Capítulo 4.

Shirou, no solo se dedicaba a entrenar cuando tenía tiempo, él estaba obligado a ir a clase ne la academia Homurahara, donde Taiga daba clases como profesora de inglés, pero no era muy respetada por sus estudiantes por su comportamiento infantil. El aprendiz de mago no tenía muchos amigos en la academia, solo se juntaba con tres personas. Uno era el chico que conocio y se hizo amigo hace ya algunos años, Shinji Matou, el hijo mayor de esta familia que no poseía magia; Sakura Matou, la hermana menor por un año de Shinji, pero Shirou podía notar el aroma de la magia en ella, por lo que lo más seguro es que sea adoptada para hacer que esa familia volviese a tener magia; y por último pero, no menos importante, Issei Ryudo que era el presidente del consejo estudiantil y el hijo del monje principal del tempo con el mismo nombre. También había otras personas con las que se juntaba de vez en cuando, como la capitana de su club deportivo Mitsuzuri por ejemplo.

Shirou era conocido en la academia como el falso conserje, ya que ayudaba mucho a la hora de reparar objetos rotos o averiados, por lo que siempre tenía algo que hacer antes de las clases aparte de las actividades del club de kyudou. Su día a día consistía en levantarse temprano en la residencia Fujimura, recoger la habitación, preparar su ropa y ayudar a las sirvientas a hacer el desayuno para todos los que vivían en la residencia para luego acompañar a Taiga a Homurahara y comenzar su vida de estudiante. Se podía decir que era un chico normal que le gustaba a ayudar a los demás, pero por las noches seguía practicando tanto física como mágicamente.

Por el momento se había enfrentado a todos los líderes de división que tenía la familia Fujimura como clan yakuza y había conseguido mantenerse relativamente bien en cada pelea que tenía, siendo capaz de disminuir el número de heridas con el que terminaba la sesión de entrenamiento. También había ganado un poco de físico, es decir, tenía un poco más de músculo, no abundaban, pero ahí estaban.

Había comenzado el segundo año de la academia hace unos meses y el chico había notado a cierta chica morena con dos coletas que iba a la clase de al lado. Esa chica se llama Tohsaka Rin, ella se mostraba como una alumna ejemplar, pero Shirou notaba algo raro en ella. Él notaba el olor de la magia en ella, pero de alguna forma era como hubiese poco o nada en ella. La única persona que había hecho que se sintiera así de confundido por la magia era el viejo Raiga, debía ir con cuidado.

Cuando menos se lo esperó llegaron las vacaciones de verano. En las cuales Shirou recibió un mensaje por parte del patriarca de la familia. Al parecer el viejo Raiga tenía pensado hacer algo especial con él.

- Escúchame bien Shirou. - Dijo el viejo mientras caminaba por la calle con el pelirrojo por el distrito comercial. - Nosotros somos yakuzas, mafiosos por así decirlo. Debemos implantar respeto con solo un vistazo por lo que debemos ir vestidos bien.

- Pero siempre vas vestido con un kimono y un haori. - Le dijo el pelirrojo mientras seguía al viejo hasta una sastrería.

- En mis tiempos estos ropajes eran muy elegantes y marcaban respeto a quien los llevaba puestos. - Dijo Raiga mientras recordaba un poco del pasado con una sonrisa en su cara. - Pero ahora la moda se ha actualizado y ahora los que se lleva son los trajes, por lo que te harán uno, un set completo para ser exactos.

Shirou entró después de él en la sastrería, la cual regentaba un hombre de confianza de la familia. Este al ver a Raiga le creció la sonrisa en la cara y los condujo a un cuarto apartado donde se tomarían las medidas del joven aprendiz de mago. Una asistente del dueño tomaría las medidas de un avergonzado Shirou en ropa interior.

- Rentaro, me gustaría que fuese un traje completo, lo quiero con su chaleco, unos guantes y su sombrero. - Dijo el mafioso al dueño de la tienda llamado Rentaro, el cual asintió con la cabeza mientras anotaba todas las peticiones de su cliente. - Y me gustaría que estuviese para la noche, tengo que hacer algo importante con el chico.

- De acuerdo Raiga-sama. - Dijo con una sonrisa el señor mientras dejaba las notas que había tomado en una mesa aparte. - No se preocupe, me pondré a trabajar en ello ahora mismo y pondré todo todo lo que tengo en mis manos para terminarlo a la hora.

Con el pedido hecho y las medidas tomadas, Shirou se pudo vestir para luego irse con el viejo Fujimura. Dar un paseo por las calles del distrito comercial siempre relajaba al pelirrojo. A Shirou le gustaba dar paseos por esa zona en concreto, en ella podía ver a muchos tipos de personas que habitaban en la ciudad, por ejemplo, había visto en repetidas ocasiones a algunos de sus compañeros de clase comprando parte de la cena que le encargaban en casa, también había visto más de una vez a Sakura con una lista de la compra para comprar cosas para su casa, él no lo diría en voz alta, pero él le había enseñado a cocinar y estaba empezando a ser mejor que él, pero nunca lo admitiría en voz alta.

En estas calles había hecho muchas cosas, como por ejemplo echar a Taiga de una tienda de dulces porque tenía hambre y no dinero, fue vergonzoso por parte de la mayor. En ese distrito había vivido muchas, algunas graciosas y otras vergonzosas como la antes mencionada. Por uno de esos sucesos vergonzosos de pequeño era conocido como el niño alemán ya que cuando se ponía nervioso se ponía a hablar en alemán, una vez le pidio al carnicero la primera vez que fue medio kilo de hähnchenfilets, haciendo que este se quedase con una cara muy rara por la confusión debido a que este no sabía que eso significaba filetes de pollo.

Tenía mil y una historias en este distrito, pero lo que más le preocupaba ahora era lo que quería hacer el viejo. Nunca había hecho ningún entrenamiento con él, solo se había dedicado a encargar a sus allegados más fuertes su entrenamiento, pero nunca lo había hecho él mismo.

Aprovechando que estaban fueron estos fueron a hacer diferentes pedidos para la familia, como por ejemplo aprovisionar la despensa de la residencia y acudir a una reunión con oros líderes de familias Yakuzas. En esta ocasión acompaño al viejo a una casa que había en la zona oriental, era una casa enorme que imponía con solo verla.

Shirou solo se dedicó a seguir a Raiga por dentro de esa gran casa. Por lo que había dicho él, tenía que hablar de un pequeño tema, no estaría mucho tiempo. La alianza que habían formado por esta zona eran solo cuatro familias, las cuales dominaban el comercio, carreteras (por parte de los Fujimura), seguridad y restauración. Todos estos temas de las familias no le llamaban mucho la atención ya que el propio Raiga no hablaba mucho de estos temas cuando estaban en la residencia.

Estando ya dentro de ese edificio Raiga le indicó que esperase en uno de los patios de los que disponía la instalación y que no tardaría más de unos minutos. Sin saber muy bien que hacer se sentó en un banco y vio pasar la vida. Muchos hombres vestidos con trajes negros y gafas de sol patrullaban o vigilaban la zona. El patio que había elegido el joven mago era un muy amplio, con lamparas de piedra y un estanque con una pequeña fuente de estilo tradicional japonés.

Sentado en este lugar Shirou se puso a pensar. Él no había mejorado mucho en el dominio de la magia Emiya, era bueno, peor no tanto como para que le hiciese una prueba de ello. El simple hecho de hacer que una flecha supere cierta velocidad son esa magia significaba tenía un dominio aceptable, no bueno ni malo, un promedio, por otra parte, su calidad con las proyecciones había mejorado, por lo que a lo mejor lo que le viejo tenía planeado era una prueba que marcase el filo de sus creaciones.

Estaba sumergid en sus pensamientos, tanto que no se dio cuenta de que el viejo estaba a su espalda y con una patada este lo despertó de su ensimismamiento. Tras una quejas por parte del joven y unas risas por parte del mayor siguieron su día de tareas. Básicamente hicieron recados por todo el día, cuando ya estaba empezando a atardecer volvieron a la sastrería en la que Shirou se había tomado medidas para su traje.

Una vez en la sastrería Rentaro los recibió con una sonrisa y entregó las prendas que había hecho al joven. El traje era de color negro completamente con una chaleco gris que se llevaba por dentro de la americana, los complementos que había pedido el anciano eran unos guantes de cuero, un sombrero estilo fedora y una corbata, todos negros.

- Venga chico, ve a probártelo. - Dijo Rentaro con una sonrisa mientras indicaba al chico donde estaban los probadores. Este sin muchas ganas hizo caso y fue a donde le indicó, tras unos segundos salió vistiendo el traje que le habían hecho. - Muévase para sentir como se siente. - Le indicó el sastre con una sonrisa instando al chico a hacer cualquier movimiento. Este movió los brazos hacia atrás y hacia delante, caminó un poco y probó a agacharse. - ¿Se siente bien? - Dijo ganando un asentimiento de Shirou. - Me alegro.

- Eres la viva imagen de tu padre chico. - Dijo Raiga ganando la atención del pelirrojo. - Cada vez que veía a tu padre lo veía así vestido, pero él era tan hortera como para llevar gabardina que no le quedaba bien. - Tras decir eso fue a pagar el traje y le indicó a Shirou que no se quitara esa ropa, una vez estuvieron fuera y a una distancia considerable de la sastrería cogió el sombrero que tenía Shirou. - Te voy a colocar una cosa en el sombrero. - Dijo este con calma. - Es uno de mis viajes a la torre del reloj como representante de la familia Emiya he conseguido aprender un poco de magia a parte de la cresta. Te voy a colocar un sello para que no te reconozcan, tiene un nombre más complicado, pero ahora mismo no me acuerdo y no me apetece recordar tal nombre. En pocas palabras, cuando lleves puesto el sombrero las personas no podrán asociar tu cara a tu cuerpo, sino que verán una cara genérica, como si tuviesen prosopagnosia. - Explicó mientras dibujaba algo en el fondo del sombrero.

- De acuerdo. - Dijo Shirou mientras observaba lo que estaba haciendo el cabeza de familia. - Pero hay una coas que no entiendo. - Dijo tras recibir el sombrero ya con el sello puesto. - ¿Por qué haces esto?

- Muy sencillo, como te dijo esta mañana hoy tendrás una prueba especial. - Explicó este ganando toda atención de la que disponía el chico. - En palabras para que tú lo entiendas con facilidad, te haré un examen para saber su eres completamente digno de llevar la cresta que una vez perteneció a tu padre y para que puedas hacer libremente fuera de nuestra casa necesitamos el permiso de la supervisora de la ciudad. - Explicó con calma mientras caminaba por las calles mientras se adentraban en el barrio occidental de la ciudad. - Y el sello lo he puesto para que ella no te reconozca, tenéis la misma edad y vais al mismo instituto, puede que ella tenga que saber que tengo un heredero a quien pasar mi cresta, pero no tiene por qué saber que eres tú.

Shirou entendía un poco de ese tema, siempre es mejor mantener un poco oculto un posible as en la manga, y, en este caso, un heredero que quiere mantener su anonimato par el momento. No hizo por el momento más preguntas, sabiendo que lo que se le venía encima era un examen tenía que concentrarse. Él no conocía lo que era un examen de magia, pero sabía que teórico no podía ser, sino que sería físico y que lo más seguro es que tendría que pelear contra Raiga por lo que le había dicho con anterioridad. Sumido en sus pensamientos no se dio cuenta de que el viejo ya se había detenido, por lo que chocó contra su espalda ganando un gruñido molesto de este.

Tras haberse disculpado con su tutor vio la casa de la que era la supervisora de la ciudad. Era una mansión de estilo europeo que, aunque estuviese en la zona occidental, llamaba mucho la atención. Constaba con dos plantas, su fachada era marrón y tenía grandes ventanas. En el jardín había varias plantas y árboles. Raiga se dirigió a la puerta, cosa que llamó mucho la atención del joven aprendiz. Cuando estuvieron delante de la puerta el mafioso llamó con tres golpes consecutivos y firmes.

Esperaron durante unos segundos y cuando la puerta se abrió Shirou, instintivamente, se ajustó el sombrero para que fuese un poco más difícil ver sus ojos. Al final los recibió una persona que el chico nunca pensó ver, ciertamente ella tenía el ligero aroma de la magia, pero era debil, puede que solo haya ocultado su maná y su od para no llamar la atención. Tohsaka Rin estaba en la puerta con una mirada aburrida mientras observaba a los dos invitados imprevistos.

- ¿En qué puedo ayudaros? - Dijo mientras intercambiaba miradas con los dos invitados.

- Pues verá. - Dijo el mayor con una sonrisa en su rostro para luego colocarse al lado de Shirou. - Este chico es mi heredero y me gustaría hacer una prueba para saber si está completamente preparado como para llevar la cresta de la familia. - Dijo este sorprendiendo un poco a la supervisora de la ciudad. - Me llamo Fujimura Raiga y actualmente porto una cresta mágica, ¿sería mucho pedir tener un lugar en el que podamos hacer este examen que tenía en mente?

La idol de la academia los miró, pero esta vez no con una mirada aburrida sino con una mirada interrogativa. Ella sabía que había otra familia portadora de magia en la ciudad aparte de los Matou y ella, pero pensó que era una fmilia de bajo rango y no tenían una cresta. Se había equivocado pero nunca lo admitiría en voz alta.

- No, no es molestia. - Dijo ella de una forma muy profesional, siendo más parecido al tono que usaba cuando estaba en la academia. - Por favor pasad, debo avisar a mi tutor para que supervise esta prueba esta prueba junto a mí, siendo así más sencillo registrar el nuevo portador de la crest. Si seguís este pasillo llegaréis a la sala principal donde podréis esperar.

Tras decir esas palabras Shirou y Raiga asintieron y siguieron las indicaciones que le dio la joven Tohsaka,por lo que pudieron encontrar una sala con una mesa baja para tomar café, un sofá y dos sillones que enmarcaban la mesa mientras que había otros muebles por la sala, ellos se sentaron a la espera de su anfitriona.


Tohsaka Rin, no había tenido un buen día. Sabía que algo estaba pasando. El maná que había por la zona se estaba empezando a aglomerarse y solo había sentido algo así cunado era una niña. Más tarde, mientras atendía unos documentos que tenía que revisar en la academia, había tenido que rechazar a Shinji no una, no dos, sino tres veces y ahora se había dado cuenta que una tercera familia de magos con cresta mágica y querían legar dicha cresta a su nuevo heredero, por lo que tendría que llamar a ese falso sacerdote.

Ella indicó de la forma más profesional que pudo que esperaran en las sala principal mientras ella se comunicaba con su tutor legal. Una cosa que le molestaba mucho a la hora de hablar con Kotomine Kierei no era tener que aguantar sus charlas, que también, sino que tenía que usar el teléfono. A ella no le molestaba afirmar que no le gustaba la tecnología, por lo que tener que manejar este aparato le molestaba, lo único bueno que tenía era la marcación rápida por lo que no se molestó mucho en aprender cómo se usaba.

Ella llegó al teléfono y dejó pulsada la tecla del número dos durante unos segundos. Lo mantuvo presionado hasta que por el auricular se pudo escuchar algunos sonidos que salían de él, como si se hubieran marcado oras teclas. El aparato dio señal durante unos segundos, ella sabía que él no tardaría mucho en atender la llamada ya que no había mucho que hacer en la iglesia que había en la ciudad.

Tras unos segundos un hombre atendió la llamada. - Es raro que me llamés tú Rin. ¿Qué sucede? - Dijo este en un tono curioso.

- Resulta que la otra familia que había en la ciudad que podía usa magia posee una cresta mágica. - Dijo ella intentando explicar lo que tenía entre manos. - Al parecer el actual patriarca de la familia ha traído a su nieto o a algún familiar y quiere pasar su cresta y hacer una prueba para saber si es merecedor o algo por el estilo.

- ¿Y quieres que esté presente para que sea testigo por si pasa dicha prueba? - Dijo el cura ganando un gruñido de afirmación. - De cuardo, llegare a la mansión Tohsaka en unos minutos, tú entretenlos hasta que llegue.

Ella colgó cuando el cura terminó su frase y se dirigió a la sala principal para encontrarse con sus invitados. Mientras caminaba pensaba en lo que habái dicho el viejo con anterioridad. Era raro que un abuelo o padre haga una prueba para legar su cresta ya que los magos no querían poner trabas para que sus descendientes completaran su investigación en su magia. Por ejemplo, Tohsaka Tokiomi, el padre de Rin, dio su cresta cuando Rin era una niña para que siguiera con la magia de joyas.

Si darse cuenta llegó a la sala principal, donde se encontró con los dos hombre sentados en el sofá, el mayor con los ojos cerrados con los brazos cruzados dentro de las mangas de su kimono y el más joven sentado con las piernas cruzadas y las manos entrelazadas en su regazo. Cuando ella entró recibió la mirada de los dos, cosa que le ponía un poco nerviosa ya que, si el representante de la familia, que vendría siendo el más poderoso en la magia que poseía la cresta, tenía pensado ya un heredero mayor sería también bueno con la magia de la familia.

Decidió mantenerse en silencio y sentarse en uno de los sillones. - Señorita, ¿pasa algo? - Preguntó Shirou al ver que la chica no hablaba.

- No, no pasa nada. - Dijo ella mientras se cruzaba de piernas y brazos y cerraba los ojos para esperar. - He contactado a mi tutor para que sea el testigo del proceso de legado de la cresta por lo que tenemos que esperar por él, llegará en unos minutos, no hay necesidad de preocuparse más de lo debido.

Tras esa respuesta volvió a reinar el silencio en la sala. Shirou nunca fue una persona impaciente, su propia madre le dijo que esperar es de sabios, sobre todo cuando era un niños y quería jugar con Liz y Sella, pero al ser ellas de una rama alejada de la principal debía esperar para que ellas terminaran sus deberes con la familia.

El silencio en la sala no era precisamente incomodo, los dos magos se mantenían respeto y no había problemas. Tras cinco minutos de silencio el sonido de la puerta llamó la atención de todos en la sala, eso era indicativo de que el tutor de la Tohsaka menor había venido. En la puerta había un hombre alto de pelo castaño a media melena con unos ropajes negros con una gabardina morada, su mirada parecía de tranquilidad, pero sus ojos no parecían decir lo mismo. El padre de la iglesia de Fuyuki había llegado.

Rin no le dijo nada y solo le indicó que le siguiera para que pudiera reunirse con los que ya estaban en la sala principal. Kotomine pudo reconocer a Raiga, no era de los habituales en misa, pero era una persona influyente en la ciudad por lo que había tenido unas cuantas charlas con él antes. Pero su acompañante, era obvio que tenía un pequeño conjuro de ocultación ya que le costaba ver su cara y no era por el sombrero.

- Buenas noches. - Dijo el sacerdote. - Ha sido un tiempo sin que hablásemos Raiga, imagino que el joven a tu lado es el heredero de la cresta mágica. - Dijo solo para ganar un asentimiento del más mayor en la sala. - Bueno, podrías y a mi protegida en que consiste la prueba que quieres hacer.

- Por supuesto. Lo que quiero hacer es un examen que simule una pelea. - Dijo Raiga mientras explicaba la prueba. - Por lo que me gustaría una zona despoblada pero que esté cerca de la zona de Fuyuki.

El sacerdote miró a Rin, la cual soltó un suspiro e indicó que le siguienran. Los dos invitados miraron confundidos a la niña y la siguieron. Tras subir unas escaleras y atravesar un pasillo llegaron a una habitación que parecía pertenecer a la chica que vivía en la mansión. Rin no prestó mucha atención a lo que hacían detrás de ella, solo fue lo más rápido posible a un mueble que estaba cubierto por una sábana blanca.

Shirou miró extrañado el mueble al que Rin se dirigía, no tardó mucho en revelar lo que había debajo de la sábana. Un espejo de cuerpo entero enmarado en madera de roble oscura. - Es un espejo creado por el mimso Kischur Zelretch Schweinorg, el portador de la segunda hechicería, el Maßspiegel (espejo dimensional), con solo imbuir maná en el creará una puerta a un mundo paralelo, pero completamente vacío, por lo que no habrá vidas en peligro para lo que queráis hacer. - Explicó Rin a los dos que querían hacer ese examen. Por lo que acercó su mano a la estructura y el espejo comenzó a brillar para luego mostrar la misma habitación, pero sin reflejar a Rin en el proceso.

Esta indicó que cruzaran por el espejo, como si indicara que pasaran. Shirou asintió y fue el primero en pasar. El mundo que vio a través del espejo era igual al suyo solo que al revés. Este exploró la habitación esperando que alguien más pasase, pasó la mirada por la habitación localizó una daga que estaba en un expositor en la cómoda de la habitación. Cuando fue a tocarla recibió un golpe en la mano por parte de la chica que lo miraba con una mirada seria que decía indirectamente "No toques mis cosas".

Este alzó las manos en rendición y procedió a seguir a Raiga a la calle. Una vez estuvieron todos fuera Raiga se puso delante de su protegido. - Bueno, ya lo he explicado antes, para aprobar este examen tienes que derrotarme, puedes usar todo lo que tengas en tu arsenal. Solo tienes que hacer que yo admita mi derrota y si veo que tú has perdido daré por finalizada la prueba y no recibirás la cresta familiar. - Dijo Raiga con una sonrisa. - No hay tiempo límite, por lo que no te preocupes por eso, aparte que te dejaré ventaja, te dejaré salir y buscar un sitio para que te establezcas y planees lo que quieres hacer, y no te contengas que sé que lo harás, todo terminará cuando yo diga me rindo, ¿de acuerdo? - Dijo este dando una palmada en la espalda a Shirou ganando así un asentimiento de este. - Pues corre, ya ha comenzado la prueba y la ventaja solo dura cinco minutos.