Doceava: "Por Favor No me Digas Adiós."
Después de la charla insípida con Draco y Hermione, Theodore vagó por las calles de aquella ciudad sin rumbo alguno. Con lo perspicaz que siempre fue, por supuesto que se dio cuenta que Hermione estaba molesta por su nueva forma de ser, y lo que realmente le asombró es que tal desagrado lo llenaba de una amarga satisfacción.
En realidad no culpaba a Hermione por la muerte de Arianhrod, simplemente, una parte muy poco sana de su naturaleza deseaba que todos los involucrados, incluyéndole, sufrieran del mismo modo en que el espíritu de su esposa muerta sufría ahora, por haberse sacrificado para que el resto pudiera vivir.
Quizá no se le ocurría que Arianhrod prefería todo lo contrario, que si había hecho lo que hizo fue simplemente para cortar de tajo el legado de sangre y dolor, de quitarle a Terence Nott toda la autoridad que tenía sobre sus vidas.
Quizá Arian sólo hizo lo que hizo porque quería ser libre y que los otros se liberaran con ella.
Quizá ella no buscaba ser una heroína reacia, ni tampoco un ídolo que él adorara ciegamente hasta el final de su vida.
Simplemente, sólo fue alguien que trató de hacer lo mejor que pudo con lo que tenía.
Empero, Theodore no lo veía ni lo sentía así y sus erráticos pasos fueron pronto traicionados por su inconsciente. Pues existía un lugar que no había visitado desde que Arian murió y era ahora el único sitio donde realmente quería estar, es decir, si reunía el coraje de aparecerse allí.
No había aguantado intentarlo en todo aquel tiempo pues sabía que se desmoronaría, aún así, ahora comprendía que no le quedaba más remedio que enfrentar a sus demonios y sentir lo que desesperadamente trataba de olvidar y aún así seguir asiendo con sus dos manos.
Y al fin llegó a su destino. Un lugar que amó por cinco años que ahora le hacía pedazos ver.
La casa donde Arian vivía. El hogar de ella, que siempre adaptó para que fuese de él también.
Y mientras Theodore veía la pacífica fachada de la pequeña casa y podía notar que la magia de protección seguía envolviendo el lugar, un dolor profundo surgió de sí mismo, como si lo atacara fuego desde su pecho.
Peleando en contra de esta agonía, él consiguió asir el guardapelo blanco que ella le diera como regalo de aniversario y usó su magia para acceder.
Entrando a la casa, descubrió un mundo que formaba parte de su corazón, de un modo tan profundo que su nostalgia y anhelo crecieron hasta que ya casi no le quedó aliento para respirar.
Arianhrod ya no estaba, pero aquel lugar, resguardado por lo poco que quedaba de su magia en este mundo, aún contenía rastros de su esencia.
Por un instante él se sintió tan compenetrado con la atmósfera de la casa, que sintió que la chica iba a aparecer en cualquier momento, algo despeinada por leer mientras él se ausentaba como cualquier otro día, tendida en su cama o trayendo algún bocadillo que hizo de último momento y quería compartir con Theo.
Sin embargo, en ese mismo momento él tuvo tiempo de comprender que esa etapa de su vida ya había acabado y ella no volvería a él.
Todo aquello a lo que se había aferrado y que lo había mantenido vivo empezó a resquebrajarse y colisionó en el sillón más cercano.
Había ido aquel lugar a despedirse para seguir adelante pero miraba a su alrededor y era incapaz de transformar en lo más mínimo aquel sitio. Las plantas, el mobiliario fino pero sobrio, las mesas pequeñas con los sillones afelpados, la madera de nogal rodeada de runas de protección, los libros que solían usar para auto educarse en temas que jamás vieron en Hogwarts puestos en cada mesita alternativa, las tazas de café sin lavar, los ceniceros que ella le compraba a Theodore, los cuadernos de bocetos del último pasatiempo que ella había adquirido tras la guerra...
Años y años y años de recuerdos que lo envolvían de forma insoportable, recordándole que una vez fue feliz.
No podía notarlo por si mismo, pero Nott estaba llorando. Lloró al recorrer la casa por segunda vez y cuando encontró el álbum familiar lloró todavía más.
Recordaba que fue Pansy quien adquirió la cámara, pero fue Blaise quien aprendió cómo usarla, algunas veces para molestar, otras para presumir que tenía "un ojo artístico".
No importaba. Lo único que le importaba a él y le abría el corazón en mil pedazos eran las fotos que se habían tomado a lo largo de los años, donde podía verla crecer y vivir de un modo que no podría hacer otra vez.
Los dos crecieron juntos y los diez años de relación que tuvieron no fueron suficiente para todo lo que querían hacer juntos. Theodore sentía cuchilladas en su alma cada vez que trataba de imaginarse una forma de vivir porque nada tenía ningún sentido para él.
¿Por quién luchaba, por quién seguía? ¿Quién era él para seguir vivo cuando todo lo que amaba se había ido?
Theodore lloró por un largo rato, en silencio, hasta que, abrazando el album, caminó penosamente hasta la recámara, en el piso superior, donde ambos solían dormir.
No toleraba más el dolor, así que se quitó los zapatos de un rápido movimiento en ambos pies, y se quedó dormido.
Y aunque por unas horas voló a lugares distantes, la alcanzó al ritmo de las campanadas de una iglesia que durante el sueño él jamás pudo ver.
- Hey.- Podía sentir como subía por la colina desde donde ella miraba al mundo y podía sentir que ella notaba su llegada y la agradecía, aunque no estuviera de acuerdo con su presencia en aquel limbo.
- Hola.- saludó Arian de todas maneras, su cara con una expresión seria que lo hacía entender cuán infeliz era ella por no poder intervenir en aquel asunto.- ¿Por qué viniste a casa?- le preguntó sin rodeos.- Pensé que la casa de Blaise era mejor que la mía.-
- Necesitaba verte.- le dijo él con franqueza, incapaz de mentirle ni siquiera a su mero fantasma.- Nada de esto está funcionando como debería. Hoy vi a Hermione y la hice enojar. Y, para ser honestos, no me importó mucho. -
Con un suspiro frustrado, ella se dio la vuelta.
- Jamás podrás seguir adelante si sigues atado al pasado.- le advirtió.- Y al quedar atado al pasado, me sigues atando a mí. Entiende esto, Theo. Estoy atada a este plano hasta que tú puedas liberarte de la maldición que cayó sobre nosotros el día que Terence mató a los padres de Hermione. Sé lo que pasa en tu corazón y sé que tu obstinada decisión de que estemos juntos obedece a tu amor por mí. Sin embargo, yo ya no estoy allí y no hay forma en que pueda volver para abrazarte una vez más, o besarte una vez más, aunque así lo deseo.
Es mi deseo que sigas vivo, Theodore, para que podamos encontrarnos del otro lado. Y es el destino que Hermione y tú sigan codo a codo, sino para enamorarse, al menos para que puedan curar lo que el Mal nos quitó tan impunemente.
-Si no lo puedes hacer por ti... - finalizó la aparición. - ¿Al menos lo harías por mí?-
Theodore sintió en sueños que algo presionaba su garganta. Sentía algo parecido al pánico, algo que no podría describir aunque lo intentase.
- Si eres desatada de la maldición,- comenzó.- ¿Adónde irás?-
Los ojos de Arianhrod lo miraron con compasivo cariño.
- No me quedaré, Theodore.- le dijo con dulzura.- La Muerte es sólo un viaje que ya llevo medio recorrido. -
El dolor en su garganta y pecho dejó de parecer fuego y se convirtió en lava volcánica.
- Ari... por favor quédate... no me digas adiós, yo no podría...-
Él sintió que una brisa fresca lo envolvía, con un aroma que reconocería en cualquier parte.
Antes de desaparecer, oyó su voz como una caricia de mariposa:
- Cariño, por favor... Ya llegó la hora de dejarme ir.-
El joven mago despertó empapado en sudor.
-"No puedo" pensó. "No puedo hacerlo, no sé cómo sin que me mate.".
...
