Orario…
Una ciudad de misterios…
Un laberinto donde hombres y mujeres de todo el mundo se reúnen con el mero fin de probar su valía ante los seres conocidos como Dioses…
Tenkai…
El hogar de toda deidad existente en este planeta…
Otro lugar de intriga al que los simples mortales jamás podrán acceder… al menos, en vida.
Una leyenda dice que sus puertas sólo serán abiertas para aquel aventurero o aventurera afortunado de alcanzar la cúspide del poder que otorga una Falna.
Mazmorra...
La principal atracción que da vida a la tan famosa ciudadela.
Un intrincado complejo de túneles de cuyos muros y paredes emergen todo tipo de bestias y monstruos moldeados de las más crueles pesadillas.
Contenido gracias a las constantes "Suplicas" del Dios Ouranos, la ciudad ha logrado prosperar haciendo uso de éste dominio, volviéndolo su principal fuente de ingresos y turismo.
Toda persona, sin importar su raza, podría probar su fuerza en los oscuros pisos de aquel calabozo.
Aunque sólo los más fuertes y sabios lograrían retornar a la superficie al finalizar el día, siendo así merecedores de las útiles recompensas que la comodidad del Gremio ofrecía…
Gremio de Aventureros.
También conocido como la Familia del Dios Ouranos.
Un grupo de personas capacitadas para asesorar a incontables individuos sobre los peligros que acechan en cada rincón de la mazmorra, además de ser quienes manejan, en su totalidad, el sistema económico de Orario.
Las piedras mágicas que se obtenían de los monstruos caídos, eran convertidas en Valis, la moneda local.
Y algo era seguro: aquí, en la ciudad laberinto, no podías lograr nada sin Valis.
Razón por la cual, aquellos menos privilegiados en el arte del combate, prefieren arriesgarse a ser devorados por bestias despiadadas antes que vivir como vagabundos en las calles del pueblo.
Si.
Por desgracia para muchos, todo en este lugar respondía a la ley del más fuerte.
Sin una Familia... no eres capaz de obtener una Falna.
Sin una Falna... no puedes acumular Excelia (Experiencia).
Sin Excelia que potencie tu desarrollo, pues... eres débil, y, por lo tanto... a ojos del mundo... un mero don nadie.
Ahora dime... habiéndote hecho una idea del mundo que te espera...
¿Aceptarías el reto...?
Oficina dentro del Panteón - Edificio principal del Gremio.
- Y... ¡listo!, ese fue todo el papeleo que me encargaron para esta tarde – dije en voz alta, en lo que estiraba los brazos, buscando descansarlos, luego de haber estado firmando documentos toda la mañana.
Al detenerme a ver la enorme pila de papeles que yacía a mi lado, no pude evitar soltar un suspiro.
Había arribado a ese lugar hace poco mas de un año y... dejando de lado el pasatiempo de jugarle bromas anónimas a mis compañeros de trabajo, todo había sido muy monótono y aburrido.
Cuando me contaron que cada aspecto de esta nueva realidad era similar a la de un videojuego de fantasía, no pude evitar mostrarme un tanto escéptica.
No fue hasta que recorrí varios lugares y conocí personas que me percaté de que aquello iba en serio.
¡Incluso las personas tenían status en sus espaldas y podían reunir EXP matando criaturas!
¿Qué podía ser más genial que ser partícipe de un mundo muy parecido a las aventuras que solía vivir dentro de mis videojuegos?
Podía crearme un nombre importante, un legado, cazar bestias salidas del averno y... romper jarrones. ¡Siempre había querido romper cientos y cientos de jarrones!
¿Sabes cuantos tesoros podrían ocultarse allí?
¡Las posibilidades eran infinitas!
...
...
Bueno... para mi desgracia... ese nunca iba a ser mi caso.
Por varias razones, entre ellas, protocolares, no podía participar de aquella "bonita" dinámica de "Dios dar bendición, tú farmear Experiencia", tenía que pasar desapercibida para que nadie a mi alrededor descubriera... que soy, en realidad, un ente apocalíptico capaz de destruir toda la civilización en un abrir y cerrar de ojos.
…
…
¿Qué?
¿Acaso omití ese insignificante detalle?
Extraño, pensé que el autor lo había especificado en la sinopsis… pero bueno, no pierdo nada dándoles un poco de contexto.
Así que, sin más pretexto, aquí les presento un breve resumen de mi…
*Saca un control remoto*
*Click*
*Click*
*Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click Click*
Ah.
Lo olvidé, estoy en el medioevo... aquí no puedo usar la pantalla…
*Arroja el control*
En fin…
Tendrá que ser a la antigua…
Antes que nada, permítanme presentarme... mi nombre es Marina, "Marina Ad Astræ".
También conocida como "El Gran Leviatán" o "La Mente de YHVH"
Y, como sé que alguien lo pensó en su casa, sí, también me sorprendí al descubrir que había una criatura con mi mismo nombre en este planeta, aunque muerto, claro. En mi humilde opinión, se lo merece, no soporto a esos condenados copiones…
Pero mejor, continuemos…
Mis hermanos mayores y yo, conformamos "Parallaxis" una organización diseñada para observar el desenvolvimiento de la humanidad en diversos universos.
(Jaja… trafico rimas…)
Nuestro trabajo consiste, principalmente, en intervenir dentro de aquellas líneas que se hallan más alejadas del núcleo del correspondiente cosmos designado. Para no complicarles mucho la existencia con terminología aburrida, nos dedicamos a regular los escenarios que puedan ser sujetos a cambios más profundos.
Como sabrán, todo universo tiene un destino trazado que debe ser cumplimentado y para el cual fue materializado. Si bien, varios de éstos planos de existencia, son de naturaleza fija y cerrada, existen algunos capaces de generar nuevas tangentes. Es decir, pueden sufrir alteraciones que dan pie a una pluralidad de desenlaces.
Dentro de cada uno, hay eventos claves, también conocidos en nuestro rubro como "Directrices": Aquellos hechos que mantienen la estabilidad de la rama estudiada.
Cualquier anomalía en una de éstas "directrices", provocaría un efecto de bifurcación y, por lo tanto, la creación de una nueva "rama" de sucesos, como si de un gran árbol se tratase.
Y si, se que se lo estarán preguntando...
Cómo es posible monitorear todo esto, sin provocar un pandemonio...
Pues, generalmente, no es una tarea sencilla. Alguien sin preparación ni conocimiento, tan sólo causaría desdoblamientos cuánticos a diestra y siniestra.
En nuestro caso, fuimos engendrados, específicamente, para éste propósito.
Lo que hacemos es, arribar a una de las tangentes que se encuentre lo más lejana posible del "tronco" o "canon principal" (si lo quieren ver desde una perspectiva más narrativa) y a partir de allí, se nos permite interactuar con los residentes y conocer más del entorno.
Todo esto, gracias a que las directrices en éstos sectores son mucho más "elásticas", por así decirlo, y admiten la intrusión de cambios sin la generación de inconvenientes.
Una vez hecho esto, tan sólo cercenamos la línea en la que hemos obtenido los resultados y se la preserva de manera artificial en un bucle infinito para que nuestros ancestros absorban el conocimiento necesario.
Genial, ¿cierto?
Pero, bueno, volviendo al por qué de mi empleo en el dichoso gremio de aventureros…
Mi razón para ello es... un tanto graciosa... y está relacionada con el momento de mi arribo.
La cuestión es... que cometí un error.
Un pequeñísimo pequeñísimo error que… básicamente, puso en peligro toda mi operación en este sitio...
...
...
¿Que qué hice que fue tan terrible?
Bueno…
En un descuido yo…
ACABÉ CON EL ENEMIGO FINAL DE ESTA HISTORIA…
…
…
No, no me refiero a lo que se oculta en lo profundo del Calabozo.
…
…
Tampoco de Evilus o de las Familias de Hera y Zeus…
…
…
¡Hablo del Dragón Negro de un Ojo!
…
…
Si… ESE Dragón Negro de un Ojo.
En mi defensa, ese reptil con patas se la estaba buscando, así que tuve que emparejarle la visión a base de puñetazos.
Ahora, es el Dragón Negro sin Ojos… jajajajajajaja…ja… ja…
*Cough*
Prosigamos…
Siguiendo las pautas que expliqué con anterioridad, realísticamente, dejé a esta línea sin su enemigo final aparente, por lo que, en vista de que ninguna de las otras 2 calamidades estaba disponible para servir como reemplazo, tuve que hacerme cargo, oficialmente, del puesto.
…
…
Sep, como lo oyen, están viendo al nuevo Depredador Alfa de estas tierras… YO.
¡Tú, el de las pancartas! ¡Agítalas o te mato!
Claro que, no podía quedarme parada sin hacer nada esperando que un par de tarados con espadas y varitas mágicas viniesen a mí con intenciones asesinas…
No.
Antes muerta que sencilla.
Si iba a ser la villana de esta historia, sería una villana compleja, una que se ocultase en las sombras, una que calculase cada paso que…
¡Ouch! ¡Estúpida alfombra!
Para resumir, decidí que iba a volverme un BUEN personaje...
¡No como tu, condenado reptil color caucho!
Peeeeeero... como, en este tipo de situaciones, no me gusta esforzarme demasiado... decidí utilizar algunos de los cientos y cientos de tropos narrativos mal implementados propuestos en varios de los mangas que a veces frecuento.
Fue así, que acabé mudándome a la ciudad laberíntica de Orario y consiguiendo un humilde puesto en gestión y manejo integral de documentos...
O sea que firmo y archivo papeles...
Y si, ya que no se me permitía volverme una reina guerrera maestra ninja lv72, opté por hacer la segunda cosa más beneficiosa que tenía a la mano: "Unirme al tan famoso Gremio de Aventureros"
Después de todo, ¿Qué mejor lugar para estar al pendiente de todo mundo, que el sitio que más certificados de defunción expide al año y que mas muertes registra por minuto?
En las manos correctas, aquel complejo podía ser una mina de oro informativa.
Eso sin mencionar que todo individuo que operaba allí, era considerado un mero civil al servicio del pueblo.
Ningún Dios sería consciente de mis capacidades puesto que yo no disponía de aquello que ellos llamaban Falna o Bendición Divina y por lo tanto no tenía nada que me atase a ellos.
A sus ojos sería más insignificante que un vendedor de encendedores en la vía pública.
Y, mientras continuase mi papel como una simple y ordinaria escribana (con memoria fotográfica y el talento de escribir más rápido que un computador de la NASA), ¡no sería ni siquiera capaz de levantar sospechas!
Jajajaja si, definitivamente, este iba a ser el plan perfecto...
- ¡Señorita Ad Astræ!
- ¡Ahh! *Bam*
Recordatorio, no soñar con planes malévolos mientras se balancea uno en la silla.
- ¿Qué ocurre, jefe? – dije mientras buscaba mis lentes caídos sobre el tapete.
No me servían para ver mejor o peor, pero pueden apostar a que luzco genial con ellos *Wink*
Al notarme en el suelo, el peliblanco y trajeado elfo se mostró confundido.
- ¿Qué hace en el suelo?
- Es que… creí ver un insecto, señor Mardeel. Lo lamento- contesté manteniendo mi gloriosa fachada de ignorante secretaria.
El sujeto, por un momento, pareció contemplar la imponente pila de papeles que yacía sobre mi escritorio.
- ¿Debo suponer que ya ha terminado de revisar esos reportes?
- Así es, señor - respondí con una pequeña reverencia. ¿Vino a corroborar mi trabajo?
- Oh no, nada de eso- aseguró éste. De hecho, venía a darle una buena noticia.
- ¿Noticia...?
- Ajá. He decidido que, a partir de hoy, rotará de puesto.
El silencio se tornó incómodo.
- ¿Perdón…?
- Como lo oye, señorita Ad Astræ. Hemos estado revisando su progreso desde que se unió a nosotros y debo decir que su política con el trabajo es impecable. Asistencia perfecta en tiempo y forma, cumplimiento siempre acertado, trato ejemplar para con sus semejantes...
(Es que nunca sospecharon de mi... *Maniatical Grin*)
- Y sobre todo, sin una sola queja de su parte. Realmente... - dijo limpiándose las (falsas) lágrimas con un pañuelo. El mundo sería un lugar mejor si todos aquí se esforzaran tan bien como usted lo hace.
- No creo que sea para tanto, Sr. Mardeel, sólo hago mi trabajo...
- ¡Tonterías! - refutó el regordete. Ha demostrado más ética laboral que nadie y por eso, tras una deliberación hemos decidido concederle el puesto de "Asesora de Aventureros".
...
...
- ¿Eh...?
- Como lo oye, desde este momento, usted pondrá en funcionar ese valioso cerebro suyo en pos de ayudar a aventureros novatos dispuestos a embarcarse en las oscuras y espeluznantes profundidades del gran calabozo. Es un gran honor, ¿sabe?
!¿De qué honor hablas, tocino?! ¡Todo lo que quieres es que trabaje más por la misma paga! ¡Lo sé, puedo leer tu mente, está todo ahí!
- Etto... Con el debido respeto, jefe. ¿No existen ya suficientes supervisores mucho más capacitados que yo para esta tarea?
- Y está en lo correcto- dijo éste sin perder el tono. Por desgracia... una de nuestras queridas veteranas, la señorita Rose Fannett…
- ¿La sexy mujer-lobo con expresión de espanta-viejos?
El dueño del Gremio se detuvo y me observó con una ceja arqueada.
- Oh lo siento, es algo que oí por ahí. *Cough* Continúe.
- Como decía, nuestra querida Rose tomará unas merecidas vacaciones, luego de tantos años de inmaculado servicio, y requerimos a alguien idóneo para que funcione como su reemplazo. Y, en vista de que usted fue una de las empleadas más trabajadoras y preparadas de entre las de reciente ingreso, he decidido seleccionarla para el puesto.
- Yo…
- No necesita agradecerlo, esto es mero protocolo. Confío en que mantendrá el standard que se acostumbra, señorita Ad Astræ.
- D-Daré lo mejor, señor - dije en lo que bajaba la mirada.
- Eso espero. Ahora, cualquier duda que tenga al respecto podrá despejarlas hablándolas con Rehmer. Él la escoltará hasta la planta baja. Y no se preocupe, no quedará desatendida. Nuestra joven… semi-elfa… Eina, inició como supervisora hace menos de un año. Ella le enseñará todo para que se adapte mas fácilmente.
¿Acaba de crujir los dientes al mencionar su linaje mestizo?
Oiga, viejo, creo que hay un poco de frase en su racismo…
- Pero bueno, ya he perdido suficiente tiempo y ya sabe lo que dicen, el tiempo es dinero. Me retiro- dijo el viejo director, caminando hacia la entrada. Hágame el favor de llevar esos papeles al archivero y luego, preséntese en el recibidor para que le informen sobre sus nuevos deberes. Buen día, señorita Ad Astræ.
Y dicho esto, el mantecoso, salió por la puerta de la oficina con una expresión de satisfacción en su rostro.
Yo tan sólo me quede allí procesando lo de mi nuevo y "merecido" ascenso, debatiendo de si, en algún momento, el vejete iba a darse cuenta de que tenía la bragueta del pantalón abierta…
MINUTOS MAS TARDE...
Cuando le anunciaron a Eina que, desde ese momento, tendría que desempeñarse como tutora para una de sus compañeras de reciente ingreso, la joven semi-elfa se mostró, un tanto, determinada.
Para ella, una cosa era aconsejar a aventureros: individuos, de cierto modo, "dispuestos" a afrontar los peligros del calabozo y que sólo necesitaban de la guía adecuadas para que sus esfuerzos no desembocaran en una muerte horrible y deshonrosa pero, otra muy diferente, era acompañar a una de sus colegas a través de todo el basto recorrido que significaba ser un destacado miembro del grupo de asesoría. Puesto que si algo se hacía de manera incorrecta, podría provocar un sin número de desgracias y eso, era algo que ella, no podía permitir.
Debía de enseñarle a la chica nueva todo lo necesario para que otros sobreviviesen en la mazmorra y, de paso, el correcto camino para volverse una ejemplar consejera digna del gremio.
En cuanto Rehmer hizo las presentaciones, los ojos de la pelicastaña no se enfocaron en nada más que en la uniformada joven ubicada a su lado, mostrándose un tanto interesada en el aspecto de ésta última.
Su cara era, naturalmente, atractiva, complementada por un bello y corto cabello blanquecino (con un flequillo lo suficientemente largo como para cubrir uno de sus ojos), pálidos irises de color azulado y un par de lentes pensado para una cómoda y prolongada lectura.
Pese a la intelectual apariencia que desprendía, la semi-elfa casi podía asegurar que su nueva colega sería víctima de miradas bastante indeseables en algún momento, tal y como le pasaba a ella y a sus demás amigas.
Si a esto, le sumábamos una personalidad tímida y retraída, aspecto que solía repetirse mucho en ese tipo de féminas, sin duda alguna, la novata se convertiría en el nuevo blanco de propuestas románticas de todo tipo.
La joven Tulle, tan sólo suplico de forma silente, que al menos su futura Kouhai, fuese alguien que supiera cuándo ponerle un alto a las cosas, o su estancia en el nuevo puesto sería, extremadamente, corta...
...
Afortunadamente (o, quizás, por desagracia) para la pelicastaña, todos esos temores, acabarían siendo, completamente, infundados...
MARINA P.O.V
Me tomé un momento para contemplar a la recién llegada de arriba a abajo.
Llegando a entender, en parte, el porqué varios de los demás miembros del complejo, mayormente los masculinos, armaban tanto alboroto cuando la tal Eina rondaba por las cercanías.
Resulta, que mi nueva senpai, era una semi-elfa.
Básicamente, lo que obtienes de cruzar a un elfo con cualquier otra raza, en este caso... con un humano.
Era bien sabido que, en este mundo (y, generalmente, en cualquier pieza audiovisual de fantasía) los elfos eran seres con genes benditos, que los dotaban de una alabada belleza externa.
Eso sin mencionar el hecho de que eran la raza con mayor expectativa de vida existente. Iban a pasar siglos hasta que a alguno de ellos le saliesen canas o arrugas.
(Si no fuera por mi conexión con el Universo Primigenio... me sentiría celosa...)
En el caso de Eina, sus genes mestizos, le daban algo así como un título de "belleza exótica".
Eso, sumado a que la fémina no era una infame racista como cierto sector de su familia y que además tenía una figura sensual que muchas envidiarían, estaba clara la razón de porqué era una de las doncellas mas codiciadas del sitio junto con cierta mujer-lobo.
Si por un lado, Rose era la "Cold and Sexy Queen" de la zona, Eina podría ser la "Nerd and Strict Onee-san"
- Es un placer, Eina-senpai. He oído grandes cosas sobre usted – dije con una sonrisa amistosa y una educada reverencia. Será un honor aprender de una instructora a la que siempre mencionan con mucho ímpetu.
(Si, tal vez era temprano, para comenzar a chuparle las medias a nuevos superiores pero, hey, esto me diría con que tipo de persona estaría lidiando...)
Luego de mi "fraternal" presentación, la semi-elfa devolvió el saludo, notando, además, que estaba un tanto nerviosa y avergonzada por mis palabras.
¿Una supervisora a la que descolocan los cumplidos?
Puedo trabajar con eso... *Grin*
- H-Hai, daré lo mejor de mi para pasarte todos mis conocimientos, Marina-san. Se que lograremos entendernos - dijo ésta.
(Oh, pobre alma inocente...)
De un momento a otro, en lo que ella retraía su mano, me coloqué, extremadamente, cerca de su rostro, amplificando en demasía, su colorido sonrojo.
- Ohh, es cierto lo que dicen de ti, Eina-senpai... realmente, eres muy hermosa.
- ¿E-Eh? *Blush*
- A diferencia de mí, los lentes si te favorecen - exclamé, provocando que mi nueva compañera se conviertese en un manojo de nervios.
Con aquella " sutil" demostración, ya no me quedaba duda al respecto.
Mi superior parecía ser la típica chica virgen de pensamientos no tan puros.
Una combinación peligrosa si teníamos en cuenta que, además, ella era una de las doncellas que más miradas atraía de toda el edificio.
De hechos, si tenía que asincerarme, casi todas las personas a mi alrededor superaban la media en cuanto a belleza se refiere. No importaba donde mirase, siempre me topaba con hombres y mujeres con un cierto atractivo propio de su género.
Yo, por otra parte, pues... mi rostro era mucho más andrógino, algo que le atribuía a la naturaleza misma del Gran Leviatán.
Con el ángulo adecuado y la correcta iluminación y guardarropa podría pasar como todo un "Bishonen" (hombre hermoso) o como una "Tomboy Beauty".
Mi modesto par de pechos tampoco ayudaba mucho a la causa, siendo que se éstos se camuflaban perfectamente con cualquier atuendo que yo llevase.
Mi único "consuelo" era, quizás, que este cuerpo me permitía gozar de una exquisita y bien torneada retaguardia *Chef Kiss*.
Cosa con la que estaba más que conforme, puesto que, siendo una serpiente marina del espacio exterior, procuro siempre tener una bella cola *Wink*
Pero bueno, volviendo al tema de la avergonzada fémina a mi lado…
- M-M-Marina-san, ¡n-no debe molestar a la gente con la que trabaja!
- Perdón, senpai, no me pude resistir – respondí, devolviéndole una mirada "inocente".
Después de todo, el Yuri vende... ¿Quién soy yo para ir en contra de lo que el Internet dice?
En fin...
Acabadas las formalidades, pasé el resto de mi mañana acompañando a la pelicastaña de orejas puntiagudas, mientras me familiarizaba con todo el "fascinante" proceso burocrático que implicaba mi nuevo puesto.
Agradecía, sinceramente, el haber nacido con la mejor memoria en tres pares de galaxias, puesto que si tenía que escuchar a Eina explicar los distintos tipos de hojas y tintas, por casi otra hora completa, me hubiese ahorcado con mi propia cadena...
Para cuando aquella tortura terminó finalmente, ambas ocupamos nuestros lugares detrás del gran escritorio de entrada.
Era un día tranquilo, así que había poco tráfico de personas a ésas horas, y casi todos los aventureros se hallaban cazando dentro de los pisos del calabozo.
Viendo que no habría nada relevante por hacer en los próximos 15 minutos, decidí, "para variar" sacarle algo de plática a la semi-elfa.
- Entonces… asesorar aventureros... no parece tan... ¿complicado?
- ¡LO ES! ¡REALMENTE, LO ES! –contesto la pelicastaña cambiando a un tono de regaño/lectura. De nosotros depende la seguridad de todas las personas que cruzan esas puertas. Un mal consejo podría llevarlos directo a una muerte trágica y dolorosa. Es nuestro trabajo brindarles la mejor información posible para que puedan sobrevivir a todo tipo de situaciones.
Le encanta oírse hablar...
- Por eso, siempre, SIEMPRE, debes recordarles esto a tus futuros clientes... "Un aventurero jamás debe ir de aventuras"
Para cuando la oí concluir su verborragia, giré la cabeza, lenta y muy calmadamente, hacia su dirección dedicándole una mirada de "¿que chingad* acabas de decir?"
- Espera... ¿Quieres que los aventureros… no hagan lo único para lo que han decidido venir a Orario?
- Exacto. Sin aventuras, no hay peligros.
*Facepalm*
Genial, mi supervisora tiene retraso...
- Ooookaaayyy... cambiando de tema, senpai- expresé buscando despejar tonterías. Háblame un poco de ti, ¿por qué has decidido trabajar en este sitio? Digo no es muy glamoroso que digamos y nuestro querido jefe "amo y señor" destila capitalismo agresivo cada vez que suda. Honestamente, no te veo trabajando para alguien así...
Eina exhaló un suspiro.
- Bueno... mi razón es un tanto...
- ¡No me digas que te gusta el sujeto!
- ¡Por los Dioses, NO! - respondió esta, enojada. Es sólo que es algo personal y nunca se lo he dicho a nadie...
Con que personal, ¿eh?
- Te digo qué, senpai. Si tu te sueltas, prometo contarte algo personal de mí a cambio. ¿Te parece justo?
La elfa pareció pensar mi oferta.
- ¿Lo prometes?
- Prometido – respondí dando un saludo.
- *Sigh* Está bien - dijo ésta. Ahora... por dónde empezar… mmm...
...
Me mudé a Orario cuando cumplí los 14 años, justo después de haber terminado mis estudios en el Distrito Especial de Instituciones Académicas Marítimas.
- ¿Hablas de ese sitio al que llaman "El Distrito Escolar"?
Eina asintió.
- El mismo. Una de las chicas que trabaja aquí, Misha Flott también era una estudiante allí y ambas nos hicimos grandes amigas durante nuestra estadía. Fue ella quien propuso la idea de unirnos al Gremio después de graduarnos. Al principio no me pareció una opción tan mala. En ese tiempo, era visto como un trabajo respetable y, podría aplicar todos mis recientemente adquiridos conocimientos pero... para nuestra mala fortuna, las cosas no acabaron siendo tan mágicas como pensé que serían. Todos los días, veíamos a muchos aventureros ir y venir por esas viejas puertas- dijo señalando la entrada del recinto. Hombres y mujeres decididos a ganarse la vida, a gravar su nombre en la historia... sólo para terminar…
- Siendo víctimas del dichoso calabozo, ¿cierto? Los rumores decían que Orario era considerado un lugar cruel debido ello.
- Si, la mazmorra siempre ha sido cruel con los novatos. Fue una de las razones por la que, cuando asumí como Asesora de Aventureros, me negué, rotundamente, a aceptar clientes a mi nombre.
- ¿Mmm? ¿Por qué?
- No deseaba que me ocurriese lo mismo que le pasó a Rose- contestó la joven de puntiagudas orejas.
Ambas nos quedamos viendo a la furra peliroja quien se hallaba tras el mostrador ordenando unos papeles mientras le propinaba un golpe de karate en el cráneo a cierta hiperactiva pelirosa.
- Me sorprende que aún se mantenga con nosotros. Ha perdido a todos con los que ha entrado en contacto. El sólo imaginar un escenario, donde todas las personas con las que alguna vez congeniaste, dejan de existir de un día para otro... es algo que... en verdad... no...
*Tik*
- ¡Itai!
Dispuesta a acabar con el pesado melodrama que envolvía el ambiente, hice lo que cualquier persona sensible haría por alguien acongojado y lleno de pesar: Golpear con fuerza su frente utilizando los dedos.
- ¡Marina-san! ¿¡Por qué es que...!?
- Porque esa melancólica expresión no te queda, senpai. Eres más linda cuando sonríes- respondí, con picardía, intentado que aquello le subiera el ánimo. Además, no estarás sola, Eina. Te prometo que, mientras yo esté aquí, no dejaré que te conviertas en una espanta-viejos.
La pelicastaña, por su parte, tan sólo sintió sus mejillas teñirse de rojo.
Aunque no sabía si fue por la sinceridad oculta detrás de las palabras de su Kouhai o por el hecho de que había arruinado un momento serio.
Probablemente, lo segundo...
- Espanta-vie... ¡Hmmm! ¿Te estás burlando de mi, no es así?
Definitivamente, lo segundo...
- Tal vez - contesté. O tal vez, sólo quiero ver cómo mi senpai alcanza el pico de lindura cuando se avergüenza. ¿No crees que te ves mejor de esa manera?
Al oír esto, Eina no pudo evitar hacer su mejor imitación de un pez globo, cosa que me divirtió a un más.
Disfrutaría probando los limites de mi nueva jefa.
Tal vez así no me aburriría tanto durante la jornada...
Desgraciadamente, toda la "diversión" del momento se dispersó en cuanto ambas vimos como un pequeño muchacho de cabello blanco y ojos como rubíes ingresaba al sitio mostrándose bastante impresionado aunque algo inseguro.
- Senpai, mire a ese chico que acaba de entrar - dije en tono de susurro. ¿Cree que quiera ser aventurero?
Aquella simple frase bastó para que la semi-elfa mostrase una expresión de tristeza en rostro.
- *Sigh* Seguramente es otra pobre alma deseando seguir ese camino. ¿Por qué siempre son los más jóvenes? - expresó la mestiza masajeándose las sienes. No creo que pueda atenderlo. Mejor se lo pediré a Misha...
Pero antes de que pudiese siquiera dar un paso...
- Un momento, senpai.
Yo intercedí.
- No es necesario que molestes a Misha-senpai para eso. ¿Por qué no dejas que me encargue yo del curioso chiquillo?
Los ojos de Eina se ensancharon.
- ¿Eh? ¿Quieres hacerlo tú?
- Claro, después de todo, es para lo que vine, ¿no?
La estricta semi-elfa consideró, severamente, mi argumento.
- ¿Estás segura que quieres hacerlo?
Asentí.
- ¿Estás consciente de que pueden llegar a odiarte si los rechazas?
Volví a asentir.
*Sigh*
- Está bien, te concedo el permiso- contestó la pelicastaña no muy segura.
- ¡YAS!
- Habla con él, en cuanto se acerque, yo iré a buscar los formularios pertinentes. Y, por favor, trátalo lo mejor posible para que el rechazo no le pegue tan duro.
- ¡Puede confiar en mi, general! - dije, dedicando un saludo. ¡Lo trataré con el mayor respeto posible!
- Eso espero...
En lo que Eina abandonaba el perímetro, yo enfoqué mi atención en el recién llegado.
El mocoso de exótico aspecto parecía no saber por donde comenzar a hacer sus preguntas. Afortunadamente, para él, yo me hallaba en la zona.
En más de un sentido...
- ¡Psssssst!
- ¿H-Huh?
- ¡Pssssst! Tú, el de ahí- dije, procurando que mi tono susurrante fuese lo suficientemente alto y audible.
Al oírme, el niño volteó hacia una de las casillas donde solemos intercambiar piedras por Valis.
No era el destino que tenía en mente pero...
¡Messirve!
Al notar como un par de mechones blancos sobresalían desde detrás del cubículo , el albino se acercó bastante incrédulo.
- E-Etto... sumimasen, usted es quien quería hablar conmi…
- ¡AD ASTRA ABYSSOSQUE! -grité, en lo que aparecía, repentinamente, frente a sus ojos. ¡Bienvenido al Gremio de Aventureros, joven viajero, ¿en que puedo ayudarte?
Me tomé un minuto para felicitarme a mi misma.
El momento había sido el preciso
La imitación, sublime.
Sin duda había tomado la decisión correcta de... ¿por qué está en el suelo?
Al volver a mirar, noté que el mocoso se hallaba de espaldas intentando reponerse por el tamaño susto.
¿Y este quiere ser aventurero...?
- Oi, niño, ¿todo bien ahí? - exclamé.
- ¿Eh? Ah, si si, es sólo que... no esperé este tipo de recibimiento...
Ese era el punto...
- Entonces... ¿viniste a hacer algo más o sólo a recostarte en el piso?
Dicho esto, el novato se puso de pie rápidamente, intentando no seguir atrayendo más miradas.
- De hecho, vine aquí para ser aventurero.
- Mmm... con que aventurero... comenté, en lo que le daba una mirada de cuerpo completo.
- Claro, no veo por qué no- dije con tono despreocupado, gesto que pareció emocionar al adolescente.
- ¿En serio?
- Sep, sólo necesito que me indiques a qué Famiria perteneces y podrás rellenar los formularios.
De un instante a otro, la breve alegría de antes se esfumó de su rostro.
- ¿Famiria...?
- Necesitas ser aceptado en una - expliqué. ¿De que otra forma recibirías la Bendición de alguna de las muchas Deidades que pueblan Orario? Sin Famiria, no hay Falna. Y sin Falna no hay aventura, son las reglas, chico.
Aquello preocupó, visualmente, al mocoso.
- ¿Es… *gulp* completamente necesario?
- ¿Quieres que te diga un secreto? – contesté, acercándome a su oído.
- ¿Claro...?
*Inhala*
- ¡SI LO ES!
- ¡AHHHH! ¡NO HAGA ESO!
- *Giggles*
Oh dios, este niño, es un tesoro. Olviden todo lo que dije antes, necesito tenerlo como cliente.
- Pero ya en serio, joven…
- Bell, Bell Cranel.
- Muy bien, Campanito...
- ¿Huh?
- Te propongo un trato. Si logras conseguir que una Famiria te acepte para antes de que se oculte el sol. Me volveré tu asesora personal y prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para que te vuelvas el mejor aventurero que ha existido, va, qué rayos... ¡incluso te convertiré en un Héroe! ¿Qué me dices?
Los ojos del albino se ensancharon a tamaños descomunales.
- ¡¿LO DICE EN SERIO?!
Wow, ¿Cómo pasó de cachorro pateado a fanático en tan sólo un instante? Incluso puedo notar pequeñas estrellas brillando en sus pupilas.
- Yo nunca retrocedo en mis palabras, joven Cranel. Pero, recuerda mis términos, debes hallar una Deidad que te acoja como su hijo, antes de que el día acabe. Cuando lo hagas, vuelves aquí, y cerramos el trato. Ahora, vete, mocoso, desperdicias luz y tiempo...
- ¡Entonces, me marcho! - dijo éste. Muchas gracias, señorita…
- Marina. No vayas a olvidar ese nombre.
- ¡No lo haré! ¡Gracias de nuevo!
Luego de contemplar como el joven desaparecía por la puerta principal a una velocidad sólo conocida por los Cheetas, caminé hasta el escritorio de junto, con el fin de reunirme con cierta semi-elfa.
- Oh, ¿ya terminaste? ¿Cómo te fue?
- Pues, a resumidas cuentas, no era más que un simple adolescente con sueños de convertirse en héroe. Honestamente, no le vi demasiada madera como aventurero.
- ¿Debo asumir, entonces, que entendió la razón por la que lo rechazaste?
- De hecho, senpai... fue todo lo contrario. Mas bien terminé alentándolo.
...
...
- ¡¿Qué hiciste… qué?! ¡Pensé que le explicarías las razones!
- Vamos Eina-senpai, no se altere- expresé, intentando calmar a la fiera. El niño ni siquiera tenía Famiria todavía.
- ¿Qué fue lo que le dijiste exactamente?
- Le ofrecí un trato.
- ¿Un... trato?
- Sep, le prometí que si lograba conseguir una Famiria para antes de que entrara la noche, yo lo supervisaría personalmente y créame cuando le digo, senpai... que soy una mujer de palabra.
La semi-elfa y yo nos mantuvimos estáticas, enfrascadas en un intenso duelo de miradas, hasta que...
- *Sigh* Puedo ver que estás decidida a ayudar a ese chico.
- Lo estoy.
- Bien, si logra lo que le pediste, dejaré que lo supervises.
- Se lo agradezco mucho.
- Pero...
En ese momento el semblante de la pelicastaña pasó a tornarse un tanto siniestro.
- No creas que hemos acabado de hablar del tema. Tu y yo tendremos una plática en privado al respecto, luego.
- E-Entiendo...
Wow, tiene potencial como espanta-viejos...
- A todo esto, ¿crees, seriamente, que logrará conseguir una a tiempo?
- Siendo sincera... dudo que alguien desee reclutarlo- expresé sin pelo alguno en la lengua. Mi primera impresión fue la de alguien demasiado ingenuo e inexperto como para enfrentar los terrores del calabozo. Nadie quiere tener que lidiar con los soñadores. Casi siento pena por el pobre conejo...
Al escuchar el término, Eina arqueó una ceja.
- ¿Conejo...?
- Pues… parecía un Al-Miraj, ¿no? Ya sabes, pelaje blanco, ojos rojizos…
La supervisora se tomó un minuto para hacer la comparativa y luego soltó una risilla.
- Jaja, lo admito fue una ingeniosa observación. Aun que, aún así, ¿no piensas que fue un poco cruel de tu parte?
- Lamentablemente, senpai, Orario no es un lugar para personas tan inocentes como ese muchacho.
Después de todo... Tú misma lo dijiste.
Si la mazmorra se ha llevado a los más duros y toscos... ¿Qué la detiene de arrebatar también a los puros y frágiles?
- Ya lo veras, Eina. Si todo sale bien, habremos alejado a un pobre e indefenso niño de ese matadero.
UNAS HORAS MAS TARDE…
- ¡¿Cómo demonios encontró una famiria tan rápido?! – fue la pregunta que asaltó mi mente, en lo que veía al mocoso rellenar el formulario con una enorme sonrisa mientras era iluminado por el rojizo sol del ocaso.
*Sigh* Eina va a darme un sermón de como 5 horas...
Ya comienzo a extrañar el ordenar papeles...
Como sea, veamos:
- Mmm… Nombre: Bell Cranel… Edad: 14 años… Mano hábil… Signo Zodiacal… Fruta favorita... ¡ajá! Familia… Hestia, ¿eh? Debe ser nueva, no recuerdo haber visto su nombre en los archivos. Bueno... tendrá que bastar.
*Aprobado* - pronuncié, estampando el sello del Gremio, sobre la hoja de registro.
Acabado todo el papeleo de inicio, le expliqué a mi nuevo sujeto de pruebas, digo cliente, que el Gremio podía proveerle un set de Armadura y Cuchillo básico por 6600 Valis (3600 + 3000).
Trato que el muchacho aceptó al instante.
Siendo sincera, aquel equipamiento me parecía una completa basura.
En sí, todo el sistema de armamento en este mundo era una porquería.
Nada aquí podía competir con la calidad y resistencia de mis armas personales.
Aunque claro, éstas no venían del mismo universo, así que era entendible.
Aun así, ahora que tenía al mocoso a mi cargo, no podía darme el lujo de cometer errores.
No quería que el chico fuera decapitado o sufriera algo peor un día después de su registro, por lo que, decidí intervenir un poco.
- Hey, Bell, antes que te vayas, toma, considera esto un obsequio de mi parte.
El albino se mostró un tanto confundido, pero aceptó el pequeño cubo negro de aspecto extraño y bastante futurista.
¿Un artefacto mágico, tal vez?
- Gracias, pero ¿Qué es?
- Un seguro- respondí. Si alguna vez te ves envuelto en un peligro al que no te puedes enfrentar o te vez incapacitado para huir por la vía de siempre, tan sólo arroja esto al suelo, te aseguro que te salvará la vida.
El último hijo de la Familia Zeus, no comprendió del todo la indicación, pero aun así acepto el obsequio, guardándolo en su bolsa para piedras. Mañana temprano partiría rumbo al Calabozo para comenzar su aventura. Seguro que no tendría que usar tan costoso presente en su primer día… ¿verdad?
Naa, su suerte no podía ser tan mala…
