Cuando Bella se giró hacia la puerta del baño, Edward se encontraba en el umbral, descalzo y vestido únicamente con un pantalón de pijama suelto de
-Iba a la cocina a por un vaso de agua y al pasar por tu puerta, oí mucho ruido. Llamé, pero no contestaste. ¿Qué ocurre?
-Ben ha vomitado -explicó pasándose cansada el antebrazo por la frente para apartarse el pelo.
-¿Quieres que llame a un pediatra? -Edward observó cómo le enjuagaba a Ben las piernecitas en el lavabo y cogió la toalla para ayudarla a secarlo.
Bella negó.
-No parece que tenga fiebre. Supongo que solo le ha sentado algo mal. Vamos a esperar a mañana. Seguro que estará mejor.
-Déjame que yo lo coja para que puedas limpiarte.
Bella arrojó el pijamita sucio al bidé y se revisó el camisón manchado.
-Date una ducha, yo me encargo de quedarme con él -se ofreció Edward.
-Gracias.
Cuando Bella regresó veinte minutos más tarde al dormitorio, la cunita estaba limpia y Ben, envuelto en una
sábana, dormía en los brazos de Edward, que se había sentado en el sillón al lado de la puerta de la terraza.
-Parece que está más tranquilo ahora. -Bella le tocó la frente con cuidado de no rozar el pecho desnudo de Edward
-Puede que sea la postura.
-Gracias por cuidarlo, me ha venido bien la ducha.
-Acuéstate. Me quedaré un rato para asegurarme de que no vuelve a vomitar. Lo tumbaré en la cuna antes de irme.
Aunque sabía que no iba a conseguir dormir con Ben enfermo y Edward en la habitación con ella, prefirió no perder el tiempo en discutir con él.
Para su incredulidad, la siguiente vez que abrió los ojos, los primeros rayos de sol que entraban por el balcón estaban alcanzando los pies de la cama y Edward seguía en el sillón con Benen brazos, que roncaba suavemente.
Al verla despierta, Edward sonrió.
-Buenos días.
-Buenos días -murmuró Bella adormilada-. ¿Has pasado ahí toda la noche? -Era una pregunta tonta, pero la hizo de todas formas-.
Deberías haberte ido a dormir.
Edward encogió con cuidado un hombro.
-Estoy bien. Estaba más tranquilo aquí, sabiendo que Ben se encontraba bien. No creo que hubiera podido dormir pensando en que podía vomitar de nuevo.
-Gracias. -Bella se reajustó el cojín para verlo mejor.
-¿Y tú? ¿Cómo estás hoy? -Edward la escrutó serio.
-Bien. Anoche solo estaba cansada. Después del día que pasamos en el mar, necesitaba dormir y nunca se me ha dado bien esto de ser madre durante la madrugada.
-No me refería a eso -respondió Edward.
-¿Entonces?
-Anoche en la cena estuviste muy callada y luego, además de mantenerte apartada de los invitados, me evitaste también a
mí durante toda la velada.
-Ah, eso. -Nada más recordarlo, Bella sintió la misma pesadez en su estómago que había sentido la noche anterior-. Me sorprende que te hayas dado cuenta.
-¿Por qué no habría de hacerlo? Eras mi pareja.
-¿Yo? ¿O Magdalena? -Bella no ocultó su sarcasmo.
-De modo que era eso. -Edward la estudió con la cabeza ladeada, como si la viera por primera vez.
-¿Era el qué? -preguntó Bella irritada.
Edward se levantó del sillón y acostó a Ben en su cuna, tapándolo con cuidado.
-Estás celosa.
Bella se sentó en la cama.
-¿Por qué debería estar celosa?
-¿Cómo llamarías tú el que te moleste que Magdalena no se apartara de mi lado?
-Eres tú el que está afirmando que me molestó. -Bella se cruzó de brazos.
-¿Lo hizo? -Edward se sentó en el borde de la cama.
-¿Por qué habría de molestarme? Que ayer echáramos una canita al aire no es precisamente un asunto trascendental. Fue un polvo sin importancia. Eso no nos compromete a nada ni mucho menos nos da derechos a nada.
-¿Polvo sin importancia? -Los ojos de Edward se entrecerraron-. Parece ser que no hice bien mi trabajo entonces.
-¿Ahora encima es tu trabajo? -resopló ella de forma despectiva-. Al final, va a resultar que encima eres un escort y que te debo dinero.
Edward apretó la mandíbula y se acercó tanto a ella que Bella retrocedió hasta que su cabeza quedó pegada contra el cabecero.
-No voy a seguir discutiendo contigo cuando, a todas luces, lo único que buscas es insultarme. Te garantizo que la próxima vez que estemos juntos, me aseguraré de que no te parezca un polvo sin
importancia. Y ten por seguro que habrá una próxima vez y que no tardará en llegar. En cuanto a Magdalena, no me interesa. Soy oficialmente tu marido y, si mal no recuerdo, te presenté como mi mujer. En cualquier momento podrías haber hecho uso de esa situación para deshacerte de ella. De hecho, te lo habría agradecido.
Edward bajó la cabeza como si tuviera la intención de besarla, pero justo antes de rozarle los labios se apartó y se fue sin decir ni una sola palabra más.
-¡Edward!
-¿Sí? -Con la mano en el pomo, se giró hacia ella. Bella tragó saliva.
-¿Y si admitiera que me sentí celosa?
-¿Lo estuviste? -Los ojos azules la inspeccionaron con intensidad.
-Sí -musitó Bella sin aliento.
-¿Qué quieres de mí, Bella?
-No lo sé.
-Piénsalo y cuando lo sepas, avísame. Puede que esté más dispuesto a dártelo de lo que crees.
-¿Y si lo único que quisiera fuera que te quedaras conmigo aquí, en la cama, y que me abrazaras?
Edward se quedó mirándola. Sin decir palabra, volvió a cerrar la puerta y se acercó a la cama. Se tendió a su lado y le abrió los brazos.
-Ven.
Aquella sencilla invitación fue lo único que necesitó Bella para deslizarse por la cama y apoyar su cabeza sobre su pecho. El constante latido de su corazón y el agradable calor de su cuerpo le arrancaron un suspiro de satisfacción.
-¿Esto era todo lo que querías? -preguntó él jugando con unos mechones de su cabello.
-Tonto, ¿verdad? Lo sé. Edward la besó en la coronilla.
-Si esto es tonto, entonces imagino que me gustan las tonterías. Ella alzó la cabeza para mirarlo a los ojos.
-¿En serio?
-¿Por qué te parece tan increíble?
-No lo sé, porque eres un hombre. Se supone que solo vais a lo que vais y ya está, ¿no?
-¿Solo por ser un hombre no puedo disfrutar de tenerte en mis brazos sin hacerte el amor? ¿Eso no es un juicio un poco arbitrario?
-Es posible.
Bella volvió a apoyar la cabeza sobre su pecho y ambos se quedaron un rato en silencio.
-¿Qué es este tatuaje? Parece un símbolo de algún tipo.
-Es un símbolo vikingo. El Vegvisir.
-¿Y qué significa o qué representa?
-Representa la fuerza que nos guía cuando estamos perdidos.
-¿Te has sentido perdido? Edward tardó en responder.
-Más de lo que puedas imaginarte.
-Me gusta -admitió Bella trazando el símbolo con sus dedos.
Quizá habían pasado diez o quince minutos para cuando alzó la cabeza de nuevo y encontró a Edward dormido. Rodeándolo con un brazo, apoyó la mejilla contra su hombro y cerró los ojos. Disfrutaba haciendo el amor con él, pero
aquella sensación cálida y llena de ternura que la envolvía en ese momento era incluso mejor.
