Capítulo 2

Shirou estaba en el vuelo a Japón. Iba a ser un viaje muy largo, de unas dieciséis horas de vuelo ya que era uno directo. Calculando el tiempo en su cabeza estimó que no llegaría al mediodía, Como muy tarde al atardecer estaría en tierras niponas donde estaría bajo el ala de una familia Yakuza.

Él sabía muy bien que era lo que significaba la palabra Yakuza. Según lo que le había contado su padre, eran los descendientes de una cosa llamada samurái, por lo que se dividían en familias y clanes. Actualmente trabajaban como mafia, la familia Fjimura era una familia que solía operar en grupos de moteros, siendo así los mejores a la hora de buscar un objetivo.

Mientras estaban en pista esperando la autorización de vuelo de la torre de control, algunos pasajeros se quedaban viendo al pequeño niño pelirrojo. Incluso algunas azafatas le habían ofrecido buscar a sus padres ya que les parecía extraño que un niño de seis años viajara solo a un país extranjero. Con una sonrisa negaba cualquier petición de parte de los profesionales del avión, no era la primera vez que le ofrecían ayuda. Antes de que pudiera embarcar, los guardias de seguridad intentaron hacer que volviese a su casa ya que pensaron que se estaba fugando o que sufría malos tratos, pero se vieron obligados a no hacer nada al ver que llevaba consigo una nota de su "querido" abuelo, pero no le quitaron el ojo de encima hasta que subió al avión.

No llevaba mucho equipaje. Solo llevaba consigo una mochila con un poco de ropa, algo de dinero que cambiaría al llegar a inmigración en su nuevo país de residencia y dos libros de magia o grimorios. Lo que más le enfadó fue la espera antes de subir al avión, tres horas de espera que aprovechó para leer uno de los grimorios que tenía en su mochila, cuando por fin dieron su aviso de embarque el representante de la aerolínea lo ignoró durante minutos por ser solo un nió, básicamente tuvo que restregar el billete que había comprado en su cara para que le diera permiso para abordar el avión.

Tras sufrir todas esas complicaciones y de esperar un buen rato, el avión por fin se puso en marcha y comenzó su camino por la pista. Dieciséis horas son muchas, podría aprovechar para dormir un poco, para que la diferencia horaria no fuese tan grande y por lo que había chico el piloto, el viaje sería tranquilo y sin complicaciones.


Era un lugar muy oscuro, tanto que ni siquiera se podía ver a dos centímetro más a allá de la nariz. Ese lugar era muy grande ya que una presencia sin forma aparente estuvo caminando en ese lugar por días, casi pudo ver la luz de un nuevo día, pero la figura de una mujer con espada destruyó su puerta a la salida.

Esa figura oscura guardó rencor contra esa mujer armada, tanto a ella como a su master. Detetó la autorización de un sello de comando para que destruyese el santo grial, él ya conocía miles de maldiciones y había resistido todos los pecados del mundo, participó en una guerra y juró venganza en contra de esa familia de magos alemanes. Un día nacerá y hará que todos los que le traicionaron, le usaron o cualquier otra cosa que le hayan hecho mueran en el más terrible sufrimiento. Después de todo, el era la representación de todos los males del mundo.


La joven Taiga había oído el sermón que había contado su abuelo. Por la mañana iría con él a buscra a un niño, el hijo del señor Kiritsugu y la señorita Irisviel. Ella sería la encargada de cuidar a ese niño, en otras palabras, sería como una hermana mayor. Eso le preocupaba, ella no tenía hermanos menores ni mayores, encima ella no era buena en la magia, solo podía moverse más rápido, pero nunca lo llegó a usar en sus combates de kendo.

La oportunidad que se le presentaba ahora la quería aprovechar. Por tendría a alguien con quien hablar que no fuera más mayor que ella, podría jugar y hacer tonterías con él. Ya estaba deseando que llegase el día de mañana.

Con un poco de nervios consiguió dormir mientras planeaba todas las cosas que podían hacer juntos. Sin darse cuenta la mañana ya era presente y la joven Taiga de catorce años salió corriendo de su habitación y corrió por el complejo hasta que llegó a la cocina, donde estaba su abuelo atendiendo una llamada.

- Entiendo... No hay problema... Gracias. - Dijo Raiga serio por lo que estaba hablando. Después de eso dejó el teléfono en la mesa marcando así el final de la llamada.

- Buenos días abuelo. - Dijo la joven con una sonrisa mientras esperaba su desayuno. - ¿Cuándo va a venir?

- Veo que estas entusiasmada. - Dijo el viejo con una sonrisa. - He llamado a Takashi, le mandé ir al amanecer para saber más o menos cuando llegaría el avión. - Dijo este llamando la atención de la chica que tenía sentada enfrente. - Al parecer hasta mediodía tirando hasta por la tarde nada. Tú tranquilizate, ve a la escuela cuando salgas iremos a buscarte para que nos acompañes al aeropuerto de Tokio.

Esta sonrió a lo que había dicho su abuelo, por lo que procedió a comer su desayuno que le habían entregado. Una vez tragó todo su desayuno se preparó para ir a clases, se vistió con el uniforme, se equipó con su mochila y una funda donde residía su arma predilecta, el torashinai.

Una vez estuvo completamente lista subió a su bicicleta y fue todo el camino hasta su escuela, Homurahara. Por delante se le presentaba un día aburrido, lo único bueno era la presencia de sus dos mejores amigos, Neko y Reikan. Ellos tres se lo pasaban en grande y hacían un montón de travesuras en la escuela.

Taiga estaba deseando que se acabase ya el día y eso sus amigos lo notaron, miraba de forma compulsiva el reloj y anunció en su descanso del almuerzo que no iría a las practicas de kendo. Completamente extrañados por el comportamiento de su amiga estos decidieron preguntar. Esta les contó un poco por encima lo que había pasado. Un amigo de la familia tenía problemas en casa con la familia de su mujer, estos no querían a su hijo por no ser como ellos querían que fuese y que este huyó de casa y que estaría en el complejo Fujimura por el momento. También les contó qye ella estaría al cargo de este chico, por lo que sería su hermana mayor.

- Vaya, ¿y cuantos años tiene el chico? - Preguntó el que sería en un futuro un monje del templo y capitán del club de artes marciales.

- Supuestamente tenía cinco años, pero hace poco cumplió seis. - Dijo Taiga con una sonrisa.

- No te imagino como una hermana mayor. - Dijo Neko con una sonrisa haciendo que la nieta de un cabeza de clan yakuza se desilusionase. - Pero bueno, si estás ahí para él lo más seguro es que seas una buena hermana.

Con ese comentario, el ánimo de Taiga subió hasta las nubes. El día transcurrió sin muchos incidentes. Algunos profesores mandaban mucha tarea para casa mientras que otros se dedicaban a contar su vida a cambio de un poco de comprensión como era el caso de su profesor de historia, el cual era incapaz de conseguir novia estable. Con el día de clases terminado Taiga se encontró un coche elegante en la puerta, obviamente de su abuelo, por lo que se despidió de sus amigos y se subió en este.

Dentro del vehículo se encontraba su abuelo, como era de esperar, y un conductor sentado en la parte delantera. Esta le contó lo que sucedió en el día mientras que su abuelo solo asentía con una sonrisa. Ellos tenían que viajar durante diez minutos, por lo que al abuelo no le molestaba en absoluto que su nieta le cuente sus travesuras en la escuela.

El viaje fue ameno, no había mucho tráfico y hacía un buen día. Cuando llegaron al aeropuerto lo primero que hicieron fue mirar en el panel en el que ponían la hora de llegad de los vuelos del día. Tenían que buscar el vuelo 341 de Berlín. La primera en encontrar el vuelo fue Taiga que señaló a su abuelo. Al parecer aterrizaría en cinco minutos. Raiga al ver esto se dispuso a ir a un bar para tomar algo, pero fue detenido por su nieta.


Shirou se había despertando con el anuncio de que el avión tomaría tierra en unos minutos. Él, lo primero que hizo fue mirar por la ventana. El paisaje era un poco distinto. El invierno alemán era muy frío, tanto que tenía nieve frecuentemente, aquí no lo había, pero según el piloto había baja temperatura, por lo qye se puso una bufanda que tenía su mochila.

El aterrizaje fue normal. No hubo complicación alguna, solo que hoy haría más frío de lo habitual, pero el pelirrojo no le podía importar menos. Cuando le dieron luz verde para poder desembarcar una azafata muy amable le dio una bolsa de caramelos por haberse portado bien, aunque Shirou lo negara, aceptó esa bolsa con una sonrisa y el rostro un poco rojo por la vergüenza que sentía porque una mujer lo alabase. Tras ese suceso llegó a la pasarela donde un montón de gente se estaba estirando y algunos niños que iba en el avión se quejaban de que le dolían los oídos debido al cambió de presión que había en el ambiente.

Con toda la tranquilidad que tenía se puso en la cola de inmigración para poder cambiar divisas, lo que no se esperaba era que uno de los guardias que había con el empleado de inmigración le obligase a ir a otra sala. Da igual como lo viesen, siempre era sospechoso que un niño viajase solo y más a un país extranjero.

- Veamos niño. - Dijo el guardia intentando permanecer tranquilo. - ¿Donde están tus padres?

- Que yo sepa en Alemania. - Contestó el pequeño con toda la naturalidad del mundo mostrando así, la calma heredada de su padre.

- ¿Y por qué están tus padres en Alemania? - Volvió a preguntar el guardia intentando comprender las palabras de Shirou. - ¿Acaso te fugaste, te trataba mal, te hacían daño?

- No, nada por el estilo. - Dijo el niño tranquilizando un poco al hombre que le estaba interrogando. - Es un tema un poco complicado. La familia de mi madre, la cual es alemana, no me acepta porque se casó con un japonés, por lo que siempre me ignoraban cuando mis padres no estaban presentes, incluso me menospreciaban e intentaban separarme de mi hermana menor, la cual tiene más parentesco físico con ellos que yo. Completamente harto de esta situación hablé con el líder de la familia, mi abuelo Jubstacheit y el me dio permiso para poder venir con una familia amiga de mi padre.

El guardia asintió por todo lo que le había dicho el niño. - ¿Y tienes una nota que diga que él te dio permiso o que aceptó de buenos términos que tú vengas a otro país? - Shirou asintió y buscó en su mochila. Unos segundos más tarde encontró la nota y se la entregó al hombre. Este a leyó a fondo y descubrió que tenía el nombre de la familia con la que viviría por el momento.

El guardia salió excusándose un momento para hacer un anuncio. Si de verdad no se había fugado el solo tendría que estar por lo menos el hombre que mencionaba la carta por el lugar, un tal Raiga. Con paso firme y ligero fue hasta el cuarto de megafonía y seguridad, donde una compañera de trabajo estaba observando por varios monitores las cámaras de seguridad.

Este le explicó todo lo que sucedió a su compañera por lo que hizo el siguiente comunicado. - Por favor, que Raiga venga a control de inmigración, tenemos un niño llamado Shirou que afirma ser su protegido, repito. Raiga, venga al control de inmigración, tenemos un niño llamado Shirou que afirma ser su protegido.


Raiga estaba sentado en un asiento cerca de la puerta por donde salen los viajeros siendo ya oficialmente tierra japonesa. Taiga estaba en la barandilla, esperando que el niño solo apareciera por la puerta, lo primero que haría sería darle un abrazo y decirle que la llamara one-chan.

Lo que el abuelo y nieta no esperaban era que un anuncio de megafonía los llamara para que fueran a inmigración. Con un suspiro cansado el viejo se puso de pie y fue con su nieta a la zona que le había pedido. Puede que sean magos de préstamo, es decir, una familia que no es mágica de nacimiento pero que era compatible con las crestas, por lo que sabían manejarse bien con la tecnología, cosa de la que presumían ante la asociación de magos cada vez que tenían que ir. Ellos consultaron los carteles y mapas electrónicos que había por la terminal, por lo que en poco tiempo pudieron plantarse delante de la puerta de inmigración.

Con un paso calmado, el viejo Raiga fue acompañado por su nieta hasta que un guardia de mediana edad los paró. - ¿Vosotros sois las personas que busca el niño? - Preguntó con el calma y ganando un asentimiento por parte del señor mayor. - De acuerdo, esperad aquí iré por él.

Con eso dejó a las dos personas que habían llamado para ir con el niño. Taiga estaba que no cabía en sí de la emoción por ver al niño, mientras que el viejo Raiga estaba un poco nervioso. Después de todo era el hijo de Kiritsugu, el famoso asesino de magos, por lo que no sabía cómo sería él. A lo menor era un chico igual que su madre, muy sonriente y con un positivismo abrumador, a lo mejor era igual que su padre, un chico muy serio que se tomaba todo en serio y con un sentido de la justicia bastante grande, o incluso puede que sea una mezcla de los dos siendo imposible crear una posible personalidad para el niño con el que había hablado en el día anterior.

Tras unos segundos de espera, el mismo hombre que les había indicado que esperaran vino acompañado de un niño que parecía tener cinco años, pero sabía bien que su cumpleaños fue hace poco, por lo que tenía seis años. Este tenía el pelo rojo un poco alborotado, unos ojos de color castaño dorado y la piel un poco pálida, no como su madre, pero se notaba que no había visto mucho la luz del sol. Este se quedó quieto delante de ellos mientras los observaba. Su mirada era analítica, igual a la de su padre, pero cuando aseguró de que eran la familia Fujimura dio una sonrisa igual a la de su madre.

Una vez estuvo resuelto, Shirou se fue con el viejo Raiga y una Taiga que no para de abrazarlo por la espalda. Él ya estaba acostumbrado a estas muestras de cariño por parte de su madre, pero que lo haba otra persona le resultaba un poco incomodo causando así la risa del viejo.

No tardaron mucho en llegar a la salida del aeropuerto, allí les estaba esperando un chofer que los llevaría al complejo Fujimura. El viaje de vuelta estaba plagado de preguntas de Taiga para Shirou, de las cuales eran muy comunes como ¿Qué te gusta hacer cuando te aburres? ¿Cuál es tu plato favorito? O ¿Cuál es tu color favorito? Todo era completamente calmado hasta que Taiga hizo la gran pregunta.

- ¿Qué tidpo de magia has aprendido en Alemania? - Dijo ella completamente inocente, sin saber que ese era un tema un poco sensible.

- Principalmente nos intentaban enseñar alquimia e intentar conseguir la tercera hechicería. Pero yo era incapaz de hacerlo. - Dijo un poco triste por no poder hacer la magia de su familia materna. - Solo podía hacer fortalecimiento y proyección, pero de mala calidad. Pero juro que mejoraré y haré que mi abuelo se trague sus palabras cuando le derrote con esta magia inútil.

El viejo Raiga sonrió con una gran sonrisa. Sabía que era el hijode Kiritsugu, pero ni sabía que su parecían tanto. Pocas veces había visto tanta determinación en alguien, más si ese alguien era un niño. Él ya lo había decidido, el mismo se encargará de sus entrenamientos, tanto que ya sabe hacer como en la magia Emiya, él lo ayudará a ser más fuerte. Mientras el viejo pensaba eso, la niña no paraba de abrazar al pequeño mientras le decía que había parecido un protagonista de serie de televisión.

El trayecto terminó en el momento en el que el coche fue aparcado delante de una mansión de estilo japonés muy grande, no como el castillo Einzbern pero grande a sin de cuentas. Shirou no paraba de observar a la gente que trabajaba en la casa, ya sean sirvientas, jardineros o personas que se encargaban de la seguridad. Cuando entraron a la residencia Taiga se separó de ellos ya que se quería poner más cómoda y darse un baño. Mientras eso sucedía, Raiga acompañó al niño a lo que vendría siendo un pequeño despacho.

La habitación en la que se encontraba actualmente era grande. Había un escritorio imponente donde había diferentes objetos, como un reloj de arena que fluía, aunque la arena estuviese abajo, unas fotos y un ordenador, demostrando así que los Fujimura eran buenos con la tecnología. Delante de ese escritorio había una mesita de cristal con un par de ceniceros en ella, mientras que dos sofás de cuero negro enmarcaban la mesa.

- Toma asiento donde quieras. - Dijo Raiga con una sonrisa mientras este se sentaba detrás del escritório. - Bueno, al principio pensé que era una broma lo de venir, pero terminé de creérmelo cuando tu padre llamó completamente desesperado porque tú no estabas y que habías dejado atrás una nota. No te estoy echando la bronca ni nada por el estilo, eso ya lo hará Kiritsugu cuando te vea. Te he traído aquí básicamente porque quiero que sepas lo importante que es para mi que tú hayas venido aquí. - Cuando el viejo dijo eso, Shirou lo miró bastante confundido ya que este no esperaba que el dijera algo como eso. - Lo que quiero decir es que tengo la cresta mágica de tu padre ne mi espalda, cuando tú estés completamente preparado te la pasaré a ti.

El pelirrojo no entendía todo en un primer momento. Básicamente le había obligado a acogerlo, se había presentado ahí sin que él fuera consciente de ello y ahora le estaba diciendo que la cresta de su padre, la cual cedió para dejar la magia, la tenía él y que se la daría cuando llegara el momento. - Viejo, no te entiendo. - Dijo este con una mirada confusa en su cara. - Por qué me la vas a dar, lo más normal sería dársela a tu hijo mayor o a Taiga, yo ya no tengo derecho a reclamar esa cresta.

- En eso te equivocas chico. - Dijo el yakuza muy serio llamando la atención del niño que estaba sentado en el sofá. -Tú eres Emiya, esta es tu cresta, nosotros la tenemos como regalo por parte de tu padre, gracias a él tenemos la posibilidad de ser magos por parte de la familia Emiya. Pero tú, eres el próximo líder, por lo que la cresta es completa y absolutamente tuya. - Con eso dicho, el niño soltó unas pocas lagrimas ya que era la primera vez que alguien le decía que valía y que algo tan importante como era una cresta le pertenecía. - Ahora pasemos a lo importante. La semana que viene comenzaras en un colegio cercano a partir de mañana comenzaras el entrenamiento mágico, yo mismo estaré presente cuando lo hagas. - Con eso anunciado Shirou asintió y se puso de pie para poder irse de la habitación. - Una cosa más. - Dijo haciendo que el niño se detuviera. - Bienvenido a la familia.