CXIV
Apenas Eleven se hubo desabrochado el cinturón de seguridad, Henry le aseguró que esperaría por ella. Ante sus protestas, solo necesitó señalar las nubes de un gris ominoso sobre sus cabezas.
«Tómate tu tiempo», le dijo luego. «No tengo apuro, y no permitiré que vuelvas caminando con una tormenta avecinándose».
Y es así como, ahora, se encuentra con el asiento del auto reclinado y con un libro entre sus manos —no sea que se le ocurra dejar que sus pensamientos anden libres ahora mismo—. En general, es una experiencia algo incómoda leer en el carro y con la humedad premonitoria de la tormenta atosigándolo, mas no se le hace, tampoco, imposible —en especial si cierra las ventanillas y enciende el acondicionador de aire—.
Sí, a decir verdad, podría haber continuado su improvisada sesión de lectura si no fuese por un pequeño detalle.
…
Un muy pequeño detalle que lleva golpeando la ventanilla con sus muy pequeños nudillos desde hace aproximadamente cinco minutos.
Resignado, Henry baja el libro a su regazo y gira la perilla de la ventanilla, lo que causa que su única defensa ante la chiquilla que lo importuna se desvanezca.
—¿Puedo ayudarte en algo, señorita?
—Hola. ¿Cómo te llamas? ¿Vienes de visita?
La pregunta lo toma por sorpresa.
—¿Perdón?
—Mamá dice que tenemos que ser amables con las visitas. Pero no pude saludarte porque no pasaste a saludar. —Se gira hacia atrás, hacia la puerta de la familia Wheeler; Henry comprende entonces que debe ser pariente de Mike, posiblemente su hermana.
—Bueno, mi nombre es Henry, pero solo traje a mi prima de visita.
—¿Quién es tu prima?
—Su nombre es Jane, y es… compañera de Mike.
La expresión pensativa de la niña muta al instante: una gran sonrisa se adueña de su rostro.
—¡Jane! ¡Jane es genial! Siempre responde mis preguntas y juega conmigo, incluso cuando Mike dice que estoy molestando.
Nunca ha pensado en Eleven como alguien que se lleve bien con niños —en especial con lo particular que es para relacionarse con adolescentes de su edad—, mas supone que tiene sentido si observa lo protectora que es hacia Poe y su excesiva empatía hacia todo ser vivo…
Notándolo absorto en sí mismo, la niña lo llama:
—¿Señor Henry?
Henry responde con lo primero que se le viene a la cabeza:
—Bueno, Jane es realmente genial.
La niña vuelve a sonreírle.
—Me llamo Holly —le dice—. ¿Quieres pasar?
