciencia pasó de uno a otro estudiante, quedando atrapado en ese cuerpo.

Dark Shadow al principio lo tomó como broma... Pero la actitud y personalidad del joven cuervo nunca había sido de ese estilo, por lo que comenzó a idear una loca idea que hizo que el pirata se diera cuenta demasiado tarde de lo que estaba sucediendo...

Alguien, ya fuera un enemigo, un villano o el mismo gobierno, había sido el causante de esa misteriosa habilidad que lo sumergía en recuerdos ajenos. Y por lo visto... Para salir de ellos, debían superar algún suceso u obstáculo por el cual habían pasado los dueños de esas memorias; y al no ser admitido en la escuela, Zoro perdió su oportunidad de regresar su conciencia a su cuerpo, quedando nuevamente perdido, pero esta vez en otro ser y no en el mapa.

El espadachín no pudo evitar arder en coraje al lograr salir de la primera memoria, y fallando en la segunda que físicamente era más sencilla, pero en conocimiento, complicada. Quedando atrapado en la situación en la que había sido seleccionado y donde la vida del joven heroe había sido alterada radicalmente por el recuerdo en el que se encontraba... Por lo que Zoro se vio obligado a continuar viviendo la vida de Tokoyami como cualquier otro ciudadano, quizás... Sin manera de retornar.


Sundancer aquí:
Tras leer los mensajes de desprecio, me hizo replantear esta parte de la historia y si debía saltarla por no llenar sus expecativas. Pero, al pensarlo conforme lo tengo planeado, tristemente es una importante etapa para el crecimiento de los personajes en un corto lapso de tiempo y es necesario para la trama.
Así que lamento haberlos decepcionado, intentaré hacerlos mas cortos para que termine rapido y salgan varios en un solo capitulo. Igual, si no es de su agrado, pueden saltarlos y llegar directo al capitulo intermedio de "MESIAS" y reanudar la lectura al salir el capitulo "PRISIÓN" o "DESPUES DE LA TORMENTA" No se cual irá primero.

El porque decidí tomar este giro es: Porque las historias no tienen el mismo impacto que experimentarlo, necesito que desarrollen miedos marcados y sugestionen sus motivaciones, desarrollen ciertos comportamientos o nuevas voluntades... Pero sobretodo, la perspectiva vista desde un 'villano' que es considerado de tal manera, por tratar con un gobierno corrupto. Ustedes que siguen la historia desde el principio, entenderán que todo está ligado, y no escribo nada si no tiene un significado o razón de estar ahí.

Una disculpa por tardar en actualizar; recuerden que trabajo 15hrs 6 dias a la semana, y ahora tengo los tiempos muy apretados, tanto para escribir, como para usar esta plataforma que no tiene la opción de publicación automatica.