Semana 19.

Perspectiva de Taro, primera persona.

Esto va mal, mal, mal.

Papá no me cree. ¿Cómo va a creerme? No puedo culparlo, debo estar haciendo algún gesto raro con mi cara, si me está viendo así. Hace un rato ni siquiera me di cuenta de la expresión que tenía, hasta que él me lo dijo y me miré al espejo.

Yo… sólo quiero que se vaya. Debería estar pintando el cuadro del monte Fuji, siempre se ocupa en eso. ¿Por qué había venido a verme, en primer lugar? Cuando entró, preguntó por qué no comí. ¿Se habría evitado esto si yo salía a comer? Si es así, desearía haberlo hecho antes. Tal vez aún puedo…

—¿Y de quién te acordaste?

La voz de papá me regresa al momento. Siento enseguida que algo no está bien conmigo. Me siento pesado, desganado; no es que no quiera hablar, es que no puedo. Cuando quiero abrir la boca y ser sincero, no sale nada.

A papá nunca le hablé de él, así que, si le digo su nombre, me hará un montón de preguntas que no quiero contestar ahora. No sé cuándo podré contestarlas, en realidad. Ojalá no tuviera que hacerlo nunca.

Aún así, tampoco puedo decirle que me acordé de Tsubasa, de Shingo, de Matsuyama; a ellos sí los conoce, y precisamente por eso no me creerá o, en todo caso, me preguntará más cosas, de todas maneras. Sólo quiero que se vaya, pero no puedo decírselo o se preocupará y me seguirá preguntando.

Creo que no hay manera de evitar más esta charla, conozco la insistencia de papá. Takeshi tenía razón. Traté de evitar que alguien me viera ir a la cancha, pero Matsuyama y Misugi me vieron desde el principio. Ojalá pudiera ser invisible.

De seguro papá seguirá aquí, no importa cuánto quiera prolongar las cosas. Takeshi me dijo que tarde o temprano iba a pasar. Takeshi… Me pregunto si él ya habló con Kōjiro.

Casi me siento mal por no sentir culpa de no haberme interesado más en él, no volví a hablarle desde hace semanas. Estaba demasiado concentrado en el asunto de… bueno, de Genzo.

—De alguien que me dijo algo similar, pero no lo conoces.

—¿Algo similar? —pregunta sin dejar de mirarme.

—Sí. Me dijo algo como que si tenía un problema, al menos debía hacer el intento de resolverlo. Después me acostumbraría y mejoraría.

—Bueno, tiene razón. Quizás ahora que nos quedaremos en Shizuoka, pueda conocerlo.

Ah, papá no me hace las cosas más sencillas. Me arden los ojos, pero siguen secos; en cambio, creo que estoy sonriendo de más. No puedo evitarlo. Sólo espero que no vuelva a preguntar si estoy bien, no sabría qué contestarle.

Si le hubiera hablado de Genzo, ¿le habría caído bien? ¿Habría tenido la oportunidad de presentarlos? Ya no importa. Genzo ni siquiera me consideraba como un amigo, después de todo.

"Así es la vida"; he escuchado a los adultos decir eso, supongo que aplica para casos como éste. Ya lo he aceptado, ahora sólo quisiera poder quitarme de encima esta sensación de que algo va mal.

—¿Y esa risa? —me pregunta. Entonces, ¿me reí? No me di cuenta. ¿Qué tipo de risa fue? Creo que estoy parpadeando mucho.

—Es que eso no se va a poder, papá. El periodo escolar termina en tres semanas, pero ya dejó de ir a clases.

—¿Ya no va? —Muevo la cabeza para decirle qué no. Parece confundido; yo sólo sigo esperando que no pregunte más—. ¿Por qué?

Ah, aquí está otra vez esa sensación. Me arden los ojos, pero creo que ya no están secos. Me pica la cara. He sonreído tanto, que ya no puedo hacerlo más o la sonrisa se me saldría del rostro.

—Porque… —¿Por qué me cuesta tanto decirlo? Empecé a hablarle hace poco, no es importante. Me despido de la gente todo el tiempo—. Se va a Alemania.

Papá me mira en silencio. No pregunta más, pero no quiero que me mire. Todo el tiempo intento que la gente no me ponga atención, no sé por qué lo hacen. No soy llamativo, no tengo nada especial, no soy bueno hablando, y la mayoría no sabe que soy buen deportista porque me he encargado de ocultarlo.

¿Por qué no miran a alguien más? Trato de ayudar a otros a cumplir sus sueños para que brillen y toda la atención se desvíe a ellos. Cuando me miran a mí, me siento pesado. No sé qué esperan de mí.

Hasta ahora, lo único que pude ofrecer fue ser un apoyo, un segundo, para no robarle un primer puesto a nadie más. ¿Para qué querría yo ser el centro de atención o un puesto de líder? Tarde o temprano me tenía que ir.

Aceptar los cumplidos y expectativas de la gente sólo traía problemas. Recuerdo cuando aquel niño con una mamá super estricta se esforzaba por ir a los entrenamientos a costa de ella.

Ella no quería que él jugara, pero él iba de todas formas cada que podía. Se esforzó, vaya que se esforzó, por convencerla de darle una oportunidad, de dejar de ir a sus clases privadas de todo menos soccer.

Le costó mucho que los demás en el equipo lo aceptaran; ellos le decían "¿para qué querríamos a alguien que nunca está disponible? Si aquí tenemos a un genio como Misaki".

Nunca me hubiera perdonado robarle el puesto a alguien que lo quería tanto, sólo para irme después. Fue por eso que hice todo lo que pude para que lo dejaran jugar un partido, sólo un partido contra otro equipo, y que su mamá lo viera.

Postergué lo más que pude el meter goles y, en cambio, me concentré en enviar pases para que los anotara él. Porque estar en ese equipo significaba mucho más para él que para mí.

A pesar de que él fue la estrella, siguieron viéndome a mí. Me atribuyeron la victoria y me agradecieron al marcharme. Me pregunto si ese niño sigue jugando.

En la escuela, Matsuyama y Misugi no me presionaron para jugar, aunque me vieron y sé que querían algo de mí. Ahora, papá me sigue viendo y tampoco sé qué quiere que le diga, pero sé que espera algo.

Lo que yo no espero es que, en vez de seguir mirándome, se acerque y me abrace. Papá nunca ha sido así; me siento realmente raro cuando lo hace. ¿Por qué lo está haciendo ahora? Debería decirle que no hay de qué preocuparse, estoy bien. No quiero ser una carga.

Sé que últimamente no he sido el mismo y que no estoy dando el mejor rendimiento en la escuela. He lidiado con la insistencia de mis amigos, y ahora con la de papá, pero esto no es nada a lo que haya que prestarle atención.

Esta sensación de que algo va mal, va a pasar. Lidiaré con ella, como lo he hecho cada vez que me siento así. Que me dé comezón en los ojos y no pueda dejar de sonreír no es nada nuevo, tan sólo me gustaría que nadie me viera. Esa no es la versión que les gusta de mí.

Siempre me dicen que soy amable, que inspiro confianza y, recientemente, también que mi punto fuerte es la comunicación, hacer vínculos. Nadie diría eso si me viera dudar, huir de los desafíos y los compromisos, quejarme o llorar.

A lo mejor por eso Genzo no me consideraba como un amigo. A lo mejor esperaba que pronto se me quitara el miedo de jugar y que entrara a la cancha con él por iniciativa propia en lugar de que él me invitara siempre.

Sí, él es algo impaciente, no le rogaría a ninguna persona que le resultara desagradable. A lo mejor lo cansé. A lo mejor tendría que haberle preguntado directo y desde el principio dónde vive. A lo mejor así me habría ganado su confianza y me hubiera dicho por voluntad que se iba a ir.

Sí, le gusta la gente firme y segura de sí misma, como Schneider. Ni siquiera vale la pena que trate de averiguar los detalles del vuelo para ver cuando despegue. De seguro Tsubasa y Mamoru lo saben, pero a él no le gustará que yo esté ahí, se enfadaría con ellos.

Ah, papá no me ha soltado. No me está diciendo nada, pero escucho una voz que no distingo si se está riendo o está sollozando. Si no es suya… ¿es mía? ¿No es exagerada para un chico de casi quince años?

¿No tendría que estar corriendo detrás de una pelota, feliz, con más chicos de mi edad? ¿No es a mí a quien buscan para que los ayude? Incluso Takeshi necesitaba un empujón.

El único que no necesitaba nada de mí era Genzo. Él, incluso, estaba dándome ese empujón a mí. Dijo que yo le era útil después de las prácticas, pero no era cierto.

A él le servía cualquier persona, y aún así me invitó a mí. ¿Por qué quería que lo acompañara, si no éramos amigos? No lo sé. Misugi dijo que le llamé la atención desde que llegué a Shizuoka.

No sé si sea verdad, pero tampoco puedo dudar de Jun ni de Hikaru. Los he visto, ellos no mienten. Tampoco Tsubasa; él dijo que Genzo no tenía nada personal contra mí.

Estoy confundido, lo he estado desde que llegó la hora de decidir a qué club quería entrar. En realidad, no es que decidiera no entrar a ninguno; decidí postergar la elección, hasta que no hubo nada que elegir.

No le mentí a papá: no sé por qué no tuve el valor de decidir algo, lo que fuera. Si no haces algo, debes estar seguro de que no querías hacerlo, ¿verdad? Debes estar seguro de que no vas a arrepentirte.

No sé si me arrepiento, pero amo el football y sé que así no es como quería que salieran las cosas. Yo… incluso pensé en unirme al club después del torneo. Lo pensé porque parecía divertido, porque Genzo me ayudó a recordarlo.

Me daba envidia verlo hacer lo que se le daba la gana dentro de la cancha, pero era un tipo de envidia más cercana a la admiración y el respeto. Él era libre de decidir lo que fuera, y siempre estaba seguro.

El resto del mundo no afecta las decisiones que toma. Yo quería ser así. La única persona como él que había conocido era papá, pero papá debía invertir el tiempo en asuntos más importantes que los deseos infantiles de un chico.

Ésa es la razón por la que me sorprende que aún esté abrazándome en lugar de pintar un cuadro. El clima mejoró esta tarde; si no aprovecha, las nubes pueden tapar el sol otra vez.

Aunque… He de admitir que ser abrazado de esta manera es muy cómodo, siento el cuerpo más ligero y la cara me dejó de picar. Me dio sueño de repente.

Ya no percibo muy bien lo que me rodea, sólo alcanzo a distinguir que papá dice algo, no sé qué, con un tono de voz que normalmente no usa. Suena como cuando se preocupa, pero también como cuando me felicita. Es extraño.

No sé cuánto tiempo pasó desde que papá se acercó a mí, pero si a él no le importa que el sol se oculte antes de terminar con sus pinturas, entonces yo sí quiero aprovechar la calidez del día.


Notas: Este capítulo es la continuación directa del anterior, como algunos habrán notado. En cuanto al periodo escolar, me di cuenta que planeé un ciclo con tres trimestres en lugar de cuatro. Hagamos de cuenta que eso tiene sentido, porque no pienso modificar la cronología a estas alturas. Los tres meses restantes son de vacaciones, asuetos y demás. No se preocupen, todo sigue encajando donde debe, ya lo verán cuando lleguemos al último capítulo y, entonces, les comparta los mil documentos (?) que usé para organizar este caótico fanfic.