Nota de Autora: Seguimos con la trama, damas y caballeros. Aún falta que pasen algunas cosas pero si les diré: No se imaginan NADA de lo que viene.

Veinte: "Arrepentimientos."

Mientras Draco Malfoy se lamentaba en la casa de Blaise por el futuro de Theodore Nott, Pansy Parkinson llegó a Londres en el tren de la tarde cargando una maleta ligera y con la vista fija en el paisaje, aunque en realidad no llegó a retener ni una sola de las imágenes del camino, le fuera conocido o poco familiar.

Como pocas veces en su vida, Pansy estaba pensando en el pasado. Ella había sido la primera en querer escapar de él para reconstruirse y crearse una nueva identidad y otro camino que le trajera menos lágrimas que el primero que tomó.

En esta tarea se puede decir que había tenido mucho más éxito que el resto de sus amigos y familiares, pero una carta y el aniversario del que un día fuera el que pensaba como el mejor de su vida pusieron fin a esa desconexión con su memoria.

De forma extraña para algunos que pensaban que conocían a Pansy, la muchacha estaba pensando en Arianhrod Nott. Y en cierto modo era inusual para ella dicho pensamiento, pero no extraño. Había cosas que las unían, aunque no las que uno pudiera suponer.

La verdad es que al principio a Pansy no le agradaba Arian, como tampoco le había caído a Draco. En su caso su prejuicio tenía todo que ver con su mejor amiga, Daphne Greengrass y muy poco consigo misma, ya que en los primeros años de su educación mágica, ni Arian ni Pansy estuvieron muy cerca de la otra. No tenían por qué, ya que era claro que no compartían nada en común, más allá de ser Slytherin.

Pansy era una sangrepura de una familia poderosa en su tiempo y miraba por encima a Arian, cuya familia había perdido todo poder y posición y de la que sólo quedaba ella, alguien que no podría retener su apellido ni su clan al casarse, una exiliada.

Poco importaba que Arian fuera brillante o que su mejor amigo fuera Theodore Nott, que debía tratar impecablemente por instrucciones de su propio padre, para ella esos detalles no significaban nada en lo absoluto, ya que era Daphne quien estaba prometida a Theo y él no tendría nunca opinión sobre el asunto, por lo que Arian simplemente quedaba descartada de su lista de personas cercanas.

Y por unos años pudo pensar así, hasta que se hizo evidente que Theodore no sentía el menor interés por Daphne y en cambio adoraba el suelo que pisaba Arian. Después, el desinterés de Pansy se volvería frustración, ya que Blaise también parecía adorarla y aunque ambos se llevaban estupendamente, en el momento en que Arian pisaba la habitación, Pansy perdía toda la atención de Blaise.

La situación también afectaba a Daphne, quien estaba muy alterada por la indiferencia del que debería ser su afectuoso compañero de vida y las cosas podrían haber ido muy mal para Arian con respecto a Pansy de no ser por un suceso que cambiaría su relación para siempre.

Pues aunque Pansy usaba los secretos de los demás a su conveniencia y no dudaba en ventilar todo aquello que le resultaba beneficioso, también tenía un secreto, uno que en la sociedad de la que ella provenía era tan oscuro que, si quedaba a la vista, podría dañar severamente su reputación y con ello, su futuro en todos los sentidos.

Ese secreto era tan vital que ella ni siquiera lo supo hasta que cumplió catorce años. Se estaba preparando para el baile del Torneo de los Tres Magos, emocionada porque por fin Draco había asumido que se gustaban y la había invitado, cuando oyó discutir a sus padres mientras estaba en el probador de una tienda.

Había algunas cosas de esa situación que no eran precisamente un secreto. Todos sus amigos sabían que los padres de Pansy no se llevaban bien y discutían a menudo.

También sabían que Pansy era la luz de los ojos de su padre, que la amaba incondicionalmente y que su madre, por alguna razón ignorada, no podía verla ni en pintura. La mujer era buena escondiendo la mayor parte de estos detalles en sociedad, pero lo que nadie había notado porque Pansy lo disimulaba lo mejor que podía, es que en privado su madre la trataba tan mal que hasta la jalonaba en ocasiones y la maltrataba hasta que le dejaba moretones que la morena escondía con la ropa.

Nada parecía contentarla y Pansy no había sabido por qué, hasta ese día en el probador.

Y es que su padre había estado tan complacido por su belleza, que no había dudado en alabarla y algún detalle sobre ello había molestado a la señora Parkinson que se fue a criticar a Pansy de la forma más lapidaria y cruel, digamos que como de costumbre...

Se habían puesto a discutir por enésima vez y Pansy simplemente decidió que lo dejaría por la paz y se llevaría el vestido que le gustó a su padre...

En ese instante quiso decir que casi no los oyó, porque no estaba prestando atención. Sin embargo, en el fondo si los escuchaba.

- ¿Qué quieres que diga, cómo quieres que me sienta? Te deje pasar todo estos años porque no puedo perder mi posición y un divorcio es inaceptable pero jamás, jamás olvidaré que esa chica no es hija mía... ¡Y tú lo empeoras todos los días, todo el tiempo! Siempre es ella la hermosa, la que se parece a mi hermana, con la que te enredaste, ¡A la que verdaderamente amaste!-

Pansy siempre creyó que era fuerte, cuando se miraba al espejo se decía que podría con lo que la vida le pusiera, esa era su máscara, se comportaba como si nada ni nadie le importara lo suficiente para derramar una lágrima...

De pronto comprendió por qué su madre parecía no quererla, todas las respuestas a por qué no parecía ser suficiente, por qué se sentía tan odiada por aquella que debería haberla amado por sobre todas las cosas.

Sin darse cuenta se puso a llorar y lo escondió como pudo haciendo ruido con la ropa, esperando que sus padres... su padre y su tía... no se dieran cuenta.

Hasta que llegaron a casa y su padre dejó de pretender que no sabía que ella lo sabía. Porque su padre, su verdadero padre, si la amaba y la conocía.

Y siempre habían sido sinceros con el otro. O al menos así lo había considerado, hasta ese día.

No tuvo qué preguntar nada. Él le dijo todo sin necesidad.

- Mis padres me prometieron a tu... tía desde que éramos niños. Era la más cercana en edad y siempre la quise mucho pero tu verdadera madre y yo ... nunca pude verla más que como lo que era, el amor de mi vida. No me importaba la diferencia de edad, no me importaba nada ...

Íbamos a fugarnos cuando supimos que tú estabas en su vientre. Pero nada salió bien y cuando tú naciste, ella murió... Y me obligaron a casarme de todas formas con ... la que ahora es tu madre. Ella me dijo que estaríamos bien, que entendía, que nunca tomaría represalias... pero me equivoqué, ¿Verdad? Lo siento mucho.-

Por supuesto, Pansy sonrió y abrazó a su padre y hablaron sobre su madre, que se había llamado Peonía, por horas y ella dijo que no había cambiado nada y que se alegraba de saber la verdad.

No era tan sencillo. Porque ahora que el secreto había sido desvelado, su madrastra la trataba peor que nunca.

Y cuando trató de contárselo a Daphne, lo hizo en un pésimo momento, cuando la mayor de los Greengrass estaba hecha un basilisco porque no había conseguido enrollarse con Theodore y en cambio él había terminado persiguiendo a Arianhrod... por enésima vez.

Fue un momento muy difícil para Pansy Parkinson y uno que la hizo cuestionar por primera vez su lealtad a Daphne. Ellas habían sido amigas desde pequeñas, pero lo fueron siempre con una jerarquía muy clara, y dado que Daphne tenía mayor rango, Pansy jamás se había preguntado si estaba bien o no que a veces Daphne no se preocupara lo suficiente por los asuntos de su amiga o que ella siempre tuviera prioridad. Daphne tampoco era tan egoísta en todas las ocasiones pero había veces, como aquella, en que su educación le decía que sus problemas eran mucho más importantes que los de Pansy y sin darse cuenta minimizaba el impacto de las cosas que le pasaban a Pansy.

Así pues, después de que Draco y ella se despidieran con mucho cariño y una extraña formalidad, la incertidumbre de su nuevo descubrimiento hizo estallar en lágrimas a Pansy Parkinson en la Sala Común de Slytherin, pensando que estaba desierta ya que todos estaban afuera festejando o en sus dormitorios, haciendo otras cosas.

No notó que Arianhrod estaba allí leyendo un libro tras su plática con Blaise por el malentendido entre Daphne y Theodore, precisamente. Y nunca lo hubiera notado, porque Arian sabía ser muy discreta, de no ser porque en verdad empezó a sonar muy angustiada.

En honor a la verdad, Arian no sentía tampoco mucho cariño por Pansy.

A Arian lo que sucedía es que sentía que Pansy tenía varias cualidades, pero no podía confiar en ella debido a que siempre contaba todo de todo el mundo y se mantenía a una prudente distancia, sobre todo porque advertía que a Pansy no le caía bien ella misma tampoco.

Aquel día eso cambió un poco y aceptó acercarse. Arian era humana y también la habían hecho llorar aquel día por lo que pudo ser empática con su compañera de curso en lugar de mantenerse al margen, como solía hacer.

Silenciosamente la niña se puso en pie y rodeó a Pansy con sus brazos porque Pansy no sólo parecía estar sufriendo por dentro, también temblaba tanto que parecía tener frío.

Y no preguntó nada, porque hay veces que es mejor no saber y Arian lo sabía mejor que nadie.

En cualquier otro día, Pansy hubiera despedido a Arian sin miramientos y la habría mirado con desdén y orgullo, aunque sólo fuera por aparentar, pero se sentía demasiado abandonada.

Por primera vez en toda su vida, aceptaba que se sentía absolutamente sola. Confundida. Traicionada. Equivocada en todos los sentidos.

Al fin su llanto pareció calmarse un poco y Pansy, que se había desahogado en el hombro de Arian, se separó de ella.

- ¿Estás bien?- quiso saber la niña de ojos color caramelo con sinceridad.-

Y por primera vez en cuatro años, Pansy le dedicó una sonrisa verdadera a aquella chica que no entendía en lo absoluto, pero que no parecía ya tan desagradable a sus ojos.

- Gracias.- le dijo.- Mejor.-

Ninguna de las dos habló más, y ya fuera porque Arian comprendía a Pansy o porque simplemente era su forma de ser, no la presionó, sólo le dio su espacio y se marchó tras un segundo.

Las cosas parecieron congelarse por los siguientes días. Daphne siguió sin enterarse de la bomba en la vida de su amiga porque seguía de un pésimo humor y un día en que Pansy se cansó de pretender que la escuchaba, advirtió que Arian estaba al lado del Lago Negro, sin compañía, se paró, dio un par de vueltas, musitó una excusa a Daphne y se sentó junto a ella.

- Hola.- le dijo Arian, que parecía mirar el agua como si quisiera desentrañar sus secretos. No dijo nada, pero Pansy podía percibir que estaba receptiva a su presencia, como si su silencio fuera su forma de decirle que podía contarle lo que quisiera.

Eso ayudó. Así que Pansy suspiró profundamente y, llevada por la necesidad y esa inesperada afinidad por aquella compañera, habló:

- Mi madre no es mi madre.- soltó.- Siempre pensé que mi madre me odiaba porque es incapaz de querer a nadie, pero resulta que simplemente me odia porque soy hija de su hermana. Soy hija ilegítima de mi padre... de una forma que podría arruinarlo todo. -

Una vez que hubo acabado de hablar, Pansy sintió una mezcla de alivio y desesperación: En realidad estaba arriesgando todo al decirle algo así a alguien como Arianrhod, que podría muy bien contárselo a Draco ... contárselo a Theo, a Blaise, al resto de sus compañeros, y ella perdería todo el respeto de su propia casa, donde aquellos detalles si importaban.

Y lo peor es que Pansy no podría reprochárselo, pues ella jamás había sido agradable con Arian por exactamente las mismas razones. No podía saber lo que haría.

Aquel día, una tarde cualquiera de enero, Blackthorn la sorprendió.

- ¿Lo sabe Draco?- preguntó en voz tranquila y baja. Ambas se miraron a los ojos, los de Pansy luciendo muy asustados y ella negó con la cabeza.

Arian sonrió y se puso en pie, ayudándola a levantarse.

- No se lo digas hasta que estés muy segura de que no será un idiota al respecto.- aconsejó.

Confusa, Pansy parpadeó varias veces. ¿Cómo era que...?

- ¿No se lo vas a decir?- La tomó de la mano. Arian no se soltó.- ¿No vas a hacer nada?-

- No es mi secreto por decir.- explicó Arian estrechándole la mano con dulzura.- Y además, Pansy, no soy quien para juzgar. Mis padres están muertos y ni siquiera sé por qué los asesinaron... Si aceptas un consejo al respecto, te sugiero que disfrutes a tu padre. No es mi asunto, pero se ve que te ama... y eso es todo al final.-

Dicho esto la niña la soltó, se despidió y se marchó, dejándola con un montón de sentimientos encontrados. Pero entre más lo pensó, más fácilmente comprendió que Arian no era como el resto de las personas que estaba acostumbrada y a las que conocía.

Y empezó a entender por qué Theodore la prefería en lugar de Daphne. Así que cuando los sorprendió besándose en la biblioteca cuando fue a buscar un libro para Draco, un año después, no se lo contó a su amiga.

Daphne siguió siendo su amiga y con el tiempo también aprendió formas distintas de relacionarse, y mejoró las actitudes hacía sus cercanos, incluyéndola, empero, había algo tan intrínseco en su manera de ver las cosas que era sólo de su sociedad, que Pansy jamás pudo confiarle lo de su madre, porque temía las consecuencias de lo que esto pudiera ocasionarle a su amistad.

Y también se dio cuenta que no era tan fácil cambiar porque aunque ahora apreciaba un tanto a Arian, no lo hizo lo suficiente para que se hicieran realmente amigas.

Arian siempre fue un misterio para ella y prefería que quedara así. Lo prefirió hasta el día en que Draco Malfoy le entregó una caja envuelta en papel satín color negro con un moño púrpura y sintió que su corazón se aceleraba al ver el precioso - y carísimo- collar de amatistas, ya que ese era el color real de la casa Malfoy.

Aquel día que pensó que sería siempre el día más feliz de toda su vida, y en el que la encontró precisamente a ella, mientras paseaba por los pasillos haciendo ronda en el Colegio, observando su joya cada dos segundos, pensativa, tan llena de emociones.

Y mientras se miraban, el entendimiento se encendió en el rostro de Arian, justo con una chispa de alegría y decía:

- Bienvenida al club.- Mostrándole su propia joya de matrimonio, que Pansy aprobó silenciosamente y tapando con su dedo índice su boca, en señal de que sería otro secreto que compartirían.- Te deseo felicidad, Pansy Parkinson.-

Pansy le había deseado felicidad también... y ahora, años después, seguía mirando esa joya en sus dedos en aquel tren, de regreso a la que fuera su ciudad y a los rastros de su pasado.

¡Cuánto habían cambiado las cosas! Todo se había desintegrado a su alrededor y aunque había curado mucho, el día anterior, cuando recibió precisamente la carta, comprendió que el pasado ya no le afectaba... pero si se arrepentía de no haber conocido mejor a Arian.

Pansy no era de las que se hacían falsas ilusiones: Sabía que si se hubiera acercado a Arian, probablemente no habrían sido las mejores amigas. Daphne se habría puesto desagradable o en su contra, quien sabe qué podría haberle pedido Arian o ambas se hubieran aburrido en la compañía de la otra, sus personalidades no congeniaban bien, había un abismo qué salvar la una de la otra. Pero ella, en estas ocasiones y otras que no quería recordar para no agrandar aquel sentimiento aún más, en algún punto se había vuelto parte de su familia... Y Pansy tenía que reconocer para sí misma, pese a que jamás se lo diría a nadie, ni siquiera a Theodore, que había sido injusta y ya no podía repararlo, porque Arianrhod Nott, aka Blackthorn, estaba muerta.

Llevada por un falso sentimiento de lealtad y superioridad primero a Daphne, luego a su lugar en la sociedad y finalmente hacía su propio orgullo, le había negado el respeto y la consideración que merecía por mucho tiempo, demasiado.

Sí, Theodore adoraba el suelo que pisaba y eso era molesto y sí, Blaise la prefería a ella por encima de cualquiera... Pero Arianrhod no tenía a nadie más. Eso había sido el primer detalle del que Pansy había caído en cuenta cuando vio a Theo y a ella besarse como si se necesitaran el uno al otro para respirar. Arian no tenía padres, no tenía hermanos y a excepción de Blaise, ni siquiera tenía realmente otros amigos. Sus conexiones sociales eran nulas y Pansy se preguntaba cómo es que no parecía tener problemas económicos o de alojamiento, aunque sospechaba que recibía ayuda, un tema del que nadie hablaba porque la niña era Slytherin y protegida del profesor Snape... pero sólo por eso.

Lo único que Arian tenía para defenderse eran sus prodigiosas calificaciones, en las que superaba a Hermione Granger y, ocasionalmente, al propio Theodore, el mejor de su clase. En cambio tanto Daphne como ella misma lo tenían absolutamente todo y aún así se habían sentido deseosas de más, pensando que el mundo les debía algo, y avergonzándose de cosas por las cuales deberían haberse sentido orgullosas.

Aún así, aunque Pansy nunca la trató bien, Arian no hizo el menor intento de fastidiarla o arruinarla. A pesar de que Draco y ella tampoco eran los mejores amigos, Arian hacía grandes esfuerzos para llevarse con él, ya que era hermano de magia de Theodore y ella haría cualquier cosa por él, a Pansy le constaba.

Porque eran familia. Y para Arian, la familia lo era todo.

Y eso era de lo que Pansy se arrepentía, ahora que ya casi no podía hacer nada para remediarlo, que tuvo la oportunidad de tener una hermana a la que se negó a reconocer más que en un silencio incómodo y con la que ahora tenía una deuda que tenía que pagar con quienes había tenido que dejar... porque su propio suegro le arrebató la vida por no ser suficiente para su hijo.

Por eso sostenía en una mano la carta que Theodore Nott le había escrito y en la otra la joya de matrimonio que Draco nunca pidió de regreso, aunque no se casó con ella al final. Aunque cumplió con esa parte de su carácter que Arianrhod misma nunca pudo soportar y por la que no pudieron llevarse bien.

Y de pronto Pansy descubría que debajo de su aparente calma existía un pálpito de emoción, que todavía podía sentir más.

Theodore Nott siempre había tenido la facultad de hablar poco pero al hablar, dejar grabado lo que decía como fuego en la carne. Y la verdad, esa verdad que Pansy nunca pudo decir en voz alta, era la que la había hecho regresar a Londres a pesar de que vería a Draco Malfoy otra vez en años, a pesar de que juró jamás volver.

Por la hermana de la que renegó y por la tragedia de su familia.

Querida Pansy:

Esta carta es urgente, pese a que lo que voy a contarte puede sonarte absurdo al principio.

Leela completa primero, por favor... es importante.

A pesar de que conozco las razones por las que te has alejado de tus cercanos en el Londres Mágico, y a pesar de que conozco lo que te pueden provocar estas fechas, no tengo más remedio que pedirte ayuda. A riesgo de que me consideres pesado, debo contarte la grave situación en el que he puesto a Blaise y la razón principal por la que me atrevo a escribirte.

Sólo me quedan año y medio de vida. Un hechizo de nigromancia que tuve que hacer para salvar el alma de Arian por lo sucedido con mi padre redujo mi flujo de energía al límite y cada vez tengo menos para subsistir. Blaise ha estado a mi lado fielmente para lidiar con esto, como siempre y como nunca, pero me temo que mi tiempo se está reduciendo a pasos agigantados.

Pansy, Blaise se va a quedar solo... Tienes que ayudarme. No confío en la habilidad de Draco para compensar el terrible dolor y el vacío que va a enfrentar Blaise tras mi partida y sé que, incluso si conoce a alguien más, no será a corto plazo. Me preocupa cómo va a lograr salir de esto una vez que yo ya no esté.

He estado barajando ideas para hacerlo que me deje, pero lo conoces, no creo que logre nada, pero no puedo hacerle esto. Tras la muerte de Ari, yo he sido su motor y aunque ahora me arrepiento de tantas cosas y me averguenza tener que dejarte mi desastre, no tengo ninguna elección.

Soy consciente que tienes todas las razones para negarte, aún así te ruego que aceptes. También tengo que decirte que Draco aún no sabe sobre esto, pero no tardará en hacerlo, porque Blaise no se lo podrá esconder por tanto.

Debido a esto estoy consciente que quizá no quieras venir pronto...

Si puedes hacerlo sólo hasta que yo ya no esté... Lo entenderé.

Con gratitud,

Theo.

Pansy siempre se preguntó si habría volteado a ver a Theodore siquiera si no hubiera formado parte de los Sagrados Veintiocho o si Draco no hubiera sido su hermano de Magia.

También se había preguntado si habría querido seguir hablando con él si Draco y él no fueran hermanos de Magia. Porque al final, Pansy a él si había podido verlo como un igual y al principio, un posible superior, alguien a quien tenía que ganar para lograr mejorar su posición en la sociedad. Sabía lo calculador que sonaba eso, pero esa era la manera en la que la habían criado y no tuvo mucho tiempo de poner en duda esos valores hasta después.

La parte más cruda de enfrentarse a esos valores sucedió cuando Draco se negó a casarse con ella escudado en la necesidad de proteger a su propia familia del escarnio con su matrimonio político precisamente con la hermana de la que fue su mejor amiga por tantos años.

De todas las traiciones, de todos los puntos bajos en su vida, aquel fue el más amargo. Aquel día sintió algo más que traición o dolor, se sintió humillada. Poco importó que Draco le dijera que todavía la quería, que se negara a recibir de vuelta la joya de matrimonio, que aceptara en silencio todo lo que ella le gritó y le regresó.

Pansy nunca fue la clase de mujer que se quedaba callada, ni la que se vestía de dignidad con un silencio de hielo como otras. Ella había resuelto que su voz importaba, que tenía derecho a decir lo que estaba en su pecho después de todo lo que había peleado por lo que quería.

Si quería gritar, gritaría. Ya no le importaba cómo la vieran los demás. Su opinión era lo que menos le importaba, era su vida lo que perdió y no soportaría una mirada más de lástima.

Pero fue doloroso, demasiado doloroso que incluso cuando Theodore apenas podía respirar por el duelo de todo lo que perdió, él todavía tuvo entereza suficiente para decirle a su hermano que estaba comportándose de forma criminal, cobarde y egoísta y escapando de sus propios problemas. Pansy ya se había ido para entonces, pero se enteró de que Draco no sólo siguió con la boda, también escogió el día que Theodore y Arianhrod eligieron para casarse antes de que ella muriera.

Ese día sintió que se quebraba por la fuerza de tanto dolor y desilusiones.

A pesar de que se juró y perjuró que no lloraría, lo hizo y mucho. Para ese entonces su padre ya había quedado reducido a una silla de ruedas y finalmente había conseguido separarse de la mujer que nunca amó y que fue tan infeliz en ese matrimonio forzado, pero le acarició el cabello como cuando era niña y la consoló y la apoyó hasta que pudo ponerse en pie por si sola.

Por supuesto, no volvió. ¿Cómo iba a volver? ¿Y a qué? Nada la retenía allí, y aunque lo hiciera, prefería cortar lazos por lo sano.

Sin embargo, aquella carta...

Pansy, Blaise va a quedarse solo...

Sí, Pansy volvía por Blaise. Pero en su oído, podía oír perfectamente a Arianrhod, aquel día, hace mil ayeres:

"Te deseo felicidad, Pansy Parkinson."

Al final, ninguna de las dos habían logrado ser felices. Pero por lo menos, pensó Pansy mientras compraba un paraguas para la lluvia que la recibió en la estación, ella aún estaba viva para intentar serlo un día más.