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El Archivo (2 de 2)

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-Necesito saber si lo que dijo Kankuro es cierto.

-¿Qué dijo?

-Dijo que le rechazaste porque estás enamorada del idiota del Hokage, según sus propias palabras –afirmó separándose por fin, aunque a cambio fijó su mirada en los ojos jade de ella.

El único ruido que se oía en todo el edificio eran sus voces. Sus respiraciones retumban entre las estanterías, el alto techo y las cuatro paredes que conforman el archivo oficial de Konoha. Eso y las gotas de lluvia que golpeaban con fuerza las láminas de metal del tejado.

-¿Y qué si fuera así? –preguntó restándole importancia a la vez que tragaba para intentar deshacer el nudo de su garganta.

Quizás no había sido la mejor de las preguntas, ni la mejor de las opciones, pero no era capaz de otra cosa. Y mientras su cabeza pensaba qué otra cosa podía haber dicho, en lo que para ella era una búsqueda dentro de su mente similar a la búsqueda del archivo que la había llevado a estar en ese lugar en ese preciso momento, Kakashi la tomó por la barbilla para obligarla a mirarle.

-Hokage-sama, yo no—

Oscuridad o luz. Sakura no sabría como describir ese momento ni en un millón de años. Quizás la luz sirva para explicar que uno de los mayores secretos de la villa había sido descubierto. Pero la oscuridad que se hizo a su alrededor, el vacío que pareció hacer desaparecer todo lo demás también es una buena forma de explicar cómo se sintió en ese momento.

Kakashi se había bajado la máscara para atrapar sus labios sin dejar que terminara la frase.

En un primer momento la suavidad del beso la hizo olvidarse de los nervios, del miedo y de la vergüenza. Sólo cerró los ojos, dejó caer sus brazos y permitió que hiciera lo que quisiera con ella.

Desconectó tanto de su cuerpo que fue incapaz de contener un gemido que escapó de su garganta y vibró hasta llegar a sus labios.

Ante ello Kakashi sonrió sobre su boca y se pegó completamente a ella. El calor que desprendía y la humedad en su ropa provocada por la lluvia pronto calaron en la de ella y llegaron hasta su piel. Y sin previo aviso los labios de él abandonaron su boca buscando el tan ansiado cuello.

Notó su lengua recorriéndole la garganta consiguiendo arrancarle otro gemido, mientras unas manos, algo más suaves de lo que esperaba en un hombre que ha pasado por todo, buscaban bajo su camiseta con demanda.

Ella le nombró intentando que sonara a reproche, intentando detenerle, sin embargo sólo logró encenderle más al dejar escapar su nombre entre jadeos. Y a modo de respuesta los labios de él subieron por su cuello para tomar entre los dientes el lóbulo de su oreja.

-Creo que esto es un—

-No –la cortó volviendo a su boca.

Si no fuera porque sus labios estaban ocupados con los de él habría preguntado el porqué de esa rotunda negación.

Kakashi pegó sus caderas a las de ella empujándola contra la estantería y dejando notar su excitación, lo cual bien podía ser tomado como la respuesta a esa pregunta que no había formulado.

Y, aunque ella no fuera consciente de ello, había una clara intención en ese no. Ese no era una negación cargada de autoridad, de rango. Del mayor rango de la aldea, del mismísimo Hokage. Era Kakashi, sí. Pero también era el Hokage.

Y ella misma había reconocido estar enamorada del idiota del Hokage.

Ese Hokage que ahora la mandaba callar. Al que no podría negarle nada. No por el rango. Sino por ser él.

Un circulo vicioso del que no podía escapar.

-Tanto tiempo imaginando tu cuerpo, tanto tiempo deseando saber a qué sabrían tus labios…

La voz ronca y cortada de Kakashi la impidieron pensar. Con los ojos cerrados subió las manos hasta el abdomen de él, esta vez sin intención de apartarle. Sólo podía dejarse hacer, y la poca consciencia que le quedaba le servía para darse cuenta de que estaba perdiendo el sentido completamente.

Incluso pensaba que si no fuera porque Kakashi la estaba aplastando contra la estantería ya estaría en el suelo, pues sus rodillas temblaban sin fuerza para sostenerla.

También notaba un calor en el fondo de su estómago que empezaba a extenderse por todo su cuerpo y parecía buscar salida a través de su boca con grandes jadeos.

E incluso, a su pesar, notaba sus mejillas encendidas y como sus fuerzas la abandonaban. Su ropa interior empezaba a humedecerse, y no precisamente por el agua de lluvia que había traído Kakashi consigo, no, era debido al paso de las manos de éste sobre su estómago.

Era mejor no pensar mucho en ello. De otro modo la Sakura racional echaría a perder el momento. Era mejor dejar actuar a su inner, aquella que pensaba más con el corazón que con la cabeza… o más bien pensaba más con las hormonas. Lo que le había llevado a más de un encuentro curioso del que más tarde se arrepintió, pero esto era diferente. Era él.

Así que dejó que su inner tomara parte del control. Y a ésta no se le ocurrió otra cosa que preguntar.

-¿A qué saben? –quiso saber en un susurro sin poder dejar a un lado la más que creciente excitación, pero intentando no cabrear a la Sakura racional como para que volviera a tomar el control.

-¿Tus labios? –preguntó el Hokage separándose de ella y mostrando una sonrisa triunfal.

Había ganado.

Ella afirmó en silencio, le miró fijamente a los ojos intentando fingir que no estaba nerviosa, pero Kakashi pudo notarlo en la forma en que se mordía el labio inferior y respiraba con dificultad.

-Déjame volver a probarlos.

Con esa petición Kakashi la tomó por la cintura y la elevó hasta su altura para poder besarla sin problemas. Sakura se tensó todavía más cuando notó como una de las rodillas de Kakashi se colaba entre sus muslos y rozaba su pantalón húmedo por la excitación. Excitación que rápidamente traspasó el pantalón de Kakashi.

-Si quieres puedo ayudarte a buscar ese informe –ofreció Kakashi como alternativa a lo que tenía en mente. Una última posibilidad de huida que ante una respuesta negativa no dejó lugar a otra cosa que no fuera desabrochar la cremallera de la camiseta rosada.

Al momento los labios de él besaban su escote. Sakura pasó sus manos por el pelo gris y tiró de él, ganándose una mirada interrogante a la que respondió con su inseguridad sobre la posible entrada de alguien al lugar.

-No entrará nadie.

-¿Cómo está tan seguro?

-He dado la orden de que no entre nadie –aseguró partiendo la tira delantera del sujetador y liberando unos pechos perfectos que quedarón a su merced-. Deja de tratarme de usted –pidió atrapando uno de ellos entre sus dientes.

-¡Kakashi! –gritó en un intento por regañar al dueño de los labios que ahora cubrían sus pechos.

Era imposible concentrarse. La habilidad de él la obligó a guardar silencio e intentar no perder el sentido por completo.

Cerró los ojos y dejó caer la cabeza hacia atrás sin oponerse a que besara sus pechos. Sin embargo, justo en el momento en que ella había decidido dejarle hacer, él detuvo su asalto.

La tomó por los muslos y la obligó a rodear sus caderas, después la tomó por las muñecas y las llevó hasta una de las baldas altas de la estantería donde la obligó a agarrarse con fuerza.

-No te sueltes –dijo en una mezcla de petición y orden.

Kakashi pasó sus manos por el cuello de Sakura y fue bajando hasta la cinturilla de la faldita rosada acariciando cada centímetro visible de piel.

Quizás, con la lluvia, las dimensiones del lugar y la iluminación blanca, uno pudiera pensar que el almacén era un sitio frío, sin embargo, en aquel momento parecía un lugar caluroso a juzgar por las pequeñas perlas de sudor que aparecieron en el pecho descubierto de Sakura, o la respiración agitada y las gotas de sudor en el rostro de Kakashi. También por ello, éste optó por quitarse la camiseta buscando deshacerse de parte de todo ese calor que invadía su cuerpo.

Sakura se quedó mirando fijamente el rostro de Kakashi, nunca había visto un gesto tan serio en él, aunque podría decirse que jamas había visto su rostro. Pero desde luego había un brillo en sus ojos que nunca antes había visto.

-¿Por qué estás tan serio? –preguntó mirándole con curiosidad.

-¿Quieres que sonría?

Sakura se limitó a afirmar en silencio. De pronto una sonrisa picara apareció en el rostro de Kakashi, que llevó sus manos hasta la cinturilla de la faldita y de un tirón rompió la tela.

La respuesta a esa acción fue una queja verbal sobre la necesidad o no de que su ropa terminara echa jirones.

-No sé si hay necesidad, pero me parece divertido –aclaró éste tomándola de la cintura para separarse de ella y obligarla a mantenerse en pie por ella misma.

-¿Me dejarás luego tu ropa?

La sonrisa picara se transformó en una sonrisa sincera, y sin responder a su pregunta se arrodilló bajando en su camino los pantalones cortos de Sakura.

Por un momento se detuvo sorprendido, no esperaba encontrar ese tipo de lencería en ella: unas braguitas color carmesí con detalles hechos con encaje de un color un poco más oscuro.

La sujetó por las caderas observándola atentamente y la obligó a separar sus muslos para colarse entre ellos y poder aspirar su olor.

Sakura totalmente excitada se arqueó bajo el calor del aliento de Kakashi, que ante ese gesto cubrió con su boca la tela carmesí para descubrir que estaba completamente empapada. Extasiado por esto olvidó todo el decoro y dejó que su lengua recogiera toda prueba de la excitación de Sakura.

-Si sigues así no podré más –susurró ella entre jadeos casi sin voz. Todavía mantenía sus manos sujetas con fuerza a la estantería, de otro modo no creía poder seguir en pie.

Él dejó escapar un gruñido por respuesta y, sin detenerse, bajó una de sus manos por el interior del muslo hasta dar con la tela, la apartó a un lado y suavemente introdujo un par de dedos en ella.

-No tienes porqué contenerte –susurró sonriente.

Un nuevo gemido, esta vez en un grito, inundó el edificio.

-Kakashi…

Los dedos parecían buscar un lugar concreto en su interior.

Pero todavía había algo que molestaba bastante al Hokage. Todavía sobraba esa tela carmesí. Con la otra mano sujetó la cinturilla de la prenda y ayudándose con los dientes consiguió partirla de un tirón.

-¡Kakashi! –repitió Sakura, esta vez en un regaño.

-No me gastes el nombre –comentó riendo antes de saborear lo que tanto ansiaba.

-Eran mis favoritas.

-Te compraré otras –respondió antes de volver a saborearla mientras dejaba que un par de sus dedos profundizan en el interior de ella.

A los pocos segundos Sakura se tensó contra la boca que la impedía pensar.

Los nudillos se pusieron rojos por la fuerza con la que se mantenía sujeta a la estantería, sus muslos se cerraron con fuerza atrapando a Kakashi entre ellos.

Enseguida su cuerpo perdió la poca fuerza que tenía y se soltó cayendo sobre él, abrazándose como pudo para no perder el equilibrio.

-Detente. Por favor. No puedo más –suplicó Sakura sin apenas voz y temblando contra su cuerpo.

Kakashi besó su sexo antes de separarse de ella y abrazarse a su cadera con fuerza para no dejarla caer.

Los gemidos de ella habían desparecido y en su lugar quedaron suaves jadeos a través de los cuales intentaba recuperar la normalidad de su respiración.

Tras dejarla unos minutos para recuperarse Kakashi le dio un suave beso en los labios y la obligó a mirarle para preguntarle sobre su búsqueda en el archivo.

-¿Cuál exactamente?

-El de Sasuke.

-¿El informe sobre la creación de una unidad policial? –preguntó levantándose todavía abrazado a ella.

-Sí. Ese.

-¡Ah, ese!

Esa forma de decirlo puso en alerta a Sakura, eso y la forma en que el Hokage dejó de serlo para ser Kakashi: con una actitud más infantil y desenfadada. Como cuando llegaba tarde a un entrenamiento, u olvidaba que tenía que entregar algún documento firmado, o cuando simplemente no quería trabajar. Cualquiera de esas confesiones que siempre acompañaba de su mano derecha frotando su nuca tal como hacía ahora mismo.

-Ese –afirmó ella, mirándole desconfiada.

-Le llevé conmigo.

-¿Contigo? ¿Cómo que contigo? ¿Qué quiere decir eso? ¿Por qué harías algo así?

No sirvió de mucho la excusa sobre querer hacer su trabajo a tiempo, pues se había llevado el informe para poder leerlo y responder dentro del plazo establecido.

-¡Hoy se acaba el plazo! –exclamó Sakura.

-Precisamente por eso me lo llevé. ¿Cómo esperabas que pudiera decidir algo sin leerlo si no iba a volver hasta dentro de dos o tres días?

Tras unas cuantas quejas y maldiciones y una pequeña disertación sobre el tiempo perdido buscando entre montones de cajas y sobres absurdos le miró fijamente y respiró hondo.

-¿Y de qué me sirve que te llevaras el informe?

-Pensaba enviarte una respuesta por mensajero. Pero como al final decidí volver antes…

-Pues es tarde. ¿Cuál es tu respuesta?

-¿Mi respuesta? Mmmm –Kakashi miró pensativo una de las estanterías-. Creo que no hay nada en este mundo que describa su increíble sabor.

-¿De qué hablas? –preguntó sin entender la respuesta.

-De tus labios, obviamente –respondió sonriente.

Sakura le asestó un capón con la fuerza suficiente como para que la melena plateada no amortiguara el golpe. Pero no lo suficiente como para que lo utilizara de excusa diciendo que eso había provocado que olvidara la respuesta. Algo habitual en él.

-Auch –se quejó Kakashi pasándose las manos por la cabeza.

-Me refería al informe. ¡Al informe! ¿Qué has decidido?

-Ah. Eso. Haberlo dicho –comentó riendo.

En relación al informe no había dudas. Desde el primer momento tuvo claro que la mejor decisión era crear esa unidad policial y así se lo afirmó a Sakura.

-Bien. Iré a comunicarlo –afirmó ésta intentando deshacerse de su abrazo.

Pero los brazos de Kakashi no se lo permitieron, y un suave susurro sobre su oído le recordó que la mitad de su ropa estaba rota y la otra mitad empapada de sudor y lluvia.

Miró a su alrededor para comprobar que su ropa interior y su faldita estaban rotas y en el suelo. El rojo volvió a sus mejillas e intentó cubrir su desnudez con las manos.

Kakashi dejó escapar una suave risa y afirmó que disfrutaba viéndola así. Que sucedí muy pocas ocasiones que ella mostrara esa faceta suya tan mona.

-¿Qué faceta? –preguntó curiosa.

-Tímida, avergonzada…

-¿Y de quién es la culpa?

-¡Todavía mejor! Ser el culpable de ese rostro enrojecido.

-Eres lo peor.

-Yo no voy por ahí diciéndole a todo el mundo de quien estoy enamorado.

-¿Tú enamorado?

-Locamente –afirmó con seriedad.

Sakura le miró sorprendida, en realidad no esperaba algo así. En realidad no sabía que esperar. Desde que él había entrado al archivo y la sorprendió con el sobre donde se encontraba su foto, no sabía qué esperar de él. Nerviosa, y sin saber porqué, se encontró disculpándose con él y anunciando que debía marcharse, por ciertas obligaciones que tenía que atender.

Kakashi todavía más sorprendido por ese cambio de actitud sólo consiguió negar con la cabeza.

-Es cierto, no puedo irme. ¡Mira esto! ¿De quién es la culpa de que mi ropa esté así? -preguntó agachándose a recoger sus prendas.

-Mía. Supongo.

-Tuya. Sí. ¿Tenías que romperme la ropa? ¿Cómo crees que me iré a casa ahora? ¿Haces esto con todas las mujeres a las que abordas?

-Yo puedo llevarte a casa en un instante.

-Ni de broma –afirmó con seriedad-. Tu teletransportación me marea.

Kakashi dejó escapar una carcajada ante ese comentario, y le preguntó si hablaba en serio.

-Claro que habló en serio. Yo…

Sakura cortó la frase a mitad y le miro fijamente. Kakashi le devolvió la mirada y por unos segundos ambos guardaron silencio.

-No voy abordando a nadie como acabo de hacer contigo. ¿Quieres que vaya a buscarte algo de ropa? –se ofreció sonriente.

-No puedes dejarme aquí sola. Al menos no así –comentó señalando su evidente desnudez.

-Es cierto. Sería un desperdicio –afirmó pensativo mirándola de arriba abajo.

-No me mires así.

-¿Así cómo?

-Como lo estás haciendo.

-¿Por qué? –preguntó divertido.

-Ya sabes porqué.

-No. No lo sé. Diría que lo has disfrutado tanto como yo –aventuró con seriedad-. Posiblemente más que yo –afirmó pegándose a ella para dejarle notar su erección.

Sakura dejó escapar un pequeño grito por la sorpresa de lo que pudo notar a la altura de su estómago, ya que el pantalón de él lo había disimulado muy bien y no había adivinado que estuviera así.

-Tengo una idea –aseguró Kakashi-. ¿Qué tal si te dejo mi pantalón? –preguntó llevándose las manos a la cremallera para deshacerse de ellos.

Sakura llevó sus manos sobre las de él para detenerle.

-Me quedará grande.

-¿Entonces?

-Será mejor que me vaya.

-¿Y vas a dejarme aquí así? ¿Enamorado y excitado?

-¿Enamorado? –volvió a preguntar ella.

-Locamente –volvió a responder él pegándose a ella de nuevo para besar su cuello.

-No hablas en serio.

-Nunca he hablado tan en serio.

-Nunca me lo habías dicho.

-Tú a mí tampoco. Pero se lo vas diciendo a otro.

-Estaba borracha y arrepentida por haberle besado –explico enrojeciendo.

-Eso no importa ya.

-Déjame tu pantalón –pidió de pronto.

Kakashi detuvo los besos y se apartó de ella para mirarla a la cara.

-Pensé que te quedaría grande.

-Pero mejor eso que nada –afirmó llevando sus manos a la entrepierna de él-, así que yo me quedo tus pantalones y tú te teletransportas a casa –continuó mientras metía una de sus manos dentro del calzoncillo.

-Lo veo justo –afirmó llenando de aire sus pulmones cuando las manos de Sakura rozaron su miembro-, yo he roto tu ropa, yo debería irme sin pantalones.

-Es justo. Tus pantalones por mi falda.

Con esa afirmación los pantalones de Kakashi cayeron al suelo. Sakura le obligó a moverse y le empujó contra la estantería.

-También me has roto las braguitas –continuó bajándole los calzoncillos-, así que para mí esto.

Él guardaba silencio mientras veía como ella recogía su ropa.

-Y mi sujetador… por tu camiseta.

-Tu camiseta está intacta –se quejó ya completamente desnudo.

-Me gusta más la tuya.

-En ese caso te la regalo.

-No esperaba menos.

Sakura recogió la ropa que había ido enumerando y le miró fijamente antes de dejar que su dedo índice paseara por el pecho de Kakashi hasta su abdomen. Deteniéndose justo a la altura donde el vello empezaba a rizarse.

-¿Te vas ya? –preguntó él, cuando la mano sobre su abdomen desapareció.

-Sí. Pero te dejo esto –afirmó dejando caer su propia ropa interior-. Ya no me sirve de nada, y me debes un conjunto nuevo.

-¿Prefieres elegirlo tú o quieres que te sorprenda? –preguntó divertido.

-Elígelo tú –respondió poniéndose los pantalones de Kakashi.

-En ese caso compraré algo bonito. Y negro. Me gusta el negro. Aunque este color te sienta realmente bien –con esto comenzó a describir varias posibilidades de ropa interior que creía le irían bien a Sakura, mientras ésta se vestía con su camiseta e incluso su hitai ate.

-Lo que quieras –le interrumpió ella.

-¿Me dejarás vértela puesta?

-Quizás –anunció alejándose de él.

-¿De verdad me vas a dejar así? –preguntó levantando la voz para ser escuchado.

-Me voy a casa a darme una ducha. Ya sabes donde vivo.

Kakashi levantó una ceja ante esa respuesta. En un primer momento pensó que su excitación le estaba jugando una mala pasada, pero... juraría que ella le estaba invitando a ir.

Corrió tras ella, la abrazó por la espalda y simplemente desaparecieron dejando El Archivo en completo silencio. De no ser por las gotas de lluvia se golpeaban los grandes ventanales y, para no perder la costumbre, el golpe de se escucharía apenas unos minutos después de que ellos abandonaran el lugar cuando una de las cajas perdiera el equilibrio por cierta prenda de ropa que había ido a parar sobre una de sus esquinas.

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NdA: Lemon for everyone!