El Emperador de Allende los Mares y Aslan pertenecen a los descendientes de C. S. Lewis. Simba, Mufasa, Kiara y Kovu a Walt Disney Pictures Inc.

Orden de los puntos de vista:

1 PdV de Aslan

2 PdV de Mufasa

3 PdV del Emperador

4 PdV de Aslan

5 PdV de Simba

6 PdV de Aslan


11. El Emperador de Allende los Mares

PdV de Aslan

Inmediatamente después de que la Bruja Blanca me clavara el Cuchillo de Piedra en mi corazón, mi cuerpo deja de funcionar y mi espíritu parte hacia mi país al otro lado del mar. De camino, veo a las dos Hijas de Eva y a la joven leona entre los arbustos y a mi pequeño campamento, liderado por Peter.

Pero todo ello queda atrás al deslumbrarme un potente rayo de luz blanca. Una vez se ha adaptado mi vista, unos insondables ojos azules miran tiernamente los míos dorados:

—Padre —musito, derramando lágrimas de gozo

—Bien hecho, Hijo mío —replica mi Padre, lleno de orgullo hacia mí— salvaste al pequeño Hijo de Adán. Ahora podrá redimir sus pecados.

—Tuve mucho miedo, Padre, a pesar de conocer la Magia Insondable.

—Lo sé. La muerte es una extraña dama, y los seres vivos una relación aún más extraña: la conocen y no la conocen, la veneran… y la temen.

Mi Padre me toma entre sus brazos y me abraza delicadamente como si fuera una frágil flor. Por unos dichosos cinco minutos nos olvidamos del resto del mundo. Charlamos, nos reímos de viejas bromas, e incluso me canta mi nana favorita. Cuando su voz, profunda como los cimientos de la tierra, estaba entonando la más tierna y gloriosa nota, una alma desesperada interrumpe la magia de la música:

—¡Ayuda, por favor Majestades, ayuda!

—¿Qué ocurre, Mufasa? —pregunto, posando una mano en su hombro, tratando de apaciguarlo.

—Kiara, mi nieta, está abortando —responde el difunto león, al borde de las lágrimas— he intentado ayudarla, pero mi poder no es suficiente. Os lo suplico, dejad que vivan la madre y el cachorro, a ella y a su compañero les ha costado mucho sacrificio y han pasado por mucho para poder vivir su amor en paz.

—Shhh —digo, tomando a Mufasa entre mis brazos, tratando de reconfortarlo— mi Padre y yo te ayudaremos.

—Hijo, tú ve a buscar el alma de Simba a través del enlace mágico que estableció Faunaya con el mundo de los humanos —ordena mi Padre— yo prepararé el resto.

PdV de Mufasa

Aslan localiza el enlace del hada y penetramos en la Roca del Rey:

—Mi niño —susurro acariciando suavemente la frente de mi hijo.

—Hijo, debes vincular tu corazón al de Simba —me dice el Hijo del Emperador— es un proceso muy delicado, pero tan poderoso como para salvar a tu nieta.

Trato de seguir sus instrucciones, mas preso de la desesperación por el impacto que podría causar en mi retoño la muerte de Kiara, uno nuestros corazones demasiado deprisa provocando en Simba y profundo y agonizante dolor que a punto está de matarlo.

—¡SIMBA! —grito con una angustia tal que hace temblar los cimientos de la Roca.

Aslan posa una pata sobre la espalda mi hijito, mitigando su sufrimiento hasta hacerlo desaparecer por completo:

—Ya está, mi amor, no sufras más. De ahora en adelante todo saldrá bien.

Y abandonamos la Roca del Rey, dejando abierto el enlace de Faunaya

PdV Emperador Allende los Mares

Mientras tanto mi Hijo recoge el ánima del rey león, Yo intensifico aún más el vínculo entre Kiara y Kovu y preparo el cuerpo yacente en la Mesa de Piedra para la intensa magia que ha de soportar, no sin antes mirarlo con cierta tristeza:

—Oh, mi vida. Sé que vas a vivir de nuevo después de esta noche. Pero has padecido demasiado por los pecados del mundo. Te he hecho pasar por un cáliz demasiado amargo. Te prometo que de ahora en adelante tu felicidad será mayor al ver de nuevo a los narnianos.

Beso con ternura la frente de Aslan, mientras una intangible lágrima de insondable tristeza se escurre en mi mejilla. Cuando regreso a mi país, ya están allí todos:

—Ya está todo preparado, Padre —afirma mi Hijo

—Muy bien, entonces ya puedes traer el alma de tu hijo, Mufasa.

El ánima de león me obedece y se concentra en el vínculo de su corazón. En pocos segundos, Simba hace acto de presencia:

—Vaya, parece que voy a soñar otra vez con mi padre —piensa el rey león, con alegría.

—No, mi amor —replica el aludido— has venido aquí para cumplir una misión muy importante.

PdV de Aslan

—¿Qué misión? —pregunta Simba, temeroso de cuál podría ser la respuesta

Mufasa no tiene corazón para responderle, así que yo le tomó la palabra:

—Tu hija Kiara y su compañero, Kovu, están en Narnia

—¿Kovu? —pregunta Simba, con una sombra de escepticismo en su voz— le dije a Kiara específicamente…

—No lo juzgues —interrumpo con amabilidad— ha cambiado y ama a tu hija. Como fruto de ese amor han concebido una criatura, y Kiara va a abortarla si lo solucionamos pronto.

Simba palidece mortalmente ¿Qué su hija va a abortar? ¿Qué podría morir si nadie detiene el prematuro nacimiento del cachorro?

Sin encomendarse a nadie, va al encuentro de su más preciado tesoro para tratar de salvarle la vida, pero cuál no sería su sorpresa al saber que no puede alcanzarla:

—No, oh no ¡KIARA! ¡KIARA! —grita el rey león, preso de la desesperación.

Testarudamente, trató de ir en su busca, pero sin éxito. La barrera poderosa e insalvable de mi Padre impedía lo que más anhelaba.

—¡HIJA MÍA! —ruge aún más fuerte, con tanta pena que era capaz de romper el corazón más insensible.

Mufasa, sin poder soportar más la angustia de su hijo, lo abraza y pasa una zarpa por su melena tratando de reconfortarlo:

—Cariño, escucha…

—Es la segunda vez en un día que estoy a punto de perderla

—Simba…

—Si ella muere, llévame junto a los Grandes Reyes del Pasado. No podría vivir con esta carga.

—¡ESCÚCHANOS! —ruge el difunto rey, temblando ante el panorama que esbozaba el desesperado león— no estás solo, El Emperador, Aslan y, por supuesto, yo te ayudaremos a detener el aborto.

—Hijo —le digo a Simba— ahora lo que debes hacer es tratar de recordar un momento feliz que compartieras con tu hija. Tiene que ser muy poderoso para dejar que te llene de serenidad.

Él sigue mis instrucciones. Una vez conseguido el estado requerido, mi todopoderoso Padre deja emerger de sí una minúscula parte de su poder del amor para colmar de magia mi cuerpo yacente en la Mesa de Piedra. Tomo ambas ánimas de león entre mis patas y partimos hacia Narnia.

PdV de Simba

Aslan, mi padre y yo recorremos una corriente de poderosísima energía. Una vez en Narnia, me gustaría poder recorrer sus verdes pastos y nadar por su cristalino río de nuevo, pero mi niña, mi más preciado don, está en peligro y necesita otra vez a su papá para que le salve.

—Simba —me saca el Hijo del Emperador de mi ensimismamiento— yo serviré de enlace entre mi Padre y mi cuerpo, mientras que tu padre será el puente entre mi poder y tu ánima, para que no te hundas de dolor cuando ayudes a tu hija.

Asiento conforme y mi padre me toma entre sus brazos. Juntos, nos acercamos a Kiara. Su rostro, contraído por la angustia, el dolor y el sufrimiento, es la imagen más espantosa que he visto ni veré en mi vida. Me estoy acercando suavemente a ella, cuando siento el contacto de otra aura que me resulta familiar:

—¿Kovu? —se me escapa por la sorpresa

—¡Simba! —exclama el joven león lleno de ¿¡jovialidad!?— gracias a Aslan que has venido. Mi vínculo con Kiara no es suficiente para salvarla a ella y a nuestro hijo, necesitamos tu fuerte amor por ella.

—Muy bien —replico, contento de que alguien cuide de mi pequeña— tú ayuda a vuestro hijo, mientras yo iré al corazón de Kiara.

Así lo hacemos, en un principio nuestras almas trabajan por separado, pero paulatinamente se van acoplando la una en la otra hasta que una gigantesca ola de energía nos golpea y nos envía por los aires.

"¿Papá?" —pregunta en mi cabeza una vocecita débil, la que yo más quería escuchar en aquel momento.

Una tercera aura aparece ante mí, sonriendo y con ojos brillantes de alegría. La abrazo sin contemplaciones, acariciando su cabecita con la mía:

—Mi niña, mi niña —susurro tiernamente en su oído, derramando lágrimas de felicidad

—Papá. Hay algo que quiero mostrarte —dice mi pequeña, llevando una de mis zarpas a su vientre— estoy embarazada

La felicidad y la pasión que denotan esas dos palabras compensan cualquier sufrimiento que haya tenido con ella a lo largo de su vida.

—Quiero que veas a tu nieto, mi salvador.

Siento un flujo de energía a la vez similar y distinto al del Emperador. Comprendo que debe ser otro tipo de amor, un amor madre-hijo. A mi vez, uno su energía a la mía, y así creamos una burbuja que encierra a los tres:

"Mi pequeño, estás bien, gracias a Aslan" —piensa Kiara, sonriendo a su bebé

Yo, sin embargo, me he quedado sin palabras. Es una criatura a la vez tierna indefensa y pura. Está creciendo gracias al poderoso amor que hay entre sus padres: la ternura de Kiara y la nobleza de Kovu unidas en un hermoso cachorro.

"Es precioso, mi amor" —afirmo, proyectando mis pensamientos en la mente de ella— "con unos padres como vosotros, crecerá fuerte y feliz." —añado, lleno de orgullo.

Tristemente, pienso que también ha de crecer en Narnia, ya que su abuela paterna —tiemblo de rabia solo con pensar que semejante monstruo como Zira pueda estar emparentado con la pura criatura que mi hija lleva en su seno— no aceptará la relación entre la joven pareja, y menos con un hijo.

Kiara y yo deshacemos todos los vínculos y volvemos a la Mesa de Piedra. Antes de volver de nuevo a mi reino, le hago prometer que tratarían de ser los tres felices:

—Te lo prometo, papá —me susurra, acariciando su cabeza contra mi melena.

Yo le devuelvo la caricia y me despido de ella con cierta pena, pero sobre todo gozo porque mi hija puede vivir con quien más ama. Mi padre me toca un hombro con su zarpa

—Es hora de volver, hijo

Miro por última vez a mi pequeña y a mi yerno y torno a las patas de Aslan, que nos vuelve a llevar en la misma corriente de energía.

PdV de Aslan

De vuelta a mi País, nos espera el Emperador:

—Muy bien hecho, queridos míos —nos felicita jovialmente, nada más llegar— ahora ya podéis descansar tranquilos.

—Una última petición, Majestad… —ruega Mufasa, pero mi Padre le interrumpe:

—Por descontado, para Simba será solamente un sueño. Solamente recordará a su hija embarazada —el ánima del difunto león suspira de alivio— podéis ir en paz.

Mufasa y Simba se marchan de nuestro País. Mi Padre y yo nos quedamos solos, asimilando todo lo que ha pasado esta noche:

—Parece un poco absurdo —río ante lo que estoy pensando— pero siento como si pudiera dormirme un par de horas.

Mi Padre ríe también y me acomoda de nuevo entre sus patas, como al principio de la noche:

—Podemos continuar la nana donde la dejamos

Y vuelve a entonar la gloriosa y tierna melodía hasta que mi cuerpo se relaja y se deja llevar por los arrullos.


Sé que este capítulo es un poco largo, muy sentimental y nada dinámico. Pero me hacía mucha ilusión que intervinieran Mufasa y Simba, ya que su relación padre/hijo es mi favorita.

Hasta ahora no lo he hecho porque intervenía el punto de vista de uno o dos personajes. Aquí he puesto el punto de vista de cada uno para que sea un poco más fácil.

Para mí el Emperador de Allende los Mares es un león dorado con ojos azules, con más poder y un amor muchísimo más profundo que el de Aslan.

Sé que en los libros Aslan no duerme en ningún momento, y no debería dormir en su propio país. Pero, como habéis podido observar, el capítulo se ha centrado en el amor entre padres e hijos y una nana cantada por una voz profunda como la del Emperador debe de ser algo muy tierno.

Por último, muchísimas gracias a UznaraPaz (o Shimmy Tsu, porque vaya un lío de doble personalidad) por su fiel seguimiento a este fic y por su inmeeeeeeeeeeensaaaaaa paciencia. Va por ti, guapa.

Reviews please