Tres días después de la aparición de la hidra, los habitantes de Konoha comenzaron la reconstrucción de varias casas y negocios, contando con la ayuda de los ninjas que no fueron afectados por los repentinos vendavales de la enorme criatura. Esparciendo trozos de madera, vidrios y escombros a todas direcciones. El hospital del clan Haruno estaba lleno a más no poder, manteniendo ocupados a los ninjas médico.
Mientras tanto, en el centro, donde se cree que había comenzado la tragedia, Taichi, Itachi y el resto de sus compañeros, ayudaban a reconstruir la academia ninja, ya que varios salones y el techo fueron perjudicados. Incluso Shisui estaba ahí, ofreciéndose como voluntario, junto a otros miembros del clan Uchiha. Justo cuando llevaban unas cubetas de pintura, InuYasha apareció, llevando a HanaYasha en su espalda.
Al verla bajar, notaron preocupados las vendas alrededor de su cabeza y sus brazos. También llevaba alrededor de su cuello un rosario de cuencas negras y colmillos. Itachi fue el primero en dejar caer la cubeta de pintura. Correr hacia ella y abrazarla. Unos segundos después, Taichi y Shisui se le unieron.
La niña no sonrió. Pero, reaccionando a la calidez de sus amigos, levantó sus brazos para rodear los suyos, refugiándose en el pecho de Itachi.
Al ver aquello, InuYasha recordó conmovido las ocasiones secretas en las que se apoyó en Kagome. Y como, más adelante, Shippo, Miroku, Sango y Kirara se sumarían a ello, ayudándolo a fortalecerse cuando la frustración por no encontrar a Naraku amenazaba con desgarrar su corazón. Sonrió. Se despidió de los niños, pidiéndole a su hija que fuera cuidadosa, y partió rumbo al templo Nakano, ubicado en el distrito del clan Uchiha.
-¿Para qué es eso? – cuestionó Taichi, señalando el rosario.
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-HanaYasha dependerá de ese rosario para conservar su verdadera identidad. De lo contrario, sus poderes sobrenaturales y su apariencia cambiarán.
FFFFF
-Es un amuleto. – decidió responder, sonriendo un poco.
Taichi, pensando que no había nada raro con ello, se encogió de hombros. La tomó de su mano y la llevó con los Shinobi que ayudaban a reconstruir la academia. Itachi y Shisui, quedándose quietos en el sitio, sospecharon.
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Mientras tanto, en otros dos lugares diferentes de la aldea, se estaban llevando a cabo dos ceremonias de suma importancia.
La primera, eran los funerales de todas las personas que murieron por culpa de la hidra. Entre ellos, se encontraban Mebuki Haruno; la hija mayor de Tsunade Haruno, y su esposo, Kizashi Haruno, dejando en brazos de Shizune, a una niña de cabello rosa, cuyo llanto, era lo que más hacia fuerza y eco en el ambiente grisáceo, rompiendo más el corazón de las familias en el cementerio.
La segunda, se trataba de un pacto acordado por InuYasha y Fugaku, firmando un pergamino para unir a sus primogénitos en matrimonio, cuando estos cumplieran 21 años. El Hanyou volteó un segundo al fondo de la sala sagrada, topándose con una sonrisa oscura por parte de Danzou. Parado detrás de varios testigos de los dos clanes, quedó más que complacido con este acontecimiento.
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-¿Nos mandó a llamar, Jiraiya-sensei?
Horas más tarde, dentro de una sala secreta, escondida en la mansión de la familia principal del clan Uzumaki, Jiraiya se reunió con sus discípulos.
Yahiko, Konan y Nagato.
Los jóvenes de 18 años lo miraban seriamente, portando con orgullo las capas de su organización.
Akatsuki.
Al tener infancias marcadas por la guerra, el hambre y el dolor, los tres decidieron pelear, no contra la maldad de los Youkai, sino contra la de los corazones humanos.
El hombre de cabello blanco sonrió para darles la bienvenida y les ofreció las tres sillas que se encontraban frente a su escritorio. Konan y Nagato se sentaron. Yahiko permaneció de pie.
-Acabamos de ser atacados por una hidra de 7 cabezas. – explicó Jiraiya. - Algunos de los testigos que sobrevivieron, aseguran que fue invocada por un sujeto con una máscara anaranjada.
Konan entornó los ojos. Nagato volteó hacia Yahiko y, este último, se llevó una mano a su frente.
-Lo hemos querido atrapar desde que asesinó a uno de nuestros compañeros. – se sinceró el joven de puntiagudo cabello anaranjado. - Pero cada vez que obtenemos una pista nueva, se nos escapa otra vez.
-Pero ese no es el motivo por el que estamos aquí, ¿O sí? – preguntó Konan.
-Iruka-sensei me ha contado que en su salón, hay tres niños extremadamente talentosos. Taichi Higurashi. Itachi Uchiha y HanaYasha Higurashi. – comentó el líder del clan Uzumaki, sonriendo ante la perspicacia de la muchacha. - Durante el ataque de la hidra, el sujeto enmascarado atacó a HanaYasha.
Los tres abrieron los ojos como platos.
-Todavía no sabemos cuál fue el motivo. Lo que sí es seguro, es que ya no es la misma.
-¿A qué se refiere? – cuestionó Nagato, temiendo lo peor.
-La joven que la encontró y la examinó, le aseguró a InuYasha y a Kagome que gran parte de su energía sobrenatural fue sellada. De no ser por el rosario que le entregó, su cabello sería negro. Y no tendría sus garras ni colmillos. Tratándose de alguien muy talentosa, al igual que los dos chicos que también mencioné, Tsunade, Orochimaru y yo, les concederemos el permiso de graduarse de la academia ninja cuando cumplan los 8 años.
Los jóvenes volvieron a sorprenderse.
-Pero eso no será todo. Ustedes tres se convertirán en sus tutores y los protegerán. – los pequeños ojos del mayor se enfocaron en cada uno. - Konan, serás la maestra de Taichi.
Nagato, tú te encargarás de Itachi. Yahiko, te confiamos a HanaYasha.
Al terminar la charla, los cuatro salieron en silencio de la sala secreta.
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Llegada la noche, la pequeña HanaYasha luchaba para conciliar el sueño. Por desgracia, sin importar que posición optara o cuantas cobijas tuviera encima, las imágenes del ataque de la hidra volvían. Gritos, fuego, sangre... y el hombre enmascarado, atravesándole la espalda con un objeto que debilitó los latidos de su corazón y transformó su apariencia.
Abriendo sus ojos dorados, se levantó de un salto de la cama y respiró agitada. Cuando transcurrieron unos segundos, en los que las nubes se movían para dejar pasar la luz de la luna y las copas de los árboles se agitaban con el viento, tomó con fuerza sus cobijas, permitiendo que las lágrimas cayeran de sus ojos.
-Tengo que volverme más fuerte... – pensó, doblando sus rodillas hacia arriba y escondiendo su rostro en ellas, abrazando sus piernas. - ...más y más fuerte, para no volver a perder.
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-6 años después-.
En un tranquilo día de verano, Itachi se encontraba parado en medio de un claro. Con los ojos cerrados y la cabeza levemente inclinada.
En eso, su silueta desapareció de la tierra y reapareció suspendida al revés en el aire. Sujetaba seis kunai entre sus dedos, dando la impresión de ser las garras de un monstruo. Sin titubear, los lanzó a los alrededores, clavándolos al centro de varias dianas ocultas, en los árboles y en los arbustos.
Cuando lanzó su última arma, sacó una más, cambiando su dirección para dar con una diana más complicada, ubicándose detrás de una gran roca a sus espaldas. Una vez que escuchó el filo perforando la madera, volvió al suelo y se arrodilló, mostrando en sus ojos el brillante carmesí del sharingan, con tres magatamas en el iris, rodeando las pupilas.
En eso, los arbustos a su costado derecho se movieron. Sonrió cuando vio a Sasuke, su hermano menor de 7 años, quedar asombrado por su habilidad con los kunai, volteando y saltando de un lado a otro. Y ya estaba dispuesto a hacer lo mismo, sacando otras armas que guardaba en sus cortos pantalones blancos.
No obstante, la repentina llegada de HanaYasha lo detuvo, saliendo disparada de la copa de un árbol, para luego flexionar las rodillas y arrastrar las suelas de sus sandalias negras en la tierra, deteniéndose. Un instante después, emergió de los árboles una enorme mantis, usando sus cuchillas para abrirse camino.
Itachi se posicionó delante de Sasuke y realizó unos sellos con sus manos. De su boca, emergió una gran bola de fuego, haciendo chillar a la criatura, antes de que HanaYasha le pusiera fin a su vida, cortándole la cabeza con sus garras envueltas en hielo. Sasuke vio aquello con asombro. ¡Ambos eran muy fuertes!
De pronto, las orejas de perro de la Hanyou se movieron. Girando y envolviendo una vez más, las garras de su mano derecha con hielo, lanzó los pedazos como dagas, clavándolos en el tronco de un árbol. Danzou Uchiha, salió de una ahí unos segundos después,consiguiendo que pusiera una mueca y que el niño se escondiera detrás de su hermano mayor.
-¿Este es el resultado de su entrenamiento con Minato y Yahiko, señorita Higurashi? - interrogó el anciano, dejando que la luz que atravesaba las copas de los árboles iluminara su siniestra figura vendada.
Ella asintió, tragando saliva.
-Impresionante. Jamás había visto a alguien que consiguiera el estilo de hielo, solo con combinar el estilo de viento y el estilo de agua. Normalmente, se obtiene solo con herencia genética.
-Kekkei genkai, ¿No?
-Justo por estas extraordinarias habilidades, me gustaría invitarte a formar parte de la fundación.
HanaYasha lo vio atónita. Itachi entornó los ojos.
-Gracias, pero... - habló con amabilidad, levantando sus manos a la altura de sus hombros, mostrándole las palmas. – las misiones que se realizan ahí no se ajusten a mis objetivos.
El ojo izquierdo de Danzou se dirigió a sus bisnietos.
-Y si invito también a tus amigos, ¿Aceptarías?
-Ella ya lo rechazó. – Itachi intervino, dando un paso para ponerse delante de HanaYasha. - Deje de insistir y váyase.
El mayor sonrió un poco.
-Afuera de Konoha, hay conflictos que necesitan nuestro apoyo para ser resueltos. Provocados... - hizo una pausa, concentrando su ojo izquierdo en la Hanyou. - por personas cobardes que se ocultan con máscaras.
HanaYasha abrió los ojos como platos e Itachi frunció el ceño, viendo con cautela como les daba la espalda, golpeando la tierra con su bastón.
-Les daré tres días para decidir. No olviden comentárselo a Taichi Higurashi.
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Al salir del bosque, y terminar en las calles del distrito Haruno, Sasuke notó que el ambiente entre su hermano y HanaYasha era diferente.
Ya no era el mismo que él presenció recién, cuando acabaron con la mantis Youkai. Ahora era distante, frío.
Caminando en medio de los dos y tomando cada una de sus manos, podía notarlo con facilidad, haciendo un puchero por lo incómodo que le resultaba la situación.
-¡¿Ya viste?!
Escuchó de pronto, llegando a un puente de madera con un rio debajo. Dos chicas maquilladas, usando kimonos elegantes y protegiéndose con dos sombrillas, se reían de las ropas sucias de HanaYasha.Al instante, ella se detuvo, mirándolas por el rabillo del ojo, al mismo tiempo que ellas bajaban de la construcción de madera.
-Estilo de viento... - murmuró, haciendo un sello con su mano derecha.
Unos segundos después, los pliegues de los kimonos de las chicas se levantaron, exhibiendo su ropa interior y haciéndolas gritar.
Sasuke quería voltear para saber lo que había hecho, pero Itachi no lo dejó. Agachándose a su altura, tomando su cabeza con sus dos manos y obligándolo a fijar la vista al frente.
De pronto, se escuchó el grito de una mujer. Los tres se asomaron al rio, por el lateral izquierdo del puente. Una pequeña niña de 7 años y corto cabello rosa luchaba por salir a la superficie.
Sin pensarlo, HanaYasha subió a la barandilla roja y saltó al agua. Nadó hacia la menor, alcanzó su mano y la llevó de vuelta a la orilla.
La niña tosió, siendo sostenida después por los brazos de una mujer de corto cabello y ojos negros, arrodillándose a su altura.
-¡Gracias a Dios! – exclamó aliviada, abrazándola con más fuerza. - ¡¿Cómo puedo...?!
Sus ojos negros se abrieron como platos al encontrarse con HanaYasha, apoyándose en sus rodillas y viéndola con confusión. En eso, los hermanos Uchiha llegaron con ellas. Sasuke se agachó a la altura de la niña y le ofreció un dulce que tenía guardado. Ella lo aceptó con timidez, sonriendo al ponerlo en su boca y saber que estaba delicioso. Shizune también sonrió.
-Muchas gracias.
Los reverenció. Tomó de nuevo a la niña y se fue.
Cuando los jóvenes ya se disponían a hacer lo mismo, HanaYasha volteó hacia sus ropas.
Ya no estaban sucias. El agua del rio les había quitado la tierra y las hojas.
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Llegada la noche, Itachi y HanaYasha salieron de sus respectivas habitaciones en sus casas y saltaron hacia las ramas de los árboles cercanos.
Acercándose a un acantilado, con el rio Nakano a sus espaldas; bajando por una cascada, se encontraron con Shisui y Taichi, observándolos seriamente por el contenido de los pergaminos que recibieron de parte de los cuervos de Itachi.
Se sentaron con las piernas cruzadas, cerca del peñasco y comenzaron a platicar sobre la repentina llegada de Danzou, invitando a HanaYasha a formar parte de la fundación.
Como era de esperarse; desde la perspectiva de la Hanyou, ninguno se alegró.
Danzou Uchiha representaba la oscuridad de las aldeas Shinobi. Involucrarse con él, significaba llevar una vida miserable y una muerte que jamás debían conocerse.
Aún consciente de eso, ella estaba dispuesta a aceptar su propuesta. Siendo, quizás, la forma más rápida y accesible de dar con el paradero del enmascarado.
-No aceptes. – dijo Taichi, despertándola de sus pensamientos. – ¡Ese viejo está tramando algo macabro! ¡Tal vez sea una trampa para matarte!
HanaYasha se levantó. Y dándoles la espalda, caminando al bosque, declaró:
-Correré el riesgo. - saltó a las ramas de los árboles y se fue.
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Dos días después, por la mañana, HanaYasha se topó con Itachi, mientras caminaba con Guren por el centro de la aldea, haciendo algunas compras.
La joven de 18 años saludó con cortesía al Uchiha y le dijo a la Hanyou que, sin problemas, ella podía encargarse de las bolsas y de los ingredientes que faltaban por conseguir de la lista dada por Kagome.
HanaYasha ya estaba a nada de replicar, pero Itachi no se lo permitió, tomándola de su brazo y llevándola a un lugar apartado para conversar.
Guren, viéndolos partir, se cubrió una sonrisa con una mano. El comandante InuYasha tenía razón al haber comprometido a su hija con el muchacho. Hacían una linda pareja. Dio media vuelta por la calle llena de personas y se dirigió a una tienda de dulces.
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-¡O-Oye, Itachi! – exclamó HanaYasha, intentando zafarse de su agarre.
Ahora que habían llegado al bosque; que separaba el distrito Uchiha del distrito Higurashi, y que no sentía ninguna presencia en los alrededores, el aludido bajó su mano de su muñeca a su mano derecha.
La Hanyou, sintiendo este cambio, se sonrojó de golpe, sin poder apartar sus ojos de sus manos unidas... hasta que llegaron a la cima de una colina.
El viento soplaba con fuerza y tenían una perfecta vista de las casas y los edificios del distrito Uchiha. ¡Incluso se podían apreciar a los vigilantes en el techo de la policía militar!
Como Itachi; parado a su derecha, se había sentado en la hierba, con las piernas cruzadas, ella también hizo lo mismo, observando dubitativa su expresión un tanto adusta.
-¿Por qué quieres unirte a Raíz? – cuestionó de repente.
Ella, de inmediato, frunció el ceño, teniendo la intención de marcharse. No obstante, Itachi la detuvo de nuevo, tomándola del brazo derecho.
-¡Ay! ¡¿Por qué te interesa tanto?! – bramó, mirándolo enojada.
-Porque eres mi amiga. – respondió con tranquilidad, dándole un escalofrió en la espalda que la asustó. Sus ojos negros, que habían estado dirigidos a los edificios de su clan, finalmente, se dignaron a voltear hacia ella. - Y de ninguna manera permitiré que Danzou te utilicé a su antojo.
HanaYasha suspiró.
-Bien... - musitó. – te lo mostraré, pero...
Sus ojos dorados señalaron su mano, agarrándola todavía de su brazo. Itachi la soltó, viendo confundido como se llevaba sus manos a su rosario negro para quitárselo.
Se sorprendió al ver que sus características Hanyou ya no eran las mismas.
Bajo los rayos del sol, brillaban sus largos mechones de cabello negro. También habían desaparecido las garras en sus manos y los colmillos en su boca, siendo abierta para pedirle que la examinara.
-Esto fue lo que me pasó durante el ataque de la hidra. – explicó. – Una gran parte de mi poder sobrenatural, fue sellado por un sujeto con una máscara anaranjada. Hasta la fecha, nadie lo ha encontrado ni atrapado. - poniéndose de nuevo su rosario, su cabello se tornó plateado y sus garras y colmillos regresaron. – Por eso necesito unirme a la fundación. Para hacerlo pagar por lo que me hizo y obligarlo a deshacer el sello.
Itachi la miró pasmado y confundido.
-¿Por qué no nos dijiste nada?
HanaYasha, tratando de disimular su temor, dirigió sus ojos dorados hacia el distrito del clan Uchiha.
-No quería que hicieran algo imprudente por mi culpa. – confesó. - Además... - con sus ojos cubiertos de lágrimas, tomó aire y volteó hacia él. - tampoco quería que dejaran de hablarme por pensar que era débil.
El muchacho la observó con tristeza. Levantó su brazo izquierdo y rodeó sus hombros, atrayéndola a su pecho y asombrándola.
-Sin importar como te veas, tú siempre vas a ser tú.
La joven parpadeó y sonrió agradecida, acercándose para escuchar los latidos de su corazón. Con los ojos cerrados, ambos disfrutaron con más tranquilidad, como el viento acariciaba sus rostros.
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Cuando HanaYasha, Itachi y Taichi se reunieron con Danzou en la sede subterránea de Raíz, llegado el día marcado, otro individuo se presentó ante ellos, impresionado por conocer a los tres ninjas de 12 años que estarían a su cargo.
Kakashi Uchiha.
Al ver su cabello gris y la cicatriz vertical que pasaba por encima de su ojo izquierdo; brillando con el sharingan al igual que su ojo derecho, HanaYasha se quedó pasmada.
El talentoso niño que fue adoptado por Hiruzen Uzumaki. Alumno de Minato Uzumaki. Un temible destructor de Youkai que, al igual que ellos, también se convirtió en ANBU a los 12 años, por sus extraordinarias habilidades con el estilo de rayo.
Antes de entrar a la oficina de Danzou, habían escuchado rumores por parte de otros miembros de la organización, sobre ciertos incidentes que lo convirtieron en "asesino por excelencia".
HanaYasha decidió ignorarlos, reverenciando, junto a sus amigos, a quien sería su nuevo maestro.
Fin del capítulo.
