-¿Intercambio de integrantes? - cuestionó Naruto, parado junto a su maestra en la gran puerta de Konoha.

Observándola también con curiosidad, Sasuke tenía sus manos guardadas en los bolsillos de sus ropas.

-Según lo que me explicó Jiraiya-sama... - respondió, llevándose una mano a su largo cabello plateado. - ...es un ejercicio que busca reforzar el trabajo en equipo entre los ninjas principiantes. - bajó la mano y los vio apenada. - Me habría gustado conversar con ustedes al respecto, pero Sakura se me adelantó llenando su solicitud, justo cuando me entregaron nuestra nueva misión.

-¿Eso significa que no irá esta vez con nosotros? - interrogó el Uchiha.

-Alguien más vendrá en su lugar. Lo malo, es que no sé de quién podría tratarse.

Al escuchar aquello, Sasuke frunció el ceño y Naruto tragó saliva grueso. Si le tocaba estar con Kiba Higurashi... ¡Estaba frito! ¡Seguramente aprovecharía el tiempo para vengarse por reírse de él en la ceremonia de graduación!

-D-Disculpen...

De pronto, se presentó con ellos una niña de piel blanquecina, corto cabello azulado y grandes ojos blancos. Vestía una chamarra color hueso, pantalones y sandalias azul oscuro.

-B-Buenos días.

-¿Hinata Hyuga? - la llamó el joven de ojos negros, arqueando las cejas.

-No es cierto... - pensó HanaYasha, con un tic en su ojo izquierdo. - ¡¿Una de las alumnas de Itachi?!

-¡Gracias a Dios! - exclamó el rubio, corriendo hacia su antigua compañera de la academia y dándole un abrazo. - ¡Me da mucho gusto verte Hinata, de verás!

Al escuchar aquello, la mencionada se sonrojó de golpe.

Instantes después, el equipo partió a su nueva misión, cruzando el inmenso puente de madera, para luego saltar por las ramas de los árboles e internarse en lo profundo del bosque.

PPPPP

Dos días después, los cuatro culminaron su viaje, terminando en una aldea completamente devastada. La campana que daba aviso sobre la llegada de algún Youkai, colgaba únicamente de una cuerda, sonando con el ligero paso del viento. Había rastros de fuego y cenizas.

El cielo tampoco ayudaba mucho, ya que era de un inquietante color rojizo, producto del atardecer que se formaba por la hora. Sin embargo, lo que les resultó más perturbador, fue encontrar los cuerpos de varios hombres, mujeres y niños, hundidos en charcos hechos con su propia sangre.

La imagen le resultó tan aterradora a HanaYasha, que no pudo evitar cubrirse la boca con las manos y sumergirse brevemente en el pasado. Parándose en la aldea que no pudo proteger. La aldea donde el pequeño Kimimaro murió en sus brazos.

-Vaya, vaya...

Habló una voz ajena, obligándolos a levantar la vista. Unos metros por encima del suelo, apareció un demonio de piel pálida, largo y lacio cabello negro y ojos carmesí. Vestido con un sombrero y ropas de arlequín, de colores blanco y negro.

-Por lo visto, me faltaron matar algunas cucarachas.

-¡¿Quién rayos eres tú?! - cuestionó Naruto, gruñendo furioso.

-Soy Kugutsu, el marionetista de almas. - con cierta elegancia, movió sus dedos, atando a la Hanyou de piernas y brazos.

-¡Déjala ir! - exclamó Sasuke, lanzando hacia el Youkai un par de kunai con papeles bomba.

Kugutsu sonrió. Esquivó las armas; explotando en el aire, y se colocó detrás del chico, pateando su espalda para lanzarlo lejos y luego, capturarlo. Viendo como comenzaba a alejarse unos metros por encima del suelo, el rubio saltó, abalanzándose con un kunai hacia lo que lo sujetaba y tomándolo en sus brazos. Mientras tanto, Hinata dio varios golpes a la nada, liberando a HanaYasha.

-Oh... - habló el monstruo. - ...con que pueden verlos.

-¡¿E-Están bien?! - interrogó Hinata, corriendo hacia los chicos, acompañada por la Higurashi.

-Sentí que algo me cortó... - dijo Sasuke, revisando sus brazos y sus piernas.

-Lo que ese demonio usa son hilos rojos. - aclaró Naruto, reflejándolos en sus pupilas azules. - Varios de ellos salen de sus dedos.

-¡Byakugan! - exclamó la niña de cabello azulado, activando la habilidad especial de sus ojos blancos, en cuyos alrededores se sobresaltaban sus venas.

Al instante, su corazón latió con inquietud. Sin embargo, antes de poder explicar a detalle lo que observaba, Kugutsu los emboscó... rodeándolos con los cadáveres de varios aldeanos, llevando en sus manos varias armas como hachas, lanzas y espadas.

-¡MUERAN! - ordenó el marionetista, moviendo sus hilos para hacer que los aldeanos se abalanzaran sobre ellos y los atacaran, en medio de una carcajada demencial.

Complacido con la montaña que veía de cadáveres, decidió retirarlos para apreciar mejor su obra maestra.

No obstante, y para su gran sorpresa, los menores se encontraban a salvo en la tierra... ya que HanaYasha se había colocado en el camino de las armas, recibiéndolas en su torso.

Aterrado por los caminos de sangre que sobresalían de su chaleco verde oscuro, Sasuke recibió una gota en su mejilla izquierda. A su derecha, Naruto y Hinata también estaban en shock.

-Maldición... - musitó la joven, tosiendo sangre.

Al verla en aquellas condiciones, Kugutsu se rio con más fuerza que antes.

-¡Hibrida estúpida! - exclamó, moviendo con elegancia su mano derecha. - ¡Haré que te arrepientas de haber salvado a esa escoria!

Con su brazo levantado, llamó a un par de cadáveres escondidos detrás de una casa, con los que planeaba darle el golpe final.

Pero, con lo que no contó, fue con que Sasuke se levantara y se posicionara a sus espaldas, recibiendo una de las armas en su hombro derecho y evadiendo la otra con su kunai.

HanaYasha enfureció.

De pronto, los hilos que sostenían a los aldeanos fueron cortados de golpe, por lo que cayeron en los alrededores de los ninjas.

El Uchiha se quejó por su herida, cubriéndola con su mano, antes de caer en los brazos de su sensei y permitir que lo apartara de un salto de los demás.

Kugutsu vio con curiosidad a HanaYasha, permaneciendo arrodillada en el suelo, cargando a su alumno en sus brazos y sin las armas en su torso.

En eso, el viento sopló. Su largo cabello plateado se ladeó a su derecha, mostrando una expresión diabólica que asustó a todos.

-¿H-HanaYasha? - Sasuke la llamó, viendo desconcertado las 2 franjas púrpuras en sus mejillas. Sus globos oculares rojos y sus pupilas azules.

A Hinata le temblaban los ojos y Naruto no podía moverse por la conmoción.

La joven frente a ellos ya no era su maestra.

Era un Youkai.

Enfureciendo por su arrogancia, Kugutsu amarró de nuevo a los aldeanos caídos con sus hilos y los dirigió una vez más hacia ellos.

La Hanyou sonrió. Dejó al chico de ojos negros en el suelo y se lanzó hacia el marionetista, pasando por su lado. Kugutsu se quedó quieto unos segundos, antes de que su cabeza cayera al suelo.

Su cuerpo la siguió, dejando de flotar y liberando una vez más a las personas muertas. Los tres aprendices jadearon asustados. Y más, cuando HanaYasha dirigió su escalofriante expresión hacia ellos.

Sonreía divertida. Tronándose los nudillos de sus dedos cubiertos de sangre.

Sasuke no podía escuchar otra cosa en sus oídos que no fueran los latidos de su corazón. Cada una de sus extremidades se sentía demasiado pesada y su mente estaba totalmente en blanco, haciéndole imposible pensar en un plan para devolver a su maestra a la normalidad.

Lo único que pudo hacer que volviera en sí, fue un grito de Hinata. Dando un respingo, alzo la vista, reflejando en sus pupilas a Naruto. Se había colocado frente a él para protegerlo de un ataque mortal de HanaYasha, recibiendo tres cortadas hechas por sus garras en su pecho.

-Sasuke. - lo llamó el rubio débilmente, mirándolo por encima de su hombro derecho con una sonrisa. - Deja de temblar como un gato asustado y protege a la chica que amas.

Su comentario lo sorprendió. Se supone que los sentimientos que sentía hacia HanaYasha eran secretos. ¿Cómo pudo ver a través de él?

En eso, Hinata corrió hacia ellos; con el Byakugan activado, y movió su brazo derecho hacia la Hanyou. Ella la esquivó, apartándose unos metros de los chicos con un salto.

-¡N-Naruto! - la menor sollozó, atrapándolo en sus brazos.

-Hinata. - la llamó el Uchiha, obteniendo de inmediato su atención, al mismo tiempo que se ponía de pie. - Quédate aquí.

La jovencita asintió con pesar, abrazando al rubio y recostándolo en su pecho. Él todavía respiraba. Pero necesitaba atención lo antes posible. Con ese detalle en sus pensamientos, Sasuke pudo hacer a un lado su miedo y caminar despacio hacia la kunoichi de cabello plateado.

Ella, al verlo, gruñó y frunció el ceño.

El muchacho, mientras tanto, se aproximaba despacio, pasando con cuidado entre los cadáveres de los aldeanos, intentando lo más posible ignorar sus expresiones de sufrimiento y las grandes cortadas con las que Kugutsu los asesinó. Dando un gran paso, para esquivar el cuerpo de un niño, dirigió su mirada al frente.

-HanaYasha. - la miró seriamente, levantando sus temblorosos brazos al frente.

Ella gruñó con más fuerza.

-HanaYasha, tú sabes quién soy. - una sonrisa que le había dedicado hace tiempo, le dio más valor para dar otro paso. - Por favor... vuelve conmigo.

Llegando a pocos centímetros de ella, extendió sus brazos, como si quisiera que lo abrazara. Hinata veía perpleja la situación, hasta que su Byakugan volteó hacia el cuerpo de Kugutsu.

-¡S-Sasuke!

Lo llamó aterrada, a la vez que el solitario cuerpo del Youkai flotaba y se movía hacia él, llevando un hacha en sus manos. Mientras él levantaba con lentitud su mirada al cielo, una silueta se interpuso entre ambos, recibiendo el hacha en su espalda, a la vez que atravesaba el cuerpo de Kugutsu con su espada de filo negro.

Hinata cubrió su boca con su mano derecha, impactada por ver como HanaYasha se había abalanzado hacia Sasuke. No para lastimarlo, sino para protegerlo. En cuanto reconoció la voz de su alumno, lo tiró bocarriba al suelo y se colocó encima, pasando su espada desenfundada por debajo de su axila izquierda, para que el filo atravesara el cuerpo del demonio.

Una vez que se quedó sin sangre, se convirtió en polvo, dispersándose con el viento. La joven jadeó agotada, teniendo aun presentes las franjas purpuras en sus mejillas. Retirando a colmillo sangriento, la lanzó por encima de la cabeza de Sasuke, momento en el que palideció al encontrarse con sus ojos.

El sharingan brillaba bajo la luz carmesí del atardecer, humedecido por lágrimas de sangre que caían de sus párpados.

Abrumada por la culpa, la Hanyou llevó su mano derecha a su mejilla izquierda, limpiando con su pulgar el hilo de sangre.

-Lo lamento... - susurró arrepentida. - ...no era mi intención asustarte.

De pronto sus ojos dorados se cerraron y su cuerpo cayó a su lado derecho, dando un golpe seco contra la tierra agrietada. Sasuke ladeó su cabeza a esa dirección, escuchando a lo lejos los graznidos de los cuervos.

PPPPP

SSSSS

Había regresado a aquella noche en la que los árboles de cerezo del distrito Haruno se movían apacibles con el nocturno viento de primavera.

Al terminar los fuegos artificiales, emprendió un parsimonioso recorrido al lado de Itachi, quien no dejaba de sonreírle con falsedad.

Sabía que algo en el interior lo atormentaba. El seguir atrapado en la oscuridad. El tener que soportar más ordenes despiadadas de Danzou, su bisabuelo.

Sintiendo su dolor como suyo, no dudó en correr hacia él y tomar las ropas de su espalda. Unos segundos después, él se volteó y la abrazó. Los latidos de su corazón la reconfortaron tanto que la hicieron llorar.

SSSSS

HanaYasha abrió de golpe sus ojos dorados. ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado con los cuerpos de los aldeanos?

A pesar de no estar en las mejores condiciones, fue capaz de inclinarse hacia adelante y ponerse de pie.

Tocando el suelo con las plantas de sus pies y llevándose una mano a su costado izquierdo; cubierto de vendas al igual que el resto de su torso, dejó que su olfato la guiara por el lugar, atravesando unos arbustos a su izquierda.

PPPPP

Dentro de un pequeño claro, Sasuke observaba en silencio la fogata que había hecho horas antes. Frente a él, Hinata y Naruto respiraban tranquilos, con los ojos cerrados, encontrándose dentro de sus respectivos sacos para dormir.

Por fortuna, la herida del rubio no fue tan grave como suponía, siendo curada fácilmente con el ungüento que la joven Hyuga guardaba en su mochila. Gracias a eso, consiguieron enterrar sin dificultades a los aldeanos que cayeron en el terrible ataque de Kugutsu.

Frunció los labios y estrujó una de las mangas cortas de su camisa azul oscuro. Su corazón se estremecía al recordar cada cortada que tenían los cuerpos. A algunos incluso les faltaba una extremidad.

Despertando de sus pensamientos, por uno de los ronquidos del rubio, se le ocurrió tomar su mochila y caminar con cuidado al sitio donde habían puesto a su maestra para que descansara.

Haciendo a un lado unas ramas bajas llenas de hojas, tenía la esperanza de verla dormir. No obstante, sus ojos negros se abrieron como platos al encontrar solamente su chaleco verde oscuro, tirado sobre la frazada lila de Hinata.

Entrando en pánico, entró al pequeño espacio y revisó los alrededores. Como aún faltaba una hora para que amaneciera, le costaba trabajo ver con claridad. Sin embargo, gracias a unas hojas caídas y unas ramas deshechas, pudo dar con el pasaje que usó.

Apresurándose, atravesó los arbustos, corriendo hasta dar con la orilla de un inmenso lago. Metida en su interior, con el agua llegándole hasta por encima de las rodillas y recibiendo una leve llovizna de parte del cielo oscuro, la joven golpeaba furiosa su reflejo con sus puños.

Percatándose de la manera que movía sus dedos; haciendo saltar el agua, supo de inmediato que ya sabía sobre la sangre de Naruto.

Atónito, soltó sin querer la mochila que llevaba en su mano izquierda. El sonido del objeto revotando en la tierra, despertó a HanaYasha de su trance, haciéndola girar en medio de un grito lleno de frustración y cólera.

Sin embargo, cuando sus ojos dorados chocaron con los de su estudiante, su semblante cambió, transformándose en sorpresa y arrepentimiento.

Había esperado encontrarse a un Youkai para destazarlo y deshacerse del coraje que ahora la molestaba.

Pero, al ser Sasuke quien presenciaba como lidiaba con sus emociones, con la carga de haber lastimado a uno de sus alumnos... se quedó perpleja.

Algo que el menor aprovechó, para correr hacia ella, entrando también en el agua, y abrazarla. En medio del silencio, la llovizna siguió cayendo sobre ellos, desapareciendo en el agua y empapándolos.

Agachando la mirada y viéndolo con tristeza, HanaYasha recordó el abrazo que le dio a Itachi por impulso, al terminar los fuegos artificiales del festival de los cerezos. Derramando un par de lágrimas, rodeó al chico con sus brazos y se inclinó a su oído izquierdo.

-Gracias.

Fin del capítulo.


Lamento haber hecho una pausa tan abrupta. Tuve algunos problemas para editar este capi en wattpad (el espacio que uso para corregir detalles. De repente, le da por no respetar los espacios entre párrafos y eso no me hace gracia :/).

Pero...! Finalmente quedó y ya podemos proseguir :) Espero el capi de esta ocasión les haya gustado! Si es asi, me ayudarían mucho compartiendo esta historia :)

Muchas gracias! Saludos a todos!

PD. Gracias a ustedes, esta historia ya tiene más de 1000 lecturas! Muchas, muchas gracias! nOn! 3 Cuidense mucho!