Peter, Edmund, Aslan, la Bruja Blanca y el señor Pevensie pertenecen a C. S. Lewis. Kovu y Oreius pertenecen a Walt Disney Pictures Inc.


Las dudas de Peter

PdV de Kovu

Una vez más, me sorprendo ante la fragilidad de la vida. Tiemblo de puro miedo ante lo que ha estado a punto de acaecer a mi pequeña familia, ¿y si los hubiera perdido a ambos? Mi dolor hubiera sido tan atroz que no habría soportado un momento vivir, no tras conocer las maravillas de la felicidad. De nuevo, la misericordia de Aslan nos ha salvado de zozobrar en el dolor.

Una vez aliviado de que mi pareja y mi hijo están bien, vuelvo al pabellón para tratar de localizar a Peter, pero al no encontrarlo allí decido dirigirme a la tienda carmesí que una vez ocupara Aslan, para comunicarle la fatal noticia:

—Peter —digo, llamando su atención— ¿puedo hablar contigo un momento?

—Claro —responde con una sonrisa, la cual borra al ver mi gesto grave— ¿qué ha pasado?

Me subleva tener que darle una mala noticia por culpa de la absoluta crueldad de una bruja que se dedicaba esclavizar a la gente a su capricho, pero sobre todo, decirle a un niño que ha perdido a su héroe y que ya no regresará.

—Por favor, Kovu, has de decirme lo que sucede —insiste Peter, angustiado ante mi silencio— soy el responsable del campamento y todas nuevas importantes han de pasar por mis manos.

—Peter siento mucho decirte esto pero… —cada palabra es una agonía para mi corazón— Aslan ha… muerto.

Los ojos del muchacho se agrandan por la sorpresa. En su rostro intenta no mostrar señal alguna de emoción pero puedo leer en su corazón dolor, rabia impotencia y sobre todo tristeza, tristeza por haber perdido a una de las personas más influyentes en su vida. También percibo en su cabeza una grandísima inseguridad porque cree que no será capaz de dirigir al ejército a la victoria por la paz y la bondad. Finalmente, no puede más y libera lágrimas de hondísimo pesar de sus ojos, sollozando de tal forma que a punto está de desmayarse si yo no lo abrazo entre mis patas:

—¡Shhh! —trato de consolarlo aunque sepa que es en vano— Aslan amaba a toda criatura de este mundo, también a tu hermano, a quien consideraba como uno de sus hijos y además sabía que no fue su culpa que la Bruja lo engatusara. Por ello, Aslan sacrificó su vida por Edmund, la Bruja Blanca lo torturó y finalmente lo mató en la Mesa de Piedra…

Oímos un sonido sordo proveniente de la puerta de la tienda.

PdV de Edmund

Sé que me han dicho muchas veces que escuchar conversaciones ajenas está mal, pero había visto a Kovu muy preocupado y pensé que merecería la pena escuchar lo que decían él y mi hermano… y ojalá no lo hubiese hecho nunca.

Al oír decir al león que Aslan se había sacrificado por mí, pero sobre todo el saber que había sido maltratado por esa asquerosa Bruja, para mí es como si se hubiera resquebrajado el suelo bajo mis pies. Él, que me acogió como a su hijo pródigo a pesar de no merecerlo, que me perdonó todas mis faltas y que me animó a descubrir todas mis virtudes.

Empiezo a sentir un agudo dolor en el pecho debido al horror y a la culpa, de tal magnitud que casi no puedo respirar. Quisiera llorar, gritar o incluso morirme, mas no tengo fuerzas para nada. Finalmente, todo a mi alrededor se pone oscuro y me abandono a la negrura de la indiferencia.

PdV de Kovu

Peter y yo vamos inmediatamente a la puerta de la tienda. Allí nos encontramos totalmente inconsciente el pequeño cuerpo de Edmund, pálido como el papel y con una expresión de absoluto horror en la cara:

—¡EDMUND! —grita Peter, agachándose junto a su hermano para comprobar que estuviera vivo

—Tranquilo, Peter —digo, tratando de calmarlo— está vivo, siento su corazón latir, pero el oír que el Gran León ha muerto ha debido ser un mazazo emocional para él.

—¡Basta ya! —explota el futuro rey— esta responsabilidad es demasiado grande para mí. ¿Cómo voy a dirigir un ejército si ni tan siquiera puedo proteger a mi familia? Hemos pasado por demasiado: el frío, la persecución de la Bruja, que a mi hermano casi lo maten. Ojalá papá estuviera aquí conmigo ahora, él sabría qué hacer.

Conmovido por las palabras de Peter, lo abrazo de nuevo fuertemente contra mi pecho y paso dulcemente una de mis patas por su matita de pelo, tratando de calmarlo. Me parte el corazón ver al responsable y cariñoso Peter en este estado, por eso me encantaría poder traer aquí a su padre para que ayudara a sus hijos y le hiciera ganar a su primogénito la seguridad en sí mismo.

Momentos después, para mi gran asombro, mi deseo se ve cumplido. Percibo una especie de aura en mi mente, la proyecto y descubro a un hombre de pelo castaño oscuro, ojos azules y que lleva unas horribles ropas verdes oscuras: el padre de los Pevensie.

"Aslan" —supliqué con toda mi fe en Él— "por favor, ayúdame a traer al señor Pevensie"

"Kovu" —oí Su dorada voz meciendo mi corazón cual dulce nana— "retén esa imagen en tu mente, hijo mío, voy a transformarte en él. Por favor, recupera la alegría y la seguridad de Peter, las necesitaremos en esta guerra."

Aprecio unos agudos pinchazos tanto en mi cabeza como en mi corazón, la vista se me nubla y tengo la impresión de que me cortan los hilos de la consciencia.

PdV padre de los Pevensie

Al abrir los ojos, me siento un poco raro: no estoy en aquel horrible campamento donde se vive con el miedo y la angustia de que te ataquen otra vez los alemanes. En su lugar, encuentro a mi hijo mayor con armadura medieval y terriblemente compungido por su hermano, quien está pálido como el papel y con una expresión de absoluto horror:

—Peter —digo. Este lugar parece un sueño— ¿qué haces aquí, hijo?

—¡Papá! —exclamó mi niño abrazándose a mi figura, como si fuera la última vez que lo fuera a hacer— ayúdame, por favor. Edmund ha recibido una gran impresión y no ha podido soportarla y yo no sé cómo despertarle de su insconciencia.

En este momento me doy cuenta que esto es muy real. Sobre todo me desgarra el alma ver a mis dos hijos sufriendo, especialmente el mayor, quien ha tenido que madurar a la fuerza y soportar una carga demasiado pesada como hombre de la casa. Sé que estoy aquí por una razón muy poderosa. Sé que Peter necesita de mi amor y mi consuelo:

—Cariño —dije tiernamente, mientras le quitaba con delicadeza las lágrimas con la punta de mis dedos— sé que tu madre y yo te hemos pedido mucho con que cuides de tus hermanos, y más hacerlo fuera de casa en un ambiente que desconoces. Intuyo que alguien más grande que yo mismo te está encomendando una misión de vital importancia, y crees que has perdido su guía y te sientes totalmente desprotegido, y por lo tanto tienes dudas de ti mismo.

Ten por seguro que ese alguien no te ha abandonado… y yo tampoco. Estoy aquí para aplaudir tus triunfos y para consolarte en los fracasos. No dudes jamás en pedirme ayuda o consejo, porque estoy aquí tanto para ti como para tus hermanos.

Acto seguido, alargo una mano hacia Edmund y acaricio su carita. Mi pequeño da una profunda bocanada de aire y abre los ojos:

—¡Papá! —grita, lleno de alegría

—Mi amor —respondo, abrazándolo, junto con Peter— sé que para ti mi marcha a la guerra ha sido muy dura, me echas de menos y por ello has seguido el camino equivocado. No te perdonas que alguien a quien aprecias haya pagado por ti el precio, o eso crees tú. No te tortures más, por favor, si todos te han perdonado, tú también debes perdonarte. No olvides que ese alguien te quiere de verdad, y que yo también te quiero con toda mi alma. Ten presente que eres un ser extraordinario.

—Gracias, papá —solloza de alegría mi hijo menor.

Los tres, por un momento, permanecemos abrazados disfrutando de uno de los momen-tos más bellos de nuestras vidas, mas mi misión ha terminado y debo volver a ese frío campamento a luchar contra los alemanes:

—Me tengo que ir, chicos, a defender a nuestro país de esta guerra larga y sin sentido. Nos veremos pronto.

—Papá —dice Peter— me parece que va a pasar mucho tiempo antes de que nos volvamos a ver.

Esbozo una media sonrisa significativa, pero ninguna palabra sale de mis labios:

—Adiós, hijos míos. Dadles recuerdos a vuestras hermanas —concluyo, depositando sendos besos en las frentes de los chicos— y venced también la guerra.

De nuevo siento aquellas punzadas tanto en mi corazón como en mi cabeza y al momento me hallo de nuevo en mi catre. Todo parece indicar que ha sido un sueño, pero sé que realmente he podido abrazar de nuevo a Peter y a Edmund.

PdV de Kovu

Momentos después vuelvo a ser mi yo de siempre. Siento una ligera brisa y una voz en lo más profundo de mi alma diciendo "bien hecho, Kovu." Sé de quién es la voz y sonrío de todo corazón:

—¡Kovu, Kovu! —me saluda efusivamente el futuro rey, emocionado— ha venido nuestro padre y me ha hecho recuperar la alegría.

—Y a mí me ha despertado de mi inconsciencia —añade Edmund, igualmente excitado.

Sonrío para mis adentros, contento de que otra vez sean dos alegres niños. Pero hay que ponerse serios, ya que tenemos una dura batalla que librar por la paz y la libertad de Narnia:

—Y ahora, Sumo Monarca Peter —digo en tono de solemnidad— ¿estás preparado para afrontar a la Bruja Blanca?

—Recuerda que no estás solo, hermano —añade Edmund— sobre todo que Aslan cree en ti… y yo también.

El muchacho, transformado en hombre, se levanta y declara que está dispuesto a luchar para que su familia y amigos puedan vivir la vida como se merece.

Por la tarde, con mi ayuda y con la del centauro Oreius, el ejército del León está preparado para afrontar su destino. En la zona de los arqueros, está Edmund comandándolos y en la vanguardia: Peter en su unicornio blanco, Oreius a su izquierda y yo a su derecha. Un grifo se aproxima a nosotros, claramente impresionado:

—¡Señor, el ejército se acerca hacia nosotros! Nos superan en número y armamento.

—Los números no ganan las batallas —afirma con rotundidad el centauro, para evitar que cundiera el desánimo.

—Sí, pero ayudan —dice el futuro rey, un tanto desanimado.

Dese nuestra posición vemos cómo se acercan enanos, gigantes, lobos, arpías, árboles malvados… en realidad, todos los seguidores de la Bruja Blanca. Triplican, al menos, nuestros efectivos y de primeras parece un enemigo imposible de vencer. Entre ellos vemos a su imponente líder montada en una biga tirada por dos osos polares. Entre los componentes de su indumentaria, lleva la melena de Aslan, exhibiéndola como un trofeo a modo de collar. Todo ese ego y vanagloria —¡Dios, cómo me recuerda a mi madre!— me llena de tal rabia que me dan más ganas de vencerla y vivir con mi familia en paz.

—¿Estáis conmigo? —pregunta Peter

—A muerte —dice Oreius

—Todo por nuestra libertad —añado yo.

El chico nos sonríe a ambo totalmente complacido y luego escruta con gravedad el ejército enemigo, estudiando el primer golpe que le va a dar.


Bueno, en primer lugar disculpas por haber tardado ocho meses en actualizar, pero la musa se había tomado unas largas vacaciones XD. Aclarar que Kovu no sabe que Aslan ha resucitado, por ello todo lo ocurrido, y prometer que el siguiente capítulo será más dinámico. Espero actualizar pronto. Gracias a Shimmy Tsu por tu fidelidad y por tu más que inmensa paciencia, espero que este también te guste guapa. Rewiews please.