Siento mucho la demora sobre este capítulo, este año 2020 ha sido devastador para mí y no ha terminado muy bien... pero no importa. 2021: Estoy de pie. El capítulo que hoy les traigo está lleno de drama y dolor, por mucho lemon que tenga después , así que...
Advertencia: Duelo, Intenciones Suicidas, Dolor. (La canción de hoy, es otra cosa, oíganla, es amor. Silvio Rodríguez, en general, lo es, puro, purititito amor... )
...
La muerte de alguien amado, quien sea su título o su lugar reservado, siempre deja en carne viva al corazón. Ese último viaje que es un descanso del dolor de este sitio terrenal para el que se va, es una aventura de agonía para aquel que se queda: el vacío que se deja no es nunca reemplazable. La vida sigue, claro y si bien ese vacío nunca se llena realmente, hay caminos nuevos que terminan por compensar lo que ha sucedido. Seguir adelante y resistir aunque no sientas fuerza es un mecanismo de defensa del ser: La vitalidad no puede contenerse eternamente.
Empero, hay personas cuyo deceso dejan un mar de angustia detrás de su ausencia y aún así consiguen, de algún modo, dejar su última voluntad atrás. No es que sea un don casual y quizá todos lo consiguen a cierto nivel... se necesita consciencia de tener los días contados para ello, eso es lo que creo. Cuando alguien muere, ¿Qué deja atrás? Supongo que los que no hemos muerto no lo sabremos nunca y sólo estarán conscientes los que dejamos en el camino. Quizá debamos cambiar la pregunta.
¿Con qué te quedas de una persona cuando ella se fue más lejos de lo que jamás podrás alcanzarla caminando o corriendo? ¿Cómo llenas la ausencia de una presencia de luz? ¿Vuelves a sonreír igual cuando el amor se fue sin decir adiós ni derramar lágrimas saladas? ¿Es suficiente el legado de lo que se vivió para decir que valió la pena vivir?
Quién sabe. Blaise Zabini, de hecho, nunca supo, si ganó algo tras la muerte de su mejor amiga. Cualquiera que conociera su historia pensaría que, al lograr que Theodore entrara en su cama y enfrentara sus miedos, sería alguna manera de sobrevivir. Que si Arian siempre dió su bendición y puso todo de su parte para que esto ocurriera, Theodore de alguna forma consiguió ser feliz con Blaise y que él entonces, a pesar del amargo precio, obtuvo lo que más deseaba.
Suena bien, el problema es que no fue cierto. La vida no es como la esperamos, ni cómo la imaginamos, deseamos o incluso la necesitamos. El existir es un viaje del que nunca sales bien librado y donde te chamuscas cuando buscas calor y te congelas cuando necesitas frío. Pese a todo lo que ya ha sido contado, podría decirse que el principio de esta historia comienza aquí, al final de un ciclo. Pese a las muchas ramificaciones de este relato, en el fondo, todos sabían que las cosas empezaron el día que Arian murió. El día en que todos perdieron algo sin saberlo, el día en que todo se fue a la mierda no por la chica muerta, sino porque aquel acto de brutal crueldad despojó a todas las serpientes de lo poco que les quedaba de integridad e inocencia.
Aunque hay muchos nombres que no se mencionan en esta travesía, lo cierto es que todos los que tenían su barco en Slytherin y navegaban en las frías y dolorosas corrientes de lo que era ser parte de la "élite" mágica, sabían perfectamente su parte de culpabilidad en una Guerra sin sentido de las que eran en parte responsables no por su origen sino por sus acciones en dicha contienda. Y aunque había aquellos que no se arrepentían, una cosa era saber que por tu causa cayeron enemigos... y otra muy distinta enterarte de la masacre de una familia que considerabas aliada, cercana... y sobre todo amiga.
No todos sacrifican o ponen en peligro las mismas cosas en este tipo de fenómenos. Hay muchos que salen sin cortes o sacrificios. Otros que ayudan para que haya igual repertorio de cobros, pagos y deudas. Y en medio de todo eso, hay personas a las que les debes la vida y cuando descubres que formaste parte de su destrucción, es como una muerte doble: la huella de tu honor y su irreparable desaparición. Ambas se pierden, por supuesto, pues, ¿Cómo pagar una deuda con quién ha fenecido?
Arian Nott, de soltera Blackthorn, murió a la edad de 21 años, el mismo día en que Terence Nott, padre de su esposo, la desafió a duelo y la venció con una Maldición Oscura en la que se licuó su ser interno y su magia hasta el punto en que ella sólo pudo retrasar la hora de su muerte para que Theodore no pudiera advertir cómo iban a quedar los rescoldos de sus cenizas. El mismo hombre atacó a su propia esposa, la madre de su hijo Theodore, horas después, y le sacó el corazón enfrente de su propio hijo, que consiguió, pese a una maldición de parálisis, clavarle un cuchillo en el ojo izquierdo y mantenerlo inconsciente, con la hoja del utensilio pegada en un mueble, de forma que el agresor no pudiera moverse.
Tras aquel prodigio de magia sin varita y esfuerzo físico hercúleo, Theodore se derrumbó en la sombría sala de su propia Casa y consiguió reunir las fuerzas para un último Patronus antes de desmayarse. Blaise, quién fue el receptáculo de dicho mensaje, estaba ya para entonces en casa de los padres de Hermione y había conseguido que Draco la llevara a San Mungo mientras él se hacía cargo de los procedimientos legales de acusación del asesinato de las tres personas, dos muggles y una bruja en Australia.
Él realmente no guardaba ningún recuerdo de todos esos detalles, porque fueron los aurores quienes se hicieron cargo y Harry lo había despachado rápido para poder hacer su propio mutis y correr al Hospital a ver a su mejor amiga, cuyo estado psicológico era absolutamente lamentable.
Pero Zabini si recordaba haberse aparecido en la casa de Theodore, sorprenderse pero no horrorizarse ante la decadencia del último Patriarca Nott y romperse su corazón definitivamente con el Theodore derrotado. El cerebro de Blaise fue amable, hasta cierto punto: En la habitación destrozada, el único real recuerdo era su amigo y sus brazos cargándolo para aparecerse en San Mungo. Si miraba atrás, podía oírse a sí mismo:
" Theodore, resiste. Por favor, no te vayas. No te vayas, te necesitamos, no te vayas, no, no, resiste, aquí, aquí, te necesito."
El cuerpo de Theodore debería haber estado frío, pero en realidad estaba hirviendo. El volcán de su dolor era como un cáncer de magma en sus venas y Blaise no necesitaba ser vidente para saber que él estaba buscando cómo desconectarse de las ramas de la existencia. Blaise empero no cesaba de hablarle y llorar al mismo tiempo, porque no sabía cómo continuar solo pero tampoco quería que aquel hombre que nunca fue padre decidiera su final.
En verdad, sus fuerzas se agotaron al ver las "sobras" de la esencia de Arian. Siempre pensó que si ella moría (O Theo lo hacía, tanto lo mismo) él lo sentiría como un puñal en el corazón, rápido y terrible, como cuando ella había perdido a su hijo. Nunca hablaron mucho del tema en realidad, pero sabían de qué se trataba, así que las explicaciones no eran necesarias. Blaise sólo se había dicho "Debo estar preparado para todo, desde dar mi vida por ellos, hasta hacerme a la idea de que tendré que seguir sin ellos".
El dolor que sentía en aquel instante, sin embargo, no tenía nada que ver con eso. Al perderla, él sólo sentía como si una parte suya se hubiera ido a su lado, sin dramas, ni lamentos, ni sorpresas. Todo su mundo parecía haberse ensombrecido, como tener rosas y flores de todos los colores en los alrededores... y ahora todo fuese gris, mientras las hojas caían a su alrededor, marchitándose silenciosamente.
¿Y luego? Algo como un latir en su corazón cuando vio a Theodore en el suelo. Se había centrado en ese sentimiento para no grabar a tinta de fuego en su ser a la que fue realmente su madre por todos esos años, porque algo le decía que no dejaría de añorarla por el resto de su vida.
Al otro, al mortífago, no le prestó atención más que para atarlo al lugar con la magia más oscura que pudo conjurar. Pese a lo amortiguado de su mundo, un odio amenazaba con devastar sus entrañas: No lo quería vivo ni cerca de su amigo. Pero no se centró en eso, Theodore, Theo era lo que importaba, lo único.
Y así, sin que nadie se lo dijera o preguntara, fue Blaise quien veló a Theodore cada uno de los días y noches en los que aquel mago se extraviaba en un sufrimiento que lo estaba transformando lentamente en una sombra de sí mismo, carne tallada de agonía, alguien que buscaba morir por todos los medios, que ya estaba más allá que aquí.
Y mientras esto ocurría, todos los elementos del cuadro se movían, de forma indistinta: Los aurores apuraban la investigación sobre Terence Nott para saber cómo, por qué y para qué había escapado de Azkaban sin que nadie lo sospechase, por qué habían sido los padres de Hermione sus víctimas y cómo los encontró, si ni siquiera el Ministerio lo había sabido hasta recientemente. Harry, en lo particular, buscaba justicia para tener algo que reportarle a una Hermione a la que había fallado por todos los medios y la familia Weasley vigilaba su sueño intranquilo, inducido para calmar sus nervios deshechos.
El núcleo de las repercusiones, era otro, por supuesto. Cayendo Skadi cayó Narcisa, cayendo Narcisa, Draco, cayendo ambos, Lucius y Pansy, enterándose, Daphne, doliéndoles, Millicent y Anne y los demás... Los demás cargaban con la culpa de no haber contenido al monstruo Nott, si no por Theo, por Arian y si no por Theo ni por Arian, por lo menos por Skadi, quien a tantos había favorecido y protegido, en aras de la paz y no la guerra, que anunciaba el fin funesto de todos los involucrados.
Y así asoma la pregunta real, ¿Cómo pagas tu deuda con alguien ya fenecido? La respuesta es fácil: A esa persona, no puedes. A sus herederos, eso debes.
Uno a uno fueron todos a presentar sus respetos al heredero -y sobreviviente- de los Nott. Usaban su magia y su voluntad para vivir a modo de presente, de modo que él pudiera sentir por qué podía quedarse, cómo seguir existiendo pese a todo lo que había perdido (y seguiría perdiendo).
Porque, si bien ni Skadi, ni Theodore, ni la propia Arian fueron héroes, ni estuvieron dentro de la Órden del Fénix, suya había sido la tarea de ayudar a aquellos que no podían elegir su destino, los semejantes que estaban del lado de Voldemort porque los habían criado así y ya no les quedaba en aquella Guerra ninguna elección. Gracias a eso, muchos fueron liberados cuando los Juicios sobre los Mortífagos iniciaron y desgarraron a varias familias mágicas por crímenes cometidos en contra de la Comunidad. Y todavía después siguieron interpretando su papel, ganándose su lugar, su respeto... no merecían la evidente traición de la que fueron objetos...
Pero realmente no quedaban muchas esperanzas. Theodore era en ese tiempo un hombre completo, increíblemente resistente e inteligente, que luchó cada día de su vida por salir adelante y hacer feliz a sus más cercanos amigos y familia. Pese a su torturada vida, él sabía lo que lo motivaba a seguir y luchaba incluso cuando prefería continuar en el suelo, dejando que la "fatal" herida del momento lo desangrara hasta morir. Y aún así, se lo arrebataron todo, ¿Cómo pretendían que él continuara peleando?
¿Para quién peleaba? Hay tres respuestas posibles a esa pregunta, pero los invito a considerarlo mejor.
¿Blaise Zabini? Blaise sólo quería ir donde iba Theodore y Theodore siempre iría adónde iba Arian. La vida no necesariamente era la respuesta para ellos, no cuando Skadi estaba muerta y no había forma de retornarla a la vitalidad.
¿Draco Malfoy? Draco lo amaba, pero no lo necesitaba para existir. Pese al habitual egocentrismo del rubio, Theodore sabía que Draco lo quería lo suficiente, en realidad, para dejarlo ir en lugar de hacerlo sufrir inconmensurablemente sin ninguna razón para seguir.
¿Hermione Granger? En aquel momento, Theodore no podía verla. Todo lo que había en él era la tortura de lo que le habían arrebatado.
Y eso, amigos míos, era TODO. Theodore estaba en un momento tan crítico que, incluso en su inconsciencia, estaba buscando la manera de canalizar su poderosa magia interna para localizar el canal por donde había ido Arian, conectar con ella, y morir a su lado, seguir adónde fue, muerta. Después de todo, ¿Qué alma quiere vivir desgarrada cuando su otra mitad ha partido a un lugar mejor?
Así que día tras día, noche tras noche, la apariencia del mago iba deteriorándose, cada función de su cuerpo apagándose, hasta que sólo un hechizo poderoso de conservación lo mantenía tan tenuemente en la existencia, que apenas podías notar su vida en el ligerísimo toque de su respiración.
Empero, aunque la consciencia física de Theodore pendía de un hilo, el muchacho estaba completamente atento a lo que estaba sucediendo. Su alma, por muy dolorida y lamentable que estuviese, seguía registrando todos los detalles sin perderse nada, ya que era la única forma de alcanzar su propósito. Además, aunque no lo demostrase, le dolía dejar atrás a Blaise: Su mejor amigo estaba rezando en todos los idiomas que conocía y le hablaba implorándole que no se fuera sin él, que no lo dejara solo, que no lo abandonara.
Blaise no estaba en posesión de este conocimiento pero, en realidad, era una de las verdaderas áncoras que Theo aún tenía que librar para desconectarse. Aunque Theodore no consideraba que hubiera ni una sola razón para seguir existiendo, Zabini lo retenía con su amor y su necesidad: No podía dejarlo solo y tampoco estaba muy seguro de querer perderlo para ganar aquella "liberación", pese a que seguía sin poder ofrecerle ni un escenario donde ambos quedaran juntos. Así las cosas, Theodore estaba a la deriva, llamando al único espíritu que jamás le negó nada que pidiera, suplicándole que, incluso tan lejos como había llegado, pudiera guiarlo en el precipicio donde languidecía.
Pasaron los días, las semanas y los meses en ese deterioro que era aterrador por ser tan silencioso. Poco a poco, las esperanzas de recuperación del heredero de los Nott se fueron haciendo más efímeras, hasta que sólo quedaron las más vagas y fugaces y ya ni siquiera Draco pasaba todos los días. El único que seguía ahí era Blaise, pero ni él creía que Theodore regresaría de aquel largo viaje: Simplemente, no soportaba que él se fuera y no pudiera despedirlo. Poco a poco, dejó de haber aire en la habitación...
Hasta que Theodore, de repente, sintió que su magia chocaba con una que le era tan familiar como la suya.
¡Ari! saltó él como un trueno jubiloso en busca del mar de su risa. Aunque en aquel velo de la no-existencia no había formas ni figuras definidas, podía oler su perfume, sentir su espíritu y verse acogido por su amor... No había cambiado, y lo estaba esperando, sin juicios ni reproches, sólo la milagrosa locura de su pertenencia y destino.
Theodore. - Su voz sonaba distante, sutil como un rayo de luna.- No deberías estar aquí.-
La portentosa alegría de él se declaró perpleja ante su seriedad. ¿Cómo es que no podía celebrar que la hubiese alcanzado pese a todo?
- ¿Por qué?- preguntó, enfadado, sin notar que se enojaba con ella cuando no entendía lo que ella pretendía, lo cual era a menudo. Su aflicción resultaba más poderosa que su confianza a veces: No lo enseñaron jamás a sentirse merecedor de amor incondicional y respeto, mucho menos a creer en ellos.
Aún así, sintió cómo ella sonreía y de un largo velo plateado, surgía un espacio que crecía lentamente con la voluntad de la chica: Era una silueta de mujer, finamente distinguida, un perfil que reconocería en cualquier parte, con esos rizos indomables castaños y esa mirada profunda de champán: Hermione.
- La estás dejando sola y a la deriva, Theo.- oyó la música en la voz de su mujer, un cariño inmenso rodeado de cierta tristeza.- Una vez sin ti, ¿Qué crees que la ayudará a seguir? Aún tienes una historia que contar junto a ella... Tu vida no ha terminado. Tienes tanto que dar y recibir, tanto que aprender...
El ojiazul parpadeó, tratando de desterrar su rabia y angustia.
- ¡No puedes elegir con quién debo quedarme!- de nuevo sintió latir su ira, injustificada e irracional.- ¡No puedes dejarme! Te lo dije, no puedes hacer que salga con ella o nadie más... porque ya salgo contigo. Tú eres mi esposa. Y aunque no hay nada a lo que pueda forzarte, te suplico que no me quites lo único que me queda. No tengo más por vivir. Nada. Ni siquiera a Blaise. O a mi madre.-
Vertiginoso como sólo puede ser el viento en el tiempo y espacio, Theodore sintió que penduleaba en una atmósfera a la que un mortal sin asidero físico no podría desafiar y la mano de ella sobre él, consolando su dolor, mostrándole que era también el suyo.
- Jamás te he dejado, cariño.- oía su voz como cristal- Nunca, nunca lo haría. Pero, ¿Por qué te empeñas en escoger el dolor por encima de la felicidad? No soy la única mujer de la que te puedes enamorar e incluso la muerte tiene matices de dulzura que no puedes negar... ¿Qué te hace pensar que soy desdichada sólo porque estoy muerta? ¿O que tu madre no te espera, llena de motivaciones porque aún tienes un camino para ti aunque no estemos contigo físicamente para verlo?
Hay un único deseo que yo conservo, que es igual al de tu madre y ese siempre será concerniente a ti, ¿Puedes tratar de ser feliz? Todavía no ha llegado el final.-
Theodore quiso negarse una vez más, hablarle de lo difícil que era simplemente respirar sin ella, protestar porque ni siquiera podía sentir a su madre, pero entonces el viento fue más cálido y pudo ver algo más, la imagen que ella quería darle: Blaise vestido en un impecable traje azul marino, las manos en los bolsillos y en su rostro, una felicidad como nunca había visto. A su lado, una chica, su cabello rubio y largo dividido en varias trenzas, con un collar de tapas de cerveza de mantequilla en el cuello, bailaba con él vestida de amarillo profundo, mientras Theodore y Hermione se reían ante la visión y ella aceptaba su mano para ir a bailar al lado de la otra pareja.
Dolorosamente comprendió lo que le estaba diciendo: El mágico deseo de él de toda su vida de ver a Blaise plenamente feliz también podría ser cumplido y no sólo lo vería en primera fila sino que podría contribuir a ello con su propia felicidad.
- ¿Es ella?- preguntó él, con cierta nostalgia y resignación, empezando a entender lo que ella trataba de decirle. -
Por toda respuesta, la esencia de ella lo rodeó con su entera potencia, haciéndolo sentir amado por el océano de su naturaleza.
- Volveremos a vernos y estar juntos, Theodore.- la escuchó decir.- Pero el verdadero amor no se manifiesta en una sola de las partes... y yo te amo más que a nadie en este mundo y los que lleguen a venir. No me extrañes. Siempre estaré aquí.-
- Arian...-
Blaise estaba despierto y a la expectativa del cambio desde hacía ya un rato. Aunque Theodore estaba muy pálido, y sus ojos abiertos estaban vidriosos, había una luz en ellos que no tenía su apariencia cadavérica anteriormente. Su tenue respiración se hizo más fuerte y Blaise susurró "lumos" para despertar a Draco y luego marchó con su grito por la enfermera.
Mientras tanto, Theodore miró a Draco desde su posición de consciencia y dijo:
- No estoy aquí porque quiera. Así que deberás ayudarme a ver las razones de por qué debería hacerlo. -
Draco sonrió pero el gesto no le llegó a los ojos.
- ¿Y cómo pretendes que te ayude?-
- Quiero verlas. ¿Dónde se ocuparon de enterrarlas? -
Fue entonces cuando Blaise y la enfermera mágica entraron en la sala. Ambos amigos se miraron largamente y en el tono más dulce que Draco o Theodore lo hubieran oído jamás, Blaise respondió:
- Están enterradas en una colina hermosa de tu pueblo natal, y les cambiamos las flores según la estación. A las dos les puse el apellido de tu madre... espero que no te importe. -
Blaise calló, esperando que su amigo mencionara a su padre. Pero todo lo que él dijo fue:
- ¿Dónde está Hermione?-
