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Camina. Abre los ojos

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De un tirón baja la máscara cogiendo una gran bocanada de aire.

Le faltaba el aire, no podía respirar.

Cae de rodillas de nuevo, hundiéndose en la nieve y tosiendo, y otra vez escupe sangre sobre el guante. No podía más. Notaba una fuerte presión en el pecho. Pero no podía detenerse ahora. Lo había prometido.

Volvió a incorporarse como pudo y avanzó otros cuantos pasos antes de caer medio inconsciente contra un árbol con el que se golpea antes de tocar la nieve con su espalda.

Mirando las copas de los árboles los ojos se le cerraron y una imagen apareció ante él.

Era ella.

Le puso las manos sobre el pecho y aplicó chakra.

La presión comenzó a desaparecer.

Notaba como respiraba mejor.

Notaba el calor de su chakra.

Era ella. Siempre ella.

Ella siempre los salvaba.

A todos ellos. Todos y cada uno de ellos habían necesitado de ella en algún momento.

Pero él la necesitaba a varios niveles. La necesitaba física y mentalmente.

La necesitaba frente a él, la necesitaba siendo fuerte, la necesitaba siendo su amante, la necesitaba siendo dulce.

La necesitaba en todos los aspectos de su vida y de todas las formas posibles.

El chakra estaba haciendo efecto, ya no notaba el dolor.

Abrió los ojos para descubrirse solo.

Es el hielo. Te estás congelando.

-Lo sé –dijo volviendo a cerrar los ojos para volver a sentir su calor.

¿Has llegado tan lejos para acabar así?

-No puedo más.

Se lo prometiste.

-Lo sé.

Nunca cumples tus promesas.

Con esa acusación, que sabía era su propia conciencia a través de la voz de Obito, abrió los ojos.

-Sakura… -susurra girándose, levantándose sobre sus rodillas y apoyando los brazos sobre la nieve para volver a escupir sangre, una mancha roja que contrasta en exceso con la blancura del suelo.

Levántate. Te está esperando.

-No puedo –se lamenta.

Lo prometiste.

-No puedo –insiste dejando caer una lágrima que resbala por una vieja cicatriz hasta la barbilla, donde abandona su rostro buscando un charco de sangre en la nieve.

Con un grito de dolor se lleva la mano al pecho, y aprieta contra su corazón.

No finjas que duele. No puede doler.

-Duele –dice en un susurro ahogado por el nudo de su garganta.

Si doliera harías algo por solucionarlo.

-No tengo chakra –dice pensando en invocar ayuda.

Se incorpora sobre sus rodillas y mira al cielo.

-Lo siento –dice con la voz ronca limpiándose con la manga los restos de sangre de la comisura de sus labios.

No puedes sentirlo. No puedes sentirlo si no has hecho todo por conseguirlo.

-Lo he intentando.

No vale intentarlo.

Con otro grito de dolor se agarra el pecho en un abrazo estirándose hacía atrás sobre sus rodillas.

-No puedo –repite con un grito de dolor.

Patético.

-·-·-No lo hagas por favor. No vayas solo.-·-·-

-·-·-Esto no es como lo de Jiraiya.-·-·-

-·-·-No. No lo es. Tú eres el Hokage. No puedes ir solo.-·-·-

-·-·-Lo siento.-·-·-

-Lo siento –repite como un eco de los recuerdos.

Deja de decir eso. No servirá de nada. No será ni un triste consuelo. ¿Has pensando en ella?

Sólo pensaba en ella.

Y la imaginó llorando. Cómo la última noche, sobre la almohada.

Él también había tenido miedo. Pero tenía que hacerlo.

Ni siquiera se había atrevido a tocarla.

No podía dejar que esa noche fuera su último recuerdo.

Levantó una de las rodillas del suelo y apoyando un guante lleno de sangre en la nieve se incorporó una vez más.

Tomó aíre y comenzó a andar de nuevo.

Sí. Camina. Vamos. Aquel pueblo que vimos no puede estar lejos.

Un charco y la huella de un guante ensangrentada son los únicos testigos de la peor lucha.

Los pasos cuestan cada vez más.

Pero su imagen es todo lo que importa.

No puede hacerla esto.

-Luz –dice apretando el abrazo sobre su pecho.

A lo lejos, en un claro del bosque, puede verse una pequeña cabaña y un fuego titilante.

Un poco más.

De pronto todo se nubla y con un ruido ahogado por los árboles que le rodean golpea el suelo.

Y lo siguiente es de nuevo esa sensación conocida.

El calor, la presión desapareciendo, el frío que se colaba por sus huesos llamándole desde muy lejos.

Abre los ojos. Obedece.

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NdA: Secuela de 'A las puertas de Konoha'.