Blaise sentía la sangre latir en todo su cuerpo, el corazón latiéndole a mil por hora y su mano derecha deseando que buscara a su miembro para sentir al menos un poco lo que aquellos dos estaban experimentando. Pero no lo hizo, deseando que la experiencia fuera tan cruda como pudiera, castigándose por espiarlos y a la vez agradeciendo que se le concediera esta libertad.
Anonadado vio cómo Theodore, el Theodore que clamaba no tener ninguna experiencia en esto, volvía a probar con su boca el pezón de Arian y ella, ya sin poder controlarse, gritaba en lugar de gemir. El contenido de aquel grito era una mezcla de plenitud y contento y tenía una pizca de ligera queja, la de aquella que necesita que dejen los preliminares y pasen a algo más completo.
Blaise estaba lo suficientemente cerca para notar que la cercanía entre aquellos dos cuerpos hacía sentir a Arian en la parte baja de su vientre la erección de él pero Theodore, casi con medida crueldad y estudiado cálculo, subió una de sus piernas para que pudiera ella abarcarlo más, sin concederle lo que ella pedía todavía. En su lugar, besó con ligereza su pecho y la piel en medio de su busto haciendo un camino infame hacía la locura de su amante. Ella a su vez mordió su mandíbula para hacerle pagar y Blaise sintió que iba a desmayarse, siendo aquella la parte más salvaje que había notado en su compañera de curso hasta entonces. Oyó la estrangulada y ronca risa de Theodore y los besos fueron sustituidos por su sinuosa lengua, trazando el camino de la lujuria y la necesidad que sólo él era capaz de despertar y que se volvería su marca en la cama (y en otros lados también).
Arian trató de rechazarlo, poniendo sus manos en su pecho para contenerlo antes de que ella estallara en llamas pero él subió a su cuello y suspiró dulcemente debajo de su mandíbula, hasta que ella accedió a entregarse como ofrenda, dejando que él tomara el control de la situación, permitiéndole tomarla en toda su extensión.
Blaise se había quedado sin habla literalmente, puesto que Theodore, al no ser del todo una vista nueva, no le impresionaba tanto como Arian. Ella se había dejado tender con los ojos cerrados para concentrarse en todo lo que estaba pasando y tenía los brazos abiertos en señal de rendición así que Blaise podía ver lo que siempre había querido ver y nunca quiso aceptar que quería: a ella, completa. Su cuello era más largo de lo que parecía con la corbata del colegio puesta y su piel de porcelana era uniforme y aún así tenía tantos matices que él sentía que ningún artista, por bueno que fuera, podría captar cada detalle. El cabello oscuro le caía como una cortina alrededor realzando la cremosidad y brillo de su piel y aquellos senos, levemente enrojecidos por la pasión de la boca de Theo invitaban a ser acariciados con la nariz, los labios, los dientes, los dedos, las mejillas.
El rostro de ella presentaba un rubor que acentuaba su belleza hasta el punto de hacerla casi insoportable y sus jadeos mientras Theodore trabajaba en su abdomen y tentaba su cintura mientras la despojaba de la falda, la ropa interior, las medias y los zapatos hacían que Blaise deseara correrse, ya incapaz de controlar el dolor de su propia erección, que trataba de ignorar, sin éxito alguno.
Mientras ella producía aquellos sonidos que parecían imposibles en su garganta delicada, Theodore probaba aquel recoveco que hasta entonces sólo habían conocido sus dedos. Sin compasión por mucho amor que pusiera al hacerlo, él inspeccionó cada detalle y memorizó cada curva con su lengua hasta que casi dejó de sentirla, deteniéndose en su juego hasta que su humedad y su clara invitación a despojarla de su honor e inocencia fue demasiado incluso para su despiadada espera.
Theodore se despojó finalmente de toda su ropa e introdujo aquella parte de su anatomía que nunca le había parecido tan importante hasta aquel instante y empezó a embestir como si deseara conquistar un castillo con la fuerza de su ariete. Ella dejó de jadear y lo abrazó con sus piernas con toda la fuerza de su cuerpo, haciéndolo entender que no lo dejaría salir ahora que había entrado.
Blaise ya a esas alturas hacía mucho que se había rendido y se daba placer para aguantar el de ellos mientras que Theodore terminaba sosteniéndose dentro de ella y explotando como una fruta madura al caer del árbol, desde muy cercano al cielo, y reventando en el suelo. Arian abrazó a Theodore y Blaise juró que pudo percibir una potente luz púrpura rodeándolos, haciéndolo ver como si dos partes de una misma pieza se hubieran reunido en perfecta conjunción. El momento fue como si se detuviera el tiempo y el espacio hasta que el clímax alcanzó a ambos y los liberó de su frenesí.
Jadeando, por fin revelando su propia debilidad, Theodore accedió a dejarse caer al lado de su novia. Arian empezó a reírse con toda felicidad y Blaise, también habiendo llegado al culmen, sintió por primera vez que la amaba cuando la escuchó decir:
- ¿Cómo es posible que hayas creído que no estarías a la altura? Ahora soy yo quien tendrá que esforzarse para estar a tu nivel.-
Theodore se río a su vez y el sonido de aquella risa tan distendida y tranquila hizo que los ojos de Blaise se llenaran de lágrimas de emoción. Theodore reía raramente y aquella vez su risa pareció música a sus oídos. Blaise deseaba reunirse con ellos y le dolía saber que sobraba ahí, hasta que recordó que, por alguna casualidad extraña, había podido formar parte de alguna manera de ese momento tan perfecto, así que terminó de llorar en silencio y contempló como ambos se quedaban dormidos, pacíficamente juntos, ella hecha ovillo y él acunándola protectoramente entre sus brazos.
Y nunca Blaise sintió tan profundamente, porque su deseo fue completa y absolutamente desinteresado aquella tarde-noche en el Dormitorio de los Chicos:
-"Por favor, que ellos sean siempre así de felices. No pido nada para mí mismo, es más, prefiero quedarme solo, si ellos pueden continuar así por el resto de la eternidad."
Blaise siguió llorando, ya sin saber si lloraba por ellos o por sí mismo.
Después de aquella noche, sería idílico decir que Blaise respetó la intimidad de sus dos mejores amigos y él encontró a alguien más, pero no fue así. El amor no es como esperamos que sea y la vida tampoco lo es. Blaise ya estaba siendo fuerte dejando de lado sus propios sentimientos para que ellos fueran felices pero eso no paliaba su necesidad de amor. Trató de no entrometerse, pero aquellos dos, habiendo conocido semejante placer, no iban a renunciar a él cuando el resto de su vida era tan intermitente, así que estuvieron juntos todo lo que pudieron.
Era lo único que no reprimían y como sabían que Draco pasaba más tiempo con Pansy que con ellos y Blaise no llevaba sus amantes al Dormitorio, se limitaron a buscar un encantamiento para el ruido y para asegurar su privacidad y continuaron con la búsqueda de la consolidación de ellos mismos. Y aunque Blaise buscó no estar en esos momentos, y sinceramente trató de buscarse además de más amantes un hobbie para no estarlos espiando, no pudo evitarlo: Era como contemplar el Espejo de Oesed de una forma un poquito muy literal.
Lo que si no permitió jamás es que ellos se enteraran, aunque no podía hacer mucho por los sueños que llegaba a tener. En sus fantasías ya ni siquiera tenía encuentros separados con cada uno de ellos, sino que se acostaba con los dos y fantaseaba con que aquella luz púrpura, que vio más de una vez, también lo abarcara a él.
Sin embargo, toda bendición tiene dos filos y Blaise empezó a sentir aquel secreto placer como una tortura. No importaba con quién saliera o lo que hiciera, no importaba cuánta técnica tuviera en la cama y con cuántas personas a la vez estuviera o si eran buenas o malas o si eran guapas o extraordinarias o incluso si ellos se enamoraban, él no sentía ese amor. La verdad es que no todo tenía que ver con Theo y Arian, y eso era lo que lo destruía, porque sabía muy bien que su obsesión con ese asunto tenía que ver con que aparentemente ellos habían encontrado lo que él no.
Pero, con la autoestima baja y con tantos años de haber sido maltratado por su familia más cercana, no se dio cuenta que en realidad era amado de muchas más formas de las que estaba dispuesto a aceptar. Arian no lo besó sólo por accidente ni pensaba en él simplemente como su mejor amigo o su alcahueta o cómplice: lo quería de verdad por cómo era y admiraba y respetaba todos los aspectos de su personalidad, llegando a decirle a Theodore sus pensamientos sobre la belleza del moreno.
Y Theodore también lo amaba mucho, aunque no pudiera compartir su cuerpo con él del modo en que lo hacía con Arian. A pesar de que el muchacho de ojos azules no lo expresara, quería a Blaise de un modo intenso y apasionado y sentía una conexión con él que no compartía ni siquiera con Draco, al que consideraba su hermano pequeño y con quien tenía paciencia de santo, con todo y que Draco hería su susceptibilidad y sus sentimientos sin querer en varias ocasiones.
Blaise terminó por aprender de la forma más amarga que es difícil guardar secretos y más si son tuyos. Todo lo que no sufrió al esconder la relación de sus dos mejores amigos lo experimentó al esconder su propia verdad, hasta que llegó a un punto donde la verdad se tuvo que abrir paso a trompicones, porque Blaise se estaba ahogando en dolor.
No fue en pocos años, en lo absoluto. De hecho sucedió en el peor de los momentos, como no podía ser de otra forma. Todos ellos ya habían soportado demasiado, pasada la época de escuela y en plena Guerra Mágica. Apiñados y asustados en la Mansión Malfoy mientras veían la crueldad y poderío de los mortífagos y Voldemort crecer, hacían lo posible por guardar sus verdaderos lazos y pretender ser monstruos cuando detestaban todo lo que día a día pregonaban que era el motivo de su existencia. Draco tenía la piel cadavérica desde que ordenó más que suplicó a Pansy que se alejara para no envolverla en la ruina de su vida y trataba de compensar el desprecio que despertó en sus "aliados" cuando se negó a matar al viejo Dumbledore.
La mayoría de los Slytherin oscilaban entre Hogwarts y las misiones o reuniones para proliferar su influencia política y mágica pero Theodore y Arian estaban con los Nott y Blaise se alojaba en la Mansión Malfoy, evitando dentro de lo posible a su madre pero sin poder escapar por sí solo, al negarse a abandonar a sus amigos. La relación de Theo y Ari estaba en mal momento ya que por la cercanía de su padre no podían estar mucho tiempo juntos y los dos estaban muy preocupados por la salud de la madre de Theodore, que en aquel tiempo se llevaba la peor parte del malhumor de su marido cuando no conseguía lo que quería, que era a menudo.
A Blaise le tocaba el papel de cuidarlos a todos pero su agonía interior se intensificaba al saber lo infelices que eran ellos también. Si ya de por sí era bastante malo tener que presenciar a Skadi en sus peores momentos cuando conservaba recuerdos de aquella bondadosa mujer cuando estaba en el apogeo de su vida, y era como una madre para él, lo que estaba destrozándolo más era ver como Theodore se apagaba más y más conforme pasaba el tiempo y no lograba mantener a salvo y tranquilo ni a Skadi, ni a Arian ni al propio Blaise. Theodore cargaba con la responsabilidad de la atroz naturaleza de su padre y se echaba culpas que no le correspondían pero Blaise tampoco podía hacer mucho por ayudarle: Estaban todos metidos en la misma trampa y tensos hasta por Draco y su familia, quienes por mucho tiempo habían sido la parte segura y estable de todos, el ancla donde se sostenían cuando los problemas los acosaban.
El día en que Blaise falló en guardar su secreto fue cuando Arian misma se derrumbó aunque por una razón muy distinta. Ella siempre había aceptado con dignidad y orgullo el hecho del inmenso peligro que corría por su relación con Terence y había estado preparada para morir por cualquiera de ellos o con ellos, incluso, si se daba el caso. Pero no había contado con perder algo que ni siquiera pensó podría haber ganado y cuando le sucedió, su corazón se partió por primera vez en mil pedazos.
La verdad, esto debió haber sucedido mucho antes pero quiso la Vida que no fuese así.
Y es que cualquiera diría que dos personas con tanta actividad sexual deberían haberse cuidado más y lo hicieron, en los momentos más álgidos al menos, pero a ese punto realmente no había parecido necesario porque ni siquiera tenían el suficiente tiempo para tener algo de qué cuidarse. Fue por azar o quizá por destino, pero sea como fuere, pasó: Arian quedó embarazada.
En aquel entonces ya había cumplido los 19 años y aunque no era la edad ideal para semejante acontecimiento no fue un fenómeno que le desagradase: al contrario, pese a que sabía que era muy riesgoso seguir con el embarazo, una parte de ella estaba encantada con la idea de tener un hijo de Theo. En su interior, su parte oscura y realista le dijo que sería mejor encargarse y planearlo mejor para la siguiente vez pero no soportó la idea de interrumpir aquel regalo.
En su lugar, escondió la verdad y pensó en miles de maneras de llevar a término el embarazo porque no había cosa que no estuviese dispuesta a hacer por aquellos que amaba.
El problema, como siempre, fue Terence. Arian estaba por empezar el segundo trimestre y ya tenía que hacer milagros con su ropa para ocultarlo cuando Voldemort le encargó a Terence una misión secreta y peligrosa. Nadie más que ellos dos lo sabía pero Terence estaba en conocimiento de la localización de uno de los Horrocruxes de Voldemort y fue mandado a rescatarlo cuando Potter, Granger y Weasley empezaron a acercarse demasiado a la zona.
Sin embargo, el mago llegó demasiado tarde y aunque no fue culpa suya, Voldemort no iba simplemente a dejarlo estar por algo tan simple y estúpido para él como la Justicia.
Hubiera sido bueno, para variar, que Voldemort hubiera castigado a Terence, pero no lo hizo: en su lugar, torturó a Theodore hasta casi matarlo e hizo a su padre, su madre y todos sus amigos presenciarlo. Por ingenuo que parezca, en realidad fue lo más duro que les tocó en suerte porque todos los presentes sabían que si Voldemort percibía algún reclamo, alguna lágrima, cualquier reacción de disgusto o aversión, mataría a Theodore sin pensarlo. Blaise mismo no supo cómo lo aguantó Arian, aunque ésta palideció tanto que parecía haber muerto en silencio.
Skadi la había tomado del codo en un gesto de apoyo tan tenue que pasó desapercibido pero Blaise, que la miraba a ella porque tenía miedo de verla derrumbarse y perderlos a los dos al mismo tiempo, fue quien advirtió la sangre. Fueron breves gotas al principio y Blaise pensó que serían de su mano al apretar con las uñas o algo así.
De pronto advirtió que Arian se sostenía cada vez menos en sus dos pies y que los labios se le estaban poniendo morados. En un segundo comprendió que Arian estaba al límite de su resistencia y actuando de forma instintiva, lanzó un hechizo para sostenerla en vilo.
Afortunadamente para ellos, Voldemort terminó poco después, pero para el bebé de Arian fue muy tarde. Arian se desmayó en brazos de Blaise y tras revisarla Skadi a escondidas, los dos se enteraron del bebé... y de su deceso.
Arian no quiso hablar con ninguno de ellos. Se encerró en su habitación después de pedirles que no se lo contaran a Theodore y suplicarles que lo cuidaran. No salió en tres días en los cuales no durmió, ni comió ni paró de llorar. Ella sabía que debía pararse por Theo y que formaba parte de sus obligaciones ir a cuidarlo después de la tortura sufrida a manos del Señor Tenebroso pero no hallaba las fuerzas para conseguirlo, así que prefirió aislarse para no empeorar aún más todo. Blaise aguantó esta situación lo más que pudo, dividiendo su tiempo entre ellos y Skadi pero cuando Theodore se recuperó y lo mandaron fuera, Blaise no pudo soportarlo más.
Se derrumbó en su habitación y empezó a beber de forma incontrolada hasta que entró en la inconsciencia y más tarde en el delirio y gritando mientras se hacía daño. Fue Skadi quien consiguió meterlo en la cama cuando el cuadro de crisis nerviosa pasó pero sin Theodore allí y con Draco en Hogwarts por una misión, Skadi obligó a Arian a superar su depresión y reunirse con Blaise para que se sostuvieran el uno al otro, ya que ella misma ponía a ambos en peligro si descuidaba demasiado su punto de encierro y Terence no llegaba a encontrarla.
Pese a la dolorosa situación, en cierto modo el quiebre de Blaise ayudó a Arian a espabilarse, así como el quiebre de ella lo ayudó a él a dejar de pelear con sus sentimientos y su crudo trauma de la infancia. Durante los siguientes días Arian hizo las veces de enfermera con él hasta que Blaise finalmente pudo reunir la suficiente lucidez para dormir solo. Theodore regresó al día siguiente, cansado pero vivo y los dos se reunieron en la habitación de Blaise para hablar después de planearlo con infinidad de precauciones para que nadie se enterara.
Arian hubiera preferido que Theodore jamás se enterara del bebé pero al final, se lo dijo. Al fin y a la postre, era la verdad y no había manera de disfrazarla ni ocultarla porque estaba consciente que, si estuviera en su lugar, no podría perdonarle a él que le escondiera una cosa así.
Theodore lo resistió bien, aunque la herida que se manifestó en su mirada límpida fue una cuchillada tanto para Arian como para Blaise, que comprendieron que, aunque él no lo mencionaría en su presencia, algo se había muerto en su interior con dicha noticia. Sin embargo, cuando Arian informó a Theodore que se encontraba viva y hasta cierto punto cuerda gracias a Blaise, Theodore dedicó una larga mirada a su mejor amigo y después, en su habitual silencio, le dio el abrazo más fuerte y hondo que Blaise había recibido en la vida, en lo que lo hizo saber y darse cuenta por primera vez que Theodore no sólo le estaba dando las gracias sino que le estaba expresando que su amor por él había crecido todavía más.
Después el hombre de ojos azules les dijo que tenía que estar solo un rato y ambos lo dejaron partir, puesto que la razón por la cual Theodore quería estar solo era para derrumbarse sin sentir vergüenza y sabían que debían respetarlo, sobre todo tras todo lo sucedido.
Blaise mismo también estaba esperando que Arian hiciera su mutis igual, ya que él no estaba necesitado de cuidados, pero la subestimó y por mucho: Ella podría haberse equivocado al esconder su embarazo, aún así, aprendía rápido de sus errores.
- Te oí, en tus delirios.- comenzó a hablar.- No sé con quién estabas hablando pero estabas enojado. Decías que no habías soportado aquel dolor todo ese tiempo para vernos derrumbarnos. Dijiste que pagaste el precio de tu deseo y que preferías estar solo que vernos infelices. Y también dijiste que lo odiabas, odiabas que en su lugar tú siguieras igual de solo pero nosotros éramos miserables de todas formas. -
La piel chocolate oscuro de Blaise adquirió un tono grisáceo y él la miró, esperando. Arian se acercó hasta estar muy cerca de él y acariciando su frente, finalizó:
- ¿Por qué no me lo contaste? ¿Por qué no nos dijiste cuánto estabas sufriendo para que buscáramos el modo de aliviarte el dolor? ¿Crees que nos hace más felices saber que tú sufres? Theodore se derrumbaría si te pierde. ¿Y piensas que yo haría algo diferente? ¿De verdad piensas que te queremos tan poco?-
Los ojos de Arian estaban enrojecidos y volvieron a llenarse de lágrimas y Blaise no pudo evitar imitarla.
- No me amas como yo a ti, Ari.- le dijo- ¿De qué iba a servir que te lo dijera? Estar contigo sería una traición, lo hablamos, ¿Recuerdas?-
- El amor no es una traición, Blaise Zabini.- dijo Arian, y estaba llorando.- ¿Qué hubiera hecho si no me hubieras ayudado? ¿Y qué hubiera hecho Theodore después de perder a su novia y a su hijo no nacido? ¿Crees que te habría rechazado? -
- No sé- repuso Zabini.- He estado escondiéndome de esto por tanto tiempo que ya no sé ni a qué puedo aspirar.-
- No digas eso.- pidió Arian.- No hables como si no tuvieras ningún valor, como si no te amáramos, como si te mereciéramos. Debiste decírmelo, Blaise. Lo creas o no, yo también te amo. Y Theodore te ama tanto, tantísimo. ¿Cómo voy a poder esconderle esto? Y peor, ¿Cómo voy a poder decírselo?-
- Pues no se lo digas.- asestó Blaise con ferocidad.- No quiero la lástima de nadie. Nunca pedí nada por amarlos y no voy a empezar a hacerlo ahora.-
- Lo dices como si amarte fuera un imposible.- se dio cuenta Arian con tristeza y empezó a llorar con más fuerza.- Realmente no te merecemos, yo no merezco nada de todo esto.- Sus sollozos expresaban con tanta intensidad su desconsuelo por todo que finalmente Blaise se ablandó y la abrazó, acunándola y dejando fluir sus propias lágrimas hasta que todo lo que sentían y los mataba por dentro salió de dentro suyo.
Por fin, Arian se obligó a tranquilizarse. Nunca había sido amante del sentimentalismo barato, como ella lo llamaba y había aprendido de Theodore que el amor no se manifestaba en palabras, sino en acciones, así que sostuvo la cara de su mejor amigo cercana a la suya y lo miró antes de decirle:
- Jamás pienses que no eres indispensable. Porque daría mi vida por la tuya sin pensarlo un instante y Theodore haría lo mismo en mi lugar. - Arian lo besó y salió como un remolino de la habitación, dejando a Blaise con cierta vitalidad.
Él pensó que aquel final era uno con el que podía vivir, sólo que no era el fin y Arian no iba a dejar las cosas así. En cuanto Theodore recuperó la suficiente tranquilidad para poder escucharle, ella le contó lo sucedido con todo lujo de detalles. El corazón de Theodore se oprimió con pesar al saber la verdad y guardó silencio un largo rato. Arian, cuya alma comulgaba con la suya, esperó pacientemente su respuesta.
- Quisiera,- dijo Theodore.- Ser lo que Blaise ama. Porque si fuera la mitad del hombre que mereciera su amor, debería estar en su cama y pidiéndote a ti que lo entendieses y te unieses a mi causa.-
Los ojos de Arian se dulcificaron al oírlo y él continuó:
- Sin embargo, soy infame. Y no tiene que ver con estar con él así, es que temo en mi corazón que no podría darle lo que él desea y necesita y no soy un monstruo como para romperlo en mil pedazos sólo por mi incapacidad. Y peor para mí sería que no siendo capaz de amarlo, te impidiera a ti que lo amaras. ¿Querrías amarlo tú por los dos entonces?-
Ella no dijo nada pero lo abrazó y Theodore comprobó que temblaba. Cuando ambos se separaron, Arian buscó su voz:
- Por favor perdóname. Sabes que nunca estaría con nadie más, pero Blaise nos necesita. No puedo soportar saber cómo se ha sentido y darme cuenta que nuestra felicidad puede haberlo lastimado tanto. No sé si podré amarlo como él merece, pero debo intentarlo.-
Su novio asintió lentamente.
- Que así sea entonces, con amor.- sonrió- Un dolor menos en el mundo, al menos por un tiempo. -
La pareja no discutió el asunto ni hizo nada por un tiempo. Todos estaban en peligro hasta que Voldemort cambiase de táctica y objetivo, y ocuparon esa etapa de transición para evaluar su situación, plantear sus opciones y elaborar planes según los escenarios posibles, probables y un poco, hasta los poco probables. Afortunadamente para ellos, Potter no tardó mucho en dar señales de vida en el Ministerio de Magia y como Lucius Malfoy se convirtió en Ministro y el trabajo de Draco Malfoy empezó a dar frutos, consiguieron alcanzar cierta seguridad en su eterna incertidumbre.
Fue Theodore quien creó las condiciones para que Arian hiciera lo que habían acordado y acudió a Blaise al quedarse relativamente solos en la Mansión en una operación que requirió la participación de la mayoría de los mortífagos.
Blaise estaba sentado en una de las grandes Salas de Estar de la Mansión, oyendo una radio mágica. Desde el aborto de Arian y su conversación resultante había estado muy callado y muy apartado, como si nada pudiera afectarle o preocuparle mucho. En una ocasión la mismísima Bellatrix trató de jugar con él como si fuera su presa y tuvo uno de sus ataques violentos cuando él sólo le respondió con una mirada desvaída e indiferente.
Arian estaba preocupada y para Theodore fue peor, porque conocía a Blaise mejor y sabía que aquella actitud era una fachada tras la cual Blaise escondía su desesperación. Theodore temía que la larga temporada de sufrimiento de su mejor amigo lo hubiera tumbado finalmente y él hubiera decidido rendirse, habiendo perdido toda voluntad o razón para vivir, porque él mismo no podía pedirle que se quedara en aquellas circunstancias. Por eso Theo se alejaba de ellos cuando debía, ya que en lo peor de su propio infierno sabía que intentaría convencerlos de algo que no ayudaría al final: que lo dejaran sacrificarse por los dos, hacer algún plan para negociar con su padre de modo que Arian, Skadi, Blaise y Draco huyeran al extranjero y él finalizara el asunto y terminara todo suicidándose o incluso se planteaba matar a su padre y traicionar a Voldemort.
Lo que lo detenía es que ninguno de sus planes o sus deseos de venganza tenían sentido. Si mataba a su padre Voldemort lo mataría a él, ¿Y quién lo detendría cuando quisiera vengarse con todos sus seres queridos? Su madre sería la primera en sacrificarse y entonces, ¿Para qué habría servido la lucha de todos esos años? Incluso "pretender" dejar a Arian era un completo despropósito, entre ellos no había una separación posible, ya que sabía muy bien que no sobrevivirían a eso, no eran capaces de hacerlo. Y además, arrastrarían a Blaise a más dolor, ¿De qué serviría entonces el esfuerzo de su hermano de mantenerlos vivos aún a costa de su propia felicidad? En sus peores momentos, Theodore consideraba la idea de matarlos a cada uno de ellos para darles la paz que les había arrebatado la guerra porque a veces él mismo no tenía idea de cómo levantarse cada mañana.
Le dolía todo, demasiado. Dolía saber que el amor de su madre por la idea de quien parecía ser Terence la había destrozado y que no había día que Skadi no lamentara no haber huido con Theodore cuando se enteró que lo esperaba. Dolía saber que, por mucho que tratara de cargar con todo el odio de su padre jamás podría hacer suficiente para evitar la maldad de aquel hombre cuyo apellido y legado odiaba tener y lo mataba por dentro el saber que Arian había perdido al hijo de ambos por lo mismo.
Había veces en que despertaba y al ver a Arian al lado y comprobar cuánto había adelgazado y lo cansada que parecía todo el tiempo, trataba de encontrar las palabras para alejarla, para suplicarle que lo dejara y viviera feliz, encontrara a alguien más, alguien cuyo amor y circunstancias no la lastimaran. Incluso consiguió memorizar de corrido su discurso pero no consiguió pronunciarlo y eso dolió más, porque lo que lo detuvo fue Arian misma. Ella era capaz de ver dentro de él incluso en esas circunstancias y lo había silenciado con un gesto.
- No.- dijo.- Mi respuesta siempre será que no, así que no te atrevas a intentarlo. No te atrevas a dejarme sola. Si mueres, muero contigo y Blaise se irá con nosotros. Si muero yo, continúas y te casas con Blaise o con alguien más. - Quiso discutírselo, sólo que, por absurdos que parecieran aquellos términos, por desesperado que se sintiese, por mucho que aquella le pareciera una manera de solucionar lo irreparable, no pudo decir nada:
Los ojos de Arian se habían vuelto más oscuros por la pena y las muchas dificultades y aún así conservaba una fuerza dentro suyo que él no podía -ni quería- desafiar. ¿Acaso no la había amado y admirado toda la vida por esa absoluta determinación e integridad para vivir? ¿No fue su fuerza la que alimentó una esperanza de salir adelante en él? ¿No lloró su propia madre cuando se dio cuenta que Arian lo amaba de esa manera? ¿Y qué podía hacer? ¿Negarle lo único que pedía después de que no estuvo allí cuando sufrió el aborto por tener que ver cómo lo torturaban?
Y con todo eso, la actitud de Blaise le dolía todavía más. Desde que era niño, Theodore se la había pasado horas tratando de buscar formas de aliviar la soledad de Blaise, de no soltarlo en la oscuridad de sus vidas ni siquiera cuando él mismo no se hallaba. Y Blaise se había aferrado a él como un naúfrago a un bote, llorando con él lo más bajo que podía porque no quería molestar y mirándolo desvalido cuando le suplicaba en silencio que no se fuera, al notar que Theodore estaba a punto de renunciar a todo haz de luz o libertad.
Después de enterarse del aborto de Arian y después de que ella le dijera lo que Blaise había hecho, él lo había observado para saber qué estaba pensando y sintiendo su amigo. Y aunque no pudo poner en palabras lo que había visto, instintivamente supo que tenía que abrazarlo porque, por muy muerto que Theodore se sintiera, sabía que si no lo abrazaba, Blaise no podría seguir. Y, la verdad, él tampoco estaba muy seguro de poder. Les dijo que necesitaba tiempo para estar solo pero no fue a su cuarto en la Mansión ni tampoco se aíslo en sus lugares particulares.
De hecho, fue a ver a Draco y le contó todo. Y Draco y él se acabaron una botella completa de whisky de fuego, trago tras trago, él en completo silencio, y Draco diciendo chistes malos para tratar de fingir que reía en lugar de llorar. Al final Draco brindó por la memoria de su hijo muerto antes de nacer en realidad y Theodore se levantó cuando su amigo se desmayó, para volver a la calle. Estaba lloviendo y se fue por senderos poco transitados.
La habilidad de Draco de tocar sus fibras más sensibles era lo que él había ido a buscar y aquel brindis fue lo que necesitaba. No lloró nada, porque estaba demasiado reseco, vacío y helado para eso, pero al final vino algo parecido a la ira y la recibió con el alivio de sentir algo, lo que fuese. Luego empezó a pegar con los puños la pared más desigual que encontró hasta que sus nudillos sangraban y sintió que uno de sus dedos se había roto.
Sólo entonces realizó un hechizo de Aparición y se desplomó en su cama para abrir la boca y gritar en desgarrado silencio, como siempre que su padre encontraba una forma creativa más de joderlo. El odio que sentía por aquel hombre era incluso mayor que el que sentía por Voldemort, y el desprecio que a veces sentía por si mismo en su impotencia, frustración y dolor.
Al día siguiente buscó una misión rápida y dolorosa para descargar su furia y no le contó nada de eso a Blaise, Draco ni mucho menos a Arian. Lo que menos necesitaba su mujer -él nunca usaba el término "novia" en su cabeza, ya que le parecía completamente inadecuado... así como no pensaba en Arian como Blackthorn desde su primera vez en Hogwarts.- era saber que se había desmadrado las manos y bebido hasta la inconsciencia.
Sin embargo, con todo y ese desastre en su vida, jamás imaginó lo que Blaise estaba atravesando. Claro que sabía que Blaise estaba enamorado de él, y claro que nunca se sintió a la altura de dicho amor y sí, por supuesto que llegó el día en que notó que su mejor amigo y hermano de toda la vida estaba también enamorado de su mujer, pero no cometió el error de creer que Blaise haría algo al respecto y supuso que, si él, un pobre diablo nada más con suerte, había encontrado a Arian, Blaise localizaría eventualmente a alguien muchísimo mejor que de todas formas tampoco lo merecería.
Porque Arian tenía toda la razón: para Theodore, Blaise era sagrado y él daría la vida por él con tanta facilidad como por Arian o Skadi.
Theo no sabía si podía seguir viviendo con esas verdades en su mente. No había nada que pudiera negarle a Blaise ni ahora ni nunca pero, ¿Cómo satisfacer su necesidad? Quería hacerlo, Blaise lo necesitaba y él siempre había estado ahí para hacer lo que fuera posible e intentar lo imposible pero, ¿Qué podía hacer él en contra de sí mismo?
Arian no se enteró pero la decisión que él tomó y la libertad que él le dio a ella no fue fácil de alcanzar. Accedió a aquello por amor y por total convicción pero en su interior, algo primitivo y brutal se resistía a la idea de Arian durmiendo con otra persona, no importando si era hombre o mujer. Theodore se horrorizaba de lo que llamaba egoísmo pero el sentimiento lo consumía sin que pudiera hacer nada por evitarlo. Se lo tragó, por supuesto, como todas sus otras dolencias, y enfrentó la situación con nobleza, pero la noche acordada permaneció en vela, los ojos azules con las pupilas dilatadas y un asomo de tormento en su propio mar.
Antes de eso, sin embargo, encaró a Blaise. Lo hizo no porque tuviera que hacer declaraciones fuertes, sino porque sabía que si no lo ponía al tanto y lo convencía, Blaise jamás lo permitiría. Así era él y Theodore lo amaba por eso.
Era un bendito bastardo. No había nada malo en él... a excepción de su madre, quien lo había dañado.
- Hola- saludó Theo cuando vio a Blaise con su radio mágica. El otro mago lo miró sólo de reojo, estaba ocupado.
- Te ves horrible- dijo como si nada.- Deberías dormir un poco. Lo necesitas.-
- Lo haré.- aseguró Theodore con un fingido tono de desparpajo y se sentó junto a Blaise, obligando a sus instintos a ceder y tocarlo más de cerca que otras veces.
Blaise no se movió: No eran extraños y el amor no es motivo de separación.
- ¿Vienes a decirme cuánto lo sientes?- asumió- Porque no lo necesito: ya deberías saber que yo no lo siento.-
Theodore sonrió pese a todo: los mecanismos de defensa de Blaise le eran tan familiares como su propio dolor.
- No hago cosas inútilmente, ya deberías saberlo.- repuso.- Vengo a hacerte entrar en razón.-
Blaise lo miró con cierta curiosidad pero sin ningún interés.
- Te amo, Blaise.- dijo Theodore con sencillez.- Lo he hecho desde que era niño y nunca he parado ni pararé. Quisiera darte lo que quieres y siempre he querido hacerlo y sabes bien que no es por falta de intención que no lo he hecho. Pero también sabes por qué nunca he alentado tus expectativas: Mereces un amor completo y desenfrenado y mucho sexo estupendo y yo no puedo dártelo como es debido.-
Aunque no se lo dijo, Theodore sintió el cuchillo de la misma forma en que Blaise lo sintió, porque advirtió cómo se iluminaban sus ojos ante su desusada demostración de sentimientos sólo para opacarse por el resto del mensaje. Y siguió adelante porque si Blaise sufría para que él fuera feliz, demonios que él también podía si eso podía aliviarle al menos un poco, aunque no fuera exactamente como él deseaba.
- Yo no puedo.- prosiguió Theo.- Pero Arian sí. No he venido aquí para repetirte cosas ya sabidas ni para decirte que lo siento, sino a confiarte todo lo que tengo, como he hecho siempre y seguiré haciendo. A ella no puedo confesárselo pues me avergüenza pero eres mi hermano y jamás te he mentido, ni siquiera respecto a mi único amor, así que te lo diré: He accedido a lo único que puede demostrarte cuánto te amamos los dos y con ello pago mi parte justa de este dolor, porque Arian me es más preciada que el aire que respiro y aunque te amo como lo hago, me angustia la sola idea de pensar en ella con alguien más, sea quien sea. Entonces, necesito que entiendas lo que estoy haciendo y más que nada, lo aceptes. Porque si esto no te convence de que realmente te amo y necesito en mi vida, no sé qué puede hacerlo.-
- ¿De qué estás hablando?- dijo Blaise, de repente muy alerta y desvanecida ya la fachada de aparente tranquilidad.- ¿Qué has hecho?-
- Lo que debe hacerse.- respondió su amigo con calma, poniendo su mano en el hombro de él un instante y haciendo las paces con lo asumido.- No me hagas ponerlo en palabras porque el hecho será mejor de lo que yo pueda describir jamás.-
Blaise quiso contestar, pero Theodore lo besó en la frente del mismo modo que hace muchos ayeres, él besó a Arian.
- Bendito seas, amigo mío. - Y con una sonrisa pícara a pesar de sí mismo, continuó- Y créeme, lo serás.-
Y así Theodore dio su bendición para el único sueño de Blaise que jamás pensó se haría realidad, ni a medias ni por completo.
Una noche. Entera. Y mientras Theodore se consumía en su habitación y miraba a la nada con un encantamiento -innecesario- insonorizador en la puerta y ventanas, todo fue puesto en marcha.
...
Blaise atesoró el recuerdo de lo sucedido aquella velada con el mismo amor que sentía todo el tiempo por Theodore y Arian. Al contrario de lo que pensó, fue mucho más fácil aceptar aquel trato de lo que pensó que sería, porque Theodore había sido honesto con él y Arian tuvo razón todo el tiempo. Pero, pese a lo emocionado que se sintió, Blaise se prometió a si mismo que sería la única vez que haría algo parecido. Tomaría aquella oportunidad para aprender a amar y ser amado y después dedicaría el tiempo a curar para que aquel amor no se volviera una maldición que hiciera un Mal. Y de hecho, se habría apegado a aquella promesa si Arian hubiera sobrevivido aquel nefasto día en Australia.
Empero, no podemos adelantarnos a los acontecimientos. Entonces, sólo había una mujer que Theodore amaba y sólo una mujer lo amaba a él con locura.
Y Blaise amaba a ambos con todo su corazón. Así que, con el corazón latiendo fuerte en su pecho, él la esperó.
Arian puso el mismo cuidado en su arreglo personal para aquello que para cualquier otro momento con Theo, solamente que nunca se sintió tan tímida en su vida como ese día, en que entró a la habitación privada de Blaise ataviada con un vestido de cóctel de color plateado y unas zapatillas finas. Ella había pasado el suficiente tiempo con su mejor amigo para conocer sus gustos y resolvió concederle esas pequeñas cosas porque eran la mejor manera de hacerle saber que no era ni una obligación ni una imposición lo que estaba haciendo, sino que podía dedicarle el mismo cuidado a esa expresión de afecto que a las muchas otras que los dos tuvieron durante su larga relación.
Y Blaise se permitió disfrutar de la vista que se le ofrecía. Arian llevaba los cabellos contenidos por una diadema de diamantes pequeños y elegantes, aretes perlados largos y el escote de su vestido en forma de corazón. Su vestido era lo suficientemente largo para esconder parte de las zapatillas pero éstas podían verse a cada paso que ella daba. No llevaba maquillaje realmente, pero tenía las pestañas rizadas y un ligero rubor natural en las mejillas. Al entrar a la habitación lo hizo despacio, y él pudo notar que estaba nerviosa, aunque no por disgusto precisamente.
Ella mojó sus labios pasando su lengua por ellos y Blaise sintió una oleada de deseo. Él estaba vestido de pulcra etiqueta, llevaba guantes y fue con un gesto ceremonioso y conmovedor que le ofreció una copa de champán y le despertó una honesta sonrisa que la tranquilizó un poco: Blaise siempre le había dicho que las cosas importantes deben celebrarse con un brindis y la diferencia entre cómo lo decía él y Draco es que Blaise jamás tomaba una copa de más y concedía importancia a todos los pequeños detalles, algo que sabía que a Arian le gustaba.
En consecuencia, ella aceptó la copa y la alzó celebrando por ellos y luego usó su otra mano para tomar una de las de él mientras brindaba y bebía. Ambos se miraron largamente mientras crecía una sensación ciertamente algo mágica de expectativa y los dos dieron un paso y se congelaron. Rieron al unísono también, restándole importancia a sus miedos y dudas y Blaise fue el primero en atreverse en acariciar cariñosamente el cabello de su acompañante, quitándole con reverencia la diadema.
- Aprecio que estés aquí.- le dijo con dulce honestidad.- Y no necesitas ornamentos para venir a mí. Sabes que eres hermosa tal y como eres y ninguna joya puesta o retirada puede restarte belleza alguna.-
Él sintió satisfacción al verla ruborizarse y bajar la mirada con tímida coquetería. Era agradable saber que ella si podía turbarse ante su presencia y que confiaba lo suficiente en él para bajar la guardia incluso aunque ni siquiera se habían tocado. De alguna forma aquel acercamiento era más importante que el beso que él pudiera haber conseguido de ella en segundo año y por primera vez desde el incidente, Blaise agradeció a la vida no haber conseguido lo que quería de ese modo.
- Ari- dijo entonces- ¿Me dejas besarte?-
Ella no respondió con palabras: Asintió y esperó. Y entonces él acortó la breve distancia que los separaba, puso su mano debajo de su barbilla para que lo mirara y la besó con la delicadeza de un príncipe, alargando el beso lo más que pudo, disfrutando cada instante, guardando en su memoria su sabor y hablando el lenguaje del amor de la manera más suave, porque sería su única oportunidad de expresarle lo que siempre sintió y por una vez, no tener que callarse.
Blaise tenía muy claro lo que quería aquella noche y definitivamente no quería ser un macho dominante peleando por su puesto en el corazón de la chica que le gustaba. Sabía de sobra que aquello no era una competición y no era ningún tonto, sabía que aunque lo fuera nunca tendría oportunidad ni ninguna ventaja ante Theo, que Arian amaba más allá de toda razón o límite.
No se trataba de eso: Blaise quería creer que si aquella noche significaba todo para él, tal vez significaría algo para ella, que podría ser un recuerdo en la memoria de la muchacha que podría guardar por lo menos con el afecto que sustentaba su confianza y su vínculo. Sinceramente quería lograr al menos eso y no era por medio de la pasión desenfrenada que él quería intentarlo.
Así que cuando aquel beso terminó, Blaise se lo dejó en claro:
- Arian, no tienes que hacer esto si no quieres. Sé que piensas que me lo debes y que crees que no sabré que me amas a menos que lo sienta de este modo pero te pido que no tomes una decisión como ésta a menos que así lo desees. No soy Theodore y nunca he querido serlo.- Sonrió mientras acariciaba su mejilla.- Mi deseo siempre ha sido verlos juntos y felices y permanecer a lado de ambos para ser feliz a mi manera. Si tú no estás segura de esto, o sientes la más mínima incomodidad, te digo ya que no tenemos que seguir. Podemos hacer cualquier cosa y será especial para mí, lo juro. Podríamos bailar o platicar e incluso podemos fantasear con todos los detalles de tu boda y nos permitiremos soñar juntos con el futuro aunque mañana no sepamos si viviremos o no.- Blaise la abrazó.- Nunca te obligaría a nada, lo sabes.-
Arian apoyó la cabeza en su pecho y depositó una de sus manos encima de dónde estaba el corazón de Blaise. Se quedó callada unos minutos y ambos disfrutaron de la compañía del otro en apacible silencio. Luego, ella habló.
- Sé que no eres Theodore, Blaise.- alzó los ojos y el rostro para que Blaise, más alto, aún así pudiera distinguirla perfectamente.- No estoy aquí por eso. La verdad es que... quiero estar aquí. Al principio estaba nerviosa pero no es por lo que tú crees. Yo sólo... es que siempre has sido tan guapo, Blaise. La verdad es que me pareciste atractivo desde que te conocí y no sé qué hubiera pasado si Theodore no llegara a aparecer... pero ni siquiera ese es el punto. Te he visto seduciendo faldas y pantalones desde que éramos niños, y todavía no puedo creer que después de todo ese tiempo no comprendas que todo en ti es tan condenadamente hermoso. No estoy hablando de tus rasgos físicos, que también.- Arian rió flojito.- Es sólo que eres un tesoro todo el tiempo. Al principio me dejé llevar por tu apariencia seductora y no confiaba en ti pero cuando me dejaste conocerte, me sorprendí al entender que tu belleza interior es todavía más deslumbrante. Y esos gestos tuyos, los auténticos... tu risa, tu forma de hacer sentir mejor a la gente. Toda esa sensibilidad, esa manera tan tuya de amar... ¿De verdad crees que tengo que esforzarme? No es por Theo que estoy así de nerviosa, es que haces que me tiemblen las rodillas. Theodore va a burlarse de mí si lo sabe, así que no se lo cuentes.- Arian soltó su propia risa, la risa que Theo y Blaise sabían que pertenecía a la lluvia y al viento.- Me alegro de que hayas aceptado. Al principio tenía miedo, pero, ¿A qué tengo que temer? ¿A ser más amada? ¿A amarte como te mereces? Theodore se lo está perdiendo. - Arian suspiró.- Quisiera que pudiéramos amarnos los tres, porque es la única cosa en el mundo que no sobra: El Amor. Ninguno de nosotros ha sido muy apreciado en la vida, pero hemos sido afortunados: Nos encontramos cada vez incluso en la más profunda oscuridad.
Arian calló una vez más y luego usó sus dedos para recorrer el rostro de Blaise como si lo estuviera leyendo Braille. Blaise atrapó los dedos con su boca y disfrutó la sensación del contacto y la breve sensualidad compartida. Luego hizo la pregunta obligada:
- ¿Estás segura de esto? Porque admito que te odiaré un poco si me detienes después.-
Por toda respuesta, Arian se volteó y alzó su cabellera para que Blaise accediera a la cremallera del vestido.
- Sigue. Porque admito que te odiaré un poco si no continúas lo que empezaste.-
Con una sonrisa, Blaise bajó lentamente aquel cierre.
