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Al salir de la tediosa reunión se aflojó un poco el nudo de la corbata tratando de contener el gruñido que atravesaba su garganta. Agradecía enormemente que Naruto haya despejado su agenda por el resto de la tarde y no tuviera que atender otros asuntos más que dar el visto bueno al próximo evento. Después de eso sería libre.
Observó su reloj, eran las tres de la tarde. Tomando el tiempo en que ocuparía almorzando y analizando... quizás unas dos horas máximo. A las cinco sería libre del trabajo y podría darse un merecido descanso, por fin.
Se preguntó vagamente qué estaría haciendo Sakura en estos momentos ¿considerando su proposición de trabajar para él? Quiso creer que sí, no le dio una fecha exacta para recibir respuesta, pero implícitamente no debía ser demasiados días. Con este sería el segundo día que no sabía nada, por alguna razón no se hallaba impaciente, más bien ansioso a que su celular sonara y fuera ella quién hablara.
—Tenemos una reservación en tu restaurante favorito —dijo Naruto a su lado sacándolo de su ensoñación.
¿Su restaurante favorito? Eso quedaba del otro lado del complejo, le llevaría tanto tiempo...
—... Mejor pediré que traigan la comida a la oficina —se adelantó su secretario llevando una mano a su oreja dónde tenía el articular.
No le sorprendió que descubriera sus pensamientos. Naruto lo conocía mejor que nadie y notaba los pequeños cambios en su semblante. Esbozó media sonrisa, divertido por su actitud. Ciertamente quería aminorar su tiempo y largarse de la oficina cuanto antes. Por él fuera se llevaría el trabajo a casa y se encerraría ahí durante toda la semana, pero eso sería anunciar abiertamente que huía de los problemas.
Por eso, mientras menos tiempo pasara en la oficina mejor. Así disminuía las posibilidades de encontrarse pronto con su...
—Sasuke —llamó alguien a sus espaldas.
Hablando del rey de roma, pensó Sasuke deteniéndose en seco. Cerró un momento los ojos, dando disimuladamente una bocanada de aire, se giró por completo topándose con su padre, de pie frente al elevador. Las puertas de este se cerraron detrás de ellos y el silencio gobernó por unos segundos.
—Padre —saludó sin emitir ninguna emoción. Y ahí estaba el presidente de la compañía: Uchiha Fugaku con su habitual porte frío e indiferente que competía dignamente con el suyo.
Fugaku se acercó un poco junto a su secretario, un chico de cabellos blancos portador de unos lentes redondos que se acomodaba cada dos por tres y cuya sonrisa causaba desconfianza a quién supiera ver detrás de la amabilidad fingida. En una ocasión Naruto describió a Kabuto como "lame botas" y sí, él no podría estar más de acuerdo a esa descripción.
Y justamente ese "lame botas" le dedicó una mirada despectiva, no le pudo importar menos. Como habitualmente lo hacía lo ignoró.
—Comamos juntos. —Fugaku le indicó que lo siguiera con un ademán.
Y siempre le ordenaba, a regañadientes tuvo que obedecer.
Fue guiado a la oficina del presidente, el estilo y tamaño era similar al suyo a diferente que una mesa de madera pulcra se extendía al costado rodeado de varios sillones acogedores mayormente ocupados por los socios y empresarios que venían a intentar forjar lazos con Fugaku.
Se sentó en uno de esos sillones y Fugaku se acomodó frente él. Entonces fue bombardeado de preguntas referente a la empresa mientras su ausencia, profesionalmente hablando, sacó a relucir su estoica personalidad y lo mantuvo al día con las noticias importantes. En ningún momento algunos de los dos hablaron relacionado con el bienestar del otro.
Así era la relación con su padre y no le interesaba cambiarlo.
—Tomarás mi lugar en el evento con Tsunade Senju —le avisó Fugaku, justamente cuando entraba una mujer empujando un carrito metálico. En su lugar, Sasuke prestó ligeramente los puños sobre sus rodillas, se suponía que el presidente era quién estaría presente ese día, no él.
Siempre decidiendo por él.
—Tsunade-san pidió exclusivamente tu presencia en el evento —le notificó. Notó que, de pie a sus espadas, Naruto suspiraba resignado.
Incluso su secretario lo sabía: no servía de nada contradecir porque Fugaku jamás cambiaba de opinión. También se percató de la sonrisa petulante de Kabuto disfrazada en diversión fingida.
Detestaba ese gesto.
Fugaku no respondió de inmediato, esperó a que la mujer acomodara los almuerzos frente a los dos, hiciera una reverencia y se retirara sin más. Fugaku tomó los palillos y se dispuso a probar bocado. Sasuke imitó su gesto de forma desinteresada y automática hasta que se topó con los camarones que reposaban descaradamente en el plato; les dedicó una corta mirada antes de absteniéndose a darle un solo bocado.
—Debo viajar a Osaka a revisar unos puntos con Breaking visions gracias a tu terquedad.
Al escuchar el nombre de la compañía de modelos Sasuke se tensó visiblemente. Lo que temió en un principio se hizo realidad: su padre le lanzó una mirada iracunda y silenciosamente furiosa.
Se armó de paciencia en su mente por la discusión que se avecinaba.
—Rechazaste ver a Tayuya la semana anterior. A este paso nosotros tendremos que fijar la fecha para la boda avista que niegas a verla.
—No habrá ninguna boda —rebatió de inmediato Sasuke.
Lo supuso desde que lo trajo hasta la oficina, su intención fue hablarle de esto. Debió dar una excusa desde el principio y alejarse de ahí, hubiese sido menos problemático lidiar con sus propias emociones que con las palabras de su padre.
No había día en que Fugaku le recordara su boca, excusándose con que velaba su interés presionándolo a cumplir un deber dicho entre líneas: prestarse a un matrimonio arreglado para unificar las empresas.
La propuesta le fue plantada un par de meses atrás, una noche durante la cena Fugaku se lo comunicó: «Te casarás con Kawasaki Tayuya, la heredera del grupo Kawasaki». Por supuesto que después de esa orden vino de su parte un desplante total y negación tras negación.
Desde entonces y hasta ahora se ha opuesto rotundamente. Era absurdo, ilógico y opresivo que lo obligaran a casarse por algo tan ambicioso como unificar un par de empresas utilizándolo a él como enlace.
Gracias a eso fue tachado de rebelde, pero no le importaba en absoluto lo que se decía de él, no estaba dispuesto a arruinar su vida de esa forma. Siendo parte de un matrimonio arreglado, sí él solo se quería perjudicar había mejores formas.
Entonces el gesto de Fugaku se arrugó.
—Ya habíamos hablado de esto, Sasuke, es por tu beneficio.
—¿O querrás decir por el beneficio de la empresa? —cuestionó ácido el azabache menor. A este punto sus manos estaban apretadas fuertemente y su tono de voz era mortal, la poca paciencia reunida se disipaba—. Ambos sabemos que yo no quiero esto.
—No te estoy preguntando lo que deseas —dijo fríamente Fugaku clavándole los ojos como estacas deteniéndose en seguir comiendo—. Te estoy diciendo que lo harás.
—No soy uno de tus empleados que puedes manejar a voluntad —gruñó con la tolerancia al límite.
—Eres mi hijo y estoy velando por tus futuros intereses.
—Por supuesto —dijo entre dientes Sasuke dejando bruscamente los palillos sobre la mesa, a punto de explotar—, soy el único hijo que te queda tras desheredar a Itachi por no casarse con la mujer que elegiste para él. Y no quieres que cometa el mismo error que él.
Los ojos de Fugaku se ensancharon tras escucharlo y se levantó de su asiento de sopetón.
—¡Sasuke!
—¡Padre! —Él imitó su gesto y lo desafío en todo momento—. Que quede claro: no pienso casarme con Tayuya.
Fugaku no dijo nada más, pero su mirada le dio a entender que no desistiría del asunto. Sasuke tuvo que retroceder o su carácter de desataría de la peor manera, y si se enfrentaban seriamente podría ocasionarle un mal a su padre. El hecho de que no tuvieran buena relación no lo hacía propenso a querer provocarle un infarto con su débil corazón.
Le dedicó una mirada corta y se apresuró a irse. Con un gesto le indicó a Naruto que lo siguiera, hasta ese momento únicamente se escuchó la respiración brusca de su padre y nuevamente él habló.
—¿Me harás la grosería de no tocar siquiera el almuerzo?
Sasuke se detuvo en el umbral de la puerta que Naruto abrió para él. Frunciendo el ceño, solamente giró la cabeza a su dirección. Fugaku seguía de pie apretando los palillos contra su mano y Kabuto detrás del sillón en silencio.
Le mostró una sonrisa sarcástica.
—Veo que no lo recuerdas, no es de extrañarse —señaló el almuerzo sin tocar con un gesto singular—. Soy alérgico al camarón.
Y sin más, lo dejó con la palabra en la boca. A cada paso que daba al elevador su furia crecía en su interior tras recordar las duras órdenes de su padre en casarse forzosamente "por su bien".
Quiso reírse en su cara como antes, pero se contuvo muy bien. Únicamente sonrió irónico y lo dejó ser. Fugaku era un hipócrita después de todo, parecía querer olvidar el pasado, pero Sasuke no podía simplemente hacer un borrón y cuenta nueva.
Por supuesto que no.
Jamás olvidaría que por su culpa su madre lo abandonó en su niñez.
La campana de la escuela la sacó de su ensoñación. Al darse cuenta de la posición en que estaba en su pupitre, rápidamente se enderezó y apenas prestó atención a sus compañeros que recogían sus pertenencias y comenzaban a salir del salón.
En menos de lo que consideró, ya tenía a Ino a su lado cargando su mochila, apresurándola para irse hablándole con un tono resignado.
—Sakura, Sakura ¿otra vez durmiendo en clases? —se quejó cruzándose de brazos.
La aludida sonrió nerviosa y se rascó ligeramente la garganta en un gesto despreocupado.
—No es eso, simplemente...
Entrecerró los ojos y se quedó callada. No era nada de lo que tuviese que preocuparse en realidad. Sólo estaba más nerviosa de lo normal. Por cuestiones internas y gracias a la insistencia de su abuela, terminó aceptando el trabajo que Sasuke le ofreció no sin antes recordarle que sería por un mes.
Recuerda sus manos temblorosas mientras sostenía su celular y hablaba con él, su voz a través de la bocina sonaba más gruesa y profunda, pero sin perder su toque particular. Le indicó los días que debía ir y era libre de hacerlo a cualquier hora, tuvo que recordarle que sería después de la escuela, no hubo ninguna objeción.
Esta sería tercera vez que iría a su casa y hasta ahora no se habían topado, pero por alguna razón cada vez que yacía ahí estaba atenta a la puerta, como si esperara a que él cruzará la puerta en cualquier momento.
Por supuesto que Ino notó su estado de ánimo y se frotó la barbilla, pensativa y su mirada destilaba cierta diversión.
—¿...O será que no has podido dormir pensando en la propuesta de Sasuke?
—¡Ino! ¡N-No es eso! —se excusó cubriéndose la cara con las manos.
Dios, si acaso había forma de ponerse más robotizada de lo que ya estaba, seguramente ya habría inventado un nuevo nivel de vergüenza. Se lamentó internamente el haberle contado a Ino sobre su indecisión con respecto a su nuevo trabajo, aunque no le había dicho que aceptó estaba segura que su amiga sabía que le ocultaba cosas; y, sinceramente no pensaba decírselo hoy. No quería pasar más vergüenza.
Así que, después de negarlo y e Ino la dejara tranquila —por el momento— ambas fueron a los casilleros en busca de la libreta de deberes de Sakura. Justo cuando marchaban, la pelirrosa aprovechó la oportunidad que se presentó.
Una compañera se había acercado a Ino para preguntarle sobre algo referente al equipo de futbol femenil lo que las llevó a enfrascarse en una conversación. Viendo la oportunidad ante sus ojos, se despidió de su amiga huyendo del interrogatorio.
—¡Espera, Sakura! —Ino se giró rápidamente a ella como si tuviese ojos en la espalda y anticipara su retirada.
—¡Tengo que ir al trabajo, nos vemos luego! —exclamó de vuelta a prisas sin miramientos.
Escaparía por hoy, ya mañana pensaría en otra táctica.
Sakura miró su propio reflejo en el azulejo y la luz de la lampara iluminando su silueta y no pudo evitar casi llorar de alegría ¡Por fin se había quitado el chicle pegado! El sólo recordar la situación se avergonzó, menos mal que nadie estuvo para mirarlo.
Y todo resultó casi al final en que terminaba de limpiar la última parte del pent-house. Llevando las últimas cosas al fondo del pasillo cargando la mochila a sus espaldas se tropezó con la escoba y cayó a bruces al suelo, por consecuencia rodó por su espalda y permaneció boca arriba. Afortunadamente no sufrió ningún golpe severo ya que fue amortiguado por la mochila, pero eso no evitó suspirar con fuerza y cerrar los ojos.
Con las mismas se levantó y recogió la escoba dejándola en el cuarto del lavabo, justo cuando iba de regresó sintió en una de sus pisadas como algo la detenía brevemente. Extrañada, miró a sus pies y observó su zapato mientras lo alzaba... y se estiraba algo chicloso de color azul.
—¿¡Por qué hay un chicle pegado en el suelo!?
Para su mala fortuna, también estaba pegado en su mochila. Ató cabos y no pudo evitar enojarse: antes de venir, pasó a la tienda por su finiquito. Quién la recibió fue nada más y nada menos que Sai mostrándole un rostro de pocos amigos y lanzándole mordazmente una mirada. Cuando salió de la escuela su mochila no tenía nada, pero seguramente ese chico a maldad pegó el chicle en su mochila.
Suspiró en negación. ¿Acaso eran niños de primaria en medio de una disputa? Y luego tuvo que limpiarlo.
Le llevó más tiempo de lo que pensó, al voltear al gran ventanal notó la oscuridad que envolvía a la ciudad. Dejando las cosas sobre el sillón, se encaminó al gran ventanal observando la maravillosa vista nocturna que envolvía a la ciudad. Jamás lo presenció de esta forma y le parecía hermoso el paisaje, las luces casi frente a ella con el cielo negro plagado de pequeñas estrellas, las luces de los automóviles en las calles parecían fugaces creando una vista singular.
Estaba tan inmersa que apenas escuchó la puerta abrirse y cerrarse a sus espaldas, fue hasta que notó unos pasos que volteó encontrándose con el dueño del lugar. Inmediatamente se encogió sobre sí y se intimidó.
Se miraron fijamente unos segundos hasta que Sasuke decidió romper el extraño silencio que se formó entre ambos.
—No pensé que siguieras aquí —Su voz parecía un poco más profunda y no le apartó la vista de encima.
Por alguna razón logró avergonzar a Sakura que se disculpó atropelladamente pensando que le disgustaba encontrarla ahí después del anochecer.
—Me tomó un poco más de tiempo, no quise molestarte —aseguró un poco nerviosa. Notó que Sasuke parecía absortó en algo en particular y no prestaba mucha atención, entrecerrando los ojos a la mesita de noche, frunciendo ligeramente el ceño.
—No te disculpes, te dije que vinieras a la hora que pudieras. —El rostro del joven parecía tenso y algo serio intentando mantener una conversación. Sin embargo, pareció desistir pronto y solamente agitó un poco la cabeza dirigiéndole una solemne mirada—. Ten cuidado al regresar a casa.
Y desapareció por el pasillo dejándola aturdida.
—¿Qué acaba de ocurrir? —susurró para sí.
Algo desganada, pero sin atrasarse más dejó las cosas en el cuarto correspondiente, salió a prisas sintiéndose un poco sofocada y desanimada, era como si fuese un globo y de repente alguien la pinchó con una aguja, tan desinflada y carente de emoción. Pensó en lo más profundo de su ingenuo corazón que cuando lo viese de nuevo él le ofrecería esa sonrisa encantadora y diría algo respecto, hasta ahora era la primera vez después de la propuesta que se encontraban, por eso sus expectativas fueron altas y su caída fue dura.
Consideró que quizás él tuvo un mal día, o, en el peor de los casos encontró alguna falla en su forma de trabajar. ¿Acaso no limpiaba bien su estudio o se debía a que movió sin querer algo en su habitación? Cada vez que entraba ahí a limpiar lo hacía tan rápido para que su deseo de fisgonear no invadiera.
Finalmente, al llegar a casa no encontró alguna otra razón viable que lo haya hecho disgustar. Por lo que, tras un suspiro silencio, se tiró sobre la cama hundiendo su cabeza en la almohada sin poder contenerse.
Bien, eso fue todo. Tampoco es que estuviese interesada demasiado en agradarle a Sasuke como para mantener una amistad.
...¿A quién engañaba? ¡En verdad quería llevarse bien con él!
Sasuke estaba frustrado a punto de romper el lápiz que sostenía y todo por culpa de su furia. No concebía que perdió su oportunidad de hablar con Sakura por no saber controlar su malhumor el día anterior. Y apenas venía a caer en cuenta que la oportunidad que esperó se escabulló frente a sus narices. Rechinó los dientes e intentó concentrarse en los asuntos de la empresa.
Lo cual resultó imposible. A pesar de que Fugaku partió por la mañana a Osaka, la tranquilidad no volvió a él.
Regresó la vista a los papeles y decidió aplazar las firmas. Levantándose fue directo a recoger su saco y salió de la oficina a paso tranquilo. Justo cundo iba a tocar el botón del elevador, se percató de la presencia de Naruto a sus espaldas y casi da un respingo al no percatarse de su presencia al principio. Como era de esperarse de su secretario, se movía de una forma silenciosa y cautelosa.
—Asumiré que te vas un poco más temprano para cenar adecuadamente —dijo Naruto dándole una sonrisa condescendiente.
Ese tipo de sonrisa que claramente decía: «te atrape en infraganti». No pudo evitar suspirar contrariado, después las puertas del elevador se abrieron revelando a un hombre que les dedicó un saludo y salió corriendo al percibir el aura malhumorada de su jefe en crecimiento.
Sasuke entrecerró los ojos y se adentró seguido de su secretario.
—No te importa —soltó ácido.
—Lo hace. Yo manejo tu agenda.
—Tengo entendido que no hay nada programado.
—Siempre hay planes en la noche, como, por ejemplo, tu cena —rectificó el rubio cruzándose de brazos.
En la recepción, la mayoría casi huyó al verlos a ambos cruzar las puertas. Normalmente saludarían amigables y recibirían de su jefe un gesto sereno, ni serio ni amigable, así era él. Pero cuando veían ceño fruncido y sonrisa en el secretario, olían el peligro y no se atrevían a acercarse.
No era secreto que Naruto acosaba a Sasuke al finalizar la jornada en ir a cenar. Y esta ocasión no era diferente.
—¡Basta! —gruñó Sasuke hastiado a las afueras del complejo y Naruto reprimió una sonrisa—. Pasaré a un jodido restaurante de comida rápida y pediré algo ¿contento?
—En realidad...
—No me interesa lo que pienses —Le interrumpió adentrándose al automóvil que un empleado trajo frente a ellos. Rápidamente se colocó el cinturón dispuesto a escapar.
Antes de arrancar, Naruto se apoyó casualmente de la ventanilla y sonrió amablemente.
—Recuerda enviarme fotografías de evidencia.
La indignación marco el rostro el moreno.
—Ni que fueras mi esposa.
—Soy tu secretario, lo que me pone en una posición muy ventajosa —replicó de inmediato destilando su diversión.
Sasuke no quiso discutir más y antes de que pudiera decir algo más, notó un borrón rosa por el retrovisor. Ese singular color captó su atención.
Dio una mirada al espejo y notó que se acercaban dos siluetas. Una rubia y otra rosa, lo que más atrajo su atención fue la pelirrosa. Por alguna razón su humor mejoró y eso lo notó Naruto, que pronto se percató de la inminente presencia de ambas chicas.
—¡Hermano! Qué bueno que estás aquí, así no tendré que ir hasta el último piso a buscarte —se encantó Ino adelantándose a brinquitos.
Detrás de ella llegó Sakura que parecía un poco fatigada revelando que fue arrastrada hasta ahí. Saludó a Naruto con una sonrisa, misma que se congeló al ver emerger a Sasuke del automóvil. El corazón de la pelirrosa se disparó al tener sobre ella sus ojos oscuros que la escanearon en reconocimiento.
—¿Qué haces aquí, Ino? —cuestionó el rubio intercalando miradas entre su hermana y Sakura que parecía haberse quedado quieta en su lugar, sin avanzar ni retroceder.
—Vine exclusivamente a escoltarte a la casa de los abuelos ¿o acaso olvidaste que hoy es la visita mensual?
Y por la expresión de Naruto dejó al descubierto que lo había olvidado por completo.
—¡Lo sabía! ¡Lo olvidaste! Fue buena idea venir hasta ahí para llevarte a rastras —dijo Ino cruzándose de brazos, quedándose firme como un poste—. Te esperare y te llevaré personalmente, si es necesario ¡te llevaré a rastras!
Un suspiro por parte de Naruto y Sasuke pareció recobrar la capacidad de hablar, después de tener la vista fija en Sakura que había desviado la mirada de vez en cuando.
—No pierdas más el tiempo y vete.
Ciertamente la situación le dio la desventaja a Naruto, que después de enfrentarse a Ino y la sonrisa burlona de Sasuke, no me quedó más que suspirar.
—Bien. Pero que no se te olvide esas fotografías —le amenazó con ojos entrecerrados y comenzó a caminar al complejo—. Regresaré en un momento. Ino, espérame aquí.
Le lanzó una mirada de advertencia a Sasuke y se adentró al complejo. Por supuesto que ese gesto fue percibido únicamente por Sasuke y bufó internamente ¿qué le amenazaba con no hacer ningún movimiento? Muy tarde.
Mientras tanto, Sakura se compuso tras ver a Naruto desaparecer y pareció recordar algo. Girándose a Ino, le ofreció una sonrisa en modo de disculpa.
—Ya te acompañé hasta acá, me iré entonces.
Y diciendo tuvo intención de irse, pero Ino la detuvo jalándola del cuello de la blusa y dejó escapar un jadeo de sorpresa. Al voltearse la rubia negaba con la cabeza y se le veía indignada.
—Detente ahí. Te dije que Naruto y yo pasaremos a dejarte a casa.
—Se desviarán demasiado de la casa de sus abuelos —Negó ligeramente librándose del agarre—. No quiero ser una molestia.
—Pero...
Justo cuando Ino planeaba soltar un discurso de por qué no era conveniente el que se fuera sola hasta su casa, Sasuke hizo notar su presencia hablando con su habitual calma, recargado en el automóvil en una pose despreocupada.
—Puedo llevarla a casa.
Los ojos verdes de Sakura se enfocaron en él apenas escuchó su voz. Observando por fin la expresión serena y detallada que componía cada vez que sus ojos se topaban, no supo contradecir a tiempo. Ino le ganó adelantándose a decidir por ella.
—¡Vaya! ¿No es molestia? —cuestionó Ino, pareciera que sospesaba su propuesta o fingía hacerlo, eso lo sabía Haruno que entrecerraba sus ojos en sospecha, estaba preparada para rebatir y decir que no era necesario, pero no la dejaron—. Por lo que veo ibas de salida.
Sasuke enarcó una ceja, y descruzándose de brazos, esbozó esa sonrisa que le robaba el aliento:
—Tratándose de Sakura ¿Cómo sería molestia?
La respiración de Sakura se detuvo y sintió como si hubieran apretado su corazón.
¿Cómo soportar sus emociones con una declaración así?
Finalmente, y después de quedarse en blanco, al volver en sí supo que estaba sentada en el lado del copiloto del automóvil que iba deslizándose suavemente por la avenida principal de la ciudad. Abarrotado del tráfico de la tarde, fue inevitable no quedar atrapados. Envueltos en un silencio estremecedor, Sakura jugó con la correa de su mochila rebanándose la cabeza para comenzar una conversación, pero seguía nerviosa por las antiguas palabras de él.
No encontró algo decente de qué hablar y Sasuke parecía cómodo en el silencio, pronto no se atrevió a romperlo y permaneció con la boca cerrada.
—¿Cómo se encuentra Chiyo-san?
Casi da un respingo al escucharlo, estaba tan centrada en sus pensamientos.
—Eh... mejor, ya puede levantarse sola de la cama —dijo evitando verlo, enfocó mejor su vista en al frente. Los automóviles seguían ahí. Deseó con todas sus fuerzas que se dispersaran y se movieran ya, la sensación de ser torpe frente a él la dejaba en paz—. Aunque es un poco necia, le he dicho que no es bueno que haga movimientos bruscos, pero no entiende.
Se rio un poco recordando su pequeña discusión de la mañana en que vio a su abuela de pie. Inmediatamente la riñó, pero Chiyo le dijo que no era tan decrepita para no valerse por si sola, por lo menos podía hacerse la comida sin ningún problema.
—Sé a lo que te refieres —comentó Sasuke con un aire de compresión. Hizo avanzar el automóvil unos metros más antes de detenerse de nuevo—. Si necesita atención médica en el futuro, no dudes en avisarme. Pagaré los gastos.
Entonces la pelirrosa desvaneció la sonrisa y frunció el ceño.
—No es necesario, Sasuke-san. Hacerte pagar por esto no es tu responsabilidad.
—Lo que menos deseo es que me malinterpretes. Es un poco de retribución por el tiempo que Chiyo-san ha trabajado para mi familia —dijo él.
¿Trabajar para su familia? Permaneció pensativa y algo sorprendida. ¿Acaso su abuela estuvo trabajando varios años con él? Tenía entendido que, aunque no es reciente que comenzara a limpiar su departamento, no era tanto tiempo.
—¿Retribución? ¿A qué te refieres?
Sasuke hizo avanzar de nuevo el automóvil y al parecer fueron libres de la inmensa cola de autos, centrándose al frente y con las manos en el volante, apenas le dio una mirada de reojo y sonrió de lado.
—¿Te interesa saber la historia detrás?
Aquello parecía una pregunta que escondía una trampa. Entrecerró los ojos en sospecha y medito su respuesta apoyando un dedo en su barbilla.
—Tengo curiosidad... pero no la suficiente. Olvídalo.
Le pareció ver un brillo de diversión asomarse por sus ojos negros antes de negar ligeramente con la cabeza, como si estuviera riéndose de un chiste personal. Estuvo a punto de preguntarle el motivo de su expresión antes de que se quedara estática ante el sonido que produjo su estómago en el peor momento, avergonzándola.
—...
Pronto escuchó una suave risa proveniente de Sasuke, ella atinó a cubrirse su cara roja envuelta en una bochornosa situación. No soportó escucharlo y se hundió más en su asiento hablando sin parar y con su voz ahogada por las manos.
—¡No te rías! Es que... Es que Ino me jaló rápido por la escuela y no comí nada en el almuerzo. Es natural que tenga hambre —se excusó apretándolas más entre sí.
Entonces la risa cesó y luego un carraspeo en un intento de aclarar la garganta. Pero cuando habló se notó cuán divertido estaba.
—Vayamos a comer antes de que tu estómago decida protestar más —dijo.
Sakura separó las manos y notó que Sasuke hacía un enorme esfuerzo para no reírse. Agradeció ese gesto y respiró hondo intentando serenarse.
—Pero...
—No te preocupes, yo invito —le interrumpió suavemente sin apartar la vista de enfrente—. ¿Qué te gustaría cenar?
—¿Me estás diciendo que elija que comeremos? —preguntó Sakura escéptica esperando ver su reacción.
Entonces Sasuke pareció un poco durativo y su voz mesuró.
—...Ignoro que es lo que te gusta y no quiero llevarte a un lugar que no sea de tu agrado. Comeremos lo que te guste.
Este hombre debería estar prohibido en el mundo, esa expresión es tan... pensó Sakura embelesada. Agitó rápidamente la cabeza y se concentró en pensar. Bien, ya que le estaba dando la oportunidad de elegir, podría, quizás... no ser tan escandalosa e irse a lo más rápido, tampoco quería que despilfarrara su dinero en ella. Se sentiría más incomoda.
Al ver que aún dudaba, él se apresuró a preguntar.
—Dime ¿qué se te antoja comer en este precioso momento?
—Bueno...
—Aquí tiene su cajita feliz.
Si Sasuke pensó que esta chica estaba llena de sorpresas no se equivocaba en lo absoluto. A pesar de la primera impresión, cada vez que se encontraba con ella descubría algo nuevo. Y esta vez no fue la excepción.
En cuanto la chica dijo: «Quiero una cajita feliz» no pudo contener su risa, y no fue debido a la burla, si no a lo tierna que se veía con sus mejillas coloridas y esa expresión que parecía anhelarlo demasiado. Así que no lo pensó dos veces antes de estacionarse en el primer restaurante del gran aglomerado y pedirle una cajita feliz; él, por su parte, simplemente pidió una hamburguesa para acompañarla. A pesar de que mayormente comía cosas rápidas y sus comidas eran desequilibradas, le pareció un buen momento para compartir.
Al principio pensó en llevarla a uno de los tantos restaurantes decentes de la zona, pero pensó que el ambiente abrumaría a la pelirrosa y por ello le cuestionó sobre que quería comer. Ya teniendo su pedido, Sakura se veía realmente feliz con la comida, observando con diversión el juguete que le dieron, parecía ser un pequeño dragón negro.
Entonces, siendo más atrevido Sasuke le sonrió.
—¿Qué te parece si cenamos en un lugar diferente?
—¿Qué tipo de lugar es? —preguntó un poco dudosa.
—Te va a gustar. No te preocupes, no planeo secuestrarte.
Dicho eso Sakura se azoró y sonrió nerviosa al verse descubierta en sus pensamientos.
Entonces dirigió el automóvil a la bahía que estaba en uno de los extremos de la ciudad, no muy lejos de ahí. Pronto el paisaje cambió a lo que parecía ser un espacio abierto con árboles agazapados entre sí formando arcos naturales, con sus pocas hojas balanceándose. Pronto sería invierno y lo demostraba el cálido aire la envolvía.
No era lo suficientemente frío para obligarlos a abrigarse de pies a cabeza, más bien, agradable. Bajaron del automóvil, Sasuke cargando una bolsa de plástico con un par de bebidas y Sakura sus respectivas comidas. Se sentaron en una de las tantas mesas de madera puestas en la orilla. En ese momento algunos barcos con luces pasaban cerca y casi sobre ellos las luces de la ciudad se ceñían.
El cielo se veía en su mayoría oscuro y las estrellas apenas se reflejaban. Estando uno frente a otro, Sakura agradeció por la comida y abrió la cajita. Por su lado, Sasuke no parecía realmente interesado en comer, más bien se dedicaba en brindarle una fija mirada a la pelirrosa, pero siendo disimulado.
Le parecía interesante el giro de acontecimientos. En su mente ideó una y mil maneras de cómo sería la primera vez que la invitaría a comer, jamás imaginó que terminaría sentado en una bahía en una de las tantas mesas comiendo una cajita feliz. Si le hubiesen dicho que sería así, hubiera dudado de que algo saldría bien, pero ahora que lo vivía, le pareció reconfortante de cierta manera el cambio de ambiente.
—Bien. Ahora que estamos aquí y compartiendo cena de... dudosa procedencia. —Sakura miró la hamburguesa y decidió no pensar más al respecto—. ¿Podemos decir que somos conocidos?
Su pregunta lo sacó de su ensoñación. Enarcando débilmente una ceja, la miró intentando descifrarla.
—¿O no? —murmuró ella al ver su expresión desconcertada.
Él se rio suavemente mientras destapaba su propia comida.
—Lo somos. Pero no pienso quedarme estancado.
Aunque su frase fue tan directa, Sakura parecía tener problemas para interpretarlo. Comiendo de sus papas fritas, meditó la respuesta sin llegar a una conclusión que la iluminara. Por su parte, Sasuke no estaba preocupado por hacerle ver sus verdaderas intenciones, así que no se apresuró y la observó intrigado ante su resolución.
—Entonces... ¿Somos amigos...?
El muchacho casi escupe su bebida y tosió un poco casi ahogándose. ¿Qué peor resultado que Sakura lo envíe directamente a la temida friendzone tan rápido? Le dedicó una mirada iracunda.
—¿Crees que mis intenciones es sólo ser tu amigo?
Ninguno de los dos podía negar la evidente atracción que sentían por el otro. Sea la química o la chispa que conectaron en el momento que se vieron, estaba ahí y no se esforzaban demasiado en ocultarlo. Viéndolo del lado de Sasuke, hasta ahora sus declaraciones han sido completamente abiertas y bien insinuadas haciéndolas parecer natural, aunque sus palabras se confundían si no se prestaba la debida atención.
Y Sakura... ella no sabía cómo lo expresaba. Aunque intentó ocultarlo, no olvidó que la ocasión del café preguntó si sus encuentros no serían más causales. Pensar en ello la abochornaba y casi se daba topes contra la mesa ¿Qué estaba pensando cuando dijo eso? ¡Sasuke quizás pensó que era una atrevida!
Al ver su indecisión, Sasuke le sonrió un poco.
—No tienes que responder si no quieres.
Con eso fue libre de la auto presión que se puso encima. La pelirrosa sacó el aire retenido y continuó comiendo con aire pensativo y poco decaída que pronto se recuperó al comenzar a cuestionarse por otras cosas.
—Sasuke-san, si no es irrespetuoso preguntar ¿a qué se dedica la empresa en la que trabajas?
—¿Uh? —Él pareció un poco sorprendido—. ¿Por qué el interés?
—Bueno... es sólo para conocerte un poco más.
El chico pareció meditarlo un poco y volvió a su pose despreocupada y serena, comenzó a explicarle sobre la empresa que se movía en el ámbito de publicidad y estaba asociada con agencias de modelos, editoriales reconocidas y varias marcas similares. Más que parecerle aburrida la explicación, Sakura parecía fascinada por el simple hecho de escuchar la voz de Sasuke y su dedicación a que comprendiera fácilmente sus palabras.
En un acuerdo táctico ninguno volvió a mencionar el tema anterior.
A cierto punto, notó que su mirada negra parecía no brillar demasiado como antes. Mientras terminaba de comer su hamburguesa y limpiaba la comisura de su boca con la servilleta, lo sospesó.
—¿La carrera que estudiaste fue la que quisiste ejercer?
Su pregunta podía traer muchas complicaciones personales, pero antes de considerarlo ya lo había planteado y sería peor de su parte echarse para atrás. Así que esperó pacientemente a que él decidiera contarle o no, parecía que lo pensó un poco más de lo habitual y estuvo a punto de decirle que no tenía por qué responderle. Finalmente él negó con la cabeza y sonrió resignado.
—Quise estudiar medicina, pero al final tuve que declinarme a un área administrativa —suspiró como si hubiese sido embargado de recuerdos pesados.
La chica sospesó su respuesta, un poco sorprendida.
—¿Por qué... no te inclinaste a lo que te gustaba?
Sintiendo su curiosidad ingenua, el joven apoyó su codo en la mesa y barbilla en su mano meditando su respuesta; antes de que pudiese contestarla, el celular de la chica sonó y ella atendió a la llamada siendo Chiyo quién se comunicaba. Sasuke decidió dejar la respuesta al aire, porqué siendo sinceros era algo de lo que se arrepentía en sus antiguos años de adolescencia.
Todo por intentar complacer a su padre siguiendo los mismos pasos que su hermano; al final recibió el reconocimiento que anheló desde pequeño, pero ¿a qué costo? Abandonó su verdadero sueño y se encerró en los deseos de los demás, complaciendo a su padre para algún día tomar el mando de la compañía junto a Itachi; procurando no traerles problemas tanto a él como a su madre cuando reapareció en sus vidas.
Sin embargo, después de años se percataba de lo estúpido e ingenuo que fe. Dejando satisfechos a los demás, pero jamás a sí mismo llevándolo a un punto de frustración tardía y rebeldía en los recientes mandatos de Fugaku, como, siendo un ejemplo claro que intentara casarlo y él rechazando la propuesta sin miramientos.
—Debo irme, mi abuela sintió un tirón en la espalda y decidió descansar. Tengo que preparar su cena. —La voz de Sakura lo sacó de sus cavilaciones bien disimuladas. A tiempo asintió a medias diciéndole que la llevaría a casa.
Ante la próxima ausencia de la pelirrosa, se permitió admirarla de reojo mientras la llevaba a casa. De regreso compró un poco de comida que le caería estupendo a Chiyo sin aceptar las objeciones de la persona a su lado que no contenía sus mohines y su mirada bochornosa alegando que no quería que él gastara su dinero en ella o su abuela.
—Es mi dinero, yo decido como quiero gastarlo.
Y con esas palabras no la escuchó refutar más en el tema.
Incluso después de observarla cruzar la puerta de su casa y ella mirara débilmente por su hombro, le pareció tierno la mirada sorprendida que cruzó su rostro al atrapar sus ojos oscuros que no se apartaron de ella. Finalmente, casi ahogó un suspiro cuando Sakura levantó su mano despidiéndose de él y entró a su casa.
Se quedó ahí procesando por un momento el intercambio, pareciendo realmente mínimo y parecía un adolescente hormonal al emocionarse por un pequeño gesto, pero en verdad la emoción se agazapó en su pecho. Tocó a tientas su torso asegurándose de que ahí seguía su corazón y luego la cabeza reaccionando a que su cordura y prudencia permanecían en el mismo lugar... por el momento.
¡Hola! -la que dijo que no serían capítulos largos y salió esta monstruosidad-
Vengo a actualizar este fic lleno de dulce y diabetes para que pasen el mal rato si leyeron la reciente actualización de ESDS -no hago spoilers- en fin, espero que les haya gustado este capítulo.
Vimos al Sasuke bien atrevido JAJAJA él a lo que va, no se detiene y tiene definida su meta. ¿Alguien se esperó que intentaran comprometerlo? Necesitaba el drama, jaja no pude resistirme, perdON
En fin, espero traerles la siguiente parte pronto. Estaré al full y si no actualizaba hoy no actualizaba hasta la siguiente semana.
¡Gracias por leer!
Alela-chan fuera.
