Kiara, Kovu y Oreius pertenecen a Walt Disney Pictures. Aslan, los cuatro Pevensie y el señor y la señora Castor pertenecen a C. S. Lewis.
Capítulo 9: Conociendo a los Pevensie
Esa mirada tan dulce, me pareció también sobrecogedora y terrible, como una hiena con apetito. Al mismo tiempo maravillada y aterrorizada, me levanto con las patas temblando:
—Bienvenida, Kiara —me dijo un león dorado y enorme con voz cálida y serena, que eliminó mi temor al instante— ¿Te encuentras mejor?
—Sí, Aslan —le respondo como si fuera mi padre.
Repentinamente recuerdo esa energía dorada y enorme de cuando aún estaba en forma etérea. Relacionándolo con el color de su pelaje, supe que era él quien nos había ayudado:
—¡Gracias! —exclamo, abrazándome con fuerza a su gigantesco cuerpo— gracias de todo corazón por salvar a mi hijo, por ayudar a mi amado…
—Y por salvarle la vida a mi compañera— termina por mí una dulce voz
—¡Kovu! —grito de alegría, a la vez que corro para abrazarle.
—Mi vida—musita corriendo también hacia mí
Ambos nos encontramos y nos damos un fuerte abrazo y muchas caricias:
—Kovu, Kovu…—nunca me canso de pronunciar estas dos sílabas que tanto significaban para mí
—Ya está cariño, estamos otra vez juntos— me susurra con suavidad al oído
—Creí que perdería a nuestro hijo, creí que la Bruja me atraparía, creí…
Mi voz se rompe por la angustia y mis ojos se llenan de lágrimas. Mi amado me las limpia inmediatamente a lametazos
—Shhh Ya está Kiara, ya está. No dejes que te angustie lo que podría haber pasado…
—Porque a nadie se le cuenta nunca lo que habría pasado —interrumpe una voz profunda tras nosotros— porque eso sería demasiado horrible.
Volvemos a la realidad y reiteramos una vez más nuestros agradecimientos al Gran León. Él nos sonríe y acaricia tiernamente nuestras frentes con la suya. Acto seguido, llama a dos extrañas criaturas, como aquella que nos advirtió de los peligros que íbamos a pasar, y les dice que nos llevaran a un sitio llamado pabellón. Al llegar a una especie de guarida de color amarillo, nos damos cuenta que estamos exhaustos de todas las emociones y nos echamos a dormir.
…
Más tarde, nos despierta una música dulce y alegre. Mi amada y yo salimos del pabellón y vemos a un montón de animales y otras criaturas mitad humanos y mitad animales en torno a Aslan formando una media luna. Más allá están dos castores y tres humanos visiblemente asustados e incómodos. Finalmente, el humano más grande saca una cosa extraña y alargada de su costado y la levanta como un saludo al león:
—Hemos venido, Aslan.
—Bienvenido Peter, Hijo de Adán. Bienvenidas Susan y Lucy, Hijas de Eva. Bienvenidos señor y señora castor.
Las amables palabras de Aslan tranquilizan a los recién llegados, como si les quitaran un gran peso de encima.
—Pero ¿dónde está el cuarto?— pregunta el león.
—Nos ha traicionado, señor— responde uno de los castores
—¡Entonces nos ha traicionado a todos!— grita Oreius, furioso
—Calma Oreius— le reconviene Aslan, con un rugido leve pero muy potente— todo tiene su explicación.
—Ha sido culpa mía, Aslan. Estaba enfadado con él y creo que eso ayudó a que actuara de un modo equivocado —dice el humano, el llamado Peter, visiblemente apenado.
Aslan no dijo nada para amonestarle o exculparle. Simplemente los mira con una expresión un tanto melancólica.
—Por favor…Aslan —dice la más pequeña, Lucy— ¿puede hacerse algo para salvar a Edmund?
—Se hará todo lo necesario —garantiza Aslan— pero puede resultar más arduo de lo que pensáis. Kiara —añade, dirigiéndose a mi compañera— ¿puedes acompañar a las dos Hijas de Eva al pabellón? Tenemos muchas cosas que hacer.
Ella obedece y las tres se alejan de la vista. Parece que Kiara se ha hecho buena amiga de Lucy, pues ambas hablan sin parar.
—Hijo de Adán —dice, dirigiéndose a Peter— ven a ver una visión del castillo en el que serás rey. Tú también si quieres, Kovu.
Vamos los tres al este, donde vemos un impresionante paisaje bañado por la anaranjada luz del atardecer: colinas, valles, bosques… pero sobre todo una línea plateada zigzagueante que moría en el mar, y a la orilla del mismo algo tan brillante y blanco como una estrella:
—Aquello es Cair Paravel, el de los cuatro tronos, en uno de los cuales te sentarás como Sumo Monarca. Kovu, tú y tu compañera ayudaréis a estos cuatro buenos niños a ser cuatro grandes reyes.
—Pero —replico, con un nudo en la garganta— yo no sé mucho acerca de reinos, de gobierno y demás.
—Kiara, en cambio, sí. Ella es princesa en su vuestro mundo de origen, y ha recibido la educación adecuada para ello. No obstante, os daré la opción de volver a vuestro hogar si es que lo deseáis.
Me pongo a pensar en la oferta cuando algo rompe nuestros pensamientos: un sonido profundo y enérgico:
—¡Susan! —grita Peter, rompiendo a correr
Interpretando el sonido como una señal de peligro, también me dirijo a salvar a mi compañera y a nuestro hijo, pero la poderosa pata de Aslan me detiene:
—Tranquilo, están a salvo —me confió con voz serena— ¡No! ¡Dejad que el príncipe de muestras de sus aptitudes!— añadió a otros animales que iban ya a la carga.
Salimos corriendo hacia el pabellón y vimos a toda la gente salir en todas las direcciones posibles. Susan, se encaramó de un salto al árbol, seguido de uno de los terribles lobos de la Bruja Blanca, el cual lanzaba mordiscos y gruñidos hacia la niña.
El chico, viendo a su hermana a punto de desmayarse, arremetió con la cosa alargada hacia el lobo, el cual esquivo el golpe. Momentos después, el enorme animal se abalanzó sobre Peter, quien le clavó la espada. Tras un pequeño momento de confusión, el muchacho estaba vivo y el lobo muerto.
Su hermana descendió del árbol y se abrazaron de alegría y alivio.
—¡Rápido! —exclamó Aslan— hay otro lobo en los matorrales. Tras él todos. Irá a informa a su señora, será nuestra oportunidad de rescatar al Hijo de Adán.
Aproximadamente seis criaturas veloces, incluyendo a Oreius, salieron en pos al lobo.
Acto seguido, el león se dirige de nuevo al niño:
—Limpia tu espada, Peter.
Él obedece y se la entrega. Aslan la pasa por sus hombros:
—Levanta, Sir Peter, Pesadilla de los Lobos. Caballero de Narnia.
El muchacho se alza en toda su estatura y sus hermanas le abrazan, felicitándole por sus acciones.
Más tarde, ya recostados en el pabellón, Kiara y yo hablamos de nuestras primeras impresiones de los humanos y de la oferta de Aslan:
—Las niñas son encantadoras —dice mi compañera— la pequeña Lucy parecía muy triste por lo de su hermano. Cuando la he consolado, me ha parecido alegre y entusiasta.
—Peter tiene maneras para ser un buen rey: preocupado por sus seres queridos y muy valiente.
—Pero son tan jóvenes para tan gran responsabilidad— repone ella, con su natural preocupación de madre.
—Si Aslan cree que están capacitados, no deberíamos dudar de palabra. Además, deberíamos aceptar su generosa oferta, al menos durante un tiempo.
—Sí, porque nadie aceptará nuestra relación en nuestro mundo, y mucho menos a nuestro hijo. No quiero que crezca en un mundo lleno de riesgos.
—Sobre todo temo que mi madre lo mate, o te haga daño a ti. No, nuestro hijo se merece vivir en un mundo en paz, y nosotros también.
—Primero habrá que ganar a la Bruja. —observa con toda la razón mi amada— Pero sí, yo también quiero vivir mi vida contigo y con nuestro cachorro en paz.
Finalmente, el cansancio y todas las emociones del día nos vence. Me sumo en el sueño con una feliz sonrisa en los labios, pensando que un mundo mejor es posible.
Algunos de los diálogos de Aslan y los Pevensie los he extraído de la traducción de El león, la bruja y el armario de la edición de 2005 de la Editorial Destino. Gracias una vez más a UznaraPaz por seguir la historia y por sus alentadores reviews, espero que la disfrutes, guapa. Reviews please.
