Capítulo 3
Shirou ya se encontraba en tierras japonesas. El cambio en el idioma no lo notó casi ya que su padre se molestó en hacer que los dos niños recibieran también enseñanza en ese idioma al ser él japonés. Por lo que pudo adaptarse bien los primeros días que estuvo en la ciudad de Fuyuki. Por las mañanas se dedicaba a acompañar a las sirvientas a ir a hacer la compra de cualquier cosa que faltase en la residencia, haciendo que el niño se aprendiera más o menos la disposición de la ciudad.
Por las tardes iba con el viejo Raiga a practicar. En esos entrenamientos se dedicaba a fortalecer algo, como un palo, para luego romper un maniquí de prácticas, después de eso tenía que crear pequeños cuchillos de cocina, los cuales eran sometidos a un test de calidad. Después de eso entrenaba con Taiga en el dojo de kendo que tenían apartado en el patio de la residencia, pero no estaba al nivel de la joven.
Al poco empozó a ir a la se hizo un poco popular por ser de un país extranjero, en un principio le pedían que hablara en alemán, pero le incomodaba de cierta manera que todos los niños fuesen así con él. Nunca había estado rodeado de tanta gente y menos para decirle que era impresionante que sepa hablar dos idiomas. En pocas palabras, la vida de Shirou ahora era más movida y animada que antes, cuando estaba en el castillo Einzbern solo podía estudiar y nada más porque, según los demás, era una perdida de tiempo salir y correr en vez de estar sentado haciendo algo productivo para la familia.
Mientras él vivía en ese lugar le encantaba ayudar a los demás, incluso preparaba a veces la cena junto con algunas sirvientas. Las primera veces no podía hacer mucho, como sopa o arroz, pero con el tiempo empezó a mejorar y a preparar mejores platos. Mientras el tiempo pasaba la relación que tenía con Taiga fue mejorando, tanto que la trataba como una hermana mayor.
El chico tenía buenas notas y practicaba todos los días por lo que no podía permitirse salir a jugar con otros niños, cosa que preocupaba un poco a Taiga. Según ella, los niños deberían salir y divertirse, por lo que fue a su abuelo para plantar cara delante de él.
Estaba decidido, en el momento en el que ella volviera de la escuela hablaría con su abuelo para dar más libertad a Shirou. Hablando del tema con sus amigos ellos también estuvieron de acuerdo en que un niño tuviera que divertirse más, no podía estar encerrado todo el día, es malo para su salud. Ya casi al final del día Taiga comenzó a pensar en el discurso que le diría a su abuelo mientras tenía la práctica en el club de kendo. Siendo ya las seis de la tarde, esta se presentó en el complejo Fujimura, se dio un baño, cenó y una ver terminada la cena fue a toda prisa al despacho de su abuelo.
Con un gran golpe entró en la habitación mostrando a su abuelo, el cual estaba haciendo una gestiones para el clan principal. - ¿sucede algo? - Preguntó él extrañado por el comportamiento inusual de su nieta.
- Claro que sí abuelo. - Dijo ella completamente seria mientras caminaba para estar a la altura del escritorio, el cual golpeó con las palmas de sus manos. - ¿Por qué Shirou no puede salir a jugar con los demás niños de su clase? Eso es cruel, no debería estar todo el tiempo encerrado, debería salir a parques para poder jugar en completa libertad.
El viejo escuchó todo lo que tenía que decir la niña, y cuando creyó que ya no iba a hablar más, el habló. - ¿Has terminado? - Preguntó ganando una mirada seria de la niña mientras esta asentía. - Bueno, respondiendo a tu pregunta de por qué no le dejo salir. La respuesta es muy sencilla, fue él el que me dijo que no quería salir a jugar con los demás niños, que se sentía un poco incomodo con ellos porque solo querían que dijera cosas sobre Alemania y eso a él no le gusta. - Dijo llamando la atención de Taiga que no dejaba de mirarlo sorprendida. - Yo mismo le dije que saliera más a la calle, pero él fue tajante, si no era capaz de crear una hoja funcional o fortalecer una rama o simplemente aumentar su velocidad no tenía caso salir a divertirse. Ha sacado la determinación de su padre, por lo que si no logra una de esas cosas no saldrá del taller.
Taiga se sorprendió por lo escuchado y fue al taller de su familia que estaba en la parte más profunda del complejo, donde almacenaban cosas antes de convertirse en una familia de magos. No tardó más de cinco minutos en llegar. Allí había unos cuantos maniquís de práctica y una diana de dardos. Sentado en mitad de la sala había un chico de pelo rojo intentando recrear un cuchillo que tenía a un lado. Por lo que le habían dicho las sirvientas, llevaba ahí toda la tarde desde que volvió de la escuela.
Taiga miró con tristeza a su querido hermano menor, no le gustaba verlo así, ero no podía hacer nada que él no quisiera por lo que decidió dejarlo tranquilo.
Había pasado ya un tiempo desde que Shirou abandonó el castillo de los Einzbern. Desde ese día Iris tomó el puesto de líder de la familia, siendo ahora la representante de la familia ante los demás magos, Kiritsugu decidió dejar la magia para concentrarse en la familia. Él intentaba pasar el máximo tiempo posible con Illya que los primeros días no quería salir de su habitación ni hablar con nadie, incluidas Sella y Leysritt que eran sus cuidadoras.
Con el cuarto día, la pequeña niña salió de su habitación. Tardó unos días en volver a hablar con los demás, pero volvió a la normalidad, pero en el fondo quería que su hermano mayor volviera a casa o en el peor de los casos irse con él. Si solo pudiera pedir un desea, ella desearía que su familia volviese a estar unida.
Ya pasaron unos años desde que pasó ese suceso. Shirou ya tenía trece años y este había conseguido identificar los componentes de cualquier herramienta que quisiera replicar por lo que entrenaba arreglando las motos de los motoristas del clan Fujimura, también había logrado aumentar la fuerza de sus fortalecimientos siendo capaz de romper baldosas con una simple rama caída, en cuanto a la magia Emiya, ya había logrado aumentar su velocidad de desplazamiento, pero no podía ralentizar el tiempo a su alrededor.
Su rutina diaria no había cambiado mucho, solo que una vez al mes tenía que sacarse una foto para que su madre pudiera ver como estaba. No le resultaba molesto ese hecho, lo que si le molestaba era que las sirvientas se escondían por todo el complejo para sacar una foto "al natural" ya que el niño se solí poner rígido cuando veía una cámara, la peor foto que le hicieron, según él, fue cuando acababa de salir de darse un baño y solo llevaba puesta una toalla, la foto terminó con un Shirou con la cara más roja que su pelo.
Hoy en día, Shirou fue a la escuela, allí no tenía amigos, pero se podía decir que se llevaba bien con la gente. Gracias a su suerte, los niños ya le dejaban en paz con el tema de Alemania. Pero gracias a su procedencia algunos chicos no toleraban la presencia del pelirrojo haciendo un poco de su vida imposible. Sobre todo, a los que le rodeaban haciendo así que no se juntara mucha gente con él.
Estaba cerca el festival cultural de su escuela y su clase iba a hacer una cafetería aprovechando las buenas dotes del joven Emiya para cocinar. Todos e el grupo estaban muy emocionados, incluso un chico de pelo azul parecía contento, pero solo porque chicas vendrían a su clase. Tenían que hacer muchas cosas como traer utensilios de cocina, algunos uniformes y, sobre todo, hacer los carteles que promocionaban su puesto a los visitantes. Lo único malo que había en el grupo era que eran supervisados por chicos del curso superior y les hacían la vida imposible a todos los que intentaban trabajar. Con solo un día para poder terminar todos los preparativos los del curso superior habían roto todos los carteles que habían hecho los compañeros de clase de Shirou solo para que estos les recriminasen por no haber hecho nada, causando la ira de uno de los compañeros, para ser más concreto de Matou Shinji.
Shirou sabía que Shinji no era de los estudiantes más fuertes, por no decir uno que se atrevía a pelear con alguien. Al final el Matou fue completamente rodeado por tres estudiantes mayores que estaban dispuestos a darle una paliza al chico. Shirou no podía permitir eso, por lo que fue corriendo hacia donde estaban estos chicos, se puso delante del Matou y peleó con los mayores terminando con una herida en el labio inferior y unos cuantos arañazos y moratones, al igual que Shinji.
- ¿Por qué has venido? - Preguntó este mientras eran atendidos por la enfermera de la escuela, la cual solo podía reírse por las heridas que estos habían tenido por una pelea con los alumnos de último año. - Tú no tenías nada que ver en esto, eras el encargado de la cocina no tenías na que ver con los carteles.
- Bueno, nunca me ha gustado ver como la gente es intimidada. - Dijo el Emiya ganando la mirada de su compañero de pelo azul. - Y ver que tú fuiste e intentaste defender a los de nuestra clase tú solo, yo no podía permitirme dejarte así. Dicen que lo saqué de mi padre.
Todo quedó en silencio mientras la enfermera hacía su trabajo. Todos los sucesos del día de hoy se mantendrán en secreto por parte de estos chicos, no querían dejar saber que se habían peleado por que los mayores habían destrozado sus carteles.
Tras ese día, el propio Shinji dijo que no hiciesen más carteles y que lo reportaran a los profesores o al director si era necesario, pero algunos de su clase no estaban completamente seguros de lo que podrían hacer si los mayores volviesen. El chico Matou no paraba de decir que no hiciesen nada ya que para él no merece la pena trabajar dos veces, pero nuestro protagonista no podía quedarse de brazos cruzados, puede que él ya haya terminado lo que vendría siendo su puesto de trabajo, no le gustaba ver como algo que quedaba por hacer no se terminaba.
Shirou se quedó todo el día en casa trabajando en los carteles que iba a hacer para su clase. Muchos de sus compañeros de clase siguieron el consejo de su compañero de pelo azul, pero el pelirrojo pensaba hacerlo de todas formas. Estuvo todo el día y toda la noche, todo sin descuidar sus entrenamientos nocturnos.
En resumidas cuentas. Shirou Emiya hizo cinco carteles para promocionar el café de su clase, los cuales hicieron muy bien su trabajo para el día del festival cultural. Todos en su clase se habían sorprendido por el hecho de que ese chico había logrado hacer en poco tiempo cinco carteles, sobre todo porque la mayoría ya habían acordado no hacer nada. Hasta Shinji estuvo sorprendido por como trabaja Shirou, según él, un buen trabajador que no le molestaba como los otros.
Pocas cosas más interesantes pasaron en la escuela media, solo había entrenamientos y días cansados. Lo único en lo que Shirou te diría que no era aburrido era el club de tiro con arco al que entró en el último año de la escuela media, siendo uno de los mejores en el club.
El tiempo pasó y Shirou ya tenía quince años, habían pasado diez años desde que se despidió de sus padres de su tierra alemana y comenzó a vivir con los Fujimura. Hace relativamente poco había comenzado a hacer entrenamientos que consistían en combinar todo lo que había aprendido en combate, es decir, tenía que pelear con algún miembro de la familia que ya estuviese tuviese practica con la magia de la familia Emiya mientras que él tenía que usar la magia de aceleración y centralización del tiempo, fortalecimiento, proyección y, además de eso, incluían lo que era el tiro con arco que había aprendido en la escuela y el kendo que le enseñaba Taiga.
- Muy bien Shirou, los magos conocen como inútiles la magia de proyección y fortalecimiento, siendo enseñadas solo a los novatos para que aprendan, más o menos, a controlar su maná que circula por su cuerpo. -Explicó el viejo Raiga con una sonrisa mientras estaba con Shirou y uno de los miembros de la familia. - Pero nosotros usamos fortalecimiento tanto en nuestros cuerpos como en armas, además, los magos son completamente inútiles si son acorralados en un combate cuerpo a cuerpo. - Dijo alegremente Raiga mientras miraba al chico. - Pero yo no voy a entrenar a un inútil, entrenaremos tanto tu magia como tu cuerpo, hoy te enfrentarás con Riota, es el mejor a la hora de pelear contra los malos en las calles, no te dará tiempo para pensar, usa tu magia y pelea.
Raiga no era de explicar las lecciones, su filosofía a la hora de enseñar era que la practica era el mejor maestro, por lo que Shirou tenía que adaptarse a cualquier enemigo que el viejo le presentaba. El que le tocaba hoy era Fujimura Riota, uno de los sobrinos de Raiga que controlaba una de las divisiones de la familia. Él tenía el pelo negro peinado hacia atrás, perilla del mismo color, ojos castaños y piel un tanto bronceada, este portaba un palo de escoba que reposaba sobre su hombro. Los dos vestían con ropa cómoda y perfecta para poder hacer ejercicio.
Riota iba bien equipado, mientras que Shirou no iba armado con nada. Todo lo que tenía era la magia básica de los Emiya a sus espaldas y sus puños. Riota estaba serio, él so tomaba muy enserio el ejercicio físico, por lo que pelearía para enseñar al niño de Kiritsugu.
Shirou intentó concentrarse en lo que podría hacer contra Riota, pero grande fue su sorpresa al ver que su rival avanzó a una velocidad impresionante hacia él solo para recibir un golpe del palo que tenía su rival entre las manos. Riota golpeó su torso haciendo que todo el aire que tenía dentro de sus pulmones de repente desapareciera y fuera remplazado por dolor.
Shirou ya había estado en peleas antes, incluso con los miembros de la familia, pero un golpe de tan semejante fuerza nunca lo había sufrido. Riota no perdió tiempo y volvió a golpear con la misma fuerza en el costado del pelirrojo haciendo que este cayese al suelo mientras notaba como le costaba respirar y notaba sabor metálico en su boca.
Con un ligero temblor intentó ponerse de pie solo para ser otra vez golpeado, esta en la cabeza, causando una herida por la que fluía sangre por su cara. Él no podía seguir así, preparó un poco de maná en sus brazos y consiguió que se endurecieran para bloquear un nuevo ataque de Riota había lanzado a su cara, sorprendiendo así un poco a su oponente. Aprovechando su contrariedad canalizó su maná a lo que era la magia especial de su familia, aumentando así un poco la velocidad de este solo para correr a la espalda de Riota, proyecto la misma arma que él tenía e intentó golpear la parte del cuello que tenía entre cabeza y hombro para intentar conseguir una victoria por K.O.
Pero esa táctica era muy conocida, por lo que Riota se desplazó a un lado para esquivar el golpe que le había lanzado Shirou solo para lanzar otro golpe. El pelirrojo logró bloquear el ataque con su propio palo, pero este crujió por el golpe mientras algunas grietas aparecían en el arma, lo más seguro es que no le quedara mucho tiempo de vida útil hasta que se rompiera y desapareciera de este mundo.
Volviendo a usar la magia Emiya se alejó de Riota para poner un poco de distancia entre ellos, ganando así una mirada curiosa de su oponente al ver lo que este hacía. La magia Emiya era una magia ideal ya sea para huir o para luchar, haciendo que un enemigo pudiera recibir más golpes en menos tiempo y si eres muy hábil poder aumentar la fuerza de los golpes. Pero lo que estaba haciendo Shirou fue algo que Riota nunca vio. El chico creó un arco de fibra de carbono negro y convirtió su arma anterior en una flecha de madera sin punta. En el momento en el que tensó el arco comenzó a cargar maná en la nueva flecha, haciendo así que se fortaleciera. Tras una respiración profunda, el joven mago dijo. - Zeitloser pfeil.
Cuando la flecha salió del arco, fue a la misma velocidad que una flecha normal y corriente, pero cuando estuvo completamente fuera del arco desapareció de la vista de Riota, el cual, a los pocos segundos, se encogió de dolor. Completamente sorprendido por lo que sentía dirigió su mirada a su muslo derecho. Él abrió mucho los ojos al ver una flecha clavada en su pierna.
Sintiendo un fuerte dolor y mostrando una sonrisa en su rostro calló al suelo. - ¿Cómo lo has hecho? Juraría que esa era una flecha normal y corriente. - Dijo el yakuza mientras veía como la flecha desaparecía poco a poco.
Shirou caminó hasta estar a su altura solo para dejarse caer al suelo para estar a su lado. - Fue un poco complicado. - Dijo él en un tono cansando mientras miraba el cielo estrellado de la noche. - Lo primero que tenía en la cabeza era endurecer la flecha, pero si iba a la velocidad normal, cabía la posibilidad de que tú pudieras destrozarla con un simple golpe. He oído decir al viejo Raiga que la velocidad es fuerza, por lo que decidí usar también un poco de nuestra magia para asegurar el golpe.
- Enhorabuena, has creado tu primer hechizo. - Dijo Riota con una gran sonrisa al ver lo que había hecho el chico. - Ni yo mismo podría haber visto venir esa flecha y lo que dijiste... ¿Es alemán cierto? - Preguntó este solo para que el niño asintiera. - ¿Que significa?
- Flecha atemporal. - Dijo Shirou un poco sonrojado por lo que acababa de oír. - Decidí llamarlo así ya que cuando dejaba ir la flecha aumenté su velocidad, pareciendo así de cierta formal atemporal. - Dijo con una sonrisa,él estaba feliz de recibir esos halago y eso le avergonzaba un poco. - Bueno, ahora permítame ayudarte a llegar a dentro de la residencia Fujimura.
Con un ligero quejido de dolor por parte del mafioso logró ponerse de pie con la ayuda de Shirou y caminar lentamente hasta una entrada al pasillo, donde al poco tiempo se encontraron con dos sirvientas que pertenecían a la familia. Estas al verlo sangrando se asustaron un poco y los ayudaron a llegar a la sala de estar, donde se sentaron en un sofá grande donde podían descansar y ser tratados por estas sirvientas, las cuales llevaban puesto un kimono tradicional de un color oscuro, eran una mujer cercana a los cuarenta años y una más joven de uno veinticinco.
La sirvientas mayor quiso atender primero a Shirou, pero este se negó y pidió que atendieran primero a Riota, el cual tenía una herida más grabe de lo que él tenía. La sirvienta mayor ordenó al joven que se quitara los pantalones haciendo que el rostro de este y de la chica se sonrojaran un poco, pero Riota accedió al mandado de la sirvienta mayor. Este tenía una herida por punción debido a la flecha, la cual había penetrado cerca de diez centímetros.
- No sé lo que habéis hecho en el pato, pero este tiene mala pinta. - Dijo al ver cómo era la herida que el pelirrojo le había causado. - Tendré que tratarte durante un tiempo, puedo hacer que la herida desaparezca en unas horas por lo que te trataré e dos días, el dolor seguirá, tendrás que caminar u tiempo con bastó.
- No hay manera de que pueda caminar normal, sino no podré trabajar en condiciones. - Dijo este un poco preocupado. - Un líder débil es un mal líder, si muestro, aunque sea un poco debilitado por solo un entrenamiento del chico, lo demás no me van a tomar en serio.
- ¿Qué prefieres, caminar con un bastón y no sentir tanto dolor al apoyar la pierna o sentir como la herida se abre al caminar con cada paso que das? La decisión es tuya, mientras te lo piensas miraré lo que le has hecho a Shirou-sama.
Riota de verdad se planteaba la posibilidad de no ir con bastón, pero la sirvienta mayor le dejó pensar mientras la más joven intentaba hacer entrar en razón al yakuza. La mujer miró la cabeza y las costillas del aprendiz de mago y descubrió que tenía una brecha que tardó poco en curar acelerando la cicatrización con la magia de dominio del tiempo, pero unas cuantas costillas estaban rotas, por lo que las colocó causando un grito de este. Ella podía aumentar y disminuir el tiempo que tardaba el cuerpo en cicatrizar, pero no tenía tanto dominio de esa magia como para curar huesos rotos. por lo que solo podía tratarlo normalmente. Le puso una venda e intentó inmovilizar lo que vendría siendo el torso.
Había sido un día dura para el pelirrojo y que le echara la bronca Taiga no ayudaba en nada- Ella era la que más le apoyaba a la hora de hacer proyección, llegando a obligar a Shirou a ver documentales históricos para ver como hacían las armas y sus materiales, siendo capaz de saber su composición a lo que materiales respecta, pero también le obligaba a ir a museos para ver armas.
La primera proyección útil que hizo Shirou fue un cuchillo de cocina que pudieran usar durante tres días, que fue el tiempo límite de su vida útil terminó y se rompió. Desde ese día pudo hacer más proyecciones, cada vez más grandes. Primero fue un cuchillo de cocina, luego una daga que vio en un documental, después de eso pasó a su arco del club de kyudou para luego mejorarlo con los arcos de competición que había visto, siendo estos de fibra de carbono. Pero lo que más le gustaba hacer eran las espadas, siendo la primera que replicó Torashinai. A día de hoy ya tenía un buen arsenal en su galería de armas.
En sus entrenamientos personales no paraba de proyectar dichas armas ganándose así el apodo de "El forjador" por parte de la familia Fujimura. Lo que no sabía el joven mago era que un poder mágico de un poder inmensurable estaba comenzando a agruparse para comenzar una batalla mágica que dio su fin hace solo diez años, y que él formaría parte de esa batalla y no sería una batalla cualquiera, un ser maligno tiene pensado aparecer y acabar con todos sus enemigos.
