Capítulo 8.
El día después de la invocación de Saber había llegado con la ayuda de Sakura en la mañana. Ella parecía preocupada por lo que le había pasado en la mano a Shirou, pero como dijo que había tenido un accidente en el bar de Neko y no tenía otra opción que creerle. Por otra parte, Shirou, tenía que mantener en secreto lo de su mano a Issei, él formaba parte del consejo estudiantil y ejercía las normas que el consejo directivo de la academia no estaba de acuerdo de que los estudiantes trabajasen fuera del horario escolar ya que podrían interferir con sus estudios, incluso si tenían una situación como Shirou, en la que no vivía con su familia.
Mientras ellos caminaban hacia la academia, Saber tenía su forma espiritual reconociendo el terreno en el que volvería a luchar tras diez años. A sus ojos nada había cambiado, pero podía notar algo raro en el ambiente. Si bien el prana se había agrupado de nuevo en este mundo, este tenía un toque más oscuro de lo normal, pero no recordaba muy bien donde lo había sentido la última vez.
Shirou y Sakura no tardaron mucho tiempo en llegar a su destino donde eran recibidos por un par de profesores que les deseaban un buen día. Algunos de ellos miraban un poco preocupados a Shirou, él no solía meterse en peleas y el hecho de que volviera a clase con una mano vendada les parecía sospechoso. Este tuvo que explicar durante un buen tiempo y en varias ocasiones que había tenido un accidente trabajando en su casa junto con sus criadas.
Mientras las horas del día pasaban pudo notar algo raro en algunas personas de la escuela. Rin Tohsaka tenía un aroma más dulce de lo normal, un aroma que Shirou relacionaba a la magia, al igual que Shinji, pero su aroma era más artificial, pero el que más le llamó la atención fue el propio Issei. Por alguna extraña razón este tenía un ligero rastro del aroma de la magia, además de que este aroma era diferente. Una vez fue a un restaurante extranjero cuando era pequeño con su abuelo adoptivo, no recordaba muy bien de que temática era, pero podía asociar ese rastro al restaurante extranjero.
Intentó obtener un poco de información de lo que había pasado en su vida en el templo. Para Shirou no sonaba raro que un monje japonés pudiera hacer magia como los onmyoji, unos magos que usaban sellos para atacar o defender. En pocas palabras Issei le dijo que no había pasado muchas cosas nuevas, entre ellas solo estaba que el maestro Kuzuki había traído a su prometida al templo y que era de origen europeo. Esto preocupó un poco a Shirou, si era una mujer de origen europeo, además de tener ese rastro en él, podía deducir que era una magus.
Intentó también rastrear todo lo que pudo el olor de la magia en el instituto, pero no logró localizar otros puntos. Los más fuertes venían de Tohsaka, Shinji y Sakura, en ese orden. Sabiendo que él estaba de incognito en todo lo que la magia tiene que ver decidió dejar el tema por el momento. Ponerse a buscar posibles maestros incluso antes de que empezase la guerra era una locura que no podía permitirse hacer en este momento.
Estaban por terminar las clases y Shirou tenía que ir a esa reunión que había organizado el supervisor de la guerra. Siendo sincero no le apetecía ir, esto sin duda iba a ser una especie de trampa o algo por el estilo, pero tampoco podía permitirse no ir. Una reunión informando de la guerra podría ser beneficioso para él, por lo que tras un suspiro de rendición accedió a ir.
Con el atardecer presente Shirou estaba caminando de vuelta a la residencia Emiya el solo ya que Sakura se había quedado para las actividades del club. Él podía notar la presencia de su sirviente detrás de él, por lo que en voz baja preguntó.
- ¿Has notado algo extraño?
- No. - La voz de Saber se hizo presente en su cabeza. - Solo he llegado a sentir como el maná del ambiente se arremolina alrededor de la iglesia que hay en las afueras, pero eso también pasó en la guerra anterior.
- ¿Has podido sentir prana de un maestro en alguna parte? - Volvió a preguntar Shirou en voz baja mientras caminaba por el distrito comercial para ver que podía hacer de cena.
- Las residencias de Magus estarán protegidas por campos acotados Shirou. - Dijo la sirviente. - Si fuera de clase Caster podría notar los lugares de dónde vienen esos campos acotados, pero en la clase en la que estoy solo sé que están, pero no su ubicación.
El pelirrojo asintió a lo que había dicho su sirviente y pasó a una tienda para comprar la comida.
No pasó mucho tiempo hasta que llegó a su casa siendo un poco más tarde de las seis de la tarde, allí les recibieron Himiko y Ran con una reverencia para luego arrebatar la bolsa de la compra de las manos a Shirou para disgusto de este.
Este revisó la carta que le había dado Raiga que era el aviso de reunión. No ponía una hora de entrada fija, pero sabía que iba a ser bien entrada la noche. Después de todo, era llamado el mundo iluminado por la luna en lo que se mueven los magus.
Shioru pudo disfrutar de una cena alegre. Su sirviente, Saber, estaba sentada en una perfecta posición seiza mientras disfrutaba comer la caballa hervida junto un poco de sopa de miso que habían hecho las dos sirvientas. A su lado derecho Estaba Taiga que miraba embobada la televisión y enfrente de ella estaba Raiga que comía con una cara seria, dentro de poco iría el solo a la iglesia sin la compañía de su abuelo adoptivo y eso no le gustaba para nada al viejo.
Una familia había salido de su residencia acompañada de unas gemelas y el abuelo. Estos tenían que ir a Japón por la guerra del santo grial. Illya había podido invocar a un sirviente que obedecía todas sus órdenes sin ninguna objeción, la única pega que había con el sirviente era que era de clase berserker. En estos momentos había sido ordenado por la niña que se mantenga en su forma espiritual ya que sería un problema que un ser enorme caminara semidesnudo por las frías calles de Alemania.
Todos ellos iban en un coche de tamaño familiar mientras era conducido por Kiritsugu Emiya. En el interior de ese coche reinaba un silencio muy incómodo. Desde lo que había hecho Jusbtacheit con el hijo mayor de la pareja, estos, no habían vuelto a hablar con él siempre y cuando no sucediese algo que les obligara a hacerlo, la guerra fue una de ellas y el motivo por el que el anciano quería ir. Según él no podía permitir que su princesa vaya a la guerra ella sola.
Tras un largo camino hasta el aeropuerto internacional de Berlín pudieron salir del agobiante ambiente del coche, siendo Liz la que más agobiada estaba y siendo la primera en salir del vehículo.
Cuando entraron en el aeropuerto Iris les dio permiso a las chicas para dar un paseo hasta que solo quedase una hora hasta su vuelo. Illya no había respondido a ningún estímulo desde que habían salido de casa, puede que el hecho de ir a Japón le estuviese molestando ya que podría ver a su hermano, pero también tendría que estar peleando en una guerra por lo que no podría estar todo el tiempo que quisiera con él.
Las gemelas Liz y Sella no sabían cómo sentirse por el hecho de ir a Japón, si bien es cierto que habían sido amigas del hermano de Illya ahora eran completas desconocidas para él y viceversa. Liz era la que más recordaba a Shirou, ella había sido la encargada de vigilarlo cuando eran pequeños y siempre jugaban juntos con la nieve y a juegos de mesa sencillos, por otro lado, la gemela mayor era la que tenía el trabajo de vigilar a la heredera y solo había jugado con él en muy pocas ocasiones por lo que no recordaba pasar tiempo de calidad con él como si gemela.
Siguiendo la orden de Iris, las dos chicas acompañaron a Illya a ver algunas tiendas de regalos y librerías, la pequeña se había animado cunado Liz le había dicho que puede que un regalo para su hermano le alegrara. En ese momento Sella tuvo que aguantar ir de tienda de souvenirs en tienda de souvenirs buscando el regalo perfecto para "Onii-chan".
Al final lograron encontrar en una librería un libro que le podría gustar según Liz. Era un libro titulado "La comida del mundo". En un primer momento Sella pensó que lo quería para ella para que el cocinero de la familia le hiciese todos los platos que había en el libro, pero se tuvo que callar cuando Liz le dijo que Shirou adoraba cocinar y que su comida estaba muy buena y puede que haya mejorado hasta ser mucho mejor.
Cuando por fin lograron tener el regalo adecuado ya se había cumplido la hora de reunión, incluso iban un poco tarde, por lo que les tocó correr por todo el aeropuerto hasta encontrar a la familia. Estos estaban sentados en la zona de espera en silencio. Solo se animaron en el momento que vieron a la niña con una sonrisa y algo entre sus brazos.
- ¿Qué es eso que tienes ahí? - Dijo su madre con una sonrisa mientras se acercaba a Illya.
-Es un regalo para onii-chan. - Dijo la niña con una sonrisa radiante. - Se lo pienso dar en cuanto lo vea.
-No creo que se lo puedas dar en cuanto lleguemos cariño. - Dijo el padre de familia haciendo que el ánimo de la niña cayese un poco. - En el momento en el que llegaremos será por la noche y tendremos la reunión, a lo mejor mañana se lo puedes dar.
Illya asintió a lo que había dicho su padre y se sentó con ellos para esperar el llamado de su avión. Lo más lógico sería pensar que ellos fueran con su avión privado, pero no querían llamar demasiado la atención de la asociación de magos, por lo que decidieron ir en uno comercial, pero eso no quitaba que fuesen en clase ejecutiva.
Tras unos minutos se avión fue anunciado se encaminaron al viaje más largo que la niña esperaría tener por el momento.
Era medio día en la torre del reloj cuando una de sus agentes había sido llamada al despacho de Lord el Melloi II. Ella tenía entendido que la guerra estaba por comenzar y que el representante de la torre del reloj estaba siendo seleccionado. Pero corrían rumores de que había llegado una nota y que eso le había metido más prisa El Melloi II.
Bazett había sido llamada y estaba un poco nerviosa. El último representante de la torre del reloj nunca llegó vivo de vuelta y estaba intranquila por el compañero que le tocaría esa misión.
En cuanto ella estuvo delante de llamó a la puerta haciendo que una voz cansada le concediera la entrada al despacho. Al entrar vio como la mesa de trabajo del magus estaba completamente llena de hojas e informes, estaba tan llena que ni si quiera se podía ver la mesa.
-Bazett Fraga McRemitz. - Dijo Waver en un tono cansado. - Como ya sabrás tenemos que elegir un representante para la guerra y hemos decidido que tú eres la mejor opción. - Dijo el magus provocando que a la mujer se le abrieran mucho los ojos. - Debido a tu dominio de la magia rúnica eres una muy buena opción para esta guerra, aparte de que tienes una reliquia en tu familia que podría funcionar como un Noble Phantams además de un posible catalizador, por lo que procederemos de inmediato a la invocación del sirviente.
Dicho eso este procedió a levantarse y se puso a caminar con ella a su espalda hasta que llegó a uno de los muchos talleres que había en la instalación. Bazett se preguntaba por qué iban a los talleres, lo normal sería preguntar si de verdad tenía el catalizador.
- Señor, ¿Cómo sabe que llevo el pendiente encima? - Dijo la magus confundida.
-Por lo que tengo entendido de los demás magus de la torre siempre llevas ese pendiente contigo, no sé si es como recordatorio de tu familia o por legado, pero todos saben que lo llevas. - Dijo Waver mientras se metía un cigarro en la boca para luego prenderlo. - Sácalo y lo usaremos como catalizador.
La magus se metió la mano en el bolsillo interno de su chaqueta. Ese pendiente había pertenecido a su familia desde hace años, por lo que le daba un poco de miedo perderlo. Tras tragar saliva sacó el pendiente y lo colocó en medio del círculo de invocación para luego proceder a canalizar su prana a este.
Tras unos segundos el brillo del círculo de invocación cesó mostrando a un hombre alto de cabello azul y ojos rojos que vestía algo parecido a un mono del mismo color que su pelo mientras descansaba en su hombro una lanza alargada de color rojo sangre.
-Sirviente clase Lancer. - Dijo este con una sonrisa al ver a la mujer. - ¿Tú eres mi maestro?
En ese momento, Bazett, sintió un dolor punzante en la mano, mostrado una línea roja vertical con dos diseños parecidos a cuchillos de igual color, uno a cada lado de la línea roja. Ese dibujo en el dorso de su mano derecha la marcaba como una maestra en la guerra.
-Sí, yo soy tu maestra, a partir de ahora seguirás mis órdenes. - Dijo ella en un tono serio. - ¿Estás de acuerdo con ello o prefieres que use un sello de comando?
-No hará falta maestra. - Dijo el con una sonrisa. - Siempre y cuando haya una buena pelea estaré feliz de estar a tú servicio.
Waver miró desde lejos el ritual de invocación y una vez lo vio terminar este sacó de su bolsillo un billete de avión para su avión privado para que fuese a Japón. Ella tendría que entregar ese billete para que la dejasen subir, si sale en ese momento llegaría para la reunión que quería hacer el supervisor de la guerra, por lo que debía darse prisa.
Uno de los asistentes del mago mayor le entregó una bolsa con lo necesario para pasar un mes en el extranjero, desde ropa recogida de su apartamento o equipamiento mágico que podría necesitar aparte de su "arma". Waver no quería permitir que algo parecido a la última guerra pasase, esta vez ellos conseguirían el grial, y le daba igual que Lorelei opinara al respecto, él pediría la destrucción del grial para que no haya más guerras.
Luviagelita había conseguido llegar a esa tierra que tanto odiaba su familia con más de doce horas de antelación. Ella era acompañada por su mayordomo Auguste y su sirviente Assassin, el cual iba en su forma espiritual para no llamar la atención.
Ella había aprendido la lengua del país del sol naciente para poder participar en esta guerra. Tras tardes enteras de estudio con un poco de ayuda de magia ella pudo dominar el idioma y poder ir tranquilamente por las calles sin tener que aguantar a una persona designada por su familia para que le fuese traduciendo todo lo que quería.
Había llegado a Japón poco antes de las ocho de la mañana, Ella sospechaba que la reunión comenzaría entre las ocho y las diez de la noche, ya que según sabía ella eran horas de noche cerrada, por lo que tenía todo ese tiempo para preparar su base y un taller improvisado. Ella sabía de sus familiares participantes en una de las guerras anteriores, un par de gemelas, ellas habían conseguido construir dos mansiones, una en la parte occidental con respecto al río y la otra en el lado oriental.
Luvia fue a esas dos mansiones para verificar que se pudiesen usar, pero... Las dos, después de haber pasado mucho tiempo, estaban en muy mal estado. Los cristales estaban rotos, la vegetación había comenzado a abrirse paso hacia la vivienda y las paredes habían comenzado a mostrar deterioro. Todo eso indicaba que no podía usar esos lugares como base y que era peligroso usarlos.
Auguste había demostrado su valía como mayordomo personal ya que, en pocas horas en las que Luvia las pasó yendo de tiendas, había conseguido comprar una vivienda de estilo occidental de dos plantas y una bodega subterránea que podían acondicionar como taller.
Fue después del mediodía cuando Luvia consiguió establecerse en su base.
-Assassin. - Dijo ella en voz alta haciendo que el espíritu se materializase a su espalda. - ¿Has podido sentir a otros sirvientes mientras estábamos en la calle?
-Así es. - Dijo este en un tono serio. - He podido sentir a dos sirvientes, uno con abundante fuerza y otro que parece tener afinidad por la velocidad, por lo que puedo deducir que ese último era un Rider.
- ¿Y el primero? - Dijo la maestra.
-No sabría decir con exactitud. - Dijo el asesino. - Podría ser Saber o Lancer.
-Entiendo. - Dijo Luvia seria. - Aún quedan unas horas hasta la hora acordada, me gustaría que te establecieras en la planta superior para que puedas notar con mayor facilidad si alguien quiere invadirnos. Obviamente colocaré un campo acotado, pero tenerte a ti vigilando aumentará la seguridad.
-Entendido maestra. - Dijo el espíritu mientras desaparecía en su forma espiritual.
Después de eso, Luvia comenzó a preparar su taller con los materiales que le había proporcionado su mayordomo. Terminaría justo para poder acudir a la reunión.
Shirou había terminado la cena con tranquilidad para luego ir a vestirse con el traje que su abuelo le había comprado en una sastrería. Él se puso todo el conjunto del traje, incluido guantes y sombrero el cual llevaba en la mano para no hacer funcionar el sello mágico de ocultamiento de identidad.
Tendría que ir solo a la iglesia, hasta el momento siempre había sido acompañado por alguien de la familia Fujimura, pero era el momento de ir en solitario, tenía la cresta familiar de los Emiya en su espalda y había sido elegido por el grial para ser un magus para la guerra.
Obviamente Shirou no irá completamente solo, la familia Fujimura tendrá puestos en los que sus agentes estén vigilando y para facilitar una posible vía de escape si algo malo pudiera suceder.
Para que pudiese acudir al evento, Raiga le proporcionó uno de sus tesoros más preciados a su nieto adoptivo, una motocicleta de alta gama que al viejo se le había encaprichado tras verla en una revista y la tenía solo en exhibición. El vehículo de dos ruedas de color negro en su totalidad junto con una pequeña lámina de cristal tintado que protegía los indicadores de velocidad y gasolina del viento y de la lluvia.
-Se podría considerar esto como un regalo. - Dijo el viejo con una sonrisa mientras le entregaba las llaves. - Se que la cuidarás y rezo para que tu padre no me mate cuando se entere de que te la he dado.
-Pero no tengo licencia para ese tipo de motocicleta. - Dijo Shirou. - Solo puedo manejar Scooters.
-Eres parte de la familia, nosotros te encubriremos. - Dijo el viejo mientras le guiñaba un ojo. - Ahora andando, que vas a llegar tarde.
Shirou sonrió por el regalo de su abuelo y procedió a subirse no antes de recibir un montón de consejos de seguridad por parte de Ran y Himiko, las cuales estaba muy preocupadas ya que Raiga no le había dado un casco para protegerse la cabeza, por lo que tendría que ir con todo el viaje reforzando su sombrero y asegurarse de que no saliese volando mientras conducía.
En el momento en el que Shirou llegó a la iglesia vio a lo que parecía ser una chica, de más o menos su edad, ella tenía el pelo blanco y ojos amarillos muy penetrantes, vestía con el vestido de monja de color azul marino y blanco.
En el momento en él dejó la motocicleta se acercó a la puerta solo para ser detenido por esa chica.
-Buenas noches. - Dijo ella. - Me llamo Caren Hortensia y he sido mandada del Vaticano para ser la ayudante del padre Kotomine en esta guerra, tenga. - Dijo mientras le entregaba un sello que le permitía mantener su identidad oculta. - Veo que ya lleva uno, pero me han encargado que le entregue uno a todos lo que vengan a esta reunión, ha sido el cuarto participante en llegar, por favor, pase.
Shioru colocó el sello en el bolsillo interno de la chaqueta del traje y lo activó, no le vendría mal tener un segundo sello activo si se viera obligado a retirar su sombrero. En el momento en el que entró en la iglesia pudo ver a unas cuantas personas y dos filas de bancos. En la fila de bancos de la izquierda había una chica de pelo negro que vestía con un vestido rojo con algunos detalles en negro y tenía un sombrero femenino de ala ancha donde seguramente tenía su sello, ella estaba sentada en la primera fila de bancos; Otra invitada fue una chica rubia con un vestido azul, ella no llevaba nada en la parte de la cabeza, pero no podía ver su cara con claridad por el efecto del sello, ella estaba sentada más o menos a media altura en la fila de la derecha acompañada de un señor mayor con pinta de mayordomo, el cual también tenía el sello; Y por último había un hombre que parecía ser de mediana edad que vestía con un taje de un color apagado, este estaba apoyado contra la pared de la izquierda al lado de la puerta.
Shirou no sabía muy bien donde podría esperar. Los tres candidatos anteriores lo miraron cuando entró, en ese momento le pareció que le estaban analizando por lo que decidió actuar con naturalidad.
Con calma fue a sentarse en la fila de la derecha. Él sabía que no debía mostrar debilidad delante de los otros magus, su padre solía actuar de forma distinta cuando se trataba de un hombre o una mujer. Cuando trataba con un hombre se mostraba frio como si pudiese hacer cualquier cosa en ese momento y saldría ganando, pero cuando se trataba de una mujer, le dijo a Shirou, que debía mostrarse confiado y mostrar siempre una sonrisa, aunque fuese falsa.
Con una respiración profunda se acercó a la mujer rubia y le preguntó con una sonrisa confiada.
-Disculpe señorita, ¿Le importa que tome asiento aquí detrás? - Dijo mientras le hacía una reverencia y ganaba la mirada de la rubia.
-Oh, por lo menos hay un caballero en esta guerra. - Dijo la rubia con una sonrisa. - Por el momento no me importa que te sientas un poco más atrás de mí, siempre y cuando no decidas atacarme por la espalda.
- ¿Cómo podría hacerle eso a una señorita? - Dijo Shirou mientras mantenía esa sonrisa. - Me gusta considerarme una persona respetuosa, si te ataco en esta guerra, será de frente.
-Ya veremos si llegas tan lejos. - Dijo para luego soltar una carcajada.
La familia Einzbern ya habían aterrizado en Japón y ahora mismo estaban de camino a la reunión, Kiritsugu indicó a Sella y Liz que las esperaran en el castillo junto con Jubstacheit. Él conducía un coche de alta gama mientras Illya miraba por la ventanilla del coche e Iris observaba la última foto que le habían mandado de su hijo.
Cuando ella se quiso dar cuenta ya estaban en la iglesia. Cuando bajaron del coche una chica de la iglesia les explicó lo del sello de ocultación, lo que no esperó fue ver a una mujer de la torre del reloj esperándolos a ellos.
Ella se presentó como Bazett y de inmediato le pidió a Kiritsugu una alianza para la guerra. Los padres le explicaron que ellos solo estaban allí para proteger a su hija, la cual había sido seleccionada como maestra.
Cuando ella se enteró de lo sucedido siguió pidiendo la alianza, ya que, según ella, tener al lado al vencedor de la última guerra le podría ayudar mucho.
Estos fueron los últimos en llegar a la iglesia. La última incorporación antes que ellos fue una pareja, un chico y una chica, él vestía con ropa casual mientras que la chica tenía un vestido morado acompañado de un velo y ocupaban un lugar al lado de una ventana en el lado derecho de la iglesia.
La familia, junto con Bazett, se sentaron en la sección medio de la fila izquierda de bancos.
Se hizo el silencio durante unos instantes. En una sola habitación estaban todos los maestros reunidos, la oportunidad de matar al resto estaba en el aire, pero todo se cortó en el momento que Kotomine salió a escena.
Este apareció desde la puerta del fondo con una mirada de aparente calma y serenidad. Por parte de los maestros lo miraron con recelo, la única excepción era Kiritsugu. Este no daba crédito de que siguiera con vida, pensó que lo había matado en la batalla final en la última guerra.
- Bienvenidos hijos míos. - Dijo este en voz alta cuando se posicionó en lo alto del altar. - Hoy os he reunido para informaros sobre la guerra. Dado lo que pasó en la última guerra me gustaría que esta vez todo saliese como debería ser. - Dijo este mirando a todos los presentes. - Imagino que sabréis lo más básico, pero no queda de más explicarlo brevemente. Todos tenéis lo que os hace un maestro en el dorso de la mano, eso es vuestro sello de comando. Este tiene tres sellos que os permiten tener una orden a vuestro sirviente sin que este se pueda resistir, las batallas que libraréis serán a muerte y una vez caído vuestro sirviente podéis acudir a la iglesia en busca de protección. - Explicó el sacerdote con calma. - Ahora, como puedo apreciar a personas jóvenes también diré que el objetivo final de la guerra es conseguir un deseo por parte del grial, pero también se hace para conseguir un vistazo a lo que es a raíz del mundo, lo que os permitirá tener todos los conocimientos sobre el magecraft. - En cuanto dijo eso, el ambiente de la sala se enfrió y se hizo más pesado. - Una vez explicado eso pondré una regla en exclusiva para esta guerra, las batallas serán solo y únicamente en la noche, para evitar llamar así la atención de las personas. ¿Hay alguna pregunta que queráis hacer?
- Yo tengo una. - Dijo Shirou alzando su mano enguantada. - Usted ha dicho que las batallas serán solo por la noche, ¿eso implica también esta noche?
- Es una muy buena pregunta joven. - Dijo Kirei con una sonrisa que no le dio buena espina a Shirou. - No, hoy no se permiten las peleas, ¿puedo saber por qué?
- Bueno, teniendo a todos los maestros reunidos en este lugar no sería raro que alguien lo haya traído, puede que mi sirviente ya esté aquí como assassin, o culto como caster o apuntando en la lejanía como archer, por no decir que la señorita que tengo delante tiene un sello de comando preparado para que lo saquen del horno. - Dijo Shirou para al final mirar a Luvia haciendo que esta se riera.
- ¿Cómo lo ha sabido? - Dijo la rubia con una sonrisa. - ¿Eres uno de esos casos que son sensibles a la magia?
- En efecto señorita. - Dijo Shirou con una sonrisa mirando a la rubia. - Puedo distinguir el olor de la magia, y tu mano desprende cierto olor dulce muy característico del magecraft.
- Esta noche queda prohibida la batalla, quiero que sea una pelea justa. - Dijo el sacerdote en un tono tajante. - En cuanto acabe esta reunión os dispersaréis y volveréis a vuestra residencia o base, mañana será el primer día.
- Yo tengo una pregunta. - Dijo Bazett en un tono serio. - He escuchado que en la guerra anterior se hicieron alianzas. - Dijo ella. - Si un grupo que haya hecho una alianza llegara al final y solo quedaran dos sirvientes, ¿Cómo se solucionaría?
- Dependiendo de la fuerza de los sirvientes. - Dijo Kotomine. - Si de entre todos los sirvientes cinco son los suficientemente poderosos como para alimentar al grial es posible que con dos sirvientes vivos se pueda conceder el deseo. ¿Alguna otra pregunta? - Nadie se hizo notar en ese momento, por lo que el sacerdote sonrió al final. - Bueno, id con dios hijos míos, os deseo mucha suerte.
Después de esas palabras, el sacerdote dio por terminada la reunión haciendo que todos los participantes se fueran de la iglesia. La guerra estaba por comenzar y siete maestros lucharán con todo lo que tienen.
