Capítulo 7

Todo había comenzado con normalidad para Shirou. Solo había sentido ese dolor punzante en la mano, pero con el tiempo se fue mitigando hasta que cuando estuvo en clases ya no sentía nada en el dorso de la mano.

Cuando llegó a la academia hizo su rutina habitual. Hacía un año que había dejado el club de kyudo, pero lo primero que hacía nada más llegar era visitar a una de sus amigas del club, Mitsuzuri, la cual siempre intentaba hacer que volviera y endosarle el puesto de capitán para el año venidero. Allí habló un poco con ella y comprobó los arcos que estaban en peor estado para luego hacer un pequeño arreglo hasta que tuviese más material.

Una vez terminó en el club de kyudo se fue a la sala del consejo estudiantil. Allí lo recibiría Issei, que le diría de todos los objetos que no estaban funcionando como deberían. Lo que tendría que reparar siempre variaba entre proyectores y calentadores. El arreglarlo siempre fue sencillo, comenzaba usando análisis estructural para localizar lo que fallaba para luego sustituirlo o lo que hiciese falta.

Una vez terminó eso fue directo a su clase. Por suerte para él había perdido todo el interés del resto de la clase después de unos años, por lo que pudo ir con tranquilidad hasta su asiento solo siendo "molestado" por Shinji. Este tenía la mala costumbre de saludar al chico dándole una fuerte palmada en la espalda todo lo fuerte que podía haciendo que a Shirou le subiese por la espalda un fuerte dolor.

- Buenos días Emiya. - Dijo este con una sonrisa un poco más grande de lo habitual.

- Buenos días Shinji. - Dijo el pelirrojo con una sonrisa dolorida por el golpe en la espada. - Se te ve más contento de lo normal, ¿Te ha pasado algo bueno?

- Podría decir que sí. - Dijo el chico aun luciendo esa sonrisa. - Mi familia ha podido recuperar algo que había perdido hace un tiempo.

En ese momento, el sentido del olfato de Shirou captó un ligero aroma dulce, como la magia. Pero el olor provenía de Shinji y no era un aroma cien por ciento mágico. Eso, junto a que Sakura ha estado también un poco más contenta de lo habitual no podía significar algo malo, por lo que decidió dejar el tema.

El día continuó con normalidad. Clases aburridas, clases en las que Taiga hacía el tonto y de vez en cuando amenazaba a algún estudiante que no estaba prestando atención y algunas clases en las que había un silencio mortal por la presencia del profesor Kuzuki durante las clases de historia, puede que se especializara en ética, pero a los de segundo curso les daba clases de historia.

Cuando el horario de clases terminó Shirou se quedó un poco más, le había pedido que cubriera algunos turnos de limpieza. A él nunca le había molestado dar su ayuda a los demás y limpiar no le molestaba en particular, además podía ir también al club de kyudo.

Siempre era bien recibido en ese club, no solo por ser amigo de la capitana del equipo, sino porque su hermana adoptiva era la tutora del grupo, por lo que siempre podía ir a tomar té con ellos si se quedaba hasta tarde.

Este se sentó muy cómodo en una mesa que había en una esquina del campo de tiro. Fue recibido por Sakura con una sonrisa, está le guio hasta su asiento y posteriormente le sirvió un té junto con el de la profesora.

- Oye Shirou, últimamente ha habido unos nuevos que no paran de alardear por haber sido elegidos para el torneo de primavera. - Dijo Taiga un poco cansada mirando a un grupo de estudiantes de primer año. - Esos tres, acompañados de Ayako y Kirara-san serán el equipo que ha elegido nuestra escuela.

- ¿Son tan molestos? - Preguntó el joven Emiya con una ceja levantada. - No parecen serlo.

- Porque no los has visto. - Dijo Mitsuzuri con un suspiro mientras se sentaba a la mesa. - Cuando publicaron la lista no han parado de fardar y de hacerse los importantes. La última vez que los escuché esta mañana estaba diciendo que iba a ser las próximas leyendas de este deporte y que lo más seguro es que fuesen a las olimpiadas en un futuro.

- ¿En serio? Está bien sentirse orgulloso de las capacidades de uno mismo, pero creo que aso es pasarse un poco. - Dijo Shirou un poco desilusionado por los nuevos miembros de su antiguo equipo.

En ese momento los chicos de los que estaban hablando con un ligero toque de enfado en sus rostros.

- ¿Qué estás diciendo de nosotros? - Dijo el que parecía ser el líder del pequeño grupo. - Alguien como tú no tiene derecho a hablar así de nosotros, tú abandonaste el club, al igual que Shinji. ¿Qué pasa? ¿Es que era todo demasiado duro para ti y lo tuviste que dejar?

- Oye Emiya, ¿Por qué no le haces una demostración? - Dijo Mitsuzuri con una sonrisa hacia el pelirrojo. - Puede que incluso aprendan algo de ti.

Shirou no se sentía muy cómodo al alardear de su talento con el arco. Llevaba entrenando desde que era pequeño por lo que había alcanzado un muy buen nivel en el tiro con arco. Pero ver como esos chicos alardeaban y fanfarroneaban le molestaba mucho.

Con un suspiró se levantó y fue acompañado por Mitsuzuri hasta la zona donde mantenían los arcos de kyudo o yumis. Estos eran arcos largos que solían usarse cuando se montaba a caballo. Estos arcos siempre fascinaron a Shirou, eran potentes, pero poco manejables al medir cerca de dos metros de longitud.

La capitana del equipo le proporcionó el que ella solía usar, un yumi de dos metros diez de alto hecho de bambú pintado de negro con adornos dorados. Shirou respiró hondo cuando agarró el arco y se colocó en posición.

Estiró las piernas y colocó los pies paralelos entre si a una distancia mayor de los hombros, agarró una flecha, la colocó en la cuerda y alzó los brazos. Poco a poco fue bajando el arco mientras tensaba la cuerda, cuando tuvo la flecha a la altura de los ojos el arco estaba completamente tensado. Esperó unos segundos y dejó ir la flecha.

La flecha voló en línea recta y a alta velocidad hasta el centro de la diana. Esta llegó con tanta fuerza que la flecha se hundió y casi atravesó la diana. Cuando esto pasó Mitsuzuri sonrió enormemente al ver la cara que se les había quedado a los chicos presumidos.

Al terminar, el pelirrojo se disculpó por casi romper una de las dianas. Esto causó la risa de Mitsuzuri y Taiga, esta última estaba golpeando la mesa en un ataque de risa.

Poco después de eso las tareas y trabajos del club terminaron y todos pudieron irse a sus casas. Shirou estaba siendo acompañado por Sakura y Taiga mientras mantenían una conversación tranquila sobre la posible cena que iban a preparar causando así que Taiga se entusiasmara.

Cuando llegaron a la residencia Emiya los dos jóvenes se atrincheraron en la cocina mientras que la tutora se quedaba en la sala de estar viendo la televisión que estaba retransmitiendo un resumen de las noticias que había habido en el día.

Después de haber preparado la cena y de haberla servido pasó algo que muy pocas veces sucedía en la vivienda. El teléfono comenzó a sonar confundiendo a los que vivían allí. Solo solían recibir al final de los meses para reportar a Irisviel el crecimiento de su hijo. Ran se disculpó y fue a atender la llamada, no tardó mucho tiempo en volver.

- ¿Sucedió algo? - Preguntó Shirou curioso por la llamada.

-No. - Dijo la más joven de las criadas con una sonrisa. - Llamó el abuelo de Sakura, nos pidió que por favor la acompañásemos a su casa cuando terminemos de cenar, ya que tienen unos asuntos familiares que atender.

Shirou asintió y comenzaron a comer la cena. No era nada importante, pero lo disfrutaron como si fuese un manjar. Tras terminar las sirvientas intentaron acompañar a Sakura a su casa, pero Shirou se adelantó y acompañó a la joven por las oscuras calles hasta el barrio occidental. El pelirrojo siempre que pasaba por ese barrio para hacer una visita a Shinji o a repartir los pedidos de la licorería no podía evitar recordar los mitos de las casas encantadas que salían en las películas americanas.

Tras unos minutos llegaron a una puerta de verja de acero enorme típicas en las mansiones europeas las cuales se abrieron dejando el paso a la chica para luego cerrarse nuevamente. Agitando la mano como despedida, Shirou, se dispuso a volver, pero la voz de un hombre que estaba al otro lado de la puerta le hizo parar.

- ¿Eres el amigo de mis nietos? - Preguntó la voz haciendo que el joven se diese la vuelta solo para ver a un anciano de baja estatura. - Deja que me presente, me llamo Zouken, y soy el amo de esta casa.

- Encantado. - Dijo Shirou. - Soy Emiya Shirou, es un placer conocerle.

En ese momento Zouken miró a Shirou de una forma más detenida y tras unos segundos sonrió y formuló una pregunta.

- ¿Qué tal está la princesa de los Einzbern?

Shirou abrió los ojos de par en par. En ningún momento había hablado de su familia alemana y mucho menos de su hermana menor. Él sabía algo de su familia, por lo que es posible que este hombre fuese un magus.

Intentó captar el prana en el aire, pero solo podía captar el hedor de algo siendo devorado por insectos. Si era un magus lo podía ocultar muy bien.

- No sé de lo que estás hablando. - Le contestó en un tono serio que camuflaba con una sonrisa cansada.

- No mientas Emiya. - Dijo Zouken con una sonrisa asquerosa. - Solo he conocido a un Emiya en mi vida y este estaba casado con la segunda dama del invierno. Sé de dónde bienes, pero tranquilo, no se lo diré a mis nietos.

Tras esas palabras, el anciano caminó de vuelta a su casa dejando a un pensativo Shirou detrás de él. El joven se quedó en la entrada viendo como el hombre mayor se marchaba y cuando este dejó la vista de Shirou pudo marcharse.


Era el medio día de Alemania cuando Irisviel decidió ir a hablar con su padre. Por lo que había sufrido su hija el día anterior quería confirmar sus dudas. Su marido se estaba encargando de mantener entretenida a su hija junto con las gemelas Liz y Sella.

Ella caminó por los pasillos del castillo hasta que llegó al pequeño despacho que ahora ostentaba el viejo Jusbtacheit. Ella entró sin llamar a la puerta haciendo así que su padre la observara con una ceja alzada por la confusión que sentía.

- ¿Lo sientes? - Fue lo único que dijo con una cara muy seria que no cuadraba con su personalidad. El hombre asintió a lo dicho por su hija. - ¿Cómo es eso posible? Solo han pasado diez años. - Dijo con un tono triste.

- Puede ser porque tu marido destruyó el grial haciendo que el maná del ambiente fuese mayor y ahora se arremoline. Pero la pregunta no es por qué sino quién, ¿El grial ha seleccionado a alguien de nuestra casa o tendremos que mandarlo nosotros?

- Si, tenemos un representante elegido por el grial. - Dijo ella haciendo que el viejo la mirase queriendo saber más. - Illya ha sido seleccionada por el grial.

Hubo un pequeño silencio entre los dos. Por muy difícil que pudiera parecer, Jubstacheit, tenía mucho aprecio por su nieta Illyasviel.

- Imagino que querrás ayuda para conseguir a un servant. - Dijo el hombre mayor mientras pensaba. - Hay muchos héroes que pueden ser de utilidad, los mejores héroes pueden provenir de Grecia, por lo que buscaremos allí. ¿Tienes alguna preferencia de héroes griegos?

- Quiero que sea el mejor de todos para que pueda proteger a mi hija. - Dijo la mujer muy seria mientras Jubstacheit comenzaba a escribir algo en una carta. - Por lo que me gustaría que Heracles estuviese a nuestro servicio.

Jubstacheit sonrió por lo dicho. Él sabía que Heracles era un sirviente que podía estar en todas las clases menos Caster, por lo que podía ser uno de los mejores guerreros en esta guerra.

En poco tiempo terminó de escribir la carta que había estado escribiendo. Era una carta pidiendo a un contacto de su familia en Grecia para que buscara algún catalizador para convocar a Heracles.

Un catalizador podría ser cualquier cosa. Era un objeto que tenía que ser parte de la historia de un servant como podría ser un arma o un trozo de tela. Lo más normal es que fuese una pieza de armadura o un pedazo de arma o esta completamente oxidada.

-No te preocupes. - Dijo Jubstacheit. - Mi querida nieta no va a estar completamente desprotegida en lo que a servant se refiere.

-Kititsugu y yo también iremos. - Dijo la mujer muy seria. - No pienso dejar que la única hija que me queda en cercanía se quede sola.


Shirou había vuelto a la residencia Emiya. Cuando llegó se vio sorprendido por la aparición de su abuelo en la sala de estar al lado de Taiga mientras que Himiko y Ran habían desaparecido de escena.

El pelirrojo no sabía muy bien lo que estaba pasando. Cuando el viejo venía siempre tenía una sonrisa en su cara, pero ahora estaba muy serio.

- ¿Qué sucede viejo? - Dijo Shirou también serio mientras se sentaba a la mesa.

- Yo sé porque te duele el dorso de la mano. - Dijo Raiga muy serio mientras miraba a los ojos del chico. - Puede que el dolor sea un síntoma de haber sido seleccionado por el grial.

- ¿Eso significa que voy a tener que participar en la guerra? - Preguntó este preocupado.

- Sí, necesitarás un servant para poder participar, pero yo no tengo la influencia necesaria para conseguir un catalizador. - Este le explicó con seriedad. - Pero no te preocupes, no es necesario que tengas un catalizador, en caso de no tenerlo el grial te asignará uno con una personalidad parecida a la tuya, con un poco de suerte no necesitarás usar el primer sello de comando para evitar que te mate.

Eso dejó un poco asustado al chico. Él sabía que cuando era pequeño sus padres fueron a esa guerra que encubrían como un viaje por trabajo, y también sabía que no siempre se podría sobrevivir.

Hubo una pequeña charla después de eso que terminó con la partida del hombre mayor y la joven que le deseaba una buena noche de sueño. Por desgracia esto no pudo suceder.

Los días fueron pasando y la concentración de maná en el ambiente fue aumentando hasta un día llegó una carta a todos los que se habían propuesto participar en esta guerra o que había sido seleccionados por el grial.

Raiga miró con desconfianza la carta. El remitente era un hombre con el que no había intercambiado palabras desde el examen que le había hecho a su nieto adoptivo. El sacerdote, Kotomine Kirei, había mandado una carta que dictaba lo siguiente.

"Querido participante. He mandado una carta a todos los que habéis sido seleccionados u os habéis presentado para hacer una reunión. Para evitar que el grial se vuelva a corromper he decidido, como mediador en esta guerra, hacer una reunión informativa en el que se expliquen las reglas y con qué fin sucede.

No os preocupéis por mantener vuestras identidades en secreto, uno de mis ayudantes os proporcionará sellos de encubrimiento para que los demás participantes no puedan saber de vuestras identidades.

La guerra está por comenzar, os sugiero a los que todavía no tengáis un servant hacer el ritual. Por supuesto, llevar el vuestro a la reunión está prohibido. Que pase un buen día, el supervisor Kotomine."

El viejo mafioso reunió a sus hombres de confianza junto con su nieta y fueron a la residencia Emiya e irrumpieron alarmando a todos los integrantes.

- ¡Viejo! - Dijo Shirou un poco alarmado ya que Sakura estaba con él ayudando con la cena. - ¿¡Por qué entras así!?

- Lo siento mucho, pero Sakura, me temo que tendrás que irte a tu casa ahora. - Dijo el hombre mayor a la joven que la miraba confundida. - Tengo unos asuntos familiares que atender con Shirou y se deben tratar en privado, lo siento mucho.

- No se preocupe Raiga-san. - Dijo Sakura con una sonrisa. - Senpai, nos veremos mañana.

- ¿Qué sucede? - Preguntó Shirou nuevamente una vez se fue Sakura.

- Esta noche convocaremos a tu compañero para esta guerra.

Ese comentario alarmó un poco al pelirrojo. En su vida solo había conocido a un servant y esa fue Saber, además él no tenía un catalizador para poder llamar a un servant por lo que se le adjudicaría uno que se pareciese en su personalidad.

Por lo que había leído en estos años sabía que el mejor de todos era la clase Saber, pero solo tenía uno entre siete de conseguir la clase deseada por lo que le ponía un poco nervioso no tener un aliado poderoso y que encima le intentara matar nada más conocerlo.

Mientras este estaba metido en sus pensamientos, el viejo Raiga comenzó a caminar por los pasillos de la residencia para luego ir al almacén donde Shirou había estado practicando durante el tiempo en el que había estado viviendo en la residencia Emiya.

Cuando llegaron el viejo abrió las dos puertas mostrando el interior donde, aparte de distintos aparatos que habían almacenado, había un gran circulo en el suelo. Raiga caminó lentamente y apartó algunas cajas que había encima para dejar el círculo limpio.

-Escucha atentamente Shirou. - Dijo Raiga muy serio. - Yo no estuve presente en el momento en el que Kiritsugu invocó a Saber, pero me contó que él había usado un catalizador, como tú no tienes uno intentaremos innovar uno. - Dijo el viejo muy serio. - Es posible que algo salga mal, por lo que en el momento en el que tú sientas que algo no esté bien abandonarás la idea que tengo en mente. - Shirou asintió nervioso. - Lo que harás será simple, utilizaremos tu cuerpo para intentar atraer un servant que sea compatible, por lo que colocarás tu mano en el círculo y canalizarás tu prana en él, por lo que me dijo Kiritsugu el propio grial ayuda a que la invocación se lleve a cabo.

El pelirrojo tragó saliva nervioso y colocó sus dos manos en el borde del círculo. En el momento en el que condujo su prana este comenzó a brillar. La luz que emanaba poco a poco comenzó a aumentar con cada segundo que pasaba. Tras unos segundos Shirou ya no podía mantener los ojos abiertos y comenzó a notar como su cuerpo se iba poniendo cada vez más y más débil.

Tras un minuto que al pelirrojo le pareció eterno notó como la luz comenzaba a disminuir, cuando eso sucedió dejó caer todo su peso en sus rodillas y miró al sirviente que había venido a su llamada.

Una mujer rubia con el pelo recogido, ojos verdes y un vestido azul adornado con piezas metálicas le estaba mirando con una mirada seria.

-Servant Saber. - Dijo la mujer. - ¿Eres tú mi maestro? - Ella miró al joven que estaba delante de ella de rodillas y algo hizo click en su cabeza. - ¿Shirou? - Dijo para luego ponerse a su altura y mirarlo con más atención. - Como has crecido, la última vez que te vi no eras más que un niño. Mírate ahora eres todo un hombre, ¿Cómo están...? - Su voz se fue acallando poco a poco hasta que cayó en la cuenta. Ella era un sirviente para una guerra, que ella esté aquí solo puede significar una cosa. - Ha vuelto a empezar, ¿verdad?

El joven no dijo nada ya que el hecho de convocar al sirviente fue más complicado para él dejándolo exhausto. En ese momento fue Raiga quien le explicó la situación a Saber mientras Himiko vendaba la mano izquierda de Shirou para evitar que quede a la vista el sello de comando de color rojo que había en el dorso de la mano.

Una vez terminó la explicación ella llevó a Shirou a su habitación donde se quedó en posición seiza durante toda la noche hasta que el chico se despertó en la mañana siguiente. Shirou se despertó de forma natural temprano en la maña donde se encontró con Saber que no había dejado de observarle causando que este se asustara.

Después de eso Shirou comenzó a hacer su rutina diaria hasta que apareció Sakura donde Saber tomó su forma espiritual para que nadie pudiese verla. Tras eso todos se reunieron en el salón y comieron el desayuno que las criadas de Shirou habían hecho.

-Senpai, ¿Qué le ha sucedido en la mano? - Dijo Sakura un poco preocupada al ver su mano izquierda vendada y más al saber que el día anterior estaba en buenas condiciones.

-Nada de lo que debas preocuparte. - Dijo Shirou con una sonrisa tranquilizadora. - Solo tuve un pequeño accidente ayer antes de irme a dormir, nos tropezamos Himiko y yo y terminamos cayendo y eso hizo que yo terminara en una mala postura y me pasara esto.

Sakura no pareció muy convencida por lo dicho, pero pareció dejarlo así por el momento.


Era cerca de media noche en la residencia Edelfelt. La señorita Luviagelita había recibido una carta del supervisor de la guerra, no hacía mucho tiempo que ella decidió participar en la guerra poniéndose en contacto con la iglesia de Fuyuki, por lo que debía invocar un sirviente.

Ella sabía que Japón era una tierra en la que su familia no deseaba estar, pero por esa misma razón ella decidió tener un sirviente de esa tierra para que tuviera cierta ventaja de campo. Ella había pedido a su criado que consiguiera algo que haya empuñado, manejado o tenga algo de alguno de los mejores luchadores o guerreros japoneses.

Tardó cerca de una semana con sus conexiones conseguir su catalizador. En sus manos había un pedazo de madera con una mancha de sangre seca.

-Señorita, este objeto es parte de un remo de madera con el que uno de los mejores guerreros de Japón, Musashi Miyamoto, derribó a su mayor oponente. - Le informó su criado mientras le hacía una reverencia. - Es muy posible que obtenga un servant Saber.

Luviagelita sonrió mientras colocaba el pedazo de madera en el centro de un círculo para luego canalizar su prana hacia el círculo de invocación. Unos segundos más tarde una fuerte luz la hizo apartar la mirada.

En el momento en el que ella dirigió su mirada de nuevo se encontró un hombre sentado en el suelo que vestía ropas del antiguo Japón y tenía una larga melena de pelo añil atada a una coleta y a su espalda había una espada japonesa bastante larga.

Este había permanecido sentado y con los ojos cerrados mientras era observado por la joven magus, tras unos segundos y tras una respiración tranquila abrió ojos unos iris índigo miraron a la joven.

-Servan Assassin, mi nombre es Sasaki Kojiro, estaré a tu servicio. - Dijo este de una forma despreocupada sin moverse.

Tras esa presentación Luviagelita estaba confundida, ella esperaba tener a ese tal Miyamoto Musashi, además de que esperaba un Saber y no un Assassin.

-Me llamo Luviagelita Edelfelt y soy tu master. - Dijo ella mostrando su mano derecha en el que se podía ver un dibujo en el que aparecían dos medias lunas dando la espalda a un prisma alargado de seis lados. - Háblame de ti, no te lo exijo, pero quiero una explicación, esperaba a otro servant. - Dijo así evitando gastar uno de los sellos de comando.

Assassin dirigió su mirada hacia el catalizador que la señorita había usado, cuando lo vio se le oscureció la mirada.

-Esperabas a Musashi, normal, pero al usar esa pieza también corres el riesgo de que yo acuda al llamado, después de todo ese animal usó ese remo para partirme la crisma, esa mancha de sangre seca es mía. - Dijo este señalando la evidencia. - Puede que el animal haya sido uno de los mejores espadachines del país, pero tengo una técnica que muy pocos puedes hacer frente.

Eso pareció gustarle a la magus, por lo que decidió seguir con su plan. En un par de horas tenía que salir con destino a Japón, por lo que le indicó a su servant que se escondiera y partió al país del sol naciente.


En la más absoluta oscuridad había un ser que había conseguido adquirir más fuerza.

-La guerra está por comenzar, cuando el maná se agrupe más tomaré mi venganza. - Dijo una voz llena de rabia. - Juro que acabaré con este mundo y empezaré con ese magus killer y su familia.