El rey león pertenece a Disney. Las crónicas de Narnia pertenecen a C. S. Lewis
5 El regalo
Estoy furiosa, muy furiosa ¡esos malditos leones se están saliendo con la suya! Su unión me pone enferma y lo peor es que él, el maldito hijo del Emperador de Allende los Mares, les haya avisado mediante una de sus malditas dríades.
Pero no todo está perdido creo que mi último conjuro ha sido de lo más útil. Con la falsificación del espíritu de ese rey león, he sacado una información valiosísima: la leona estaba embarazada y ni siquiera ese par de tortolitos lo sabe aún.
Esa noticia me produce un inmenso placer, parece que al fin voy a conseguir que esa parejita se separe, su futuro hijo es apenas una semillita, será fácil corromperla con el mal y contagiar a su madre.
Me pregunto cuál será el mejor conjuro para conseguir mi propósito: la fiereza del león y los poderes de ambos es claramente un inconveniente, pero también está la sensibilidad de la princesita, y ahora que está embarazada sus hormonas están más que alteradas. Finalmente, consigo dar con la respuesta:
—¡Maugrim!
—Sí, Majestad —responde el capitán de mi policía secreta
—Reúne a tres de tus mejores lobos —ordeno— tengo trabajo para vosotros.
...
Estamos en una de las riberas del Gran Río, pensando la mejor manera de atravesarlo a nado. No estoy de acuerdo porque desde hace un rato noto ciertas molestias en mi vientre, algo tierno y cálido:
—Kovu, preferiría ir por otro camino. Yo… no sé nadar —confieso con un poquito de vergüenza
Mi amado se acerca a mí y acaricia tiernamente mi frente con la suya:
—No es necesario que te escondas —ríe posando suavemente una de sus patas en mi vientre— él o ella reforzará nuestro vínculo.
Nos miramos mutuamente a los ojos, su mirada brilla de pura alegría y de orgullo al igual que la mía. En mi corazón siento un enorme calor: su fiero instinto paterno que hace que me estremezca de emoción. De repente, oímos unas risas malévolas, que hace que nos pongamos en guardia:
—¡Qué enternecedor! —exclama sarcásticamente uno de ellos, que parece ser el jefe— una pareja de jóvenes leones haciéndose arrumacos. ¡Atrapad a la hembra!
Rápidamente, Kovu se interpone entre los lobos y yo, encarándolos y siendo todo pelaje erizado, garras y colmillos:
—Antes tendréis que pasar por encima de mi cadáver, ¡Cobardes!
—Está bien —responde despectivamente el animal que ha hablado— matadlo.
Ambos bandos se lanzan al ataque. Mi amado lucha contra sus adversarios con valor y fiereza, manifestando verdadera pasión por mí y por nuestro futuro cachorro mientras que la pequeña manada lo hace automáticamente y con intencionada frialdad:
Yo, manteniéndome apartada, intento lanzar mi poder contra sus corazones y debilitarlos pero me resulta imposible, como si tuvieran en su lugar carámbanos de hielo.
Más tarde, algo llama mi atención: una hermosísima flor blanca como la nieve y delicada como la seda. Abandonando mis intentos de intervenir, me acerco hacia ella y huelo su dulce perfume, que embriaga mis sentidos y me reconforta.
Pero algo va mal, el aroma se ha vuelto espeso y agobiante y extrañamente intenta anular mis sentidos. Entonces, demasiado tarde, sé la procedencia de la flor: la Bruja Blanca.
Súbitamente, siento un dolor tan agudo dentro de mí que creía que me partía en dos. Mi bebé ¡Mi bebé está en peligro!
—¡NO! maldita bruja, no voy a permitir que le pongas las manos encima —grito de rabia, y añado posando suavemente una pata sobre mi vientre— no temas, mi niño, te protegeré a cualquier precio, incluso con mi vida.
Inmediatamente, concentro todo mi poder y lo dirijo al feto, dispuesta a expulsar a esa cosa maligna para siempre, pero ésta no se rinde e intenta abrirse paso debilitando mis defensas e intentar dañarlo. Llena de amor materno, reúno toda mi fuerza vital y poco a poco la conduzco a mi vientre, a mi criatura, creando una esfera aún mayor que paulatinamente va frustrando los poderes de la Bruja, pero también me va debilitando poco a poco a mí hasta que al final me desmayo.
Antes de perder la consciencia, oigo las risas triunfales de los lobos y el desesperado y lleno de pasión grito de mi Kovu "¡Kiara!"
...
Me siento muy liviana, como si mi cuerpo hubiera desaparecido. Abro los ojos y me descubro a mí misma en una especie de forma etérea y algo más importante, que aún conservo mis poderes y que puedo sentir una débil señal del fruto de mi vientre, lo cual me llena de una inmensa felicidad.
De repente, el aire se llena de frío, el cual me hace estremecer violentamente. Al poco, aparece la Bruja Blanca, con una expresión de rabia en los ojos:
—¡Maldita entrometida! —escupe, llena de ira— yo esperaba a un bebé ¿dónde está?
—A salvo —respondo, desafiante— donde tú no puedes ponerle tus asquerosas garras.
—Y ahora tú estás aquí —afirma, con una sonrisa, como si hubiera cambiado de idea— hmm, puedo persuadirte para que cambies de idea.
—¡Nunca tocarás a mi hijo! —le espeto llena de rabia— primero tendrás que pasar por encima de mí.
—No te preocupes, querida, tengo muchos métodos para convencer a mis víctimas, y muy eficaces por cierto.
Repentinamente, siento una especie de presión en mi pecho que me impide respirar. Con toda mi fuerza de voluntad, me impongo al dolor hasta que desaparece del todo:
—No lo vas a tener fácil, bruja —sonrio triunfante, mirándole directamente a los ojos.
Siento la tardanza, pero al fin tenemos el capítulo 5. Reviews please
