Los Dioses Del Amor

SS de Justus: Aub Alexandria

Si alguien le preguntara a Justus que opinaba sobre la joven Aub del recién nombrado ducado de Alexandría, respondería que su señora era una mujer espléndida e interesante. Si alguien le preguntara a Justus a quien prefería servir, entre Aub Alexandria y su señor… no sabría que contestar, porque por lo general, obedecer a cualquiera de ambos lo llevaba a cumplir con sus propios deseos. Serle de utilidad a Lord Ferdinand, el otro Aub de Alexandría.

La primera vez que Justus conociera a Aub Alexandria, se trataba nada menos que de una pequeña niña plebeya de Erenfhest con el devorador. Lo interesante de ella no era ni su estado ni su fragilidad, sino las cosas extrañas y novedosas que podía crear solo con su intelecto. En aquel entonces, aunque a sus ojos era una niña interesante, no le parecía importante de modo alguno. Una sola palabra de su amo y la habría eliminado sin chistar, era una suerte que Lord Ferdinand jamás diera una orden en contra de aquella pequeña.

A partir de ahí, Myne, que era el nombre de la niña, pasó por todo tipo de cambios y vivencias. Su estatus fue modificado una vez tras otra, su nombre tuvo que ser adaptado a Rozemyne para seguir fungiendo cada uno de los roles que iba adquiriendo con el pasar del tiempo, sus atuendos, su cuerpo, sus capacidades… aunque lo que más había impactado a Justus de todos estos cambios era la manera en que afectaban a su señor.

Lord Ferdinand, quien siempre se pusiera en último lugar ante el ducado, ante su hermano y ante el templo, encontró una persona que lo atesoraba tanto como Justus mismo, tal vez más, alguien dispuesto a ponerlo como una prioridad.

Si bien la chica se había ganado el apoyo y la confianza de Justus cuando comenzó a vigilar los hábitos de alimentación y sueño de su señor, mentiría si no aceptara que la joven se había ganado su lealtad absoluta cuando se lanzó por su cuenta a conquistar un ducado para salvar la vida de Lord Ferdinand.

Por supuesto, Lord Ferdinand había comenzado a mejorar su estado de salud e incluso su ánimo de manera visible una vez que ella fue establecida como Aub Alexandria, Justus podría haber jurado que su maestro al fin había alcanzado la felicidad cuando comenzó a pasar tiempo en los suntuosos laboratorios que su entonces prometida había construido para él… cuan equivocado había estado Justus. Lord Ferdinand no solo se mostraba más satisfecho con su existencia, sino que la estaba disfrutando con creces desde su unión de las estrellas.

Desde ese momento, Justus había sido testigo de pequeños cambios en su señor.

Tras la unión de las estrellas de los dos Aubs de Alexandría, un brillo especial había aparecido en los ojos de Lord Ferdinand que no derivaba precisamente de la petición de su señora de compartir una habitación el resto de su vida… su señor al fin había obtenido las bendiciones de Bluanfah, Beischmachart y Brenwärme.

Justus no podía parar de sorprenderse por los cambios que vendrían después.

No mucho después, Lord Ferdinand comenzó a hacer pequeños despliegues de afecto nada comunes entre los nobles a puertas abiertas. Besos antes de salir del dormitorio, miradas cargadas de mensajes ocultos para su esposa, la impaciencia de terminar lo mejor y antes posible cada vez que debía salir de la ciudad para tratar con algún Gieve o solventar alguna problemática del ducado, por no hablar de qué por primera vez en su vida, Justus podía presenciar el lado más lúdico de su amo, sin restricción alguna.

La primera vez había sido por un pedido extraño de Lady Rozenmyne. Luego de rediseñar por completo el cuarto de aseo de la recámara principal del palacio, había ordenado que le prepararan todo lo necesario para que ambos tomaran un baño y luego los despidió, no quería ayudantes mientras ella compartía un baño con Lord Ferdinand.

Al principio les había parecido una petición extraña, sin embargo, él y su compañera de trabajo habían decidido quedarse a esperar en la habitación principal, preparando la ropa de dormir y cualquier cosa que sus amos pudieran necesitar… entonces comenzaron a escuchar una conversación de lo más extraña al interior del baño, salpicadas de gemidos y jadeos que habían coloreado a Liesseleta por completo del divino color de Gedulh. Él se había sentido incómodo apenas un segundo o dos, luego su curiosidad lo había hecho desear abrir la puerta y observar lo que estaban haciendo con detalle.

Justus había estado casado una vez, incluso había tenido un vástago… y jamás había tenido interacciones tan interesantes con su esposa, la llegada del invierno era algo tan rutinario, que de no ser por el placer que experimentaba al final, bien se habría podido olvidar de compartir una habitación con su esposa cada tanto… no, esto era diferente, esos dos estaban divirtiéndose durante su invierno y de una manera desproporcionada.

Cuando el matrimonio salió del cuarto de aseo, estaba demasiado excitado por la curiosidad como para ver a sus señores a los ojos antes de seguir a su maestro para atenderlo.

–¿Disfrutó de su baño, Lord Ferdinand? –había preguntado Justus sin poder refrenar su curiosidad.

–La próxima vez que Lady Rozemyne solicite que se nos prepare el baño juntos, asegúrate de colocar un artefacto mágico anti escucha de rango específico, y no quiero escuchar ni una palabra de lo que sea que hayan escuchado ustedes dos, ¿quedó claro, Justus?

Por supuesto que no pudo negarse, el tono era demandante, una orden. Podía sentir el mana de su amo recordándole que su vida ya no era suya, lo que le hizo sonreír aún más.

–Cómo mi señor ordene –fue lo único que pudo responder cuando la punzada de dolor pasó.

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La siguiente vez que se llenó de asombro fue el primer día de la Conferencia Archiducal. Su maestra había solicitado que Lord Ferdinand la ayudara a colocarse todos sus amuletos y a terminar de vestirse. En otra época, Lord Ferdinand no solo se habría negado, sino que además le habría llamado la atención… ahora en cambio, a Justus no le pasó inadvertido lo complacido que parecía estar su amo por la repentina petición. No dijo nada, solo los dejó ser felices. Más tarde, Lord Ferdinand los dejaría solos a él, Eckhart, Sthral y a Sergius con el Aub de Klassenberg y su séquito a la mitad de una negociación, al parecer, su señora le había enviado algún mensaje por medio de los artefactos que había estado desarrollando en secreto y que ambos habían comenzado a portar a partir de ese día, el hecho de que ambos regresaran juntos para continuar con las negociaciones comerciales solo le confirmó su corazonada.

Algunas horas después, la noticia del descarado comportamiento de Lord Ferdinand y Lady Rozemyne frente a Lord Sigiswald y todo su séquito se correría más rápido que Steifelise. Él se había quedado a resguardar que nadie los interrumpiera junto a los schumils autómatas, aguantando la risa como pudo al escuchar la voz entrecortada por el esfuerzo de su señor dando indicaciones luego de que casi deshicieran los muebles por cómo los habían hecho rechinar.

Esos días en la Academia Real parecían irreales para él.

Su señor y su señora se habían empecinado en andar por los pasillos tomados de la mano a la vista de absolutamente todo el reino sin que pareciera afectarles en lo más mínimo. Cualquiera que no escuchara con qué frecuencia chirriaban los muebles de la habitación de Aub Alexandria en el piso de las damas, pensaría que ambos intercambiaban mana en medio de los pasillos. No contentos con esto, su señor se había aficionado a besar a su esposa en las manos o el cabello cada vez que se separaban, a veces incluso en los labios si algún otro Lord la veía por demasiado tiempo.

Lo que en un principio le había parecido desvergonzado y alarmante en la falta de autocontrol de su amo, poco a poco comenzó a parecerle algo normal, algo que cualquiera querría tener en la sociedad noble, algo que era de lo más normal en la ciudad baja de Erenfhest, en la de Alexandria y en la de cualquier otra zona habitada por plebeyos. Tal vez era por esta razón que Justus no había comprendido porque su señor se había empecinado en desquitarse con las mejillas de su esposa cada vez que su hermano, Aub Erenfhest, le hacía algún comentario fuera de lugar, subido de tono o irrespetuoso relacionado con las actividades de alcoba de sus amos.

¡Si ese hombre supiera lo que él sabía, se quedaría asombrado!

Apenas una semana en la Conferencia y había notado como su señora acariciaba desvergonzadamente las piernas de su señor con sus propios pies por debajo de la mesa de comida, cada día con más desfachatez y durante tiempos más largos. Habría sido más divertido de presenciar si su señor hubiera seguido saltando un tanto sobresaltado en cada ocasión… pero su señor parecía ser un genio incluso para adaptarse a los cambios más extraños, comenzando a rozarle las manos y los brazos a Lady Rozemyne haciendo pasar esas caricias por descuidos.

¿Cómo olvidar la mañana siguiente al inicio de las extrañas interacciones en la mesa?

Sus amos le habían permitido entrar temprano para que ayudara a Lord Ferdinand a prepararse como era costumbre… aunque por alguna razón ambos parecían estar luchando dentro de la cama, tragándose palabras que, de seguro, pensaban que él no podía escuchar, su maestro incluso le solicitó que le recitara todas las citas y actividades que tenía previstas para el día.

—... y luego... ¿todo bien, mi Lord? –tuvo que preguntar Justus al escuchar un jadeo descarado de la voz de su señora.

—Si, continúa –fue la respuesta de Lord Ferdinand, quien sonaba como si se estuviera divirtiendo demasiado, haciéndolo recitar el resto, dejando escapar una carcajada tan pequeña y mal disimulada cuando terminó, que estaba seguro que su amo no había escuchado una sola palabra de lo que le había dicho o lo habría amonestado.

Por supuesto, apenas terminar, su señora hizo la misma solicitud a Liesseleta.

Justus, nunca se había sentido más emocionado por usar un mínimo de mejora física y agudizar su oído al máximo, algo a lo que estaba habituado cuando recopilaba información, sorprendiéndose al confirmar que sus señores no solo estaban jugueteando en la cama, parecía que estaban recibiendo el invierno mientras los hacían recitarles lo que debían hacer.

Cuando escuchó la cortina abrirse apenas del lado de su señora, Justus abrió la cortina del dosel del lado de Lord Ferdinand, encontrando que su señor tenía su espada desenvainada y brillante, haciéndolo sentir bien en cierto modo al constatar que parecía ser del mismo tamaño que la suya cuando estaba en toda su gloria.

—¿Mi Lord? ¿se puede saber que estaban haciendo ustedes dos ahí dentro?

Sabía qué habían estado haciendo, solo no pudo contener la tentación de molestar un poco a su amo, quien tenía las orejas tan rojas, que parecían artificiales. Sus ojos dorados, por lo general agudos y fríos, volteaban febriles al otro lado de la cama, haciéndolo parecer desenfocado.

—¿Tú qué crees? –masculló Lord Ferdinand, sorprendiéndolo a causa de su descaro. Si al menos pudiera contestarle de ese modo a Lord Silvester, seguro dejaría de ser el objeto de todas esas burlas que había padecido toda la semana.

—¿Necesita más tiempo para arreglar su problema? —había preguntado Justus con gran dificultad por evitar reírse de la situación.

—Ahora que lo dices… vuelvan después.

Acto seguido, la cortina se cerró, su Lady soltó un grito de sorpresa seguido por risas y la orden de volver a salir por cinco minutos, seguida de una insinuación en un tono bastante vulgar por parte de Lord Ferdinand, haciendo alusión a que cinco minutos no serían suficientes para que ella arreglara el desastre que había provocado.

Luego de pasar los artefactos mágicos anti escucha, él y Liesseleta salieron de la habitación, esperando junto a la puerta y escuchando como el mobiliario se quejaba de nuevo por la brusquedad con que sus dueños parecían estarse divirtiendo… de nuevo.

Justus comenzó a reír sin poder evitarlo.

—Lord Justus, ¿de qué se está riendo? ¿no encuentra cansada esta situación? —preguntó su compañera de trabajo, mostrándose un poco molesta y algo desganada.

—Lady Liesseleta, así como usted vio crecer a su ama, yo vi crecer al mío. Lord Ferdinand había tomado la decisión de no dejarse seducir NUNCA por ninguna mujer luego de que su compromiso con Lady Magdalena fuera cancelado. Por años pensé que así sería, que mi amo moriría sin conocer las bendiciones de Brenwärme y Beischmachart, estaba seguro de que Bluanfa jamás danzaría para él y que ninguna rifa podría crecer en su interior. Creo que puede imaginar cuanto estoy disfrutando de verlo equivocarse de manera tan colosal con lo que él mismo había estipulado.

—Pfft, no veo porque hay que emocionarse.

—Espere a su ceremonia de las estrellas el último día de la convención, puedo asegurarle que, si decide rendirse a las bendiciones de los dioses, su noche será inolvidable.

La joven a su lado se sonrojó un momento, dudando, considerando algo antes de mirarlo a los ojos.

—¿Es así, Lord Justus? Porque no he oído nada para ensalzar tanto la noche de las estrellas por parte de mi madre o de mis compañeras que ya han anudado las suyas.

—Dígame una cosa, ¿qué tan seguido escucha a Lady Rozemyne divirtiéndose de ese modo fuera de la habitación?

La joven lo pensó, mostrándose asombrada.

—No sé qué otros cambios impliquen toda esta… actividad a puertas cerradas para Lady Rozemyne, pero para Lord Ferdinand, esto ha sido liberador. Ni siquiera de niño se permitía ser caprichoso o perseguir sus deseos, ya no digamos disfrutar algo de un modo tan abierto, y por eso, le estaré eternamente agradecido a Lady Rozemyne. Por mí, la señora puede ser tan descarada como quiera y utilizar cada habitación del palacio, la biblioteca, los laboratorios y la misma ciudad baja para recibir la sabiduría de Bernwärme junto a mi Lord por el tiempo que crea conveniente. Lord Ferdinand jamás había sido más feliz, se lo puedo asegurar.

Su compañera volteó un momento hacia la puerta, sonrojándose un poco antes de mirarlo con seriedad.

—Si mi noche de las estrellas y las que le sigan no son como lo que está experimentando mi señora… tal vez le pida consejo, ella parece saber mucho de todo.

Y vaya que si sabía.

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Cerca del final de la Conferencia, sus señores los habían intercambiado a él y a Liesseleta por solicitud de Lady Rozemyne.

Justus se había encontrado travestido como su hermana Gudrun algo más tarde para una fiesta del té. Estaba verificando que el salón, los dulces, los bocadillos salados y los tés estuvieran listos cuando su Aub lo convocó a su lado, minutos antes de la llegada de sus invitadas.

—Justus…

—Gudrun, mi Lady, recuérdelo, en este momento soy Gudrun.

Ella sonrió, asintiendo antes de corregirse y entregarle un pequeño artefacto mágico anti escucha que él aceptó y activó.

—Gudrun, sé que le eres fiel a mi dios oscuro, aun así, necesito que el tema principal de esta reunión se mantenga lo más oculto posible de Lord Ferdinand, por favor.

—Usted sabe que no puedo mentirle ni ocultarle nada a mi amo, mi Lady.

—A menos que él te pregunte de manera directa y específica, por favor, trata de no revelar la información. Voy a necesitar que me reportes todo lo que observes de las reacciones de mis invitadas, insinuaciones comerciales, intereses, y que permanezcas en esta mesa conmigo una vez que la fiesta haya terminado.

—¿Puedo preguntar la razón, mi Lady?

Su maestra lo pensó un momento, mirando a la puerta antes de responder.

—Tengo planeado abordar un nuevo mercado… uno con el que Lord Ferdinand no está de acuerdo en que intervenga. Recientemente noté que es necesario que estudiar y abrir este mercado específico, lo deseé o no mi dios oscuro.

—¿Puedo preguntar qué tipo de mercado piensa explorar con tal desconsideración por mi amo, mi Lady? Tal vez podría ser Anhaltaung para usted.

Había intentado disuadirla, encontrándose con unos ojos determinados y una sonrisa traviesa en el rostro de su Aub.

—Los conocimientos con que nos hemos hecho felices mutuamente Lord Ferdinand y yo dentro de la habitación. Durante esta conferencia he notado cuan… inconformes están todas las esposas de los demás ducados. Necesitaré de tu apoyo a partir de hoy para poder diseminar tales conocimientos.

No tuvo que decir más. Su curiosidad y las palabras de su señora fueron suficientes para embarcarlo.

Las primeras damas de Drewanchel, Klassenberg, Dunkelferger, Freblentag, Immerdick y Hauchletzte tomaron asiento entonces, llamando aún más la atención de Justus.

La conversación empezó como era usual. Intercambio de saludos formales, muestras de que la comida no estaba envenenada, explicaciones sobre los dulces que las invitadas habían traído y uno que otro dulce recién estrenado por Lady Rozemyne. Justus no pudo evitar notar que su señora movía los labios de vez en cuando para formular palabras que no tenían sentido para él… debía estar enviando mensajes a Lord Ferdinand con ayuda de su herramienta especial.

De ahí saltaron a algunas modas nuevas, la implementación de telas muy específicas para dar diversas texturas y acabados a las telas y un poco después, se solicitó que instalaran una herramienta mágica anti escucha de rango específico.

Lady Rozemyne comenzó solicitando a todas que comentaran como iba la limpieza del templo y con que frecuencia asistían sus nobles, si habían instaurado alguna medida novedosa para la reforma del templo y su reputación… debía ser la parte que podía reportar abiertamente a mi amo. Después, mi señora abordó al fin lo que tanto esperaba.

—Hace poco, comenté con las damas presentes sobre mi decisión de ordenar a mi marido, Lord Ferdinand, que durmiera conmigo todos los días durante esta conferencia y las demás. En Alexandría no es un secreto que hemos compartido mi dormitorio desde que anudamos nuestras estrellas.

Las otras damas asintieron. Todas lucían un leve rubor en sus pómulos aun si sus miradas mostraban diferentes tipos de pensamientos.

—Se me ha preguntado si puedo producir un manual que ayude a que toda dama noble pueda disfrutar de las bendiciones de Beischmachart, volviéndose receptáculos de los fuegos de Brenwärme y disfrutando del baile de Bluanfah al mismo tiempo, luego de considerarlo, he decidido aceptar.

La atención de las damas pasó a convertirse en muestras de alivio y aceptación. Todas ellas parecían agradecidas, lo cual me llevó a reformular lo que yo mismo sabía al respecto por apenas un par de segundos, debía poner toda mi atención en esta conversación.

—Las he convocado aquí no como clientas potenciales, sino como apoyos para la producción. La introducción de este manual debería ir acompañado de algunos otros arreglos que van de la mano con las reformas al templo.

Esto pareció desconcertar a varias de las otras mujeres, siendo Lady Sieglinde quien tomara la palabra.

—¿Se refiere a las ofrendas de flores, Lady Rozemyne?

—Así es.

Salvo por Dunkelferger, ninguna de las otras mujeres parecía convencida o conforme con esta revelación. Lady Rozemyne parecía esperar este tipo de reacción, observando a todas con paciencia y calma, dando un pequeño sorbo a su té antes de retomar la palabra, cuando los ánimos parecieron calmarse.

—Damas, comprendo que puedan sentir algo de repugnancia ante el asunto. Las ofrendas de flores me parecen tan ofensivas como a ustedes, sin embargo, es un hecho ineludible que muchos hombres y ocasionalmente, mujeres de la nobleza, acuden al templo o incluso a las tierras más pobres para conseguir estas ofrendas. También debo confesar que hay personas dispuestas a hacer este tipo de ofrendas como un medio para sobrevivir y ganarse la vida.

Aquí hubo algunas discrepancias entre sus convidadas, que parecían separarse claramente entre las que encontraban el hecho como algo repugnante que debería desaparecer del todo y las que lo veían como un mal necesario.

—Me temo que luego de reformar el Templo de Erenfhest, los nobles que acudían con regularidad a solicitar estas ofrendas comenzaron a comprar niñas entre los 8 y los 14 años para tomar sus flores por la fuerza, lo cual me parece aún más problemático y preocupante que las ofrendas en sí. Necesitamos instaurar zonas con templos a Beischmachart y Brenwärme en zonas poco concurridas de nuestros ducados y habilitarlas como zonas comerciales. Las zonas de comercio alrededor de estos templos pueden incluir zonas de comida, zonas de entretenimiento como (teatros) donde presentar historias y música, casas de moda donde conseguir ropa más adecuada para la alcoba, y por supuesto, librerías especializadas en novelas románticas, novelas dedicadas a Beischmachart y Brenwärme y el manual que deseo crear para ustedes.

—¿No le parece un poco exagerado todo esto, Lady Rozemyne? —se quejó Freblentag con la cara roja por la molestia que esto parecía causarle.

—Puede parecerlo si solo quisiera ganar dinero a través de los manuales, pero lo veo como algo necesario. Los templos a los dioses pueden ser llevados por hombres y mujeres que deseen servir como ofrendas florales, de modo que estaría regulado para que no haya menores de edad entre ellos, esto evitaría que niños inocentes sean sometidos para entregar ofrendas en contra de su voluntad…

—Pero esos niños, imagino que eran simples plebeyos, ¿o no? —objetó Klassenberg—, ¿eso que tendría que ver con nosotros?

Su ama escondió su molestia detrás de una sonrisa noble y brillante, similar a las sonrisas ofrecidas por Lord Ferdinand cuando las cosas no salían como él esperaba y debía guardar las apariencias.

—Tiene razón en que, POR EL MOMENTO, los niños obligados a esto han sido plebeyos, algunos devoradores, la mayoría huérfanos… sin embargo, ¿Cuánto tiempo cree que pasará antes de que los "consumidores" comenzaran a exigir niños o niñas nobles por el simple placer de aprovechar la influencia del mana?

Justus pudo notar como una a una, las nobles mujeres tomando el té perdían el color de sus rostros y la sonrisa en el rostro de su señora se agudizaba un poco.

—No es del todo un secreto que mi hermana Charlotte fue secuestrada después de su debut, o que yo fui envenenada e intentaron secuestrarme en su lugar, o los rumores que corrieron por un tiempo en Erenfhest que aseguraban que yo era una plebeya… a veces pienso que si mi abuelo, Lord Bonifacius y mi dios oscuro no hubieran llegado a tiempo, yo pude haber terminado ofreciendo flores en contra de mi voluntad, entonces, consideren esta petición.

No necesitaba escucharlas para darse cuenta de lo serio que se había vuelto el ambiente en la mesa. Immerdick parecía más mortificada que las demás, también más impactada, al parecer, esa información no había llegado a ese ducado.

—Quienes decidan reformar la zona de su ducado que menos contribuya a la economía para crear una de estas zonas de (turismo), me encargaré de firmar un acuerdo para la aprobación de la creación de un gremio de imprenta en el lugar. Se manejará una pequeña imprenta para el templo que manufacture historias de alcoba y manuales amatorios, la librería local tendrá otra imprenta que se dedicará a la creación y difusión de novelas románticas y cualquier otra temática que ustedes crean conveniente para guardar las apariencias. La idea no es crear una zona de descaro y desvergüenza, sino un lugar de esparcimiento y aprendizaje. Tal es mi obligación como firme seguidora de la diosa Mestionora.

Dunkelferger fue la primera en solicitar unirse al proyecto, seguido muy pronto por Drewanchel.

—¿Qué tiempo tendremos para la creación de estas zonas de… ¿cómo las llamó, Lady Rozemyne?

Su señora pareció considerar sus palabras, antes de dar una que sonaba más similar al idioma local y no a sus extraños balbuceos.

—Turismo, Zona de turismo sería el nombre que reciban.

—¿No sería más adecuado Jardín de Besuchgweg? —sugirió Haucletzte, recibiendo el apoyo inmediato de las demás.

Lady Rozemyne sacó entonces su díptico, haciendo algunas anotaciones y procediendo a consultar que otras ideas podían aportar las otras mujeres para la implementación de estas zonas nuevas.

Entre todas se decidió por mantener los templos al fondo, organizando desde la entrada a estas nuevas comunidades al menos un restaurante basado en la idea del italiano, una casa del té con una tienda de dulces, la tienda de ropa con una zona de modistas, al menos una tienda de belleza y una joyería, una de juguetes didácticos junto a la librería, el (teatro) propuesto por Lady Rozemyne cómo centro convirtiéndose en un templo de Kuntzeal, después una casa de juegos donde se pudieran incluir gweginen y reversi entre otros, una zona de ditter de colores, cómo mi señora le había llamado a su versión más nueva para la cual se utilizan armas mágicas que lanzan gotas de pintura, un par de hostales unidos a un templo para Besuchgweg y al final, el templo dedicado a las ofrendas de flores.

Una vez puestas de acuerdo, Lady Rozemyne solicitó retirar la herramienta mágica, luego de lo cual, ordenó a Grettia entregar a cada dama en la mesa un sobre (La nueva herramienta de papelería creada por la compañía Plantín) en los cuales podían hallarse papeles con especificaciones para la instalación de las nuevas imprentas.

—Cómo podrán notar, he incluido un escrito un tanto escandaloso al final, es solo una referencia al tipo de textos que estamos buscando para las historias de alcoba, pueden solicitar a sus eruditos que lo embellezcan cómo ustedes lo prefieran antes de entregarlo al escritor de su preferencia para darle una idea de qué es lo que se busca con estas historias.

Las damas no tardaron en dar un vistazo a las últimas dos páginas anexadas al interior de sus sobres. No solo sus mejillas habían tomado el noble color de Geduldh, Lady Sieglinde parecía extasiada confirme leía, sonriendo de un modo indecoroso antes de lograr detenerse y guardar la hoja a regañadientes… Justus albergaba la esperanza de que su maestra le diera una de esas copias también.

—¿Cuánto tiempo tardará Alexandria en tener listos los manuales? —inquirió Drevanchel.

—Necesito conseguir un dibujante adecuado en lo que se crea la nueva imprenta para esto.

Incluso Justus le puse más atención a Lady Rozemyne en este punto. ¿Un dibujante era necesario?

Lady Rozemyne pareció notar las dudas de todos, sonrojándose apenas un poco.

—Todo manual debe incluir diagramas que expliquen de forma clara y visual como "embonar" las herramientas a utilizar según el resultado que se deseé —explicó mi maestra.

—¿Es que hay más de una forma? —preguntó Freblentag, haciendo eco de mis propios pensamientos.

Su ama los deleitó a todos con una sonrisa pícara mal disimulada y un aire de suficiencia imposible de pasar por alto.

—Tengo conocimiento de 8 posturas o formas básicas que al cruzarse con 8 variantes da un total de 64 formas diferentes, claro, es posible encontrar aún más mediante la experimentación.

No solo él quería hacer más preguntas al respecto, podía notar cómo las damas invitadas también ardían en deseos de conseguir más información. Sonriendo más confiada y sin rastro alguno de carmín en sus mejillas, Lady Rozemyne observó a cada una de sus invitadas y a mí, complacida por el súbito interés.

—Para que la espera sea menor, haré lo posible por dividir la información en dos o tres volúmenes, mismos que se les harán llegar en cuánto las primeras copias estén listas, solo les ruego que mantengan la mente abierta y recuerden que la implementación de este manual no es una obligación, si no se sienten cómodas con algo, no deberían llevarlo a cabo.

Tras estas sabias palabras, su señora dio por finalizada la fiesta de té. Menos de quince minutos después, Justus y su maestra se encontraban tomando el té para hablar sin ser escuchados.

—¿Debo encontrar un dibujante que esté dispuesto a recrear las imágenes de las que ha hablado? —preguntó Justus divertido, recibiendo una sonrisa satisfecha de parte de Aub.

—También necesito que encuentres personas interesadas en guiar el nuevo jardín, lo ideal sería que el Giebe de las tierras donde se asiente el jardín me reporte de manera directa para evitar conflictos con Ferdinand… pero no estoy segura de que haya algún Giebe que pueda llevar a cabo mis planes sin sacar más partido del que debiera.

Lo consideró por un momento, comprendiendo sus palabras.

—¿Algo más que deba hacer para usted, Aub?

Su maestra pensó un poco más antes de mirarle con duda en los ojos.

—Me serviría mucho que fungieras de mensajero entre las damas que acaban de tomar el té conmigo y yo, pero sospecho que eso te restaría tiempo para tus deberes usuales y Ferdinand comenzaría a hacer preguntas… va a molestarse mucho cuando descubra todo esto.

—¿Mi Lord sabe algo acerca de este manual?

Fue como ver un zantze sonriendo luego de jugar con una presa y comerla en el almuerzo. De pronto Justus ya no quería saber la respuesta.

—Sabes cuánto ama Lord Ferdinand hacer experimentos, ¿no? —contestó su ama antes de dar un sorbo a su té, dejando impactado al erudito.

Sabía que su amo había encontrado un modo de desahogo en el lecho de su diosa de la luz… solo no sabía hasta qué punto lo había estado disfrutando.

—Ahora que lo pienso, cuando volvamos a Alexandría habla con Harmut y Clarissa, voy a necesitar la ayuda de ambos para terminar el manual.

—Se hará como usted ordene, Aub.

Ambos terminaron de tomar el té y comer algunos dulces antes de despedirse.

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La siguiente vez que Justus fue convocado por su señora, Lord Ferdinand se encontraba convenientemente ocupado con la llegada de nuevos especímenes de bestias y plantas fey en sus laboratorios.

Justus llevaba un informe consigo de todo lo que había avanzado en medio de los encargos que su señor le había solicitado los últimos cinco días posteriores a su regreso a Alexandría. Harmut y Clarissa se encontraban de pie junto a él en la sala de lectura privada de Aub Alexandría, esperando a que Angélica y Leonore les permitieran el paso.

Su señora los esperaba, para sorpresa de todos, el libro que llevaba entre manos estaba cerrado, atado con un listón que emanaba un poco de mana, llamando la atención de Justus de inmediato.

—Antes de que ustedes dos empiecen con sus peroratas sin sentido sobre mi supuesta santidad —dijo Lady Rozemyne en cuanto los tres se detuvieron para arrodillarse—, el tiempo que tenemos hoy es demasiado poco y precioso. No quiero eufemismos y no quiero halagos.

Los tres cruzaron los brazos frente a sus pechos antes de sentarse alrededor de una pequeña mesa redonda donde Justus depositó sus informes. El matrimonio de fanáticos a su lado tomó sus dípticos y Lady Rozemyne inyectó la alfombra bajo sus pies con mana para activar una barrera anti escucha.

—Justus, ¿les explicaste de qué se tratará esto?

—Por supuesto, mi Lady.

—¡Debo decir que es una idea exquisita que su bondad y…

—¡Harmut! ¿qué dije de los halagos?

Justus cubrió su boca para no verse tan descarado al comenzar a reír de manera mal disimulada, ganándose una mirada fulminante por parte de Clarissa, interrumpida por el ruido de un listón siendo desatado.

—Estos de aquí son bocetos de las imágenes que voy a requerir para el manual. Harmut, Clarissa, necesito que me ayuden a dividir todas estas posiciones en tres grupos para definir cuáles serán mostradas en el primer volumen del manual, el primer grupo debe ser menor a los otros dos debido a que el primer volumen deberá incluir también información sobre el cuerpo femenino y el masculino, poniendo énfasis en las zonas que producen mayor placer. También necesito que me ayuden a colocar nombres adecuados a cada postura. Dado que estamos escribiendo un manual, es necesario que la información y los diagramas tengan un encabezado para que sean más fáciles de diferenciar y encontrar para su consulta.

Clarissa tomó el cuaderno de Aub, abriéndolo al tiempo que Rozemyne solicitaba a Justus el informe de avances. La joven Aub estaba a punto de hacer su primera pregunta cuando los jadeos de Harmut y Clarissa fueron imposibles de ignorar.

—¿Si, Harmut?

—A, a, aub Rozemyne… ¿es todo esto posible?

Justus se asomó entonces, sintiendo ganas de robarse el libro para poder ver mejor las imágenes y estudiarlas. No eran muy detalladas y les faltaba refinamiento, pero eran bastante claras. Un hombre recostado con el cáliz de la mujer sobre él en su cara en tanto la mujer parecía tragar la espada.

—Lo es. No he experimentado todas aún, pero sé que es posible realizarlas todas. Dado que ustedes dos son una pareja, me serviría mucho si pudieran… investigar un poco sobre el funcionamiento del mana… ya, ya saben, al poner las posiciones en práctica. Creo que la información que coloqué está bien para los plebeyos, pero no para los nobles, así que…

Los ojos de Clarissa mostraban un ardiente deseo en ese momento, los ojos de Harmut mostraban más sorpresa que fanatismo, lo cual era refrescante de ver.

—Mi amada señora —comenzó Harmut en un tono lisonjero, mostrando dificultad para tragar saliva antes de dar un vistazo a un par de imágenes—, ¿le importaría marcar cuáles son los que usted ya ha experimentado?

El rostro de Rozemyne se tiñó por entero de rojo, sus rasgos mostraban cuan incómoda se sentía ahora, entonces fue el turno de Clarissa para intervenir.

—Aub Rozemyne, comprendo que la solicitud de mi esposo es un poco bochornosa, pero —Justus podía ver como las flores de Eflorelume abrían sus pétalos dentro de los ojos de Clarissa, provocándole un severo escalofrío de incomodidad—, sería más fácil para nosotros concentrar nuestra investigación en aquellas que aún no han sido probadas… sería incluso más fácil seleccionar las posiciones que irán en el primer tomo y luego clasificar las del segundo y tercero.

La discusión no duró demasiado, el informe tampoco.

Antes de retirarse, Justus se aseguró de tomar algunas de las imágenes que el matrimonio ya había seleccionado para el primer tomo, alegando que necesitaría los bocetos para poner a prueba a los dibujantes y seleccionar el más adecuado para el trabajo de Lady Rozemyne… y probarlas él mismo, por supuesto, tal vez descubriera cómo era que su amo se había permitido ser más una persona que un noble con su esposa.

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Notas de la Autora:

Besuchgweg (Besuch [de besucher, visitante] + Weg [camino] en alemán) – Dios de los viajeros dentro de la casa de Scutzaria para esta historia.

Estuve tratando de averiguar si existía algo como un dios de los caminos, de los viajes o de los viajeros. En el wiki encontré que se marca un patrón o dios de los viajeros dentro de la casa de Schutzaria, sin embargo, carece de nombre, si alguien lo necesita, puede sentirse con toda la confianza de tomar este.

De nuevo muchas gracias a todos los que han dejado algún comentario, lamento mucho no haber dado respuesta directa a nadie. De las cosas que recuerdo, ahm, debo disculparme por mi mala redacción en uno de mis comentarios anteriores, mis hijos volvieron a la escuela, no yo, lamento la confusión. Trabajé como maestra de preescolar antes, eso es cierto, sin embargo tiene algunos años que lo dejé para dedicarme a escribir mis libros y ser más una mamá, en mi último trabajo mi escuela se quedaba con un 85% de mi tiempo y atención, para mi marido, mi casa, mis hijos y yo quedaba apenas un 15%, comprenderán que no era suficiente, ahora más bien me dedico a llevarlos y traerlos a todos, escribiendo en el inter y ayudando a mis hijos con sus tareas y sus materiales escolares, jejeje.

Y si, tenemos otroc apítulo poco sexososo, pero por ahí estuvieron pidiendo saber que había pasado con Justus, las damas y el manual, pues bueno, aqui la respuesta. Tomé la idea de la zona de turismo de un fanfic de AO3 llamado A Wave with One Snapped Thread, sin duda uno de mis favoritos, jejejeje y como el manual ya comenzó a estar en producción, próximamente comenzaré a tomar algunos términos y nobles eufemismos de otra historia llamada For he is a knight of summer, and winter is coming también de AO3, muy recomendado también, reí bastante cuando lo leía y me dio más ideas para los juegos de Rozemyne y Ferdinand.

Es posible que comience a actualizar los fines de semana. ¿La razón? Bueno, tengo trabajo de worldbuilding y trabajo de edición por empezar por un lado, por otro lado, el grupo de facebook en el que me encuentro sobre la ratona de biblioteca propusieron un calendario de actualizaciones para los fanfics que están subiendo otros usuarios a AO3 y Tata propuso que yo ocupe los sábados, así que le tomaré la palabra para que tengan su buena dosis de lemon al menos una vez por semana.

Y ya saben, dudas, comentarios, recomendaciones y peticiones pueden dejarlas por aqui, yo estaré encantada de recibirlos todos.

SARABA