Blaise bajó el cierre de la cremallera del vestido con más cuidado que el diseñador de la prenda, admirando la cremosa piel de Arian mientras realizaba el gesto. A esa cercana distancia podía percibir que su respiración se hacía más entrecortada, ya fuera por el tenue frío de la noche o por la emoción contenida. Despacio, con mucho tiento, fue retirándole la prenda con la reverencia adoradora a su culto y ella misma puso de su parte para que la prenda desapareciera. Para el deleite de él, que amaba recrearse en cosas sencillas, ella llevaba ropa interior, muy elegante, pero fina, obviamente escondida para ser vista.
Y eso hizo Blaise tras quitarle el vestido, con un gesto le pidió que se colocara frente suyo. Debajo de la luminosidad de su traje tanto el sujetador como las pantaletas eran de encaje y mostraban con delicadeza lo que otras prendas tratarían de tapar.
Para su sorpresa, ella vestía su misma sonrisa encantadora, como si, a pesar de toda la inusual naturaleza del momento, aún pudiera encontrar dentro de sí misma el tintineo de su serenidad y confianza. Blaise bailó solo alrededor de ella, mirándola y apreciándola al ritmo de su respiración. La deseaba tanto que sus manos estaban suplicándole que las llevara hacía delante, donde el contacto con la novia de su mejor amigo quizá calmaría su desértica sed. Empero, era su intención llevar las cosas con mucha calma, así que se acercó para despeinar suavemente su cabello, acariciándolo y liberándolo de toda formalidad.
- Blaise...- la oyó con el susurro gatuno que conocía de otras veces, de otras muchas veces donde no se había dirigido a él.- Bésame. Déjame sentir que pierdo el aliento contigo... no soy de cristal.-
Zabini sonrió, admirando la manera tan concreta que tenía Arian de definirse, el cómo, a pesar de todo, seguía sin someterse a ninguna voluntad, no por falta de sentimiento, sino por un gran aprecio de su propia naturaleza. Ante semejante declaración le costaba tratarla con todos los honores, sin embargo eso era algo que él quería, porque sabía que todavía tenían suficiente tiempo para enloquecer de forma ciertamente deliciosa.
No respondió, solamente paseó la curvatura de sus codiciosos labios por sus sienes y atacó con suavidad una de sus orejas, usando su aliento para calentarla por dentro, mordisqueando para subir su temperatura hasta que oyó uno de sus -familiares- gemidos. Sin pena succionó el lóbulo de su oreja hasta quitarle con habilidad el costoso arete que le robaba la vista de aquella oreja que volvió a recorrer para dedicarle tiempo a su cuello y a su barbilla, hasta que con los ojos cerrados y todo el tacto del mundo encontró su boca que besó con la golosa necesidad de un amante muerto que necesita resurgir de lo más profundo de sus cenizas.
La oyó suspirar como el mar al que correspondía su habitual risa y luego jadear cuando él, sin previo aviso, hundió en su cuello sus dientes, provocándole un doloroso placer que luego atenúo lamiendo la herida y haciéndola concentrarse en los placeres de su otra oreja. Mientras hacía esto la estaba sosteniendo entre sus brazos y ella dejaba caer su cabeza en sus manos, cuyos dedos se entremezclaban con su cabellera oscura.
- Blaise...- susurró otra vez Arian, suspirando con el tono urgente de su propia necesidad. El aludido la empujó levemente a la pared más cercana y mientras ella se sostenía en el dintel, jugó con su ropa interior hasta que Arian no soportó más el calor y al notarlo él la despojó de la misma.
- Tenemos toda la noche, pero ¿Quién dice que debe haber un solo final?- le susurró él al oído y sin desnudarse en lo absoluto pero libre de la zona importante, la tomó como ella le pedía, su propio ser un cúmulo de sensaciones indescriptibles.
Mientras Arian se dejaba llevar, tomó el control de parte de la situación y se aferró con sus uñas a su espalda, dejándole marcas a su amante y olvidándose de cualquier culpa que pudiera haberle surgido. Las embestidas de Blaise eran más contundentes y también más violentas que las de Theodore como si Theodore jugara todo el tiempo con ella para permitirle ganar la contienda, mientras que Blaise exigiera llegar a todos los niveles desde la primera batalla. Blaise no perdió un solo minuto el ritmo de su vaivén a pesar de que también estaba concentrado en apoderarse de sus labios y deshacerlos a besos ambiciosos, sin importarle lo más mínimo que ella lo hubiera ya despojado de la peor manera de la ropa de su torso o que ambos se estaban volviendo salvajes pese a que aquella no había sido su primera intención. En realidad, lo único que Arian había querido es que Blaise fuera un poco más rápido pero poco esperaba que él lo tomara tan literal.
De hecho, Blaise no estaba cansándola, sino encendiéndola. No era una experiencia que pudiera llevar a su propio conocimiento de lo que estaban haciendo pero lo estaba disfrutando y mucho.
Arian buscó con su lengua el rostro de Blaise y empezó a hacer la búsqueda de cada uno de sus rasgos. Ambos estaban peleando por el control del ritmo y ambos se derretían de placer mientras se besaban a mordiscos y se sostenían mientras se liberaban.
- Vólteate.- dijo Blaise de repente, y en sus ojos había una llama que Arian jamás había contemplado hasta aquel momento. Despertó una parte de sí misma la guturalidad de su orden y obedeció mientras las habilidosas manos de Zabini lubricaban la zona que deseaban conquistar. Todo aquello fue empezado por amor, pero no sólo hay distintas formas de amar, también hay sentimientos y emociones despertadas entre un hombre y una mujer incluso si no son almas gemelas. En consecuencia, Arian gritó de éxtasis cuando él la penetró por detrás y aunque fue doloroso al principio, también fue satisfactorio. Ella estaba tan asediada que todo su cuerpo desnudo estaba pegado a la fría pared pero el contraste de la elevada temperatura con su cintura, sus caderas y su trasero la estaba volviendo loca, necesitando más, queriendo más.
Y mientras lo iba suplicando, las manos de Blaise ya la sostenían por la cintura y una de ellas se deslizaba hacía su clítoris, donde dejaba de lado las promesas y despertaba en ella un fuego largamente dormido en los últimos tiempos. Sin embargo, tras alcanzar el clímax, Arian lo miró con los ojos oscuros llenos de miles de promesas y dijo:
- Mi turno.- Sin darle tiempo a Blaise a decir nada más, fue ella quien empezó a arrastrarlo hacía la cama, donde lo obligó a acostarse mientras ella estaba encima. Fue Arian quien lo despojó por completo de los pantalones y quien golosamente se apoderó de su miembro, jugando con él como si estuviera saboreando un helado de un sabor especialmente recreativo. Blaise fue quien empezó a gemir como un poseso, mientras sus manos acariciaban la cabellera de ella. Empero, al notar Arian que él estaba a punto de explotar, movió su lengua hacía la ingle de él, y después lo montó con un gemido. Ella cabalgaba como un montaraz y el movimiento hacía que Blaise pudiera admirar de cerca sus hermosos senos y la rojez absoluta de su rostro enfebrecido.
Había alegría en los ojos femeninos y la corta risa hizo que Blaise estallara en pasión y amor a partes iguales. Arian gritó al unísono y siguió cabalgándolo después de que pudiera sentirlo dentro de ella. Ambos recobraron la respiración mientras ella se movía con cada vez más control pero Blaise no estaba por la labor de detenerse.
La obligó a tenderse a su lado y peleó con sus piernas para encenderla y encenderse, y en cuanto lo logró la hizo encoger las piernas y los muslos hacía arriba para tener más acceso a su su vagina. Allí empezó otra vez el baile, aunque esta vez ella estaba permitiendo que él hiciera un poco más de trabajo y tenía los ojos cerrados para disfrutar más la experiencia. Blaise se concentró en el movimiento que señalaba la vida y memorizó la imagen de una excitada Arian antes de sostener su posición dentro suyo y empezar a juguetear con sus senos, mientras ella cerraba las piernas para sostenerlo y obligarlo a permanecer en esa posición.
- Dos por dos, Blackthorn.- la voz de Blaise sonaba adormecida y cansada y los ojos de ella eran puros al mirarlo.-
- Déjate venir, Zabini.- La voz femenina era cristalina.- Ya hemos jugado tu juego, ahora juguemos el nuestro. ¿Quieres saber cómo es sentir amor?-
Blaise seguía montándola con lentitud, casi sin moverse porque ella no lo dejaba. Pero sentía que, aunque se había vuelto el jinete y ella la yegua, era ella quien sabía lo que hacía. Ni una sola vez él se había detenido a mirar si Arian conservó las cicatrices del aborto y ella no le había dicho si sentía dolor o no. Pero la mirada de su amiga era límpida y no estaba afectada, ni parecía sentirse culpable o apartada del tiempo y espacio. Al contrario, existía una clara determinación en esos ojos cristalinos y sentía sus manos de una forma tranquilizadora en su nuca.
- Sí-.- dijo, con una seguridad que igualaba a la suya.- Enséñame.-
- No te muevas.- pidió Arian en voz muy baja y empezó a hacer un movimiento circular con sus caderas que lo revitalizó y su primer beso, pequeño, casto, fue en la frente. No hubo más palabras, pero Blaise podía entenderla mejor que eso. Aquel primer beso era: "No tienes la culpa de no saber qué es el amor".
El segundo beso fue dado en su párpado derecho. En él, Blaise sintió claramente "Tú eres y siempre has sido por tí mismo, sin importar la influencia a tu alrededor". El tercer beso fue dado en el segundo párpado, con el mensaje "No hay nada malo en ti y ni Theo ni yo pensamos diferente al respecto".
El cuarto beso fue dado en su nariz: "Puedo encontrarte sexy más allá de cualquier amor porque forma parte de tu encanto". El quinto y sexto fueron dados en los pómulos: "Sabes que te agradezco tu propio amor hacía el hombre de mi vida".
El Séptimo fue hacía sus labios: "Así como te amo hoy y espero entiendas ese amor, espero que otros te amen de esa manera y les permitas llegar".
Arian deslizó su nariz en la barbilla y el cuello de Blaise y plantó un beso ligero en su garganta: "He escuchado tu corazón y éste necesita ser expresado a través de tus palabras".
Las manos de ella se deslizaron por los hombros de Blaise por sus hombros y luego por el pecho de él. Ella, sin dejar de moverse, tomó entre sus labios el pezón izquierdo de Blaise: "Tu sensualidad no tiene qué temer ni de qué arrepentirse y debes hacerla sentir bienvenida incluso si los otros no son capaces de apreciarla". Blaise gimió, deseoso de más y ella hizo lo mismo con el otro pezón, sólo que su mensaje correspondía a "Muchos te hemos amado, pero si tú no te amas a ti mismo, no habrá poder que pueda hacer llegar a tu corazón nuestro amor".
Blaise se incorporó un poco y Arian lo imitó, aunque lo que estaba haciendo era besar, lamer y chupar cada parte de la piel morena que se le ofrecía. Después consiguió que él fuera cediendo su cárcel hasta que ella estaba arriba de nuevo. Pero, incluso en esa posición, ella se estaba dando a sí misma con la misma dedicación que cuando estaba abajo.
Danzaba más que cabalgar ahora y sus movimientos sinuosos eran como los de la serpiente que había aprendido a imitar. Blaise se dejó llevar ahora y dejó que los brazos de ella comulgaran con los suyos hasta que ella tomó las manos de él en las suyas y se pegó a él mientras buscaba de forma natural que ambos cuerpos estuvieran juntos y receptivos. Entonces Blaise tomó las riendas de nuevo sólo que esta vez era su corazón el que estaba decidiendo y no su arraigado instinto sexual.
El orgasmo de Arian fue entonces liberador y fresco como la brisa matutina y su grito el de una gaviota en pleno vuelo y ambos yacieron en la cama de Blaise por largos minutos, juntos y abrazados. Blaise entrelazó sus dedos con los de Arian y ambos se dejaron llevar por la modorra del cansancio de sus ahítas extremidades.
- Voy a extrañar esto.- dijo Blaise.- Sin embargo, no tengo ningún arrepentimiento. Ha sido mejor que cualquier sueño que haya tenido.-
- No te preocupes.- dijo Arian.- Un día, llegará alguien que será mejor que cualquier cosa que Theo y yo podamos darte. Y será tan grande que nunca más sentirás necesidad de estar con nosotros, sólo querrás estar cuando nos puedas soportar.- Ella sonrió y Blaise, en un gesto amistoso, despeinó su cabello.
- No creo que pueda haber personas más extraordinarias que ustedes.- dijo, con cierto realismo.- No me malentiendas.- la paró cuando vio la expresión de su amiga.- Creo que ahora estoy en paz y puedo continuar con mi vida, incluyendo la sexual y sentimental. Pero incluso si me caso y tengo hijos o simplemente tengo un novio y viajo a la luna, eso no podrá desterrar lo que siento por uds. De alguna manera, Theo siempre ha sido mi áncora, lo único que me hace sentir real. Y tú eres tan él y a la vez tan tú que no puedo menos que quererte. Pero, pese a que al principio te quise porque eras de Theodore y él tuyo a ti también te amo por quien eres más allá de eso. -
Una pátina de tristeza descendió a la brillante mirada de su amiga, quien lo besó.
- Ojalá pudiera hacer más.- se disculpó.-
- Haz hecho lo que debías hacer.- Blaise coincidió con Theodore.- Y seguiremos haciéndolo hasta que el alba salga...pero sin forzar nada. Sin esperar nada. Al fin y al cabo, hay cosas que no podemos cambiar o transformar, no sin pagar precios.
- Me pregunto...- Arian miró al firmamento.-
- ¿Si?-
- Hemos ahorrado y hemos gastado, hemos luchado y nos hemos escondido... me pregunto qué será lo que nos pidan cuando haya que pagar.-
Blaise suspiró.
- Mañana, ¿Vale? No puedo hablar de eso ahora.-
Su interlocutora asintió mientras su sonrisa se volvía curvilínea.
- Empecemos de nuevo, entonces.-
Y así pasó, toda la noche.
...
Era ya plena mañana cuando Arian llegó a las habitaciones de Theodore. No se había molestado en ponerse encantamientos desilusionadores porque Terence y sus "amigos" seguían fuera y ni Skadi ni Narcisa eran personas que osaran entrometerse en la intimidad de nadie. Narcisa misma no sabía nada de las relaciones de su hijo Draco o de sus dos "hijos" adoptivos, ya que su precepto y uno muy sabio en compañía de expertos legeremantes era "Lo que no se sabe, no se puede decir.".
Aunque Narcisa misma era una consumada oclumántica que sabía muy bien esconder sus verdaderos secretos de la habilidosa legeremente Bellatrix, Narcisa sabía que todos los escudos fallan cuando hay un castillo detrás a conquistar, así que prefería estar "ignorante" de la realidad sobre las relaciones de los chicos, sobre todo porque sabía que ninguno había escogido a alguien "peligroso" como pareja. Y Skadi, aunque sabía todo sobre todos ellos, no era lo suficientemente respetada por su esposo para tratar de arrancarle "la verdad" a golpes, con varita o sin ella. El disfraz de la señora Nott era mucho más complejo que todo eso, y lo cierto es que su capacidad de supervivencia era tan grande que era muy capaz de asesinar a sangre fría, aunque Terence no lo entendiese así. La única razón por la cual Skadi no había hecho desaparecer a su marido igual que Galatea con cada uno de los suyos ya hacía muchos años que no tenía nada que ver con el amor: El señor Nott había puesto cadenas de sangre y magia oscura en su esposa y en su hijo, de modo que sus destinos estuvieran ligados al suyo. Y aunque a Skadi no pudiera importarle menos su vida, sabía que cada movimiento hecho por ella misma era una retribución cobrada más tarde a Theodore.
Sólo había dos secretos, empero, que Skadi cuidaba con su vida: Uno, era el amor de Blaise. Y dos, el amor de Theodore. Blaise tenía siete años cuando Skadi se dio cuenta de la verdad y Theodore le había contado lo propio el verano siguiente a su segundo año en Hogwarts. Y entonces Skadi había lanzado un inmenso agradecimiento a los cielos, por ambos. Por duro que sonara, Skadi prefería que Blaise amara a Theodore en lugar de cualquier otra persona y saber que Theodore había encontrado su alma gemela la llenaba de una paz y una férrea voluntad para vivir como nada de lo que consiguieron ninguno de los dos aparte de eso consiguieron.
No malinterpretemos: Skadi no apreciaba que Blaise estuviera enamorado de Theodore por egoísmo. De hecho, el sentimiento de alivio de ella no tenía absolutamente que ver con algo egoísta. En realidad, Skadi se sentía agradecida porque no había nadie más consciente de lo que es recibir dolor de alguien que amas tan profundamente y quien debería quererte más que su propio hijo. Los demás podían "imaginar" lo que Theo sentía por el abandono, maltrato y tortura de su padre para con él pero Skadi lo sabía, ¿Y cómo no iba a hacerlo? Si existían culpables en esta historia, Skadi se consideraba una de ellos. No sólo había permitido que Terence hiciera lo que quisiera con ella una vez que ambos se casaron, sino que además se había negado a huir de su casa (o al menos intentarlo) cuando se enteró que estaba embarazada. En su lugar, pasó más de una década sufriendo los tratos más degradantes, su autoestima hecha pedazos de un modo totalmente impensado hasta que llegabas a conocerla. Skadi se fue quedando sola paulatinamente, primero sin familia, luego sin amigos ni amigas y después, sin el marido que creyó "conocer" y "amar".
Las únicas personas que conservó al lado fueron aquellas que su marido aceptó que estuvieran allí y de esas no había nadie más con quien pudiera hablar que con Narcisa. Y, ¿Cómo creen que se sintió la señora Nott cuando advirtió la soledad de Blaise y el infame comportamiento helado de su madre para con él? Skadi adoptó a Blaise tan rápido como lo hizo la propia Narcisa y entre las dos protegieron al chico de lo peor de su infancia. Pero haberlo querido no significaba haberlo curado y Skadi temía, con mucha más razón que nadie, el día en que Blaise empezara a buscar el amor que no tenía en casa en otros sitios. Además, Skadi sabía la verdadera naturaleza utilitaria y ególatra de Galatea Zabini y temía también el verdadero uso que querría hacer ella cuando el niño dejara de serlo y pudiera prestar "servicios" más agradables a su cohorte de hedonistas sin moral ni escrúpulos.
Narcisa misma sentía la impotencia de su amiga y cuando Theodore nació, la vida de Skadi fue la imprenta de todas las pesadillas que soñaba haciéndose realidad una tras otra, ella sacrificándose cada vez más por un daño que en realidad no estaba en sus manos evitar. Ni Blaise ni Theodore, ni mucho menos Draco que nació después, tuvieron la menor idea de las miles de ocasiones en que Skadi prorrumpió en llantos desesperados entre el abrazo de su única amiga verdadera, en los únicos momentos donde se permitía a sí misma "ser débil" y demostrar su desesperanza, angustia y depresión.
Sin embargo, cuando Skadi supo que Blaise y Theodore se querían, cada uno a su manera, el alivio si la alcanzó hasta cierto punto. Ella misma fue quien ayudó subrepticiamente y con cuidado a Theo a amar a su manera a Blaise para que Theo jamás se aprovechara de semejante sentimiento y Narcisa apartó lo más que pudo a Blaise del horrible camino que le dejaba su madre en suerte.
Y cuando Draco nació, y Narcisa empezó a comprender realmente cuánto se puede llegar a temer por un hijo biológico, propio, fue Skadi quien tuvo la fortaleza para protegerlos a todos. Y así como su hijo se hizo más grande al cuidar a otros, Skadi creció en fortaleza al resistir todo lo que se viniera encima con tal de hacer feliz a todos y cuidar a su debilitado hijo por encima de todo.
La llegada de Arian, sin embargo, llenó a Skadi de un mundo nuevo lleno de expectativas. Theodore le contaba mucho, aunque no todo, pero Skadi no necesitaba de las palabras de su hijo para darse cuenta de cómo el verdadero amor le había cambiado la vida. En su corazón bendecía la hermosa oportunidad que Arian Blackthorn le dió a su hijo y conmovida y aliviada también presenció el ligero descanso de su propio "hijo" adoptivo.
Con toda esa luz, resulta muy complicado decir lo mucho que sufrió también a su manera Skadi Nott desde que la Segunda Guerra Mágica empezara. No sólo es que Terence Nott se pusiera cada vez más violento, era la manera en que esa guerra estaba consumiéndolos a todos, despojándolos de toda humanidad. La luz a la que todos ellos aspiraron y que estaban perdiendo paso a paso los estaba dejando vacíos y todas las relaciones se estaban tensando a niveles insoportables.
De los grandes dolores en la vida, el peor para Skadi fue el aborto de su nuera. Ella misma no sabía cómo soportaba todo lo que le ocurría, hacía mucho que dejó de mirarse en el espejo para saber todo lo que había perdido y no se dedicaba ningún pensamiento a sí misma, ya que también era su modo de castigarse por lo que había permitido que ocurriera, aún así, aquel suceso la quemaba por dentro, porque, lo peor, lo había presenciado.
Al principio no entendió como Arian podía mostrarse tan destruida ante un suceso que no resultaba tan poco común. Nadie tenía que contarle a Skadi qué tan enfermo se puede uno sentir cuando torturan a alguien que amas, pero lo que la llenaba de la fuerza para afrontar todo hasta que se acababa y se escondía para bañarse en lágrimas de sangre y dolor, era saber que si aguantaba, lograría que Theo viviera un día más. Había enseñado a Theodore, Blaise y luego a Draco a hacerlo y todos lo aprendieron en menor o mayor medida pero Arian aquel momento parecía haberse olvidado de todo, hasta el punto en que tuvo que arriesgarse a sostenerla para que no se cayera.
Tampoco se le pasó por la mente lo que podría ocurrir cuando ella se desmayó en brazos de Blaise, pero se acordó mucho después de la sensación de irritación que experimentó: Por una vez, Arian no cumplía con sus expectativas. Era absurdo que estuviera al borde de derrumbarse cuando costaba tanto hacerlo.
Skadi estaba demasiado afectada para razonar pero eran todos esos sentimientos de dolor, ira, irritación, y agotamiento lo que hizo peor enterarse de la verdad. Ella pensaba que estaba curada de espanto hasta aquel momento en que se aferró a un pedazo de carne que "podría haber sido".
El llanto de aquella niña a la que debería estar tratando como su hija y no como una criminal era lo que más partía el corazón. Arian estaba llorando en lo más profundo de su ser una pérdida que iba más allá de su hijo no-nacido: Estaba en duelo por la pérdida de su integridad e inocencia, su desgarradora voz hablaba de su alma al ser cortado un pedazo de ella.
En aquel momento tan difícil, todas las quejas o recriminaciones que Skadi pudo haber proyectado en la novia de su hijo, recayeron nuevamente sobre ella. Se odió a si misma por no haber sabido comprender a Arian y se odió aún más de ser parte indirecta de todo aquel infierno que estaba matando a todos sin ninguna compasión o saciedad.
La señora Nott abrazó a la muchacha y atestiguó su llanto hasta que ella quedó demasiado cansada para seguir y se durmió.
Al apagar la luz, Skadi resolvió que Blaise estaba mejor así. Así él nunca sabría, jamás experimentaría cómo era fallarle de forma tan profunda y dolorosa a todo aquello que supuestamente debías cuidar, proteger y amar adecuadamente (y viceversa).
...
Theodore escuchó las pisadas que anunciaban la llegada de Arian. La cama estaba completamente deshecha y él había conciliado el sueño, por fin, muy tarde y en plena madrugada por lo que apenas consiguió dedicarle una rápida mirada y cerrar los ojos.
- Buenos días, cariño.- oyó la melodía en su voz como un suspiro acuático.- Si me haces espacio te abrazaré lo que resta del día... a menos que quieras hacer algo, por supuesto.-
- Suenas bastante jubilosa.- señaló Theodore.- Debe haber sido inolvidable... ¿Debería sentirme celoso?-
- Sólo si piensas que eso te deja en mal lugar.- la risa de Arian flotaba en su respuesta.- No seas tonto, lo que pienso es que deberías haber estado presente, la verdad. ¡Sería mucho más cómodo y menos formal! Si te conozco bien, probablemente estarás pensando si así te dejaré por tu mejor amigo, como si pudieras quitarte el corazón y seguir vivo o los pulmones y seguir respirando.-
Theodore se hundió más en la cama.
- No es para tanto.- murmuró y había algo oscuro y peligroso en la depresión que señalaba la respuesta que hizo que el rostro de su mujer se demudara.
- Mírame.- Theodore no se movió y Arian lo obligó.- Theodore Nott, mírame a los ojos.-
Ligeramente encolerizado, el mago accedió a mirarla. Ella lo hizo mirarla largo rato hasta que Theodore sintió como si una fuerza los uniera completos nuevamente y su amor por ella lo llenaba hasta a un punto tan sobrecogedor que casi lo hacía sentirse, agradablemente ahogado.
- No tienes una idea de cuánto te amo, Theo.- susurró la chica.- Podrían pasar por mi cama cientos de hombres y pretenderme algunas mujeres, podría venir aquí mismo un dios y comandarme la libertad de amar y aún así quedarías primero, siempre. Cada parte de mí, por pequeña que sea, está llena de ti. Eres mi corazón y mi cerebro y el motor de mi vida, la parte central de mi universo. Si tú mueres, yo muero. Si yo muero, preferiría que no me siguieras, pero sólo por el hecho de que puedes ser feliz incluso sin mí. ¿Por qué te torturas? ¿Por qué dudar de lo que siento, por qué tratar de que te odie? Mi amor gana a todo eso. Podrías esgrimir una espada y apuñalarme y eso no haría que te ame menos. Te devolvería la espada, claro, pero... ¡Deja de dudar! ¿Qué más quieres que haga para que lo entiendas? -
Sin previo aviso, Arian lo besó y había hambre en ese beso, un abismo que hablaba de muchas cosas, secretos que sólo los amantes de tanto tiempo pueden discernir.
- Te lo voy a demostrar, igual que hice con Blaise.- dijo ferozmente.- Pero debes saber que estoy enojada contigo... y te va a doler.
Theodore, incapaz de decir nada, agarró el río que era ella, y se sumergió.
Sentirla siempre sería mejor que pensarla.
Siempre lo supo. Y luego ella murió.
Y luego Hermione...
¿Pero qué tenía Hermione que Arian no?
Esa es la parte interesante, la que todos esperan, ¿No?
